outlasted spirit ⋄ stiles sti...

Av eternitear

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Teen Wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, sino a Jeff Davis, MTV, etc. Con la única excepción... Mer

Prólogo.
1. "Alternación"
2. "Fracaso"
3. "Desconocido"
4. "Impulsos"
6. "Sensación"
7. "Instinto"
8. "Abominación"
9. "Control"
10. "Confianza"
11. "Ilegal"
12. "Delincuente"
13. "Ironía"
14. "Sospecha"
15. "Sometida"
16. "Evidencia"
17. "Oportunidad"
18. "Vulnerable"
19. "Secretos"
20. Parte 1, "Espejismo"
20. Parte 2, "Dorée"
20. Parte 3, "Profundidad"
21. "Realidad"
22. "Expuesto"
23. "Ilusión"
24. "Adversidad"
25. "Determinación"
26. "Retribución"
Epílogo
Nota de la autora y próximo libro.

5. "Poder"

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Av eternitear

"Qué extraño es que tanto de lo que no se dice, no se dice por que es la verdad." -J.M. Storm.

Derek estudió mi rostro. Su proximidad lanzó una sensación rara en mi cuerpo, que me costó ignorar, y quedarme en donde estaba. Todos mis instintos me decían que no debía mostrar signos de debilidad frente a él. Estuvo a punto de darme una respuesta, sin embargo, unos pasos sutiles nos distrajeron. Derek se alejó de mí considerablemente en un abrir y cerrar de ojos.

–Stiles está viniendo, –Scott se acercó hacia nosotros, completamente ajeno a nuestra conversación. –Te llevará a la estación de policía.

–Tengo un auto. –Medio gruñó Derek, poniendo los ojos en blanco.

–¿Nosotros qué haremos? –Le pregunté a Scott, impidiendo que discutiera con él—porque estaba muy segura de que lo iba a hacer.

–Creo que debemos quedarnos aquí, Allison vendrá, y—

–Tú, vendrás conmigo a la estación de policía. –Le interrumpió Derek, cruzando sus brazos, inclinando su rostro hacia mí.

Mis cejas se alzaron muy lentamente, e igualé su pose. ¿Y qué tal si te doy un buen golpe en el rostro, mejor? Podría armar una lista de a cuántas personas golpeé en Beacon Hills. Seguramente no sería difícil llenarla.

Alcé el mentón hacia él, chasqueando mi lengua. –¿Por qué yo tengo que hacer nada? En especial ir contigo.

Derek permaneció impasible. –Porque yo soy el alfa. Si llega a suceder algo contigo a estas alturas, Scott no va a ser capaz de detenerte.

Aquello silenció todo rastro de respuesta sarcástica que estaba formando. Scott y yo cruzamos miradas, y adiviné que él quería mandar a Derek a cierto lugar tanto como yo.

Pero, había un problema. Stiles estaría allí. Y si había una remota posibilidad de que me sucediera algo similar a lo de hacía unos días antes, o me fuese a transformar, o lo que sea, no quería que él lo presenciara.

De entre todas las personas, no quería que él lo presenciara.

–No me subestimes, –Dijo Derek, con tono de aviso, como si estuviera leyendo mis pensamientos. –Si haces algo, podré detenerte.

Apreté mi mandíbula con fuerza, y alcé la vista, fulminando con la mirada al cielo nublado. –Bien.

En el momento perfecto, advertí el Jeep aproximándose a más velocidad de la que debería. En cuanto estacionó frente a nosotros, nuestras miradas se encontraron, y en ese momento, todo lo que quise hacer fue lanzarme a sus brazos y mandar al demonio todo lo demás.

–¿Estás seguro de que estarás bien solo? –Volví mi rostro hacia Scott a regañadientes, buscando algún signo de inquietud anormal en él. Parecía tranquilo, al menos en su mayor parte.

–Seh. Estoy bien. Y Allison va a ayudarme. ¿Lo estás tú?

Asentí con el rostro, aunque no podía estar segura. No realmente.

