Ni príncipe ni princesa ©

By LunnaDF

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Frieda y Adler se conocen desde que nacieron, sus padres son mejores amigos y los han criado como si fueran p... More

Dedicatoria
Los personajes te cuentan su historia
Booktrailer
Prólogo
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Epílogo
NOTICIAS 2021
Extra #1
Entrevista a Adler :)
Aviso Importante
Octubre de Ni príncipe ni princesa
Paraguay
Perú
Chile
Ecuador
Presentación Online
Fil Buenos Aires 2022
Nueva Publicación

* 37 *

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By LunnaDF

Aquella tarde estaban todos sentados en el comedor mientras degustaban un pastel de chocolate que habían preparado Carolina y Frieda.

—¡Nos quedó delicioso! —dijo Carolina sonriendo.

—Si no estuviera seguro de que tú ayudaste a la princesita de la casa, no lo probaría —dijo Adler mirando a su tía—. ¿Qué tal si me intoxico?

—Lo dudo, Frog, ya naciste intoxicado —murmuró la chica y Adler se mordió el labio para evitar recordarle lo mucho que le gustaba a ella intoxicarse con sus besos. No fue necesario, Frieda lo entendió con solo mirarlo y rio nerviosa.

—En un rato iré a la casa de Lina —mencionó Carolina ignorando las peleas de siempre—. ¿Vamos? —preguntó mirándolos a todos.

—¡Yo voy! —exclamó Samuel.

—¡Vaya novedad! —bufó Frieda divertida—. Déjame adivinar, quieres ver a Gali —añadió.

—¿Y eso en qué te afecta a ti? —preguntó Samuel algo molesto—. Llevo semanas sin verla —agregó.

—Desde que terminaron las clases —repitieron al unísono Frieda y Adler, Samuel repetía aquello cada día.

—Bueno, déjenlo tranquilo —lo defendió Carolina divertida—. ¿Quién más viene?

—Tía, si me perdonas tengo que ver una película esta tarde —dijo Adler sonriendo.

—Bien, no hay problema, ¿tú vienes? —preguntó a su hija.

—Ehmm... no, me quedo... Adler debe devolverme un favor —dijo la chica mirando al muchacho que casi se atraganta con el café que acababa de llevarse a la boca.

—¿Ah sí? ¿Qué clase de favor? —preguntó Carolina intrigada.

—Nada especial, tía, una pequeñez que hizo por mí y quiere que le monte una estatua en agradecimiento, ni que lo hubiera hecho tan bien —bromeó Adler, Frieda enarcó las cejas.

—¿Pequeñez? ¿Es en serio? —inquirió—. Mira que la próxima no te lo vuelvo a hacer... además no hablemos de pequeñeces... porque pierdes —dijo la muchacha y todos entendieron el doble sentido, Samuel se echó a reír.

—¡Frieda! —llamó Carolina entre risas.

—No te preocupes, tía... habla sin saber —se defendió Adler y la chica movió la cabeza de un lado al otro como si sopesara lo que su novio acababa de decir. El único al que aquellas bromas no le causaban gracia era a Rafael.

Frieda cortó un pedazo muy pequeño de pastel y repitió.

—Pequeñez —levantó el pedazo alejándolo de su vista como si lo observara en perspectiva y luego se lo llevó a la boca.

—¿Y de qué favor hablan? —preguntó de nuevo Carolina.

—Nada, asquerosidades que este sapo me pide que haga por él —minimizó Frieda. Adler no dijo nada pero bajó una mano bajo el mantel y le acarició una pierna.

—Bien... me alegra que al menos ya se estén llevando mejor —dijo Carolina sonriendo—, pensé que tenerlos bajo el mismo techo podría llegar a ser explosivo —añadió y ambos rieron, explosivos era una buena forma de definir algunos momentos de su relación.

—Yo no voy —zanjó Rafael. Recién allí se percataron todos de su presencia, estaba serio y parecía enfadado y eso era extraño en él.

—¿Por qué? —preguntó Carolina algo desorientada, él siempre la acompañaba.

—Estoy agotado y creo que me duele algo la cabeza, me quedaré por aquí a cuidar que estos dos no incendien la casa —dijo mirándolos con tal intensidad que los chicos debieron bajar la mirada.

