Perversa Oscuridad: Enfrentad...

By Vidavirix

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Merche vs Malya. "Asegúrate de quiénes son tus enemigos". ___ ADVERTENCIA: Esta novela tiene lenguaje adulto... More

Sinopsis
Importante: Leer
Introducción
1: Entrelazar
2: Ruger
3: Monstruo
4: Señores
5: William
7: Perverso
8: Juego
9: Enemigos
10: Serpiente
11: Imposible
12: Tiroteo
13: Sueños
14: Tensión
15: Psicópata
16: Enfermizo
17: Merche
18: Egoísta
19: Extraño
20: Reina
21: Saber
22: Responsable
23: Esconderse
24: Infiel
25: Tobías
26: Poderosa
27: Códigos
28: Cementerio
29: Dudas
30: Tragedia
31: Alerta
32: Asesinar
33: Anillo
34: Voces
35: Acuerdo
36: Mafioso
37: Defunción
38: Tregua
39: Locos
40: Diferente
41: ADN
42: Confía
43: Debilidad
44: Golpes
45: Veredicto
46: Decepción
47: Movida
48: Arréglalo
49: Contarte
50: Mal plan
51: Roles
52: Espada
53: Correr
54: Fallando
55: Reglas
56: Reconciliación
57: Justicia
Epílogo
Curiosidades
Caras

6: Destruir

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By Vidavirix

Hermes

Todavía hay personas que osan desafiarme, pero yo los destruiré.

Días antes...

La noche se ve hermosa a través de la gran ventana, mi casino tiene una vista espléndida en cuanto a sus edificaciones, los mejores arquitectos han sido contratados para armar este gran edificio ilegal.

Mi Imperio.

Estoy sentado en la sala del bar, una de las mesas más vips del lugar. Veo el humo de mi cigarro apagarse mientras espero a un cliente. Me ha dejado plantado. Voy a demostrarle que no se juega con el Señor H.

Nadie me pasa por arriba, sin sufrir las consecuencias.

Uno de mis empleados se me acerca y levanto la vista.

―¿Qué ocurre? ―pregunto y se asusta cuando lo miro directo a los ojos. Puedo notar el miedo en su mirada.

―S... Señor H.

―¿Qué pasa? No me hagas perder el tiempo ―exclamo fríamente como es normal en mí.

Toma aire para decir lo que sigue y al fin continúa.

―El Señor E quiere una reunirse con usted.

―¿El Señor E? ―pregunto al escuchar una Letra que no ha sido utilizada hace tiempo, ni tampoco ha habido un Nombramiento para que eso suceda.

―Sí. ¿Lo dejo pasar?

Me levanto de mi asiento y se lo confirmo.

―De acuerdo, hazlo pasar ―ordeno.

El hombre le hace una seña al otro empleado y abren la puerta para que entre, cuando lo veo estoy impresionado de la situación.

Eiden.

Lleva un traje formal, para nada con su estilo, su mirada se ve fría y calculadora, emana oscuridad y resulta ser el Señor E.

―Hermes ―pronuncia directamente, mirándome a los ojos y a diferencia de mi empleado, no muestra una pisca de miedo. Antes lo hacía, pero ahora ya no.

Ha cambiado mucho.

―Así que... ¿Señor E? Creí que tú irías al paraíso, pero me equivoqué.

―Ya me desharé de esa Letra, no te preocupes ―exclama molesto ante mi acotación. Es obvio que él no buscó esa situación. Algo me dice que esta conversación se vuelve interesante.

―¿A qué has venido? ―cuestiono directo, no me gusta andar con rodeos.

―Seré breve, déjame dispararte en el brazo ―pronuncia sin inmutarse.

―Eso suena a una locura, pero, ¿por qué?

―Es obvio que no hubo Nombramiento. ―Sonríe, no obstante, demostrando irritación, refiriéndose a su Letra―. S me puso una trampa, yo quiero encontrarlo, tú también. Intento atraparlo en su propio juego ―explica―. Supuestamente, tengo que probarle mi lealtad, disparándote. ―Levanta una Ruger MK, sin embargo, no me apunta, me la muestra―. Esta es la supuesta arma del Supremo Señor Letra.

―¿Y si te pide asesinarme?

―Fingimos tu muerte ―exclama con confianza.

―Inteligente ―expreso mi opinión, sin ninguna demostración en mi rostro sin emociones.

―Gracias. ―Sonríe esta vez con presunción al sentirse halagado―. Entonces, ¿trato?

―Trato. ―Hago una pausa―. Aunque debería ser bastante creíble. ―Saco mi Magnum y lo apunto.

―Por supuesto. ―Él levanta el arma de S.

Se escucha el tiro.

La sangre cae y los pocos hombres que estaban cerca se alarman, en un segundo veo cómo Eiden huye para seguir con su acto.

La puesta en escena acaba de comenzar.

Actualidad...

Han pasado días de aquello, solo él y yo sabemos lo que ocurrió, pero no he sabido de mi hermano desde entonces.

¿Dónde rayos está?

Tengo que descubrir quién es S.