Me negué de manera rotunda a quedarme en los asientos traseros del Jeep, y después de una breve lucha de miradas, Derek desistió. Stiles no dijo nada cuando encendió el motor para ir hacia la estación de policía, pero en un momento del incómodo silencio, estiró su brazo y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos. Como si hubiera sido un truco de magia, ese gesto logró calmar mis nervios considerablemente.

No obstante, después de un tiempo, comencé a sentir que no sería suficiente. Una sensación extraña se hizo presente en mi interior. Era como si no debiera estar allí, encerrada en un auto, como si quisiera salir de allí, como si una cuerda estuviera comenzando a tensarse, tirando de mí con una fuerza que iba en alarmante aumento, convenciéndome de que debía salir de allí, debía arrancar el cinturón de seguridad, y...

No.

Ariel, controla tus jodidos cambios de humor.

Aquélla frase se había convertido en un mantra para mí en los últimos meses. Cerré mis ojos con fuerza, y dejé escapar el aire que sostenía con más fuerza de la necesaria. Por más que no los estuviera viendo, supe que Derek y Stiles me observaban. Stiles apretó mi mano suavemente, y sacudí mi rostro, tomando una bocanada de aire.

En cuanto abrí mis ojos, él estaba aparcando el Jeep frente a la estación de Policía.

–Okey, las llaves de todas las celdas están en una caja protegida por contraseña en la oficina de mi padre. –Comenzó a explicar, señalando a una de las ventanas, en donde se podía ver a una mujer en la mitad de sus veinte años, tomando un vaso de plástico que probablemente contenía café. –El problema es pasar el escritorio del frente.

Derek se aproximó hacia la puerta. –Yo la distraeré.

–Woah, woah, ¿Tú? Tu no irás ahí dentro. –Stiles lo tomó de su chaqueta de cuero, deteniéndolo.

Derek se quedó inmóvil, y su mirada pasó de su chaqueta al brazo de Stiles reiteradamente.

–Quitaré mi brazo. –Farfulló Stiles un segundo después. Las comisuras de mi boca se alzaron en una sonrisa minúscula.

–Fui exonerado. –Declaró Derek, alzando las cejas.

–Sigues siendo una persona de interés.

–Una persona inocente.

–Una—¿Tú? –Stiles comenzó a reír. –Sí, ¡Seguro!

Derek simplemente se encogió de hombros. Quise salir de aquél Jeep y comenzar a distraer a la mujer por mí misma, pero estaba muy segura de que me lo iban a impedir antes de que moviera un músculo.

–Okey, bien, –Continuó Stiles. –¿Cuál es tu plan?

–Distraerla.

–¿Sí? ¿Cómo? ¿Golpeándola?

La mueca de Stiles hizo que tapara mi rostro con una de mis manos. Derek hizo una especie de sonrisa extraña que no sabía que era capaz de formar, y le lanzó una mirada exasperada. –Hablando con ella.

Stiles apoyó una de sus manos sobre el volante del Jeep. –Okey, muy bien. Dame un ejemplo. ¿Con qué vas a comenzar?

Derek soltó un suspiro igual de exasperado que su mirada, sin decir nada.

Stiles lo igualó. –Total silencio. Eso debería funcionar a la perfección. ¿Alguna otra idea?

Él encogió sus hombros otra vez. –Estoy pensando en golpearte en el rostro.

–Honestamente, –Me metí en su inútil conversación. –¿Pueden dejar de comportarse como un viejo matrimonio y de hecho hacer algo antes de que Isaac acabe con todo el equipo policial y estemos en problemas aún peores?

Ignoré la mirada amenazante de Derek, y esperé a que saliera del Jeep para enseñarle mi dedo de en medio a su espalda.

–Hey, –Me llamó Stiles con una risita. –Casi no te he visto en todo el día. ¿Cómo...?

–Estoy bien. Completamente bien. Cien por ciento bien. –Dije apresuradamente, tornando mi rostro hacia él. –O al menos eso estoy intentando.

