Por y para siempre [AmourShip...

By xAngyLopez

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Al llegar al final de su viaje, Ash se despide de Serena prometiéndole volver a verla algún día, sin embargo... More

Capítulo I: "Otra vez"
Capítulo II: "Expectativa vs Realidad"
Capítulo III: "Grace"
Capítulo IV: "Decisiones"
Capítulo VI: "Tacto"
Capítulo VII: "Demasiado complicado"
Capítulo VIII: "Tyler"
Capítulo IX: "Amor"
Capítulo X: "Lo siento"

Capítulo V: "Serena, Ash y Grace"

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By xAngyLopez

¡Hi~!

Bueno, primero que nada ¡muchísmas gracias por sus votos! Apuesto que amarán este capítulo. Está entre mis favoritos de los que he escrito.

¡Agradezco un montón sus votos y el que se pasen a leer!

De aquí en adelante, comienzan los capítulos más largos. Espero que sigan gustando de la historia.

¡Espero que les guste!

Los personajes de Pokémon no me pertenecen le pertenecen a Satoshi Tajiri y a Pokémon Company en general.

"Por y para siempre"
"
Nunca dejes pasar una oportunidad que te haga feliz, sólo porque a los demás no les gusta"

Capítulo V: "Serena, Ash y Grace"

Se acostó en su cama, miró al techo de su habitación y suspiró agotado de todo el largo día que tuvo. Miró a su fiel compañero, sintió el cansancio rodearlo por completo, bostezó y miró la hora. Llevaba más de dos horas intentado dormir, minutos en los que se levantaba y volvía a costarse. Su mente se negaba a descansar a pesar de que así lo deseaba. Ash pasó su mano por su cara y su cabello, seguía sin comprender aquella historia de Serena y su hija.

No se atrevió a preguntarle, porque podría abrirle una vieja herida a su amiga y terminaría echando todo a perder. De cualquier forma, tenía oportunidad de preguntarle a Clemont, seguro él sabía la historia completa.

Empezó a recordar su día, después de almorzar con la castaña y la adorable niña, se fueron al parque. Él y Serena jugaron con la niña toda la tarde, su Pikachu también. Se rieron, disfrutaron hasta el máximo; inclusive escuchó como la niña le decía que era la persona más extraordinaria del mundo.

Sin embargo, se sentía contrariado. Por una parte Serena parecía estar únicamente para su negocio y su hija. No sintió que ella tuviese a alguien más cerca y él, en serio, quería saber quién era el padre de la niña. ¿Cómo tuvo el descaro de abandonarlas? Su amiga se merecía algo mejor. Él sabía lo que se sentía el abandono de un familiar.

Frunció el ceño mientras se volvía a levantar. Buscó su mochila y cuando la encontró, la abrió buscando alguna foto de su viaje en Kalos. Sacó varias cosas de ahí, hasta que encontró la fotografía del campamento. Exhaló y regresó a la cama, vio a su Pikachu y decidió desahogarse.

—No sé qué hacer —le dijo a su Pokémon—, es decir, ¿debería preguntarle a Serena sobre eso?

—Pikachu —respondió, en evidencia de tampoco saber qué hacer.

—Tal vez sólo debería hacer lo que he hecho, visitarla y nada más. Cuando haya pasado tiempo suficiente... —Se quedó a medias, ¿qué haría después? Su compañero le miraba confuso.

—¿Pika?

—No debo pensarlo ahora, luego veré que haremos. ¿No te molesta quedarte acá por un tiempo, verdad? —preguntó con mejor ánimo, su pokémon se lanzó encima de él.

—¡Pikapi! —respondió feliz.

—Entonces, no queda otra más que intentar dormir.

Se acomodó, dejó la foto a la par de su Pikachu, suspiró e intentó dormir. Pasó un gran rato, pero al final logró lo que deseaba.

•••

Ash se encontraba concentrado, debía de cumplir con lo que se había propuesto. Observó atento el lugar donde estaba. El parque era muy extenso, aun así no era ningún impedimento para conseguir su objetivo. Siguió buscando, hasta que miró a su Pikachu regresar corriendo.

—¿Nada? —preguntó con seriedad, su compañero negó con su cabeza.

Pasaron cinco minutos en los que había estado caminando por casi todo el lugar. Cerró los ojos y respiró hondo. Ya había olvidado como se sentía hacer eso, se rio de sí mismo y siguió con lo suyo.

En lo que hacía buscaba, su mente pensó en lo último de su vida. Ahora, se encontraba visitando más seguido a su amiga de la infancia. También estaba empezando a querer a Grace, pero existía una gran duda.

En algún momento él debería irse, el tiempo corría y no tenía ni idea de qué hacer. Cada vez estaba más apegado a la idea de quedarse en Kalos, e intentar que Serena le contestara todas sus dudas. No obstante dudaba y sabía por qué, siempre había sido impulsivo para todo.

Y ahora, se encontraba sin respuestas. De un día para otro, tenía que tomar una decisión que podría cambiarle la vida. Reflexionó sobre lo que quería y lo que debía, deseaba conocer más a la nueva Serena y a su hija, pero debía de partir en algún momento.

Hacía unos días, deseaba mucho conocer todos los sentimientos que ella tenía hacía él. Ahora ya no estaba tan seguro. ¿Se iba a rendir? Sacudió su cabeza, mejor regresó a lo que estaba haciendo.

Buscó detrás de unos arbustos, donde antes había escuchado un ruido. Encontró lo que buscaba.

