Por segunda primera vez [#2]

By Cam_Music

709K 52.2K 19.1K

Si no has leído Instituto de Hombres no leas la sinopsis pues contiene muchos spoilers. ¡ADVERTENCIA! NO LEAS... More

PRÓXIMAMENTE
Prefacio
Capítulo 1| El chico de ojos avellana
Capítulo 2| Conociéndolos por segunda primera vez
Capítulo 3| Nada es igual
Capítulo 4| La volvería a enamorar si es necesario
Capítulo 5| Tengo miedo de recordar
Capítulo 7| Dylan está embarazada
Capítulo 8| Dos por uno
Capítulo 9| Futura universitaria
Capítulo 10| Un agridulce cumpleaños
Capítulo 11| Sorpresa inesperada
Capítulo12| Están en el equipo
Capítuo 13| ¿Desde siempre?
Nota
Capítulo 14| Plan de investigación
Capítulo 15| Es mi compañero
Capítulo 16| Compartimos algo más que el útero
Capítulo 17| Hará de mi vida un infierno
Capítulo 18| Inicio de temporada
Capítulo 19| Visitando el orfanato Giesler
Capítulo 20| Me gustas, Tyler
Capítulo 20| Burger king
Capítulo 21| Las reglas están para romperse
Capítulo 22| Una pizza, un recuerdo
Capítulo 23| Proxeneta
¡Hola!
Capítulo 24| Crisis matrimonial
Capítulo 25| Un beso es cosa de dos
Capítulo 26| Sr. Tocino
Capítulo 27| Una carta
Capítulo 28| Salieron juntos
Capítulo 29| Todas las versiones
Capítulo 30| ¿Dónde está Tyler?
Capítulo 31| No han transcurrido diez años
No es un capítulo
Capítulo 32| Estudiantes de periodismo
¡Hola!
Capítulo 33| Promesa
Capítulo 34| Lo siento
Capítulo 35| Datáfono
Capítulo 36| Un grave error
Capítulo 37| El padre de Seth
Carta de Elizabeth a Dave
Capítulo 38| Omnisciente
Capítulo 39| Memorias
Capítulo 40| Desastres
Capítulo 41| Un juego juntos
Capítulo 42| Rebobinar (final)
Epílogo

Capítulo 6| Inseguridad

18.9K 1.4K 724
By Cam_Music

Primero que todo, me inscribí con esta historia a los Wattys y a los premios Novel. No sé en qué me he metido. Incluso inscribí IDH y eso que está sin editar y hecha un desastre xD que sea lo que Dios quiera.

***

Los chicos intentan explicarme un poco como eran las cosas antes de que perdiera la memoria, me son graciosas sus anécdotas. Aún así, me deprimo al escucharlos describirme, siento que ellos quieren a la antigua yo. Quieren que recuerde, como todos, pero no me gustaría decepcionarlos al no poder hacerlo. Ya no es necesario que use la silla de ruedas, ahora en su lugar utilizo muletas. En un par de días deberán quitarme el yeso de mi pierna y todo volverá a la normalidad. O eso espero. Cada vez está más cerca la graduación de la que tanto hablan mis amigos, me pongo nerviosa de solo pensar en eso.

No he preguntado sobre el misterioso tatuaje que encontré en mi cuerpo, sin embargo pretendo hacerlo pronto. Tampoco sé quién es el tan Shawn, simplemente ese nombre vino a mi cabeza como un chispazo.

Me aproximo hasta la puerta de mi dormitorio, ya tomé mis medicinas y me apetece ir con los chicos. Si bien me siento algo incomoda, pues son como desconocidos, ellos me hacen sentir en casa e incluso se ganan carcajadas de mi parte. Dejo una de las muletas recostada en la pared, sosteniéndome en la otra. Al llevar una de mis manos al pomo de la puerta, lista para girarlo, unas voces en el pasillo me detienen. Arrugo el entrecejo apegando mi oído y mis manos a la madera, intentando escuchar.

