Ni príncipe ni princesa ©

By LunnaDF

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Frieda y Adler se conocen desde que nacieron, sus padres son mejores amigos y los han criado como si fueran p... More

Dedicatoria
Los personajes te cuentan su historia
Booktrailer
Prólogo
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Epílogo
NOTICIAS 2021
Extra #1
Entrevista a Adler :)
Aviso Importante
Octubre de Ni príncipe ni princesa
Paraguay
Perú
Chile
Ecuador
Presentación Online
Fil Buenos Aires 2022
Nueva Publicación

* 7 *

202K 14.5K 4.5K
By LunnaDF

Cuando Adler volvió al sitio donde estaban los demás —mojado y enojado—, vio que sus padres y sus tíos seguían con el juego mientras que Frieda —como si nada hubiera sucedido— jugaba una partida de cartas con Samuel. Se acercó encolerizado y arrojó el celular en medio de la mesa improvisada sobre la cual jugaban.

—¡Eres una estúpida! ¡No sabes lo insoportable que eres! ¡Has echado a perder mi celular y me lo había regalado papá, le costó mucho adquirirlo! —exclamó muy molesto. Frieda observó su rostro colorado por el enfado y luego bajó la vista al aparato apagado que estaba sobre la mesa.

—Yo... —No supo qué decir, no había pensado que él podría tener el celular en el bolsillo. Se odió a sí misma por eso, sus padres le darían una buena reprimenda.

—¿Qué es todo esto? —dijo Nikolaus seguido por los adultos viendo como Adler enfadado gritaba a Frieda. Además estaba completamente mojado.

—¡Ella es una... arghhh! —exclamó no pudiendo decir lo que quería delante de los padres de Frieda. Odiaba que todos la vieran como una chica buena y perfecta cuando en realidad era una maldita desquiciada.

—¡Adler! —Lo llamó al orden su madre—. ¿Desde cuándo te refieres así de una mujer y menos de Frieda? —exclamó molesta.

—Miren lo que hizo la tierna princesita —dijo Adler irónico mientras tomaba de nuevo el celular en sus manos. Frieda no sabía qué decir, estaba en problemas.

—¿Tú hiciste eso? —preguntó Rafael mirando a su hija, ella solo bajó la vista.

—¡Me arrojó al agua y yo traía el celular en el bolsillo! —exclamó Adler casi gritando.

—¡Dios mío! No puede ser que se sigan haciendo esas bromas. ¿Acaso ya no hablamos de esto cuando tenían como once años? ¡Dios, ¿cuándo piensan madurar ustedes dos?! —Nikolaus estaba enfadado.

—¡Ella es la inmadura y caprichosa! —gritó Adler señalándola con el dedo.

—Claro, porque tú gritando de esa forma eres bien maduro —regañó su padre.

—¿No tienes nada que decir al respecto, Frieda? —preguntó su madre.

—Lo siento... yo... me enfadé y lo empujé... No sabía que traía el celular —se defendió con un hilo de voz.

—¿Y te parece bueno echarlo al agua por más que no lo hubieras sabido? —preguntó Rafael—. ¿Qué sucede con ustedes? —quiso saber.

—Él me dejó sola anoche en la fiesta. ¡Estaba molesta por eso! —escupió Frieda mirando con odio al muchacho.

—¿Cómo? —preguntó Nikolaus—. ¿Acaso no dijiste que la cuidarías?

—Bueno... yo... —Adler no sabía qué decir.

—Llegó borracha anoche —dijo Carolina y todos voltearon a verla—. ¿Qué tienes que ver con eso, Adler? —preguntó la mujer.

—Nada, tía... Yo... tuve que alejarme un rato y luego ella... pues... quedó con un amigo y... cuando yo volví ya estaba así... La traje, la cambié y la dejé en la pieza... me encargué de que estuviera bien.

—¿Qué tú qué? —preguntó Frieda levantándose histérica al oír que él la había cambiado.

—¿Por qué la dejaste sola? —preguntó Rafael—. Nosotros confiamos en ti, Adler —habló con reproche.

—Lo sé, tío. Lo siento de verdad.

—¡Anda! ¡Diles donde estabas y qué hacías! —gritó Frieda fuera de sus cabales.

—Yo...

—¡Vamos! ¡Díselos! —exclamó.

—¿Qué sucedió? —preguntó Nikolaus observando a su hijo con mirada firme.

—¡Estaba con una chica! ¡Ya saben haciendo qué! —zanjó Frieda y Adler quiso que la tierra se lo tragara. Ahora la odiaba aún más. ¿Era eso posible? ¿Cuánto más podía odiarla? Levantó la vista para ver a su madre taparse la boca con una mano, asustada. Su padre negó con la cabeza. Frieda sonrió triunfante.

—¡Y yo la rescaté de ser violada en grupo! —gritó Adler buscando acabar con Frieda. Esta abrió grande la boca y cerró los puños. Se acercó como para darle un fuerte golpe pero su padre la detuvo a tiempo.

—¡Ya basta! —exclamó—. ¡Es el colmo que se estén comportando de esta manera! Son dos chiquillos inmaduros que no valoran lo que tienen. Están arruinando un hermoso día familiar, ¡están arruinando todo! —añadió molesto.

