Sobreentendido [taohun-chanso...

ixxback द्वारा

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En una ciudad pequeña hay distintos tipos de personas. El hijo del pastor; el chino homosexual; el pequeño mi... अधिक

De: Huang Zitao
El pequeño misionero
Te veo
Byun Baekhyun
Bésame
Ey, moreno...
Mi mejor amigo
Lluvia
Pecado
Una última cerveza
¿Ey, mundo?
Sobreentendido

En pedazos

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ixxback द्वारा

De: Huang Zitao

"El chico que solía ser"


Chanyeol nunca creería que para conseguir una chica solo se necesitaba no estar tan interesado en ella. Comenzó cuando no tenía más paciencia para estar sobre Sandara, diciéndole lo bonita que se veía y cuanto le gustaba el olor a lirios de su cabello. Después de un tiempo, su voz comenzó a irritarle. Era demasiado fina, demasiado mañosa, y cada vez que ella hablaba parecía querer mostrar demasiado los senos. Ya no era tan atractiva y el chico se preguntaba cómo había podido pasar tanto tiempo interesado en ella. No es que no fuera hermosa - porque, maldición, ¡lo era! - pero ya no era tan... Interesante. En la primera semana desde su decisión de olvidar definitivamente cualquier cosa con Sandara, estaba en el sótano de su casa, bebiendo con algunos chicos. Baekhyun estaba entre ellos, los dos se habían perdonado mutuamente. Su amigo aún tenía una pequeña herida en la mejilla a causa del accidente, pero Chanyeol tenía la impresión de que las secuelas de Baekhyun nunca eran físicas.

Cuando todos salieron para buscar más cerveza en el piso de abajo, donde las chicas estaban hablando entre risitas, Sandara apareció en el sótano con una resplandeciente sonrisa en el rostro. Era un criaturita diminuta y delicada, con la piel tan blanca como la nieve que nunca caía en la Calle de las Causas Imposibles. Sus pequeños ojos de hada estaban sombreados por una sombra negra y delineador. Chanyeol nunca entendía la fascinación de las mujeres por el maquillaje cuando eran mucho más bonitas al natural, con una coleta de caballo y ropa que escondía más de lo que exponían. Pero aun así con el maquillaje y la ropa ajustada, era demasiado bonita.

— Oppa, ¿por qué no te estás divirtiendo? — Sandara preguntó mientras examinaba el rostro serio de Chanyeol. Ella frunció el ceño delicadamente y se acercó más. — Estas tan... — no pudo encontrar la palabra adecuada — últimamente.

— Está todo bien.

— No lo está... — Ella se acercó un poco más, una sonrisa jugando en los labios pintados de rosa. — Extraño al chico que eras antes, ¿sabes? Pero también me gusta este nuevo Park Chanyeol. Bueno, solo quería que supieras que, en caso de que necesites algo, puedes contar conmigo.

El chico que eras antes.

¿Quién era antes Chanyeol? Cuando obligaba a su cabeza a recordar, la última vez que realmente se había sentido feliz y completo antes del accidente fue en el sótano de la casa de Baekhyun, cuando su mejor amigo lo beso. Su momento más feliz fue antes de ese beso, cuando los dos se miraban y reían, un poco ebrios, pero compartiendo algo de verdad. Cuando se detenía a pensar en todos sus amigos, se daba cuenta ahora de que todos parecían mentiras, moldeados con rencor e ira. Y falsedad. Y a ninguno de ellos realmente le importó cuando casi muere. Curiosamente, encontró apoyo en la persona que no le debía nada: Kyungsoo. Chanyeol y sus amigos siempre hacían cuestión de burlarse del pequeño misionero, haciendo bromas crueles y ridículas, sin embargo... Era exactamente él quien estuvo allí cuando más lo necesito.

— Creo que ya no puedo ser el mismo de antes, por más que lo intente. — Y Chanyeol lo estaba intentando. Estaba lleno de rencor desde que había visto a Kyungsoo besando a Jongin. No sabía lo que eso significaba y tenía miedo de descubrirlo, pero no quería ser más el chico que pasaba horas dentro de su habitación, tocando la guitarra, en soledad. Pero tampoco podía más ser el chico que iba a fiestas y bebía hasta vomitar, mucho menos el chico que chocó un auto y colocó la vida de otras personas en riesgo. Cuando pensaba en ello, se daba cuenta de que el resultado podría haber sido diferente si hubiera tenido un poquito menos de suerte. — No lo sé, Sandara, creo que me cansé de todo esto...

— ¿Te cansaste de nosotros? ¿De mí? — Sandara lo miró, ligeramente dolida. Chanyeol nunca la llamaba por su nombre completo, era solo Dara. Ella siempre había sido solo Dara. — Sé que tarde un poco, pero... ¡Oppa, me gustas!

En cualquier otro momento, Chanyeol hubiera dado todo por escuchar eso. En algún otro momento, salir con Sandara había sido su objetivo en la vida. Pero cuando esas palabras escaparon de los labios rosados, solo sintió algo extraño en el estómago, una mezcla de pesar y tristeza. ¿Por qué no había dicho eso antes? ¿Por qué ahora? ¿Por qué?

— Creo que es un poco tarde, Dara. Pero encontraras un buen chico... Hay millones de ellos en el mundo, ya verás. — Con una sonrisa triste, Chanyeol sacudió levemente su cabello oscuro, una caricia rápida, viendo las pequeñas lágrimas formarse en sus ojos de hada. Sin más nada que añadir, cuando vio a los chicos volviendo al sótano, bajó las escaleras y salió de la casa de la chica de la que llevaba toda una vida interesado, pero que había rechazado sin dudarlo.

Se detuvo en la vereda. El viento caliente de esa noche golpeó en su cabello, las hojas se sacudieron en el piso raspando el asfalto caliente y descendió a la calle... Algunos autos pasaron el semáforo en rojo, los peatones esperaban el semáforo en verde. Chanyeol tenía la sensación de que se había perdido algo muy, muy importante. Pero al mismo tiempo, se sentía aliviado.