Carolina se encogió de hombros y luego de un rato, salió junto con Samuel camino a casa de Lina. Rafael se dirigió a su habitación y Frieda y Adler fingieron separarse, ella se ofreció a lavar los cubiertos usados para la preparación del pastel y él dijo que iría a buscar la película que vería.

Un rato después, el chico estaba sentado en el sofá esperándola para que la vieran juntos. Frieda se sentó a su lado a una distancia prudencial y solo sonrió.

—¿Pequeñez? —preguntó Adler—. No parecía tan pequeño esta mañana en la ducha, además parecía gustarte —dijo sonriendo.

—Me encanta —afirmó la muchacha sonriendo—, pero yo quiero que me devuelvas el favor —añadió guiñándole un ojo.

—Con tu padre aquí se nos complicará un poco —dijo Adler suspirando—, muero por hacerlo —añadió susurrándole al oído.

—Está raro, papá, ¿eh? —inquirió Frieda y Adler asintió.

—¿Crees que sepa algo? —preguntó murmurando.

—No lo sé, puede ser... creo que siempre lo ha sospechado —añadió la chica—. Me conoce muy bien...

—Bueno, veamos la película, quizá se quede dormido y podamos... ya sabes... hacer asquerosidades —dijo Adler y ella rio.

No había pasado ni veinte minutos cuando Rafael apareció en la sala, dijo que vería la película también y se sentó en medio de los chicos obligándolos a separarse. Frida y Adler se movieron para darle espacio y se miraron de reojo encogiéndose de hombros.

Faltaban solo diez minutos para que terminara la película cuando el celular de Frieda sonó, era un mensaje de Taís:

«Papo los descubrió, te vio saliendo en paños menores de la habitación de Adler».

Aquello fue como un balde de agua fría cayendo sobre Frieda. Se quedó inmóvil pensando qué hacer o decir. Finalmente decidió que iría a su habitación y llamaría a Taís antes de que la película acabara, se disculpó y salió de allí diciendo que se sentía algo mal. Adler la observó confundido y Rafael solo la ignoró.

Apenas cerró la puerta tras ella, llamó a Taís.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó cuándo ella atendió.

—Me llamó un poco antes para contármelo, me preguntó si lo sabía y le dije que sí... no podía mentirle, lo sabes. Me regañó por no haberle dicho nada y le dije que solo lo hice porque prometieron decirlo. Está enfadado porque le mintieron y llevan más de un año viviendo juntos.

—Dios... ¿Qué hago? —preguntó Frieda confundida.

—No lo sé, Fri... pero sabes lo mucho que él odia la mentira... Debes decirle la verdad, ya —aconsejó Taís y Frieda suspiró.

—Pensábamos decirles luego de la fiesta —susurró.

—Pues ustedes sabrán, solo quería que sepas que ya lo sabe, para que no te tomara por sorpresa.

Frieda agradeció a Taís y cortó, ahora se explicaba por qué su padre no quiso ir con su madre y su actitud tan seria de la tarde. Frieda sabía que estaba en problemas.

***

Cuando la película terminó Adler y Rafael quedaron en silencio, el segundo esperaba ver qué es lo que haría el muchacho, estaba seguro que no tardaría en ir tras su hija y así fue. Adler se excusó de estar cansado y dijo que se iría a recostar un rato.

Rafael solo asintió y tomó el control de la tele fingiendo hacer zapping y perderse en las imágenes. Pensaba esperar un rato antes de ir a descubrirlos, aún no podía creer que los hubieran engañado todo ese tiempo. Estaba molesto porque le habían mentido, estaba enfadado porque según Taís, la cuestión venía desde hacía mucho tiempo, y estaba indignado consigo mismo por no haberse dado cuenta antes, o sí lo hizo, pero había intentado convencerse a sí mismo de que no podía ser real.

Adler ingresó a la habitación de Frieda y la vio nerviosa, moviéndose de un lado al otro.

—¿Qué sucede? —preguntó—. ¿Estás bien?

—Papá ya lo sabe, me avisó Taís... me vio hoy... saliendo de tu cuarto —dijo nerviosa.