Su mirada buscó la mía, pero la evité, gracias a que se había presentado el nerviosismo a causa de estar sola con él. Tomé su mano de cualquier modo, y con la otra abrí la puerta del Jeep. –Deberíamos ir antes de que Derek haga un desastre.

–Sí.

Entramos en la estación de policía sin ser notados por nadie. Un fuerte olor a café me golpeó apenas pusimos un pie allí, y deseé tener un litro para tomar ahí mismo. Había estado evitándolo, ya que no necesitaba otra razón para estar alerta, y ahora estaba sintiendo la falta. 

Stiles se asomó hacia donde Derek y la mujer estaban hablando, y rodó sus ojos de inmediato. En cuanto entendí lo que decían, casi tuve ganas de vomitar. Traté por todos los medios ignorar a Derek coqueteando con la mujer, y me concentré en que mis pasos fueran lo más sigilosos posibles mientras Stiles y yo nos dirigíamos hacia detrás del escritorio, y a la oficina del Sheriff, logrando no ser detectados.

Stiles fue directo a un pequeño aparato en la pared, comenzando a presionar los números con velocidad. Me acerqué a él, manteniéndome en las sombras de la oficina, viendo que algo no iba bien. Stiles quitó la tapa del aparato, revelando que no había nada detrás de ella.

–Oh, no. –Farfulló.

–¿Qué? ¿Qué sucede?

Él lo pensó unos segundos antes de girarse hacia mí. –¿Puedes quedarte aquí un momento?

Mi ceño se frunció de inmediato. –¿Por qué?

–Sólo—sólo quédate aquí. Volveré enseguida.

Lo único que quería hacer era negarme, pero entendí que si tenía que escabullirse por allí, sería más fácil si estaba solo, ya que yo no conocía la estación. Asentí, a regañadientes, y él salió disparado hacia uno de los pasillos.

Me acerqué hasta la pared que dirigía al pasillo, y me quedé muy quieta contra ella, intentando oír lo que sucedía. Los pasos de Stiles se detuvieron casi de inmediato.

–Woah, uh—sólo estoy buscando... oh, dem—

Sonidos de forcejeo les siguieron a las palabras ansiosas de Stiles, y todo mi autocontrol se esfumó.

Me olvidé de pensar coherentemente y me asomé al pasillo, donde logré ver a un hombre sostener a Stiles por la boca, arrastrándolo hacia atrás. Mi corazón comenzó a golpear contra mi pecho con fuerza. Un rápido vistazo a la oficina me permitió ver una entrada a otro pasillo, y corrí hacia él, apretando mis manos en puños. La sensación que había aparecido cuando había estado en el Jeep regresó, sólo que aquella vez, no me decía que me fuera. Con suma facilidad, la ira me tomó por completo. Sin embargo, no sentía que perdía la conciencia. Mis instintos me controlaban. Giré la esquina hacia otro corredor, y el hombre arrastrando a Stiles reapareció, pero ahora era yo la que estaba detrás de él.

Me acerqué con rapidez, tomando el cuello de su uniforme, y lo lancé hacia atrás. Cayó a un metro de distancia.

Incliné el rostro, apretando mis manos en puños. Mis uñas se clavaron en mis palmas, sin causarme dolor alguno. Me acerqué al hombre, quien se estaba parando con dificultad. Tenía una flecha rota clavada en el muslo. Un siseo escapó de mis labios, sintiendo una furia que comenzaba a cegarme. Quería destrozarlo.

Con la misma velocidad anterior, estaba frente a él. Mis uñas rasgaron su chaqueta, cuando tomé el cuello de su uniforme una vez más. El miedo que percibí del hombre fue como música para mis oídos.

–¡Ariel!

Apenas oí el grito de Stiles, una presión extraña apareció en mi brazo. El hombre había clavado una jeringa allí, con un contenido oscuro y violáceo. Tomé su mano, clavando mis uñas como garras en su piel con fuerza, hasta que sentí sus huesos crujir. No soltó un grito de dolor como esperaba, pero quitó la jeringa de mi brazo, intentando a correr hacia otra oficina. Una risa baja y ronca salió de mi boca, sabiendo que por más que corriera, no iba a poder alejarse con la suficiente rapidez. Fui detrás de él hasta que reconocí vagamente el lugar donde se encontraban las celdas.

