Eak creyó escuchar un sonido extraño desde la habitación de su amigo. Era de noche.
Se levantó y, tranquilo, tocó su puerta.
—¿Si?—al oír la voz de Towntrap, comenzó a sospechar algo malo. Estaba entrecortada.
—¿Sucede algo?¿puedo pasar?
—No, estoy bien.
Dejó de insistir. Pero el asunto le molestaba. Aquella intriga era grande, insoportable para alguien como él. Así que, sin pensarlo dos veces, fue directamente a abrir la puerta.
Y ahí estaba su amigo, con la camiseta y los pantalones cortos que usaba para dormir, recostado con la laptop sobre el abdomen.
Estaba llorando.
—¿Estás bien?
—¿Qué haces aquí?—entonces solo le dió la espalda. Eak no entendía absolutamente nada.
—Sonabas mal y simplemente quise ver si...estabas bien...
—Pues lo estoy. ¿Puedes irte?
Eak no replicó. Solo dio dos pasos atrás y cerró la puerta tras él para, luego, suspirar con ganas.
¿Porqué tratar con Towntrap a veces se hacía de lo más pesado?
Sin embargo, aquella sensación no se le iba.
Estaba preocupado por él.
Él nunca lloraba, a menos que la situación fuera realmente grave. Muy, muy, muy grave. Y no tenía idea de que se trataba.
Simplemente, al mirarle de esa forma, se sintió fatal. Por no poder ayudarlo, ni comprenderlo.
En ese instante de lo más inoportuno recordó los deberes. Así que, de nuevo, tocó la puerta de su amigo.
—Wey, ¿me prestas tu computadora?—esperó unos minutos hasta que se abrió la puerta hasta lo justo para dejar pasar el aparato.
Se acomodó en el sofá. Casi parecía que iba a dormir en lugar de escribir pero no le importaba.
Simplemente tecleó soltando la frustración que le provocaba el no poder ayudar a su amigo.
Estaba tan concentrado en ello que no se dignó siquiera en revisar aquella pestaña abierta en navegador.
Si lo hubiera echo, tal vez las cosas hubieran pasado más rápido.
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Algo especial va a suceder 🌚🌚🌚