— ¡Chanyeol! — El semáforo se puso verde. Antes de cruzar la calle. Chanyeol se dio la vuelta para mirar a Baekhyun que caminaba en su dirección — ¿Qué diablos crees que estás haciendo? ¿Te gusta Dara desde hace años y cuando ella finalmente decide abrirse de piernas para ti la rechazas? ¿Cuál es tu maldito problema?

— ¿Quién eres tú? — Preguntó Chanyeol de repente. Miró minuciosamente a Baekhyun, intentando encontrar un vestigio del chico que solía ser hace algunos años. Se sintió realmente triste cuando no encontró lo que buscaba. — ¿Quién eres, Baekkie? Solía conocerte tanto.... Solía ser tu mejor amigo. Y ahora ya no se quien eres. Lo triste es que el recuerdo más feliz que tengo es el tuyo, ese día que fuimos a esa playa escondida y, wow, ¡eras increíble! Solía pensar en la suerte que tenía de tener un mejor amigo como tú. Hoy, solo me siento avergonzado.

Las facciones de Baekhyun se endurecieron. Levantó el mentón, intentando ser más grande de lo que realmente era, y entrecerró los ojos rasgados en dirección al otro.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Baekhyun preguntó, terriblemente sarcástico. — ¿Qué debería permanecer con la mentalidad de un chico de trece años para siempre? ¿Qué no debería madurar porque crees que era mejor antes? Ah, ¡ahórrame esta ridícula conversación! Estás perdiendo mucho tiempo de tu vida con esa monja de mierda de Kyungsoo, ¿o piensas que no los vi a los dos juntos? ¿Te alejaste de él porque temes volverte un maricón también? ¿Por qué tienes miedo de también dejarte joder por Kim Jongin?

Chanyeol había hablado de lo que había visto entre Kyungsoo y Jongin con Baekhyun cuando llegó ebrio a su casa, después de la fiesta en el cine. Solo ahora se daba cuenta de la idiotez que había hecho y en lo tonto e irresponsable que había sido. Probablemente era exactamente eso lo que Kyungsoo pensaba de él: que esparciría por toda la escuela que estaba besando a Jongin frente al cine. Si pudiera borrar todas las mierdas que había hecho...

— Aprendí lo que los amigos deben hacer. No se trata de beber o drogarse contigo, sino de intentar ayudarte a ver las cosas como realmente son. Lo sé, Baekhyun. Lo sé desde ese día en el sótano, cuando me besaste. Lo sé. Pero no me importa, nunca me importó y nunca me importará. Te amaría igual por eso, pero no sé si puedo seguir amándote por haberte convertido en esto...

— No tengo idea de que diablos estás hablando. — Baekhyun soltó una risa fría y dio algunos pasos hacia atrás, sacudiendo la cabeza. — Perfecto. Se acabó aquí y ahora. Ya no somos amigos, ¿bien? A partir de ahora estas muerto para mí.

Chanyeol pensó en seguirlo, en intentar arreglar las cosas. Sin embargo, permaneció en el lugar y dejo que se fuera, llevándose con él todas las esperanzas que aún nutria de que un día ambos pudieran volver a ser lo que eran antes...

En la mañana siguiente, cuando despertó, Chanyeol tomó dos analgésicos con agua, se metió en el jean más gastado que tenía, cepilló sus dientes y tomó la bicicleta que no había usado en meses. Pedaleó por la Calle de las Causas Imposibles y más allá de ella, a través de la ciudad que siempre era muy calurosa. En el camino, pensó en rendirse muchas veces. Estaba seguro de que acabaría perdiéndose, que no encontraría el lugar que buscaba; le empezaron a doler las piernas y el sudor mojó toda la camiseta de béisbol que usaba. Cuando estaba seguro de que no conseguiría ir más allá, vio las piedras.

Dejó la bicicleta escondida en la hierba alta y se metió entre las rocas, las costosas zapatillas rozando rocas llenas de lodo mientras se metía más al fondo hasta que finalmente sintió el familiar olor de la brisa marina. Más allá, estaba el mar. El mar parecía no tener fin. En un lugar tan caluroso, un mar era casi obligatorio. El lugar continuaba exactamente como recordaba, pero mejor. El agua estaba tan limpia... Y todo olía a lirios, pasto húmedo, brisa marina y felicidad.

Se sentó frente al mar y miró las pequeñas olas en el fondo que resplandecía con un calor intenso, miró la costa desierta y deseó que Kyungsoo estuviera allí. Definitivamente le encantaría ver todo eso, jugar con la arena, pasar tiempo con un amigo.

Deseó no haber sido tan estúpido.

  • • 

Estaba sonando Radiohead en la computadora de Sehun. El pastor Oh Seunyeon estaba en la iglesia, dando sus sermones en reuniones interminables. Mientras, en esa habitación, Zitao estaba sobre su mejor amigo, sus bocas encontrándose con prisa, lenguas acariciándose... En algún momento las manos de Sehun se detuvieron en el trasero de Tao, pero Tao no estaba de humor para quitarlas de allí. En algún momento, ambos terminaron librándose de las camisetas y sus pechos desnudos se tocaron, mientras sus bocas encajaban con una perfección casi demoníaca.

La boca de Sehun descendió por el cuello moreno de su amigo, saboreando su piel y haciéndolo temblar por completo, el cuerpo de Tao se contrajo mientras se mordía el labio inferior para no gemir de manera vergonzosa. No estaba seguro de hace cuando tiempo se estaban besando, pero había pasado mucho tiempo. Demasiado tiempo. Ninguno de los dos se pasaba de los límites, aunque ambos tuvieran una dolorosa erección apretada por sus jeans. Era un paso demasiado grande y ni siquiera habían asumido que estaban teniendo algo.

