Soledad *[En Edición]*

Av Mysagy

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Tras la muerte de sus padres, Diana es mandada a un orfanato. Ella solo quiere que los dos años que le quedan... Mer

Prólogo *[Editado]*
Capitulo 1: La llegada. *[Editado]*
Capitulo 2: Mi primer contacto con el mundo real.*[Editado]*
Capitulo 3: Mi pesadilla social continúa. *[Editado]*
Capítulo 5: El cambio. *[Editado]*
Capítulo 6: ¿Qué pasa aquí? *[Editado]*
Capítulo 7: La verdad. *[Editado]*
Capitulo 8: Es el fin de mi soledad.
Capítulo 9: De malo a peor.
Capítulo 10: Explicaciones.
Capítulo 11: La elegida.
Capítulo 12: Pesadilla
Capítulo 13: Consecuencias.
Capítulo 14: ¿Qué pasa aquí?
Capítulo 15: ¿Puede haber algo más raro?
Capítulo 16: El baile.
Capítulo 17: Equivocación
Capítulo 18: Sensaciones.
Capítulo 19: Tengo una corazonada.
Capítulo 20: Sois unos críos.
Capítulo 21: Sentimientos contradictorios.
Capítulo 22: Henry
Capítulo 23: Los planes.
Capítulo 24: Transformación.
Capítulo 25: Deseos.
Capítulo 26: Ariana.
Capítulo 27: Mátame a mí.
Capítulo 28: Uno tras otro.
Capítulo 29: No hay duda, soy la elegida.
Capítulo 30: Solo dime, ¿por qué?
AGRADECIMENTOS.

Capitulo 4: El comienzo. *[Editado]*

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Av Mysagy

Capitulo 4: El comienzo. *[Editado]*

La cena no me la salté, me sentía culpable por no haber tratado demasiado bien a mis nuevos amigos, sobre todo a Ariana, ella se había portado muy bien conmigo y yo sentía que había sido algo grosera con ella, bueno, algo grosera no, bastante grosera. Por eso, antes de salir para ir a cenar, estuve varios minutos delante del espejo componiendo, muy a la fuerza, una sonrisa en mi rostro. Al principio dolía un poco por la falta de costumbre, pero al final se acabó asentando a la fuerza y aguantó bastante bien.

Mi nueva mascara parecía hacer efecto en mi estado de animo también. Intente participar en todas las conversaciones posible e incluso me atreví en gastar unas cuantas bromas a los raperitos.

Pero una vez en mi cuarto, todo volvió a ser oscuro y difícil. Fue una de esas noches en las que la soledad me pudo, los recuerdos venían a mí como cuchilladas en mi corazón y la falta de ruido, solo hacían mis recuerdos más sonoros. Y no me extraña, debía ser el orfanato más silencioso del mundo. Apenas había dormido dos horas cuando los rayos del amanecer me despertaron del todo.

Había bautizado a mi sonrisa forzada como “cara social” y justo antes de bajar a desayunar, paré delante del espejo para ponérmela.

Estábamos todos en el desayuno, por fin estaba empezando a comer algo más sólido, había cogido un café y una magdalena.  Y al parecer no era la única sorprendida por mi apetito, Ariana me había tocado la frente para ver si tenía fiebre cuando me ha visto con la magdalena.

- Menos mal, ya pensaba que te ibas desintegrar de lo delgada que estas. – me dijo Ariana.

Y era verdad, no es que yo antes no fuera delgada, pero ahora parecía un palillo andante. Llevaba dos semanas sin probar apenas bocado, solo lo suficiente para poder seguir adelante sin desmayarme por el camino. La cara se me había quedado chupada, todos los pantalones me quedaban grandes y no había conseguido quitarme la palidez con mi rato al sol de ayer, así que seguía pareciendo una muerta andante.