Me detuve en seco cuando una figura se lanzó hacia él con un gruñido, lo estampó contra un escritorio, y luego lo arrastró hasta una pared. El hombre intentó clavarle la jeringa, sin éxito, ya que el otro tomó su brazo, forzándolo a bajarlo hasta que lo quebró por completo, y la jeringa cayó al suelo. Luego tomó su cabeza y la golpeó con violencia contra la pared, dejándolo inconsciente.

Conforme la ira aumentaba, sentía que ahora mi conciencia comenzaba a desvanecerse, y mis instintos me controlaban aún más. Me alejé unos pasos, con lo poco que quedaba de mi control gritándome que debía tranquilizarme.

De manera repentina, un fuerte gruñido gutural me paralizó, devolviéndole un poco de claridad a mi mente. Logré advertir realmente lo que estaba frente a mí.

Stiles estaba medio oculto detrás del escritorio, y Derek había aparecido allí. Observaba al que había atacado al hombre, que por fin entendí que era Isaac. Éste estaba agachado contra una pared, observando a Derek con temor.

Debía irme de allí. Rápido.

Mi conciencia iba y venía por momentos, mientras lo único que llegaba a notar eran pequeños fragmentos de lo que ocurría. Salí de la estación de policía con tanta velocidad que no debía ser posible, sin estar al tanto a dónde me dirigía. La ira y el miedo luchaba por tomar control en mi cuerpo, y justo cuando sentí que la ira iba a vencer, alguien apareció frente a mí, y me levantó del suelo.

Choqué contra una pared, con un fuerte golpe, sintiendo un punzante dolor en mi nuca.

Si la furia había sido difícil de controlar, ahora era indomable. Un grito penetrante salió de mi garganta, y los bordes de mi visión enrojecieron. Me agazapé frente a Derek, sintiendo que cada uno de mis sentidos se agudizaba, y una vibración de poder pulsaba por todo mi cuerpo. Me lancé hacia él, empujándole hacia atrás, enviándolo hasta un contenedor metálico que crujió contra la fuerza de su cuerpo. En un instante mis piernas veloces me habían llevado frente a él. Sus ojos cambiaron a un carmesí refulgente, y sentí la amenaza emitiendo de su cuerpo. Él sentía temor.

Con más rapidez de la que logré prever, su mano había tomado mi cuello. Sus ojos brillantes observaron los míos, y noté sus colmillos antes de que otro gruñido gutural, mucho más peligroso que el anterior, volvió a dejarme petrificada.

Conforme su gruñido retumbaba hasta lo más profundo de mis entrañas, la ira se disipó lentamente, y fui retomando control sobre mis actos. No había advertido que mis manos sostenían la suya, que seguía cerrada sobre mi cuello. Mis uñas como garras, finas y filosas, estaban clavadas sobre su piel, manchadas de sangre. Dejé de luchar contra su agarre, quitando mis manos, que cayeron inertes a mis costados. En cuanto me dejó ir, caí sobre el duro pavimento, sin ser capaz de sostenerme a mí misma.

Estábamos en un callejón, y los ruidos lejanos de una alarma me decía que no nos encontrábamos lejos de la estación de policía.

–¿Qué demonios fue eso?

Unos pasos detrás de Derek, estaba el chico que había atacado al hombre en la estación de policía. Isaac.

Derek no despegó su mirada de mí.

–No tengo idea.

Mi respiración agitada se atascaba en mi garganta. El dolor latía en mi nuca por el golpe, haciéndome estremecer. Estaba más allá de lo confundida, a medida que la adrenalina, la ira, y el miedo se extinguían de mi cuerpo. Todavía sentía los restos del poder que había sentido, tan cegador, en las puntas hormigueantes de mis manos.

No podía parar de estremecerme.

