Siete razones para no enamora...

By Anny89

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Valeria está harta de que su amiga Julia le diga que debe enamorarse. Las disputas familiares no la han dejad... More

Capítulo 1: La apuesta
Capítulo 2: La recuperación
Capitulo 3: No caer en la trampa.
Capitulo 4: El castigo
Capítulo 5: El árbol
Capítulo 6: Mi tía.
Capítulo 7: Mandatos
Capítulo 8: Aprendiendo y descubriendo
Capítulo 9: Sustos
Capítulo 10: Engaños
Capitulo 11: Mí disfraz
Capítulo 12: Mala amistad
Capítulo 13: El plan de Julia
Capítulo 14: Tragando mis palabras
Capítulo 15: Mi papel
Capítulo 16: No al pasado, hola al presente
Capítulo 17: ¿Perdí la apuesta?
Capítulo 18: Madre de verdad
Capítulo 19: Desesperante
Capítulo 20: Mala noticia
Capítulo 21: Es horrible estar sola
Capítulo 22: Mi obra de arte
Capítulo 24: ¿Será una buena presentación?
Capítulo 25: La botellita
Capítulo 26: No seas engañador
Capítulo 27: Un raro paradero
Capítulo 28: Un adiós inesperado
Capítulo 29: ¿Razón?
Capítulo 30: Siete razones para no enamorarse
Epílogo
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Capítulo 23: Huyendo de mis problemas

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By Anny89

— ¿Cómo se  le ocurre llenar de puntura el colegio y también a sus compañeros? —Me habló el director el cual en este momento se encontraba muy enojado.

Después de que el bote de pintura cayera encima de mi compañero y de mí Max apareció. Iba a hablar con él pero el fierro que puse en la puerta no fue de gran soporte ya que lograron igualmente abrirla. Nos tomaron a los manchados y nos obligaron a venir a la sala del director, el cual es un viejo gruñón. Max nos siguió y ahora está esperando afuera porque la secretaria no lo dejó entrar.

Miré a mi compañero de reojo y este se veía con total calma. Al parecer sí que odia esta escuela… porque cualquiera ya me hubiera echado la culpa de todo.

Volví mi mirada nuevamente al director el cual me miraba con el ceño fruncido, esperando una respuesta.

—No me gustaba el color… —Murmuré y bajé la cabeza mientras hacía una mueca. Puede que sea verdad, pero no podía decir que “Hice todo esto porque quería que me expulsaran” aunque no sería mala idea.

El director tensó la mandíbula y desvió su mirada hacia mi compañero el cual aún se encontraba muy relajado. Al sentir como el viejo lo miraba él lo miró con desgano.

—Señor Hernández —Habló el director —Qué hacía usted también con ese bote de pintura ¿Acaso también fue su plan?

Ya se veía que los ojos se le iban a salir ante e interrogatorio. Estaba tan enojado que la vena de su cuello ya se estaba comenzando a notar, y el color pálido de su piel estaba comenzando a tornarse en rojo.

Hernández desvió la mirada hacia los irritados ojos cafés del director. Se veía que no le interesaba contestarle, pero lo haría solo para no quedar callado.

—El color del uniforme no es el más lindo que digamos, y el color verde no le queda tan mal —Dijo dándole una sonrisa para molestarlo. Funcionó. El director ya no era blanco, si no rosadito de camino a rojo. Dio un golpe a su escritorio haciendo que pegara un mini saltito ya que me había asustado.

—A ambos los expulsaría en este momento —Nos dijo enojado. —Pero justamente tenían que ser ustedes dos. Tú —Dijo indicando a mi compañero —Tienes el mayor promedio, y tú —Me indicó —Tus padres abonaron una gran suma de dinero a el colegio, así que no puedo expulsarte —Soltó y resoplido de rabia, aunque yo creo que era más humo que salía de su cabeza la cual debería de estar ardiendo.

En cierta forma me sentía molesta en pensar de que no voy a poder irme de este tonto colegio, pero también tengo la intriga de saber porque Max está aquí, y s es por la razón que creo ciento un gran alivio.

El director se puso de pie y nos entregó unos papeles. Al entregárnoslos miré el título y decía condicionalidad. ¿Me había dejado condicional, pero no me expulsó? Es casi lo mismo. Si hago cualquier otra cosa me van a echar sí o sí.