Antes hasta me consideraba hermosa. Mis ojos eran de un color azul cielo que destacaban bastante con el pelo negro. Mi pelo era liso y muy largo, antes siempre lo llevaba recogido pero ahora era perfecto para esconderme detrás de él. Mi piel era ligeramente bronceada, lo que también resaltaba con mi pelo y aunque mi figura no era muy esbelta, estaba bien desarrollada. Ahora ni siquiera me reconocía delante del espejo, aunque creo que eso se debe más a la tristeza que al físico.

De repente algo pasó que me distrajo de mi escáner de recuerdos. Robert estaba gastándole bromas a Clara, cuando todo el comedor se quedo en un completo y escalofriante silencio, fue lo más extraño que había visto nunca. Robert que estaba sentado delante de mí, pude ver como se tensaba tanto, que creía que se iba a romper, pero lo que más me sorprendió de todo, fue cuando miró a alguien que estaba justo detrás de mí, sea lo que sea lo que les provocaba esto, lo tenía detrás.

- Ya te he dicho antes que dejaras de espiar en nuestra sala. – dijo la voz de Jeremy justo detrás de mí. – salté en mi asiento del susto que me dio.

Volvió a usar su tono de amenaza, como si tuviese derecho a decirme lo que podía o no podía hacer. Me quité la “cara social” para decirle:

- Sí, un cascabel con una cuerda para que te lo ates en el cuello. Como un gatito furioso – le dije mientras me levantaba de la silla y me encaraba a él.

Después de lo insensible que estuvo ayer, hoy bajaba a la cafetería y delante de todos mis amigos, me humillaba diciendo mentiras. Ahora sí que estaba enfadada.

- Te lo advertí – dijo apuntándome con un dedo. Se lo quité de un manotazo.

- Y yo te advierto, desde hoy mismo, que me olvides. Paso de tu sala y de todo lo que tenga  que ver contigo.

- Ya te dije que no me provocaras, no te gustaría saber que es…

- Que te vayas de aquí – le interrumpí elevando la voz. – Te queda prohibido esta sala, esta es para la gente normal.

Hubo un pequeño ruidito de fondo que hizo que Jeremy mirase a todos nuestros espectadores, eso pareció aflojarle un poco, ya que simplemente me miro con la mirada más amenazante que podía poner y se largo.

No relaje mi postura hasta que no le vi desaparecer por la puerta. El salón seguía en silencio hasta que Ariana empezó aplaudir y seguido de ella, lo hicieron el resto del comedor. Mi cara se encendió como una bombilla y volví a sentarme en mi sitio con la capucha puesta para disimular mi vergüenza y una cortina de mi pelo por los lados.

- Has estado increíble. – me dijo Sebas, que estaba justo a mi lado.

- Pero, ¿a qué ha venido todo esto? – dijo Diana que estaba todavía blanca. – Nunca he visto a uno de los raros en la cafetería.

- No lo sé. – dije sinceramente.

- Pero él ha dicho que ya te había advertido respecto a su sala. ¿Has hablado alguna vez más con él? – dijo Robert que parecía haber estado atento.

- Bueno, el otro día, cuando me contasteis toda esa extraña historia de los raros, subí a mi planta y empecé a investigar en busca de esa sala. Resulta que la encontré, intente poner la oreja, pero Jeremy me pilló. – sé que no es del todo cierto, pero era todo lo que necesitaban saber.

- Creo que Jeremy es el más guapo de todos. – dijo Rosa mirando al techo.

Eso creo una sensación extraña dentro de mí, fue como si estuviera celosa del comentario.

- Oh...venga. Es uno de ellos – le riño Ariana. – Perdónala, solo es capaz de pensar en ligar y en chicos. – me dijo ahora a mí.

El resto del día fue de lo más extraño, tras el incidente de la cafetería, me había convertido en algo más que popular por novata, ahora era una especie de heroína para todos los estudiantes normales.

En todas las clases había al menos uno de “los raros”. Eran fáciles de reconocer ya que no parecían estudiantes. Todos eran perfectos, daba igual mujer que hombre, ninguno tenía acné juvenil, ni era desgarbado, ni tenían ningún defecto a causa del desarrollo o de las hormonas. Todos parecían modelos de revista retocados con algún programa informático.

