Ahora nada sera igual, nada.
Repito en mi mente una y otra vez recordando lo que ha ocurrido ésta tarde con Stephane. Me arden las mejillas al recordarlo, tengo ganas de que me tragara la tierra, pero debo admitir que sus palabras habían hecho palpitar mi corazón como nunca antes.
El deseaba besarme, y yo no sé que hacer.
Tomo un sorbo de mi humeante té e intento relajarme y realizar mis tareas correctamente, pero es imposible. Quizás es solo una escusa para recordarlo a cada minuto, el cual perduraba.
Al terminar mí té y mis tareas, tome un reconfortante baño y caí rendida en mi cama.
...
En toda la noche soñé con el roce de sus labios con los míos, dulces y suaves.
Aparco en el lugar de siempre, bajo del auto y camino a la entrada. Aspiro una bocanada de aire y lo expulso de golpe, me siento casi lista para enfrentarlo.
Camino hacía mi casillero y como lo había predicho, ahí está él. Como todos los días.
Lo miro y me siento derretir, nuevamente mis mejillas arden.
Llego hasta él, Stephane me mira y sonríe de lado, cosa que hizo que ardiera más en vergüenza.
-Hola. -saludo con los ojos puestos en mis pies.
-Hola -responde de la misma manera, mientras me da espacio para abrir mi casillero y sacar los libros de las primeras horas correspondientes.
Al terminar lo miro, en comparación a mí, el actuaba como normalmente lo haría.
Una parte de mí se siente molesto por su actitud. ¿Tendrá amnesia o qué?
Niego con la cabeza para eliminar todo tipo de pensamiento sobre el tema, el actuaba normal, y si el podía yo también.
-¿Cómo está tu tobillo?
-Bien, gracias.
Desde ahora será un tema olvidado, como el día del trabajo en mi casa.
Mierda, lo que hago es recordar más.
-Oye, ¿te ocurre algo? -Stephane me mira con el ceño fruncido.
Su voz me saca de mi confrontación mental, lo miro y sacudo la cabeza.
-N-Nada ¿por que? -pregunto haciéndome la desentendida.
-Bueno, es que pones unas muecas. Además que hace como cinco minutos estás parada en el mismo lugar.
Me golpeo la cabeza mentalmente, ¿mas obvia podía ser?
-Oh, bueno -miro mis uñas encontrando de repente interés en ellas- Ando un poco estresada, solo es eso.
Stephane me mira, por su expresión, no muy convencido con mí respuesta pero se limita a asentir, luego de eso caminamos al aula de Música, la primera clase.
...
Las primeras clases fueron largas y monótonas, intente no hacer tanto contacto visual con mi compañero y lo había conseguido.
Ahora me encuentro en una fila de estudiantes hambrientos. Al llegar mi turno cojo una bandeja y elijo mi almuerzo, una hamburguesa con una soda, todo un almuerzo nutritivo.
Me siento junto a Emma que conversa con Stephane de algo, me limito a comer mientras los veo hablar entre ellos, de vez en cuando opino en algo, no mantener tanto contacto visual sigue en pie.
-Entonces hoy iremos al cine ¿estas de acuerdo Michelle?
Los miro por un momento, estaba aburrida y el cine sería bueno; pero declino esa idea al imaginarme a oscuras con Stephane.
Es increíble como puedo imaginarme esas cosas, estoy alimentando más y más mi mente morbosa.
-Si, si claro.
- ¡Genial! -exclama Emma.
Las clases siguieron aburridas hasta llegar lo mejor del día, la salida.
Conduje hasta mi casa, estaciono mí coche y bajo de la misma.
Entro a mi casa, dejo mis llaves encima de la mesa del recibidor y pongo mi bolsa en el sofá. Me dirijo a la cocina y ahí está mi padre, haciendo la cena.
-Hola -lo saludo acercándome a el.
El voltea a verme y responde de la misma manera, junto a un beso en la cabeza.
- ¿Puedo salir hoy con Emma?
- ¿Solo irán ustedes?
Lo miro con el ceño fruncido, el nunca preguntaba cosas así. Recordé la primera y única vez que había visto a Stephane, y además de eso que se conocían y creo que no se llevaban bien, podría estar preguntándome por el.
-Claro -respondo lo más convincente posible- Como siempre ¿Por qué?
-No por nada, puedes ir. Pero no vuelvas tarde.
-Gracias -le doy un beso en la mejilla.
Subo a mi habitación, abro el armario y dudo en que ponerme.
Solucione mi duda rápidamente al hacerme recordar a mi misma que yo no era así, pero Stephane iría y como siempre el desestabiliza mi equilibrio.
Me doy un baño rápido y me visto con lo básico: jeans y suéter. Me miro en el espejo y arreglo mi cabello.
Normal Michelle, actúa normal.
...
Acordamos a encontrarnos en el cine.
Llego al establecimiento, las luces lastiman mí vista y el aroma a palomitas se hace presente.