¿Crees que Dyl recuerde todo algún día? —la voz de Nick se hace escuchar, la tristeza es notable en esta. Mi corazón se encoge.

No estoy seguro. Pero quiero que lo haga, no parece ser la misma —esta vez habla Tyler, suena resignado.

Muerdo mi labio inferior, tomando las muletas para volver al asiento de ventana. Me recuesto en el mueble observando la oscuridad de la noche a través del cristal. Siento como la cortina se mueve un poco. Eso es lo que no quiero, ellos también sufren por esto. Es como si les hubiesen robado a la persona que quieren, y ella ahora estuviese atrapada en mi cuerpo. Los chicos han hecho mucho para que yo vuelva a ser como antes, pero es difícil. Empezando porque siento que me mienten, no tocan el tema de por qué yo estoy así. Eso quiero saber principalmente, por qué perdí la memoria, por qué tuve un accidente. Ellos no me dicen, además cuando pregunto cambian de tema. ¿No me pueden decir? Tengo todo el derecho a saber. Quiero recordar, me siento impotente a verlos sabiendo que ellos me quieren y yo ni los recuerdo. He escuchado a mi madre llorar, lloraba en el hombro de mi padre preguntándole si algún día volveré a ser su hijita. ¿Es que ahora no lo soy?

Mis ojos pican, llevo mi rodilla a mi rostro recostándolo ahí. De inmediato una lágrima corre por mi mejilla, por lo que cierro los ojos. Que rabia estar llorando por una tontería. Un sollozo escapa de mis labios y los hombros se mueven por mis espasmos. La oscuridad me acompaña, ni siquiera estoy consciente de que hora es, si bien debe ser tarde. Tampoco encuentro una razón concreta de por qué estoy llorando, tal vez son lágrimas de impotencia. El agua salada empapa mis mejillas y, a su vez, varios mechones de cabello se pegan a mi frente.

Me abrazo a mí misma con fuerza, quisiera hacerme invisible. En este tipo de momentos me pregunto si es posible volver a ser quien era, poder estudiar o ir al cine. Lo primero llama mi atención, se supone que ya terminé el instituto entonces debería ir a la universidad. No estoy en condiciones, no todavía. Acabo de salir de un coma, de cualquier forma, no me apetece estar sin nada que hacer mientras los chicos hacen sus vidas. Quiero ir a la universidad, tengo todo el verano para recuperarme físicamente, solo espero que respeten mi decisión. No obstante, no sé en que soy buena. Quiera estudiar algo no tan complicado, por obvias razones la medicina no es mi vocación, y no lo digo por ser tonta, lo digo porque no estoy en condiciones de ir a una universidad. De tal manera necesito una carrera relajante, algo que me ayude, como arte o pintura.

Me sobresalto al sentir unos brazos rodeándome, de inmediato el calor que emana su cuerpo me cubre. Su aroma varonil llega a mis fosas nasales, pero lo único que hago es apartarme de golpe reteniendo todas las lágrimas que luchan por salir. Paso el dorso de mi mano por mis mejillas, observando con la poca luz que se cuela por la ventana al chico frente a mí.

—No llores —murmura, tomando asiento en el sillón de ventana junto conmigo. Arrugo el entrecejo, preparando mi voz para no sonar como gato con gripa.

—No lloro, e-estoy limpiando mis ojos de-e adentro hacia afuera —afirmo, desviando la mirada de sus ojos avellanas, aunque con la oscuridad lucen más oscuros de lo que en realidad son.

Una sonrisa cruza por sus labios, una sonrisa burlona. La oscuridad nos rodea, solo somos iluminados por la poca luz que se cuela por la ventana. No se ve un carajo. Su rostro se encuentra escasamente alumbrado, aún así es lo suficiente para distinguir sus gestos y fracciones.

—Y eso no importa. ¿Qué-é haces aquí? —interrogo en un susurro, no quiero levantar mucho la voz.