—Valeria, Gian, firmen estos papeles. Puede que no se vayan ahora, pero en casi de otro acontecimiento se vayan inmediatamente. —Dijo con el tono de voz más bajo. —Sus apoderados se enteraran de esto y confió en que ellos les darán sus castigos correspondientes, pero mientras tanto ustedes se dedicaran a pitar completamente los muros de toda la escuela —Se cruzó de brazos y nos dio una sonrisa fingida — ¿No les gustaba pintar? Pues ahora disfruten

No era precisamente mi plan el dedicarme a pintar toda la escuela. Con suerte pinto cosas para arte y en este caso solo fue la excepción de la adrenalina al pensar que me iría, pero eso a pintar tanto no me iba a funcionar.

Con frustración tomé el lápiz que me había entregado y firmé a la rápida. Ni siquiera tenía una firma, así que solo puse mi nombre en letras grandes y luego lo rayé. Miré a Gian de reojo. Él se encontraba con la misma calma, pero tenía el ceño fruncido. Miré su hoja y me sorprendió la firma tan dedicada que puso; parecía de caligrafía de un libro, pero tenía muchas letras que no entendía.

Me distraje cuando el movió su hoja y se la extendió al director. Yo hice lo mismo y este nos recibió los papeles. Con asiento de cabeza nos dijo que saliéramos de la oficina y nos mandó a lavarnos ya que aún estábamos empapados de pintura roja y verde.

Nos pusimos de pie y lentamente caminamos hacia la entrada. La oficina era grande, así que no era tan fácil llegar a la puerta de una vez.

— ¿Cómo haces tu firma? —Le murmuré a Gian mientras caminábamos. Él me miró de reojo y se rio.

—Eso lo puede hacer cualquiera —Me murmuró

—Yo no puedo —Refunfuñé —Mi caligrafía es horrible…

—Dicen que las personas que tiene buena caligrafía es porque son hermosos por dentro —Me miró de reojo y alzó las cejas.

Yo fruncí el ceño he hice una mueca. No era necesario que me dijera  “fea” de esa manera. Nunca había escuchado ese dicho, así que la impresión que me llevé fue grande.

Fijé mi mirada hacia adelante hasta que llegamos a la puerta. Al abrirla vi a Max el cual se puso de pie inmediatamente al verme.

Creo que tuve una pequeña luz en los ojos al ver a Max con un uniforme junto a un bolso a su lado. Hubiera preferido que usara el uniforme de Valentín pero esta igual cuenta.

Iba a pasar por la puerta, pero Gian me hizo a un lado haciendo que él saliera primero. Me pegué contra el borde la puerta en el brazo y eso hizo que me doliera mucho, pero la peor parte fue que pasé a manchar este borde, así que apenas salió Gian yo corrí hasta llegar a Max y lo tomé de la mano. No dejé que dijera nada y ambos salimos corriendo antes de que el director se diera cuenta que pinté una parte de su puerta y me obligara a pintarla. No me importaba avisarle a Gian ya que así tendría su trabajo extra; se lo merecía por molestarme.

Mis energías como siempre eran nulas y las piernas aún me dolían por la corrida de ayer, así que os detuvimos en las escaleras.

— ¿Por qué corres? —Me preguntó Max mientras se reía. Yo levanté la mirada y le di una gran sonrisa. Tenía pensado abrazarlo pero recordé que lo podía manchar con pintura y el uniforme no era para nada barato.

— ¿Qué haces aquí? —Le dije entre risas.

—El director arregló unas cosas para que vinera hasta acá… —Se acercó a mí y me quitó el poco de cabello que tenía en la cara, aunque más notorio era como estaba manchada con verde así que no me importaba tener el pelo en la cara. —Vine porque ayer me dijiste que te sentías sola —Me dio una leve sonrisa la cual hizo que comenzara a sonrojarme.

— ¿Cómo te aceptaron? —Le dije un poco nerviosa.

—El director hizo una pequeña papeleta en la cual las llenó con notas… aquí me aceptaron pero me evaluarían el primer mes para ver cómo me iba ya que en la papeleta salía que estudiaba en casa —Me afirmó seguro.

Era increíble como el oso podía hacer tales cosas. Eso se le llamaba abuso de poder… ero en estos momentos era muy conveniente.

Me sentía tranquila estando aquí con Max. Podría haber sido mejor si no hubiera estado bañada de pintura, pero no se lo podía hacer nada.

—Si quieren coquetear mejor váyanse a otro lado, no en la escalera en donde todos los pueden ver —Dijo Gian el cual se encontraba al principio de la escalera. Yo levanté la mirada y lo miré de reojo. No llevaba ni una semana en clases y él era peor que los otros chicos maleantes. Dicen que la peor arma es la mente, así que podía ser él el que me ganara fácilmente con solo una estrategia.

