Una broma pesada

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—James, ¡Basta ya!

Samantha reconoció esa voz que provenía de una de las esquinas del gran comedor. La chica pelirroja y algo tímida de Gryffindor que había visto en la ceremonia de selección estaba parada al lado de James Potter gritándole que bajara al chico que se encontraba bajo un hechizo del cual Samantha había leído;  Levicorpus.
Frunció el entrecejo extrañada. Era magia avanzada para su edad.

El chico que prácticamente levitaba en el aire trataba de safarze para alcanzar su varita, la cual estaba  por desgracia en manos de Sirius Black.

Black ahogaba una carcajada mientras pasaba la varita de color oscuro frente a los ojos del muchacho, el cual lo observaba con la mirada cargada de odio.

Mientras la chica de Gryffindor le seguía gritando a Potter, aunque en vano, Samantha recorría con la vista El Gran Comedor buscando desesperadamente  a algún profesor o director que pudiera detener ese escándalo. Sam miró a su alrededor, muchos de los chicos de la casa de Slytherin se habían parado en circulo a contemplar la escena y los de Gryffindor festejaban a los cuatro protagonistas del acto como si fueran héroes.

—Sabía que esos cuatro tramaban algo.

Marcus tambien miraba el espectáculo, negaba con desaprovación y Sam tenia la sospecha de que el conocía a esos cuatro mucho más que ella. Miró a Hayden y vió que esta miraba boquiabierta la escena, de seguro preguntandose por qué ningun profesor intervenía. Sobre todo se preguntaba por el director  Dumbledore o McGonagall que eran muy estrictos respecto al comportamiento.

Ese martes no estaba siendo un buen día. En la mañana el hiriente comentario de Gregory. La aburrida clase del profesor Binns y ahora en la tarde, tendría que soportar a cuatro molestos chicos de Gryffindor hacer una de sus tontas bromas solo para llamar la atención de la escuela.

Aunque, ¿Realmente debía soportarlo?

—Oye... Samantha que... ¡¿que intentas hacer?! —Gregory le gritaba en voz baja mientras intentaba impedir que se pusiese de pié.

—Alguien tiene que hacer algo.—Le respondió Samantha cortante.

Como si no escuchara se libró de los tirones de su compañero para dirigirse al centro del conflicto, habiéndose pasos entre el tumulto de chicos que observaban.

Ninguno de los dos chicos parecían darse cuenta de que tras ellos se encontraba una chica parada rígidamente, con una mirada severa en el rostro mientras sujetaba su varita con fuerza.  Samantha se sentía enojada, muy enojada. Pero tambien nerviosa ya que sabía muchos encantamientos y hechizos de los libros que había leido antes  de entrar a Hogwarts aunque solo había un problema y era que ella nunca los había utilizado.

Después de todo, está sumamente prohibido utilizar magia fuera de Hogwarts.

Se los quedó mirando por un momento. El cielo que en la mañana estaba soleado, ahora no era nada comparado con la oscuridad que se había producido bajo el techo del Gran Comedor.

Hasta ese momento los cuatro hacían caso omiso de su presencia. Lo único que provocó que los chicos voltearan la vista atrás, fue la mirada de la chica de cabello rojizo que dejó de posarse furiosamente en Potter para fijarse en Samantha con curiosidad.

—Vaya... ¡Pero si es una Slytherin!—El rostro de Black había cambiado de una exprción alegre a una sonrisa desagradable.

—Mira Quéjicus, ¡Una amiga ha venido a rescatarte!

James Potter pronunciaba estas palabras mientras observaba al chico que levitaba cruzado de brazos y que se hallaba ahora sorprendido, por algún motivo.

Samantha Whornwood y los merodeadores |Hogwarts primera generación|Where stories live. Discover now