Comenzó con ese beso en la oscuridad del cine, para matar la curiosidad de Sehun. Después, ocurrió en la sala de proyectores. Y no se detuvo allí. El lunes el rubio había escalado la ventana de Zitao hasta estar acostado en la cama de su amigo, entonces ellos hablaron por algún tiempo y luego se besaron nuevamente. Pasaron mucho tiempo besándose, hasta que sus bocas comenzaron a doler. Solo dormían cuando sus labios estaban demasiado adoloridos para poder continuar. Al día siguiente, terminaron besándose de nuevo en el baño de la escuela antes de que pudieran estar conscientes del infierno que estaba ocurriendo. En la séptima u octava vez, ya no pensaban más, solo se besaban sin excusas, lo que siempre hacía que el rostro de Zitao se quemara de la vergüenza. Era como si sus bocas ya no pudieran despegarse, pegadas por algún tiempo con pegamento de esos que solo existen en Harry Potter.

Pero al mismo tiempo ninguno de ellos hablaba exactamente sobre lo que todo aquello significaba. No hablaban de una relación u orientaciones, no hablaban de Yoongi o de todas las cosas que podrían salir mal si aquello no funcionaba. El mayor miedo de Zitao era acabar perdiendo a la mejor persona que conocía en el mundo por culpa de la maldita tensión, pero al mismo tiempo no podía salir de su regazo o pensar con la coherencia que existía en algún lugar dentro de su cabeza. Por lo menos no mientras la boca de Sehun continuara provocando su cuello, raspando los dientes ligeramente puntiagudos en su piel, quitándole restos de una razón que lentamente quería dejar de existir...

Cuando ya ninguno de los dos aguantaba besarse sin que existiese un avance significativo, Tao salió de encima de él y se acostó a su lado en la cama, mirando el techo mientras intentaba normalizar su respiración. Por breves segundos, miró hacia un lado y encaró a Sehun, sólo para encontrarse con mejillas rojas, labios hinchados, cabello apuntando en todas direcciones y era un desastre obscenamente lindo. Sehun definitivamente era más bonito que cualquier otra persona que tenía el derecho de serlo, lo que era un poco frustrante y un poco increíble al mismo tiempo. Zitao sentía que entraba lentamente en un camino sin vuelta y aquello lo asustaba, estaba tan asustado...

El chino podría imprecar contra el mundo, contra todas las posibles situaciones que hicieron que comenzara a cometer ese tipo de locura. Se sentía un traidor, pero al mismo tiempo una persona completa por primera vez en mucho tiempo. Lo extraño era que aun sintiendo todas esas cosas extrañas por Sehun, aunque estuviese a un paso de enamorarse, aun así amaba a Yoongi. Recordaba todas las conversaciones, todas las cosas que habían compartido, todos lo momentos... Su novio no se conectaba hace días, como si hubiese leído el mensaje de Zitao y desaparecido. Con seguridad estaba herido. El chino intento entrar en contacto de todas las maneras posibles, pero no tuvo éxito. Y mientras él probablemente estaba lastimado con toda la situación, el moreno estaba compartiendo la cama de Oh Sehun.

Zitao no era nada menos que una persona horrible.

— ¿En qué piensas tanto? — Sehun también giro en la cama, quedando de frente a Zitao. Los labios de chino se levantaron un poco hacia arriba, ensayando una sonrisa que no alcanzo sus ojos.

— Solo estoy pensando...

— ¿Pensando en qué? ¿Por qué? ¿Sabes que todo es más fácil si dejas de pensar?

— No puedo dejar de pensar, Sehun.

— Es por eso que eres así de retraído. En serio, a veces solo necesitamos dejar de intentar encontrarle el sentido a todas las pequeñas cosas que ocurren.

— Quisiera poder ser así, pero el hecho es que no lo soy.

Viendo a Sehun así, tan de cerca, Zitao finalmente podía entender porque era tan fácil ceder a cualquier cosa que él quisiese. Iba más allá de la apariencia, más allá del cabello rubio que apuntaba en todas direcciones, más allá de los labios hincados y más allá de la atractiva manera en la que se vestía, como aquella camiseta de Tiburones Asesinos; era algo más intrínseco, algo que venía de lo íntimo, del corazón. Era como si Sehun fuera un caleidoscopio y Zitao comenzara a perderse vertiginosamente en todos esos resplandecientes colores.

— Bueno, quien sabe si algún día aprenderás a dejar de culparte por todo... — Sehun susurró en un hilo de voz, los dedos caminando en dirección a Zitao rehaciendo la curva de su cintura con una caricia que hizo que la piel del chino se estremeciera y contrajera de una manera placentera.

Nuevamente se estaba entregando y había mentido: conseguía fácilmente dejar de pensar.

Solo con un toque de Sehun.

• • 

Do Kyungsoo despertaba constantemente con la sensación de que las cosas saldrían mal. Era una sensación a la que se había acostumbrado, al final, las cosas salían mal todos los días. La vida en el colegio era un infierno y hasta en la iglesia, donde solía tener algún tipo de consuelo, caminaba sintiéndose incómodo. Siempre que el pastor Oh predicaba contra los homosexuales, el chico se sentí ahogado en su autocompasión, en sus pecados inmensurables e imperdonables. Y cada vez que la mentira era condenada... Kyungsoo era una persona horrible, llena de pecados, y aun así no dejaba de cometerlos. Todo el tiempo. Había pecado todas las noches de esa semana, dormía solo cuando no había más lagrimas para derramar por Chanyeol, por lo que podría haber sido si no hubiera sido visto besándose con Jongin.

Jongin...