—¡Ay no, me encontraste! —gritó Grace, mientras salía de su escondite.

—Pues, gané entonces —comentó, sonriendo con éxito—. De igual forma, me costó encontrarte.

La niña se le acercó y le miró con admiración.

—Para la otra, yo seré quién gane —habló motivada—. ¡No me rendiré, hasta el final!

Él miró sorprendido a la pequeña.

Por supuesto, ¿cómo lo había olvidado?

Le dieron ganas de reírse. Otra vez, él estaba una situación lo hacía regresar a su juventud. Sonrió al sentirse conmovido. Bajó la vista, notando que la pequeña le veía con suma curiosidad.

—Conoces la clave para ser feliz —dijo Ash, notando los ojos brillosos de la menor.

—Mamá siempre lo dice, en sus historias me cuenta que esa era su motivación —respondió con sinceridad.

Ash sabía que había sido especial para ella, pero hasta ahora se daba cuenta de la cantidad. Era real, la admiración y la inspiración que él le daba a la castaña, iba más allá de lo que imaginaba.

La niña le hizo recordar que debía luchar. No se rendiría con nada que tuviera que ver con Serena.

•••

En el último mes, Serena había estado más ocupada, así que él no quedaba con muchas opciones.

Cuando podía llegaba junto con Grace a ver cómo estaba. Si la niña debía de quedarse en casa con la niñera, él nada más llegaba a la boutique y ayudaba con lo que podía (en cuestión de fuerza. La moda y diseño no era lo suyo), ahora era más difícil acercársele.

Desde que conoció a la niña, su amiga parecía estar renuente a pasar tiempo, juntos. Si había alguien más con ellos, lo trataba con amabilidad. Si estaban solos, se quedaba callada.

Al principio le pareció normal, pero ahora se sentía frustrado. Ninguna conversación como las que tenían antes, de niños, las tenían ahora. Parecía ser el que la incomodaba, aún cuando no estaba haciendo nada en concreto.

Había decidido hacer algo para acercársele. Grace le había pedido como treinta veces que si podían ir a su departamento. Él encontró eso como una buena oportunidad para convivir y aceptó.

Lo malo del asunto era el desastre que tenía en su vivienda. No es que fuera poco higiénico, su único problema era el desorden. Había programado que se despertaría temprano, se arreglaría y organizaría el desastre de su casa, sin embargo se despertó tarde.

Miró el reloj, dándose cuenta que era mediodía. Se había tardado mucho desayunando. Respiró hondo y comenzó su intento de arreglar.

No pasaron ni quince minutos cuando la puerta sonó, dejó lo que hacía y fue abrir.

—¡Ash! —gritó Bonnie, después lo abrazó.

—Tú —susurró, intentado pensar quién era la muchacha rubia que lo estaba apretujando. Luego de mirar hacia el pasillo notó a Clemont—, ¿qué? ¡¿Bonnie?!

—¡Sí, soy yo! —respondió, emocionada—. ¿Acaso crecí mucho?

—Wow, no puedo creerlo —habló sonriente. Sus amigos estaban allí, visitándolo.

—Debiste de ir a vernos —regañó la más pequeña, mientras se separaba de él—. ¡Qué desconsiderado!

Ash rio un poco.

—Lo siento —entró a su casa, dándoles la espalda—. He estado algo desconcentrado últimamente.

—¿Es por Serena? —preguntó Clemont, entrando a su departamento—. Korrina me dijo que te vio con Grace —comentó lento y confundido. No sabía si era verdad lo que le habían dicho—, ella dice que no se atrevió a hablarles, pero, ¿es cierto?

—Sí, ya la conocí —aclaró calmado. Observó las expresiones de sus amigos, estaban bastante asombrados—. ¿Hay algo que tengan que decirme?

—¿Serena ya te lo dijo? —cuestionó la rubia.

—¿Qué cosa? —regresó la pregunta.

—Sobre quién es el padre —siguió Clemont.

Hubo un silencio en todo el departamento. ¿Acaso ellos tampoco sabían eso? Hacia unos días había pensado preguntárselo a ellos. Con esta nueva información la duda se hizo más grande. ¿Por qué tanto misterio con Grace?

—¿Ustedes no lo saben?

—No, Serena hizo un largo viaje —comenzó a contar el inventor—, solía viajar mucho. Había largos periodos en los que no la veíamos. Tiempo después, los dos la convencimos de llegar para el cumpleaños de Bonnie, cuando se presentó, vimos a la niña —hizo una pausa mientras examinaba la reacción de su mejor amigo—, nunca nos contó nada, tampoco se lo cuestionamos.

—¿Ella no tenía pareja? —preguntó intentando hallar más pistas.

—Sí. —Bonnie era quién hablaba ahora—. No era un mal chico, pero nunca la vi tan apegada a él. No sabemos qué fue lo que pasó.

—Entonces —habló Ash, sentándose en su sofá—, supongo que no importa. Algún día lo sabremos —contestó con normalidad—. ¿Quieren ayudarme a arreglar?

Ambos hermanos observaron el lugar, había cosas tiradas por acá y allá. Muchos papeles por todos lados e incluso libros mal apilados.

—Deberías organizar esto más seguido —comentó el rubio observando más la habitación.

—Sí, es que tendré visitas más tarde y quiero que se vea normal. —Les lanzó una mirada un poco suplicante, junto a una sonrisa—. ¿Me ayudan?

—De acuerdo, pero nos contaras todo lo que has hecho —aceptó Bonnie.

—Digo lo mismo —apoyó Clemont.

