El verano ya había quedado atrás y la competencia entre Gryffindor y Slytherin por quién ocuparía el nuevo puesto de buscador en cada equipo de Quidditch se hacía cada vez mas tediosa.
A lo largo de la semana, Samantha se había pasado la mayor parte del tiempo agobiando a su hermano con preguntas tales como; «¿Quien es Tom Riddle?» O «¿Tom es el nombre completo o solo su nombre de pila?»
Al ver que Finnegan no bajó la guardia en ningún momento, Samantha no tuvo más remedio que el de acudir a Madam Prince.
—¡Fuera de mi biblioteca Jovencita!—Exclamó la mujer al oír las mismas preguntas que Sam había realizado tiempo atrás a su hermano.
—Primero...—Comenzó a protestar Sam mientras la bibliotecaria forcejeaba con ella,— la biblioteca pertenece a Hogwarts, no es de su propiedad, por lo que...
Un fuerte portazo interrumpió los lamentones de Samantha, la cual se hallaba ahora, fuera de la biblioteca, sin respuestas, y con la vista fija en las escaleras.
—Olvidé...Olvidé revisar la sección prohibida —Bufó la niña cruzada de brazos y con el ceño fruncido.
—Necesitas un pase especial para entrar a esa zona.
Sam elevó lentamente la vista, hacia la voz que le resultaba peculiarmente conocida.
Remus Lupin, parado frente a ella y con una inmensa pila de libros sobre sus manos, no parecía estar del todo seguro de lo que pretendía. Samantha dio un respingo.
—Vaya—Dijo Sam con un dejo de desagrado,—Creí que a tus amigos les asqueaban las serpientes. Por lo visto, tu puedes hablar con una sin mofarte primero.
La chica no tardó en recoger su mochila y comenzar a dar pasos rápidos hacia las escaleras.
—¡Samantha! — En un intento de alcanzar a la chica, Lupin estuvo muy cerca de acabar en el piso, aplastado por la pila de libros que cargaba en sus manos. —Quería... El día en el que Dumbledore nos llevó a James y a mi a su despacho... yo... quiero ofrecerte una disculpa. ¡Eso es todo, estoy desarmado!
Sam se paró en seco, a la vez que ponía los ojos en blanco.
Pocos segundos de silencio luego, volteó hacia Remus, el cual se apresuró a dejar la pila de libros en el suelo.
—Disculparte...¿Por ti y por cuantos mas? —Preguntó Samantha con el ceño fruncido. —¿Vienes a dar la cara?, ¿la cara que tus amigos no tienen el valor de mostrar?
Remus abrió los ojos como platos.
Samantha le sostuvo la mirada por unos segundos, al no recibir respuesta, no le quedó opción mas que volver a tomar sus cosas y caminar escaleras abajo.
—¡Aquí estabas!— Bufó Gregory, apareciendo de la nada, otra vez. ¿Que se traía ese chico? Por un momento, Sam no supo si gritar o intentar pasar la mano a través de el para comprobar que no se tratase de un tipo de broma.
—Tienes que enseñarme a hacer eso.—Resopló la chica con los azulados ojos abiertos de par en par.
—Tomaría algo de tiempo explicar.—Respondió Gregory un tanto agitado. Su cabello estaba terriblemente revuelto y poseía su túnica empapada en lo que parecía ser una especie de almíbar que emanaba una fragancia empalagosa.
Samantha arrugó la nariz, sofocada por el olor dulzón.
—Esperan por ti en el Grán Comedor, —Añadió el pelirrojo. —¿Prince ha sido de ayuda? —Preguntó Gregory echándole un vistazo a la mochila que Sam sujetaba entre sus manos.
—Sus gritos me ayudaron a despertar.—Suspiró Sam a la vez que llevaba una de sus manos a la frente.
Gregory se limitó a sacudir la cabeza en gesto de negación.
—Riddle debe esconder una historia interesante.
Las mesas en el Gran Comedor se hallaban, como siempre, repletas en las mañanas. Ese día se encontraban todos especialmente ansiosos respecto a la prueba de vuelo.
—Ni sueñes que te presentarás a la prueba de vuelo en estas condiciones. —Soltó Hayden.