Derek se acercó a mí, y se inclinó para tomar mi brazo. Me alejé de inmediato de su toque. –¿Por qué has hecho eso?

Mi voz ronca y ahogada me tomó por sorpresa.

–¿Qué cosa?

–¿Por qué me has... me has atacado?

Alcé el rostro, para observarlo. Sus cejas se acercaron casi imperceptiblemente. –No te ataqué. Te detuve.

–¿Detenerme? ¡Siento que has roto aquella pared con mi cabeza! Yo—no... yo no lo entiendo. –Puse mis manos sobre el asfalto, intentando ponerme de pie. –Tú quieres que Scott y yo estemos en tu manada. Pero sigues tratándonos como si fuéramos tus enemigos.

Probé dar unos pasos, y cuando estuve segura de que no iba a caerme, comencé a alejarme de allí.

–Ariel. Espera. Tú no te has visto. No sabía...

Apreté mis ojos con fuerza, sin querer oír lo que iba a decirme. –Guárdatelo, Derek.

Continué mi camino, arrastrando mis pies por el suelo. A cada paso que daba, sentía que mi energía desaparecía como si fuera humo. Seguí el sonido de las alarmas de la estación de policía, sin saber qué otra cosa hacer. Sólo quería volver a casa, y no podría hacerlo yo sola.

No sabía cuánto tiempo me había tomado recorrer las pocas cuadras, pero se sentía como una hora. Mi cabeza continuaba palpitando con dolor, y seguía sintiéndome extrañamente débil, pero había logrado llegar al Jeep estacionado.

Estuve a punto de abrir la puerta, cuando me sentí observada.

Giré mi rostro con lentitud, percibiendo un vestigio de amenaza. Allí, a unos pocos metros, en medio de la carretera, había alguien. Reconocí vagamente la figura femenina oculta por las sombras de la noche, y el largo pelo platinado.

Si me atacaba ahora, no iba a poder defenderme.

No hice más que quedarme quieta, sosteniéndome del costado del Jeep, observando cómo caminaba a paso firme hacia mí. Se detuvo a muy corta distancia, y su capucha me impidió poder ver su rostro.

Tragué saliva con fuerza, insegura de si mi voz funcionaría o no. –¿Quién eres?

No se movió ni un ápice de donde estaba. Tampoco podía notar ningún tipo de arma en su ropa oscura. Alzó su rostro unos centímetros, permitiéndome al fin ver, aunque parcialmente, unos ojos grises tan fríos como el hielo.

–Saber eso no te servirá de nada. –Respondió.

Tenía un acento muy marcado, dejándome en claro que no era de aquí, ni siquiera del continente. De Europa, tal vez francés.

–Te he visto antes. –Me sostuve con más fuerza del Jeep. –¿Por qué me sigues? ¿Qué quieres de mí?

–Sé quién eres. –Habló casi sobre mis palabras, acercándose un paso. –No me causas temor. Voy a decirte sólo una cosa más.

Su acento me dificultaba comprender sus palabras, y no le dije nada, demasiado perpleja para reaccionar. Su rostro se giró repentinamente hacia el otro extremo de la calle, con evidente alarma. El ronroneo del motor de un auto llegó a mis oídos, aproximándose.

–Si atacas a alguien, me encargaré de que no desperdicies otro aliento. Nous punissons ceux qui causent le mal.

Se alejó velozmente y con destreza en cuestión de segundos, hasta que no la pude ver más. Sus palabras en francés se repetían en mi mente, sin embargo, por más que no sabía nada del idioma, intenté recordarlo. Era un completo misterio quién era aquella chica. Juzgando su cuerpo y el tono de su voz, no podía ser más que unos años mayor que yo, tal vez un poco más joven que Derek. Y acababa de amenazarme.

Abrí la puerta del Jeep con dificultad. Mi cabeza daba vueltas, y estaba en duda de si mis piernas podían seguir sosteniéndome.

