Mike.
A decir verdad... Estoy bastante molesto. ¡Por dios! ¿Subir una foto mía con tacones a Instagram? No me hubiese molestado si hubiese sido una foto donde esté sin camisa. Pero esa foto es el colmo, mi reputación se fue a la China.
Ahora sé la razón por la cuál hoy Sarah se reía, ¡Era por la foto que subió a Instagram!
Los comentarios en aquella foto van y venían, eran tan rápidos como flash, hasta los likes aumentaban. Y no sólo eso, hasta mis mejores amigos comentaron, que decepción:
Steve_Langförd: vaya vaya 🌚 pero miren a quien tenemos aquí, bien sepsy.
NiiallJohnson: bésame, guapetón🌚
JxckCxlemxn: @NiiallJohnson querrás decir guapetona🌚
Steve_Langförd: A decir verdad... Los tacones te quedan fenomenales, mi vida🙈
A penas los vea mañana los cortaré en cubitos a cada uno de ellos. Ya lo verán.
Pero lo más importante... ¿Cómo haré que Sarah elimine esa foto? Ella fue bastante clara y no quiere ni desea borrarla.
Conozco a Sarah desde los once años, sé que no es capaz de hacer algo así cómo lo que hizo. Es decir, nunca hace algo tan malo a voluntad propia. A lo que quiero llegar es que alguien la obligó a hacerlo.
Y quiero descubrir quien fue esa persona.
Salgo de mi cuarto para ir al baño pero la puerta entreabierta de la habitación de mi hermana me llama la atención. Me asomo por ahí y la veo riendo mirando su teléfono.
Al notar que estoy ahí se sobresalta y me arroja un cojín.
— ¡Idiota! ¡Casi me matas de un paro cardíaco! —exclama enojada, odia que la asusten—. ¿A que se debe que estés aquí?
— ¿De que te estás riendo? —pregunto y ella automáticamente frunce el ceño.
— ¿No puedo hacerlo? —eleva sus cejas.
— Sólo quiero saber porque lo haces.
Ella muerde su labio y ríe nuevamente. Ya creo a que se deba su risa de retrasada.
— Al parecer no estás enterado de que tu popularidad aumentó mucho más, hermanito —dice.
— ¿Lo dices por la foto que Sarah subió? —arquee una ceja y ella asintió.
— Eres todo un famoso —ríe—. Te sienta bien los tacones.
Ruedo los ojos.
— Esto es su culpa, tuya y de Ann —digo enojado.
— Oh, Mike, nadie te obligó a quedarte dormido... —canturrea.
— Tú, Ann y Sarah me las van a pagar —digo señalándola.
— Amenazame todo lo que quieras —ríe—. Eso no hará que la foto se eliminé de Instagram.
Aprieto mi mandíbula y salgo de su habitación. Al estar afuera, oigo nuevamente las risas de mi hermana.
Cobraré venganza, lo prometo.
Abby.
¿Pueden adivinar quien tiene un resfrío imparable e insoportable? Sí, ésta chica.
Y todo por la culpa de Steve. Del idiota de Steve Langford.
Sinceramente no me gustaría ir hoy al colegio en éste estado, porque contagiaré a los demás y además de que me duele la cabeza. Pero a mi madre le da absolutamente lo mismo.
— Mamá, creo que me voy a morir —digo dramáticamente mientras bajo las escaleras—. Veo la luz...
— Eso no ayudará, Abbigail —dice mi madre sin verme.
Suelto un bufido.
— Mamá, estoy fatal, por favor dejame faltar a clases —hago puchero—. Por favor.
— No, Abby, debes ir —dice mi padre arreglándose el cuello de su camisa—. Tu madre y yo tenemos una junta importante luego tenemos que irnos al hospital.
Mis padres además de ser dueños de la empresa James son doctores. Su vida es trabajo, trabajo, trabajo.
— Pero ¿No ven como estoy? —tosí dramáticamente.
Mi padre rueda sus ojos sonriendo para luego poner sus manos en mis hombros mirándome.