Según lo que Marcus había contado a Samantha, Hayden no había dejado de regañar a Gregory desde que habían comenzado a desayunar.
—¿Que intentas demostrar desapareciendo de la nada? —Acotó Marcus.— ¡Estas en primer año, debería serte fisicamente imposible!
Sam contempló como Gregory tapaba sus oídos con fuerza mientras que Hayden utilizaba pequeñas dosis de Aguamenti para quitar el hedor de la túnica y lo regañaba al mismo tiempo.
Una vez acabado el desayuno, los prefectos de cada casa se abrieron paso entre las estudiantes mas pequeños.
—Lamento sonar como idiota pero, ¿Alguno tiene idea de quién es nuestro prefecto? —Preguntó Marcus de brazos abiertos.
La primera vez que Samantha puso un pié en el Gran Comedor, pudo notar como en la cabecera de cada una de las mesas de primer año, el primer día, el prefecto de cada casa se había dado a conocer. El de cada casa, menos Slytherin.
—Creo que...lo descubrí.—Susurró Hayden a Marcus. Todos los Slytherins de primer año tenían ahora la vista fija en una sola persona, mas bien, un joven de tercer año.
El chico que parecía no tener menos de catorce años, se hallaba parado frente a la silla cabecera. A pesar de la altura de esta, el joven la pasaba por una cabeza.
A diferencia de sus compañeros de curso, Sam había notado que este, llevaba una fina camisa color negro bajo su larga túnica, al igual que el par de pantalones oscuros. El conjunto de este hacía un notable contraste con su tez, extremadamente pálida.
—Mi nombre...es Lucius Malfoy y, si. —Dijo cortante al ver como uno de los chicos de la meza alzaba la mano con intención de formular «la pregunta» —Seré su prefecto este año.
Sam observó de reojo como los prefectos de otras casas habían comenzado su discurso de iniciación.
A diferencia de Lucius Malfoy, los otros parecían mucho mas grandes respecto a su edad.
—Si es que aún no se han enterado de cual es mi deber como prefecto, pues, haré respetar las normas dentro de Slytherin. Es un fastidio decir que si alguno de ustedes llegase a quebrantar alguna de esas reglas me veré obligado a informar al director...Dumbledore, lo que obviamente nos restará puntos.
Por un momento se hizo el silencio. Malfoy paseó su mirada por cada uno de los integrantes de la mesa antes de proseguir;
—Como no creo que sea eso lo que deseen, supongo que se comportarán...¿no es así? —Sus dedos jugaron por un momento con el marfil de la silla.
Todos asintieron.
—Bien. —Una pequeña sonrisa de suficiencia asomó por la comisura de sus labios.— Ahora síganme por favor.
Al voltearse, el joven dio a notar una larga y lacia cabellera rubia sujeta prolijamente en la parte de la nuca.
—No se le daría nada mal el ejercer de profesor...—Susurró Gregory entre dientes mientras le seguían el paso a Lucius hasta el campo de vuelo.
A decir verdad, a Samantha también le intimidaba un poco Malfoy. La niña se preguntó si a su hermano también, después de todo, debían conocerse.
El campo se hallaba repleto.
Samantha pudo divisar a su hermano Finnegan junto a una chica que parecía de su misma edad, ambos sosteniendo una escoba en cada mano.
La chica sonrió al ver que Sam la observaba.
—¿Quien de ustedes desea entrar al equipo?—Preguntó Malfoy a la vez que colocaba ambas manos dentro de los bolsillos de sus oscuros pantalones.
—Yo... y Samantha Whornwood,—Vaciló Gregory dando un paso al frente. Samantha frunció el ceño al sentir como Gregory tiraba de su túnica.—Nos presentamos para la prueba de vuelo.
Malfoy posó su gris mirada en Gregory y luego en Samantha.
—¿Es cierto lo que dice? —Preguntó Malfoy a Sam.—¿Deseas presentarte para la prueba?
Samantha asintió decidida.
—Si—Dijo;—Es cierto.
Lucius inclinó levemente la cabeza en gesto de acuerdo para luego volver a posar su mirada en la chica con gesto curioso.
