Project Lovebug

נכתב על ידי project-ml

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Project Lovebug Presented by Project-ML! [ original comic posted on Tumblr / Google+ / DeviantArt ] Plot Devi... עוד

Chapter One
Chapter Two
Chapter Three
Chapter Four
Chapter Five
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5

Capítulo 1

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נכתב על ידי project-ml

Traducción: luullaby de Tumblr y neitheram de Tumblr

Adrien Agreste sacudió su cabeza lentamente. Fragmentos de planes y recuerdos a medias inundaban su mente; ah, si tan sólo pudiera unirlos en un mosaico. Su horario estaba retacado últimamente: Tenía un recital de piano y un partido de baloncesto en dos semanas, y debía asistir a las prácticas correspondientes en la semana siguiente. Además, tenía que mantenerse constante con el esgrima y tenía tres sesiones de modelaje avecinándose. Honestamente, no tenía idea de cómo le iba a hacer para poder organizar la mitad de eso con sus deberes de estudiante y su doble vida como Chat Noir; y ésa última era una de las cosas a las que no iba a renunciar. Incluso las cartas de sus fans habían aumentado considerablemente en cantidad. Generalmente variaban según el número de sesiones que hiciera, pero en estos últimos días se habían convertido en un diluvio de papel que amenazaba con arrasar su habitación. Ni siquiera había considerado responder a alguna; su padre no lo permitía de todas formas; pero simplemente no tenía el tiempo para hacerlo. Así que allí se encontraban, cerradas y absorbiendo rápidamente el espacio en su escritorio. Eventualmente, tendría que resignarse a tirarlas, cosa que quería evadir por el mayor tiempo posible. Siempre se sentía mal tirando todo sin abrir, pero había aprendido por las malas que era peor tirar las cosas sin responder cuando ya había leído su contenido.

– ¡Hola viejo! – Llamó una voz familiar, causando que Adrien mire hacia arriba desde sus pensamientos consumidos por horarios.

Nino estaba esperando por él en la esquina fuera de la escuela; justo como le había pedido.

– ¡Hola Nino! – Sonrió, el viento frío mordiendo sus labios con ferocidad. No sabía porqué, pero había querido caminar hacia la escuela esta mañana. El par chocó puños cuando se alcanzaron el uno al otro.

– ¿No estás emocionado hombre? Faltan tres días y eso. – Su amigo continuó, un brillo cálido en sus mejillas.

– ¿Tres días? – Comenzó Adrien, pero Nino respondió rápidamente a su pregunta.

– ¡Para el Día de San Valentín, viejo! ¿No me digas que lo olvidaste? – Exclamó un momento ante la clara falta de atención de su amigo.

Las palabras no se registraron del todo por un momento, era como una nube gris amenazando con diluviar sus contenidos sobre él en cualquier momento. El momento vino y la realización golpeó a Adrien fuertemente, como un golpe directo al estómago. ¡El Día de San Valentín se acercaba! Después de un momento total de inmovilidad, Adrien consiguió suspirar. El frío aire de febrero besó sus mejillas como un amante perdido tiempo atrás; Un toque helado que dejó escalofríos en su lomo. Había permitido que los días de febrero le sorprendieran esta vez, pero no podría seguir ignorándolos. Ese vislumbrar periférico de color en lo que de otro modo serían días fríos y sombríos se había estado acercando; y ahora, con las palabras de Nino; se estrellaba estrepitosamente contra él. Faltaban tres días y él habría estado contando los segundos si es que quisiera hacerlo, pero sabía que todo terminaría mal, muy mal. Es por ello que había decidido ignorarlo por tanto tiempo. Adrien temía que su adoración lo consumiera, y que terminaría contando los días hasta que pudiera obtener la respuesta a su mayor pregunta: ¿Quién era su admiradora secreta?

– Demonios viejo, debiste haber estado muy ocupado. No es común que pierdas la noción del tiempo.

– Yo... – Tragó, fuertemente. – ...supongo que lo hice. – Encogió los hombros vagamente, esperando que Nino no preguntara más.

Los labios de Nino se torcieron en una sonrisa en complicidad. – Oh, ya. Estás organizando planes para alguna dama afortunada? – Guiñó y le dio un codazo suave a su mejor amigo, sus ojos brillando con curiosidad y humor.