— Cómo soy tu papá, te dejaré faltar —dice a lo que sonrío—. Pero en cambio limpiarás la casa entera.
Frunzo el ceño al oír esa palabra; «Limpiar».
— ¿Yo? ¿Limpiar? —me señalo a mi misma—. Esa palabra no está en mi vocabulario, pa.
— Oh, apenas empieces a hacerlo estará en el —me dice divertido.
Camina a donde está mamá y le planta un beso en sus labios en forma de saludo.
— ¿Qué clase de padres son? —frunzo el ceño—. Obligar a su hija a limpiar sabiendo que está enferma.
Ellos se miran.
— Estás enferma de la nariz y la garganta, y esas cosas no sirven para poder limpiar —mamá eleva sus cejas—. Limpiarás con las manos no con la nariz.
Ruedo los ojos.
— Si mi resfrío empeora, será culpa suya —los señalo.
Mi padre se acerca a mi y desordena un poco mi cabello a lo que hace que lo mire molesta.
— Como soy doctor te diré que tu resfrío no irá a empeorar —sonríe—. No es la gran cosa, Abby.
— Faltaré a clases —elevo mis cejas.
— Ni que te importara —dice mi hermana mayor bajando por las escaleras.
— Oh, tú cállate.
Ann se despide de mis padres con un sonoro beso en la mejilla prometiendo que volverá para la cena.
No quiero ir a clases en éste estado, ni mucho menos quiero quedarme a limpiar. Con suerte muevo la escoba. Esto me pasa por el hecho de que siempre he sido una chica bastante... ¿Consentida? No sé si es esa la palabra pero la usaré.
— Habla ya, Abby, tienes dos opciones —dice mi madre—. Quedarte a limpiar o ir a la escuela, tú eliges.
(...)
— Yo que tú hubiese elegido quedarme en casa a limpiar —dice Lucy.
— Yo no, vendría en vez de hacer eso —dice Jess.
— Flojas —dice Sarah y Lucy.
Ruedo los ojos. Opté por venir a la escuela en vez de quedarme allí en casa limpiando como esclava, o mejor dicho, como la cenicienta.
— No quería perder clases —elevo mis cejas—. Aunque no lo crean.
Mis amigas se ríen.
Ellas saben a la perfección que odio cada cosa que tenga que ver con la escuela. Ya sea, reuniones de padres, clases, exámenes, discursos, etc. Todo relacionado con ella lo detesto, sólo quiero graduarme... Aunque no sé que haré con mi vida después de esto.
— Tu voz suena bastante congestionada —dice Jess.
— ¿Por que será? —pregunto irónicamente.
— ¿Eso fue culpa de Steve, cierto? —pregunta Sarah a lo que asiento. Les había contado lo que pasó esa noche en la casa de los Langford—. Es un estúpido.
Sí que lo era. Me arrojó al agua y causó mi insoportable resfriado del cuál no me he podido deshacer —Creanme he tomado pastillas y té caliente de manzanilla y nada. Estoy acabada—. Además que vertió su copa de vino en mi vestido blanco, milagrosamente y por suerte de él la mancha de color morado salió del vestido, sino, lo hubiese molido a palos.
— Eso ya no importa —dice Jess—. Quiero saber... ¿Haremos la pijamada mañana?
Cómo todos los viernes mis mejores amigas y yo hacemos una pijama party, es una tradición desde que tenemos diez años hasta ahora.
— Claro que sí —digo a la vez que muerdo mi hamburguesa. Estábamos en la cafetería—. ¿En cuál de nuestras casas?
— En la mía no puedo —Lu eleva sus manos—. Estoy castigada.
Su madre se enteró que estuvo en detención y fue castigada nuevamente. Realmente opino que Eleonor no debería ser así con su única hija, encuentro que es demasiado injusta.
— Entonces, opino que en mi casa, mis padres tienen un viaje mañana por dos días —digo recordando que mis padres mañana irían a New York, me lo habían dicho el lunes, con anticipación dándome ciertas reglas.
