90 DÍAS (JM & ___)

By GrEyaDiCtA215

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Park Jimin es un arrogante y mundano hombre de negocios que siempre consigue lo que quiere. Y lo que quiere e... More

1 ¿Trato?
1-2 Llamada
1-3 Historieta Erotica
1-4 Corse Bondage
1-5 Seguir Ordenes
2 Terreno de fantasía
2-2 ¿Rival?
2-3 Nuevo e Inusual
2-4 Indigno Castigo
3 ¿caridad o competitividad?
3-1 Squash vs Kendo
3-2 Antigüedades Pornográficas
3-3 observada
3-4 Color Marfil
4 Centro de atención
4-1 ¿Descubiertos?
4-2 Stripper
4-3 Hotel Victoriano
5 Baile, Japón, geishas... Park
5-1 Una cana al aire.
5-2 Espactaculo
5-3 Anfitrión Perfecto.
6 Celos
6-2 Club de vinos
6-3 Interrogatorio
6-4 Cumplir su palabra
7 Mujer Dominante.
7-1 Castigo Corporal
7-2 Obediencia
7-3 ¿Sustituta?
8 Ángel azul.
8-1 Subasta.
8-2 Sentimientos.
8-3 Lenguaje corporal.
90 días.

6-1 ¿Su tipo ideal?

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By GrEyaDiCtA215

Admiró los tensos músculos de su trasero.
No había ni un gramo de grasa allí ni tampoco alrededor de su cintura. Los muslos también eran musculosos y elegantes.
Ella lo aguijoneó, le acarició, le masajeó los hombros y le pasó las manos por las nalgas, amasándolas ligeramente. Escuchó su jadeante respiración y metió los dedos entre sus piernas para comprobar su erección. En cuanto lo tocó, él gimió de frustración.

-Creo que estás preparado -comentó-. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Él se estiró para agarrarse a los barrotes de la cama y ella se recreó en la satisfacción que le proporcionaba imaginar el látigo aterrizando en aquel trasero.
El primer golpe le dejó señal y le hizo gritar con aliviada sorpresa.
Los siguientes no fueron tan fuertes, pero le hicieron hormiguear la piel.
No estaba dispuesta a hacerle daño.
Quería excitarlo, humillarlo un poco.
Cada latigazo era un castigo por las mujeres con las que había estado antes que con ella; estaba segura de que habían sido muchas. Los últimos cinco impactos -más fuertes que los demás- fueron por Jade Chalfont. A esas alturas, la fantasía la había excitado. Incluso se planteó utilizar el vibrador, pero no quería perder el hilo levantándose, así que se reclinó en la silla e imaginó que Jimin se daba la vuelta.
La engrosada erección apuntaba al aire, preparada para ella. Se sentó a horcajadas y lo albergó en su interior, controlando la profundidad de la penetración sin permitirle ejercer su voluntad.
No le permitió tocarla.
No se preocupaba por su placer. Y si no se corría a la vez que ella, se retiraría. Quizá después le
permitiera obtener alivio con la mano, o quizá se lo facilitaría ella misma. O, tal vez impusiera una condición: solo para ver si era capaz de controlarse no podría correrse en su interior durante esas sesiones.
El alivio llegó más rápido de lo que esperaba. Apenas había comenzado a tocarse y se disponía a disfrutar tentándolo todavía más en su fantasía, cuando notó que su cuerpo se estremecía con los temblores del orgasmo. Dejó que las sensaciones crecieran y la inundaran. Se puso rígida y tembló.
Gimió y cerró los ojos al tiempo que arqueaba las caderas sin poder impedirlo.

Deseó que Jimin estuviera allí con ella; que fuera su mano la que le diera placer. Se olvidó de que lo odiaba porque se iba a Japón con Jade Chalfont y no con ella; de que lo detestaba porque sospechaba que solo estaba usándola y no la veía más que como una pareja casual. Deseó que fuera su cara lo que viera cuando abriera los ojos.

...

-¡Cuánto tiempo sin vernos! -______ alzó la mirada y vio a Ben Schneider frente a ella, con una lata de cerveza en cada mano. Puso una junto a su vaso de cola-. ¿Qué basura estás bebiendo? No es un cubata, ¿verdad?

