Ni príncipe ni princesa ©

By LunnaDF

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Frieda y Adler se conocen desde que nacieron, sus padres son mejores amigos y los han criado como si fueran p... More

Dedicatoria
Los personajes te cuentan su historia
Booktrailer
Prólogo
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Epílogo
NOTICIAS 2021
Extra #1
Entrevista a Adler :)
Aviso Importante
Octubre de Ni príncipe ni princesa
Paraguay
Perú
Chile
Ecuador
Presentación Online
Fil Buenos Aires 2022
Nueva Publicación

* 32 *

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By LunnaDF

Frieda se encontraba tirada en el sofá de una casa que no conocía observando el techo dar vueltas a su alrededor, algunas nubes de colores se movían de un lado al otro y observaba sus manos que no parecían suyas. Se sentía extraña, ligera y alegre, pero sin ganas de moverse de ese sitio en el cual se encontraba tan a gusto. Su cabeza reposaba en las piernas de alguien y ese mismo alguien enroscaba sus dedos en sus cabellos. No tenía idea de donde se había metido Marcia pero hacía un buen rato que no la veía.

—¿Te sientes bien? —La chica levantó la cabeza buscando la voz que le hablaba y al verlo asintió—. Eres hermosa, Frieda... siempre debiste haberme elegido a mí, hubiera sido mucho más divertido —dijo Mauricio y Frieda solo rio, no entendía muy bien de qué hablaba ese chico.

—¿Y Marcia? —le preguntó entonces.

—No lo sé, anda con Alan por allá —dijo señalando un sitio de la casa—. ¿Vamos a la sala de juegos? Allí están jugando juegos divertidos.

—Yo recuerdo que... esos juegos eran... peligrosos —dijo Frieda riendo como si le hubieran dicho un chiste.

—Será divertido, no están haciendo nada malo —añadió Mauricio ayudándola a incorporarse.

Frieda se dejó guiar hasta un sitio donde varios chicos y chicas se hallaban sentados en un círculo. Se acercaron y entonces vio la botella girando en el centro.

—¿En serio? ¿A esta edad y todavía juegan esto? —preguntó Frieda incrédula pero sin dejar de reír.

—Bueno, con algunas variaciones —dijo Mauricio ayudándola a sentarse.

Observaron como la botella giraba una y otra vez y como los chicos y chicas elegían verdad o reto. Frieda no estaba muy consciente de lo que estaba sucediendo, la luz reflejada en el vidrio de la botella al girar le resultaba más entretenido y reía sin parar.

—¿Frieda? ¿Verdad o reto? —preguntó entonces una chica.

Minutos después Mauricio llevaba a Frieda hasta un sitio que ella no supo identificar hasta estar ya dentro.

—¿Qué hacemos en el baño? —preguntó mirando para todos lados.

—Cumplir tu reto —dijo el chico muy entusiasmado.

—¿Qué reto? —preguntó la muchacha.

—El que te dijo Mary, ya sabes... debes... —señaló sus partes y luego se fue quitando el pantalón para liberarse. Frieda lo miró sin decir palabras y sin entender qué demonios estaba haciendo.

—¿Qué haces? —inquirió.

—Si no llevo la prueba de que has hecho lo que te dijeron que hagas, te obligarán a pagar la prenda y no es bueno que tomes más alcohol. Estás drogada, Frieda, podría hacerte daño —explicó.

—¿Por qué estoy drogada? —preguntó la muchacha abriendo grandes los ojos ante aquella afirmación—. ¡Yo no consumo drogas! —exclamó.

—¡Ya haz lo que debes hacer! —gritó el muchacho impaciente.

—No voy a hacer nada, y menos si me gritas así —exclamó Frieda y luego se echó a reír. Mauricio entendió que la chica no cooperaría así que suspiró cansado.

—Mira, hagámosla fácil, agáchate un poco y déjame tomar una foto que parezca que lo estás haciendo, así no te molestarán. De verdad no quiero que tengas que pagar la prenda, eso no terminará nada bien.

