Por tu amor al Arte

By Hitto_

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La madre de Emma ha muerto y ella debe irse a vivir a otra ciudad. Tras unos meses en los que consigue adapta... More

Por tu amor al Arte
1° Llevar la fiesta en paz
2º La inutilidad de la clase de arte
3º Desvanecerse
4° Confrontación
5º Sentarse y hablar
6º El plan del fracaso
7º Inoportuna
8º Ser egoista
9º Malas decisiones
10° Me quiero morir
11° Hacer amigos
12° Sentirme incluida
13° Prejuicios
14° Perder el tiempo
15° Julieta
16° El lobo que se enamoró del rayo de luna
17º Lazos rosas
18º Eterno
19º El problema de no hacer las cosas a tiempo
20° Secreto descubierto
21º Ser un gato
22° Amistades que valen
23° El mejor regalo
24° Ser su lienzo
Consigue este libro en físico
25° Mi rayo de luna
26° Un poema Dadá
27° Caos armónico
28° Dos caras de una misma moneda
29° En graves problemas
30° El sótano
31° El primero de los últimos cincuenta días
32° Cuarenta y cinco días de aguante
33° La connotación del amor
35° Trending topic
36º Castillo de naipes
37° Bajo cualquier circunstancia
38° La casa vacía
39° La ira se desata
40° El gato de Schrödinger
41° Cosas nuevas
42° El discurso de graduación
43° Jane Austen, Los Beatles y tulipanes (FINAL)

34° Un lugar para los dos

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By Hitto_

El juego de escondidas entre Henry y Matías por fin acabó la semana pasada. La llamada que hicieron de mi colegio quejándose por la aparición de Matías a la salida fue el punto decisivo para que Henry dejara la pasividad y atrapase por fin a su hijo llegando de sorpresa un jueves por la noche. Lo interceptó entando a la casa y llevaron su discusión de la calle al segundo piso, donde podía oírlos con claridad escondida en mi habitación.

Ninguno dio su brazo a torcer. Ni Henry aceptando que la universidad no era para Matías, ni él aceptando que tiene que ponerse a hacer algo. Les doy la razón a ambos. Los dos tienen su punto de vista, y si tan solo se escucharan, llegarían a un acuerdo en el que Matías podría seguir haciendo lo que le gusta aprovechando bien su tiempo. El problema es que a veces se comporta como si aún tuviera quince años; evitando a toda costa cualquier responsabilidad de adulto.

Los gritos entre ellos acabaron en un ultimátum de Henry: No le dará ni un solo centavo más; cosa que Matías en este momento no necesita; digo, Henry fue a su exposición, sabe cuánto dinero ganó vendiendo sus cuadros, pasarán varios meses antes que tenga una sequía económica; además ha empezado a realizar tatuajes. Itu les mostró las fotografías de mi tatuaje a sus compañeros de diseño y de pronto Matías se volvió el tatuador de moda.

Como quitarle el dinero no es suficiente, también le prohibió usar el auto hasta que Matías acepte el trabajo de mensajero que le consiguió en la oficina de un amigo. Perder el auto sí le dolió, pero eso no será suficiente para que se meta a una oficina a tiempo completo a realizar recados. Todo sería más fácil si simplemente aceptara el trabajo que le ofrecen en la agencia publicitaria, sería lo menos peor que podría pasarle; no obstante es tan terco que no puedo hacerle caber eso en su cabeza.

He pensado en intervenir; podría gritarle a Henry que deje de querer moldear a Matías a su imagen y semejanza y lo deje ser como es. De paso podría gritarle a Matías que deje de comportarse como un niño mimado y crezca de una vez; pero prefiero evitarme problemas con ambos y ver si es cierto que el tiempo pone las cosas en su lugar. En algún momento esos dos deben dejar de actuar tan estúpidamente.

Mi máxima preocupación fuera de casa es lo que voy a realizar para arte. Cada viernes me hallo frente al lienzo en blanco sin saber qué hacer. Me encantaría poder presentar una de las fotografías que subí a mi deviant art, o tomar alguna nueva; pero ni bien pregunté, el profesor de arte se negó rotundo. Al parecer o pintamos o nada. Una fotografía es "demasiado sencilla para valer nota de examen".

Con la excusa de inspirarme, Matías y yo iremos esta tarde al Museo "Tambo quirquincho". Ahí hay una exposición variada, un viaje entre diferentes épocas y tendencias. Como si pudiese elegir algún estilo y fuese capaz de imitarlo... pero qué más da, seguro aprenderé un montón con Matías.