Un cantidad considerable de personas están en la entrada, la incomodidas resurgió al visualizar a las parejas de la mano.
Los busco con la vista y los encontro viendo la cartelera, me acerco y Emma con su efusividad de siempre me saluda con un abrazo, en ella es normal ese tipo de demostración de afecto, extiendo mi mano para saludar a Stephane pero el me mira sorprendido y en lugar de un buen apretón de manos se acerca a mí decidido, me vuelvo piedra, sé lo que hara pero no soy capaz de reaccionar, sus brazos entonces me rodean, fugazmente pero su calor se mezclo con el mío perfectamente, lo miro a los ojos cuando se distacia y puedo notar que se había puesto nervioso. En cambio yo, mi rostro se prendió en vergüenza.
¿Qué significa eso?
Sin perder mas el tiempo, compramos los boletos para una película de terror, al igual que las palomitos y los refrescos.
Para mi desdicha Stephane se sienta en medio de las dos, a mi derecha. Y cada roce que hacen nuestros hombros me averguenza mas, lo miro de reojo, pero como siempre el está inmutable.
La película empieza, las escenas que debían causar miedo a todo el mundo, no asustaban ni al más miedoso.
Miro la pantalla grande intentando olvidar que el chico que acapara mis sentidos está a mi lado, cuando siento una caricia en la mano. Dirijo mi mirada hacia ella y contengo el aliento. Stephane entrelaza sus dedos con los míos y aprieta con seguridad, lo miro a los ojos y sigue con el mismo semblante que antes, su mirada fija a la escena de sangre que emite la pantalla.
Mientras siento que mi corazón palpita cada vez mas rápido, su tacto provoca que me estremezca y que electricidad recorra por mi cuerpo con una sensación de júbilo.
Aprieta más mi mano con la suya, y hago lo mismo.
Para que negar, me gusta esto.
La película acabo, no había prestado atención ni por la mitad; me limite a disfrutar de su tacto, frio y áspera pero a la vez suave.
Las luces se prenden y con ellas nuestras manos se separan, y la extraña pero buena sensación desaparece.
¿Qué había sido todo eso?
Mi corazón aun palpita a mil por hora, mi piel aun esta erizada. Lo miro caminar a mi lado, con las manos en los bolsillos ¿Qué estará pensando?
-Estas de acuerdo Michelle. ¡Michelle! -exclama una voz femenina.
Miro a Emma y parpadeo un par de veces.
-Oh, No estaba prestando atención -mis mejillas se sienten calientes, rasco mi codo en intento de esconder mi rostro.
-Iremos a comer pizza, ¿estas de acuerdo con eso?
-Claro, claro.
- ¿En que tanto piensas Michelle?
-En nada -respondo y como por instinto, miro a Stephane.
El también me mira, y es la misma mirada que tenia el día en que estábamos en mi casa. Ojos turbios.
Las horas pasaron y el frio aumento, Stephane tuvo su mirada en mi en todo momento, yo solo pude mirar mi pedazo de pizza y sonrojarme completa.
-Adiós chicos, mi padre ya me llamo y quiere que este de inmediato en casa-voltea los ojos- Ya saben, es un exagerado. -nos besa en la mejilla a ambos, se sube a su coche y se va. Dejándonos solos.
Nos quedamos parados, me quedo callada por la vergüenza, en cambio el parece querer que hable primero.
-Bueno. ¿Quieres que te lleve a casa? -le pregunto.
- ¿Quieres irte a mi casa? -sonríe de lado.
-N-no me refiero a eso -mis mejillas arden.
- ¿Qué estas pensando, eh? -sonríe mostrando todos sus dientes. -Tienes una sucia mente Michelle.
¡Trágame tierra!
-Tonto.
El ríe ahora con mas ganas y sin poder evitarlo también sonrío.
Camino hacia donde deje aparcado mi coche, Stephane me sigue, creo que eso en su SI a mi invitación.
Estamos llegando a mi coche, busco mis llaves cuando una motocicleta negra se detiene frente mio.
Paro de golpe por el susto y cuando me disponía a gritarle algunas cosas al imprudente, este se quita el casco. Unos ojos marrones se clavan en los míos.
Anthony.
-Vaya, vaya -dice el imprudente -Que bueno encontrarte bonita.
Lo miro y frunzo el seño.
- ¿Siempre tienes la maldita costumbre de aparecer así? ¡Estas loco!
-Si también estoy bien, gracias -ironiza Anthony con una sonrisa de lado.
El me mira y luego pasa los ojos a la tercera persona presente, su sonrisa se desvanece. Ahora su mirada es desafiante y cruza sus brazos encima de su pecho, los admiro con terror.
Stephane mantiene una mirada fría en respuesta.
- ¿Es tu amiguito Michelle? -pregunta Anthony.
- ¿Y tu quien eres? -ataca Stephane.
Sus miradas están en duelo, es como si yo ya no estuviera presente y sean solo ellos dos.
-Anthony ¿y tú?
-Stephane.
Se analizan uno a otro.