—Whornwood...—Susurró Malfoy.—Hermana menor de Finnegan supongo.
Antes de que Sam pudiese siquiera abrir la boca para contestar, Finnegan y la chica simpática se hallaban ahora detrás de Malfoy.
—¡Lucius!—Exclamó Finn sonriente, —¿Tenemos suficientes candidatos?
Malfoy se encogió de hombros, no eran mas que dos.
—No parece haber muchos entusiastas, —Acotó la chica del lado de Finn a la vez que paseaba su mirada por la fila de Slytherin. —Con lo divertido que es el Quidditch... a veces fantaseo con jamás bajarme de la escoba. Volar y...
—Neryna creo que comprendimos.—Interrumpió Lucius con los ojos en blanco.
La chica de largos cabellos rojizos hizo una mueca.
—Soy Neryna Muhlenbrock, ustedes pueden llamarme Nery, porque me caen bien. Tu Malfoy...—Dijo volteándose hacia Lucius, quien dio un respingo. —Tu...no tienes permitido llamarme.
Lucius soltó un gruñido.
—Les deseo suerte. —Dijo Nery sonriendo a la vez que se subía a su escoba, dejando una a manos de Finnegan. —Por cierto soy una de las cazadoras... ¡Nos veremos luego de la prueba!
Al levantar vuelo, Muhlenbrock tiró del pelo de Malfoy, lo cual provocó que este se encaminara hacia el castillo lanzando palabrotas al aire.
Sam y Gregory la saludaron con la mano.
—Nery asiste al mismo año que Lucius y que yo.—Aclaró Finnegan.
—¿¡Nuestro prefecto es de tercer año?!—Preguntó Hayden incrédula. Había estado todo el tiempo leyendo junto a Snape y Marcus en un pequeño círculo que habían formado en la esquina del campo.
—Yo suponía que era mas grande...—Acotó Sam.
—Suele causar esa impresión,—Dijo Finn entre risas. —Es un Malfoy después de todo, a veces suelen aparentar un poco mas de lo que son en realidad.
La niña se preguntó si había oido el apellido Malfoy antes, su padre seguido nombraba el nombre de Abraxas Malfoy cuando regresaba del trabajo. Ese hombre y su padre mantenían largas charlas acerca de temas que Sam no comprendía en absoluto.
La prueba de vuelo no fue tan mala después de todo. Gregory estaba tan orgulloso de haber montado primero la escoba de Sam que no había dejado el tema en todo el día, además del recorrido de vuelta al interior del castillo.
Sam había logrado ocupar el puesto de cazadora en el equipo, mientras que Gregory fue pedido por Finn, el buscador, como defensor.
Finnegan soltaba una risotada victoriosa al contemplar como el chico le daba a todo lo que se le cruzase en el aire, moviéndose tan rápido como las propias Bludgers.
—Pude notar sus miradas en mi— Parloteaba Gregory mientras Malfoy los guiaba a través de la oscuridad que reflejaban las inmensas torres del castillo.
Dumbledore había estado de acuerdo en brindarles el día completo a los de primer año para fijar sus puestos. —Los dejé boquiabiertos, ¿No crees Samantha?
—Merlin, Gregory...—Se quejó Sam con un disimulado gesto de frustración.—Es la undécima vez que hablas de esto...
—De hecho, —Interrumpió Snape el cual sujetaba lo que parecía ser un manual de pociones en una de sus manos,—Fueron veinte, Marcus las contó.
Sam lanzó una risita y Gregory frunció el ceño, para luego adelantarse hacia las habitaciones del castillo.
—Que tengan buenas Noches.—Dijo Malfoy entre dientes para luego subir las escaleras contrarias. El prefecto se sobresaltó al ver a Neryna Muhlenbrock salir de su habitación correteando en pijamas para dirigirse a los estudiantes de primero en particular.
—¡Buenas noches!—Exclamó la chica con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaba su lacio y rojizo cabello atado en una coleta.
Todos los estudiantes la saludaron. Algunos sonreían y otros la miraban extraño. Era imposible no sonreír con las locuras de esa chica.
Malfoy se limitó a pasar por su lado sin decir palabra.