Esa última noche en el cine, Jongin lo acompañó hasta su casa. Kyungsoo estaba tan sorprendido y herido que ni siquiera pudo besarlo de nuevo. No pudo imaginarse besándolo de nuevo y tal vez él hubiera percibido eso, porque lo besó en la mejilla, acarició su cabello con una sonrisa triste y se fue. El pequeño lloró mucho esa noche, sin entender el comportamiento de Chanyeol, sin entender su propio comportamiento y por qué había actuado de esa manera irracional. ¡Dios, había besado a otro hombre! Y había sido consensual. Había deseado ese beso como había deseado pocas cosas en la vida y estaba pagando el precio por ese pecado. Dios le había sacado la oportunidad de tener un amigo y Kyungsoo se lo merecía.

Y aunque esa semana pareció durar años, ese viernes Kyungsoo siguió la rutina exhaustiva de todas las mañana. Cuando estuvo listo descendió para prepararse el desayuno, su padre estaba sentado en la mesa con la expresión aburrida de siempre, entornando una cerveza. El olor del alcohol hizo que el estómago del pequeño se revolviera incómodo. Preparó el café en silencio, después de murmurar un "buenos días" ronco. Comió incómodo y lavó los platos teniendo cuidado de no mojar el uniforme antes de salir de casa. Su padre caminaba más taciturno ese mes, porque era el mes en que la madre de Kyungsoo se había ido de casa, abandonando tanto a su marido como a su hijo.

Con el corazón latiendo de manera un poco más dolorosa al recordarlo, decidió dejar de quedarse dándole vueltas a aquello que no estaba en su control. Mirar a Chanyeol durante las clases era una tortura. Siempre se sentaba un poco más atrás de él y podía ver su nuca y rostro cuando se giraba un poco... Los hematomas eran casi invisibles, a pesar de no pasar desapercibidos a los ojos entrenados. Chanyeol no faltó ningún día al trabajo voluntario, aunque en esos días no hubiera mirado o intercambiado cualquier palabra con Kyungsoo, simplemente limpiaba lo que le pedían y le enseñaba a algunos niños a tocar la guitarra. Chanyeol tenía algo que atraía a los niños sin necesidad de hacer mucho, ellos quedaban encantados por él sin esfuerzo, y cada vez que el pequeño veía algún niño sentando en su regazo se enamoraba poquito más.

Se quedaba repasando cada una de sus acciones, apenas era capaz de prestar atención a la clase. ¿Cómo era posible que pudiera gustar tanto de una persona? Si todo fuera a terminar de esa manera, hubiera sido mejor que ni hubiera iniciado. Desde que comenzó a relacionarse con Chanyeol, todos sus sentimientos se expandieron hasta volverse doloroso continuar fingiendo que no le importaba, que no le gustaba de esa forma...

Al final de las clases, cuando Baekhyun pasó a su lado, chocó con su hombro y susurró que era un maricón de mierda, Kyungsoo solo respiró hondo y lo ignoró. Después de tanto tiempo se había vuelto 80% inmune a cualquier cosa que el otro pudiera decir. A veces, las personas son capaces de acostumbrarse incluso a las cosas malas, pero aun así caminó hasta casa con un sentimiento doloroso en la boca del estómago. Solo quería llegar de una vez y pasar el resto del día acostado en la cama... Pero no podía. Durante la tarde, asistió a la reunión del pastor Oh y luego caminó hasta el parque de la Calle de las Causas Imposibles, debajo de un gran árbol, donde solía pasar el tiempo cuando no quería volver a casa.

Casi siempre fingía ante su padre que tenía amigos y que por eso solía llegar a casa un poco después de él, el tiempo suficiente para que pudiera comenzar a preparar la cena sin que él se quejara. Y esa noche no fue diferente. Estaba más desanimado que lo normal y su padre parecía anormalmente serio comparado con como estaba en la mañana, lo que ya era un poco preocupante. Kyungsoo sintió que su cuerpo entero se congelaba y un miedo intenso se apodero de él, porque de repente sintió miedo de que el mayor tuviera un ataque de ira de la nada. No sería la primera vez. Intentando no parecer afectado, comenzó a caminar hasta la cocina, pero para llegar allí tenía que pasar al lado de su padre.

Antes de que pudiera alcanzar su objetivo, fue sujetado con fuerza por el brazo.

— Uno de mis compañeros vino a hablar conmigo hoy.

Kyungsoo sintió que le dolía la cabeza. La sangre corría tan fuerte que apenas podía respirar. Miró a su padre, intentando no demostrar sorpresa, miedo, pavor. Frunció el ceño, pero todo estaba tan congelado que parecía estar intentando levantar el mundo en sus hombros. Estaba ebrio, pero Kyungmin siempre estaba ebrio. Y el miedo latente y urgente no dejaba brechas para que pudiera razonar con claridad, y la voz aparentemente tranquila no traía falsas esperanzas.

— ¿Quién, papá?

— Eso no importa. — Kyungmin se levantó, sin soltar en ningún momento el brazo de Kyungsoo. — ¿Dónde estabas el domingo pasado?

— Y-yo... en el cine. — Tartamudeó la respuesta, sin poder respirar con la sensación de asfixia. Su padre apretaba su brazo, pero era como si apretara su cuello.

— ¿Te estabas tocando con otro chico, Kyungsoo? ¿TU. TE. ESTABAS. TOCANDO. CON. OTRO. CHICO? — la voz de Kyungmin fue tan fuerte que resonó por todas las paredes de la cocina. Kyungsoo se dio cuenta de que era el fin de la línea. Perdió por completo la fuerza en la piernas y cayó de rodillas en el suelo, pero su padre no dejó que se quedara allí y fue brutalmente levantando hasta golpear la espalda contra la pared de una forma tan violenta que se quedó largos segundos sin aire. Platos, vasos y ollas cayeron al suelo y botellas de cerveza se estrellaron como una sinfonía macabra, la banda sonora de una película de terror del chico que ahora sujetaba. Fue de repente, un estallido de ira que no era la primera vez que sucedía. Su padre convenientemente siempre evitaba golpear su rostro, pero estaba tan fuera de sí que no podía razonar. — ¿TU CREES QUE TE CRIÉ PARA QUE ENTREGARAS TRASERO POR AHÍ? ¿TU. REALMENTE. CREES. QUE. TIENES. ESE. DERECHO? UN MALDITO MARICÓN... ¡MIERDA! YO SIEMPRE LO SUPE, YO. SIEMPRE. LO. SUPE.