Lo pregunto porque desde el hospital me ha estado ignorando, apenas y me mira. No sé que le sucede, pero una duda ronda por mi mente desde ese día. Creo que llegó el momento de hacérsela saber.

—No saliste en todo el día, quería verte —dice, encogiéndose de hombros. Entono los ojos.

—Gran hora de visitar —murmuro con un tono diferente al que utilizo cuando digo la verdad.

—Sarcasmo —asevera, sonriendo de medio lado. Asiento. Nos sumimos en un silencio hasta que vuelve a preguntar—. ¿Por qué llorabas? Y no me lo niegues, te conozco y sé cuando algo te pasa.

Al escucharlo decir eso desvío la mirada, sintiendo el agua acumularse en mis ojos. Él sabe como me siento, o eso creo. Todavía así me molesta que lo sepa, yo también quiero saber más de él, de todos en general. Pero no recuerdo y eso me enoja.

— ¿Dyl? —susurra, buscando mis ojos. Siento como su mano se posa en mi barbilla, obligándome a levantar la vista. Mis ojos arden, su rostro se encuentra desencajado.

—Esa es la razón. Me conoces, pero yo a ti no —musito, apretando mis puños. Lucho contra las lágrimas que quieren salir, no lloraré, soy fuerte. No me considero una persona llorona, sin embargo todos tienen derecho a un momento de debilidad.

Mis palabras parecen afectarle, pues retira su mano de mi rostro. Su vista se pierde en algún lugar de la habitación. Segundos después posa su mano sobre la mía antes de clavar su mirada en mis ojos.

—Te ayudaré, lo prometo —afirma, seguro de sus palabras. Una sonrisa sincera se posa en mis labios—. Dime cómo te sientes, puedes confiar en mí.

Tomo una bocanada de aire, dudando entre contarle o no. No estoy segura si es de fiar, no obstante se debe arriesgar para ganar, esta vez me arriesgaré. Pienso decirle lo que me sucede.

—Te lo agradezco, pero no es solo eso. Quiero saber más de mí, más de ustedes. Pero tengo miedo —lo miro a los ojos—. Tengo miedo de lo que suceda. Puede que haya cosas que no me gustaría recordar, de cualquier manera quiero tomar el riesgo. Me siento horrible al saber que ustedes quieren ayudarme, pero yo misma no puedo. En cualquier momento podrían aburrirse. Tal vez yo no sea su Dyl, la chica que ustedes recuerdan —finalizo, con la mirada fija en él.

No dice nada, solo me observa. Al menos dije lo que pienso, aunque faltan dos cosas por decir.

—No digas eso, siempre serás nuestra Dyl. Ella está dentro de ti. Y no tengas miedo, siempre estaré contigo —asegura con sinceridad. Muerdo mi labio inferior, desviando la mirada.

— ¿Qué pasa si no logro recordar? —inquiero, asustada de que eso suceda. Porque sí, quiero saber más sobre mi pasado, pero me aterra la idea de que algo de él no me guste o que tal vez no pueda recordar jamás.

—Pues crearemos nuevos recuerdos juntos. Nuestros propios recuerdos —sonríe, logrando que sus ojos se achinen. Mi corazón comienza a bombear con fuerza, causando que mi pulso se eleve.

—Quiero saber tres cosas —afirmo, observándolo de manera fija. Él eleva una de sus cejas, acomodándose mejor.

—Adelante.

Titubeo, no segura de cuál de las tres preguntar primero. Me armo de valor, soltando lo primero que viene a mi mente.

— ¿Por qué tienes un tatuaje igual que mío que vi en la ducha? —interrogo sin despegar mi atención de él. Sus ojos se abren más de lo normal antes de que comience a balbucear.

—Es-este e-eso tú sabes —murmura. La confusión en mi rostro es notable, ya que no ha dicho nada coherente.