— ¿Cómo caminaste tan rápido? —Le dije de mala gana

— ¿Crees que no me fijé en la mancha de pintura que dejaste? No iba a quedarme ahí para que me echaran del colegio. Mi padre me mataría y no sé qué va a pasar cuando sepa sobre esto… aunque sinceramente me da lo mismo, pero aprecio mis cosas.

—Tú fuiste el que me empujó, así que en parte también es tu culpa…

—Vale —Me interrumpió Max. —No te enojes… —Dijo calmadamente. Yo lo miré aun enojada pero  mi mirada se fue relajando lentamente al ver como él me sonreía. No era costumbre de que peleara aparte de él o el oso, con alguien más ya que siempre he ignorado a los demás.

Gian lo miró sin expresión y comenzó a bajar hasta llegar junto a nosotros.

—Tranquilízate ahora, pero cuando toque la campana tú estarás corriendo por todas partes ya que nuestros compañeros no estarán felices al verte —Me dijo seriamente.

Se me había olvidado completamente el hecho de que manché a la clase entera con pintura. Tenía alegría al saber que los había molestado pero la frase “lo que haces se devuelve” no era conveniente en este momento ya que no sé defenderme, y si hago algo me van a expulsar y no puedo irme ahora que sé que Max está aquí.

Tensé la mandíbula y como acto de magia la campana sonó fuertemente como lo hace para el horario de recreo.

— ¿Qué vas a hacer? ¿Correr? —Me dijo Gian formando una sonrisa burlesca.

“Este chico es de lo peor…” Pensé mientras lo veía de reojo, enojada.

Necesitaba pensar en algo. Si me iba a la casa mis padres me castigarían de una vez, pero si me quedo aquí tal vez mañana no tenga que sufrir el merecido castigo de mis compañeros… aunque admito que no quiero encontrármelos en este momento aunque es casi imposible.

—Vamos —Le dije a Max. Comencé a bajar las escaleras junto a él, pero Gian se quedó en las escaleras. No me importaba si nos seguía, total no tengo nada que ver con él.

Los pasillos recién estaban comenzando a poblarse por los estudiantes que recién salían a su esperado recreo. Mi case estaba en el segundo piso, así que tenía algo de tiempo antes de que me encontraran. Necesitaba mezclarme con la multitud, pero de alguna manera después tendría que enfrentarlos.

Varias miradas de los cursos superiores comenzaron a vernos. A mí era obvio por la pintura y porque era de Valentín, pero por otro lado también creo que era por Max ya que un pelirrojo no era común de ver por estos lados. Normalmente los pelirrojos son más pelinaranjos pero Max lleva el color un poco más al rojo… Así que es común que se le queden viendo.

—Quiero desaparecer… —Murmuré mientras avanzaba entre la multitud. Varios golpes en mis hombros y miradas de reojo siguieron, pero la peor parte fue cuando me fui acercando a la salida. En frente mío estaban las malas miradas de Miguel y los de su grupo de amigos.

Si hubiera sido un poco más inteligente hubiera pensado en que todos estarían en los baños limpiándose los cuales están aquí en el primer piso. “Tengo que planear bien mis cosas… aunque no pensé que seguiría aquí para estos momentos” Pensé arrepintiéndome por mi cometido.

—Ya llegó la artista —Dijo Miguel con mala cara. Aún tenía el cabello con pintura al igual que los demás.

—No se lavaron bien… —Dije sin pensarlo. Al darme cuenta de mis palabras ya era algo tarde ya que el color de su cara comenzó a cambiar mientras fruncía con gran fuerza el ceño.

“Este colegio tiene algo que los hace cambiar de color cuando están enojados” Fue mi impresión al verlo enojado.

Su mirada se desvió de un momento a otro a Max el cual se encontraba a mi lado sin decir nada.

—Que hace él aquí —Les preguntó a sus amigos. Todos negaron con la cabeza ya que ninguno sabía el porqué de su llegada. No los culpo ya que yo tampoco tenía idea de que estaría por aquí. —Puede que él esté aquí pero eso no impedirá de que pagues por lo que hiciste —Me dijo enojado. Yo tensé la mandíbula y desvié la mirada hacia otro lado. “Piensa, piensa” Me repetía mi sub-consiente mientras retrocedía lentamente.

Max me tomó de la mano y me hizo hacia atrás haciendo que comenzáramos a escabullirnos entre todos los alumnos que aún se encontraban en los pasillos.

Escuché un “síganla” de parte de Miguel y eso hizo que me asustara.