—¡Excelente! Empecemos.

Todos se pasaron el resto de la hora organizando el lugar. No habían preguntado nada más. Estaban bastante ocupados y distraídos en asear.

Sin embargo la mente de Ash se vio atacada por sus dudas. Ahora sí estaba más confundido que antes. ¿Qué era lo que pasaba con la historia de Serena y su hija? Más intrigado por la verdad, se motivó a seguir adelante. Le preguntaría cuando tuviera la oportunidad.

•••

Dos horas más tarde, los tres y Pikachu estaban sentados en el sofá. Agotados por el trabajo que les costó que todo se viera normal.

Todavía no habían conversado mucho, sólo detalles de los viajes de la más pequeña.

—He estado en muchos lugares, también fui a otras regiones —respondió con ánimo—. Siempre traigo conmigo recuerdos de los lugares donde he ido. —Los ojos se le iluminaban al contar sus experiencias. Y, en un instante, observó a Ash con curiosidad—. ¿Cómo te ha ido?

—Bien, supongo —comentó con su tono normal.

Bonnie le miró un poco molesta, había escuchado ciertos rumores. Quería saber si eran verdad.

—Escuché cosas sobre ti —admitió sin preocupación—. ¿Qué haces ahora? ¿Conseguiste ser...?

Su pregunta fue interrumpida cuando alguien tocó la puerta. Ash fue quién se levantó para abrir.

—¡Hola! —saludaron ambas féminas, él regresó el saludo.

Les hizo una señal para que entraran y así lo hicieron. Serena se llevó una gran sorpresa cuando vio a sus otros amigos ahí.

—¡Bonnie, Clemont! —mencionó alegre la castaña.

—¡Serena! —Se levantaron de sus lugares y se dieron un abrazo grupal, la niña se les unió.

—Cuanto tiempo —señaló la hermana del rubio—, parece que Grace también ha crecido. —Se acercó a la pequeña y le acarició la cabeza.

—¡Sí! Qué bueno que también estén aquí —habló la hija de Serena—. ¡Ash es muy genial, más que el señor Clemont!

—¿Más? —preguntó el líder de gimnasio.

—Ella tiene razón —apoyó Bonnie, después vio la mirada desaprobatoria de su hermano—. Está bien, sólo lo dije para molestarte. —Rio al terminar su oración, al calmarse prosiguió—. Te molestas muy fácil.

—Como sea —susurró avergonzado el inventor.

La castaña se sintió feliz de tener a sus mejores amigos allí. Sonrió satisfecha, cargó a su hija y la llevó hasta el sofá.

—Gracias por invitarnos, Ash —habló Serena girando la vista para verlo—. Traje un par de cosas para cocinar, pensé que sería lo más adecuado para agradecerte por todo.

—No me agradezcas —habló con sinceridad. La vio a los ojos y le lanzó una mirada intensa—. Seguro cocinas mil veces mejor que hace años —halagó con una sonrisa.

Ella evitó verlo, murmuró algo y se sentó junto a su hija.

—Bien, ¿por qué no jugamos algo? —preguntó Ash, buscando entre sus cosas algún juego de mesa.

•••

Se habían pasado el resto de la tarde jugando Scrabble. La pequeña niña era muy ingeniosa, había convencido que Ash la ayudara. Él no jugaría, nada más quería ver. De antemano sabía que jugar contra Clemont en algo como eso, era intentar lo imposible, sin embargo procuró ayudar a la menor.

Entre risas por las ocurrencias que decían, recordaban mucho sus viajes. La niña parecía saberse de memoria algunas de sus emocionantes e inolvidables aventuras.

Serena había preparado el almuerzo, cuando estuvo listo comieron. Ash le hizo varios cumplidos a la cocinera, pero ella se limitaba a decirle sus típicos "Gracias".

Después de eso, Clemont y Bonnie decidieron retirarse. Se despidieron y aunque hubo temas que no pudieron hablar, quedaron con Ash de verse en algún momento de lo que restaba de su estadía allí.

Grace se había quedado dormida en el sofá. Ellos dos se habían quedado solos en la cocina, ninguno se atrevía a decir algo. Ella limpiaba los utensilios sucios mientras él la miraba.

—¿Quieres que te ayude?

—No, está bien.

Otro silencio se presentó, él hizo un segundo intento.

—¿Puedo preguntarte algo?

—¿Sobre qué?

Vaciló unos minutos su respuesta.

—Sobre tu hija —soltó con suavidad—. ¿Cuántos años tiene?

Escuchó como la respiración de ella se alteraba.

—Seis —respondió con amabilidad.

—Es muy lista —comentó Ash—. ¿Por qué no me hablaste de ella el día que nos volvimos a ver?

—Porque —susurró algo confundida. No quería ese momento—, no lo sé.

—Está bien —intentó calmarla—, ¿quieres hablar de otra cosa?

—Sí —respondió rápido, él se sintió culpable de incomodarla.

—¿Tienes alguna pregunta para mí?

La castaña se relajó un poco, suspiró y volteó a verlo. Tenía esa expresión recordaba, la que hacía años que no veía Si ella había dejado de estar enamorada de él, ahora su corazón regresaba a cometer el mismo error, pero ¿cómo evitarlo?

Él era muy atento con ella y su hija, seguía teniendo esa actitud tan deslumbrante. Encima era divertirlo tenerlo cerca, siempre la buscaba y ella lo evitaba. Su actitud era, por más que lo negara, muy caballerosa, inclusive se portaba mejor que la mitad de quienes solían buscarla para tener citas.