— Papá, n-no... Por favor... Nunca q-quise...

— ¡CIERRA LA BOCA. CIERRA LA BOCA, KYUNGSOO! MARICÓN DE MIERDA, ¿TE CRIÉ PARA ESTO? ¿ES ASÍ COMO ME LO PAGAS?

El rostro de Kyungmin estaba rojo de odio. Sujetó el cabello de Kyungsoo y le dio un golpe tan fuerte en el rostro que el chico escupió sangre mientras intentaba protegerse de alguna manera. Cuando finalmente cayó al piso, su padre golpeó su cuerpo, consiguiendo sentir el exacto momento en el que una de sus costillas se rompió e intentó levantarse, pero no pudo. Todo dolía, todo latía, había tanta sangre... y lágrimas. Y un dolor tan intenso que era mucho más grande que cualquier dolor físico que hubiera experimentado en cualquier golpe. Como en un sueño, sintió que era levantado del piso y se desmayó. Pero infelizmente duro poco , solo el tiempo suficiente para que su padre abriera la puerta. Cuando recobró la conciencia, estaba siento arrojado desde la puerta, hasta caer en el camino de piedras sin delicadeza alguna. Su cabeza golpeó contra el piso y lo último que Kyungsoo vio, borroso por las lágrimas, fue el rostro asombrado de Park Chanyeol brillando en la luces de la Calle de las Causas Imposibles.

Y sonrió. Solo una pequeña sonrisa, antes de desmayarse.

• •

Chanyeol estaba ayudando a su madre con la cena cuando los gritos comenzaron. Primero fueron gritos de rabia, casi incomprensibles, y luego el ruido de cosas cayendo al piso. Yumin frunció el ceño preocupada, cerró el grifo y dejo todo lo que estaba haciendo para secarse las manos. El chico, aún sin entender muy bien lo que estaba sucediendo, hizo lo mismo. Sólo cuando salieron al jardín pudieron entender los gritos y Chanyeol inmediatamente sintió que su sangre se helaba mientras su madre se adelantaba, cruzando la cerca que separaba los patios para detenerse en el jardín de los Do.

— ¿Pero qué está ocurriendo...? — Era claro, por la manera en la que sus ojos estaban entrecerrados, que Yumin estaba muy preocupada. — ¡Dios mío!

El chico ya había presenciado muchas cosas en su vida, pero nada se compararía a la fría y pegajosa sensación que apretó sus entrañas cuando vio que la puerta era abierta y Kyungsoo era arrojado fuera de la casa como si fuera una bolsa de basura. Estaba todo ensangrentado, la camisa blanca, que siempre estaba abotonada hasta el cuello, totalmente manchada de sangre, el rostro casi irreconocible con todos los rastros rojos y la boca escarlata. Su cabeza cayó en el suelo y sus ojos se encontraron con los de Chanyeol, casi demasiado vivos con esas lágrimas que se formaban como cristales.

Do Kyungmin cerró la puerta de la casa con fuerza y Yumin inmediatamente se arrodilló al lado de Kyungsoo y Chanyeol se sorprendió cuando encontró algo de fuerza en sus piernas para caminar hasta ambos, apenas reconocía a ese chico que yacía en el suelo cuando se dejó caer de rodillas a su lado. Delicadamente, tocó el cabello oscuro, haciendo que levantara ligeramente la cabeza del piso mientras los delicados y amorosos dedos de su madre examinaban el pequeño y muy lastimado cuerpo.

— Levántalo, Channie. Muy despacio... Tiene una costilla rota, pero ninguna herida parece ser muy seria.

Como si estuviera cargando un ángel de Dios en sus brazos, lo tomó con una delicadeza inigualable, teniendo mucho cuidado de no lastimarlo aún más. Su madre abrió las puertas y sujetó la cabeza de Kyungsoo mientras subían las escaleras hasta la habitación de Chanyeol. Lo dejó delicadamente en la cama, sacando el oscuro flequillo de sus ojos. Con delicadeza, se acercó a su rostro sólo para estar seguro de que aún respiraba y de que continuaría en ese mundo por mucho tiempo. Cuando su madre salió a buscar la caja de primeros auxilios, Chanyeol limpió sus ojos, que ni notó que estaban húmedos, y sacudió la cabeza un par de veces.

— Oye, hombre, no creas que puedes pasar mucho tiempo inconsciente. — Chanyeol habló. — Ni creas que voy a dejarte escapar de tu obligación de cuidar de mis costillas rotas. Ni creas que dejare que no escuches mi pedido de disculpas por ser una mierda...

Kyungsoo permaneció inmóvil. Chanyeol retiró toda la ropa de su cuerpo, dejando todo al lado de la cama para limpiar la sangre que aún salía de varios lugares. Afortunadamente, había muchos analgésicos para que no sintiera mucho dolor cuando despertara. El alto estaba intentando pensar en cualquier cosa mientras dejaba que su madre hiciera el trabajo pesado. Ella se ocupó de cada herida con esa delicadeza que solo las madres poseían y Kyungsoo casi volvió a ser Kyungsoo cuando termino. Nunca antes se había sentido tan feliz de que su madre fuera enfermera.

— Necesita un baño, cariño. Se gentil, probablemente sienta mucho dolor cuando despierte... — Yumin recogió todas las vendas ensangrentadas, la ropa sucia de Kyungsoo y salió de la habitación, cerrando delicadamente la puerta detrás de ella, aun con esa misma expresión de preocupación en el rostro, casi como si estuviera tallada en su piel, ya no tan joven como la de las fotografías esparcidas por la casa.

