Había sido una noche larga, la cual había pasado en la biblioteca haciendo la investigación de Pociones. Todo lo que quería ahora era acurrucarme junto al fuego en la sala común y leer.
Afortunadamente evité tanto a Peeves como a Filch y me acercaba a la Dama Gorda cuando me di cuenta de que había una figura sentada junto a ella. A medida que me acercaba, quedó claro quién era, Neville. De inmediato me di cuenta de que él debía de haber olvidado la contraseña. Esto habría sido algo habitual en primer año, pero hoy en día se había convertido en una rara ocurrencia.
Cuando por fin llegué a él, vi que tenía las mejillas llenas de lágrimas y miraba fijamente el extremo iluminado de su varita.
- Nev?- pregunté. Cuando no conseguí respuesta, volví a preguntar.- Neville?
Aún sin respuesta. Me agaché y lo sacudí suavemente.- Hey Neville, soy yo.- el movimiento parecía haberlo sacado de su trance y una mirada de alivio cruzó por su cara.
- Oh, Alexa, gracias a Merlín. Pensé que iba a quedarme aquí toda la noche.- hizo una pausa.- Soy tan estúpido, por qué siempre hago esto? Lo siento.
Mis ojos se llenaron de lástima y lo envolví en un cálido abrazo.- No, no, no eres estúpido, eres brillante.- le dije, creyendo cada palabra. Lo tomé de la barbilla para darle un tímido beso, que él correspondió necesitado de cariño.
Nuestro momento fue arruinado por el sonido de la Dama Gorda limpiando su garganta. Ambos saltamos un poco pero no pudimos evitar ahogar una risa.
- Pluma de azúcar.- anuncié la contraseña y cuando la pintura se abrió, tomé a Neville de la mano para llevarlo detrás de mí hacia la sala común.