—Tranquila, Fri... se lo diremos, vayamos abajo y hablemos con él, estoy seguro que lo entenderá —dijo Adler acercándose y abrazándola.

—Tú no entiendes, estará enfadado conmigo por el resto de mi vida, si hay algo que me ha pedido siempre es sinceridad, y eso es lo que menos he sido todo este tiempo, Ad. Es eso lo que le molestará, no lo de nosotros —afirmó.

—Yo hablaré con él, princesa, le diré que fue mi culpa, que yo no quería decirle —dijo el chico besando la frente de su novia para calmarla, ella solo negó—. No te lo creerá, sabe que no soy estúpida, no me dejaría llevar por nada que me dijera un chico —afirmó.

—Ohh, perdón —se burló Adler con ironía.

—No es hora de hacer bromas, Ad. Estoy nerviosa, confundida, tengo miedo de que se enfade y además... siento que estoy tan ahogada en mentiras que... ya no puedo respirar —dijo sentándose en la cama y bufando.

—¿De qué mentiras hablas, Fri? Esto es algo de los dos y vamos a afrontarlo, cálmate, no estás sola —añadió el chico.

—Ad... hay algo que debo decirte —dijo la muchacha intentando pensar qué era mejor decirle en ese momento, sobre el retraso o sobre la fiesta en la que Mauricio la drogó.

—Dime... me estás asustando —añadió Adler mirándola a los ojos.

—Tengo un retraso —dijo Frieda y el chico abrió los ojos en señal de sorpresa. Frieda bajó la cabeza asustada y sintiéndose pequeña, su novio percibió aquello y se acercó a ella, la abrazó y la besó en la frente.

—¿Un retraso? ¿De cuánto? ¿Tienes alguna seguridad? Digo, nos hemos cuidado siempre, Fri —susurró.

—Lo sé, y no me he hecho ningún test, solo... tengo miedo de hacerlo y del posible resultado... —murmuró asustada, Adler nunca la había visto así, ella siempre era fuerte y decidida pero esa imagen solo le generó ternura.

—Sabes que pase lo que pase yo estoy aquí, Fri... te amo, más que a nada en el mundo, y si estás embarazada yo... estaría allí para ti y el bebé —susurró. Frieda sintió que el peso del miedo se hacía más liviano, al menos no estaba sola y ese chico era lo más dulce que se había imaginado.

—Te amo, gracias —susurró la muchacha escondiéndose en su pecho.

—No me des las gracias, amor. Estamos juntos en esto, estamos juntos en todo —añadió y la besó.

Se dejaron llevar por la emoción del momento, por esos sentimientos de alegría y miedo al mismo tiempo, de incertidumbre y amor que los envolvía en promesas y visiones de un futuro que parecía incierto pero que lo enfrentarían juntos.

—Bien... es así como los quería encontrar —dijo Rafael abriendo de un movimiento la puerta. Sabía que los encontraría juntos, esperaba de verdad que así fuera para medir la reacción de los muchachos, deseaba entender por qué ocultaban su relación.

—Papá —dijo Frieda alejándose de un salto de Adler.

—¿Se me hace a mí o últimamente no se odian tanto? —cuestionó el hombre visiblemente enojado.

Ninguno de los dos dijo nada, Rafael ingresó a la habitación y se sentó en la silla del escritorio de Frieda. Adler permanecía en la cama y la chica parada a un metro de él sopesando las reacciones de su padre. Se veía enfadado, pero a la vez tranquilo. Tomó asiento y los miró fijo, primero a ella, después a él, después a ella de nuevo. Sentía que las piernas se le comenzaban a aflojar de los nervios así que caminó hasta la cama y se sentó. Adler le hizo un espacio pero la tomó de la mano, gesto que aunque ella quiso apartar en un principio, finalmente no lo hizo por la seguridad que le prodigaba su contacto en ese momento. Rafael observó la unión de sus manos y negó con la cabeza.

—Hay algo que no entiendo, ¿por qué simplemente no lo dijeron? —preguntó mirándolos a ambos.

Sábado de #Npnp

Ya los descubrieron... ¿Qué pasará ahora?

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