-No. No bebo alcohol en el almuerzo.

-¿Desde cuándo? -Ben sumergió la punta del dedo en el vaso y lo saboreó-. ¡Oh, Dios! Es cierto. Es Pepsi o algo por el estilo. Mi estómago no lo soportaría. Sabía que te habías convertido en toda una dama desde que te uniste a Barringtons, pero no me estarás diciendo que también te has vuelto abstemia, ¿verdad?

-No. -Sonrió-. Solo a la hora del almuerzo.

Ben dio un toquecito a la lata de cerveza.

-Tienes suerte. No la he abierto. Llévatela y bébela por los viejos tiempos, cuando eras una
viciosa y bebías con las clases obreras. -Se reclinó en la silla y sonrió-. Me gusta el peinado que
llevas ahora. Sin embargo, te hace parecer mayor.

-Muchas gracias. Por lo que veo el tiempo no te ha hecho perder encanto. ¿Todavía te dedicas a dibujar tiras cómicas para ganarte la vida?

-El tiempo tampoco te ha hecho perder encanto a ti. Y no son tiras cómicas, son novelas gráficas.
Arte.

-¿De verdad eso da para vivir? -bromeó ella.

-Apenas sobrevivo -admitió-. Pero confieso que jamás he sido más feliz. Dejar el mundo de la publicidad fue la mejor decisión que tomé en mi vida. -Paseó los profundos ojos castaños por su cuerpo -. Y a juzgar por ese traje tan caro y el bolso de marca intuyo que entrar en Barringtons fue la tuya. ¿Me equivoco?

-No -convino ella.

Él tomó un poco de cerveza.

-¿Todavía te reúnes con nuestro mutuo camarada, el frustrado genio Ricky Croft?

-Lo vi la semana pasada.

Ahora debía medir las palabras. Ben Schneider había sido un buen amigo de juergas cuando comenzó a dedicarse al mundo de la publicidad, y antes había asistido a la escuela de bellas artes.
Sus caminos se habían cruzado en varias ocasiones desde entonces, pero tenía el presentimiento de que aquel
encuentro en concreto no se debía a la casualidad. Jamás había coincidido con él en aquel pub a la hora del almuerzo.

-¿Le has encargado algún trabajo? -preguntó Ben.

-¡Estás de broma! Ya sabes cómo es. No se puede confiar en él.

-Me han contado cierta cosa... en privado. ¿Tú le has comprado alguna de sus pinturas?

-No, no lo he hecho -dijo ella-. ¿De qué va esto? -Apartó a un lado la lata cerrada de cerveza -. Si quieres que te cuente algo no es necesario que me sobornes con bebidas. Pero estoy segura de que no puedo contarte nada que no sepas sobre Ricky.

-Claro que puedes -afirmó él, inclinándose sobre la mesa-. ¿Quién fue a por él?

-¿A por él? -repitió ella-. ¿A qué te refieres?

-Alguien le ha dado una paliza.

-¿Cuándo?

Ben encogió los hombros.

-No estoy seguro. Hace un par de días. Tiene un bonito ojo a la funerala y unas menos bonitas magulladuras. Dice que lo asaltaron unos desconocidos, pero nadie se lo cree. Al parecer no ha denunciado los hechos a la policía, pero tampoco quiere hablar de ello; resulta bastante inusual en nuestro Ricky, ¿no crees?

-¿Qué te hace pensar que yo puedo saber algo? -preguntó.

Ben evitó mirarla a los ojos, lo que la hizo sospechar todavía más.

-Corre el rumor... de que Park Jimin está involucrado. Es solo un rumor, claro, pero es uno de tus clientes, ¿verdad?

-No, no lo es. -Iba a añadir «todavía», pero decidió que no era conveniente-. De todos modos esto no tiene sentido. ¿Por qué relacionan a ese hombre con Ricky?

-Ya conoces a Ricky. Ha estado haciendo la ronda, intentando vender cuadros un poco pornográficos.

-Sí, lo sé. Me mostró algunos.

-Se comenta por ahí que es posible que se los haya ofrecido también al señor Park.