Su Lady, Ladybug. No podía dejar de pensar en ella. Había estado y seguía enamorado de ella. Tenía una tarjeta de San Valentín - sin firma a excepción de su entrañable afecto - o al menos eso es lo que esperaba. Era su posesión más preciada y ocupaba el mejor lugar en su escritorio. Él, claramente, la mantenía oculta de su padre y de Nathalie, pero eso no era un problema ya que era un secreto que valía la pena mantener. Nada le importaba más que su Lady, y la idea de que le quiten algo tan preciado, bueno, no quería ni pensarlo. Mordiendo su labio, Adrien arrastró los pies de forma intranquila mientras caminaba. No quería seguir merodeando en ese tema, y no es como que podía responder de forma honesta a Nino. Además, francamente, la pregunta de su amigo le había tomado por sorpresa.

– No hay ninguna chica Nino, pero qué hay de tí? No estabas planeando algo para Alya? – La pregunta fue rápida y honesta. Sabía que Nino se moría por la bloguera desde hace ya varios meses, pero parecía que nunca iba a hacer algo al respecto. Eso era algo que Adrien no podía comprender.

– ¡Cállate, viejo! ¿Qué pasa si alguien te escucha? – Nino siseó, mirando por encima de su hombro, claramente consternado.

Adrien no pudo evitar la risita que escapó ante la respuesta de Nino. No es que la preocupación de Nino le pareciera graciosa, no, Adrien no era tan cruel, era más bien la preocupación genuina que Nino tenía de que alguien descubriera su secreto. – No te preocupes amigo. Ella no está aquí y, no creo que alguien se atreva a delatar a otro días antes de San Valentín – Tranquilizó a su amigo. – Anda, nunca respondiste a mi pregunta.

Nino suspiró. Negando lentamente con la cabeza mientras lo hacía. – No tengo ningún plan viejo, no sé qué hacer – Admitió tímidamente, con la mirada hacia el suelo mientras hablaba. Sus tenis rozaban el suelo mientras caminaba, el nerviosismo de la situación escrito en su cara baja. – Es sólo que- –Se encogió, sus hombros moviéndose de forma marcada para dar énfasis. – No quiero ser muy intenso, ¿sabes? Va a ser raro si sólo le digo: 'Hey, me gustas mucho y tú no lo sabías pero, ¿quisieras salir conmigo?' – Su tono era amargo, casi derrotado. La mirada de Adrien se estrechó.

– Estás siendo ridículo amigo, además es obvio que también le gustas a Alya. – Empujó a Nino cariñosamente. – No sé porqué te preocupas por 'ser muy intenso'. Si lo que dices es como te sientes, ¿No deberías decirlo? Digo, es difícil; y hasta da algo de miedo; pero si ella vale tanto para tí, entonces es mejor decirlo a callarlo por siempre. – Continuó, su propia experiencia y sentimientos por Ladybug permeando sus palabras. Le había tomado tanto admitirle a ella lo mucho que le importaba y aunque estaba seguro de que ella no lo había entendido o creído del todo, la situación de Nino era mucho más sencilla y definitivamente no tan peligrosa como la suya.

Nino sólo encogió los hombros ante las palabras de Adrien mientras daban la vuelta en la esquina para aproximarse a las puertas del colegio, y eventualmente levantó la cabeza con el pasar del momento. – Es fácil decirlo para ti viejo. Eres Adrien Agreste, si alguna vez te le confiesas a alguien estoy seguro de que caerían por tí en menos de un santiamén.

– Ojalá. – Murmuró Adrien. Sus pensamientos regresando hacia Ladybug: con sus ojos celestiales, su voz suave y confiada, y su amable corazón.

– ¿Eh? – Nino se preguntó en voz alta. Los motivos detrás del murmullo de Adrien perdidos para él.

– No es nada hombre, olvídalo. – Encogió los hombros casualmente, internamente agradeciendo que Nino no le había escuchado. Esa hubiera sido una situación muy incómoda. – Si es que puedo ayudar, sólo dímelo. Pero si vale algo, estoy seguro que te dirá que sí.

Nino asintió. – Y que debería hacer entonces? ¿Qué crees que le guste?

Adrien sonrío. – Bueno, ¿podrías proclamar tu amor desde el techo más cercano?

Nino puso los ojos en blanco. – Lo digo en serio viejo. Flores y chocolate es muy cliché, a ninguna chica le gusta eso... ¿o sí? – Era obvio que Nino no estaba seguro de lo que decía; definitivamente este no era su forte.

Adrien sonrió satisfecho. – El cliché puede llegar a funcionar mi amigo, pero si en verdad quieres evitarlo... ¿Tal vez el cine?

Nino negó con la cabeza antes de que Adrien pudiera terminar de formar sus palabras. – Ya había pensado en eso. Lo hicimos contigo y con Marinette, ¿no? Probablemente piense que estoy intentando hacer la misma cosa.

– ¿Y la Torre Eiffel? – Adrien ofreció.