Sin embargo no podía, estaba mal y lo sabía. Él solo estaba siendo un buen amigo, no existía una segunda intención detrás de su amabilidad. Por una parte era lo mejor y por otra, le hacía recordar a cuando era niña.

Y aún con todo eso, ella estaba en su departamento, su hija estaba dormida en el sofá, ambos conversando en la cocina, ella limpiando y él observándola e intentado ayudar. ¿Por qué él no llegó antes? Hubiera sido más fácil todo, ahora ya no podía. Intentarlo implicaría lastimar a más de una persona.

¿Qué podía hacer?

—¿Cómo te ha ido? —preguntó Serena, llegó a la conclusión de seguir la corriente. No podía apartarse mucho, su hija lo adoraba y no podía alejarlos porque sí.

—Bien —respondió, tranquilo—. Tengo un sinfín de cosas por contarte, pero has estado muy ocupada.

—Sí, el trabajo es duro a veces.

Los dos se sentían como extraños, su conexión estaba tambaleándose por sobrevivir. ¿Qué deberían hacer? ¿Cómo poder avanzar en su inexistente romance? Ella no quería, él dudaba y ambos se perjudicaban.

Con duda Ash se acercó a Serena, evitando volver al momento incómodo.

—Siento que estás rara —comentó, intentando sonar normal—. Quizá este divagando, pero si es así y me estás evitando —susurró sin saber cómo seguir—, sólo quiero que sepas que no quiero hacer nada tonto ni imprudente. —Dio un paso adelante mientras ella retrocedía—. No estaré mucho tiempo acá, quisiera pasarlo bien y que estemos como antes.

—Pero...

—Por favor —interrumpió con una mirada seria.

—Está bien —aceptó la muchacha. El muro imaginario que había puesto entre ambos se estaba empezando a derrumbar.

•••

Ash suspiró por quinta vez, mirando de nuevo a Serena. Ella estaba atendiendo su boutique, pero más que eso estaba evitando hablarle. Frunció el ceño, inseguro de cómo sentirse con todo eso. Cuando notó que ya nadie estaba ocupando su tiempo, se acercó a ella.

—¿Quieres ir a comer algo dentro de un rato? —preguntó sonando más casual de lo normal. Ella dudó de su intención, pero era Ash, ¿qué podría haber de malo?

"No, debo mantener distancia sin que se dé cuenta", pensó, ignorando su mirada.

—Debo organizar el catalogo que armé hace unos días para la temporada —se excusó, sintiéndose aliviada por su propia seguridad al hablar.

Él lo meditó colocando su mano en su quijada después y, le sonrió de forma simpática.

—Está bien —aceptó sin más—. Iré a hacer algo, ahorita regresamos. —Tomó a su Pikachu y salió sin esperar respuesta.

La castaña exhaló aliviada. Sería más fácil sobrellevar su visita si se mantenía lejos. Siguió con lo suyo por un gran rato, pensando que todo estaba bien. Hasta que escuchó como alguien ingresaba a su negocio.

Antes de poder ver quién era, Ash ya le había colocado una bandeja con comida en frente de ella. Cuando subió su vista notó lo agitado que estaba, parecía haber corrido un montón.

—Fui a buscarte algo de comer —aclaró entre jadeos—, recordé qué pastelería era la que más te gustaba, así que después de comprar la comida, pasé por ahí —contó, mientras se reponía.

La castaña estaba sorprendida. E lugar al que él se refería quedaba bastante lejos.

—Gra-Gracias —tartamudeó nerviosa, lamentándose por no evitar sonar así—. No tenías por qué hacerlo.

—No es nada, en serio —insistió, mirando atento a su reacción—, así evitas enfermarte por no comer. —Y sin más sacó de su mochila más comida—. ¿No te importa que te acompañe?

¿Cómo demonios iba a negarse? Ella masculló algo que él no escuchó, le miró como entre frustrada y agradecida y terminó asintió, sin decir nada.

Esa fue la primera vez que comieron juntos en la boutique.

•••

Detestaba los trajes, en especial porque le incomodaban como nada en el mundo, pero ella le había pedido el favor de probárselo. No iba a negarle a Grace aquello, en especial porque la pequeña aseguraba que era un diseño que ella junto a su madre habían hecho.

Desde su punto de vista, el traje se miraba casi igual a los demás. Inhaló y exhaló, pensando que esta era una buena oportunidad para convivir más con las dos.

Luego de ponérselo y notar como a su Pikachu le habían puesto un moño, salió para ver qué opinaba la niña.

Su gran sorpresa fue encontrarse con Serena ahí, parada esperando a qué él saliera.

—¡Wow, te ves bien! —halagó Grace.

La castaña se le había quedado viendo, poniéndolo nervioso.

—La verdad —comenzó a hablar Ash—, esto no me gusta mucho. No me refiero al traje —aclaró rápido al ver la expresión de la rubia—, es sólo que este tipo de ropa siempre me incomoda.

—Pero no te ves mal —insistió la menor.

—No sé —susurró incómodo. Al mirar a Serena notó el intenso sonrojo que tenía ella en su rostro.

¿Era por él?

Siguió viéndola un rato más, después llegó a la conclusión que de seguro, era el calor.

•••

Serena estaba buscando algo entre las cajas que tenía guardadas en una repisa. Había necesitado una escalera para poder buscar mejor, sin embargo no lograba encontrar lo que buscaba. Para empeorar su suerte, sólo tenía tres horas para hallarlo, ¿por qué siempre dejaba sus bocetos sueltos por ahí?

