Nervios en la noche

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Había pasado un tiempo desde el desagradable encuentro con Potter después de la clase de pociones con Slughorn. Samantha seguía convencida de que si no hubiera sido por esto, ese día habría sido uno muy bueno, ya que había descubierto que pociones entre otras asignaturas era una de sus favoritas.

—¿Cuando piensas dejar a ese ratón en paz? —Protestó Marcus, que al parecer no se veía nada contento contemplando como Hayden intentaba incansablemente cambiar el pelo de su ratón de un color gris a rosado oscuro. Al parecer el roedor tampoco estaba muy alegre con la varita de Hayden.

—Es solo que se ve tan triste de gris...y tu Blaster, ¡No ayudas mucho! —Hayden hacía extraños movimientos con su varita intentando que Blaster dejara de darle mordidas con sus largos dientes frontales.

Ese miércoles un aire otoñal comenzaba a entrar por los grandes ventanales del castillo. Y el Gran comedor, como todas las mañanas estaba lleno. Samantha se había levantado algo tarde ya que no había dormido muy bien esa noche. Había soñado con encapuchados otra vez. A veces deseaba entender que eran esas personas, o si al menos eran personas.

Ese jueves por la mañana, y la pelea entre Marcus y Hayden, le habían dado tiempo suficiente a Samantha para terminar de escribir la redacción del profesor Binns acerca de la historia de la magia en Norte América, bajar al Gran Comedor a comer una tarta de manzana y beber su jugo de calabaza.

—Lindo día...—susurró una voz de lado de Sam. —Al parecer el verano al fin está terminando.

Samantha dio un respingo. Gregory se hallaba sentado a un lado de ella con la mirada perdida en las ventanas que daban hacia las afueras de Hogwarts.

—¿Pero que...? ¡¿Gregory como rayos hiciste eso?! —Preguntó Sam agitada. Su animo no era el mejor.

—¿A que te refieres?- Preguntó Gregory con falsa naturalidad. —No se de que hablas.—Repuso con una sonrisa burlona.

—¡Apareciste de la nada!—Contestó la chica con el entrecejo fruncido.

Gregory soltó una fría carcajada.

—No es mi culpa que las pesadillas te hagan mal a la cabeza.

Samantha se heló por unos segundos, casi atragantándose por la idea que le había llegado a su cabeza.

—¿Como sabes que tuve pesadillas? —Preguntó a Gregory con los ojos como platos. Ella notó como este se puso rojo y miró para otro lado.

—No dejabas de moverte en la noche— Dijo Gregory a la defensiva. —Te removías y te quejabas de que tenías frío.

Sam estaba boquiabierta. En todo el tiempo que había vivido en casa con sus padres y su hermano, nunca había recibido quejas acerca de que hablaba dormida.

Cuando Gregory notó la cara de sorpresa de Sam, no tardó en recuperar su habitual mueca de superación.

—De hecho —Repuso Gregory soltando un suspiro,—He tenido mucho en cuenta el hecho de cambiarme de habitación.

—Eso no es problema Perkins.

Marcus se había acercado a la mesa de Slytherin acompañado por Hayden y Snape.

—Acabamos de hablar con el profesor Dumbledore y nos aclaró que no tuvimos en cuenta que... en fin —Soltó una carcajada.

—Dumbledore dijo, —Comenzó a decir Hayden decidida a terminar lo que Marcus había empezado.—Dijo que no tuvimos muy bien en cuenta el hecho de que las habitaciones están separadas por género. Es decir que barones y mujeres deben estar separados.

Samantha Whornwood y los merodeadores |Hogwarts primera generación|Where stories live. Discover now