“Nunca más, nunca más” Pensaba con cobardía. “Prometo quedarme quieta si me sacas de esta…”

La verdad era que no sabía en quien estaba pensando, pero gracias a Max pudimos perderlos. Se me olvidaba que Max era rápido y ágil. Con rapidez llegamos a la sala de música la cual se encontraba vacía por el recreo. Cerramos la puerta y nos agachamos justo debajo de la puerta para que al mirar ellos por la pequeña ventana no nos notaran.

 — ¿La escuela es así? —Me dijo Max mientras recobraba el aire. Yo lo miré de reojo, también recobrando el aire

—Normalmente no… pero les pasa a unos pocos… —Y para nuestra mala suerte teníamos que ser nosotros.

Sentimos las voces de los chicos. Se detuvieron en la sala y puedo apostar que vieron por la pequeña ventana como pensé. Lo bueno de ser escurridizos es que puedes moverte fácilmente y gracias eso ellos no nos vieron porque la puerta nos tapaba. Al no vernos siguieron por el pasillo buscándonos.

Solté un suspiro de alivio. No saben cuánto adoro las puertas… nunca más rallaré la mía y a patearé cuando esté enojada, después de todo eso es lo que me separa de estar junto a mis padres o en ocasiones como estas.

Sentí la risa de Max a mi lado. Lo miré un poco confundida y que pensé que ahora estaría asustado el estar aquí, pero por cómo se reía se veía que le había hecho gracia.

—De que te ríes… —Le murmuré

—Es divertido cuando te escondes de alguien… —Me respondió con una sonrisa —Además, no te va a pasar nada así que no hay porque asustarse

—Pues si tengo y mucho. No puedo defenderme ya que si lo hago me expulsan y también no sé cómo —Le dije desanimada. Estaba atrapada por ambos lados así que sería un poco difícil salir en momentos como estos.

Max soltó un suspiro y aportó su cabeza en la puerta. Se veía tranquilo a pesar del problema en el que lo había puesto. Me sentía un poco mal al haberlo metido en este embrollo. Él nunca antes había estado en una escuela y experimentar ser amenazado por chicos que ni siquiera conoce no se debe sentir bien. Por el tiempo que lo conozco sé que no se hará problema por esto pero yo quería que él pasara un buen primer día. Que pudiera hablar con los demás y hacerse amigos… aunque sinceramente eso debería hacerlo yo antes que él ya que después pareceré una solitaria con un novio que tiene muchos amigos…

Entre el silencio que había un gran boche se escuchó venir nuevamente de los pasillos. Ambos nos pusimos en modo de alerta pero fue falsa alarma ya que había sido un pájaro que chocó contra el vidrio.

—Pobre pajarito… este lugar los hace tontos… al igual como están todos —Dije mientras veía la mancha que había en el vidrio de al frente. —Los pocos pájaros que se ven aquí se mueren —Dije desanimada

—No debe haber visto el vidrio —Dijo Max mientras también miraba el vidrio. —O se me olvidó algo —Dijo desviando su mirada al bolso. Yo lo miré y de él sacó el tonto oso de peluche que se hace llamar director. Abrí grande los ojos al verlo con él en las manos.

— ¿Que hace aquí? —Dije mientras se lo quitaba de las manos. Me di cuenta de que estaba apagado ya que o sino desde hace mucho rato hubiera hablado.

—Lo apagué porque tenía miedo de que lo descubrieran —Dijo Max. Tomó nuevamente el peluche y abriendo una pequeña tela subió el interruptor para encenderlo.

“Ahora ya sé dónde apagarlo” Pensé con gracia. Ahora tenía el remedio para cuando me molestara.

Los ojos del peluche brillaron y como acto de magia comenzó a enderezarse.

—Ya llegamos —Le habló Max.

El oso hizo un leve movimiento y se nos quedó viendo. Parecía desorientado ¿Lo habían apagado antes?

— ¿Estas bien? —Le dije mientras pasaba mi mano por enfrente de sus ojos. Él se me quedó viendo, pero de un momento a otro reaccionó.

— ¡Max! —Gritó —¡Como se te ocurre apagar… —No alcanzó a terminar ya que ambos le tapamos la boca.

—No grites —Le murmuré. —Nos van a encontrar

Al ya estar callado quitamos nuestras manos. Él oso nos miró desconcertado.

— ¿Por qué estás verde? —Me preguntó

—Por no hacerte caso —Me susurré. Debí haberle hecho caso cuando dijo que no hiciera nada

— ¿Qué?

—Nos estamos escondiendo —Le respondió Max.

—De quien…

—De los chicos que Vale molestó

—Ellos me molestaron primero —Le dije enojada a Max.