Una vez logré sentarme, me apoyé contra la ventana. Tenía un calor inusual, y percibía un sudor frío cubrir mi frente. Me quité mi pullover, y desaté los primeros botones de mi camisa, intentando comprender por qué demonios tenía calor. Cerré mis ojos, ignorando la sensación en mi cabeza; como si estuviera dando giros interminables. Tal vez sólo estaba cansada. Tal vez era la luna llena. La verdad era, que estaba demasiado exhausta para preocuparme por nada de lo que acababa de suceder.

Una mano fría sobre mi frente hizo que abriera mis ojos. Solté un suspiro de alivio, agradeciendo el tacto gélido.

–¿Stiles?

Pensé en moverme, pero me arrepentí. El mareo tortuoso no se había disipado todavía.

–Estás hirviendo. –La voz de él, a mi lado, sonaba preocupada. –¿Que te ha sucedido? ¿Qué... qué has hecho?

–Estoy bien. Sólo estoy cansada.

Sentí sus dedos tomar mi rostro, girándolo hacia él para que lo viera. Mi mente estaba tan exhausta, que los bordes de mi visión se distorsionaban, sin permitirme enfocar mi atención en más de una cosa. Pero fue suficiente para ver sus cejas fruncidas y sus labios presionados en una línea recta. –¿Qué te ha sucedido?

Me sostuve del asiento, intentando mantenerme derecha. –Perdí el control. Derek... Derek me detuvo.

Su expresión no se suavizó. –Pero su rugido no te detuvo en la comisaría, como lo hizo con Isaac.

–Bueno—conmigo, luego, fue algo más... drástico.

Hombre, sentía que estaba frente a una fogata con dos toneladas de abrigo encima. Me desabroché otro botón de la camisa.

Stiles ahora observaba al frente de la carretera. –¿Qué hizo?

–Me lanzó unos metros hacia una pared.

Sus manos se cerraron en puños. Sacó su móvil, y comenzó buscar algo, con sus hombros y mandíbula tensos.

–¿Qué... qué haces?

–Voy a decirle que si vuelve a tocar a mi novia iré a buscar su culo de hombre lobo y meterle acónito hasta que—

Esbocé una sonrisa. –No, espera... hey, –Tomé su celular, guardándolo en el bolsillo de mi camisa. –Para ser justos, yo lo lancé contra un contenedor de basura.

Su rostro serio desapareció, y también comenzó a sonreír. –¿Lo hiciste?

–Sip.

–Ésa es mi chica.

Alzó una mano para que la chocara. Mi intento de hacerlo fue tan pobre, que si no hubiese estado tan exhausta, me hubiera echado a reír.

En cambio, la preocupación volvió al rostro de Stiles. Su mano se acercó a mi frente, pero la detuve. Entrelacé mis dedos con los suyos. Incluso sus dedos se sentían más fríos que los míos.

–No luces—

–Sólo estoy cansada. –Le interrumpí. –Vayamos a casa, ¿Okey?

Él resopló, observando nuestras manos, y luego mis ojos. –Bien.

Mis esperanzas de que mi mareo y aquél calor sofocante dimitiera durante el viaje, fueron inútiles. Había abierto la ventanilla, para que el aire fresco me diera en el rostro, y todo lo que pude hacer fue intentar no caer dormida.

Agradecía que Stiles no hiciera más preguntas. No sabía que había visto en mí cuando ataqué al tipo en la estación de policía. Ni siquiera yo entendía qué demonios me había pasado, sólo que verlo atacar a Stiles había encendido todas mis alarmas de amenaza. Un rápido flash de mis manos, de mis uñas con garras finas quebrando los huesos de la mano del tipo como si fueran débiles ramas, aparecía en mi mente de forma intermitente. No podía sentir remordimiento, ni aunque quisiera.

Mi mano todavía estaba entrelazada con la de Stiles cuando llegamos.

Se bajó del Jeep y dio la vuelta para abrir mi puerta. Yo estaba pensando cómo haría para caminar desde allí hasta mi casa sin darme el rostro contra el piso.

Tomé una inspiración profunda, y me agaché para tomar mi bolso, tomando las llaves de un bolsillo.

