Escuché una gran cantidad de murmullos a mi alrededor en cuanto regresé junto a Finn al frontis de la academia, no estaba segura si las clases habían terminado o todos tenían demasiado tiempo libre como para chismorrear en la entrada .
—Ya sabía, mi primo les fue con el chisme a todos —suspiró pesadamente Finn.
Pude ver lo mucho que le molestaba tanta atención sobre él, pero también podía pensar que estaba intentando ser respetuoso con mi situación. Había evitado mirarme durante todo el caminopara evitar el efecto que me producían sus ojos, tampoco habíamos intercambiado muchas palabras.
De alguna manera me había fallado a mi misma siendo tan amable con un miembro del clan al cual le declaré la guerra, pero era inevitable. Finn no se notaba una mala persona y odiaba reconocerlo, su presencia me traía una paz que me hacía falta en medio del caos en que mi vida se convirtió.
No tenía intenciones de idealizar una imagen de él, aunque ciertamente me había salvado de un poderoso conjunto de colmillos. No entendía muchas cosas de esta nueva sociedad, pero tenía razones para pensar que su actuación solo se debía a ese orgullo de cada clan, es decir, mi agresor era su pariente, lo que dejaba las cosas en su estado inicial, pues, de lo contrario habría tenido que cargar con la culpa de no haber intervino y yo no le debía nada. Aún así, si estuvieramos en otro escenario, lejos de los lobos, las manadas, y me refiero a ese ambiente que me rodeaba antes de verme encerrada en una escuela como esta, quizás habría estado infinitamente agradecida.
Quizás, porque en esa realidad, nadie es familiar de un agresivo lobo con los ojos inyectados en sangre. Lo más cercano sería pensar que nadie es culpable de los errores de los demás, incluso si son familias.
El hilo de mis pensamientos se desvaneció cuando se giró para despedirse, me quedé pasmada por el brillo de sus ojos y lo vi alejarse a través de la masa de estudiantes que emitían una serie de comentarios al respecto.
Sentí un brazo pasar a través de mis hombros, sacándome de mi estupor. Me encontré con el rostro de Hannah, quien me observaba con picardía.
—Ya atacaste —señaló—. No esperaba menos de una mujer loba.
—No digas estupideces —pedí, liberándome de ella y caminando hacia los salones.
Abigail estaba ahí, esperándome.
—¿Estás bien? —preguntó.
—¡Cómo no va a estarlo! —exclamó Hannah detrás de mí—. Si salió a conocer el bosque con Finn Limerick, cualquiera estaría bien. Tienes que contarnos los detalles más tarde.
—Oh, Hannah, no digas tonterías —repliqué—. Por poco me mata un lobo salvaje.
—¿Finn? —preguntó Abigail sorprendida—. No creí que él fuera esa clase de personas.
—No, fue su estúpido primo que me siguió mientras intentaba escapar —expliqué molesta.
—¿Su primo? —repitió la mujer jaguar, viendo el ala este—. Pero si tiene tantos.
Me paré en seco, había olvidado preguntarle a Finn a cuál de sus primos le debía el favor de haberme convertido en loba.
—No sé cuál de los dos —dije, con rabia—. Pero ambos están en mi lista de personas a las que voy a patearle el trasero en cuanto aprenda a convertirme en loba.
—No olvides decirnos cuál tiene mejor trasero después —concluyó Hannah con una sonrisa. Aby le dirigió una mirada de desaprobación—. Es simple curiosidad —se defendió ella.
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Soulen entró al comedor con la misma gracia que la caracterizaba, sus movimientos eran suaves y rítmicos, como una bailarina de ballet, su sonrisa resplandecía y su belleza era capaz de opacar a todas las mujeres del lugar, atrayendo un gran número de jóvenes dispuestos a mantener una platica con ella.
—Es tan bella —suspiró Eddie.
Respiré pesadamente, era imposible no detenerse a mirarla aunque fuese un poco, y me sentía bastante extraña admitiéndolo.