– Muy obvio. – Replicó Nino con la voz exacerbada.

– ¿Si la invitas a comer?

– Vamos viejo, no estoy hecho de dinero. No puedo costear lo que ella merece.

– Yo podría prestarte dinero, viejo. – Adrien ofreció con sinceridad. El dinero no era tan importante para él, si no fuera porque su padre vigilaba sus gastos ya le hubiera dado todo a Nino.

Noooooo, amigo Nino hizo todo menos saltar. – Gracias, enserio. Pero no puedo tomar el dinero de la gente. Nunca se siente bien, ¿sabes?

Adrien mordió sus labios en frustración, el patio escolar pasando en el fondo mientras caminaban. – Te entiendo, de acuerdo. ¿Qué tal si sólo salen juntos? ¿Tal vez podrían caminar por París? –

Nino encogió los hombros. – Tal vez, pero no quiero que se aburra, ¿sabes?

A pesar del tono casual en sus palabras, Adrien podía ver la desesperación en los ojos de su amigo. Una mezcla de culpa y pena en su mirar. – Vamos amigo. Lo mejor es hacer lo que sientas que es correcto. No importa que tan tonto te parezca, si tu corazón te dice 've por ello', entonces hazlo. – Explicó mientras entraban al aula, la mayoría de sus compañeros ya estaban ahí.

Ni siquiera Nino pudo contener su sonrisa ante las empalagosas frases de Adrien. – Gracias viejo, lo aprecio. Eres un buen amigo, ¿lo sabías?

– Para eso son los amigos, amigo.

Nino sacudió la cabeza lentamente mientras sonreía. – Bueno, me alegro de que seas mi amigo.

Mientras se sentaba en su lugar, la mente de Adrien se fijó en Ladybug y en cómo le iba a hacer para explicarle sus sentimientos por ella. Era una tortura ahora que Nino había sacado sus posibles planes con Alya. Simplemente no podía sacarse la imagen de Ladybug de la cabeza. Tan sólo la idea de pasar tiempo con ella era más que perfecta en este momento. Cómo Chat Noir o Adrien, él estaba dispuesto a dar lo que sea con tan sólo tener unos momentos más con Ladybug en lugar de estar en clase; y eso que le gustaba la escuela.

Mientras la mente de Adrien vagaba en deseos pasajeros, su atención fue atrapada por un sonido imprevisto. – ¡Vamos Alya, aprúrate! – Era Marinette. Girando la cabeza con curiosidad, Adrien notó el comportamiento extraño de Nino. Giraba tiesamente, como si se estuviera convirtiendo en piedra con cada segundo que pasaba. Re-enfocando su atención en Nino, Adrien vió como Alya pasaba junto a él y hacia Marinette, observando como los ojos de Nino seguían su figura todo el tiempo. Si no fuera por el ligero rubor en sus mejillas, Adrien habría jurado que su amigo se había petrificado bajo la mirada de una gorgona.

Inhalando profundamente, Adrien puso una mano gentil pero firme en el hombro de Nino, capturando su atención después de un segundo, el rubio sacudió a su amigo.

– Nino, tienes que hacer algo. Te tiene loco. – Mientras las palabras dejaban su boca, Adrien vió como las mejillas de Nino se tornaban aún más rojas.

– ¡Shhh! Vas a hacer que me atrapen viejo. – Respiró profundamente. – Además, seamos justos. No soy tú, yo no recibo millones de cartas cada año.

– Sí, sí. Ya habíamos hablado de esto. – Adrien sonrió ampliamente, inafectado por el punto de Nino. – Me atrapaste una vez, no lo harás dos. – Continuó, inclinándose hacia su mochila con un aire satisfecho.

Su actitud ambivalente hacia las cartas de sus fans no era, obviamente, la reacción que Nino estaba esperando y el chico se hundió ligeramente con decepción. No había signos de rubor o tartamudeos, y Nino no estaba dispuesto a ser la única persona avergonzada esta mañana. Claramente insatisfecho con su resultado, buscó cómo emparejar el campo de juego.

Mordiendo sus labios con lo que era una frustración amigable, Nino se hundió en sus pensamientos, buscando una memoria específica. Una pausa en la conversación le llevó a Adrien a creer que ésta se había terminado, pero mientras él buscaba en su mochila, Nino chasqueó sus dedos con vigor, una sonrisa taimada estirándose a lo largo de su cara. En ese instante, Adrien supo que la conversación no estaba ni cerca de terminar.

– ¿Qué hay de tu alma gemela del año pasado? Quizás esta vez firme su nombre. – Nino anunció triunfante, como si fuese una afirmación victoriosa en lugar de una pregunta.