— ¿Qué significa? —inquiero, levantando mi camiseta a la altura de mis pechos enseñándole el tatuaje. Sus ojos se clavan en mi piel, escrutándome. Sus hombros caen antes de posar su mirada en la mía, un atisbo de tristeza puede percibirse.

— ¿No lo recuerdas? —susurra. Tuerzo el gesto, intentando hacer memoria. Niego. Un suspiro escapa de sus labios— Me lo merezco —musita—. Y eso deberás descubrirlo tú misma —afirma, cambiando el gesto de tristeza a una sonrisa que no llega a sus ojos. Toca la punta de mi nariz con su dedo y un cosquilleo se forma en mi vientre.

—No es gusto, digo, justo. —suelto un bufido, causando una corta risa de su parte.

Recuerdo que debo seguir con mis otras dudas, por lo que no tardo en decirlas. Puede no tener sentido, pero me apetece saber.

—Te diré las últimas dos —él asiente, tomo algo de aire— ¿Nosotros fuimos algo más?

Mi pregunta parece haberlo agarrado por sorpresa e incluso con la guardia baja. No dice nada, ni balbucea. Solo me observa con fijeza, como si intentara descifrar algo. Al pasar los segundos y no escuchar respuesta me atrevo a lanzar otra pregunta.

— ¿Por qué en el hospital dijiste que-e me ibas a enamorar? También te dis-disculpabas por algo ¿qué es? —insisto en saber, sin despegar mis ojos de los suyos.

Su forma de comportarse conmigo es diferente, siento que hay algo que no me está diciendo, algo no cuadra. En el hospital dijo que me quería, estoy consciente que los chicos también lo dijeron, pero con él fue diferente. Tengo muchas dudas. Como porqué Evan se disculpaba y decía que tal vez yo no lo quería ver. ¿Por qué no lo querría ver? Es una gran persona, en este poco tiempo me lo ha demostrado. Los chicos me han dicho verdades a medias y no estoy dispuesta a soportarlo más.

No responde, parece dudar. De cualquier forma su pecho se hincha como si estuviese amándose de valor.

—Porque lo haré. Lo haré de nuevo si hace falta —asevera, demasiado seguro de lo que dice. Se inclina hasta quedar a pocos centímetros de distancia, por consiguiente el aire queda atrapado en mis pulmones debido a su cercanía—. Y créeme, no me doy por vencido tan fácil, pequeña Dyl —sonríe, plantando un beso en la comisura de mis labios.

Y ahí es cuando todas mis defensas caen. Mi corazón martillea tan fuerte que en cualquier momento podría salirse de mi pecho. Es solo un roce. Un simple roce que envía cientos de cosquilleos a mi cuerpo como si todas mis terminaciones nerviosas fuesen a explotar. Mis manos tiemblan como gelatina, además de mis piernas. En cualquier momento caeré desmayada por un infarto. Hasta que se aleja. Me asusto cuando mi cuerpo nota la falta de su cercanía. Observo como sonríe, guiñándome uno de sus ojos antes de caminar en dirección a la puerta. Me deja con mil dudas más en la cabeza. Antes de que abandone por completo la habitación tomo uno de los cojines, aventándoselo en la espalda.

—Oye, estúpido, ¿por qué tan seguro? —lo reto, levantando un poco el tono de la voz para hacerme escuchar. No se gira, solo mantiene su mano en el pomo de la puerta. Paso saliva, intentando eliminar el nudo que se ha formado en mi garganta.

—Porque tú también quieres lo mismo, solo que no te das cuenta. —sin decir más sale, cerrando la puerta tras de sí.

Me quedo ahí, sola, en medio de la oscura habitación y con mil preguntas en la mente y sin nadie que las responda, además de una boba sonrisa en mi rostro. De esa forma es como logra que no cierre los ojos en lo que resta de la madrugada, pues no dejo de darle vueltas al asunto.