Se quejó al sentir que algo le había cortado, sacó su mano de la caja y notó que sí se había lastimado. Bien, si encima no había desayuno por la prisa que llevaba (dándole de comer solo a la niña), ahora estaba contra reloj con uno de sus trabajos.

Miró la hora, ya debería estar almorzando. Comenzó a bajar por la escalera, escuchó que alguien entraba, seguro era una de sus empleadas.

—Necesito un botiquín, por favor —avisó deteniéndose para revisar su herida. Era una cortada pequeña aunque muy molesta.

Pensó en lo molesto que sería coser con eso, sintiéndose menos alentada. Sacudió su cabeza e intentó bajar.

Sintió como una mano se posicionaba encima de la suya, miró al causante de su desconcierto y lo vio, era Ash.

—Te ayudaré a bajar.

—Estoy bien, gracias.

—Preferiría ayudarte.

Sin protestar dejó que él hiciera lo que pedía, luego revisó otra vez su mano. Él al notar su cortada tomó su muñeca.

—Uy, creo que debes ponerte una curita —comentó con calma.

Ella sintió su propia voz ahogarse. No le ilusionaba tenerlo tan cerca, hace años por supuesto que sí, pero ya no eran los mismos.

—Estoy bien —logró soltar, aún con su voz casi afónica.

—¿Segura? Porque pediste el botiquín. —Señaló el objeto y ella se sonrojó, avergonzada.

—Sí, gracias —habló rápido, buscando la venda adhesiva. Al encontrarla se la puso y dio por terminado el asunto.

Por otra parte su compañero todavía tenía de qué hablar, aun cuando ella le estaba dando la espalda.

—¿Te acuerdas cuando te caíste y te raspaste la rodilla? —preguntó, nostálgico.

Ella sabía a qué se refería, dudó de responder, pero Serena no era así.

—Sí —murmuró un poco alto.

—Estabas llorando, te habías perdido y yo te encontré —siguió contando, mientras sonreía—, dijiste que te dolía mucho y que no podías levantarte, yo te dije-

Podría simplemente ignorarlo, quedarse callada dejándolo hablar solo todo lo que quisiera, pero no quería. Ese recuerdo era uno de los más especiales para ella, significa más allá de lo que cualquiera comprendería.

Era el punto y aparte que cambió su vida dos veces, significa el principio de algo mágico que nació dentro de ella, un sentimiento de renovación. Jamás olvidaría su propia lucha por tratar de encontrar su meta, eso ayudó a ser lo que era hoy.

Sin importar sus errores cometidos en el camino, tenía donde vivir, comida al día, un trabajo que le gustaba, amigos y sobre todo a su adorada hija. ¿Por qué debería de disgustarle esa conversación?

Volteó a verlo, su frustración se convirtió en nostalgia y su incomodidad en gusto.

—No te rindas, hasta el final —terminó la oración, le sonrió como hacía tiempo no lo hacía.

•••

Ash se había encontrado con Tierno y Trevor, llevándose un grata sorpresa. Entre lo que hablaban decidieron ir a una cafetería. Estaba muy contento de verlos, porque hacía tiempo que se preguntaba cuando los vería.

Vaya que habían crecido y madurado. Entusiasmado por el asunto, disfruto del ambiente del día. En la actualidad su cercanía con Serena había mejorado.

—¿Qué te trajo a esta ciudad, Ash? —cuestionó el del cabello negro.

—Bueno, vine de visita.

—¿Solo eso? —siguió preguntando Trevor—. Pensé que era por...

—¿Serena? —interrogó Ash—. Algo así —respondió con ingenuidad, no esperó la cara de sorpresa de sus amigos.

—Eso significa que, ¿vienes a conquistarla? —Tierno no había medido sus palabras y a causa de eso, Ash se sonrojó un poco.

—No, no —intentó responder.

—¡No tienes por qué actuar con nosotros! —gritó Trevor—. ¿Qué piensas hacer? ¿Quieres ayuda? Quizá si le regalas unas flores.

—¿Por qué no mejor la invita a bailar? —siguió el bailarín.

—Chicos, están malinterpretando todo —intentó aclarar, pero fue ignorado—. Sólo quería saber cómo estaba, hace semanas que vine y conocí a Grace.

Ambos chicos se sorprendieron de nuevo.

—¿Y le caíste bien? —preguntó el fotógrafo.

—Sí, ¿por qué le caería mal?

—A los pretendientes de Serena, los odia al instante —respondió Tierno.

—Bueno, eso es porque no soy un pretendiente —comentó Ash, mirando a su Pikachu reír por lo que le pasaba—. Sólo vine a verla, es todo.

—Pensábamos que ya sabías que le gustabas —habló Trevor—. Shauna nos lo contó hace años.

Ash se sonrojó otra vez, mientras desviaba la mirada a otro lugar.

—Sí, ya sé sobre eso.

—¿Y no le has preguntado nada? —cuestionó el del cabello negro.

—No, de cualquier forma dudo que responda. Saben cómo es Serena.

—Lo sabemos —contestaron al unísono.

—Supongo que entonces ya podemos hablar de otra cosa, ¿qué tal les va?

Terminaron dejando el tema de lado. Ash no quería decirles nada con respecto a eso.

•••

Serena miró a su alrededor, por primera vez desde hacía meses, su amigo de la infancia no se aparecía de la nada. Por una parte eso la hacía sentir tranquila, pero sabía muy bien donde estaba; seguro se encontraba con su hija.