Anthony desvía la mirada y la posa en mi, cambia su expresión a picara.
- ¿Quieres dar una vuelta o mejor te llevo a casa? Es muy tarde para que estés en las calles y con chicos ¿tu padre sabe de esto?
¿Que?
-No, gracias. Vine en coche -le muestro mis llaves- Y tienes razón ya tengo que ir a casa y tu también, y si, mi padre sabe de esto.
-Ok bonita, solo por ti iré a casa. -se acerca a mi -Adiós princesa, que sueñes conmigo -pone una mano en mi cintura y me besa como despedida. Me quedo atónita cuando besa la comisura de mis labios, el sonríe con deleite.
Mira a Stephane, sube a su moto y se marcha.
Yo aun no se bien que ocurrió, pero Anthony tenia la intención de besarme. ¡A mi! ¿Qué esta sucediendo? Esto es un mundo paralelo.
Doy media vuelta y miro a Stephane.
El parece... enojado, no, peor que eso: furioso. Aprieta con fuerza sus manos al igual que su mandíbula, su boca esta en una fina línea y sus ojos aun mas turbios que antes.
Esta realmente molesto.
-Steph...- lo llamo pero el no me deja terminar de pronunciar su nombre.
Me agarra de la mano y camina arrastrándome tras el. Llegamos a mi coche y me pega contra el, mi espalda contra la ventana de conductor.
El me mira fijamente, con intensidad y yo me siento pequeña, aterrada y avergonzada.
Pone una mano a un costado de mi cabeza y se aproxima a mí.
- ¿Qué tienes con ese chico? -pregunta, su voz suena realmente ruda tras la mandíbula apretada.
Trago saliva, sin poder contestar.
-Contéstame Michelle. -reclama.
-N-nada -respondo encontrando mi voz.
El sigue mirándome pero ahora sin el ceño fruncido, y su mandíbula relajada.
-No sabes cuanto me alegra escuchar eso-su voz ahora es dulce en comparación a hace minutos.
Lo miro directamente a los ojos, el ahora me observa con dulzura y no lo entiendo.
Veo como su mirada baja, hasta mis labios. El se muerde el labio interior; causando que yo lo haga también.
Sube nuevamente su mirada a mis ojos, sus ojos son preciosos; y sus labios...
¿Qué sentiría si me besara?
El parece leer mi mente porque se aproxima lentamente a mi; nuestras narices se rozan y el me mira a los ojos como pidiendo permiso. Yo me quedo petrificada, no tengo idea de que hacer; si aceptarlo o no. Pero maldición... lo quiero.
Quiero que me bese.
Acaricia mi cabello con sus dedos y termina su recorrido.
Como resultado: nuestros labios unidos. Una ola de electricidad recorre por completo mi cuerpo, mi piel se eriza, todo en mi interior se revuelve.
Stephane mueve sus labios sobre los míos, con dulzura y suavidad. Se sienten como pétalos de rosas acariciando mis labios.
Imito sus movimientos correspondiéndole el beso, y lo único que quiero es que este momento sea eterno.
Nos besamos hasta que nos falta el aire, Stephane muerde mi labio inferior y deja un último beso casto en mis labios. Abro los ojos y lo miro, nunca lo había visto más atractivo, si eso era posible.
Ninguno de los dos hablamos por varios segundos, solo nos miramos uno al otro.
-Michelle, no te acerque a ese chico. -susurra y lo escucho bien por nuestra corta distancia.
- ¿Por qué?
-Solo no lo hagas princesa -levanta mi mentón y me besa por ultima vez antes de erguirse y separarse de mi.
Frunzo el ceño, lo veo caminar de espalda a mí.
- ¡Stephane!-lo llamo. - ¿en serio no quieres que te lleve a casa?
El se voltea para verme. - Insisto ¿Quieres irte a mi casa?
Mis mejillas se prenden mas de lo que ya están, el tiene algún poder sobre mi. ¡No hay cosa que salga de su boca que no me avergüence!
-Quiero acercarte a tu casa. -respondo.
-No, gracias, vivo cerca de aquí -me guiña un ojo -Adiós princesa.
Me despido de el con la mano y me apresuro a entrar a mi coche.
Aprieto el volante y poso sobre ella mi cabeza. Solo puedo sacar una conclusión, fue una noche... increíble.
Me miro en el retrovisor, mis mejillas aun están sonrojadas, mis ojos brillan y los labios están rojos.
Los toco al recordarlos sobre los labios de Stephane.
Suaves y dulces.
Cierro los ojos y suspiro.
¿Será que me estoy enamorando? Tengo todos los síntomas.
Vuelvo mi mirada al retrovisor y busco en el, el reflejo de Stephane, pero ya no esta. ¿El se sentirá igual que yo?
Arranco el auto y en minutos llego a casa, una vez dentro, voy directo a mi habitación. Me tumbo en la cama con la mirada en el techo y no puedo hacer otra cosa que sonreír como una tonta, y no es de menos; había dado mi primer beso.
Y fue con Stephane...
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