Divisé a Finn entre el grupo de estudiantes vip de Louksna, sus ojos seguían siendo preciosos aún apreciándolos de lejos, eran de un color magnético, que me impedía apartar la vista de él. Estaba ayudando a alejar a un grupo de chicos que incomodaban a su prima, lo hacía con la misma amabilidad con la que me había ayudado a mí esa mañana, manteniendo siempre su buen humor.
—Yo ya sé a quien observa Kenzie —comentó Hannah, juguetona.
—Tiene lindos ojos —respondí sin pensar.
—¡Qué limitada! No me digas que es lo único que le estas mirando —replicó ella.
Cambie el centro de mi atención solo para pedirle que guardara silencio. Lo que menos necesitaba es que esparciera más rumores sobre Finn y yo, luego que media escuela nos viera salir juntos del bosque.
Mis estómago fue el primero en anunciar la llegada de quienes realmente estaba esperando. Tuve que dejar la comida a un lado mientras me adaptaba en la repentina sensación y esperaba que la incomodidad disminuyera.
Cedric tenía el mismo espíritu que su hermana, conversaba animadamente con los demás, a pesar que avanzaba con orgullo a través de ellos, mostrándose como el futuro alfa que era. Mientras que, por su parte, Angus se instaló en una esquina, aislado del resto, y solo le faltaba un letrero con la frase: "no se acerquen" para estar completo.
La gran pregunta era quién había sido el que me había transformado.
El responsable debía ser el mismo que me atacó durante esa mañana. Su metamorfosis era mi primera y única pista, de momento.
—¿Ya lo descifraste? —preguntó Abigail. Negué con la cabeza, sin despegar mi mirada de ninguno.
—Es difícil, las sensaciones se entremezclan —comentó Daniel, explicando exactamente lo que sentía
Nuevamente asentí, mirando a los alumnos VIP.
Pasaron unos segundos antes que desistiera, por más que encajara mi mirada en ellos, era imposible saber cuál de todos había sido mi agresor. Solo había una alternativa, tenía que volver al plan inicial y acercarme a ellos por separado.
—Tendré que acercarme —resolví, recibiendo una serie de miradas que oscilaban entre el desconcierto y el pánico.
—¡Es muy arriesgado! —chilló Abigail.
—Tal vez —respondí—. Pero no importa, necesito comprobarlo, puede que nosotros no lo reconozcamos, pero de seguro ellos sí recuerdan a sus víctimas.
La mejor prueba era el ataque de la mañana, de seguro el lobo no me habría perseguido si yo hubiese sido cualquier chica, pero él se acordaba de mí, sabía que tiempo atrás fui su presa y por eso no permitió que me escapara.
Puede que hubiera otro indicio que no estuviera sopesando, pero la chica en el ala este me había llamado "plebeya",es decir, me conocía. Por más que intentarán ser ajenos a nosotros, los estudiantes de élite sabían a la perfección quienes éramos.
—Yo creo que es un riesgo innecesario —agregó Abigail con temor, pero notar que dudaba al ver mi propia determinación.
Ya no había nada más que pudiesen quitarme, no tenía perdía nada con intentar.
—¿Y con quién piensas empezar? —inquirió Daniel, el único que no parecía asustado con mi decisión.
Miré de vuelta a ambos hermanos, en personalidad, creo que prefería a Cedric, se veía mucho más relajado y tranquilo, de seguro no le importaría verme pasar por su lado, siempre y cuando no se enterase de los verdaderos motivos de mi visita. Por otro lado, su hermano, Angus, se veía mucho más serio y siniestro, la clase de persona que no quieres de enemigo.
Siendo así las cosas, Angus parecía mucho más capaz de robarle su vida a una joven humana, por lo que decidí partir por él.
—De todas maneras no veo cómo podrás infiltrarte —señaló Hannah, quien aún no se mostraba de acuerdo con el plan.
Había que reconocer que tenía un punto importante ahí, todo mi plan podía fallar si no descubría cómo entrar al otro lado de la academia sin levantar sospechas. Afortunadamente era un problema que había resuelto desde el primer momento, aunque la solución no dejaba de molestarme.
—Tendré que aceptar mi primer trabajo —admití con incomodidad.
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