Así que no sabía cómo sentirse al respecto, ¿debería molestarle o conmoverle lo bien que se llevaban? En algunos momentos dudaba de sus intenciones y acercamientos, ¡pero era Ash! ¿Cómo dudar de quién siempre fue tan denso? A veces, como que no captaba indirectas sobre su actitud.

Entonces una revelación llegó a su mente, ¿y si él sabía de lo que sentía, pero nunca se atrevió a decirle algo? Una pregunta tras otra se presentó en su cabeza, sin embargo no era posible. La forma de Ash ser no encajaba con saber eso, aun así quizá alguna vez tuvo un presentimiento. Suspiró mientras cerraba las puertas de su boutique.

Vio a una de sus amigas acercarse, sonrió y la saludó. Shauna era una de sus más especiales amigas.

Caminaron juntas de camino al departamento de Serena. Su conversación giraba en torno al festival que se acercaba en la ciudad, describiendo detalles sobre el clima de este año y cómo afectaría a ese día. Ella no esperó el giro que dio la plática.

—Sabes, me dijeron que Ash estaba por aquí.

La castaña se tensó al escuchar eso. ¿Quién le pudo haber informado?

—Sí, está de visita —contestó, intentando sonar neutral.

—¿Y? —preguntó, curiosa—. ¿Le has dicho algo, lo que sea? ¿Cómo actúa contigo?

—Normal, como un amigo —respondió rápido, sin mirarla.

—¿De verdad? A mí me contaron otra cosa.

—Pues —comenzó a hablar con seriedad—. No es verdad, actúa como siempre.

Shauna le lanzó una mirada reprobatoria.

—Quizá tú lo quieres ver así —murmuró cansada—. Dale una oportunidad.

—¿Por qué? No me ha dicho nada, es decir, actúa como siempre. —Su voz se iba quebrando, estaba muy confundida.

—Serena —la llamó suavemente—, ¿cómo lo sabes?

—Porque —intentó contestar, mientras los recuerdos de su separación iban llenando su cabeza—, él jamás me vería como algo más. —No tenía ni idea de por qué le estaba doliendo tanto decirlo, quizá su herida nunca se había cerrado del todo. Su amiga la miraba e incluso iba a hablar, pero no tenía caso—. Shauna, él ya está casado —terminó su oración entrando al edificio donde quedaba su departamento. Volteó a mirar a su compañera y se despidió.

•••

Serena abrió los ojos, dándose cuenta que estaba en su departamento. Miró la hora, eran cerca de las ocho de la noche. Recordó que había llegado de trabajar y decidió dormir un rato.

Giró su vista a su lado y se encontró con su pequeña. Sintió un poco más de energía y salió de su cama.

Se dirigió a la cocina, decidiendo que tomaría un poco de agua y revisaría si no tenía nada pendiente, en ese caso regresaría a dormir.

Escuchó que tocaban la puerta así que fue a abrirla, encontrándose a Ash junto a Pikachu.

Dudando de si era una visión o algo real, se rascó los ojos y siguió viendo lo mismo. Bien, al menos sí estaba totalmente despierta.

—Hola —saludó con normalidad—. ¿Estabas ocupada?

—Pues, estaba durmiendo —respondió, siendo sincera—. ¿Necesitabas algo?

—Eh, sí —habló con duda—. Grace me estuvo hablando de un festival que hacen aquí, pensé que podría acompañarlas —explicó con una sonrisa.

Serena se limitó a verlo y a pensar. ¿Aceptaba o no? Frunció un poco el ceño, exhaló y trató de responder:

—No sé —soltó sin mucho ánimo.

—Oh, vamos —insistió mientras subía sus hombros—, creo que sería una buena idea ir, es decir, así te relajas de tu trabajo.

—¡Pika, pika, pi!

Ambos intentaban hacerla cambiar de opinión, con miradas un poco suplicantes.

—Está bien —aceptó sin más—. ¿Sólo eso?

—Sí, buenas noches —se despidió irradiando engería.

Ella se quedó parada en la puerta, mirando cómo se iba junto a al pokémon. Estaba cediendo, más de lo que le gustaba.

•••

Vieron las luces que iluminaban las calles, la expresión de Grace era de emoción pura. Había un ambiente de alegría sumado a los puestos de juegos colocados alrededor y ni hablar de los dulces. Ash había visto eso como una buena oportunidad para convivir.

Clemont y Bonnie también aparecerían en cualquier momento. Se encontraba motivado por muchas cosas, en especial por ver a la niña con los ojos brillosos de la emoción.

—¡Ash, Ash! —llamó la pequeña, jalándolo de la ropa.

—¿Qué pasa? —preguntó con calma.

—Quiero ver más alto. ¿Me puedes cargar?

Serena, quién estaba al lado de ellos, no le gustó mucho la idea. ¿Y si la niña se caía? Iba a protestar, hasta que vio cómo Ash se agachaba con cuidado. Escuchó como éste le decía a la niña que no se moviera mucho si se subía, observó como él procedía a lo pedido por la niña.

Ash se levantó apresurado haciendo reír a la pequeña, se sonrojó por la adorable escena. Grace encima de los hombros de él, mientras éste la sostenía con fuerza para evitar que se cayera, a la vez en que reían.

Si existía la perfección, entonces ese momento lo era. La castaña, todavía suspirando, caminó hasta quedar a la par de Ash.

—Gracias —le susurró ella.

—De nada. —Él le sonrió, resplandeciente.

