Selenofobia

By YamiKriss

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La Academia Louksna podría ser una escuela como muchas si no fuese por el hecho de que se trata de una instit... More

🌑 Selenofobia 🌑
⚠ Aviso
🌑 Prólogo 🌑
🌑 Capítulo 1 🌑
🌑 Capítulo 2 🌑
🌑 Capítulo 3 🌑
🌑 Capítulo 3 (parte II) 🌑
🌑Capítulo 4🌑
🌑 Capítulo 5 🌑
🌑 Capítulo 6 🌑
🌑 Capítulo 7 🌑
🌑 Capítulo 8 🌑
🌑 Capítulo 9 parte 1 🌑
🌑Capítulo 9 Parte 2🌑
🌑 Capítulo 9 parte 3 🌑
🌑Capítulo 10 🌑
🌑 Capítulo 11 🌑
🌑 Capítulo 12 (parte I)🌑
🌑Capítulo 12 (parte II) 🌑
🌑 Capítulo 12 (parte III) 🌑
🌑 Capítulo 13 🌑
🌑 Capítulo 14 🌑
🌑 Capítulo 15 🌑
🌑 Capítulo 16 🌑
🌑 Capítulo 17 🌑
🌑 Capítulo 18 🌑
🌑 Capítulo 19 🌑
🌑 Capítulo 20 🌑
🌑 Capítulo 21 🌑
🌑 Capítulo 22 🌑
🌑 Capítulo 23 🌑
🌑 Capítulo 24 🌑
🌑 Capítulo 25🌑
🌑 Capítulo 26 🌑
Advertencia
🌑 Capítulo 32 🌑
🌑 Capítulo 33 🌑
🌑 Capítulo 34 🌑
🌑 Capítulo 35🌑
🌑 Capítulo 36 🌑
🌑 Capítulo 37 🌑
🌑Capítulo 39🌑
🌑Capítulo 40 🌑
🌑Capítulo 41🌑
🌑Capítulo 42🌑
🌑Capítulo 43 🌑
🌑Capítulo 44🌑
🌑Capítulo 45 🌑
🌑Capítulo 46 🌑

🌑 Capítulo 38🌑

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By YamiKriss

Los dormitorios para hombres quedaban en el mismo edificio que los de mujeres, solo que en distintos extremos.  No había guardias porque a nadie le importaba realmente si alguien se colaba sin permiso, a diferencia de la zona contraria, donde tenían vigilancia las veinticuatro horas para que pudieran dormir en paz.

La ausencia de guardias no significaba que pudiésemos pasearnos libremente por las noches, cualquier ruido atraería a un inspector  y cada cierto tiempo, una persona se paseaba asegurándose que todo estuviese en orden.  Nuestros castigos eran considerablemente más duros.

Nos adentramos en los oscuros pasillos con cuidado de no ser descubiertas. Aby se cercioraba de mirar en todas las direcciones antes de dar un paso al frente.  Yo solo quería llegar rápido a la habitación de Eddie antes que al inspector se le ocurriera pasarse por el pasillo.

Me pregunté cómo es que Aby sabía dónde se encontraba el dormitorio de Eddie. La respuesta llegó por si sola, en realidad, no tenía la menor idea, solo avanzó hasta una escalera en espiral, que se encontraba al otro extremo del extenso pasillo.

—Me alegra que no se perdieran —murmuró Eddie, quien se encontraba esperándonos en aquel lugar.

Lo seguimos escalera arriba, pisando suavemente los escalones para no hacer demasiado ruido, aún así, bajo su guía caminé mucho más rápido que cuando seguía a Aby.

Debimos subir unos tres pisos antes de abandonar la escalera y seguir por otro pasillo similar al anterior.  Eddie se detuvo en la quinta puerta y la abrió para nosotras.

Su habitación no era muy distinta a la que compartía con Aby.  Incluso estaba casi igual de desordenada.  Dos camas, una ventana, dos armarios, algo de ropa esparcida por el suelo, y una ligera capa de polvo en los muebles.

Reconocí a Dani de inmediato, se encontraba conversando animadamente con un chico de nuestra edad, de cabellos claros y piel cubierta de pecas. 

—Hola chicas —saludó Dani—. Él es Varicela.

—¿Varicela? —repetí.

—En realidad, se llama  Gastón Marcone, pero nadie lo conoce por su nombre real, solo por el artístico —explicó Eddie—.  Es mi compañero de habitación.

—¿Gastón? —preguntó Dani—. ¿En serio así te llamas?

—No pensarás que mis padres realmente me pusieron Varicela, no son tan crueles —respondió el aludido.

—Es una pena, me enteré muy tarde, ya mandé a hacer tu camiseta para el torneo —Se lamentó el capitán.

—Déjalo así —suspiró el chico-pecas con resignación.

Sentí un poco de lastima, se notaba que había debido rendirse y aceptar su apodo por las buenas.

—Pónganse cómodas, vamos a iniciar la reunión —pidió Eddie.

Nos sentamos en la cama que quedaba disponible.  El nerviosismo de Aby contrastaba con la confusión en mi rostro.

—Tenemos que hablar sobre lo que teníamos pensado para este aniversario —Introdujo Dani.

Instintivamente miré al desconocido cubierto de pecas.

—Tranquila, Kenzie —Me tranquilizó el dueño de la habitación—. Varicela es confiable.

—¿Me confiarías tu alma? —preguntó el muchacho, creo que me tomaría un tiempo llamarlo Varicela.

Daniel se echó a reír al escuchar la malévola propuesta.