-¿Estás sugiriendo que eso ha ofendido tanto a Park que le ha dado una paliza?

-No, no... -Ben sonrió ampliamente-. Por lo que he oído, sacó la chequera. El señor Park posee lo que podríamos llamar «cierta reputación», aunque creo que en su mayor parte no son más que meras exageraciones. ¿No conoces su fama?

-Mi relación con Park Jimin es estrictamente profesional -replicó ella con timidez.

Y lo era,pensó.

-Bueno, es probable que no seas su tipo... -intentó justificar Ben.

-¿Cuál es su tipo?

Ben se tomó su tiempo, meditando la respuesta.

-Mujeres agresivas y sexys, imagino. Ricas. Exóticas.

-¿Hijas de políticos? -le apremió.

Ben esbozó una amplia sonrisa.

-También has oído esa historia, ¿verdad? La conozco, pero no estoy seguro de si creerla o no. Bueno, de todas maneras, eso no es todo. -La miró con picardía-. Hubiera jurado que el señor Park se sentiría atraído por alguien como... er... Jade Chalfont.

Ella sonrió.

-Puede que estés alejado del mundo de la publicidad, Ben, pero te mantienes al tanto de los
rumores, ¿verdad?

-Bueno, lo intento. Pero sin embargo no tengo suerte contigo.

-De veras, no sé nada -afirmó-. No puedo imaginar a Park golpeando a nadie, ni siquiera por una buena razón. Es probable que los rumores estén equivocados.

-Quizá -dijo él-. Pero la mayoría de la gente cree que son ciertos. No es que sientan lástima por Ricky, últimamente ha sido un coñazo. Se ha dedicado a asediar a todos en sus trabajos ofreciéndoles sus obras maestras.

Después de que Ben se fuera, ella se quedó sentada pensando en Park Jimin y en Ricky Croft.

¿Por qué le había facilitado esa información Ben Schneider? Era evidente que se mantenía al día de las últimas noticias en el mundo publicitario, y por tanto sabría que Jimin todavía no era cliente de Barringtons. ¿Habría oído ciertas murmuraciones sobre sus disposiciones privadas? Si era así, ¿quién las habría iniciado? Podía haberlo hecho Ricky, pero no las conocía. ¿Podría, a pesar de ello, estar contando algo cercano a la verdad? Todo el mundo sabía que en una ocasión ella le había encargado un trabajo, aunque ahora lo lamentaba profundamente. ¿Habría mencionado su nombre como referencia, a pesar de su advertencia? Si lo había hecho, si Ricky les había dicho a posibles compradores de aquellas horribles pinturas que ella lo recomendaba, _____ no podía hacer nada al respecto.
Si abordó a Jimin con tal proposición, y la utilizó como referencia, ¿habría sido Jimin realmente capaz de darle una paliza? Era un pensamiento agradable, en especial cuando recordaba las sádicas ideas que reflejaban sus últimas pinturas. Era una buena medicina para aquel pequeño asqueroso, pero ¿sería cierto? Tenía que admitir que no lo creía. ¿Por qué iba a molestarle a Jimin que ella aprobara aquellas pinturas? Por lo que él sabía, ella también estaba dispuesta a usar el sexo como herramienta para conseguir sus propósitos.
Quizá los rumores fueran totalmente infundados.
Tal vez Ricky solo se había emborrachado y caído
por las escaleras. Puede que fuera cierto que alguien le hubiera dado una paliza porque debía dinero, lo que conociendo su estilo de vida era muy probable. O quizá solo se trataba de un atraco o un asalto fortuito.

La idea de que Jimin hubiera podido defender su honor era agradable, para qué negarlo.
No dejaba de ser una ironía. Allí estaba ella, una moderna e independiente mujer profesional con un buen salario, encantada de que un caballero de brillante armadura librara una batalla por su honor.
Se dio cuenta de que encontraba apasionante considerar a Park Jimin un caballero de brillante armadura. Más tarde pensó en la idea y se desperezó en la cama, cada vez más divertida.

Sonrió.

Recordó a su pobre hermano
Philip, que afirmaba que no había quien entendiera a las mujeres. Ni siquiera estaba segura de entenderse
a sí misma.