Una vez salí del Jeep, sentí mis rodillas luchando por mantenerme de pie. Stiles había notado con facilidad mi estado, porque seguía a mi lado. Se puso delante de mí, y apoyó su frente contra la mía.

–Tienes fiebre.

Allí estaban las dos palabras que no quería oír. Respondí con algo que no llegó a ser una palabra.

Tomó uno de mis brazos, y sin previo aviso, bajó mi camisa hasta dejar parte de mi camiseta interior y mi hombro al descubierto. Allí, un poco más abajo de mi hombro, había una pequeña marca, con el perfil de un hematoma.

Oh, Demonios.

Había olvidado por completo que el tipo me había clavado la jeringa con lo que sea que había llevado.

Stiles estaba soltando maldiciones entre dientes.

–Hey. Estoy bien. Sólo estoy mareada... y probablemente mi cuerpo esté sufriendo la falta de cafeína. Lo único que necesito es dormir.

Su mirada consternada se clavó en la mía. –Ariel, lo que llevaba aquél tipo era para matar a Isaac.

–Cuando me lo quité de encima, la jeringa todavía tenía su contenido. No me hizo nada, o al menos no mucho.

–No podemos saber—

–¡Stiles, yo no soy como Isaac! –Estallé, incapaz de poder soportar una discusión con él. –Ni como Scott... ni como Derek. No sé qué sucedió conmigo en la comisaría, ni por qué rayos Derek tuvo que lanzarme contra una pared para detenerme, pero tal vez por eso estoy tan... tan jodidamente cansada. Sólo quiero irme a dormir.

Él apretó la tela de mi camisa en un puño. –¿Y si esto empeora?

–No lo hará.

–Sinceramente, ¿Tienes algún instinto de supervivencia?

–Mi instinto de supervivencia me está diciendo que ya tuve demasiados problemas por hoy y que me vaya a la cama de una vez.

Stiles soltó un gruñido, poniendo los ojos en blanco. –¡Bien! Pero no te quedarás sola. Vendrás a mí casa.

¿Le había oído bien? Parpadeé unos segundos, esperando a ver si decía otra cosa, pero no fue así. –¿Cómo?

–Vamos.

No me permitió oponerme o siquiera hablar, mientras me medio–arrastraba hacia la puerta de su casa. Cada paso me resultaba más difícil que el anterior, pero al menos estaba mejorando en ignorar el mareo. Cuando llegamos a las escaleras, y subí el último escalón, sentía que iba a desfallecer, y Stiles me estaba sosteniendo por la cintura.

–¿Estás seguro de que quieres que me quede aquí? Tu padre...

–No dirá nada... al menos no mientras dejemos la puerta abierta.

Una risita baja salió de mi boca, y seguramente mis mejillas se hubieran vuelto rojas si no lo hubieran estado ya por el esfuerzo de moverme. –¿Le has dicho?

–Creo que lo ha descubierto por sí mismo. –Sonrió un poco, enarcando una ceja.

Bueno, le había besado frente a su padre. No sería muy difícil de suponer. Me concentré en que mi respiración agitada volviera a la normalidad. –¿Puedes... puedes traerme agua?

–Sí. Regreso en un momento.

Soltó mi cintura, y una vez se cercioró de que me estaba sosteniendo por mí misma –causando que yo pusiera los ojos en blanco– bajó las escaleras con rapidez.

Sosteniéndome de la pared, arrastré mis pies hasta su habitación, vagamente recordando en dónde estaba. Percibí un agradable desprecio por el orden allí, antes de ir directo a la cama. Me recosté, lo que ayudó increíblemente a que mi odioso mareo se calmara de forma considerable, y la tela suave y fría de la almohada me hizo suspirar.

>>><<<

Un suave roce que reconocí como un beso en la punta de mi nariz, me despertó. Estaba tan somnolienta, y mi sueño era tan profundo, que me negaba rotundamente a abrir los ojos. Tanteé, hasta que encontré el borde de la sábana, y la puse por arriba de mi cabeza, haciéndome un ovillo.

Oí unas risitas silenciosas. –Vamos, despierta.