Chanyeol permaneció de pie en el mismo lugar por mucho tiempo, solo mirando el cuerpo inerte de Kyungsoo. Si no fuera por la forma en la que su pecho subía y bajaba con delicadeza, pensaría que estaba muerto. El pequeño se moriría de la vergüenza si supiera que estaba desnudo en su cama, al fin y al cabo siempre llevaba toda esa ropa abotonada hasta el cuello, como si fuera un crimen mostrar más piel de la necesaria. Era todo delgadito, lleno de huesos que eran visibles y casi no poseía vello, como si aún estuviera dando los primeros pasos en dirección a la pubertad.

Parecía imposible que una persona que solo enfrentaba mierda tras mierda continuara creyendo en Dios sin revelarse ni una vez, especialmente una persona tan buena como Kyungsoo. Si Dios realmente existía, ¿Cómo se atrevía a dejar que cosas tan malas le ocurrieran a alguien como él?

Chanyeol debería ser castigado, sin embargo jamás sufrió nada más que unas costillas rotas, pero excepto por el accidente tuvo una vida muy buena. Kyungsoo, por otro lado, paso la vida entera sufriendo. Su madre se fue, tuvo que vivir una vida sin amigos y enfrentar todo el bullying en la escuela, un padre alcohólico y probablemente la dificultad de lidiar con su condición sexual por estar frecuentando una iglesia que condenaba cualquier práctica homosexual. Y ahora eso... ¿por qué el mundo era tan cruel?

— ¿Por qué estás así, hombre? — Chanyeol susurró, inclinándose un poco sobre él. — ¿Cómo se atreve alguien a hacerte esto?

Después de algunos segundos, preparó el baño. Con atípica delicadeza de todo lo que hacía, tomó al pequeño en sus brazos y lo metió en la bañera. Creó una almohada con una toalla para que tuviera donde apoyar la cabeza y lavó todas las heridas, sacó toda la sangre seca y recordó lo delicado que fue él cuando lo ayudó a bañarse hace algunas semanas; lo avergonzado que parecía por estar compartiendo un momento tan íntimo con otra persona, la manera en la que evitaba mirar a cualquier parte del cuerpo de Chanyeol, con excepción de los ojos.

Sin poder entender todas esas sensaciones controversiales, tocó suavemente una de las mejillas heridas, viendo que sus párpados temblaban cuando intentó abrir los ojos. Conforme recobraba la consciencia, lo primero que hizo fue fruncir el ceño como si sintiera dolor, para luego enseguida moverse en la bañera, haciendo que el agua ondulara a su alrededor. Kyungsoo gimió ligeramente y pareció darse cuenta de que estaba en una bañera, con alguien tocando su mejilla, porque súbitamente se agitó.

— Oye, tranquilo... Solo soy yo, Chanyeol. Estas herido como la mierda, así que quédate quieto.

— ¿C-chan...yeol? — Kyungsoo finalmente pudo levantar los parpados y lo miró. Sus ojos parecían aún más limpios en la luz blanca y fuerte del baño, y aun con todas las heridas seguía siendo la persona más adorable que Chanyeol había visto. — ¿Es un sueño?

— Probablemente...

— Duele... — Murmuró, pero bajó la cabeza contra la mano de Chanyeol que aún tocaba su rostro, como si estuviera implorando por un poco más de cariño. — Lo siento... No debería haber besado a Jongin. Yo, n-no debía haberte decepcionado así... No debería... gustar...

— Oye, hombre, está bien. — Chanyeol afirmó. Sintió como si algo agarrara su cuello y lo apretara poco a poco. El sentimiento era horrible, desesperante y triste. — Deja de hablar, estás delirando. — La piel de Kyungsoo era tan blanca y suave... Parecía absurdo que alguien pudiera tener el coraje de levantar un dedo contra él, cuando estaba siempre medio encogido, siempre con esa ropa abotonada hasta el cuello, siempre luciendo más pequeño de lo que era, siempre luciendo demasiado inocente para ser un adolescente de diecisiete años, siempre tan frágil y tan estúpidamente pequeño.

Comprendía lo que quería, volvió a acariciar su rostro. Le dio una atención especial a la mejillas coloradas, frotando con el pulgar sobre las parte no lastimadas y Kyungsoo cerró los ojos y se relajó un poco más en la bañera, como si apreciara mucho la caricia. Intentó encogerse, probablemente, para esconder su cuerpo desnudo debajo del agua, pero se dio cuenta de que era inviable cuando tenía costillas rotas y se rindió. Después de cierta vacilación, levantó al pequeño de la bañera y enrolló su cuerpo en una toalla limpia. Tenía dificultades para mantenerse de pie, pero aun así se apretó contra la toalla escondiendo completamente el cuerpo de los ojos ajenos.

— Por suerte tengo muchos analgésicos.

— Si... por suerte...

Pero aún habiendo concordado con la afirmación, al salir de la bañera y recobrar un poco más de su consciencia se dio cuenta de que nada de eso era un sueño. Kyungsoo cayó en un estado de estupor, recordando todo. Se acostó en la cama, se acurrucó en las mantas y comenzó a llorar. Chanyeol sabía que debía decir algo, pero nada escapó de sus labios y sabía que ese era un momento solo de él. Kyungsoo necesitaba derramar esas lágrimas para que, eventualmente, todo estuviera mejor. Así que, salió de la habitación y cerró la puerta delicadamente detrás de él. Continúo sintiéndose la peor especie de ser humano que había puerto un pie esa ciudad.

Chanyeol tenía mucha experiencia en escalar ventanas. Ya lo había hecho un millón de veces con todas las chicas con las que se había metido durante su vida, por eso fue fácil llegar hasta la habitación de Kyungsoo. Metió ropa, ropa interior, cepillo y pasta dental y todas las cosas que pensó que necesitaría en una mochila grande. Cuando llegó a casa, con las cosas del otro en las manos, su madre lo miró con condescendencia y abrió una pequeña sonrisa triste.