Caminaron todos juntos por el alrededor. Varias personas que conocían a Serena comenzaron a murmurar cosas. Ella ya lo sabía, era cuestión de tiempo para que empezaran los rumores; y era extraño, porque no le importaba. El toque de felicidad que se mezclaba en el aire, era suficiente para sentirse bien.

Un rato más tarde, él había ganado un peluche enorme en aquellos juegos de pesca. Serena no quería recibírselo, pero Ash insistió en que era un regalo para las dos. Grace se emocionó en sobremanera por el obsequio, después pasaron comprando dulces.

En medio de varias personas, se encontraron con Clemont y Bonnie, ellos se habían retrasado debido a una falla en la nueva máquina del rubio.

Pasearon por un gran rato, luego fueron a comer.

Al terminar, siguieron recorriendo el lugar. Las luces adornaban la ciudad, como pequeñas y brillosas estrellas. Durante ese tiempo, las chicas iban conversando a lo lejos, mientras Ash y Clemont caminaban apacibles.

—Oye, Ash...

—¿Qué pasa, Clemont?

—Quería hablarte de Serena.

—¿Qué pasa con ella? —preguntó con curiosidad.

—Es que, cuando te despediste... —Clemont se sintió nervioso de contarle aquello, no sabía cómo él lo tomaría. A lo mejor lo haría sentir culpable, pero tenía que saberlo.

—¡Hey, chicos! —llamó Bonnie—. No se queden parados.

Tuvieron que hacer caso los gritos de la rubia. Su conversación no siguió luego de eso.

•••

Llevaba casi seis meses viviendo en Ciudad Luminalia, sus interacciones con la niña aumentaban cada día más. Con el pasar de las semanas la castaña parecía "acostumbrarse" a su presencia.

Durante esa semana, Grace lo había invitado a comer a su departamento. Sabía que quien prepararía la comedia sería Serena, por supuesto recibiría ayuda de su hija.

Y desde su lugar en el sofá, notaba como madre e hija cocinaban. Le ponía de buen humor la escena, le recordaba a aquella época, cuando Bonnie era una niña. La rubia era más pequeña del grupo, siendo protegida por los tres y los pokémon. Ahora, Grace era la pequeña quién quería proteger.

¿En serio estaba adoptando una actitud "paternal"? Observó a su Pikachu, éste yacía acostado durmiendo. Antes de que la niña fuera a cocinar, había jugado un largo rato con el pokémon.

Sintió la culpa rodearlo, si hubiese llegado antes, quizá sabría más de Serena, de quién era el padre de la niña y entendería mejor las cosas.

Después llegó la hora de la comida, halagó un par de veces lo bien que olían los alimentos, después procedió a comer. No había mucha plática, aunque Grace tenía una pregunta en mente.

—¿Te quedarás para siempre acá, Ash? —preguntó la niña, emocionada.

—Ah, pues, creo-

—Hija, él pronto tendrá que viajar -respondió la castaña.

—Oh, pero, ¿no puedes quedarte más tiempo? —suplicó la pequeña.

Él lo pensó medio minuto, ¿por qué no?

—Sí, no hay problema —contestó feliz, observando la cara sorprendida de su amiga.

—¡Oíste mamá, se quedará!

—Sí, escuché —susurró, sorprendida.

Ash sonrió con amplitud, ella se dio cuenta de eso y se sonrojó.

•••

Se acomodó en su sofá, desde que había llegado a Kalos se tomaba el tiempo para ejercitarse y entrenar con su Pikachu. Varias veces había participado en batallas donde ganaba sin mucha dificultad.

Suspiró mirando al techo, había decidido relajarse esa tarde. En los últimos meses había formado una especie de vínculo con Grace y con Serena parecía retomar su 'conexión', aunque por ratos parecía ignorarlo y trataba de evitarlo.

Una risa salió de su boca, ¿realmente la ponía nerviosa? Bueno, estaba más atento así que notaba como se sonrojaba a veces cuando soltaba imprudencias. Cierto, no debería tratar de formar tanta cercanía, más cuando no sabía con exactitud qué era lo que quería. ¿Saber de los sentimientos pasados de Serena? ¿Ser una especie de familiar postizo para Grace? ¿Quedarse a vivir en Ciudad Luminalia, hasta que ella le dijera que no lo quería cerca?

Bostezó sin importarle mucho sus preguntas. Estaba muy despreocupado desde hace rato. No sabía si era porque le aliviaba ya no sentirse mal por el asunto de la niña, o si sólo quería estar allí, contra todo pronóstico.

Sus ojos se iban cerrando del cansancio, a punto de sumergirse en sus sueños. Un sonido persistente lo molestó. Sonaba a alguien tocando la puerta, se levantó un poco perezoso y la abrió.

Encontrase con esa imagen lo dejó en shock. Serena tenía los ojos hinchados, rojos y una expresión en su cara de preocupación. Estaba demasiado sorprendido y sin poder preguntar qué pasaba.

Entonces oyó esa oración que lo dejó helado.

—¿Gra-Grace está...contigo?

—No —contestó sin pensarlo—. ¿Qué está-?

La castaña estaba a punto de llorar, denotando lo desesperada que se sentía. Tuvo sentimientos encontrados cuando supo que no sabía dónde estaba la niña. Tomó a Serena de los hombros y la miró.

—¿Qué pasó?

Ella sollozó un poco y respiró hondo.