— Entonces en tu casa será —habla Sarah ésta vez.
Sarah.
Luego de ir a la cafetería iba directo a mi salón de clases con Lu a mi lado. Tenemos la aburrida clase de química.
— ¿Y te sentarás...? —pregunto alargando la ultima palabra esperando que diga que se sentará conmigo.
— Lo siento, Williams, ¿Recuerdas que con Caleman debíamos hacer un trabajo? Pues debemos sentarnos juntos —dice provocando un leve puchero en mi rostro—. Será para la próxima, amiga.
Ruedo los ojos y me voy a sentar rápidamente en el último asiento completamente sola. Pongo mi bolso en la silla indicando que no quiero que nadie se siente a mi lado, estoy bastante de mal humor.
Mi teléfono vibra indicándome notificaciones de Instagram, es sobre la foto de Mike. Por desgracia, al publicar aquella foto los comentarios y votos aumentan demasiado rápido. Me dio bastante gracia leer en los comentarios que los amigos de Mike comentaron y lo que comentaron. Estuve riendome cinco minutos seguidos.
Y hablando del Rey de Roma...
Mike entra al salón con la vista en su teléfono, por su rostro debo suponer que está leyendo los comentarios de la foto.
Reí para mis adentros.
Hay algo que me dice que Mike está planeando algo para vengarse de mí y de lo que le hice. Yo no lo quería así, pero luego de pensarlo una y otra vez llegué a la conclusión de que le hiciera caso a mi rubia amiga y publicara la foto.
Mike me da una mirada y se va a sentar a la otra punta en el final imitando mi acción, pero en cambio él en vez de poner su mochila pone sus pies.
Ruedo los ojos al ver su actitud de niño pequeño. Sé que es casi la misma acción que acabo de hacer yo, pero es él mayor de edad como que para que se comporte así, imitándome.
La profesora se adentra con una carpeta en sus brazos mirándonos a cada uno.
— James, Williams —menciona—. ¿Qué hacen sentados uno por allá y uno por acá?
Suspiro.
— Verá, profesora, le pido disculpas pero me gustaría sentarme sola ésta vez —digo.
Ella niega con su cabeza a la vez que se acomoda sus anteojos.
— Lo siento pero en mi clase todos los alumnos deben tener un acompañante a su lado —dice para luego dirigirse a Mike—. Señor James, por favor.
Hace un movimiento con su cabeza hacia mi asiento. Mike con un resoplido se acerca a mi. Veo que Lu me mira con compasión mientras que Jack mira a Mike con una sonrisa demasiado pícara entre una mezcla de diversión.
Miro a Mike con molestia apartando mi bolso del asiento hacia mi mesa. Él se sienta a lo que yo apoyo mi mano en la mesa y él me imita.
Frunzo el ceño y apoyo mis dos codos en la mesa tratando de ignorarlo pero éste me vuelve a imitar.
Muerdo mis labios y nuevamente me imita.
Suspiro y él también lo hace.
Juego con mi bolígrafo y vuelve a imitar mi acción ¿A caso no se cansa?
— Basta —espeto.
— Basta —me copia.
— Deja de imitarme
— Deja de imitarme.
— Enserio, para.
— Enserio, para.
Aprieto mi mandíbula y como era de esperarse también lo hace. Tengo una idea.
— Soy un tonto —digo esperando a que me copie y burlarme de él.
— Eres una tonta —dice divertido. Espera, ¿Qué?—. Ya lo sabía, Williams.
Entorno mis ojos. Además de ser un estúpido la mayoría del tiempo 24/7 también es inteligente, sólo cuando se lo propone.
— Ya, ahora cállate —espeto nuevamente.
— Ya, ahora cállate.
Lo miro fulminante.
— ¿Sabes? Te comportas como niño pequeño.
— ¿Sabes? Te comportas como niña pequeña.
— Te callas o te callo.
— Me callas o nos callamos.
— Eso no fue lo que dije.
— Eso no es a lo que quiero llegar.
Dice sonriendo de una manera que me pone los pelos de punta. Es pervertida y a la vez macabra.