La herida ya se me ha curado, no queda nada de aquel balazo. Ha disparado en el lugar correcto, su puntería es infalible. Ya veo por qué S cree que él puede matarme.

Salgo de mi nuevo despacho de mi novedosa casa. Es más pequeña que la anterior, pero es preferible tener todo limpio de muerte, que quedarse con la otra que ya tenía demasiadas pruebas en mi contra.

Y de Malya.

Hablando de mi emperatriz, la veo salir del baño, la sigo con la vista, su cabello está mojado y las pequeñas gotas caen en su aterciopelada piel. Tan encantadora, se sonroja cuando se da cuenta que la estoy observando.

―Regresaste temprano. ―Se muerde el labio inferior.

―Estaba en la oficina. ―Me le acerco y la agarro de la cintura, atrayéndola hasta mi cuerpo.

―Ah. ―Baja la vista estando tímida―. No me di cuenta.

―Te duchaste. ―Huelo su cabello y al sentir mi respiración, al acercarme a su cuello, se le eriza la piel.

―Sí, pero te estoy mojando.

―¿Puedo pensar eso de una manera pervertida? ―le pregunto, burlándome de ella, aunque no lo sabe porque sigo sin mostrar ninguna expresión en mi rostro que lo demuestre.

Sus mejillas toman un tono rojizo y no sabe para dónde mirar.

―Qué vergüenza ―exclama nerviosa―. No digas eso.

―¿Por qué? ―Mi mano pasa de su cintura hasta su bien definido trasero, lo presiono y gime por mi acción.

―Por... porque es ver... vergonzoso, ya lo dije ―exclama ya excitada.

―No existe el pudor en mí, te lo aclaré antes y te lo repito si quieres ―pronuncio muy cerca de sus labios.

―Sí, repítemelo ―exclama determinada, dándome paso a continuar.

La beso y me corresponde.

Mis dedos rodean el cinturón de su pantalón de jean y comienzo a desengancharlo.

―Qué ropa complicada te has puesto esta tarde ―acoto.

―No sabía que vendrías a esta hora ―expresa acalorada.

―Dime, ¿en dónde no probamos todavía? ―Miro a un lado y otro.

―La cocina.

―Entonces estrenemos la cocina. ―La levanto entre mis brazos y me la llevo hasta allí. La subo sobre la mesada, entonces le quito el pantalón―. Mucho mejor. Cuando nuestro hijo pregunte dónde lo concebimos, le diremos en el lugar donde se preparan los alimentos, que con mucho fuego lo hicimos. ―Beso su cuello y termino haciéndole un chupón.

―No creo que nuestro futuro hijo quiera saber eso ―me recrimina, avergonzada.

―No, pero eso te pone cachonda. ―Paso mi mano bajo su blusa y presiono uno de sus pechos.

―Ah... Hermes ―gime.

―No tienes corpiño ―me burlo―. ¿No decías que no sabías que había venido?

Sonríe.

―Yo también puedo jugar.

―Niña traviesa. ―Uno nuestros labios nuevamente y me deshago de su pequeña bombacha―. Y ya estás húmeda ―acoto al tocar despacio.

―¡Deja de decir cosas pervertidas! ―grita volviendo a avergonzarse.

―No me culpes, cúlpate a ti misma. ―Me bajo el pantalón junto con el bóxer y me apresuro a adentrarme en su intimidad.

―¡Ah! ―lanza un sonido cuando me introduzco―. Hermes...

Mantengo sus piernas firmes, me hundo en ella una y otra vez. Tan preciosa, no sé cuántas veces lo hemos intentado, pero nunca me canso de esta situación. Acaricio su piel mientras gime para mí, observo la cicatriz de su abdomen y deposito pequeños besos, mientras me sigo moviendo.

―Malya... te amo. ―Siento que me corro y dejo que fluya toda aquella sensación dentro de mí, que se adentre en lo más profundo de su cuerpo―. ¡Uf! ―Respiro agitado cuando termino por completo, el clímax ya ha dado lo que necesitaba. Me separo y la bajo de la mesada―. ¿Todo bien? ―Aparto un mechón oscuro de su cabello que había caído entre sus ojos por el movimiento―. Fui muy rudo.

―Estoy bien. ―Se ríe―. Muy bien. ―Vaya, le gusto.

―No me digas eso que me da ganas adentrarme otra vez ―le susurro al oído y se sonroja.

―Ah, mm... y tú no me digas eso, que me siento pervertida ―exclama avergonzándose de nuevo.

―¿Nos duchamos juntos?

―Eh, bueno. ―Baja la vista.

Luego de una ducha caliente, en todos los sentidos posibles, salimos más que refrescados, pero antes de continuar con la calentura, recibo un llamado.

―Hola. ¿Qué sucede? ―Reconozco el número, es uno de mis guardias.

―Jefe, hay una camioneta sospechosa en frente de la casa. Estuvimos revisando, parece del Señor B.

Me acerco hasta la ventana, Malya me observa.

―¿Qué pasa?

―Alguien viene a buscar su venganza.

Este tipo me tiene cansado, osar meterse con mi mujer, es atreverse a ir contra mí, mi paciencia se agotó, lo destruiré. 

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