[Narra Luna]:
Reconozco que quizás huir del problema, no le puso ningún tipo de solución a la situación, además de que me quejo que Matteo es un cobarde y yo hice algo parecido...Pero no es lo mismo, necesito alejarme del chico fresa para evitar posibles malos entendidos con Ámbar.
No puedo permitir que intente arruinarme la existencia aquí en Argentina y menos por un chico.
Obviamente está celosa, aunque ni sé, ni quiero saber por qué, entre su novio y yo no pasa nada, no me entra en la cabeza por que no puede entender eso si es muy fácil.
Yo sé que está mal mentir, al igual que las propias mentiras tienen patas cortas, pero..¿qué pretenden que haga, actuar como si nada me importase o como sino me dolieran las cosas que pasan?
Ámbar es capaz de tomar cualquier medida con tal de conseguir lo que quiere y esta más que claro que yo soy su principal objetivo.
Meter a Simón en el plan, fue una decisión muy espontánea y algo que ni yo misma me había planteado.
Pero para ser honesta, que esté al corriente de todo, me quita un gran peso de encima, al menos sabría como actuar en una posible discusión.
Lo que más me enoja de todo esto, es que le estoy dando más importancia a Matteo de la que debería tener, no paro de pensar todo el tiempo en él, además de andar preocupada en no meter la pata y acabar en un buen lío.
Inhale por la nariz la mayor cantidad de aire que pude coger, hice una pequeña cuenta atrás del diez al uno y fuí soltando dicho aire por la boca poco a poco, sintiéndome de esta forma un poco más relajada.
Estiré mi mano, chasqueándo los dedos al compás de unos suaves movimientos de muñeca, fingiendo que me liberaba así de las malas energías y pensamientos negativos.
Subí las escaleras del interior del colegio a toda prisa, una vez pasé el último escalón, caminé hasta llegar a la entrada de mi clase, en la cual se encontraba esperándome Nina.
—Luna, casi no llegas.— Ladeó la cabeza con suavidad, mirándome un poco preocupada. —A penas faltan cinco minutos para que suene la campana.— Llevó su mano izquierda, al reloj que tenía atado en la otra muñeca, señalándolo con malas caras.
—Sí, ya sé Nina...en serio perdón, me encontré con Matteo y se me pasó el tiempo volando.— Confesé ligeramente apenada, acariciando suavemente mi cuello.
—No será que te llevó de viaje a la Luna.— Esbozó una sonrisa tímida, tras decir en voz alta lo que realmente estaba pensando.
—¿Qué? No, nada que ver, no inventes..— Contesté de forma dramática abriendo los ojos completamente sorprendida, deslizando mi mano lentamente hasta mis mejillas para tocarlas y sentir como se habían acalorado. Maldición, me había puesto roja.
—¿Entonces por qué te pones así? ¿Qué pasó con Matteo?.— Preguntó con mucha curiosidad, dejando de lado la idea de chincharme desde tan temprano.
—No sabría decirte bien, ni yo misma lo entiendo amiga, me dice unas cosas, las que por cierto siempre por una circunstancia u otra las deja a medias y al final nunca me dice nada y es que me da vuelta la cabeza.— Esbocé una pequeña mueca desesperada, al mismo tiempo que negaba con la cabeza, mientras intentaba controlar mi cuerpo para no empezar a moverme de un lado para otro.
—Para intentar ayudarte necesito saber algo más, como por ejemplo; ¿qué cosa te dijo la última vez?.— Elevó uno de sus dedos, inclinándolo hacia mi, para indicarme que debía contestarle.
—"Me preocupo por vos por que sos muy importante para mi.." "No entiendo que haces con Simón si estoy yo acá..".— Asentí con la cabeza, metiéndome completamente en el papel del chico fresa, incluso imitando sus gestos, a parte del acento.
—¿Es en serio Luna? Entonces yo tengo razón...— Confesó bastante sorprendida, llevando una de sus manos para apoyarla bajo su mentón de forma pensativa.
—¿Cómo que tienes razón o qué? No entiendo nada, me perdí...— Arqueé una de mis cejas, mirándola fijamente de forma confusa.
—A Matteo le gustas.— Afirmó totalmente entusiasmada, agarrándome por los hombros, con la sonrisa más amplia que le había visto en toda mi vida.
—¿Qué? Ah no...de verdad tú estas desvariando, ¿se te bajó la presión o qué? ¿estas loca? Eso es imposible.— Le repliqué muy sacada de onda, intentando defenderme como podía.
—Sí, le gustas tanto como él te gusta a vos, es obvio, blanco y en botella.— Dió un pequeño brinco sobre el sitio, al compás de una palmada, celebrando el éxito de haber dado en el clavo del asunto. Cual super detective secreta.
—Ya te dije que no.— Apreté los labios mirándola totalmente sonrojada, intentando disimular con el silencio mis repentinos nervios.