—¿Quién diría que detrás de tu angelical rostro se escondían deseos tan oscuros? —comentó.

—Tú ya sabes que mi alma y mi corazón tienen dueña —contestó Eddie.

Negué con la cabeza, sin entender cómo podía actuar tan maduro a ratos y de pronto parecía perder toda la cordura por un romance imposible.

—Creo que deberíamos partir por explicarle a Kenzie la situación —señaló Aby.

Pude haberme parado para aplaudir su propuesta, necesitaba que alguien me dijera desde el principio qué estaba pasando.

—Hoy fuimos a la oficina del director con la intención de informar la fecha equivocada —explicó Eddie—.  Sin embargo, Balthasar nos detuvo en medio de la conversación y nos dijo que Hannah ya le había dicho el día en que llevarían a cabo de la excursión.

—¡Habíamos quedado en que diríamos que sería el día de la reunión de la Hermandad! —chilló Abigail—. ¡Y ella dio la fecha correcta! Le dijo que sería el día del baile.

Mi mandíbula cayó de golpe.  Sabía que Hannah no estaba de acuerdo con nuestro plan, pero jamás esperé que tomara medidas al respecto. 

Por primera vez caí en cuenta de un detalle que pasé por alto al entrar, ella no estaba, debíamos dejarla al margen o volvería a arruinar nuestros planes.

—Al menos no le contó al director nuestra idea de ir al bosque —dijo Dani, en su defensa.

—No puedo creerlo —repuse—.  Ni siquiera nos advirtió que pensaba decir la verdad.

—Chicos, chicos. Tranquilos —Se aventuró a decir Varicela—. Tal vez Hannah les hizo un favor, habrían quedado como mentirosos frente a Baltasar y se habrían arriesgado a un castigo mucho peor.  Además, existía la posibilidad que los descubrieran, se habría notado la ausencia de demasiados alumnos.

—No te metas, Peste —espetó Eddie.

El aludido levantó ambos brazos en señal de fingida inocencia.

—Solo quería ayudar.

—Bueno, pero ya está hecho.  Ahora, si queremos encontrar la gema, tendremos que pensar en algo mejor —propuso Daniel—.  Además, no quería perderme la celebración, así que me parece bien la idea de cambiar la fecha.

Todos nos giramos en dirección a Dani, incapaces de comprender su optimismo.

—¿Y para qué quieren obtener ese fósil mágico? No creí que hubiesen alumnos en este lado que les interesara esa clase de asuntos —cuestionó Varicela.

Me quedé en silencio, esperando que alguien más tuviese un buen motivo, no me sentía capaz de sintetizar todo lo que había pasado desde mi primer día de clases.

—¿Quién necesita un anillo de diamantes cuando puedes ofrecer un Lágrima de la Luna? —dijo Eddie, retóricamente.

Su compañero de cuarto puso su mejor expresión de: «no puedes estar hablando en serio», pero al parecer, estaba decidido a obtener la gema.

—¿Por qué nadie me cree? —Se quejó—. En serio me gustaría regalarle algo tan raro y exótico a la mujer que he mirado a la distancia desde mi llegada a la Academia. Soy como un caballero del siglo dieciocho.

—Si crees que vas a enamorarla con joyas y regalos... —Comenzó a decir Varicela, pero se calló de golpe, para pensarlo mejor—. Está bien, puede servir.

—No creo que Soulen sea la clase de persona que se deja deducir por cosas tangibles —opiné.

—No te preocupes, Kenzie —contestó el romántico caballero—. Puedo esperar a que termines lo que tengas que hacer, solo te pido que me la devuelvas cuando llegue el momento.

—¿Y cuándo será? —inquirí.

—Estuve leyendo sobre las Lágrimas de la Luna y llegué a la conclusión que Soulen es la persona perfecta para manipular alguna de las gemas —explicó Eddie—. He visto sus ojos, sufre cada vez que ve a sus hermanos enfrentados y se preocupa por los demás, es muy honesta, bella, y valerosa.  Estoy seguro que su corazón no alberga deseos codiciosos y que sabrá actuar con prudencia.

No conocía a la menor de los Limerick lo suficiente como para juzgarla, pero estaba segura que los sentimientos de Eddie le nublaban la razón. 

—¿Y cómo sabes que aceptará? —pregunté, poniéndome en el caso hipotético.

—Por el mismo motivo.  Odia ver a sus hermanos pelear, no le gusta la violencia.

Cuando me quedé sin ganas ni argumentos, solo asentí, esperando ver qué iba a resultar de su idea.

—En ese caso tú debes ser la chica que llegó a la Academia con una Lágrima Lunar —dedujo Varicela.

Me tomó por sorpresa que estuviera tan informado, y al ver que mi rostro me delataba, el muchacho explicó que su compañero de cuarto le había contado todo.

—Eddie es muy malo guardando secretos —Se burló al final, recibiendo una mirada de reproche por parte de su amigo.

En consideración al tiempo, y sabiendo que Aby y yo debíamos regresar a los cuartos de mujeres sin ser descubiertas, es que decidimos apurar la conversación. 

Antes de llegar, tuve la impresión de que habría sido más fácil juntarnos en el cuarto que compartíamos con Abigail, ya que Eddie y Daniel duermen en habitaciones separadas, pero una vez que me enteré que Hannah había sido la delatora, comprendí porqué debíamos realizar la junta en otro lado. Ella tenía demasiado acceso a nuestra alcoba, y solía aparecer sin previo aviso.

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