Solo me tocó con Ariana en una clase, la de español a segunda. El resto estuve sola todo el día. En tercera me tocaba literatura, una de “las raras” se sentaba conmigo en la mesa, bueno más bien me sentaba yo con ella, ya que había sido la última en llegar y era el único hueco libre. No sé cómo se llamaba, pero era la única que tenía siempre una sonrisa en la cara, todos parecían enfadados o molestos por algo.

En la asignatura de literatura también tenía a Jeremy, él se sentaba junto con otro de su banda, uno  al que no conocía ni había visto aún. Jeremy no me miró ni volvió a hablarme en todo el día, eso me molestaba y a la vez estaba encantada. Me molestaba que no sintiera ni un poquito de remordimiento por lo sucedido esta mañana, ni por lo sucedido ayer. Y estaba encantada porque de cada vez que había hablado con él, había conseguido sacar lo peor de mí. Y tampoco necesitaba otro espectáculo como el de esta mañana para que los alumnos normales me adoraran aún más.

El volver a clase había supuesto algo más fácil de lo que esperaba, pensaba que el recuerdo de mi antigua vida iba a ser algo sumamente doloroso, pero apenas era una molestia. Quizás todo fuese más fácil gracias a lo integrada que me sentía, todo el mundo venía a hablar conmigo, Ariana me pillaba entre clase y clase para contarme cualquier trivialidad. Y en el resto de las horas, intentaba prestar toda mi atención a cada asignatura, así no me daba tiempo a pensar en lo que no debía.

Todas las asignaturas me habían parecido bastante sencillas, no parecía haberme perdido nada por mis dos semanas sabáticas y siempre he sido buena en los estudios. Tenía un montón de deberes, pero no me importó, así tendría algo que hacer cuando estuviera a solas en mi cuarto. Empezaba a lamentar un poquito, solo un poquito, el no estar en una habitación compartida. Mi habitación tenía muchas ventajas, pero la soledad no estaba siendo una de ellas.

Afortunadamente y dado las apenas dos horas que había dormido la noche anterior, cuando terminé mis deberes tenía demasiado sueño como para ser consciente del excesivo silencio, por lo que acabé quedándome dormida y saltándome la cena.

El día empezó mejor que el anterior. No tuve ninguna escena dramática en la cafetería y mis dos primeras clases me había resultado entretenidas. Ahora tocaba literatura, la asignatura que compartía con Jeremy y en la que me sentaba con la chica rara sin nombre, sin nombre de momento, estaba dispuesta a romper todas las normas y presentarme educadamente, solo para ver qué pasaba.

Ella era una candidata más que perfecta para mi experimento social, era la única que parecía medio normal y siempre estaba sonriendo, además, hoy me sentía capaz de socializarme.

Llegó pronto a clase y se sentó sin mirarme. Sentí un pequeño temor de repente, pero no estaba dispuesta a no saber que pasaba en lo que, a partir de ahora, será mi nuevo hogar durante dos años.

- Hola –dije todo lo alegre que pude.- Ayer no me presente, soy Diana.

Ella se quedó más que extrañada de que la hablara y yo intenté que no se notara mi nerviosismo. Me ayudó el hecho de que no pareciese molesta por que le hablara, más bien parecía encantada de poder contestarme.

- Soy Gloria – dijo con una dulce voz musical.

Eso me dejó algo descolocada, era la misma voz que había escuchado la noche que espié en la sala. Ella era la chica que se apiadaba de mí, la que tenía una voz musical.

- ¿Eres la chica que vive en la segunda planta? – me preguntó curiosa por mi reacción al decirme su nombre.

- Sí, estoy en la doscientos uno. – la dije algo inconsciente todavía.

- Yo vivo justo enfrente, podrías pasarte un día, si quieres claro – estaba tan feliz que cada vez que hablaba, acababa traspasándome un poco de su felicidad.

