Selenofobia

By YamiKriss

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La Academia Louksna podría ser una escuela como muchas si no fuese por el hecho de que se trata de una instit... More

🌑 Selenofobia 🌑
⚠ Aviso
🌑 Prólogo 🌑
🌑 Capítulo 1 🌑
🌑 Capítulo 2 🌑
🌑 Capítulo 3 🌑
🌑 Capítulo 3 (parte II) 🌑
🌑 Capítulo 5 🌑
🌑 Capítulo 6 🌑
🌑 Capítulo 7 🌑
🌑 Capítulo 8 🌑
🌑 Capítulo 9 parte 1 🌑
🌑Capítulo 9 Parte 2🌑
🌑 Capítulo 9 parte 3 🌑
🌑Capítulo 10 🌑
🌑 Capítulo 11 🌑
🌑 Capítulo 12 (parte I)🌑
🌑Capítulo 12 (parte II) 🌑
🌑 Capítulo 12 (parte III) 🌑
🌑 Capítulo 13 🌑
🌑 Capítulo 14 🌑
🌑 Capítulo 15 🌑
🌑 Capítulo 16 🌑
🌑 Capítulo 17 🌑
🌑 Capítulo 18 🌑
🌑 Capítulo 19 🌑
🌑 Capítulo 20 🌑
🌑 Capítulo 21 🌑
🌑 Capítulo 22 🌑
🌑 Capítulo 23 🌑
🌑 Capítulo 24 🌑
🌑 Capítulo 25🌑
🌑 Capítulo 26 🌑
Advertencia
🌑 Capítulo 32 🌑
🌑 Capítulo 33 🌑
🌑 Capítulo 34 🌑
🌑 Capítulo 35🌑
🌑 Capítulo 36 🌑
🌑 Capítulo 37 🌑
🌑 Capítulo 38🌑
🌑Capítulo 39🌑
🌑Capítulo 40 🌑
🌑Capítulo 41🌑
🌑Capítulo 42🌑
🌑Capítulo 43 🌑
🌑Capítulo 44🌑
🌑Capítulo 45 🌑
🌑Capítulo 46 🌑

🌑Capítulo 4🌑

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By YamiKriss


Fue iluso pensar que mi primer día de clases sería normal, partiendo porque no estaba metida en un sito normal, donde mi mejor golpe de suerte, consistía en conocer un grupo en resistencia, ideando un plan de escape.

Bueno, quizás podía meter el chisme en algunas cabezas inmaculadas, y pronto tendría todo un séquito a mi disposición. Aunque claro, no podía esparcir demasiado el rumor, o las autoridades reforzarían la seguridad, y no podría llevar a cabo la fuga.

Como sea, en mi primer día, me vi obligada a saltarme la primera hora para asistir a un control obligatorio, del cual me informó Eva unas horas antes.

Sentí que no era un buen comienzo.

Me puse mi uniforme y me di un par de vueltas en el espejo, la falda era más corta de lo que me habría gustado y el suéter más grande, un pésima combinación en mi humilde y ponzoñosa opinión, pero al menos me veía decente.

Si me hubieran dejado un delineador, quizás hubiera podido hacer algo con mis ojos levemente rasgados, debido a la ascendencia asiática de mi madre. No era algo que pasara desapercibido, menos cuando abría la boca y no lanzaba un montón de sonidos incomprensibles. A la gente le impactaba que dijera cosas que pudieran comprender, y no quería que esa fuera la primera impresión en mi nueva escuela.

Pese a mis diecisiete años, aquí era una simple estudiante de primero, no importaba la edad para medir el grado que cursadas, sino el tiempo que llevabas aquí metida. Aún así, mientras mis asignaturas de reinserción eran del primer grado, el resto de las clases eran las adecuadas para nivel académico fuera de Louksna.

La clínica quedaba lejos de los dormitorios, así que tuve que partir con tiempo para llegar a la hora. Eva estaba esperándome con una radiante sonrisa en la entrada, era increíble lo incómoda que podía ponerme esta mujer, sin ningun esfuerzo de su parte. No hice ningún comentario y me dejé guiar por un largo pasillo. Llegamos a una habitación grande, con una camilla, una corredora y cientos de máquinas extrañas. Solo había una mujer mayor en el lugar, vestida con un delantal blanco.

En algún momento pensé que querían hacer experimentos conmigo.

La señora se presentó a sí misma como Marcia Muller y me indicó que sería la encargada de examinarme durante mi estadía en la academia.

—Durante las primeras semanas es importante que vengas cada tres días, luego una vez por semana y así, iremos reduciendo las visitas —explicó.

—¿Por qué debo ser examinada? —pregunté.

—Para ver como está llevando tu cuerpo los nuevos genes y tu metamorfosis, cariño.

Obedecí y me senté en la camilla, miré silenciosamente cómo la doctora preparaba un montón de jeringas. La detuve justo antes que pudiera inyectarme, no iba a dejar que metieran cosas extrañas en mi cuerpo sin saber qué eran antes.

—¿Para qué es eso? —inquirí.

—Necesito unas muestras de sangre —explicó Marcia.

—¿Y por qué?

—Para ver la compatibilidad de tu sangre con los nuevos genes.

Marcia intentaba tener paciencia conmigo, de reojo podía ver a Eva tener exactamente la reacción contraria, con cada pregunta que hacía.

—Supongo que tengo derecho a saber el diagnóstico —señalé.

Marcia se vio contrariada, pero asintió con amabilidad. Supongo que la mayoría de sus pacientes aceptaban de buenas a primeras todo lo que les hacía.

Controló mi respiración, la presión, miró dentro de mí garganta, tomó mi peso y estatura, a simple vista parecía un simple control de rutina.

Luego me dirigió a la caminadora, la idea era conectarme una serie de cables y ver qué tal corría, igual que en las películas.

—¿Cuál es el fin de este análisis? —pregunté antes de subir.

—Veremos qué diferencias tienes con un humano promedio en velocidad, fuerza y resistencia —explicó Marcia.

No me agradaba la idea de sentirme como rata de laboratorio, pero luego me di cuenta de que prefería colaborar para saber qué tan distinto era mi cuerpo ahora. Accedí a sus pruebas de trote, levanté los pesos que me indicó y empujé unas almohadillas que supuestamente median cuanta presión podía llegar a generar.

También probó mi sentido de la vista, apuntó con una luz muy molesta a mis ojos y me hizo describir toda clase de formas que veía a través de una extraña máquina, hizo algo similar con el oído, el olfato y el tacto.

Finalmente, la doctora no se mostró muy complacida con mis resultados preliminares.

Me crucé de brazos, esperando que me diera sus conclusiones, pero su rostro se mantuvo inalterable. Sabía que no podían ser tan malos, quizás no estaba al nivel de un lobo consumado, pero siempre había sido buena deportista, al menos durante mi vida como humana normal, la cual se sentía muy lejana a estas alturas.

—¿Aún no has tenido tu primera transformación? —preguntó Marcia.

Negué con la cabeza. Me planteé brevemente la posibilidad de que todo fue un fracaso y finalmente la infección de licantropia había sido rechazada por mi cuerpo.

—Tampoco cambió mientras estaba en el hospital, sin duda tiene un excelente auto control —intervino Eva.

La miré con rechazo, cuando Aby había hecho esa misma observación lo tomé como un halago, pero escucharlo bajo estas circunstancias lo hacía sonar como un característica que iba en favor de mis enemigos.

—En ese caso, podríamos cambiar sus talleres de autocontrol por otras que le sean más útiles, ya sabe dominarse, aunque aún no aprende cómo provocar el cambio —indicó Marcia—. Será mejor que le enseñen en un régimen más personalizado. Después de todo, recibió un ataque de lobo.

—¿Qué tiene que haya sido de lobo? —interrogé rápidamente.

—Los lobos son el clan más poderoso —explicó Eva, con incontenible orgullo—. No atacan a cualquiera, solo convierten a personas que cumplen con ciertos requisitos para portar el gen, y aún siendo así de selectivos, no todas las víctimas logran soportar el gen. Eres muy especial, Mackenzie.

Hice una mueca al notar que Eva hacía sonar mi desgracia como si fuese una gran bendición.

Luego de pasar por aquella consulta médica, se me autorizó para regresar a clases, se disculpó por no tener tiempo para acompañarme hasta el salón, cosa que en realidad agradecí, ojalá su agenda siempre estuviese tan apretada de modo que me dejase en paz.

Aún recordaba el camino para salir del hospital y el recorrido seguía pareciéndome tan tráumatico como la primera vez. Los malos recuerdos rondaban por cada pasillo de ese sector de la academia.

Sin embargo viéndome libre y sabiendo que tenía una buena excusa para no ir a clases —siempre se puede decir que estaba en el médico—, decidí desviar mi camino un poco.

Había llegado a una conclusión mientras me examinaban. Ambos hermanos Limerick eran capaces de generar una extraña sensación dentro de mí, ninguno creaba algo más potente que el otro, o al menos era incapaz de sentirlo, ya que a pesar de haber tenido pocas oportunidades de verlos, siempre iban juntos.

Tenía la teoría de que si veía a cada uno por separado probablemente iba a poder comparar las sensaciones que producía el uno y el otro, así sabría con exactitud cuál de los dos era el responsable de mi transformación.

Solo debía ingresar al ala este sin ser descubierta y buscar a cada uno. No sería sencillo y ya podía figurarme el tremendo lío en que de seguro iba a meterme, pero no tenía una mejor idea.

Los pasillos eran preciosos, sin duda, del Este al oeste había un mundo de diferencia, si nos referíamos a ambos polos de la academia.

Me iba escondiendo detrás de las enormes columnas que sujetaban el techo, que parecía sacado de un palacio medieval o una iglesia barroca.

Ahora que era una mujer loba, y pese al examen, confiaba que mis sentidos se hubiesen agudizado, de modo que fuese capaz de escuchar cualquier sonido sospechoso o incluso oler a algún desconocido acercarse. Era lo mínimo que esperaba de mis poderes animales.

A esta hora todos los alumnos estaban en clases, por lo que en principio no fue tan complicado infiltrarme. No habían guardias rondando y no pude ver cámaras de vigilancia, lo cual era un buen augurio, pensé que tal vez a suerte había decidido sonreírme al menos en en mi plan. Me equivoqué rotundamente.

Di la vuelta en una esquina y me encontré con un grupo de estudiantes conversando afuera de un salón. Inmediatamente ellas se dieron cuenta de mi presencia y notaron por mi uniforme que no pertenecía a este lado del establecimiento. Por cierto, el uniforme de los estudiantes vip era mucho más bonito que el del resto.

Una de las jóvenes se separó del grupo y se acercó a mí. Mi estómago la reconoció mucho antes que mi registro mental de rostros, causándome una extraña calma interior que pugnaba con los nervios de haber sido descubierta, resultando en una incómoda contradicción.

Aquel extraño sentimiento me indicó que la chica pertenecía al clan de los lobos, aunque no podía reconocerla.

Odié a mi estómago por no haberlo sentido unos minutos antes de doblar.

—¿Qué haces por aquí, plebeya? —preguntó la joven.

¿Plebeya? El calificativo me quedó dando vueltas en la cabeza durante un rato. ¿Cómo se supone que debía decirle yo? ¿Princesa? ¿Reina? ¿Bruja?

—Soy nueva y me perdí —Me excusé.

Pude ver que sus fosas nasales se movían, era gracioso ver a alguien con ese aire de suficiencia olfatear el aire como un perro. No es una indirecta ni nada por el estilo.

—Eres la última del clan —señaló.

Me sorprendió que me reconociera, por el contrario yo aún no era capaz de decir quién era ella.

—Estas en problemas —indicó—. Aunque seas una recién infectada, tienes que aprender a comportarte como una loba, es inaceptable que alguien de tu nivel deje en vergüenza al clan.

¡Vaya! Ahora la culpa era mía. ¿Acaso tenía que recordarle que fui cruelmente atacada?

—Si fuera por mí jamás me habría unido a tu estúpido clan —escupí.

Vi como se dibujaba una expresión de horror en su rostro. Acababa de rechazar a su clan, su orgullo había sido herido de forma irreparable, y jamás me perdonaría mis palabras. Cada vez que veía pasar al grupo de los lobos veía que su orgullo se les salía por los poros, incluso había visto la satisfacción que le producía a Eva saber que era un licantropo, repudirlo debía tratarse de la peor herejía jamás imaginada.

No me iba a arrepentir de mis palabras, pero tampoco creía justo quedarme a escuchar como una "superior" me reprendía, ella no tenía autoridad, yo no se la iba a dar.

Si hubiera sido más loba, tal vez incluso habría aceptado convertirme con tal de defenderme, pero no era así. En este momento, un repentino descontrol no sonaba nada de mal.

Viendo que no iba a cambiar y dándome cuenta que ella sí, hice lo mejor que alguien como yo pudo haber hecho. Me eché a correr.

No me sentí cobarde, al contrario, fue genial mirar hacia atrás y ver su cara estupefacta, pero verla ahí parada no me iba a detener, pues sabía que podía alcanzarme rápidamente.

Y así fue, apenas llegué a la escalera, vi que ella ya estaba a menos de mitad de camino para alcanzarme. Necesitaba una salida rápida.

A mi lado había una ventana abierta, no fue necesario pensarlo dos veces para saber que esta era la idea más estúpida de mi vida, pero si ya había sobrevivido al ataque de un hombre lobo, probablemente podía resistir una caída de apenas un piso.

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