—No sé qué dices —dijo Frieda negando con la cabeza.

—Solo déjame hacerlo y no te muevas —dijo Mauricio y la chica se encogió de hombros dejándose manipular por el muchacho hasta quedar en una posición que en vez de molestarle le pareció muy chistosa. Mauricio tomó la foto desde un ángulo superior para que pareciera lo que debía parecer, después de todo no veía correcto que le obligaran a beber más alcohol pues si algo sucedía, él sería el responsable.

Mucho más temprano esa misma noche, cuando Frieda llegó a la casa, el chico pensó que podría divertirse esa noche con ella, después de todo le tenía ganas desde hacía mucho tiempo y le había molestado la forma en que esa niñita tonta le había rechazado. Pero allí, esa noche, Frieda volvió a hacerlo, le rechazó burlándose de él y pidiéndole que no la molestara. Entonces, Mauricio decidió que un poquito de droga en una de sus bebidas haría la cuestión un poco más divertida para ambos, y él podría vengarse de ella. Así que con ayuda de una chica que le debía un favor, le sirvieron una bebida contaminada. Frieda la tomó y al rato la sustancia comenzó a hacer efecto. Marcia andaba distraída con Alan así que no se percató de la situación de su amiga, y Mauricio tomó ventaja del asunto intentando aprovecharse del momento.

Lastimosamente no pudo lograr ni siquiera un simple beso porque la chica parecía completamente ajena al mundo, por ello decidió llevarla a jugar aquello, sabía que era cuestión de tiempo para que alguno de los dos cayera en la verdad o reto, y cuando le tocó a ella, no supo qué decir, parecía que no estaba entendiendo lo que estaba sucediendo, así que fue él quien le dijo que respondiera reto, sabía que el objetivo de ese juego en aquellas circunstancias no eran las verdades, sino los retos y las obscenidades que los mandaban a hacer.

Ahora al menos tenía una foto con la cual redimirse ante sus amigos que se habían burlado de él, pues Frieda había sido la primera chica que se le había resistido o que le había dicho que no de una forma tan directa. Total, nadie tenía que saber que en verdad no había sucedido nada.

Frieda no supo cómo apareció en su habitación ni qué día era cuando regresó en sí, pero lo primero que vio al abrir los ojos fue a su madre sentada en la cabecera de su cama con un rostro que englobaba desde preocupación hasta enfado, la chica supo que había sucedido algo malo, aunque no lograba recordar qué.

—¡Te drogaste, Frieda! ¡Te drogaste! —gritó Carolina exasperada mientras se levantaba y caminaba nerviosa por la habitación.

—¿Qué? ¿Yo? —Frieda intentó incorporarse pero no pudo, su cuerpo no parecía responder a su mente y un montón de sensaciones la invadían haciéndola sentir incómoda.

—Quédate donde estás —amenazó su madre—. Tienes suerte de estar bien, Marcia te halló a tiempo y te trajo para aquí. No puedo creer que hayas hecho eso, Frieda. ¡Hubiera puesto mi mano en el fuego por ti! Creí que mi historia era suficiente para que nunca en tu vida intentaras hacer lo que hiciste anoche. ¿Qué demonios estabas pensando? ¡Pudiste haber muerto! —añadió nerviosa. Su padre ingresó a la habitación y se acercó a su madre.

—Cálmate —le pidió.

—¡No puedo calmarme! ¡No me pidas eso! Desde muy niña le hablé sobre los peligros de la droga, sobre todo lo que podría causarle... sobre todo lo que me causó a mí... ¿Y de qué sirvió? ¡Acá esta! ¡Mírala! ¡Ni siquiera puede hablar! —gritó y luego se puso a llorar sintiendo una terrible impotencia invadiéndola.

—Caro, tranquilízate, así no la ayudamos —dijo Rafael abrazando a su mujer.

—No me drogué —dijo Frieda haciendo un enorme esfuerzo para unir las palabras que no parecían responderle.