Desde que desperté en la mañana no he dejado de pensar en lo mismo, ya parezco loca. La comida mi madre me la ha traído, e incluso quiere dármela como si de una niña pequeña se tratara. Por obvias razones no la dejo. Aun así, decide quedarse conmigo en la habitación por si me ahogo comiendo. Es puré de patatas.

— ¿Cómo te has sentido, mi niña? —interroga con sus ojos grises fijos en mí. Le doy un último sorbo a mi jugo de naranja, el cual me ha encantado.

—Bien, ya quiero que me quiten el yeso —admito. Ella asiente.

Creo que es momento de comentarle lo que tengo pensado sobre estudiar. Quiero tomar clases de algo instructivo para liberar estrés, todavía no estoy segura de qué. No sé como llamar a mi madre, estoy consciente que la lastimaría si le dijera por su nombre, no obstante, no me siento cómoda llamándola mamá.

—Quiero estudiar en la universidad —digo sin rodeos. Ella gira con demasiada brusquedad, tan así que incluso llego a preocuparme por el estado de su cuello. Sus ojos se abren como platos antes de empezar a negar.

— ¿Qué? ¡No! No puedes. No estás en condiciones, el doctor dijo que necesitas mucho reposo si quieres mejorar ¿acaso estas demente, Dylan Camila? —brama y su respiración se hace dificultosa. Paso saliva.

—Sí, sé lo que di-dijo. Pero también mencionó algo de volver a mi vi-vida normal, intentarlo lo mejor que pueda. Todos sabemos que nada volverá a ser co-como antes, pero quiero tratar. No estudiaré algo que me mate. Quiero relajarme con las bellas artes. —no doy el brazo a torcer, esperando que me comprenda. Me reprendo mentalmente por haber balbuceado tanto, espero que esto no sea permanente. Ella vuelve a negar.

—Mi amor, no estás lista.

— ¿Y cuando lo estaré? —levanto el tono de la voz, comenzando a cabrearme—. No lo saben, no saben como me siento. Sé que-e es difícil pa-para ustedes, estuvieron conmigo en el peor mo-momento. Pe-ero ahora quiero rehacer mi vida —suplico, mordiendo el interior de mi mejilla. Mi madre parece dudarlo.

—Pero que los chicos vayan contigo —ostenta, acariciando mi cabello.

Niego de inmediato, eso es lo que no me gustaría. Y no porque me caigan mal, solo pretendo que ellos también hagan su vida sin preocupaciones. No quiero niñeras.

—No. Ellos ti-tienen sus problemas —afirmo, manteniendo mi postura. No dice nada, deja que su vista viaje por la habitación.

— ¿Qué quieres hacer? —interroga sin mirarme. Sonrío para mis adentros, quizá que la estoy convenciendo.

—No estoy segura, ni siquiera sé si en esta ciudad —murmuro. Su rostro parece iluminarse por un segundo, de inmediato fija sus ojos en los míos y una gran sonrisa se extiende por sus labios.

Es tan parecida a mí. Tenemos el mismo cabello castaño, la palidez de nuestra piel. Los rasgos de ella son como los míos, solo que en versión vieja. Lo único en lo que no coincidimos es en la tonalidad de nuestros ojos, grises y azules.

—Hagamos un trato —propone, incorporándose mejor en la cama. Arrugo el entrecejo, dispuesta a escuchar—. Tú piensa que quieres estudiar, nada peligroso como cazadora de cocodrilos —niega, llevando una de sus manos a su frente. Suelto una corta risa—. Dios, me sacaste canas verdes cuando te perdiste en el zoológico —admite, mi sonrisa se va borrando. No lo recuerdo—. Bueno, tú piensas que quieres estudiar, pero yo elijo donde será. —sonríe de manera triunfante, no entiendo el porqué.

—Bien, pero sin niñeras. —estiro mi mano, ella la acepta cerrando el trato. No estoy segura de donde querrá que estudie.

—Eso lo veremos —susurra, enviándome una sonrisa angelical. En qué lio me metí.