A veces a estas horas cuando regreso a casa me lo encuentro en el sillón realizando un tatuaje. No sé si es legal lo que hace, se supone que deberían tener algún permiso sanitario y un lugar destinado a su trabajo, pero eso le llevaría tiempo. Al menos estoy tranquila sabiendo que tiene cuidado, siempre desecha las agujas y no ha realizado trabajos complejos, solo pequeños tatuajes. Admito que no es agradable verlo haciéndole una mariposa cerca del trasero a alguna estudiante de diseño. Nunca le he dicho nada, pero él se da cuenta que me pongo celosa y me sonríe macabramente mientras trabaja, queriendo provocarme, a la espera de que estalle de una vez. Que siga esperando, porque no voy a darle el gusto.

Curiosamente ahora está solo con un montón de periódicos a su alrededor, tirados desordenadamente en el suelo, el sillón y la mesa. Nerviosamente muerde un bolígrafo mientras pasa las hojas.

—¿Qué haces? —me pongo a levantar las hojas sueltas antes de que manche la alfombra o el tapiz de los muebles.

—Busco un departamento —me responde concentrado en copiar un teléfono en una libreta.

—¿Un departamento para qué? —le pregunto esperando que Julieta al fin haya dejado a Daniela.

—Para irme.

—¿Irte? ¿Cómo que irte? ¿En qué momento se te ocurrió eso? —le quito el bolígrafo para que me preste atención.

—Se me ocurrió desde que volví, solo que estaba ahorrando. ¿No piensas que voy a quedarme aquí soportando a mi padre o sí? Esto es lo que ambos querían, que me independice y haga algo con mi vida. Pues lo voy a hacer.

—Yo quería que tuvieras un trabajo más estable, nada más. No que te fueras, es absurdo. Esta casa es enorme. Ser adulto no significa vivir alejado de tu familia cuando no hay necesidad.

—Mi relación con mi padre es tóxica. No importa lo que haga para él siempre estará mal. Todos estaremos mejor así. —Empieza a reunir los periódicos arrugándolos en una enorme bola de papel—. Además piénsalo. Será genial tener un lugar solo para los dos. Lo pintaremos como queramos y haremos lo que queramos, no tendremos que estar pidiendo permiso.

Se levanta y mete el periódico en una bolsa. Yo me quedo en mi lugar, repitiendo sus palabras en mi cabeza ¿un lugar para los dos?

—¿Con un lugar para los dos te refieres a donde podemos pasar tiempo juntos o donde viviremos juntos?—le pregunto siguiéndolo hacia la puerta de su habitación.

—Donde vamos a vivir. ¿No pensarás quedarte aquí para siempre no? El veintisiete de noviembre a la media noche, en el primer minuto que tengas dieciocho tendremos tus maletas en la puerta.

Habla de esto con tanta naturalidad que me hace pensar que no debería estar tan aterrada como lo estoy. Por supuesto que pensaba quedarme aquí hasta acabar la universidad, y si para entonces seguíamos juntos mudarme con él sería una posibilidad, pero como un plan para dentro de cinco años mínimamente.

Dejo el tema pendiente. Debo meditar cómo abordar el tema.

El museo está en pleno centro de la ciudad, situado en una casa colonial de las muchas que son consideradas patrimonio nacional. Juro que el noventa por cuento de las casas de esta ciudad son patrimonio, hasta aquellas que ya se ven descontextualizadas en medio de tantos edificios y amenazan con caerse sobre los transeúntes.

Caminamos de la mano por un salón destinado a enseñar la historia del arte. Observamos en silencio y yo me siento atraída hacia la "El nacimiento de la venus".

—Me encanta el renacimiento —le comento intentando mantener mi voz baja—. Este cuadro representa el momento en que la sociedad dejó de ser teocentrista para ser antropocentrista. El retomar la cultura de la Grecia clásica para crear un nuevo enfoque sobre el ser humano, la política y la ciencia.

—Nerd —dice simulando que toce.

—Oye tu siempre me andas llenando de datos sobre arte, yo también sé cosas —le recrimino.

—Pero tú hablas como si fueras la maldita Wikipedia. —Se ríe y nos ganamos una mirada asesina por parte del cuidador del museo—. Si te gusta tanto ya tienes. Haz algo renacentista —me sugiere en susurros.