— Siempre supe que eras una buena persona, querido. — Ella habló.

Pero Chanyeol no pudo estar de acuerdo con lo dicho.

 • •

Black Light era el único club nocturno de la ciudad.

Al menos el único club nocturno decente, ya que todas los demás eran extremadamente conservadoras. Jongin no estaba muy acostumbrado a lugares como ese, porque no lo frecuentaba ni cuando vivía en la gran ciudad y en cada esquina se topaba con uno de esos lugares que apestaban a cigarrillos y a sudor. Pero estaba allí por un motivo especial, porque era el lugar que Baekhyun constantemente visitaba y de donde salía ebrio prácticamente todas las noches.

Las noches siempre eran frías en la ciudad, pero en la discoteca hacía calor. La camiseta de Baekhyun se apegaba a su sudado cuerpo mientras bailaba en la pista de baile, siendo minuciosamente examinado por un Jongin que estaba en una de las sillas altas del bar, bebiendo una botella de agua que había costado una pequeña fortuna. El chico, que bailaba con una chica un poco más baja, no tenía ni idea de las miradas que recibía. Sin embargo, era hora de que recibiera una lección. Jongin no era fanático de la violencia, pero sabía lo que necesitaba hacer para atacarlo. Sabía que hacer para molestarlo. Y también sabía que necesitaba hacer para que Byun Baekhyun dejara de ser un bastardo hijo de puta.

Todos ya estaban al tanto de la paliza que Kyungsoo había recibido. En una ciudad pequeña todo se esparcía más rápido que el SIDA en los años 80. El moreno corrió hasta la casa de Chanyeol, donde sabía que el chico estaba, pero Kyungsoo no quiso verlo ni hablar con nadie. Jongin se molestó, sobre todo por que el culpable de todo aquello estaba compartiendo una habitación con la persona más perjudicada a causa de un maldito prejuicio infundado. Sin embargo, se tragó su ira y tuvo que irse antes de que terminar golpeando en la nariz a Chanyeol, dejándolo aún más tuerto. Pero, aun con el impacto inicial, sabía que el pequeño estaría bien.

Sin embargo, al día siguiente de la paliza, toda la escuela solo hablaba de eso. Y había una única persona que sabía el motivo: Byun Baekhyun. Dejó muy claro que Kyungsoo había sido atrapado por su padre cuando estaba con otro chico y Jongin tuvo que morderse la lengua para no lanzarse contra él. La culpa no era solo de Chanyeol, sino también de Jongin y, principalmente, de Baekhyun. El moreno iba planeando y decidió darle donde sabía que más le dolería: su falsa pose de hombre. Esa maldita heterosexualidad falsa y la homofobia que usaba para esconder quién de verdad era, como si hubiera un motivo para sentir vergüenza o miedo de su orientación, camuflando al máximo su condición sin siquiera darse una oportunidad.

Jongin conocía a ese tipo de personas. Byun Baekhyun necesitaba constantemente reafirmarse para sentirse bien consigo mismo. Era exactamente el tipo de persona que el moreno más detestaba, pero tampoco podía culparlo por completo. Nadie quería ser gay. Solo... Ocurría. Y por no aceptarse, actuaba de esa manera, como si quisiera convencerse de hechos que ya no podían cambiarse. Y en su diaria autoafirmación lastimaba a personas buenas como Kyungsoo, que nada tenía que ver con el asunto. Pero Jongin estaba enojado y no podía pensar con esa parte buena y gentil dentro de él, no cuando él lastimaba a las personas que más le gustaba en la ciudad.

El moreno era bonito y lo sabía. En Seúl solía recibir coqueteos constantemente, por más que el único hombre en su vida hubiera sido Luhan. Había salido con Luhan el tiempo suficiente para no ser ningún ignorante cuando se trataba de sexo, ya que los dos siempre habían tenido una vida sexual agitada. Y Baekhyun era muy bonito, no sería ningún sacrificio poner en práctica lo que había estado planeando desde hace algún tiempo.

Se levantó del taburete del bar. No estaba nervioso ni ansioso, solo decidido. No sentía miedo ni inseguridad, solo estaba convencido. Mientras Baekhyun bailaba al son de la música irritantemente igual a todas las que sonaron antes, Jongin pasó las manos por su oscuro cabello y notó las miradas, pero ignoró cada una de ella, porque esa noche tenía ojos solo para una persona.

Y su decisión no cambiaría.

Como si bailara con la música que Jongin tan hábilmente tocaba, Baekhyun se alejó de la chica con la que bailaba y se entrometió entre todas las personas en la pista de baile, en dirección al bar. Fue entonces que sus miradas se encontraron. Ninguno de los dos desvió la mirada y Jongin no dijo nada, mientras él otro parecía medir al moreno de arriba a abajo. Apretó la mandíbula y sus labios se movieron solo de esa manera que Jongin descubrió que era disgusto, hasta que comenzó a caminar de nuevo. Cuando paso junto al moreno, sus hombros chocaron y se dio cuenta de lo frágil que era Baekhyun bajo la piel blanca cubierta por una camiseta húmeda debido al sudor.

Estaba oscuro. Había una infinita cantidad de personas bailando en la pista de baile y todas completamente ajenas a lo que ocurría a su alrededor, preocupados solo con su propia diversión y comprometidos consigo mismos. Nadie le prestaba atención, porque eran solo dos chicos entre tantos... Estaban más allá de las remediaciones de la Calle de las Causas Imposibles, compartiendo la noche con los adolescente de la ciudad. Y mientras Baekhyun caminaba en dirección al bar, Jongin lo detuvo. Antes de que pudiera alcanzar su destino, se pegó a su espalda. Sintió que todo el cuerpo en sus brazos se congelaba, los músculos se contraían tan violentamente que el moreno se rió contra su oído.

