¡One shots sensei's!★

By RockMilez

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¿De que trata? ¡One shots de todos los instructores! - Kakashi - Iruka - Gai - Yamato - Ebisu - Asuma - Genma... More

¡Introducción!☆
〖¡Entrenar!〗 Maito Gai (1)
〖Solos〗 Genma Shiranui [1]
〖Cita repentina〗Ebisu (1)
〖Bibliotecaria〗Iruka Umino.[1]
〖Un día normal〗 Kakashi Hatake.[1]
〖¿Celoso?〗 Yamato.[1]
〖Inoportuno〗Asuma Sarutobi. [2]
〖Héroe〗Maito Gai (2)
〖Traición〗 Genma Shiranui.[2]
〖Primera cita〗Ebisu [2]

〖Mi vida〗 Asuma Sarutobi (1)

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By RockMilez

❁ཻུ۪۪

—  ¡Ya deja de fumar!.— gritó la mujer de ojos rosas y ceño fruncido frente al Sarutobi que quería  huir cuanto antes de esa apretada situación.— Y mírame cuando te hablo.— volvió a exigir, completamente enfadada con el hombre frente a sus orbes.

—  Te estoy escuchando, cariño.— contestó el pelinegro con una pequeña sonrisa nerviosa y temblorosa, sacando el cigarro de su boca para no seguir molestándola y tratando de tranquilizarla.

—  ¡Entonces contesta!.— ordenó impacientemente y se cruzó de brazos mientras alzaba su mirada para observar amenazante a aquel que le llevaba dos cabezas simple.

—  No sé que son esos rumores.— admitió el moreno con sencillez y sinceridad, soltando un pequeño suspiro estresado y dejando el cigarro en el cenicero para aplastarlo y apagarlo, procurando tirar el humo hacia otro lado.

La mujer de baja estatura y ojos furiosos apretó sus puños al igual que su mandíbula, sin creérselo.

Inevitablemente miles de otras preguntas bombardearon la mente de la inquieta mujer ¿por qué Asuma le prestaba tan poca atención a lo que le decía? Apenas parecía estar oyendo lo que decía cuando a ella con simplemente imaginar le dolía el pecho con una impresionante profundidad imperturbable, pensar que aquellos rumores puedan ser ciertos le angustiaban de tal manera que era casi imposible no querer largarse a llorar como una pequeña cría.

—  ¡Eres un idiota!.— exclamó enojada, dando media vuelta para irse y terminar todo, lo cual hubiese conseguido si no fuera por la mano masculina que velozmente tomó su muñeca con firmeza, impidiendo su ida.

—  Oye.— Asuma la jaló para traerla hacia su cuerpo, pegándola a su pecho y abrazándola suave y delicadamente, dejándola sorprendida y pasmada por unos instantes.— Calma...

No se lo esperaba para nada y aunque peleaban constantemente jamás eran situaciones tan serias o estresantes. De hecho, ella podría haberse quedado pegada a él por toda la eternidad y más, pero las dudas carcomían y no dejaban descansar su mente ni en una milésima de segundo y quería deshacerse de ese malestar de una vez. Quería aclararlo todo y no sentirse desconfiada o extraña.

Kami, casi arrepintiéndose al instante de verse tan débil y frágil, se separó enojada de ese abrazo y del cuerpo del hombre, negando rotundamente una y otra vez con su cabeza.

—  ¡Déjame!.— alzó la voz una vez más, cerrando sus ojos con fuerza para evitar verlo directamente e intentando zafarse de su agarre por completo.

— Vamos cariño, sabes que mi única muchacha en esta vida eres tú.— el Sarutobi admitió nuevamente, intentando hacer que la chica reaccione y ya pudiera de una vez entrar en razón y escucharlo. No llegarían a nada si solo se dedicaban a gritarse el uno al otro.

En realidad jamás le mentiría porque era nada mas y nada menos que la mujer que ocupaba su corazón y mente todo el día, no ganaría nada en hacerla sufrir o tener desconfianza de sus sentimientos. Le dolía verla de tal forma por tonta mentiras y dichos ajenos, y sí, porque aquello que había oído por ahí no era más que eso, mentiras estúpidas.

— ¡Eso no se dice en la aldea, Sarutobi!.— vociferó, casi negándose a calmarse. Sus ojos se mostraron cristalizados cuando los abrió otra vez y por fin la pelirosa logró hacer que su pareja la suelte pero sin embargo se quedo allí frente a él, esperando que acote algo, que la convenza de que realmente había escuchado todo muy mal. Quería que le transmitiera calma insistentemente para que ella no quisiera irse, ¿era tanto pedir?

— Son solo estupideces para que nos separemos.— gruñó Asuma, desesperado por hacer que le crea y entienda que las cosas no eran como veía, que no debía seguir preocupándose por esos sinsentidos.— ¿Acaso crees que Kurenai haría eso?.— dijo obvio, como si con tan solo eso debiera darse cuenta. Kami bajó la mirada con la inseguridad a flor de piel y los sentimientos el triple de intensos.

No, no la convencía aún. No podía convencerse.

— En verdad... a estas alturas puedo aceptar todo de este mundo...— contestó balbuceando, con duda en su enunciado y corrió su mirada. Su garganta ardía y su pecho apretaba con fuerza, sentía ganas de llorar pero le avergonzaba hacerlo frente a él.

El moreno, quien estaba sorprendido por sus palabras, se quedó boquiabierto y segundos después paso una mano por su cabello tirándolo hacia atrás y dejando ésta reposar en su nuca.