—Claro, le pides a la chica que no pude dibujar un cuadrado que pinte en un estilo que busca realismo y perfección.

—Buen punto, creo que mejor nos saltamos todo hasta Keiko Gonzales. —Me jala de la mano y nos vamos hacia la sección de arte abstracto, donde todo lo que se ve en los lienzos son manchas de colores.

—¿Y ahora qué?, ¿me quedo mirando fijamente con pose inteligente haciendo de cuenta que entiendo qué significa?

—No, eso es lo bello del arte, no tienes que entenderlo. Cualquier pieza de arte que puede ser entendida ...

—Es producto del periodismo —completo su oración, recordando una de las frases que marqué en "Siete manifiestos dadá".

—¡Leíste el libro que te di!

—Sí, entre frase absurda y frase absurda, saqué algunas ideas. ¿Pero es tan malo entender el arte?

—Es que el arte es solo la manifestación del alma del autor. Él expresa las cosas de manera subjetiva. Así que la interpretación va a variar según qué persona. Si la idea fuera comunicar debería usar un lenguaje entendible para las personas a quienes se dirige y asegurarse de que el mensaje llegue tal como lo quiere transmitir. Eso es lo que hace el diseño gráfico, por eso con Itu estamos de acuerdo en que el diseño no es arte. El arte no comunica, significa. Todo significa algo para alguien en el mundo y esa significación va a depender de tu cultura y hasta de tu historia personal, por eso es imposible descifrar con exactitud lo que una artista quiso decir con su obra. Hasta ahora hay gente intentando descifrar la Mona Lisa. No se tiene en claro el significado que quiso atribuirle Da Vinci y aun así es una de las obras de arte más maravillosas que existen. El arte está hecho para despertarte emociones y sentimientos. Solo mira ese cuadro y dime qué te hace sentir, o qué piensas cuando lo miras.

—Que alguien ya usó mi idea de beber pintura y vomitarla sobre un lienzo—respondo escéptica. Matías agarra su pecho como si lo hubiese herido.

—No seas tan cerrada. Eso no es muy diferente a lo que yo pinto y me dijiste que te gustaron mis pinturas. Solo mira. —Mueve mi cabeza hacia el cuadro y observo sin detenerme en algún detalle específico, dejando que las líneas semicirculares naranjas y amarillas empiecen a cobrar sentido. De ponto y sin querer empiezo a recordar cosas.

—Me hace sentir que estoy en medio de un campo de tulipanes. Mi mamá adoraba los tulipanes. Compraba todo lo que tuviera uno, adornos, almohadas, mantas bordadas... Es como si estuviera de nuevo en nuestro departamento en Cochabamba. Jane Austen, Los Beatlles y los tulipanes. Ahora me doy cuenta que si alguien me pregunta sobre mamá, esas tres cosas la habrían definido por completo. En casa siempre estaba sonando alguna canción de los Beatles. Ya me tenía harta, me sabía todas las canciones de memoria y mientras más me hartaba con más ganas me sacaba a bailar. Si no era la música, era ella viendo orgullo y prejuicio por milésima vez en televisión. Se enojaba un montón si no daban el final alternativo. Después se pasaba horas en el pequeño jardín del edificio. Uno abandonado donde ella plantó tulipanes rojos y amarillos. Les dedicaba mucho tiempo, plantando nuevos, regándolos y a veces solo se sentaba a observarlos esperando que la brisa arrastrara su aroma. Cuando murió, me preguntaron qué iba a hacer con sus cenizas. Un tío quería comprar un lugar en el cementerio. Mamá nunca me dijo que quería que hiciera con sus cenizas, jamás hablamos de eso, pero sabía que no le hubiera gustado un cementerio. Así que las esparcí en el jardín de tulipanes. Para abonarlos... no sé, por un momento se me ocurrió que lo más parecido a la vida después de la muerte sería que ella renaciera como uno de sus amados tulipanes.

—¿Ves? Para ninguna otra persona en el mundo ese cuadro tendrá ese mismo significado—Matías me saca de la pintura. Sin querer le conté una extensa historia, nacida del simple sentimiento que me evocaron líneas azarosas de colores.

—Genial, ahora tendrás que robarlo para tener un recuerdo de ella cerca mío—. Jamás me gustó la idea de visitar restos mortales. Y cuando me vine a La Paz pensé que jamás querría estar cerca de las cenizas de mi madre, pero últimamente, mientras más se acerca el aniversario de su muerte, más ganas me entran de tenerla cerca.