—¡Nos vamos! —zanjó Nikolaus y todos asintieron. Juntaron las cosas en silencio y luego se dirigieron de regreso al hogar. Nadie habló más, nadie dijo nada. El ambiente estaba tenso y todos estaban enfadados, Samuel era el único que mensajeaba tranquilo mientras le iba contando a Galilea todo lo que había acontecido.

Al llegar los mandaron a sus cuartos y les dijeron que tomaran un baño y se prepararan para bajar cuando ellos les llamaran, iban a hablar y a ver qué medidas tomaban.

Adler, molesto se metió a darse una ducha y cambiarse. Frieda hizo lo mismo y luego llamó a Marcia para contarle cómo iba todo y las ganas que tenía de regresar.

Dos horas después Samuel los llamó y ambos bajaron. Sus padres habían decidido qué sucedería con ellos. Se miraron con odio y se sentaron uno al lado del otro solo porque los mayores los obligaron.

—Bueno, nos damos cuenta de que las cosas entre ustedes en vez de mejorar, como pensamos, han empeorado. Lo peor es que ya no tienen once años y deberían tener otra clase de comportamiento —dijo Niko.

—Nos decepcionan mucho —añadió Berta con la voz muy triste. Adler no pudo evitar sentirse mal por ello.

—Creemos que lo que les hace falta es una buena dosis de vida real, para que aprendan a valorar lo que tienen. Así que Niko ha hablado con un amigo que tiene un restaurante y que debido a que es temporada turística está necesitando de mucha ayuda. Ambos trabajarán todos los días allí hasta juntar el dinero para reponer el celular de Adler.

—¡Pero ella es la que debe reponerlo! —se quejó el chico.

—Los dos lo harán, porque lo que ella hizo, aunque no sea algo correcto, fue en reacción a lo que tú hiciste. Así que es una orden, y mejor te callas —zanjó Niko. Adler nunca lo había visto así de enfadado.

—Se levantarán cada mañana bien temprano y se irán a trabajar. Volverán por la tarde y ayudarán con las cosas de la casa. Los fines de semana no podrán salir ni juntos, ni separados; y en cambio, buscarán una actividad para hacer juntos aquí en la casa. Deben aprender a respetarse y a controlar sus temperamentos, la vida no es andar empujando a nadie al agua porque no nos cae bien —zanjó Carolina viendo a Frieda que bajó la vista avergonzada.

—Además ustedes son como hermanos, chicos. Nos hacen sentir muy mal con ese comportamiento y nosotros no queremos terminar peleados por culpa de ustedes —dijo Berta con tristeza.

—Ahora pueden ir a su cuarto —indicó Rafael—. Permanecerán allí todo el resto del día, ya nos dieron demasiados problemas.

Ambos obedecieron sin más quejas, sabían que sus padres estaban enfadados y no había forma de manejar aquello. Se sentían culpables como aquella primera vez que los enfrentaron a una situación similar, sin embargo también se sentían enfadados y les parecía injusto lo que les pasaba. Adler pensaba que lo que él había hecho no era para tanto y que era ella la que necesitaba un escarmiento, Frieda pensaba que Adler era quien había iniciado todo aquello y aunque se arrepentía por lo del aparato celular, lo odiaba por orillarla a perder los estribos, él siempre lo hacía y eso era lo que más le molestaba.

Se encerraron en sus habitaciones, Adler se preguntó por qué ella era de esa forma, su madre y su padre e incluso su hermano, eran tan distintos. Eran buenas personas, agradables, divertidos, y sin embargo ella siempre estaba buscando llamar la atención, como si nunca tuviera suficiente. Frieda se recostó en su cama y sintió que los ojos le ardían queriendo dejar salir unas lágrimas, ella nunca lloraba, sin embargo la rabia y la impotencia la estaban matando, además saber que él la había cambiado de ropa la hacía sentir por completo humillada. Pensó en los días previos y lo bien que lo pasaron, ¿por qué no pudieron mantenerse así? Ahora las vacaciones serían peor de lo que había imaginado, tendría que trabajar... ¡Qué demonios! ¡Ella no sabía hacer nada!

Alguien golpeó la puerta y ella supo de inmediato que se trataría de su madre.

—Pasa —dijo y la puerta se abrió, Carolina ingresó con mirada gélida. Cerró la puerta y se sentó al lado de ella en la cama. Frieda no sacó nunca la almohada de su rostro.

—Sácate eso y mírame —la llamó, obedeció.

—Lo siento... yo...

—Frieda, debes aprender a manejar tu carácter. Con pedir disculpas no se soluciona todo. Está bien que lo sientas, pero si no cambias, si no aprendes a ser más tolerante, siempre vuelves a lo mismo... y es un círculo, hija —habló con cariño.

—Es que ustedes no se dan cuenta, mamá. Creen que Adler es perfecto y un santo... y no lo es... Es un tipo odioso y prepotente que solo quiere burlarse de mí —se quejó.