— ¿Cómo era de pequeña? —inquiero, acomodándome mejor en la cama. Intento saber más sobre mí. Una sonrisa se posa en sus labios de manera casi instantánea, sus ojos se fijan en la pared frente a nosotras.

—Eras un desastre andante —admite, ganándose una risa de mi parte—. Demasiado obstinada, siempre querías tener la razón y pobre quien te dijera lo contrario. Fuiste muy independiente, mi cielo. Tú y Nick eran inseparables, junto con Tyler eran como un tsunami —ríe por lo bajo—. Destacabas en lo que hacías, aunque los problemas te seguían a todos lados. No me sorprendían las llamadas de los profesores o padres de tus compañeros quejándose. Tal vez por ver que eras independiente tu padre y yo pensamos que no nos necesitabas. —fija su mirada en mí, sus ojos están cristalizados. Con su mano acaricia mi mejilla.

—Fue un gran error. Trabajábamos para darles lo mejor, sin darnos cuenta que dejamos de lado lo más importante: el amor de una familia —dice, a la vez que una lágrima corre por su mejilla. Sin dudar me abalanzo hacia su cuello, rodeándola con mis brazos. Escucho sus sollozos, los cuales hacen que un nudo se forme en mi garganta. Las ganas de llorar me atacan.

—No digas eso. Estoy segura que me dieron mucho amor, mami —afirmo, ocultando mi rostro en su cuello. Otro sollozo escapa de sus labios. No logro retener más las lágrimas que descienden por mis mejillas. Las hormonas a flor de piel hacen que me reprenda en mi interior, ya estoy llorona.

Fue un momento demasiado emotivo, ella me contó muchas cosas sobre mi pasado. Como que Tyler y yo nos llevábamos terrible y pasábamos gastándonos bromas de mal gusto, además de que Nick era como el réferi en nuestras discusiones. Tuvimos una agradable mañana. Pero no todo el perfecto, aun debo decidir que estudiar. Buscaré opciones por internet.

A eso de las cuatro de la tarde algo llama mi atención, el silencio que inunda la casa es impresionante. Los chicos no se han aparecido en ningún momento del día, eso es extraño. Cuando un papel se desliza debajo de mi puerta mis alarmas terminan de encenderse.

—Que no los hayan secuestrado porque plata no tengo —murmuro, haciendo un gran esfuerzo por tomar la nota.

Una vez con ella en mis manos me recuesto en la pared, dejando las muletas a un lado.

Ve al patio trasero.

Está escrito en crayones ¿en serio? Un niño de dos años tiene mejor letra, apenas y se entiende, parece letra de doctor. Algo titubeante me encamino hacia el lugar. La casa en serio está desierta, no logra escucharse ni un alma. Abro la puerta del patio trasero, esperando encontrar los cuerpos desmembrados de los chicos o al menos al secuestrador, pero me llevo una gran sorpresa.

Mis ojos se abren como platos al observar el lugar. Lo que parece ser un escenario en medio del patio, cubierto con una cortina roja. Una sola silla en frente de este, también con una nota. Me ayudo de las muletas para llegar a la silla, tomo la nota para leerla. Disfruta el show. Esta letra si es más presentable. Me encojo de hombros tomando asiento. Unos segundos más tarde las cortinas se abren, dejando apreciar una escenografía. Ladeo la cabeza al ver a Daniel con una peluca castaña y un vaso de jugo en sus manos.

Esta es la historia de cómo conocimos a la mejor chica del mundo. En un lugar muy, muy lejano había una chica llamada Dylan —escucho la voz de Ethan desde unos parlantes, por lo cual aprieto los labios para no reír al observar a Daniel con esa ropa—. Un día, sus padres llegaron a darle una noticia devastadora —sigue narrando con voz sobreactuada.

Mis padres aparecen en la escena.