—¿Ah no? ¿Crees que soy tonta, Frieda? Por si no lo recuerdas te conté que probé todas las drogas, amanecí tirada así como tú en sitios que no recordaba haber estado y con personas cuyos nombres ni conocía. ¡Por si no lo recuerdas perdí gran parte de mi juventud haciendo esta clase de tonterías! ¿Acaso no fue suficiente todo lo que tuve que vivir, mi inocencia perdida, mi adolescencia mancillada? ¿Acaso no fue suficiente para ti saber que Taís quedó huérfana a causa de la droga? ¡No puedo creerlo, Frieda! ¡No sabes lo decepcionada que estoy de ti! —gritó y salió de la habitación. Rafael suspiró y se sentó en la cama, observó a Frieda intentar expresarse sin mucho éxito.

—Descansa, ya hablaremos luego —dijo con mucho dolor en su voz, verla así tampoco le resultaba placentero. La droga había hecho estragos en su familia y pensaba que Frieda no era de esa clase de chicas, ni siquiera salía a menudo.

Rafael besó la frente de su hija y la arropó, se notaba que tenía frío. Salió en busca de su mujer para intentar tranquilizarla, no lograría nada de esa forma.

Carolina estaba sentada en la sala de estar visiblemente alterada, lloraba y negaba con la cabeza de forma vehemente, no era la primera vez que ella se ponía así y Rafael era el único que sabía cómo tranquilizarla. Su vida no había sido nada sencilla y por más que había superado todas las pruebas y dificultades, a veces las cosas parecían salirse de sus manos.

—Tranquila, mi amor, no exageres. Frieda está bien, esperemos a que se sienta mejor y hablemos con ella, escuchemos lo que nos tiene que decir y luego intentemos que entienda lo que hizo mal, confía un poco en ella —dijo abrazándola.

—No es que no confíe en ella, Rafael, es que no sé cómo manejar esto. Tengo miedo, miedo a que ella termine mal... a que todo se salga de contexto... no quiero verla así, no quiero verla pasar lo que yo pasé —sollozó.

—No será, así, ya verás. Vamos, ve a darte un baño y relajarte, yo iré a hablar con ella —Carolina asintió y se levantó para ir a tomar una ducha, Rafael esperó a verla ingresar a la habitación y volvió al cuarto de Frieda.

—Papá, yo no sé qué sucedió —dijo ella al ver a su padre ingresando—. Yo no tomé nada, al menos no de forma consciente... tienes que creerme, nunca lo haría...

—¿Y qué es lo que tomaste? —preguntó Rafael sentándose a los pies de la cama de su hija.

—Una bebida que me dieron unas chicas, no fui la única que la tomó, Marcia también pero a ella no le hizo nada...

—Te drogaron, Frieda. ¿No te dije miles de veces que no aceptes bebidas que te dan en las fiestas si no presencias el momento en el que las sirven o las preparan? —inquirió su padre con tono tranquilo sin denotar enojo.

—Lo sé, es que... como era una fiesta algo tranquila... eran chicas las que me dieron la bebida y yo creí que... lo sé... me equivoqué... Lo siento... —dijo suspirando.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó su padre tomándola de la mano.

—Bien... pero estoy algo letárgica y cansada, además... no recuerdo nada de lo que sucedió ayer —dijo frunciendo el ceño.

—Lo sé, es normal... Frieda... ¿estuviste con algún chico en la fiesta? Es decir... ¿recuerdas si había alguien acercándose a ti? No es que quiera inmiscuirme en tu vida, pero debes saber que a veces los chicos hacen eso de drogar a las chicas para luego poder... ya sabes... abusar de ellas y cosas así... —dijo Rafael sin ocultar su angustia.

—No... o eso creo... yo... estuve conversando con Mauricio, pero no creo que él... —Frieda intentaba recordar pero no lo lograba y el miedo de que algo hubiera sucedido se instaló en su interior.

—Bueno, si notas algo... anormal... o si no te sientes bien, me avisas, ¿sí? —dijo Rafael y salió de allí para buscar a Carolina. Debía calmarse y hablar con su hija.

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