—Ustedes deben aprender a tolerarse, nadie es perfecto, pero no puedes pretender que él cambie si tú tampoco lo haces. No entiendo por qué se odian así, pero lo que me molesta es tu actitud de niña caprichosa. Tú no eres así, Frieda. Solo te comportas de esta forma cuando él está cerca —dijo Carolina tomándola de la mano.

—Saca lo peor de mí —exclamó ella.

—Bueno... Necesito que me ayudes, Nikolaus es una persona demasiado importante en mi vida, sin él probablemente yo hoy no estaría aquí a tu lado. Cuando ustedes se pelean así, nosotros discutimos entre nosotros. Adler siempre será su hijo y tú la mía, tendemos a querer defenderlos aunque sabemos que ambos se equivocan. Intenta llevar la fiesta en paz, Frieda... pon un poco de tu parte, por favor —pidió con un tono de voz que a Frieda le sonó a súplica—. Tú sabes mi historia, y aunque ahora no lo entiendas, un día lo harás, no quiero alejarme de esta gente solo porque ustedes se comportan como un par de niños malcriados.

—Bien, mamá... Lo intentaré... solo que... él... —bufó—. Lo intentaré —repitió vencida.

—Espero que ambos aprendan su lección y se comporten lo que resta de las vacaciones. Además él irá a estudiar allá y no quiero esta clase de situaciones, hija.

—Lo sé... —susurró Frieda con un hilo de voz.

—Sobre las fiestas y el alcohol, Frieda. Debes aprender a manejar eso también... no quiero que termines cometiendo una tontería a causa de tu inmadurez.

—No volverá a pasar —prometió Frieda. Estaba segura que no volvería a tomar alcohol por un buen tiempo, se había sentido demasiado mal todo ese día como para repetir la experiencia.

—Puedes divertirte, pero debes cuidarte —dijo su madre besándola en la frente—. Te amo, mi niña...

—También yo, má —dijo ella y su madre se puso de pie para salir de allí.

Frieda se sentó en la cama sintiéndose algo perdida y desorientada, culpable y a la vez enfadada. Era como si hubiera una parte de ella que no podía manejar y que estaba a expensas de lo que Adler le provocaba. Era estúpido hacer las cosas que hacía, como por ejemplo tirarlo al agua, ¿cómo se le había ocurrido? Sin embargo, él despertaba en ella esa niña enojada e inmadura que solo quería molestarlo a como diera lugar, suspiró.

Cerró los ojos fuerte intentando sentirse invisible, como cuando era pequeña. El mundo se ponía complicado por momentos y le ponía situaciones que la rebasaban. Si de eso se trataba crecer, no le parecía tan divertido como creía.

—Busco a una niña invisible. —Su padre ingresó sin que ella se percatara y ella abrió los ojos al verlo.

—¿También estás enfadado conmigo? —preguntó. Si había alguien que era su punto débil, era su padre.

—No podría, Frieda, pero debes admitir que se te ha ido la mano —dijo acercándose a ella.

—Te desilusioné, ¿verdad? —preguntó sintiéndose muy triste en ese momento.

—Eso nunca —le dijo Rafael abrazándola. Ella era hermosa y todo en ella le recordaba a su mujer cuando tenía su edad. Era impulsiva, enérgica, espontánea y divertida, pero no medía las consecuencias de sus acciones—. Te amo, Frieda, pero no quiero más estar en esta situación. Debes tratar de llevarte bien con Adler, sino por ti ni por él, hazlo por tu madre —pidió y ella afirmó.

—Lo sé, papá... es que... —Frieda sentía que todos le pedían a ella que hiciera el esfuerzo, ¿pero y Adler? ¡Ella no se peleaba sola! Sin embargo y aunque le parecía injusto no podía hacer otra cosa—. Está bien, papá, perdón por el mal rato de hoy.

Su padre la besó en la frente y se quedó un rato a su lado, no hablaron más de nada, pero ellos solían estar así y para Frieda era cómodo y a la vez seguro. Si él estaba cerca se sentía bien. De pronto se quedó dormida y tuvo un sueño muy extraño.

Adler la tomaba de la mano y la llevaba a un sitio que ella no conocía. Tenía algo de frío y un poco de miedo, no confiaba en él. Sin embargo él se detuvo a mirarla y ella se perdió en sus ojos, brillaban y eran hermosos, era de noche y la luna se reflejaba en ellos. De pronto, él se acercó mucho a ella, tanto que sus alientos chocaron. Frieda observó los labios de Adler y se le hicieron apetitosos, entonces él acabó con el espacio que los separaba y...

—¡Qué asco! —gritó Frieda despertando de golpe y llevándose la mano a la boca—. ¡Iba a besar al sapo! —habló para sí misma. Aquello había sido una cruel pesadilla. Observó su reloj en la mesa de noche y se dio cuenta que era de madrugada, había dormido muchísimo y seguro era por el cansancio acumulado que traía. Se recostó para conciliar el sueño de nuevo y entonces una duda se le pintó en la mente... ¿A qué sabrían los labios de Adler?

Cerró los ojos y sacudió la cabeza dándose un golpe a sí misma con la almohada. ¿Por qué estaba pensando en eso? 

Hoy vengo temprano porque debo salir :)

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