—Hija, te vas para un internado porque eres una demente explotadora de salones de química. Un internado de damas honorables, donde te enseñaran sobre la alta costura, bailes clásicos y a ser una señorita de sociedad. —mi padre lleva una mano a su pecho diciéndole a Daniel, quien parece estar actuando de mí. Él abre los ojos como platos, soltando un jadeo.

— ¡No! No iré a un internado de putas, están locos. Tomaré un tren a Escocia y me casaré un jeque árabe para que me mantenga. —sobreactúa con una fuerte voz chillona, moviendo su peluca castaña. Mi rostro ha de ser un poema. Hasta mi entendimiento mi voz no suena así y no me mudaría a Escocia para casarme con un árabe, no estoy tan mal en geografía.

Los berrinches no resultaron, porque ella al día siguiente tuvo que tomar un vuelo a Los Ángeles —el telón se cierra, la voz de Ethan es la que narra por los parlantes. La risa puede conmigo, intento controlarme, pero parece ser en vano—. Al llegar hubo un ligero cambio de planes... —vuelve a abrirse el telón, esta vez hay una nueva escenografía que parece ser una oficina.

Daniel arrastra unas maletas por el suelo, acercándose a ¿mi padre? Quien luce una peluca grisácea junto con unos lentes de anciana. Ladeo la cabeza sin quitar la gran sonrisa que adorna mi rostro.

Hola, soy Dylan. Vine para ingresar al internado —Daniel remueve su cabello, la «anciana» teclea en su computador.

—Oh, lo siento. Somos unos estúpidos mensos que confundimos los papeles porque tu nombre –un nombre genial, nada masculino y escogido por un dios griego, aunque su amargada esposa diga lo contrario– fue confundido. Estás registrada en WestBoys —dice mi padre, fingiendo pena. Daniel abre mucho los ojos, lanzando un grito de dolor profundo. La cortina vuelve a cerrarse.

Dylan tuvo que hablar con el director para que solucionara su problema, pero el muy hijo de su mamá solo le dijo que debía disfrazarse. Ella lo hizo con ayuda de la viejita de la cual olvidé el nombre ahora...

Daniel aparece esta vez en la escena con unos lentes de montura negra, además de una gorra. Intenta salir de la oficina, sin embargo choca con alguien cayendo al suelo. Es Will, actuando de Will.

— ¡Eres un estúpido que no ve por donde va! Y yo soy una torpe que se tropieza por todos lados, aunque no lo admita —se queja Daniel, fingiendo ser yo. Will lo ayuda a levantar. Cuando sus miradas se conectan se escucha el sonido de pajarillos volando.

— ¿Por qué hablas como una adolescente con voz de pito? —interroga, apretando los labios para no reír.

—Lo siento, es que me tragué un limón y se quedó atorado en mi garganta. Además por andar besando a cuando macho machote pecho peludo que se me apareciera me contagiaron la grita, tengo un gran moco en la garganta —se disculpa, cambiando la voz de forma radical. Suena como Terminator. Mi rostro de interrogante hace acto de aparición.

—Ella tuvo que ir a su habitación... ¡Gladis! Así se llama la viejita, lo había olvidado —vuelve a escucharse por los parlantes antes que la cortina sea abierta y aparezca una especie de sala de estar. Mis carcajadas no dejan de salir, intento tomar grandes bocanadas de aire para no morir ahogada.

Ladeo la cabeza al observar a los chicos en ropa interior. Evan sobre Tyler, como si este fuese un caballo de carreras. Nick corre por el lugar, haciendo extraños sonidos. El sitio está hecho un desastre, varios sillones de cabeza junto a comida pasada.

—Hola, son raros. Soy Dylan, su nuevo compañero —Daniel se presenta, los chicos le sonríen antes de decir sus nombres. Frunzo el entrecejo al notar a Daniel observando con ojos soñadores al chico de ojos avellanas, revoloteando las pestañas.