Su sonrisa sólo se solidificó cuando el comentario hizo exactamente lo que quería: Adrien saltó y comenzó a balbucear, pero sus protestas callaron en meros segundos cuando su nuca chocó contra la mesa de atrás. En su pánico momentáneo, el rubio se erigió tieso, pero se sentó muy rápido y no consiguió evadir la mesa que bloqueó su camino. Sus protestas murieron en su lengua con un pequeño gañido, pero su cara seguía roja y flameante mientras se recuperaba; esta vez; de forma lenta y cuidadosa. Le dió a la mesa una mirada decepcionada mientras sobaba su nuca. Después se giró hacia su amigo nuevamente. Adrien abrió la boca para decir algo, pero Nino sólo sonrió satisfecho y le interrumpió.

– Ni te atrevas a negarlo, viejo.

– Yo... Yo no- ¡Al menos dilo en voz baja! – Replicó. Su voz siseando en la última parte mientras su ojos miraban alrededor con nerviosismo.

________________

No era intención de Marinette escuchar la conversación de otras personas a escondidas pero; cuando éstas están justo frente a ti y hablando tan alto como lo hacía Nino; era difícil no escuchar.

Usualmente no importaba, pero ocasionalmente era la causa directa de que ella golpeara su cabeza contra la mesa con la boca cerrada firmemente en un valiente esfuerzo para no chillar de emoción cuando escuchaba información que se suponía no debía de oír. Este momento era una de esas ocasiones. Sus manos se cerraron en sendos puños a causa del esfuerzo requerido para no reaccionar de forma más evidente de la debida. Ni siquiera estaba completamente segura de lo que sentía. Una combinación de excitación, curiosidad y vergüenza se arremolinaban en su cabeza.

Adrien había leído su tarjeta. Adrien había leído su tarjeta y le había gustado. Adrien había leído su tarjeta, le había gustado, y a ella se le había olvidado firmarla. ¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera olvidado? ¿Adrien se habría confesado y habrían comenzado a salir? ¿Había perdido la oportunidad de haber estado saliendo con Adrien durante todo un año? O... ¿le habría gustado menos la tarjeta de haber sabido que era de ella, de Marinette?

Alya, quién no tenía problema alguno con escuchar las conversaciones de otros, estaba más concentrada que Marinette; quien aún se sentía culpable por algo tan trivial como estar escuchando la conversación. Alya giró hacia su amiga con los ojos bien abiertos y una sonrisa que crecía por momentos. Ni siquiera intentaba ocultar el hecho de que había escuchado las palabras de Nino mientras se reía y colocaba una mano en el hombro de su amiga. Pero incluso con aquel gesto reconfortante, sus ojos brillaban de una manera peligrosa, y si Marinette lo hubiera visto habría sabido que su amiga estaba lista para entrometerse.

A pesar de sus intentos de vigilar los alrededores, Adrien se perdió de las dos importantes reacciones que ocurrían detrás de él porque Nino empezó a reírse y lo distrajo inmediatamente. Tenía que defender su honor. – Nino lo digo en serio. Habla más bajo, no necesito que la clase entera empiece a hablar de esto.

El DJ simplemente ignoró las protestas de su amigo, pero cuando volvió a hablar lo hizo más bajo. – Ya, hablando en serio, te tiene que dar algo de curiosidad. ¿Cómo es que no te estás volviendo loco, viejo?

– ¡Por supuesto que tengo curiosidad! – Adrien se desinfló ligeramente, haciendo rodar su lápiz por la mesa. Observó cómo se aproximaba hasta el borde de esta, atrapandolo en el último momento y empujándolo en la dirección opuesta. – Sería lindo saber de quién era...

– ¿Sólo "lindo"? – Preguntó Nino. Adrien podía decir por su tono que cualquiera que fuese la expresión en su cara, era probablemente una de autosatisfacción en demasía. Viendo que Adrien no mordía el anzuelo, Nino continuó hablando, – Quien quiera que fuese es una boba. Ese poema es la cosa más cursi que he leído en mi vida.

– Se supone que no deberías haberlo leído, – murmuró Adrien, obligándose a no sonrojarse otra vez mientras que el tinte rojo de sus mejillas por fin empezaba a desvanecerse.

– Entonces quizás no deberías dejarlo sobre tu escritorio a plena vista, idiota enamorado.

– ¿Tal vez no deberías husmear en los escritorios de otros?

– Amigo, estaba prácticamente a la vista. La única cosa que podría haberla hecho más obvia era una señal de neón parpadeante. – Nino se rió. – Eres afortunado de que yo; tu mejor amigo y por encima de todo buen samaritano; fuera el que lo viese y nadie más. ¿Quién sabe lo que hubieran hecho otros con esta información?

