-¡Zayn! Espera por favor -exclamo tratando de seguirle el paso.
Sin embargo no me presta atención, sigue dando grandes pasos hasta que llega a su motocicleta, toma el casco para colocárselo y se sube en la moto.
-¿Me dejarás aquí sola en medio de la nada? -inquiero y él me dirige una mirada vacilante.
-Tú llegaste aquí sola, así que puedes devolverte sola -dicho esto enciende el motor y después de dedicarme una mirada fugaz se marcha.
Observo como se aleja rápidamente y de repente el ruido del motor desaparece, sólo escucho el canto de las aves y maldigo en voz baja, comienzo a caminar por donde vine tratando de recordar exactamente el camino, cuando ya voy bastante avanzada finalmente veo un auto pasar sin embargo cuando veo que este da la vuelta comienzo a caminar más rápido, el auto se detiene y de él se bajan tres hombres, voy a echarme a correr pero no me da tiempo de reaccionar ya que uno de ellos me cubre el rostro con lo que parece es cloroformo, de repente veo sólo manchas y mi cabeza comienza a dar vueltas, minutos después todo se vuelve negro.
Zayn.
Esto es increíble, me había creído toda la mierda que Thomas había inventado con el único fin de separarme de su hija, y yo como un estúpido había caído sin dudar, lo que más me da coraje es que en todo este tiempo aprendí a querer a ese hombre que después de todo no era tan malo como yo pensaba, me daba rabia que justo ahora estuviese sufriendo por él. Justo cuando comienzo a soltar lágrimas llego a mi departamento, pateo la moto antes de bajarme por la rabia y voy directo a la habitación en donde caigo en la cama y mi llanto se intensifica.
Me siento tan malditamente patético, tan débil, pero no puedo evitarlo, aprendí a querer a ese hombre y ahora estaba muerto, nisiquiera pude despedirme y eso me parte el alma. Me levanto de la cama decidido y voy directo hacia donde se encuentra mi botella de whisky, sin embargo antes de siquiera probarla unos brillantes ojos miel se me vienen a la cabeza, Skylar está tan metida en mi cabeza, en mi corazón, niego con la cabeza y tiro todo el líquido por el lavadero, tomo las llaves y el casco de nuevo y me dirijo a casa de Skylar.
(...)
Estaciono la moto y frunzo el ceño al ver dos autos de policía al frente de la casa, la madre de Skylar está llorando mientras habla con uno de ellos y me acerco hasta donde se encuentran. Ella se percata de mi presencia y corre hasta mí para abrazarme, la estrecho en mis brazos y escucho como solloza en voz baja.
-¿Qué pasó? -pregunto con miedo a escuchar la respuesta.
-Skylar -dice en un hilo de voz -Se la llevaron.
-¿Se la llevaron? -junto las cejas con confusión -¿A dónde?
-La han secuestrado.
El corazón se me paraliza al asimilar bien sus palabras.
-Ella caminaba sola por un lugar solitario y unos tipos la secuestraron -me cuenta y la sangre comienza a hervir en mi interior.
Es mi culpa. Mi puta culpa.
-Me llamaron hace una hora y dijeron que si la quería viva debía pagar una cantidad de dinero exacta. ¡Zayn mi esposo acaba de fallecer y yo...! -solloza con más fuerza y la estrecho entre mis brazos de nuevo.
-Todo estará bien, sólo, sólo respira.
Skylar.
Despierto encontrándome en una habitación extraña, observo el lugar únicamente iluminado por una lámpara en el techo no muy brillante. Siento un espasmo por todo mi cuerpo al darme cuenta de que alguien me está mirando, salgo de la cama enseguida, no hay ninguna ventana en este lugar por lo que no sé si es de día o de noche.
¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
¿Para qué me tenían en este lugar?
¿Qué me iban a hacer?
Corro hasta la puerta sin embargo como lo esperaba está cerrada, comienzo a desesperarme. Si algo no podía tolerar era el encierro, y justo ahora me sentía como un león en una jaula.
-¡Auxilio! Alguien que me ayude -las lágrimas amenazan con salir.
De inmediato el tintineo de unas llaves hace que me aparte de la puerta como por acto reflejo, la puerta se abre y del otro lado aparece un chico de más o menos veintidós años, castaño, alto y de ojos azules.