—Te dije que no hicieras nada —Me reclamó el oso

—No necesito que me lo dig… —Max me tapó la boca y nos apegó a la puerta. Lo miré confundida pero luego entendí por qué ya que se escucharon unos pasos acercarse a la puerta.

Los tres nos quedamos en silencio al ya escuchar los pasos detrás de nosotros. Max y yo nos fuimos hacia atrás al momento en que la puerta se abrió.

—No saben esconderse —No dijo Gian mientras nos miraba serio.

Yo lo miré mientras estaba de espaldas en el suelo junto con Max. Rápidamente nos sentamos, lo tomamos del chaleco y lo echamos hacia adentro para luego cerrar la puerta.

— ¿Cómo nos encontraste? —Le dije, susurrando.

Él formó una leve sonrisa y apartó nuestras manos que aún estaban en su chaleco.

—Puede que los demás sean estúpidos como para no ver la mancha verde que hay al borde de la puerta, pero yo no. Tendrías que darte cuenta de las cosas que haces

Tengo que sacarme luego esta pintura. Prometo que desde ahora no pintaré más… al menos con temperas

Gian miró a Max y formó una sonrisa más grande.

— ¿Qué haces con un oso? —Le preguntó

Max tenía en brazos al oso el cual se había quedado rígido, como siempre al ver a personas desconocidas. Él miró a Gian frunciendo el ceño y apegó más el oso hacia su cuerpo.

— ¿Qué haces aquí? —Le pregunté para intentar distraerlo, y funcionó. Gian me miró sin interés.

—Estoy aburrido y quiero disfrutar estar afuera antes de que mi padre me castigue. Odio la escuela pero es el único lugar en donde no me vigilan del todo. —Hizo un movimiento de hombros y se sentó apoyándose en la puerta al igual que nosotros.

—Pues yo estoy huyendo de mis problemas… literalmente —Dije desanimada y me eché igual hacia la puerta. — ¿Por qué no les caeré bien? —Murmuré

—Les echaste pintura enzima, creo que es una buena razón —Me dijo Gian, cortante.

—No se refiero a eso. Me refería a antes de que eso pasara —Le dije enojada.

—Puede ser porque eres de Valentín School. Todos aquí odian ese colegio… será porque es uno de los más antiguos y no consta de las cosas que los demás quieren…

— ¡El colegio si tiene eso! —Gritó el oso poniéndose enfrente de Gian. Este abrió grande los ojos y se alejó del peluche parlante.

Miré a Max y él levantó los hombros haciéndome saber de qué no pudo retenerlo.

—El oso habla —Dijo Gian un poco asustado

—No griten —Les dije a los dos. —Y tú —Me referí al peluche — ¿No te quedabas quieto?

— ¿Le hablas? —Me preguntó Gian, pero lo ignoré

—No puedo quedarme callado cuando hablan de la escuela —Se quejó el afelpado. —Por algo soy el director

— ¿Es el director de la escuela? —Me preguntó Gian, un poco más calmado.

—Yo tampoco lo creía —Asentí —Pero ahí lo tienes…

—Ya veo porque son como son… si son dirigidos por un peluche…

—Oye —Dijimos Max y yo al unísono.

 —Mira joven —Dijo el peluche mientras intentaba trepar por la pierna de Gian. Cuando lo logró se sentó en su rodilla. —No hables mal del colegio que ni siquiera conoces.

— ¿Cómo te mueves? —Gian lo ignoró y comenzó a tocarlo. En más de una vez el oso chilló.

—No me toquetees —Se quejó el director mientras movía sus patas para todas partes. —Se me va a salir el relleno si sigues así —Le dijo dándole un golpe en la mano.

—Quiero irme… —Me puse de pie  miré cuidadosamente por la pequeña ventanita de la puerta. No se veía nada ni nadie pero eso aún no me daba la confianza para salir. —Gian ¿Puedes salir a ver si hay alguien?

—No voy a salir ara ayudarlos. Háganlo ustedes —Me dijo serio.

Yo lo miré enojada. No le costaba nada hacerme este favor, aunque en verdad no tenía por qué hacerlo contando que manché sus audífonos de pintura.

—Bien —Dije desanimada. —Tu ve —Tomé al peluche y en un acto rápido lo tiré fuera de la sala.

—Lo sacrificaste —Dijo Gian mientras se paraba para ver por la puerta

— ¡Traidora! —Me gritó el peluche desde afuera — ¡Yo confiaba en ti!

—No hagas drama. Tú solo ve si hay alguien —Le murmuré.

—Al director no le va a gustar ahí afuera, se los aseguro —Nos dijo Gian.

—Pobre director… —Dijo Max mientras lo veía por la ventana.

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