Adrien puso los ojos en blanco, pensado que las bromas de Nino no le hacían sentirse precisamente afortunado. Pero su falta de respuesta significaba que Nino había ganado aquella ronda. Le dio un empujón a su amigo, una sonrisa todavía en los labios mientras continuaba hablando. – Pero ya, hablando en serio. ¿Piensas que quien quiera que fuese volverá a enviar algo otra vez? Y quizás esta vez; no sé, ¿firme con su nombre?

Una imagen de Ladybug destello rápidamente por la mente de Adrien. La imaginaba en su cuarto, el sol de mediodía filtrándose a través de una ventana cercana, concediéndole a todo su ser un suave pero deslumbrante brillo. La luz que impregnaba sus mejillas era casi tangible, incluso cálida para él, enviando una carga de regocijo por su cuerpo. Y también estaba la gentil curva de sus suaves labios, ligeramente presionados mientras componía un poema para él. Sabía exactamente cómo sus ojos brillarían mientras encontraba las palabras que estaba buscando; la misma llama de inspiración que aparecía en sus ojos cada vez que ideaba un plan en el campo de batalla. No tan severos como en ese momento, no, esta vez estarían suavizados levemente por cariño, adoración y a veces; cuando Adrien se sentía particularmente atrevido; estaban llenos de un cálido y maravilloso amor.

Adrien imaginó la escena completa en tan solo un instante, un sueño despierto, un momento familiar que había visitado demasiadas veces. Era un gran acertijo para él, Ladybug, uno para el cual no tenía la habilidad necesaria para completar por todas las piezas que faltaban. Suspiro, y la imagen se disolvió, humo en el aire primaveral que ella personificaba.

Adrien tenía una idea muy clara de quien quería que fuese la autora de la tarjeta, pero también sabía que era algo que nunca podría explicarle a Nino. Así que respondió confesando de forma diferente. – No lo sé, pero daría lo que fuera por saber quién me envió esa tarjeta Nino, en serio.

Nino levantó sus cejas ante el tono de absoluta sinceridad en la confesión de Adrien, pero antes de que pudiera responder, la profesora llamó la atención de la clase. Los dos compartieron una pequeña mirada a la vez que les forzaban a acabar su conversación, pero pronto dejaron que su atención se centrarse en la monotonía de sus lecciones.


Marinette se había enfrentado a incontables akumas como Ladybug. Había sido atrapada, secuestrada, amenazada, disparada, pisoteada, lanzada, aplastada, apuñalada, y mucho más. Aún así, jamás; hasta ese momento; había considerado que podría morir de algo tan trivial como un ataque al corazón. Después de todo, era Ladybug, Heroína de París.

Pero Adrien decía que daría lo que fuera por saber quién le había enviado la carta, y su corazón que no paraba de correr no podría durar mucho más.

Un ataque al corazón no sería la peor forma de morir, ¿verdad?

Marinette estaba balanceándose en el borde de la locura. Podía sentir la excitación correr por sus venas. ¿O era pánico? No sabría decirlo, pero de cualquier forma, no estaba segura de poder sobrevivir hasta el final de la clase.

Adrien daría lo que fuera por saberlo.

Por saber quién envió la tarjeta.

Su tarjeta.

La que ella envió.

Su corazón estaba cada vez más cerca a ese fallo cardiaco.

Se revolvió en su silla, la voz de la profesora entrando por una oreja y saliendo por la otra. La parte racional de su cerebro le decía que necesitaba escuchar, o al menos que debía hacer menos evidente que no estaba prestando atención. Pero esa parte de su cerebro fue rápidamente suprimida por la parte que había estado gritando como loca sin parar durante los últimos minutos. Su comportamiento daba indicios a la celebración de victoria mental de su corazón. Francamente, se sentía afortunada de no estar gritando en voz alta.

Su cerebro continuó donde lo había dejado hace un rato y corrió. No era difícil conjurar una imagen de él, sonriéndole con una mirada de maravilla en su cara porque su "misteriosa alma gemela" era ella. Había estado sentándose detrás de él todo este tiempo. Podía verlo ahora, el momento en el que todo encajaba en su sitio, cuando todo se simplificaba, el momento donde él sabía y ella sabía y ambos sonreían. Era perfecto, y todo lo que ella tenía que hacer era-

La imagen se volvió blanca, desmoronándose en pedazos ante sus ojos mientras la fría realidad caía sobre su enamoradiza mente.

¿¡Cómo demonios iba a decírselo?!  

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