Un seco mensaje en el contestador indicó a _____ que esperara el taxi que la llevaría al Club Baco.
Le ordenaba que llevara puesta la máscara porque, probablemente, no le daría tiempo a ponérsela cuando llegara.
Se preguntó si iban a subirla directamente sobre un escenario. Imaginó un lugar abarrotado de hombres bebiendo, charlando y fumando. De repente, la idea de actuar en público no le pareció tan
atractiva, pero recordó que el Club Baco no era un pub cualquiera a juzgar por la respuesta de su esnob telefonista.
Se vistió con cierta sensación de aprensión. Brillante ropa interior de seda negra, convencional vestido negro, zapatos de tacón de aguja y máscara de cuero. Se rodeó el cuello con la gargantilla de diamantes y se puso también los largos guantes negros.
Quería confiar en Jimin; y confiaba en él, aunque una extraña vocecita que no dejaba de resonar en su mente le sugería que quizá en esta ocasión pretendía obligarla a llevar a cabo una misión que no le iba a gustar. Una misión que tendría que negarse a ejecutar. Esa sería su victoria, y su excusa para transferir sus intereses a Jade Chalfont.
El taxista llegó a la hora prevista e hizo sonar el claxon.
Ella se puso el abrigo de piel y bajó las escaleras, sintiéndose agradecida una vez más por vivir en un bloque de apartamentos donde rara vez coincidía con algún vecino al salir a la calle.
El conductor no se sorprendió de su apariencia. Era evidente que estaba acostumbrado a trasladar a gente vestida de maneras extrañas.

-Club Baco, ¿verdad? ¿Va a actuar o a mirar?

Ella sintió un mariposeo nervioso en el estómago.

-Voy a actuar.

-¿Quiere que la lleve entonces a la entrada de actores? -preguntó, alejándose de la acera.

Era evidente que sabía algo sobre el club que la telefonista no había admitido. Se preguntó si podría interrogarlo, pero su orgullo no se lo permitió.
Al final, el taxi se detuvo en una calle lateral. Previamente ella había vislumbrado por un instante la entrada principal del club, con un discreto letrero, antes de que el taxista se internara en un callejón oscuro.

-Espero que todo salga bien -le deseó el hombre.

No parecía esperar que le pagara, pero aguardó a que ella golpeara la anónima puerta que había enfrente y a que esta se abriera, dibujando un rayo de luz en el pavimento. Satisfecho de que no hubiera sufrido ningún daño, el taxista aceleró una vez más. Ella se enfrentó a un hombre rechoncho con un enorme tupé en el pelo negro que la observaba críticamente pero sin sorpresa.

-Muy bien -dijo el hombre-. ¿En qué número actúa? -Su voz era demasiado aguda.

- Striptease.

-No trae vestuario. Se lo facilitamos, ¿no es cierto?

-Lo llevo puesto -dijo.

Abrió el abrigo pero el tipo no se molestó en mirar.

-Muy bien. De todas maneras tendrá que compartir camerino. No le importa, ¿verdad?

-No... -comenzó, pero él se dio la vuelta sin esperar a que terminara de hablar.

-De acuerdo. Sígame.

-Un momento. -Ella quería enterarse de qué ocurría allí.

El rechoncho hombrecillo se detuvo y se giró para mirarla.

-¿Podría explicarme qué va a pasar aquí?

Él la miró fijamente.

-Va a bailar un striptease -explicó-. Es lo que quiere, ¿no?

-Me han informado de que este es un club de expertos sumilleres -continuó ella-. Es evidente que no es cierto.

El hombre la miró asombrado, como si estuviera tratando de decidir si ella hablaba en serio.

-Es su primera vez, ¿verdad? ¿Ha hecho striptease antes?

-Por supuesto -repuso con prontitud-. Pero no en un club de vinos.

-Beberán algo más fuerte que vino esta noche -se burló él-. Esta noche el Club Baco se convierte en el Club de las Bacanales. ¿Entiende? Esta noche el señor Roccanski entretiene a sus amigos. Mejor dicho, lo hará usted. Usted y los demás; el resto de los actores. ¿Lo entiende ahora?

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