—¿Entonces por qué te pones así? Dale...mejor guarda esas escusas para otra persona que se las crea. Yo sabía que algo raro pasaba entre los dos.— Se detuvo empezando a relajar su ya notable entusiasmo, intentando volver a la normalidad para pasar desapercibido nuevamente.
—No sé por qué, ¿vale? Ya por favor, esto es muy incómodo, otra vez esa sensación eléctrica en la panza y esos nervios con los cuales siento que me voy a vomitar.— Le rogué para que dejase de insistir, llevando mis dos manos hacia mi barriga, haciendo ejercicios de respiración para intentar aliviar esos nervios tan incómodos.
—Dios mío luna...estas enamorada de Matteo.— Sentenció Nina casi en un grito llevando rápidamente sus manos hacia su boca, tapándose esta con ellas su gran sorpresa.
—Deja de enredarme, es una locura, somos como el agua y el aceite, incompatibles, perro y gato.— Comencé a explicarle como los nervios me permitían, que lo que estaba diciéndome era una tontería.
—Ví el beso que te diste con Simón, esta subido al fab and chic. ¿Con él se supone que eres compatible no? Abrí los ojos Luna, estas equivocada, ¿hasta donde pensas llegar con esta farsa? Queres alejarlo a Matteo de vos, pero se lo comen los celos y lo que intenta es acercarte aún más a él.
¿No será que en el fondo sabes lo que pasa pero le temes a la hueca de Ámbar?— Replicó arrojándome a la cara toda la realidad, como si de un balde de agua fría se tratase. El cual me había empapado por completo.
Quedé automáticamente en shock, sin saber realmente que hacer ni mucho menor que decir.
Entonces en ese preciso momento en el cual estaba al borde de un ataque de ansiedad, el timbre del inicio de clases sonó muy alto, haciéndome desconectar de forma inmediata de todo lo que estaba pensando.
¿Y si tenía razón? Jamás me había sentido así...pero ¿por qué tenía que ser justamente con él?
Mi amiga tiró sutilmente de la manga de mi chamarra, llevándome prácticamente de un tirón, al interior del aula.
[Narra Matteo]:
El fin de las clases había llegado, todo el mundo se encontraba revolucionado, algunos guardaban sus cosas rápidamente en sus mochilas para salir pitando hacia casa, otros simplemente se lo tomaban con muchísima más calma.
Una vez tuve mis cosas guardadas, me coloqué la mochila en la espalda y salí caminando rumbo hacia la salida del Blake, hoy sería el último día que pasaría durmiendo en casa, ya que a partir de mañana empezaría a ponerse en marcha el plan "encerrar a los alumnos en el centro".
Según había oído, eran básicamente los últimos dos cursos, ya que en el futuro tendríamos que decidir a la universidad que ir o que es a lo que nos gustaría dedicarnos.
Básicamente querían tenernos completamente concentrados en los estudios, para obtener buenas calificaciones.
Salí de mi clase rumbo hacia la puerta de la entrada, no sin antes fijarme si Luna seguía en su clase, pero para mi mala suerte, ya se había ido.
Corrí por todo el pasillo a la máxima velocidad que las piernas me permitían y no me detuve hasta que llegué al jardín de fuera.
Hice un barrido rápido por la zona, detectando bastante cerca de mi, a Luna esperando en el parking del colegio ella sola.
Caminé de forma silenciosa hasta llegar a ella, quedando a su lado.
—Tenes razón, soy un cobarde, no me animo a hablar con vos por que me da miedo lo que me haces sent..— Empecé a explicarme, de la forma más profunda y sincera que podía, hablándole directamente desde el interior, con el corazón en la mano.
Estiré mi brazo, alcanzando con este su mejilla, acariciándola con delicadeza, mientras nuestros ojos se miraban fijamente como deborandonos desde el silencio.
Parecía que todo iba sobre ruedas, pero cuando estaba por confesarle que me pasaban cosas con ella, una voz muy conocida, nos hizo separar de golpe, provocando inmediatamente un terrible momento incómodo.
Me transpiraban las manos, tenía la boca seca, los nervios me comían por dentro, mezclándose con la rabia.
Podía notar como la chica delivery estaba temblando, aún impactada por lo que estaba sucediendo, parecerá locura pero podía sentir los latidos acelerados de su corazón cuando la acariciaba.
—Amor, vine a recogerte.— La irritable presencia de Simón, me hizo explotar en cuestión de segundos, mirándole de forma despectiva, marchándome sin si quiera gesticular ni una sola palabra.
Siempre se me destrozaban las oportunidades con Luna, ya fuese por una persona u otra.
¿Por qué demonios tuvo que aparecer?
Como odio a ese maldito guitarrista.
Estoy empezando a perder totalmente la paciencia, jamás me había sentido tan frustrado.
Mi cordura ya se la había llevado Luna, pero lo que no soportaba era sentir estos celos y no poder hacer absolutamente nada al respecto.
Debía actuar cuanto antes, idear algo y sacarmelo de encima.
Ahora la cuestión es ¿Cómo?
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