Por primera vez en dos semanas sentía una pequeña, muy pequeña felicidad dentro de mí, y todo era gracias a Gloria. Ese sentimiento me llegó de una manera que no esperaba, por una parte me gustaba esa agradable sensación, pero por otra, sentía que no tenía derecho a sentirme así.

Jeremy apareció justo detrás de Gloria, cortarme toda la buena energía que esta me estaba transmitiendo. Se quedó mirándome con esos ojos curiosos con los que ya me había mirado en otra ocasión, solo que esta vez, su postura era amenazante. Estaba erguido y con la barbilla levantada, todo en él indicaba estar apunto de atacar.

- Gloria – llamo la atención de esta – tengo que decirte una cosa.

Y tras eso último, se acerco a su oído para que no me enterara. No supe que era lo que tenía que decirle, lo que sí sé es que la actitud de Gloria cambio por completo cuando termino de decirle lo que fuera que le dijera. Ella se estiro en su silla y se coloco con la barbilla levantada y mirando al frente. Ya no había sonrisa en su cara y ya no había esa transmisión de felicidad.

Le eché la peor de las miradas a Jeremy por fastidiarme el experimento y él se fue con una sonrisa petulante hasta su silla, lo que me hizo querer levantarme y golpearle hasta quedarme sin fuerzas por ser tan cretino.

La profesora entró y resulto que la cosa iba a ir de mal en peor. La profesora, cuyo nombre había olvidado, era una de esas profesoras jóvenes y alegres que hacían que la hora que teníamos que pasar con ella,  fuese dinámica y divertida. Y hoy era uno de los días dinámicos, solo que al parecer, yo iba a ser el blanco.

- Hoy vamos a ver lo difícil que es describir a un personaje y lo importante que es para cualquier historia. En esa descripción, podremos apreciar parte de su personalidad y así ser capaces de meternos de lleno en la historia. Para eso voy a necesitar a uno de vosotros y el resto tendremos que describirle. – hizo una pausa mientras miraba a toda la clase hasta que se paró en mí. – Señorita Fernández si haces el honor de subir aquí. Ella es la persona más indicada, lleva aquí poco tiempo, así no os influirá nada.

Tras un suspiro de “esto no me puede estar pasando a mí” subí a la zona de la pizarra.

- El ejercicio va a consistir en describir todo lo posible de Diana, desde su aspecto, hasta sus pensamientos y sentimientos más profundos. – explicó la profesora. – A ver cuánto conseguís sacar.

Empezaron con cosas obvias, iban uno por uno describiéndome, morena, ojos azules, pelo largo y negro, vestimenta cómoda, sin maquillaje, bajita… pero pronto lo obvio termino y empezaron con terrenos más movedizos.

- Triste – dijo un chico pecoso que había al final de la clase.

- Callada – dijo la chica que se sentaba  justo detrás de mi asiento.

- Sensible – dijo otro chico que no conocía y que no podía saber si era sensible o no.

- Tímida – dijo otra chica, tenía una vestimenta exacta a la de Ariana, aunque no recordaba haberla visto hablar con ella.

Hubo un momento de silencio, parecía que ya no se les ocurría nada más que decirme. Empecé a mirarles a todos, pero pronto me detuve en los únicos ojos capaces de centrar toda mi atención.

 Jeremy me miraba con ojos tristes y curiosos. Había visto curiosidad y rabia, pero nunca había visto tristeza en sus ojos y eso me dolía de una manera que no era capaz de comprender, era como si necesitase que él estuviese bien.

- Valiente – dijo Jeremy bien alto y claro.

Eso me sorprendió tanto como me gusto y no fui la única, todos le miraron sorprendidos. Pero me daban igual, él me consideraba valiente, sabía que estaba muy lejos de ser verdad, pero aún así me gusto. Yo me sentía más como una niña deprimida e indefensa que sería capaz de ser pisoteada por todo el mundo, valiente era todo lo opuesto.

Tras hablar, Jeremy volvió a poner su mirada de odio dirigido a mí y eso hizo que tuviera que apartar la mirada para que no empezara a llorar.