—¿Realmente crees que yo te engañaría...?.— cuestionó. Su voz sonó ronca con cierto tono de decepción predominando. Sus palabras le habían dolido más de la cuenta.— Wow, cuanta confianza tiene esta pareja.—murmuró irónico y miró hacia el techo en buscas de soluciones divinas que pudieran terminarlo todo.—Si me hubiesen dicho algo así de ti... tan solo me hubiese reído porque sé que no eres capaz de herirme de tal forma y pensé que yo te lo había dejado en claro, veo que en realidad nunca fue así.— Kami reaccionó rápidamente y lo miró asombrada por lo que había dicho y lo que sonaba totalmente razonable.  Sin poder contenerse más, sus lágrimas salieron a flote humedeciendo de golpe su piel, acompañadas de unos leves sollozos.

Ella tapó su rostro, con sus manos temblando y bajó la cabeza, avergonzada y afligida.

— Es que...— el jōnin al darse cuenta de la situación y las lagrimas de su novia, la observó asustado y sintiéndose culpable, no eran muchas las oportunidades en las que la había visto de tal forma.— Y-yo... no quiero perderte.— confesó, descubriendo valerosa su rostro para poder observarlo correctamente.— Me he dado cuenta que... tú haces que mis días se transformen, me complementas en todo sentido... mi corazón y mente están convencidos de que tú eres el amor de mi vida.— los ojos de Asuma brillaron y su corazón latió con fuerza, sintiéndose calidamente abrumado.

Estaba, en efecto, impactado por las palabras de la pelirosa de mejillas carmín y lágrimas de cristal que escurrían sobre éstas.

¿El amor de su vida? ¿Era eso cierto? Porque no podía mentir, causó algo tan grande en él, en su interior y allí en su corazón... Una sensación de lleno y satisfacción, algo que lo alegro más que nada, quizás el mismo amor lo había tocado por completo.

Y era estupendo porque en realidad amaba ese sentimiento, él sentía exactamente lo mismo por la mujer frente suyo.

Sonriendo brillantemente y ya más tranquilo, extendió sus brazos a ella y cuando Kami se acercó tímidamente, él tomó la iniciativa y la abrazo con fuerza, cuidando de no lastimarla pero procurando transmitir todo aquello que quería decirle con ese simple gesto. Él sintió como su novia seguía llorando en su pecho y no le gustaba, por lo que proporcionó unas cuantas caricias en su cabello, tratando de consolarla.

— Vamos, no llores Kami..— suplicó en un susurro, sin dejar de acariciarla.— Jamás me perderás, seremos felices juntos.— aseguró sin temor a sus palabras y sonrió leve de tan solo creerlo.

—Perdón...— balbuceo apenada, tratando de calmar su corazón y su llanto, muy cómoda en el pecho de su novio que la acogía. Mentiría si dijera que estaba segura de todo, que las dudas se habían ido y que no había cosas que aclarar, pero realmente creía en las palabras de Asuma.

— Ya, tranquila cariño.— el de tez morena se separó con delicadez y la tomó de las mejillas, acariciando su piel.— Solo quiero que confíes en mí, ¿está bien?.— sonrió y secó las lágrimas allí alojadas con su pulgar.— Lo primero que debe haber en una pareja es confianza o sino no funcionará.— ratificó y besó su frente con amor, olvidando de una buena vez toda aquella pelea. Seguro que habrían cosas que luego debería aclarar, pero ahora no quería seguir discutiendo cuando sus cabezas no estaban en frío. 

— S-si...— vuelve a murmurar Kami, levemente sonrojada por su beso, corriendo la mirada y haciéndolo reír levemente por su actitud tan vacilante.

— Mírame.— Asuma ordenó con cortesía, tomando su barbilla y obligándole a mirarlo.— Te amo a ti y a nadie mas que a ti, ¿entiendes?.— su voz suave y a la vez grave le hicieron cosquillas a los oídos ajenos que sentía su rostro arder con más intensidad.— Tú también eres el amor de mi vida y si me dieran a elegir a alguien con quien pasar el resto de mis días seria contigo...— un leve rubor también apareció en las mejillas del hombre, quien luego de asegurar lo que su novia quería oír y lo que su corazón sentía, se acercó un poco más y la besó.

Disfrutando de cada milímetro de sus labios sabor cereza.

— También te amo.— susurró ella sobre sus labios una vez que se alejaron uno del otro, abrazándolo otra vez y apoyando su cabeza cuidadosamente en su pecho. Él, triunfante y feliz, sacó otro cigarro de la cajetilla en su bolsillo trasero y lo posó en su boca, sin deshacer el abrazo con su novia. Cuando estuvo a punto de encenderlo, Kami se separó velozmente y se lo sacó de los labios.— Y porque te amo, ya debes dejar esto.— advirtió, volviendo a actuar normalmente, protectora y estricta como siempre solía ser.

— ¡Hey!.— Asuma no se retuvo y se quejó ya que aquel pequeño dañino tubito era el último que le quedaba, pero ella firme e imperturbable, negó y lo tiró, pisandolo. 

—Sí sigues así ni siquiera podrás conocer a nuestros futuros hijos, cuando tengamos.— lo regañó pero lejos de bufar, Asuma la observó extrañado.

— ¿Hijos?.— repitió, ladeando un poco su cabeza.— ¿Quieres hacerlos ahora?.— se ofreció con una sonrisa coqueta, Kami sonrió muy sonrojada y golpeó el hombre de su novio.

Una discusión no siempre termina mal.

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