Vemos cuadro por cuadro sin soltarnos de las manos. Además de los cuadros de Keiko Gonzáles, hay otra exposición de cuadros variados de autores nacionales. Cada uno con un estilo diferente, pero con el tema indígena-campesino presente.

Algunos están tan bien pintados que parecen fotografías, son bellos y espeluznantes. No por el hecho de ser tan reales, sino por todas las emociones dolorosas que reflejan sus miradas.

—No entiendo por qué hay cuadros que no me gustan, pero aun así me parecen perfectos—le digo a Matías mientras observamos un cuadro cubista.

—Es porque están creados en base a una retícula aurea. Toda la creación está hecha en base a ella. "Fi", el número de oro —dibuja una especie de espiral en el aire—. Es matemática, inconscientemente la relacionamos con la perfección que vemos en la naturaleza y por eso nos parece equilibrado. Eso me hace pensar a veces si es que la creación es producto del azar o de verdad alguien lo diseñó todo a la perfección—dice pensativo, luego continúa—. La belleza es subjetiva, pero la proporción es universal. Como tu rostro, tiene proporciones perfectas.

—¿Así que soy universalmente proporcionada?

—Y subjetivamente hermosa para mí... y cualquiera con cerebro.

—Eres un idiota —le pego con el dorso de mi mano.

—¿Por qué? si eso fue un halago.

—Por eso. Haces que me enamore más de ti. Tus palabras son como una trampa para que nunca te deje.

—¿Y por qué motivo querrías dejarme?

—De momento ninguno, pero si aparece alguno se verá opacado por tus palabras bonitas.

—Tú no necesitas ponerme trampas, solo seguir siendo tú.

—¿Ves? Doble idiota, ahora puedes robarme la billetera, dejarme aquí abandonada y para mañana voy a olvidarlo.

—Sí, todo es parte de mi plan maléfico para robarte a largo plazo —me abraza por la espalda apoyando su mentón en mi cabeza y me va empujando hacia la salida. Estuvimos tanto tiempo aquí adentro que ya es de noche y las luces de la ciudad están encendidas.

Matías siempre me da en qué pensar y esta vez no es sobre arte, filosofía o música. Sino sobre nuestra relación. Apenas salí de la disyuntiva acerca de corresponder a sus sentimientos y ahora me planteo hacia dónde vamos. Me alegra que Matías esté tan comprometido con la relación y me aterra que todo esté yendo tan rápido. Hace solo tres meses nos conocimos y en un mes y medio pasamos de tolerarnos a iniciar una relación y siguiendo ese ritmo trepidante podríamos vivir juntos en un par de semanas. Por dónde lo mire tengo dos opciones: decirle con toda sinceridad que debemos tomarnos las cosas con calma, o ser tan impulsiva como él, tomar decisiones sin pensarlo demasiado y ver a dónde nos lleva el tiempo.

Antes de conocerlo hubiera tenido muy en claro que decisiones como ésta no deben ser tomadas a la ligera y que mudarme con mi novio apenas habiendo cumplido dieciocho años es demencial. Sin embargo, en estos últimos meses he empezado a vivir descubriéndome a mi misma. Tal vez no soy ahora la chica que teme arriesgarse, sino la que se lanza con todo improvisando soluciones ante las adversidades. Tal vez soy tan optimista que sé que las cosas van a salir bien porque yo haré que sucedan. Tal vez estoy pensando esto demasiado, puede que Matías ni siquiera se traslade y no tenga que tomar esta decisión ahora.

Doy un gran suspiro. Tranquila, solo debo estar tranquila. Pasará lo que tenga que pasar. Sentada en uno de las mesas del patio del colegio pongo una lista de reproducción en mi celular. Este es uno de los últimos treinta y ocho recreos que me quedan antes de acabar el colegio. Un día a la vez. Un recreo en solitario tras otro y antes de darme cuenta esto habrá acabado para siempre.

—¿Qué haces? —entre el sonido de una canción que apenas comenzaba escucho a Isabel, quien se ha dado el permiso de sentarse a mi lado. Miro hacia el otro extremo del patio, buscando a su grupo de amigos ¿para qué la habrán enviado?—. No me mandó nadie— responde como si hubiese podido escuchar mis pensamientos—. Quería hablarte un rato.

—¿De qué? —le hago notar con mi tono de voz que preferiría no hablar con ella.