Proferí un gruñido.

Más risitas. –Ariel.

Unas manos tomaron la sábana, pero me aferré a ella, gruñendo otra vez, mientras empujaba con mis piernas a Stiles. Las risitas terminaron en un grito estupefacto, y un ruido amortiguado. Me hice un lío con las sábanas, quitándomelas de encima, y me asomé al borde de la cama. Stiles se había caído al suelo.

Estallé en carcajadas apenas ví su rostro confundido, y sólo logró empeorarlo cuando me dirigió una mirada fulminante. Tiró del extremo que todavía sostenía de la sábana, en la que yo estaba enredada, y me precipité sobre él antes de poder sostenerme de algún lado. Ahora estaba atrapada entre él y la sábana.

–¿Quién se ríe ahora?

Le saqué la lengua.

–Dios, es una pesadilla despertarte, y quiero decir una real pesadilla. Te he llamado como diez veces. –Me dijo, con un tono burlón. Luego esbozó una sonrisa malévola. –Y deberías ver tu pelo.

Ignoré su intento de molestarme, poniendo la sábana sobre su rostro. –Es mejor que no desates mi ira. –Murmuré, fingiendo una voz grave.

–Eres una id—

–Shhh. –Tapé su boca por sobre la sábana. –O te ahorcaré con el poder de la fuerza, insulso Jedi.

–Oh, háblame en modo star wars.

–Ustedes dos, van a tener que despertarse si no quieren...

Dí un respingo y torné mi rostro hacia atrás, para ver al sheriff en el umbral de la puerta. Su mirada pasó de mí, hacia Stiles, y comenzó a negar con la cabeza.

–Ni siquiera voy a preguntar. Deberían apurarse.

Se alejó, murmurando algo que no llegaba a oír. Seguramente era raro ver el hecho de que estuviera sentada arriba de Stiles en el suelo, enredada en una sábana, y tapando su rostro con ella. Sí.

Me levanté con dificultad, restregando mis ojos. –Okey. Iré a casa a cambiarme esta ropa.

Stiles se quitó la sábana de encima. –¿Qué tiene de malo lo que tienes ahora?

Miré mi vestido arrugado y mis medias caídas. –Bueno, probablemente que necesito una ducha, además de que ya usé esto ayer. Y Lydia va a sepultarme si lo ve.

Al echar un vistazo a la hora, ignoré su respuesta y salí corriendo a casa, para darme una ducha a la velocidad de la luz, ponerme otro vestido, y regresar a la casa de Stiles. Con el frío que hacía esa mañana, y las oscuras nubes que comenzaban a encapotar el cielo, no había sido buena idea salir con el cabello mojado.

No dijimos nada sobre lo sucedido el día anterior durante todo el viaje. Los dos éramos muy buenos en fingir normalidad, y era agradable, para variar. Aunque estaba segura de que no duraría mucho.

Tampoco dije nada cuando bajamos del Jeep, una vez en el instituto, y su mano buscó la mía, entrelazando nuestros dedos. Justo antes de que cruzáramos las puertas, por más que todavía era algo temprano, vi a Lydia y Allison.

Parecían haber llegado hacía no más de unos segundos, y ambas nos observaban con el rostro digno de fotografía.

Una risita se escapó de mis labios, volviéndome hacia Stiles. –Adelántate, iré a clase enseguida.

Me puse de puntillas, tomé su rostro con una mano, y –sin que me importara ni un poco el mar de alumnos a nuestro alrededor– le planté un beso descarado.



_________

No sé si notaron que me gusta terminar los capítulos en suspenso. Jeje. Y no, no consumí ningún tipo de alucinógeno cuando lo escribí.

Una cosa rápida, me dí cuenta que tengo muchos edits de Ariel y de la nove en general, porque soy una enviciada con el Photoshop. Estaba pensando poner uno al final de cada capítulo, a alguien le gustaría que lo haga? (aunque seguramente los ponga igual, no sé para qué pregunto JAJAJ)

Acá dejo uno ♥

Fortsett å les

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