— ¿Asustado? — Jongin preguntó. Baekhyun olía a perfume caro y a sudor. — Porque deberías estarlo, Byun. Te he dicho tantas veces que dejaras de jugar al comediante...

La música era tan fuerte que si no estuviera susurrando contra el oído de Baekhyun no podría escuchar. Se dio cuenta de cómo intentó proteger esa área, sufriendo escalofríos que trajeron una nueva risa a los labios del moreno. Estaba satisfecho. Pero ¿Cómo no estarlo cuando sabía exactamente lo que debía hacer esa noche? Baekhyun se dio la vuelta con violencia. Cada trazo de su pálido rostro trasmitía una ira explícita y era notorio que estaba enojado.

— ¿Cuál es tu maldito problema?

— ¿Por qué?

— Porque... ¿Qué mierda crees que estás haciendo?

— Fuiste tú. — Jongin afirmó. — Fuiste tú quien le dijo sobre Kyungsoo a su padre.

Baekhyun sonrió con frialdad.

— ¿Y si lo fuera? ¿Qué harás?

— Nada. — Jongin se encogió de hombros. — ¿Qué podría hacer?

— Exactamente. — Baekhyun forzó una expresión falsamente superior y Jongin sujetó uno de sus brazos con fuerza. El chico luchó, intentando soltarse, sin embargo el moreno solo lo sujetó con aún más fuerza y chocó con todas esas personas que se movían locamente en la pista de baile, disfrutando de su adolescencia y una felicidad que a Jongin le gustaría compartir con cada uno de ellos, pero a veces se sentía más viejo de lo que sus diecisiete años decían. Empujó a Baekhyun contra la pared del club. Aunque la música fuera demasiado fuerte para que pudiera escucharlo golpearse contra ella, el impacto fue tan firme que pudo sentirlo. Luchó y cuando Jongin se acercó, intentó morderlo. El moreno soltó una risa fría y sujetó ambas manos por encima de su cabeza, antes de juntar sus cuerpos.

— ¿Por qué estás tan molesto? — Jongin preguntó, casi inocentemente. — ¿Por qué te enojo que hubiera besado a Kyungsoo?

Baekhyun también se rió. Una risa sin humor, los ojos entrecerrados, el corazón latiendo casi tan fuerte como la música.

— No entiendo.

— Ah, lo entiendes. ¿Estás celoso?

— Vete a la mierda. — Escupió, enojado. Intentó librarse de nuevo, pero fue en vano. Era más bajo y más delgado y frágil de una manera en la que Jongin nunca había notado. — Mierda, suéltame.

— No. — Jongin acercó su boca al cuello levemente empapado de sudor y rozó los labios contra la cálida piel, sintiendo los latidos de su corazón. Rápidos. Intensos. Baekhyun tragó en seco y se retorció, haciendo que el moreno sujetara sus manos con aún más fuerza sobre su cabeza. — Te daré algo de lo que tanto quieres, Baekhyun.

Porque Jongin sabía muy bien lo que era.

• •

Muy cerca del final de la tarde, comenzó a llover en la Calle de las Causas Imposibles. Y en algún momento mientras la lluvia caía, Zitao volvió a besar a Sehun. El chino estaba nuevamente sobre él, sentado en la erección aprisionada en los jeans de su amigo, luchando contra sus ganas de restregarse en el hasta correrse. Maldición, solo el pensamiento le causaba un estremecimiento violento que traspasaba su cuerpo sin poder evitarlo. Los dedos del rubio se adentraron en la camiseta de Tao, que casi ronronea durante el beso, decidido a que solo una rosadita no haría mal a nadie...

Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el teléfono sonó y Sehun gruñó antes de estirar la mano para sacarlo del bolsillo de su pantalón y Zitao terminó gimiendo cuando el dorso de su mano tocó la parte sensible de su entrepierna. Su amigo sonrió, una sonrisa llena de segundas intenciones, se veía tan bonito que dolía. El cabello desordenado, la boca hinchada y roja, las mejillas coloradas y todas esas infinitas cosas que lo hacían maravilloso.

— Es mi padre. Quiere que le lleve un paraguas a la iglesia. — Sehun habló después de apagar el celular. En contra de su voluntad, Zitao se deslizó de su regazo a la cama y recibió un último beso antes de ver a su amigo levantarse de la cama.

— Entonces me iré, porque tu padre me odia.

— Él no te odia. Ama al prójimo como a ti mismo, ¿recuerdas? — Sehun se colocó una chaqueta lo suficiente larga para esconder la erección entre sus piernas. — Duerme aquí hoy, volveré pronto...

— No lo sé, Sehun...

— En serio. Si duermes aquí te dejare quedarte con tu lado favorito de la cama.

— Ahora estoy tentado a aceptar... — Fue irónico. Y Sehun rió.

— Espérame... — Intentó nuevamente, volviendo a la cama y sentándose en el regazo del chino. Sus labios se rozaron una vez más y ahí estaba otra vez Sehun jugando con sus sentidos, causando que no pudiera razonar con coherencia. — Y prometo que no te arrepentirás...

Zitao se quedó en la habitación de su amigo cuando este fue a buscar a su padre a la iglesia.

La habitación de Sehun estaba organizadamente hecha un desastre. Tenía póster de viejas bandas en las paredes pintadas de un gris claro, una cama y una infinita colección de CDs y cómics. Su computadora estaba encendida y Zitao decidió darle una ojeada para ver si Yoongi había dado alguna señal de vida. Pero encontró algo extraño. Cuando abrió el chat, había un usuario guardado.

Yoongi.

Con el corazón acelerado, Zitao frunció el ceño. Sus dedos comenzaron a temblar cuando hizo clic en entrar. No era posible... Es decir, seguramente no entraría...

Sin embargo, entró.

Sólo había un contacto.

Hzzztao.

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