— Cierra la boca.
— Sólo si tú me callas —eleva sus cejas.
Lo miro con una mueca de disgusto, ¿Acaso quiere que lo bese? Está muy equivocado si piensa que haré eso.
— No.
(...)
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OkokThom: Guapo 😘😘
Kimmm: que lindos tacones, ¿me los prestas?
Timmytourner: Belleza única😍😍
~Barbiehuman~: Enamoras😍
Steve_Langförd: dejen a mi hombre en paz, babosos.
Steve_Langförd: callate @Timmytouner que @MikieJames es sólo mío, vete a buscar tus padrinos mágicos y que te concedan una copia.
MikieJames: Cierra el hocico :) @Steve_Langförd.
Steve_Langförd: él quiso decir te amo :) @MikieJames yo igual a ti, bae ❤️
Reí leyendo los mensajes, más bien, releyendo los mensajes de la fotografía.
¿Han oído de las personas que leen y releen mensajes antiguos que tenían con esa "persona" hasta tal punto de deprimirte y hacerte sentir triste de alguna manera por melancolía? Pues mi caso es parecido. Sólo que yo leo y releo los comentarios de la foto, y no para simplemente llorar, sino, reír hasta que no pueda más.
Además me río porque había una cuenta de un tal Timmy Tourner y me reí demasiado sólo por el nombre de su usuario. O sea, ¿Sus padres eran verdaderos fans de los padrinos mágicos o lo hizo a propósito? Aunque de todos modos debe ser la segunda opción.
Bajé las escaleras del instituto hacia el laboratorio. Teníamos ciencias —otra vez— y yo quería uno de los mejores asientos de ahí por lo cuál quería llegar antes que los demás y elegir los asientos del fondo.
Iba a doblar por el pasillo hasta que Steve Langford hace su aparición frente a mi, por poco tirándome al suelo.
— Sarah —dice en forma de saludo.
— Steve —respondo del mismo modo pero de una manera más seria.
— ¿Haz visto a Mike? —pregunta manteniendo su misma expresión en el rostro, diversión.
— No... ¿Debería? —pregunto y éste automáticamente frunce el ceño.
Su actitud me está resultando extraña. ¿Por qué debería yo saber donde está Mike? Ni que fuera mi problema.
— Como sea... —sacude su cabeza—. ¿A donde ibas? —pregunta alzando una ceja.
Ahora soy yo la que frunce el ceño, esto me está asustando y bastante.
— Por ahí, ¿Por? —pregunto—. Tengo ciencias.
Él sólo sonríe como si fuera lo que quería escuchar.
— Que bien, o sea que vas al laboratorio —asiente—. Te acompañaría pero tengo algo que hacer y... pues me debo ir.
— Oh, no te preocupes, Steve —digo—. Sé como llegar.
Steve sonríe y eleva sus cejas.
— Excelente —ríe—. Que tengas un buen día, Sarah.
Dice luego de desaparecer por el pasillo.
¿Es mi idea o Steve recalcó la palabra «buen»? Se está comportando de una manera realmente extraña.
Aunque conociendo a Steve siempre se ha comportado de forma extraña.
Así que ignorando eso decidí ir al laboratorio rápidamente antes de que tocaran el timbre indicando las clases.
Divisé la puerta blanca con una ventana cuadrada en ella; el laboratorio. Entré y al hacerlo, una sustancia liquida color café cae encima de mí. Fue tan fuerte la velocidad con la que cayó haciéndome caer al suelo de rodillas.
Eleve mis manos viendo que estaba cubierta de pintura café. Miré hacía arriba encontrándome con un balde conectado con una pequeña soga hasta la manilla de la puerta.
Oh, no.
— ¡Sonríe!
Mike sale del armario de donde estaba con su teléfono en manos logrando sacarme una foto.
— Ahora verás lo que se siente subir una foto tuya a Instagram —sonríe cínicamente—. Tómalo como mi dulce venganza.
Si, sabía que algún día de estos él se vengaría.