-Hola -dice mirándome de arriba a abajo.
Sus ojos se me hacen tan familiares...
-¿Dónde estoy? -no contesta -¡Sácame de aquí!
-Tranquilízate -se acerca a mí y retrocedo.
-¿Qué quieres de mí? -espeto al borde de las lágrimas.
-Quiero que te tranquilices -me mira como si fuese estúpida.
Me trago la bilis que sube por mi garganta y respiro profundo tratando de ocultar lo asustada que estoy, tengo que calmarme antes de que todo empeore.
-Espérame un momento -me dice y sale de la habitación.
-¿A dónde vas? ¡Sácame de aquí! -grito antes de que cierre la puerta frente a mí.
Comienzo a buscar bajo la cama y entre las sábanas algo que me ayude pero no hay nada, no hay absolutamente nada y comienzo a llorar, me siento en la cama comenzando a temblar y pienso en todo lo que podría pasar.
Cuando vuelve me levanto de inmediato, no quería que me viera allí y se hiciera ideas, en su mano tiene un sándwich y un vaso de agua.
Me sonríe y se acerca.
-¿Tienes hambre? -pregunta pero niego con la cabeza.
-No -es mentira, siento como mi estómago me pide comida a gritos pero no voy a aceptar nada de él, no sé que puede tener.
Quería que me dijera por qué estaba aquí, por qué me había traído.
-¿Qué me van a hacer? -cuestiono con miedo.
-Nada mientras cooperes, nena -sisea mientras acerca el plato de comida hasta mí.
Lo agarro y se lo tiro en la cara, estoy tan frustrada en este momento que no sé lo que hago y es un grave error, cuando el sándwich mancha su camisa y cae al suelo me fulmina con la mirada y se acerca a mí, me empuja hacia la cama y se posiciona sobre mí.
-Te voy a enseñar a respetarme, perra -vocifera furioso y me propicia una bofetada.
Empiezo a gritar y a patear hacia donde puedo pero sentía que entre más forcejeaba más furioso él se ponía, finalmente me pega un puñetazo en el estómago y me saca el aire, entonces ahí se detiene y se quita de encima.
-No vuelvas a hacerlo -ordena sin mirarme y sale de la habitación.
Me hago un ovillo en la cama y comienzo a llorar más fuerte. Pasadas lo que a mí me parecieron veinte horas, el tipo vuelve y me hace temblar del miedo.
-Buenos días hermosa. ¿Dormiste bien? -saluda mientras entra en la habitación con una charola en la mano.
Lo miro con odio. Nisiquiera había podido dormir.
-Te traje esto -extiende la charola hacia mí.
Huevos revueltos con tocino y jugo de naranja. Mis tripas comienzan a apretarme el estómago.
-Soy vegetariana -alego y él me mira con cara de que está a punto de perder la paciencia.
Es la verdad, no le estoy mintiendo.
-Bueno... tómate el jugo -pide tratando de sonar cariñoso.
-No tengo sed -miento.
-Eso si no te lo creo ¡Mírate! Tienes los labios secos y estás pálida -de inmediato me relamo los labios y noto como él se me queda mirando mientras se muerde el labio.
Me maldigo mentalmente.
-Por favor déjame ir, te juro que no le diré a nadie -suplico pero su rostro se mantiene neutro.
-Come -ordena poniendo los ojos en blanco.
-Déjame ir ahora -ordeno con voz fuerte.
Él ríe como si hubiese dicho algún estúpido chiste.
-¿Qué hora es? -interrogo sin mirarlo a los ojos.
Mira su reloj -Las ocho de la mañana.
Cuando ve que no voy a comer ni a decir nada más, se da media vuelta y sale de allí. El tiempo se me pasa muy lento, no sabía si habían pasado apenas unos veinte minutos desde que se había ido o habían pasado horas, mi estómago gruñía y mi garganta estaba seca. Como el chico había dejado el desayuno al lado de la cama bajé al suelo y toqué el huevo; estaba frío, tomé el vaso con mis manos temblorosas, no podía confiar en que aquel chico no le hubiese puesto nada extraño pero mi cuerpo me ordenaba beber algún líquido, así que lo hice.