—Y-yo estaba en la boutique, Clemont y Bonnie la estaban cuidado. —Parecía tener dificultad para hablarle y notó la tristeza inundada en sus ojos—. No sé qué pasó, sólo sé que, ellos no sabían dónde estaba porque se había ido. —Vio las lágrimas pasar por sus mejillas. Se le estaba rompiendo el corazón a ambos—. Llevo horas buscándola, pensé... que estaba contigo, necesito encontrarla. —Ella se soltó de su agarre, a punto de irse. Él no iba a permitir eso, así que la detuvo.

—Voy a ayudarte —soltó firme—. La encontraré, lo prometo.

Serena no pudo decirle que no. Los dos salieron del edificio para buscar por todos lados a la niña. A cada lugar que pasaban, preguntaban por su paradero. Nadie tenía una respuesta.

Visitaron en los parques, las tiendas, el centro pokémon y nada. Dieron aviso a varias personas para avisar si la miraban.

Estaba anocheciendo cuando la desesperación rodeo más a la castaña.

Ash la vio derrumbarse, supo entonces que ese era el límite de ella. Quizá había soportado mucho en su vida, ¿qué debía hacer?

Se acercó con sutiliza y trató de calmarla, le dijo que la encontrarían, que nunca había que rendirse. Él la rodeó con sus brazos, susurrándole que todo iba a estar bien.

Y aunque él sabía bien que posiblemente podría no estarlo, no le importó. Sumado a eso, sintió ganas de jamás soltarla, verla destrozada lo hacía sentir como si se ahogara. Se parecía a tener tener algo atorado en la garganta.

Frunció el ceño esperando algo, una esperanza. Mil y un cosas pasaron por su cabeza. Ella parecía temerosa de perder a su hija y él, de forma empática entendió que era porque Grace podría ser lo más grande en su vida.

Su Pikachu, que desde hacía rato los había estado viendo con tristeza. Se aventuró a irse, él tomó a Serena de la mano y la guio. Debían seguir buscando.

Pasaron cerca de tres horas cuando llegaron casi a los límites de la ciudad. Vieron la estación, llena de personas a punto de irse.

Serena buscó con la mirada algo, ambos tratando de ignorar la masa de gente alrededor. Entonces, vieron en una banca a una niña acostada, durmiendo junto a una oficial Jenny.

La castaña salió corriendo para hablar con la oficial. Después de unos minutos, tomó a su hija en sus brazos y avanzó hasta donde estaba él.

Ash examinó a la niña, notando que tenía un par de raspones en las rodillas y un poco de tierra en la cara. La oficial había asegurado que no pasó nada más. Él agarró a la niña entre sus brazos y caminó junto a su amiga.

Se fueron en silencio hasta llegar al departamento de la señorita. Pasado el susto y después acostar a la pequeña en su cama, la castaña se acercó a Ash y lo invitó a pasar al departamento.

—Muchas gracias —habló con suavidad.

—No tienes por qué agradecérmelo.

—Sí, tengo —dijo, cerrando los ojos—, no sé cómo hubiera podido...

—Lo hubieras logrado —aseguró con seriedad—, eres muy fuerte. Seguro que la encontrarías, además tenías la ayuda de Clemont y Bonnie.

Ella se quedó en silencio un rato, después le miró directo a los ojos.

—Tú me apoyaste.

—Siempre lo hago.

Serena hubiera querido darle un abrazo, decirle que no sabía cómo devolverle el "favor". Mientras que él quería preguntarle todo y resolver sus dudas. Antes que cualquiera pudiera decir algo, alguien tocó la puerta.

—Ash —llamó Serena—. ¿Podrías ir a ver a Grace?

—Sí.

Él se fue al cuarto de la niña, escuchando a su amiga hablar con alguien. Seguro era sobre su departamento o la boutique. Al entrar a la habitación vio a Grace dormir en paz.

Se sentó en la cama y la observó con detenimiento.

¿Por qué se habría ido así? Sin poder preguntar, nada más miró sus raspaduras. Tal vez se había caído. Aquella imagen en su cabeza le recordó a Serena de niña, se rio un poco mirando a su pokémon y después a la pequeña.

Se alivió al ver que no había nada malo con la niña. Le colocó una manta encima y llegó hasta la puerta. Oyó a Serena hablando preocupada.

No salió de la habitación, tan solo escuchó lo que hablaban.

—¿Seguro que no hay más pistas? —preguntó la voz de Serena—, ¿nada?

—No, sólo lo he hemos encontrado ya. ¿No cree que ya pasó mucho tiempo?

—Para nada, hay que encontrarlos —insistió la castaña.

—Pero por lo que usted dice, ella no recuerda nada.

—Algún día lo hará y quiero tener respuestas para entonces. —La voz de Serena parecía quebrarse—, aunque me duela, ese día llegará.

—Entonces, seguiré buscando, señorita.

—Sí, me avisa si encuentra algo interesante.

—No se preocupe, encontraré a los padres de la niña.

Ash se quedó parado y casi sin poder respirar de la impresión. ¿Grace no era la hija de Serena? ¿Quién era ese señor? ¿Por qué no sabían dónde estaban sus padres?

Movió su vista hacía la niña y luego a Serena.

¿Quién era Grace y de dónde era?

Notas de la autora:

Oh Dios, revisarlo me llevó mucho tiempo. Bueno, espero que les haya gustado.

¡Suspenso! Haber, sé que se van a tardar un buen rato en leerlo. Agradezco que tomen su tiempo, se aprecian sus votos y/o comentarios ^^

En fin, cualquier falta lo lamento. Si les ha gustado, pueden dejar sus comentarios o pueden votar.

¡Gracias por leer!

Suerte,

Nos leemos.

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