Alguien más entra a la escena, Will. Daniel gira sobre sus talones y sus ojos parecen querer salirse de orbita. Mis risotadas podrían escucharse hasta China, lo aseguro.

—Oye, creo que me la fumé y bien verde. ¿Estoy alucinando? Will y el otro chico son iguales —exclama, llevando ambas manos a su rostro. Evan se acerca hasta quedar junto a Will, pasando su brazo por los hombros del gemelo.

—Sí, somos gemelos. ¿No ves el parecido? —interroga Will, señalándose a sí mismo y a Evan. Otra carcajada escapa de mis labios, por obvias razones no se parecen en nada.

Dyl, mira debajo de tu asiento —escucho la voz de Tyler por los parlantes. Sonrío antes escudriñar donde dice.

Tomo lo que parece ser una fotografía, la levanto hasta tenerla frente a mis ojos. En la imagen logran verse los gemelos haciendo muecas raras, junto a ellos Nick con una rebatada de pizza en la boca, Tyler con la lengua afuera y alguien más. Lo primero que capto son sus ojos azules, ocultos tras unos lentes de montura negra, además de una gorra. Esa gorra la he visto antes. Esa soy yo, pero disfrazada. La sonrisa se borra de inmediato, un nudo se forma en mi estómago. Mis ojos comienzan a picar, incluso siento todo el alrededor dar vueltas. Mi corazón bombea con fuerza, el sudor frío hace acto de aparición y perla mi frente. Cientos de imágenes comienzan a llegar a mi cabeza como chispazos, causando que varias punzadas de dolor aparezcan en mi sien y muecas se formen en mi rostro.

Empujé la puerta para ingresar, pero no había dado ni dos pasos cuando el contexto de las situaciones me detuvo. Todo estaba hecho un desastre. Pasé mis ojos por el lugar, en una mesa de centro estaban unas rebanadas de pizza (notablemente vieja), dos sillones se encontraban de cabeza. Hice una mueca de asco cuando intenté dar un paso más, pero una sustancia –que no quería saber qué es– se pegó en la suela de mi zapato.

Seguía con la mirada a dos chicos en ropa interior, uno cargaba al otro en su espalda en un extraño juego de ¿caballos? Un castaño corría por la pequeña sala de estar en bóxers de Bob Esponja y calcetines, imitando los sonidos acústicos de las ballenas. Parpadee anonada, eran tan raros como yo. Efectivamente no habían notado mi presencia, me aclaré la garganta para llamar su atención. El silencio se hizo, seis pares de ojos de diferentes colores se posaron en mí.

No me doy cuenta cuando las lágrimas caen por mis mejillas, mi cuerpo tiembla descontrolado. No noto cuando todos me rodean, bombardeándome con preguntas. El recuerdo es en esa habitación de la fotografía y las personas en él son los chicos. Las imágenes dejan de hostigarme de inmediato, no dejo de llorar sin saber la razón. Mi estómago se revuelve y las ganas de volcar todo lo que he ingerido me atacan.

— ¿Qué ocurre, hermanita? —escucho a Nick, el cual está de cuclillas frente a mí. Parpadeo, saliendo de mi trance. Su rostro luce preocupado, me escanea como si estuviese buscando una herida.

—Ya-a yo estuve ahí —afirmo, señalando la fotografía.

Sin esperar más se abalanza a mi cuerpo, rodeándome con sus brazos. Escondo mi rostro en su pecho, dejando que el agua salada siga saliendo. Jamás pensé que una foto causaría tal efecto en mí. Tampoco pensé ser una llorona.

Un setsi saludo a hoskelsa_palvin

¡Ho ho hola! Este capítulo si es un poquitín más largo. Muajaja ¿Qué tal? Un nuevo recuerdo, bellotas.

Cam V.

Continue Reading

You'll Also Like

42.3K 2.1K 45
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...
260K 14.5K 68
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...
420K 50.5K 68
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
340K 13.3K 41
Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un largo camino en su vida, tiene que busc...