—De todo. Es que ya no somos amigas, pero lo fuimos, y aunque no me creas eso sigue siendo importante para mí.

—Oh, claro. Por eso te la pasas cuchicheando con Arturo sobre lo perra que soy, diciendo mentiras sobre mí y rayando mi casillero...

—Yo no hice nada de eso, te lo juro. No estoy de acuerdo.

—¿Y si no estás de acuerdo porque no dices nada? —¡Me emputa! Me emputa mucho. Preferiría que dejara la hipocresía de lado y siguiera hablando mal de mí a mis espaldas.

—Porque son mis amigos desde kínder. Ellos saben que yo no participo de esas cosas, pero tampoco puedo irme en su contra, por lealtad.

—¿Sabes? La lealtad está sobre valorada. No es cosa de moverle la cola a tu amo solo porque debes, sino cuestionarte a qué pierna vas a arrimarte—. Volvemos con lo del perro y el gato. Cada vez estoy más convencida que Matías tiene razón respecto a eso.

—Yo no lo veo así, los amigos estamos en las buenas y en las malas y tú nos abandonaste.

—No los abandoné. Le propuse a Arturo que seamos amigos, aun después de toda la mierda que me hizo y no quiso aceptarlo, prefirió declararse mi enemigo o alguna hueveda infantil como esa.

—Es que Arturo tenía razón para enojarse. Empezaste a salir con el ex de su prima...

—No salía con Matías cuando estaba con Arturo —la interrumpo.

—Pero ahora estás con él ¿no? Y eso a Arturo le duele. Lloró por ti ¿sabes? Estuvo hecho mierda cuando lo dejaste.

—Pobrecito —digo con todo el sarcasmo que puedo. Me encanta saber que lloró y sufrió—. Pero ahora tiene a Laura para consolarlo, así que no se siga haciendo a la víctima.

—Lo de Laura es diferente. A ella siempre le gustó Arturo y tú como que se lo quitaste.

—Yo no le quité a nadie. Arturo también me gustaba, se me declaró, acepté y es todo. Si ella hubiera sido sincera y me habría dicho que le gustaba tal vez me hubiera hecho a un lado, pero nunca fuimos lo suficientemente amigas para que me contara eso.

—Sí ya sé que debió decírtelo, yo se lo dije, hasta le dije que no estaba de acuerdo con que le hablara mal de ti a Arturo para que se olvide de ti y se vaya con ella. Creí que se estaba pasando de la raya con todo lo que decía de ti y Matías, pero no sé... ahora como que les estás dando la razón y por eso quería hablarte.

—¿Les estoy dando la razón en qué? —no sé si quiero saber que huevadas habrán estado inventando de mí.

—Que tienes una relación rara con ese chico—. Me mira de manera extraña, como si yo hubiese hecho algo muy malo—. Lura y Arturo dicen que es tu medio hermano y que aun así te acuestas con él.

¡De nuevo con eso! No solo Alejandra tiene la estúpida idea de que Matías puede ser mi hermano, ¿ahora los estúpidos del colegio también?

—No es mi hermano, no tengo nada que ver con él en ese sentido. Ya se lo expliqué a Laura y a Arturo. El padre de Matías solo es mi tutor legal. Matías y yo a lo mucho somos como hermanos adoptivos.

—Bueno pero eso no es excusa para que hayas cambiado tanto y que ahora andes tomándote fotos tan subidas de tono con él. Como que les das excusas para llamarte perra—me suelta sonando severa, como si me sermonease.

—¿Cuáles fotos?¿Las que Arturo vio en mi celular?—le pregunto, pero tengo el mal presentimiento de que no se refiere a eso.

Isabel frunce el ceño, incrédula, como si yo debería saber de qué me está hablando.

—No solo las que Arturo vio, sino las que están en el Facebook. ¿De verdad te hiciste un tatuaje?

De inmediato quito la música de mi celular y con manos temblorosas me meto a la red social. No he entrado en semanas y lo primero que aparece en mi biografía es una foto mía con la espalda desnuda abrazada por Matías. Voy bajando y parece que esto nunca se acaba, casi todas las fotos de deviant art están publicadas, todas puestas por Miguel y Arturo y casi todo mi curso está etiquetado. Hay cientos de comentarios en cada una. La fecha es de anoche. En solo unas horas todos han visto las fotos y comentado un montón de insultos.

Hola, muchas gracias por su apoyo. Los quiero un montón

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