El primer día

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Samantha tuvo un sueño extraño. Pero no era una pesadilla, solo era extraño. Se encontraba en lo que parecía ser un bosque, era de noche y se encontraba sentada sobre una piedra lisa y suave. Miraba a su alrededor y no había ninguna luz, la única luz que había provenía de la luna que se asomaba a lo lejos de entre las nubes.

De la nada, un ruido tras ella la puso en alerta.

Lumos —susurró,  y una luz comenzó a surgir desde su varita. Mientras, lentamente iba colocando sus pies sobre la tierra, oscura y algo embarrada por la humedad, comenzó a caminar lentamente adentrándose al bosque. Elbcual ya no estaba solo iluminado por las estrellas, ni por la luz de su varita.

Personas encapuchadas y con largas túnicas reunidas en circulo, parecían concentrados en realizar algún tipo de hechizo. Samantha se acercó más para ver que estaban haciendo, pero en un abrir y cerrar de ojos el grupo ya no estaba.

Como si en su propio sueño le hubieran dado una bofetada, se despertó algo exaltada.

Habían pasado las siete cuando con los ojos apenas abiertos, Samantha   pudo divisar el reloj de cuatro agujetas en la esquina de la habitación, las cuales apuntaban todas a un mismo lugar : "Hora de levantarse".

No parecía haber nadie en el cuarto ya, excepto Gregory, que se encontraba recogiendo su túnica del suelo mientras se frotaba sus cansados ojos con ambas manos. Parecía no haber pegado un ojo en toda la noche, aunque el no opinaba igual.

—¿De que hablas?

Sam pudo notar que mientras Gregory le hablaba e intentaba recoger su túnica, que estaba del otro lado de su cama, se tambaleaba como si la cabeza le diera vueltas.

No quería que Gregory se diera cuenta de que ella encontraba esa escena bastante divertida, así que le ofreció ayuda. A lo que Gregory se negó como era de esperarse.

—Gracias, pero no necesito ayuda para levantarme.—Decía mientras le dirigía a Samantha una mirada de superioridad. —¿Por que no vas a desayunar al Gran Comedor como todos?

Samantha  recogió sus cosas, puso los libros de las asignaturas que le tocaban el lunes en su mochila bastante molesta por el comentario de Gregory y dando un leve bufido, se dirigió al Gran comedor.

Se podía ver a través de las grandes ventanas del Gran Comedor como los rayos de luz traspasaban los vidrios dejando extrañas figuras de colores. Samantha paseó con la vista la mesa de Slytherin y consiguió ver a Hayden, desayunando con sus compañeros de cuarto mientras ojeaban un pergamino en el que parecían estar escritas sus asignaturas.

Samantha se acercó a la mesa y Marcus le hizo un lugar. Se encontraban sentados justo en medio de la larga mesa llena de comida y jugo de calabaza.  Hayden le dirigió una mirada rápida y le pasó el pergamino, Sam leyó en vos baja y posó la vista en "Historia de la magia" prolijamente escrita.

—Veo que les toca con el divertido profesor Binns. —Finnegan se había parado detrás de Samantha y ojeaba el pergamino de Hayden con una sonrisa burlona.

— ¿A que te refieres con divertido?

Gregory finalmente había bajado, con su mal humor todavía impregnado.

—Bueno, solo puedo decir...que es un fantasma. —Y soltando aquello, Gregory se dirigió a su grupo.

—Vaya, es un fantasma.  —Hayden parecía molesta. Sam le devolvió su pergamino y tomó una de las tartas de la mesa mientras se preguntaba como sería su primer día.

El fantasma de la casa de Slytherin, el Barón Sanguinario, estaba sentado en la cabecera de la mesa y a Sam se le escapó una risita al ver la cara de susto del chico que estaba sentado al lado de este. La mesa de los Slytherin estaba bastante tranquila aunque por otro lado, de la mesa de los de Gryffindor el barullo y las risas eran bastante molestas. Sobre todo a las siete y media pasadas de la mañana.

Samantha Whornwood y los merodeadores |Hogwarts primera generación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora