outlasted spirit ⋄ stiles sti...

由 eternitear

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Teen Wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, sino a Jeff Davis, MTV, etc. Con la única excepción... 更多

Prólogo.
1. "Alternación"
2. "Fracaso"
4. "Impulsos"
5. "Poder"
6. "Sensación"
7. "Instinto"
8. "Abominación"
9. "Control"
10. "Confianza"
11. "Ilegal"
12. "Delincuente"
13. "Ironía"
14. "Sospecha"
15. "Sometida"
16. "Evidencia"
17. "Oportunidad"
18. "Vulnerable"
19. "Secretos"
20. Parte 1, "Espejismo"
20. Parte 2, "Dorée"
20. Parte 3, "Profundidad"
21. "Realidad"
22. "Expuesto"
23. "Ilusión"
24. "Adversidad"
25. "Determinación"
26. "Retribución"
Epílogo
Nota de la autora y próximo libro.

3. "Desconocido"

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由 eternitear

"Nada en el mundo puede molestarte tanto como tu propia mente." -Ravi Shankar.

Se estaba haciendo algo habitual, también, despertar en profunda confusión. No llamó mi atención aquél sentimiento de extrañeza en mi persona. Lo que sí me dejó atónita, y causó que un grito ahogado escapara de mi boca, fue simplemente abrir mis ojos.

Estaba en medio de la oscuridad, con muy pocos atisbos de luz llegando desde las ventanas, pero podía ver perfecto. Cada vértice y línea de cada una de las cosas que me rodeaban, aunque aquello no pudiera ser posible. Notaba todo con una claridad lúgubre, a diferencia de cuando veía las cosas con luz normal. Parpadeé, pensando que estaba soñando, que estaba alucinando, pero bien sabía –y aquello era lo único– que no era así. Luego, bajé mi mirada a mí misma. Y allí fue cuando el grito salió de mi garganta.

Mis manos, las mangas de lo que llevaba puesto, partes de mis piernas descubiertas y hasta mi calzado estaban manchados de rojo opaco y espeso. En el suelo podía ver manchas aún más oscuras, que iban desde donde me encontraba, acostada en el suelo, hasta la puerta trasera de la casa, la cual estaba abierta de par en par.

Me levanté, temblorosa, sin poder despegar mi vista de mis manos. Sin poder ignorar el inconfundible aroma a sangre que tenían.

Estaba asustada, pero de una manera ausente, como si alguna parte de mi instinto me dijera que no lo estuviera. Como si el hecho de que estuviese cubierta de sangre fuese algo natural. Sabía que no era mía; no tenía ningún tipo de herida ni sentía dolor alguno, pero eso empeoraba todo.

Me dirigí en modo piloto automático hasta la puerta que daba hacia el jardín, que golpeteaba contra la pared por el viento. Nada allí parecía inusual, no veía ninguna mancha, ni imaginaba cómo había hecho para trepar los dos metros de pared que rodeaban el parque. Lo único que mostraba evidencia de que había estado allí, era aquél rojo cubriendo un lado del pomo de la puerta.

Me quedé allí parada, mientras intentaba sin ningún éxito buscar en mi mente algún recuerdo de las últimas horas. Todo lo que lograba percibir era furia.

¿Qué demonios había hecho?

La última escena de la que era consciente, era de haber estado en el bosque, junto con Stiles y Allison. Había discutido con ella, y me había enfadado de tal manera que no había sido capaz de controlarme. Y luego... un gran montón de nada. Como si simplemente hubiese caído dormida, y hubiera tenido un sueño tranquilo y sin pesadillas. 

Ni siquiera sentía algún residuo de la furia que había sido incapaz de ignorar anteriormente. Sólo... intranquilidad. Y la seguridad de que había dejado algo sin finalizar.

El cielo aclarándose me sacó de la especie de shock que tenía. Todavía estaba oscuro, y seguía siendo capaz de ver a la perfección, pero la mañana llegaría en cuestión de una hora. Cerré la puerta, intentando no manchar el pomo del lado interior. Me quité el calzado, y corrí hasta mi habitación, encendiendo la luz. Luego, con más duda, entré en el baño.

Una vez me observé al espejo, un par de ojos refulgentes me devolvieron la mirada. Un segundo después, cuando parpadeé y encendí la luz, sólo tenía mis ojos pardos. Había sido tan rápido, que ni siquiera sabía qué color habían tenido, ni si se asemejaban a los de Scott o los de Derek.

Pero aquello no era lo único fuera de lugar, ya que mi rostro también estaba manchado de sangre. Las comisuras de mi boca, mi mentón, mis mejillas, hasta mi cuello. También advertí las puntas más largas de mi pelo oscuras y pegajosas.

¿Qué demonios había hecho?

Inconscientemente, otra vez, comencé a despojarme de mi ropa. La chaqueta que me había dado Stiles era lo que peor se veía, con una gran mancha en el frente. Mi overol de jean se veía intacto, ya que la chaqueta casi lo cubría por completo, pero mis piernas no lo estaban. También se veían sucias de tierra.

Sólo logré sentirme más como mí misma cuando me quité todo eso de encima, y el agua de la ducha que me tocaba corría transparente. Seguía sin ser capaz de sentir miedo, aunque un atisbo de otra cosa había comenzado a aparecer. No tenía la certeza de si era culpa, o duda. Tal vez ambas. Alguna parte de mí, la que sabía qué había hecho, se negaba a sentir remordimiento alguno.

Finalmente, cuando había terminado de quitar del suelo aquellas manchas de sangre seca, mi consciencia pareció volver en sí. Y volví a preguntarme qué demonios había hecho.

Todo rastro de aire se extinguió de mi cuerpo cuando imágenes de mí misma atacando a Scott, a Allison, a Stiles, llenaron mi mente. No había recordado nada aún, pero mi imaginación podía ser muy creativa. ¿Y si les había hecho algo? ¿Si les había herido, o algo mucho peor? Porque en el estado que había despertado podía significar fácilmente que había matado a alguien. Tener una gran laguna de oscuridad en mi mente era horroroso. Si había matado alguien, tendría que saberlo. No podía con la simple idea de haberlo hecho, así que tendría que sentirlo.

Me hice un ovillo en mi cama, apretando mi pelo en puños. El silencio estaba volviéndome loca.

>>><<<

Me tomó mucho tiempo calmarme, y lo único que lo había logrado realmente era fijarme por la ventana si el Jeep de Stiles se encontraba allí. Ver aquella pintura azul me permitió volver a respirar sin dificultad. Tenía el impulso de correr, buscar mi móvil que había encontrado apagado en un bolsillo de mi ropa y llamarle, pero no me atrevía a encenderlo. Ni siquiera me atrevía a moverme del sillón. En una hora Stiles debería pasar por mí para ir al instituto, y todavía no sabía qué demonios le diría. ¿Hey, Stiles, creo que he asesinado a alguien?

Ya no sabía en qué pensar. Me sentía hambrienta y exhausta, sin embargo, mi estómago se retorcía de disgusto sólo con pensar en café.

Un sonido en la televisión que había encendido para llenar el silencio llamó mi atención. Eran las noticias locales, y estaban hablando de un accidente. Una reportera estaba al lado de un policía, en una zona que no reconocía. Busqué el mando para subir el volumen.

"...alrededor de la una de la mañana, la llamada de un civil nos alertó de un 10-54, cerca de la zona de construcciones. El civil declara haber estado en medio de un intento de hurto, cuando alguien no identificado atacó al criminal. Los paramédicos lograron mantenerlo con vida, pero se encuentra en estado crítico. Posee heridas profundas en el cuello y estómago, así que, a pesar del testimonio del civil, un posible ataque de un nuevo animal suelto no queda descartado. Se recomienda que no transmiten la zona en horarios..."

Dejé de prestar atención a lo que decía el policía. Gracias a la infinidad de veces que había oído la radio de la policía de mi padre, sabía que 10-54 quería decir posible asesinato.

Antes de que pudiera pensar en lo que la noticia podría significar, cuatro golpes apresurados provinieron de la puerta principal. La sorpresa me dejó inmóvil unos momentos, hasta que reaccioné y apagué la televisión. Me paré, y cautelosamente, caminé hasta la puerta.

–Qui... ¿Quién es? –Pregunté tartamudeando.

–¿Ariel? –Oí la voz de Stiles, que me provocó un escalofrío.

Mi primer impulso fue de alejarme, e ignorar todo signo de vida exterior. Obligué a mis pies a quedarse allí, y a mis manos que abrieran la puerta. Me obedecieron a regañadientes. Stiles estaba a un escaso espacio de mí, luciendo agitado. Tenía unos oscuros círculos debajo de sus ojos.

Me observó de arriba abajo, como si estuviera cerciorándose de que estaba allí. Medio segundo después, sentía que el oxígeno se esfumaba de mis pulmones otra vez, porque estaba siendo envuelta en un abrazo.

–Stiles, ¿Qué...?

Me dejó ir, sólo para tomar mi rostro entre sus manos y besarme agresivamente. Y luego volvió a alejarse.

–Tú, –Me señaló con un dedo acusador. –No tienes idea de lo enfadado y aliviado que estoy en este momento.

Mi mente no podía pensar en qué decir. Aquello le hizo parecer más enfadado que aliviado.

–¿No vas a decir algo? ¿Nada?

–Yo—uhm... estoy algo confundida en este instante.

Él lanzó sus brazos al aire. –¿Confundida? ¡Ariel, he estado toda la noche intentando descubrir en dónde demonios te habías metido! ¡Scott y yo creíamos que ibas a masacrar a media ciudad! ¿Y tú estás confundida?

Bueno, no estaba segura de que no lo había hecho. Repentinamente fui muy consciente de la ropa escondida en mi ducha en el baño.

–¡¿Qué demonios ha sucedido contigo?! –Gritó él, y estaba segura que medio kilómetro a la redonda lo había oído.

–¡Deja de gritar! –Chillé yo, y tomé su brazo para meterle en la casa.

Cerré la puerta y me apoyé contra ella, sin quitarle la vista de encima. No sabía que decirle. No podía decirle. No podía no decirle.

–No recuerdo. –Susurré.

Todo rastro de enfado desapareció de su rostro. –¿Qué?

–No tengo la menor idea de qué he hecho. Lo última memoria que tengo es de haberme enfadado con Allison, y ni siquiera sé por qué lo hice. Luego, desperté aquí.

El hecho de decirlo, de pronunciar aquéllas palabras en voz alta, hizo de alguna manera más real lo que había pasado.

Ahora era Stiles el que parecía no encontrar palabras.

–Tenía las esperanzas de que tú me dijeras que sucedió. –Agregué.

Él enarcó las cejas por un largo tiempo, y luego suspiró. –¿Despertaste aquí?

Me limité a asentir.

–¿Hace cuánto tiempo?

–¿Dos horas? No sé exactamente.

Volvió a suspirar. –¿Y por qué no llamaste?

–Bueno—tenía miedo. Creí... creí... creí que les había hecho algo.

–Ariel, no has hecho nada. En el bosque, en un momento creí que el señor Argent nos había descubierto, y en cuanto nos giramos, tú te habías desvanecido. Estuvimos allí una hora hasta que tuvimos que obligar a Allison a volver para que no la descubrieran. Y luego Scott no podía encontrar tu rastro. Estabas tan furiosa que...

–Creo que no tengo tanto control sobre mis cambios de humor como creía. –Intenté bromear, encogiendo un hombro.

Él se acercó hacia mí. –No digas eso. De algún modo estábamos—estábamos esperando que sucediera. Deberías haber visto a Scott apenas se transformó.

¿Aquello era lo que me había sucedido? ¿Me había transformado? ¿Por eso había visto aquél flash de ojos refulgentes en el espejo?

–¿Algo más sucedió? –Preguntó, acercándose otro paso. –¿Cuando despertaste?

Estaba tan cerca que podía notar que acababa de tomar una ducha, por el aroma a jabón y sándalo. Aquello me distrajo por unos segundos, pero no los suficientes. No podía decirle. No podía no decirle.

El problema es que era muy buena mentirosa.

–No. –Dije, mirando a sus ojos. –Sólo desperté.

Y él pareció creerme.

>>><<<

–Estoy seguro de que no has hecho nada grave. –Me aseguró Stiles, apoyando su mano en mi asiento, en el Jeep.

Aunque fuera improbable, esperaba que él tuviera razón. Ahora que mi conciencia había regresado, se estaba transformando en algo muy irritante.

–No sucede todos los días olvidarte por completo de una noche. –Murmuré, apoyando mi cabeza en la ventana. –No han descubierto nada de Lydia, ¿Verdad?

–No. Pero la encontraremos. Por cierto, creo que deberías hablar con Allison.

Incliné el rostro para poder verlo. –Seh... lo sé.

–Lo digo en serio. Estaba muy preocupada después de que desapareciste tú también. Fue como... volver a—aquella noche. Primero Lydia, y después tú.

No sabía si hablaba sólo sobre Allison, o también sobre él. Por su expresión, adivinaba que era lo segundo.

Odiaba provocar preocupación a alguien. Lo detestaba. No sabía si habría podido evitar lo que sea que había hecho. No sabía si habría podido evitar enfadarme. Y no me haría ningún bien pensar en lo que podría o no haber sucedido, pero no podía dejar de darle vueltas al tema.

–Agh. –Solté un gruñido, tapando mi rostro con mis manos. –Necesito dejar de pensar por un rato.

–Entonces vinimos al lugar incorrecto. –Señaló Stiles con un ligero tono de broma.

Estábamos entrando en el estacionamiento del instituto. Solté un gruñido aún mayor, hundiéndome en el asiento. –¿Por qué no elegí un momento como éste para desaparecerme?

–Hay una lista de cosas aceptables con las cuales bromear y una con las cuales no. Ésa está a la cabeza de la inaceptable. –Masculló Stiles, aunque no lucía para nada serio.

–Siento mis sacrilegios. –Puse los ojos en blanco, estirándome para tomar mi bolso. –Bueno, al menos aquí podré pensar en otra cosa.

–Bueno... –Me dijo Stiles, mientras apagaba el motor. Tenía una sonrisa torcida, y me lanzó un vistazo fugaz. Notaba un brillo peculiar en sus ojos. –Olvídalo.

Fruncí el entrecejo. –¿Qué ibas a decir?

Negó con la cabeza, volviendo a mirarme de reojo, y luego salió del Jeep.

Si no perdía mi mente por mi última excursión nocturna, la iba a perder por Stiles.



–Tienes una larga explicación que dar. –Me regañó Scott, con un tono muy desaprobatorio.

Oh, hola Ariel, ¿Cómo has estado? ¿Has tenido dificultades lidiando con tu nueva cualidad de mujer-lobo anoche? –Le dije a la nada, con una mueca.

–Hablo en serio.

–Estás perdiendo el tiempo. –Murmuré entre dientes, con una chispa de enfado apareciendo.

–Okey, okey, tranquila. –Intervino Stiles, poniendo sus manos en mis hombros. –Inhala, exhala. ¿Podemos intentar no enfadar a la que tiene la nueva cualidad de mujer-lobo por nuestro propio bien?

–No sé si debería sentirme insultada por eso o no. –Murmuré. –Pero tienen razón. Te explicaría, Scott, pero...

Él enarcó las cejas, inclinando el rostro. –¿Qué?

–Ella no recuerda nada. –Explicó Stiles.

–¿Qué quieres decir con que no recuerda nada?

–Creo que la frase es bastante obvia por sí misma, Scott. –Respondió él, rodando sus ojos.

–Desperté en mi casa, sin idea alguna de lo que sucedió. Lo último que recuerdo es haber estado en el bosque.

Las cejas de Scott se alzaron aún más. –¿Estás segura de eso? ¿No sabes cómo has llegado allí? O qué—

–No, Scott. Nada. Puedo haberme ido a las vegas de fiesta, o simplemente caminar a casa. Sea lo que sea... no lo recuerdo. ¿Podemos no hablar de esto ahora?

–Bueno, yo tengo algo que decirles. –Soltó Stiles, con evidente duda.

Ambos le observamos con interés, esperando que comenzara a hablar. Se cercioró de que no había mucha gente a nuestro alrededor, y cruzó sus brazos. –Alguien ha asaltado el cementerio anoche.

Mi respiración se atascó en mi garganta.

Scott no parecía haber comprendido. –¿Y por qué eso nos importa? ¿Qué podrían asaltar de un cementerio?

–¡Despierta, Scott! ¡Lydia ha desaparecido hace un día y estuvo haciendo quién sabe qué! –Exclamó de manera extraña, intentando no alzar la voz. –Han abierto una tumba. El hígado de la mujer había sido arrancado.

El ceño de Scott se frunció al instante. –¿Se comió el hígado?

–No, nunca dije que lo comió. Ni siquiera sabemos si fue...

Se calló repentinamente, compartiendo una mirada pensativa con Scott. Después ambos me miraron a mí.

–Chicos, puedo asegurarles que no me he comido el hígado de nadie. –Farfullé atropelladamente, alzando mis manos.

–Pero no recuerdas nada. –Señaló Scott.

–No, pero—

–Okey, sólo dijeron que faltaba el hígado. –Me interrumpió Stiles. –No sabemos si alguien lo comió. E incluso si tú o Lydia lo comieron, ¿Qué hay con eso? Es la parte más nutritiva del cuerpo.

–Y canibalismo. –Agregué con una mueca, ganándome una mirada disgustada de él.

Scott suspiró, rodando los ojos. –Yo nunca comí el hígado de nadie.

–Sí, claro, –Resopló Stiles. –Porque cuando se trata de hombres-lobo, eres un real modelo de autocontrol.

–Heey, eso hace dos de nosotros. –Alcé una mano, y Scott la chocó, riéndose.

–Honestamente, ¿Pueden tomarse algo de esto en serio? En realidad—esperen, –Stiles tomó el hombro de Scott. –Tú eres el sujeto de prueba, así que deberíamos pensar en lo que te sucedió a ti.

–¿Qué quieres decir?

–Quiero decir qué estaba pasando por tu mente cuando te estabas convirtiendo, ¿Sabes? ¿A qué te sentías atraído?

Scott resopló una vez más, acomodándose la tira de su mochila. –Allison.

–Okey, ¿Nada más? ¿En serio?

–Nada más importaba. Pero, de todas formas, eso es bueno, ¿Verdad? Porque la noche en que mordieron a Lydia, ella estaba contigo.

Dirigí mi mirada hacia Stiles, quien ya me estaba observando. Supe que estaba recordando la noche del baile, y lo que había sucedido antes de que mordieran a Lydia. Sentí mis mejillas calentarse.

–¿Qué? –Preguntó Scott, confundido.

–N-nada. Sí. Pero ella estaba buscando a... Jackson.

Scott continuaba estudiándome. Enarcó una ceja, probablemente porque seguía ruborizada. Abrió la boca para decirme algo, pero el timbre del colegio sonó, salvándome. Comencé a arrastrar mis pies sin mucha convicción, recorriendo el estacionamiento con la mirada por pura costumbre, y me detuve por completo. En la otra punta de donde nos encontrábamos, medio escondida por toda la gente, había una chica apoyada contra una barandilla. Desde aquella distancia, sólo podía notar que vestía de negro, su cabello platinado, y que me estaba observando directamente.

Sentí mi mente siendo invadida por un recuerdo.

Estaba caminando. La ira cegadora guiaba cada uno de mis movimientos. Mis pies casi deslizándose suavemente por la grava de la carretera, mi respiración controlada, mis manos estiradas en forma de garras. Me encontraba en una zona con grandes edificios, y callejones oscuros poco iluminados. Sentía que alguien me observaba.

Casi con la misma sutileza de mis movimientos, una figura femenina había aparecido frente a mí, a unos metros. Sólo podía ver su cabello blanco y brillante entre las sombras. Una de sus manos se movió en mi dirección, y una fina flecha pasó rozando un lado de mi brazo, cortando la tela de la ropa que me cubría, dejando un corte que no sentí.

–¡Ariel!

Parpadeé, volviendo a la realidad. O eso creía. Busqué a la chica, alarmada, pero no había nadie allí. Se había esfumado. Estaba sosteniendo mi propio brazo con fuerza, el mismo por el que había visto el corte. Bajé la manga del sweater que tenía, pero no había nada allí, más que unas solitarias pecas normales.

–¡Hey! –Volví a escuchar, dando un respingo. Stiles había tomado mi rostro entre sus manos para que lo viera. –¿Qué sucede? Parece que has visto un fantasma.

–Y–Yo... yo sólo—estoy bien.

Scott ya se había ido, y quedaban muy pocos alumnos rezagados a nuestro alrededor. Stiles no parecía convencido por mis palabras, así que fingí una sonrisa. –Sólo estoy preocupada por Lydia. Vamos, llegaremos tarde a clase.

>>><<<

Me sentí desconectada del exterior mientras copié lo que llegaba a registrar de la pizarra, en las últimas tres clases que había tenido. Por suerte aquéllas no habían sido con Stiles y Scott. Allison debería haber estado en una de ellas, pero parecía que había decidido saltarla.

No pude quitarme el recuerdo de la mente en toda la mañana. Lo reproduje una y otra vez, como si mi botón de pausa se hubiera averiado. Por más que deseaba llenar mi mente con fórmulas matemáticas y hechos sobre la hegemonía corporativa durante la guerra fría —lo que sea que significara eso— seguía dándole vueltas a lo sucedido en la mañana.

Era como si estuviera intentando armar las piezas de un rompecabezas a ciegas. No se me ocurría quién demonios podía ser aquella chica de pelo rubio, por qué me había atacado, ni por qué estaba detrás de mí. Una parte de mí estaba algo asustada por ello; pero otra mucho más grande sabía que no podría herirme realmente. Al menos no si continuaba lanzándome aquellas pequeñas flechas. 

Hombre, sí que tenía un problema con las flechas.

Luego intentaba sacar una conclusión que al menos sonara cuerda sobre por qué había estado en aquél lugar, cómo había llegado allí, y por qué se parecía peligrosamente al lugar en donde el ladrón de las noticias había sido atacado. Todo aquello era simplemente demasiado para mí misma, pero no me atrevía a decírselo a nadie. Debía poder hacer algo sin ayuda. Ya había causado demasiados problemas.

Lo que logró al fin ocupar mi mente, fue un examen sorpresa de química. Allí necesitaba poner especial atención en fingir que no tenía la mente embotada, porque Allison, Stiles y Scott estaban allí. Al menos me sentía confidente con el examen.

–Esto es un examen, señor Stilinski, –El apellido llamó mi atención, y vi al profesor fulminando con la mirada a Stiles a través de sus lentes. –Si escucho su voz otra vez, estaré tentado de mandarle a detención por el resto de su carrera escolar.

–¿Puede hacer eso?

–Ahí está otra vez. Su voz. Provocando el único impulso que jamás he tenido de golpear a un estudiante, repetida y violentamente.

La boca de Stiles cayó abierta.

–Lo veré a las tres en detención. ¿A usted también señor McCall?

Scott simplemente se había girado para observar a Stiles. –No señor.

Puse los ojos en blanco, presionando los dientes para que el gruñido no saliera de mi garganta. Ni siquiera los había oído hablar, porque estaba del otro lado del aula. Y el profesor se encontraba a la misma distancia. Mis sospechas de que era un monstruo, tal vez un alien o un robot maligno del gobierno eran cada vez más altas. Y ahora Stiles debía quedarse una hora en detención, por lo que yo debía quedarme dando vueltas por allí, esperando para que pudiéramos volver. Genial.

Me obligué a mí misma a enfocarme sólo en el examen. Lo finalicé mucho antes del tiempo que el profesor nos había dado, y lo revisé minuciosamente, simplemente para ocupar mis pensamientos. Cuando el timbre que daba fin a la clase sonó, salí casi corriendo del aula.

Dejé el libro en el casillero y cerré la puerta con un golpe estresado, resoplando. En cuanto me torné hacia el pasillo, divisé a Allison sacando un vestido envuelto en un plástico protector de su casillero. Volví a resoplar, quitando un pequeño mechón de pelo que se había puesto frente a mi ojo.

–Hey. –Murmuré, una vez me acerqué a ella.

–¡Ariel! –Dio un respingo, empujando el vestido negro dentro del casillero otra vez. –¡Aquí estás!

Inesperadamente, justo como había hecho Stiles en la mañana, me envolvió en un abrazo. Enarqué las cejas y parpadeé repetidas veces, anonadada, pero la abracé también. El enojo que había sentido hacia ella el último día había desaparecido.

–Lo siento. Lo siento, lo siento, lo siento. –Repitió atropelladamente, sin soltarme. –He sido una—una amiga pésima y detestable. Lo siento.

–Allison.

–En serio que no sé cómo—

Deshice nuestro abrazo, sosteniendo sus hombros. –Allison. Para. No estoy enfadada. No voy a volverme loca como... como ayer en el bosque. En realidad, yo venía a pedirte perdón a ti.

Sus cejas se inclinaron al escuchar mis palabras, y su labio inferior tembló antes de que lo mordiera con fuerza. Sus ojos oscuros se habían llenado de lágrimas. Oh, no. –¿Venías a pedirme perdón? Luego de... luego de que... en el bosque—la flecha—fue mi culpa, Ariel. Fue mi culpa que te haya sucedido... aquello.

Por un momento creí que se refería a lo de mi recuerdo, y mi corazón dio un vuelco repentino, pero un segundo después comprendí lo que quería decir.

–Allison. –Repetí, sacudiendo un poco sus hombros. –No digas tonterías. Todos hicimos lo que pudimos. No quiero que hablemos sobre eso. Ya ha sucedido.

Abrió la boca para decir algo, y la cerró con un suspiro. Se limpió los ojos, aunque no había visto que sus lágrimas cayeran. –Yo—sólo quiero que sepas que lo siento. Y que...

Su mirada se enfocó en algo detrás de mí, y frunció el ceño rápidamente. Me giré, alarmada, pero quién estaba allí era alguien que nunca se me habría ocurrido.

–¿Adam?

Él estaba frente a mí, mucho más cerca de lo que mi espacio personal permitía, y sonreía de oreja a oreja. Me había olvidado de su existencia por completo.

–Hey, desaparecida. –Dijo. Su estatura era tan diferente a la mía que tenía que alzar el rostro para observarle. –Pensé que muchas cosas sucederían en el baile, pero que me dejaran plantado allí no era una de ellas.

No parecía que me estuviera reprochando nada por su tono agradable, pero fruncí el ceño igualmente. –Uh—¿No sabes lo que le ha sucedido a Lydia? Yo—

–Sí, lo sé. No fue mi intención sonar grosero. Quería decirte que algunos del equipo de Lacrosse pensaba unirse a un grupo de la policía para ir a buscarla. La encontraremos.

Si con los poderes sobrenaturales de Scott no lo habíamos logrado, no sabía cómo lo harían ellos.

–Gracias. –Dije, sonriendo de cualquier manera, porque parecía lo correcto por hacer.

–¿Cómo estás tú?

Enarqué las cejas, casi riéndome por todo lo que había sucedido, y él nunca tendría idea. –Uhm... bien, supongo.

Él acercó una mano a mi rostro, y puso detrás de mi oreja el mechón de pelo que continuaba escapándose de mi trenza. –Me ha quedado algo pendiente, sabes, desde el baile.

Su gesto me había dejado tan sorprendida que no hice más que balbucear. –¿Q—qué?

Su mano se movió a mi rostro otra vez. Antes de que pudiera hacer algo, se había inclinado hacia mí.

Y me estaba besando.

Signos rojos de neón más una alarma apareció en mi mente. Oh, no, oh, no, oh, no. Estaba petrificada. Adam me estaba besando. En medio del pasillo. Frente a medio instituto. Sus labios se movieron sobre los míos, y reaccioné. Me alejé, dando un gigantesco paso hacia atrás, chocando contra Allison.

–Uhm—lo—lo siento.

Tomé el brazo de Allison, comenzando a salir de allí a la carrera, recibiendo protestas por los que estábamos empujando.

–Ariel, hey, para, ¡Detente!

Se frenó en seco, apenas habíamos cruzado las puertas del colegio. –¿Por qué has salido así?

–¡Él me estaba besando!

–¡Exacto! ¡Sólo te estaba besando! ¡No estaba plantando una bomba!

Me llevé una mano al pecho, agitada. –Oh, demonios. ¿Por qué rayos ha hecho eso?

Allison parecía mucho más intrigada que yo. –Es bastante obvio que le agradas. Creí que a ti también, ya que en el baile te fuiste con él–

–¿Obvio? Espera, ¿Qué?

Oh. Oh. Ella no tenía idea de lo que había sucedido en realidad en el baile. Al menos no desde que yo me había separado de ella. Y dudaba mucho que Stiles le hubiera contado.

Oh, no. Stiles.

–¿No te fuiste con él en el baile? Creí haberlos visto bailando...

–Allison, ¿Viste a Stiles en el pasillo? ¿Antes de que nos fuéramos?

Parpadeó reiteradamente. –¿Stiles? Creo que estaba en su casillero, no estoy segura. ¿Por qué estamos hablando sobre Stiles?

Demonios. Mordí mi labio con fuerza, llevando mi mano a mi rostro.

–Te has puesto roja. Oh, Dios mío, ¿Te has puesto roja?

Destapé uno de mis ojos para observarla. Los suyos estaban abiertos como platos, y tenía una sonrisita.

–Es producto de tu imaginación.

–¡Oh, Dios mío! ¡Te gusta Stiles!

–¡Allison! ¡Baja la voz!

–¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¿Él lo sabe? Por todos los cielos, dime que él–

Tapé su boca para que dejara de chillar de una buena vez, pero ella quitó mi mano velozmente. –¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Qué es lo que no me has dicho? ¡Habla!

Antes de que pudiera hacer lo que me pedía, su móvil sonó. Su rostro cambió por completo, y lo sacó de un bolsillo, deteniendo el sonido.

–¿Qué sucede?

–Tengo que volver. Olvidé mi vestido.

–¿Vestido?

–Hoy es el funeral de Kate.

Llevé una de mis manos a mi boca, jadeando. –¿Hoy? ¿Por qué no me has dicho?

Ella se encogió de hombros. –Digamos que no encontré el momento exacto. Pero no importa de cualquier modo, es un funeral cerrado. Es sólo que...

Me la quedé observando esperando que terminara su frase.

–No importa. —Guardó su móvil descuidadamente. –Te llamaré en cuanto termine.

Se dio la vuelta y volvió a entrar en el instituto, sin dejar que dijera algo más.

La siguiente hora, tuve que esperar por allí a que Stiles apareciera, deseando que Adam no me viera. Me había escondido en la biblioteca hasta que ya no quedaba nadie por allí, y luego había ido al estacionamiento. Todavía me sentía algo atónita por el beso de Adam, y deseaba que Allison se hubiera confundido, y que Stiles no hubiera visto nada. Porque no sabía que le diría. ¿Debía decirle algo? Lo único que había hecho era enviarle un mensaje para decirle que lo esperaría en el estacionamiento, y no había recibido respuesta.

Me estaba preguntando en dónde demonios se había metido, mientras intentaba calentar mis manos heladas. Hacía demasiado frío como para estar sentada bajo el sol. Me hundí lo más que pude en mi abrigo, subiendo el cuello hasta tapar mi boca. Scott apareció en el estacionamiento, trotando hacia mí.

–Hey, ¿Has visto a Stiles? –Me acomodé sobre el banco, quitándome los auriculares.

–Creí que estaría contigo. Ya casi llegaremos tarde.

Enarqué las cejas. –¿Tarde?

–Iremos al funeral de Kate. Sólo para apoyar a Allison. ¿Él no te dijo?

Mordí mi labio, negando con la cabeza. –No.

–Hm. Debe ser porque sigue en detención.

Hice una mueca, sintiéndome más inquieta conforme los segundos pasaban. Scott se sentó a mí lado, echándome un vistazo curioso, sin embargo, me hice la distraída, pasándole un auricular para que escuchara música conmigo.

Ambos nos sorprendimos por el ruido de la puerta principal del colegio cerrándose con fuerza. Stiles venía desde allí con una enorme expresión irritada. Apreté mis dientes mientras me acomodaba mi bolso.

–Hey. –Murmuré, siguiéndole hasta el Jeep. Scott venía detrás de nosotros a unos pasos de distancia.

–Hey. –Fue todo lo que respondió, sin siquiera dirigir su mirada a mí, entrando al vehículo.

Bueno, si estaba segura de algo, era que Stiles no estaba contento. Y no me atrevía a preguntarle por qué. Me hundí entre el respaldo y la ventana del asiento trasero, sin quedarme entre los delanteros. El viaje hasta el cementerio fue increíblemente incómodo, con Scott intentando entablar conversación, y Stiles respondiéndole entre dientes.

Una vez llegamos, mi inquietud sólo fue en aumento. El lugar estaba repleto de reporteros y policías, dificultándonos aún más el tener que escabullirnos por allí. Scott se nos adelantó, olvidándose de ser cauteloso, y nos tuvimos que esconder detrás de un mausoleo para que un policía no nos viera. El griterío de los reporteros aumentó en el acto, y seguimos los pasos de Scott lo más agachados posible, hasta que llegamos a la estatua tras la cual se ocultaba. Ésta no parecía lo suficientemente grande como para ocultarnos a los tres, pero si nos movíamos, alguien iba a vernos.

Desde allí podíamos observar a la familia de Allison, más otros tipos luciendo amenazadores y serios. Probablemente guardias. El padre de Allison estaba abrazando a un señor mayor, aunque ningún tipo de afecto parecía estar envuelto en aquél acto.

Stiles se acomodó delante de mí, asomándose. –¿Quién demonios es él?

Apenas dijo eso, su atención fue hacia nosotros. Nos escondimos aún más detrás de la estatua, y me sentí algo apretujada entre ellos.

–Definitivamente un Argent. –Scott me dejó un poco de espacio, volviéndose a asomar.

El hombre le estaba hablando a Allison con una sonrisa. Por más que fuera mayor, no tenía ni un poco de pinta agradable. Toda su postura derrochaba seguridad y advertencia.

Allison se giró apenas un poco hacia nosotros, y Scott le saludó con la mano.

–Hey, tal vez sólo están aquí por el funeral, ¿Sabes? –Stiles se inclinó hacia él. –¿Y qué si son parte del lado no-cazador de la familia? Podrían haber Argents no cazadores. Es posible, ¿Verdad?

Scott negó con la cabeza. –Sé lo que son. Refuerzos.

Enarqué las cejas. –Creo que es un poco tarde para eso.

–¡Ustedes tres!

Di un respingo diametral, golpeándome contra fría piedra de la estatua. El sheriff había aparecido de la nada, y había levantado a Scott y a Stiles del cuello de sus camisas, mientras me fulminaba con la mirada. Me levanté de un salto, avergonzada.

–¡Increíble! –Dijo entre dientes, dirigiendo su enfado hacia Stiles. –¡Levanta mi corbata!

Él se agachó para levantar la corbata caída de su padre. –La tengo. Lo siento. Lo sé, debería haber preguntado.

Me fijé de reojo si alguien de los que estaban presenciando el funeral había advertido nuestra presencia. Todos parecían interesados en los Argent, que continuaban hablando entre ellos. Había tantos reporteros intentando conseguir fotografías por entre los policías que los mantenían detrás de una valla, que su griterío hubiera sido suficiente para que no hubieran oído el grito del sheriff regañándonos. Estaba volviéndome hacia Stiles y Scott, cuando capté un flash de pelo blanco.

Justo como hacía unas horas antes, en la mañana, sentí que me paralizaba.

Allí estaba aquella chica, algo alejada de los reporteros, con el rostro parcialmente ocultado por una capucha. No estaba observándome esta vez, si no que tenía su atención fija en los Argent. La impresión de que los conocía me invadió, y las palabras que había dicho Scott regresaron a mi mente. ¿Y si ella era uno de ellos? Eso explicaría por qué me había atacado. Pero si era uno de ellos, ¿Por qué no estaba en el funeral?

–Ariel.

Di un respingo, volviéndome hacia el Sheriff. Ya no parecía tan irritado, sino impaciente. Me hizo un gesto con la cabeza, señalando hacia las afueras del cementerio, y obligué a mis piernas a que se movieran, a pesar de que lo único que quería hacer era vigilar a aquella chica. Si me movía, los reporteros la ocultarían. Y sentía que era mejor si sabía en dónde estaba.

El sheriff nos dejó en los asientos traseros de una patrulla, ordenándonos que nos quedáramos allí. Volvía a sentirme apretujada entre ellos dos, y tener todo mi costado pegado a Stiles no hacía más que aumentar la tensión extraña. No podía dejar de mover mi pierna y de mordisquear la esquina de mi labio. La imagen de aquella chica aparecía en mi mente constantemente, comenzando a enfadarme.

No permitiría que una desconocida me intimidara.

Stiles continuaba enfurruñado, Scott jugaba con la luz del techo del patrullero, y yo estaba ocupada con no parecer demasiado nerviosa.

–Cuatro-uno-cinco Adam.

Di semejante salto al oír eso saliendo de una radio de policía, que golpeé a Stiles en las costillas y a Scott en el rostro. Scott comenzó a quejarse y Stiles a silenciarlo, intentando oír lo que decía el sheriff.

–No copié eso, ¿Dijiste cuatro-uno-cinco Adam?

Stiles y yo nos observamos rápidamente. –Disturbios en un auto.

–Estaban llevando a una víctima de ataque al corazón—muerto al llegar. –La voz volvió a provenir de la radio del sheriff. –Pero en camino hacia el hospital, algo les golpeó.

–¿Qué...? ¿Golpeó la ambulancia? –Dijo el Sheriff.

–Copio eso. Estoy parado enfrente ahora mismo. Algo se metió en la parte trasera. Hay sangre por todos lados, ¡Y quiero decir en todos lados!

Stiles, Scott y yo nos acercamos hacia adelante, tratando de oír mejor.

–Muy bien, unidad cuatro, ¿Cuál es su veinte?

–Ruta cinco. Lo juro, nunca he visto nada como esto.

–Okey, tómeselo con calma, estoy en camino.

Stiles abrió la puerta de la patrulla y salimos de allí corriendo en dirección recta hacia dónde habíamos dejado el Jeep. No nos tomó más que tres minutos llegar allí, y en menos de lo que llevaba un respiro Stiles ya había arrancado, sin quitar su pie del acelerador.

Me acerqué jadeando al espacio entre los asientos delanteros, sosteniéndome con fuerza. –La ruta cinco está en medio del bosque, ¿Verdad?

Stiles me observó apenas un momento por el espejo retrovisor. –Sí.

No sabía cómo yo estaba al tanto de aquello, pero lo estaba.

No parecía que estábamos lejos tampoco, porque no tardamos en llegar a una carretera vacía, donde a medida que nos acercábamos, pudimos ver una ambulancia con las puertas traseras abiertas de par en par, y una patrulla de policía. Stiles hizo una maniobra rápida con el Jeep, metiéndose entre los árboles del bosque,enviándonos a Scott y a mí contra las ventanillas por la violencia del giro. Cuando no pudo avanzar más, estacionó, y nos bajamos allí para acercarnos a la ambulancia. La noche estaba llegando, pero en el bosque todo estaba más oscuro que en la carretera.

Caminamos ruidosamente por el colchón de hojas secas y pequeñas ramas caídas, sin que fuese posible ser sigilosos, hasta escondernos detrás de un enorme tronco caído. Teníamos la ambulancia justo frente a nosotros, a unos treinta metros. No podía distinguir muchos detalles desde allí, pero sí podía ver a un hombre en una camilla. Lo que llevaba puesto se veía manchado de sangre, como también las paredes de la ambulancia.

¿Había hecho yo algo como eso?

–¿Qué demonios está haciendo Lydia? –Masculló Stiles.

Scott negó con la cabeza. –No lo sé.

–¿Qué te detuvo de hacer eso? ¿Fue Allison?

–Eso espero.

La boca de Stiles estaba presionada en una línea recta. –¿Necesitas acercarte más?

Scott alzó el rostro, olfateando el aire. –No, lo tengo.

–Scott, ¿Estás completamente seguro de que es Lydia? –Pregunté, evitando observar la ambulancia.

–Bueno, no has podido ser tú. Estabas con nosotros.

Solté un suspiro. Era verdad, y sin embargo, no podía estar del todo segura sobre ello. Scott comenzó a levantarse, pero Stiles lo tomó de la camisa, deteniéndolo.

–Scott, sólo... necesito que la encuentres, ¿De acuerdo? Por favor, sólo... sólo encuéntrala.

Scott asintió con seriedad. –Lo haré.

Stiles lo soltó, dándole una palmada en el hombro. Él se levantó del suelo del bosque, para desaparecer entre la niebla.

El sheriff ya había aparecido, y hablaba con otro policía, quien señalaba frenéticamente a la ambulancia. No podíamos oír lo que decían desde allí, pero no lucía bueno, mientras otros policías comenzaron a rondar la escena, investigando. Stiles y yo nos quedamos allí, sin decir palabra, hasta que comencé a sentirme entumecida. No sabía si era por el frío de la noche, por el nerviosismo, o por la tensión entre nosotros.

–No podemos continuar aquí. –Dijo él justo cuando estaba pensando en hablar. –Ven.

Se levantó de un salto, comenzando a dirigirse hacia la ambulancia.

–¡Espera! ¿Qué haces? Tu padre va a enfadarse—

–Lo sé. Inventaré algo. Aquí no conseguiremos más que morirnos de frío.

Me apresuré a seguir sus pasos, tropezando con una rama. En cuanto el sheriff nos vio, comenzó a despotricar sobre que no deberíamos estar allí, y me envió a que esperara en su patrulla. Obedecí sin rechistar, ya que nunca había visto al sheriff así de enojado. Observé por el parabrisas de la patrulla cómo regañaba a Stiles, que comenzaba a explicarle algo, moviendo sus brazos exageradamente. No tenía idea de qué podía estar inventando, pero era efectivo, porque el sheriff se calmó visiblemente.

Estiré las mangas de mi chaqueta, cubriendo mis manos, e intenté calentarlas soplando mi aliento sobre ellas.

–¿Lydia?

Alcé la vista de inmediato por el grito de Stiles. Todos se habían girado hacia él, quien miraba a un punto oscuro del bosque.

–¡Lydia!

Entrecerré los ojos, concentrándome en donde sea que Stiles estaba observando, hasta que por fin noté una mano moviéndose, corriendo una rama. El rostro de Lydia se volvió visible, completamente asustado, mientras avanzaba hacia la carretera. Estaba completamente desnuda.

Me bajé de la patrulla, quitándome mi chaqueta y mi pullover de lana, corriendo hacia ella. Sus ojos no parecieron identificarme, mientras seguía tiritando, hasta que mi propia voz diciendo su nombre la hizo parpadear, y vi el reconocimiento pasando por su rostro.

Tomé uno de sus brazos temblorosos hasta que cooperó, y la ayudé a ponerse mi pullover. Le llegaba justo al comienzo del muslo, cubriéndola por unos pocos centímetros. Luego la envolví con mi chaqueta, levantando el cierre.

Necesitaba comenzar a hacerle preguntas, saber si se encontraba bien, pero su notable estado de shock me decía que no le haría ningún favor. Sólo atiné a abrazarla antes de que un policía llegara a nosotras y se llevara a Lydia junto con un paramédico que no había visto antes.

Me quedé allí parada, atónita. Mi labio inferior tembló, y me di cuenta de que había lágrimas cayendo por mis ojos. Me las quité con el dorso de la mano, advirtiendo que Stiles se acercaba a mí.

–¿Estaba bien? ¿Te dijo algo?

Negué con la cabeza, aclarando mi garganta. –No. Pero parecía bien... al menos físicamente.

En algún momento el sheriff apareció, ordenando a Stiles que me llevara a casa, y que él no se moviera de la suya. Se habían llevado a Lydia al hospital, así que no tenía sentido que siguiéramos allí.

El alivio llegó a mí, aunque tardío, una vez volvíamos en el Jeep. Estaba muriendo de frío con mi camiseta fina, y Stiles todavía parecía un poco enfadado, pero ahora que Lydia había aparecido sentía que un gran peso se me iba de encima. Llamé a Allison para avisarle, aunque no pude decirle mucho ya que ni Stiles y yo sabíamos nada.

Cuando llegamos, era tan tarde y hacía tanto frío que todos los vidrios del Jeep comenzaban a empañarse. Stiles apagó el motor, pero no se bajó de inmediato. Le observé de reojo, mordisqueando la uña de mi dedo pulgar.

–Planeas continuar sin hablarme. –Dije. Mi intención era que saliera en modo de pregunta, en vez de afirmación.

Él dejó escapar su aliento, que formó una pequeña nube frente a su rostro. Negó con la cabeza.

–Entonces dime algo, porque no creo poder continuar esperando saber si estás enfadado conmigo o no.

–No estoy enfadado. –Habló al fin, observando el techo del Jeep. –Al menos no... tanto.

–No sabes mentir. –Desvié mi mirada hacia el frente de la carretera.

Un profundo silencio reinaba. La única fuente de luz era la farola de la calle, y de las casas lejanas.

–Yo no le besé. –Solté, antes de poder elegir mis palabras. –Él me besó a mí.

Sentí la mirada de Stiles sobre mí apenas dije eso. –Lo sé.

–¿Entonces...?

–Odié ver eso, Ariel. Aún más luego de todo lo que sucedió hoy.

Entendía lo que me decía, porque si hubiera sucedido al revés, hubiera estado echando chispas. O algo peor. Pero era extraño. Mi corazón había comenzado a palpitar con fuerza, y la tensión que había entre nosotros no desaparecía.

–Okey. –Dije, sin que otra cosa se me ocurriera. –Deberíamos... deberíamos bajarnos. Hace frío.

No me respondió, así que busqué mi bolso, poniéndolo sobre mi hombro, y me bajé. Comencé a caminar hacia mi casa, buscando mi llave. Escuché la otra puerta del Jeep abriéndose y cerrándose. Stiles me acompañó hasta el porche, y me observó abrir la puerta.

–¿Ariel?

Solté un suspiro, levantando el rostro para observarle directamente.

–¿Quieres ser mi novia?



__________

Perdón por la tardanza. Acá tienen un capítulo de 7.000+ palabras para compensar. (?)

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