- Bien ya tenemos bastantes adjetivos – dijo por fin la profesora.

Me fui a mi sitio sin que ella me lo dijera, pero necesitaba esconderme tras mi pelo e intentar volver a poner mi cara social. Fue difícil, pero minutos antes de que sonara el timbre lo conseguí, aunque eso impidió que me enterara del resto de la clase, no me enteré que había hecho la profesora con todos mis adjetivos y recé porque no saliese en el examen.

El resto del día fue de lo más normal, no volví a ver a Jeremy, ni siquiera por los pasillos. Volvía a tener demasiados deberes, pero seguro que esta noche no iba a tener tanta suerte como la anterior, no después de la clase de literatura.

Hoy era martes, lo que quería decir que tenía psicólogo. Tras el almuerzo del medio día, intenté poner mejorar mi “cara social” antes de entrar a la consulta. Una mujer de mediana edad, con gafas y un elaborado moño, me esperaba en un sofá.

- Hola – dije tímidamente cuando abrí la puerta de su despacho. – Soy Diana Ferna…

- Ya sé quién eres, por favor entra y siéntate. – dijo mientras señalaba el sofá que había gusto enfrente suya. La obedecí sin decir nada - ¿Cómo han sido estos cuatro días?

- Han estado bien – dije sin más.

- ¿Has hecho amigos nuevos?

- Sí.

Era la primera vez en toda mi vida que necesitaba acudir a un psicólogo. El resto de las preguntas, durante la primera media hora, fueron de ese estilo, nada excesivamente personal ni importante y mis respuestas solían ser monosílabos, aun que en alguna intentaba explayarme un poco más.

- ¿Qué es lo que más te gusta hacer en tu tiempo libre? – me dijo mientras apuntaba todas mis respuestas en un bloc que tenía justo delante.

- Pintar, eso me relaja bastante.

- ¿Y qué pintas? – ahora parecía algo más interesada en mí que en toda la media hora que llevaba haciéndome preguntas.

- Sobre todo paisajes. El otro día estuve en el mirador que hay detrás del bosque y lo dibuje. – quería explayarme todo lo posible, necesitaba causarle una buena impresión para que no pensara que estaba loca.

- ¿Crees que para la próxima sesión podrías traerme tú bloc para que lo echara un vistazo?

- Claro – dije sin pensarlo, pero quitaría la hoja de los ojos de Jeremy.

Tras un par de preguntas más sobre mi pintura y los motivos por los que había empezado a pintar, llegaron las preguntas difíciles.

- ¿Qué sentiste cuando la policía te dijo que tus padres habían muerto en un accidente de tráfico? – ahora me miraba intensamente a los ojos. Intenté poner una buena para de pocker, pero no sé que me salió.

- Pena, supongo.

- ¿Supones? – pregunto mientras levantaba un ceja que mostraba incredulidad.

- Fue todo muy confuso, no recuerdo muy bien lo que pasó.

- Cuéntame que estabas haciendo justo antes de que te dieran la noticia.

Y le conté todo lo de la fiesta y como no sabía que había sido de mis amigos después, ni si me despedí de ellos. Ella siguió interesada sobre ese tema de la fiesta y mis amigos y no volvió a mencionar a mis padres en lo que quedaba de hora.

Por fin la sesión se acabó. Mientras iba para mi cuarto, yo me sentía cansada, no físicamente, sino emocionalmente. Hacía ya días que no pensaba en todas esas cosas, incluso había conseguido enterrar ciertos recuerdos, pero la psicóloga los había vuelto a sacar a la luz y eso me resultaba agotador.

Llegué a la habitación, hice todos los ejercicios que tenía pendiente y me di la más larga ducha de agua caliente que mi cuerpo era capaz de aceptar. Me metí en la cama sin bajar a cenar, otra vez, debía empezar a preocuparme por esto, pero ahora solo tenía cuerpo para desmayarme encima de la cama y así lo hice.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Ya saben, si les gustó, pulsen la estrellita :D Gracias.

Fortsätt läs

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