Las dos caras del amor

By MissGinsey

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Alexa y Alexandra son hermanas gemelas, una de ellas vuelve de Inglaterra tras haber estado allí dos años est... More

Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo: 6 años después
PREGUNTAS GEMELAS WOODS

Capítulo 1

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By MissGinsey

Alexandra Woods siempre había sido amante de la belleza que la rodeaba, y cuando tuvo que irse a Inglaterra, o más bien cuando quiso irse, había extrañado los paisajes más cálidos y sin tanta humedad de su país. Adoraba Londres: sus calles, su cielo, su gente, su estilo..., pero lo que no adoraba era la lluvia constante, y mucho menos a la mentirosa de su ex.

Suspiró, acomodándose en el asiento del tren que la llevaba a su próximo destino, mientras se llevaba su café a los labios. Ya estaba frío, pero no le importó demasiado; el sabor familiar y americano la tranquilizó y le hizo pensar que pronto estaría junto a la persona que más quería en el mundo, aparte de a sus padres.

Miró de nuevo a través de la ventana, y deseó no estar en movimiento para poder admirar los tonos verdes y luminosos del paisaje, sacar su cámara y hacer fotos con ese cielo que no podía resplandecer más. Eran los días como estos en los que se sentía realmente inspirada.

Había aprendido un montón en el viejo continente, las clases de fotografía allí habían sido apasionantes, pero había llegado un punto en el que no había podido continuar.

Todo había empezado tres años atrás, cuando había conocido a Amber por Internet. Alexandra nunca había tenido problemas con las chicas, aunque bien era cierto que no era su hermana, quién siempre había sido una sensación entre las féminas, ya que su personalidad era mucho más extrovertida que la suya; pero siempre había sabido cómo acercarse a ellas y charlar. Lo de ligar se le dificultaba más.

Cuando empezó a hablar con Amber sintió una conexión inmediata, aunque sonara a locura sentir ese tipo de cosas con alguien que está a miles de kilómetros, pero así había sido. Tenían un montón de cosas en común y, cuando llegó la hora de decidir dónde estudiar, la adolescente e inocente Alexandra se armó de valor y pidió a sus padres ir a Inglaterra para formarse allí como fotógrafa y tener más oportunidades en ese mundo.

Alexa, su hermana gemela, se había enfadado con ella durante un par de días. Siempre lo habían hecho todo juntas, incluso hablaron sobre entrar en la universidad de Polis también juntas, y el hecho de que se fuese a otro continente sabía que le dolió. Alexandra adoraba a su hermana "mayor" (solo lo era por un minuto), pero no fue capaz de contarle nada sobre Amber, ya que sabía que no lo entendería. Probablemente le habría dicho: "¿Para qué irte al otro lado del mundo cuando puedes encontrar aquí tías iguales o más guapas?", pero para Alexandra era mucho más que solo lo físico: era esa magia y esa sensación de que la otra persona te complementa.

Toda "esa magia" duró dos años, hasta que Alexandra descubrió que Amber tenía novio en realidad, y que estuvo mintiéndole todo ese tiempo. La explicación de la que ella pensaba que fue su novia era que estaba enamorada de ella, pero que no soportaría la discriminación social de ser homosexual y que por eso siempre quedaban las dos a escondidas. Se sintió tan traicionada que estuvo a punto de regresar sin mirar atrás ese mismo día, pero luego lo pensó con la cabeza fría y se quedó más tiempo, tomándose unos días para sí misma y aclarar sus sentimientos y pensamientos. Y una noche, luego de charlar con Alexa, su hermana la había convencido de que terminara sus últimos dos años de carrera en Polis, para que pudieran estar juntas porque le echaba de menos. Y Alexandra la extrañaba a ella, nunca habían estado separadas tanto tiempo.

Así que allí estaba, de regreso a casa, de regreso junto a la persona que sabía que había estado y estará siempre para ella.

Se preguntó qué estaría haciendo en esos momentos...

A unos kilómetros de donde Alexandra se encontraba, gemidos resonaban en las paredes de los baños de mujer de la estación de destino. Alexa se encontraba escondida en el cuello de una chica que no paró de mirarla y sonreírle desde que se sentó en uno de los bancos a la espera de su hermana. La chica gemía con fuerza mientras sus dedos entraban y salía una y otra vez de su interior, y sus dientes se apretaban contra su piel mientras gruñía por el esfuerzo. Si esa chica quería un poco de Alexa, eso iba a tener.

Llevaba todo el día nerviosa por el reencuentro con su hermana. Había estado odiando los días que pasaban sin su gemela con toda su alma; la noticia de que se iba a otro continente no le sentó demasiado bien, y mucho menos verla únicamente en Navidades. Esta vez volvía, y volvía para quedarse.

A pesar de haber escogido caminos diferentes, su hermana era una apasionada de la fotografía y lo suyo siempre había sido el cuerpo humano, concretamente el femenino; iban a compartir residencia e iban a verse todos los días. La carrera de fisioterapia le ayudaba siempre con sus ligues, no era que lo necesitase, pero era un complemento que potenciaba sus habilidades ya adquiridas por la experiencia.

Elevó su rostro cuando escuchó por los altavoces el anuncio de la llegada del tren, y paró todos los movimientos.

-Ni se te ocurra dejarme a medias -dijo la chica, agitada, sujetando su cara con ambas manos para que la mirase, y Alexa sonrió de lado.

-Nunca dejo a una bella dama sin correrse.

Se agachó frente a ella, bajando sus pantalones y enterrando su cara en esa intimidad palpitante dispuesta a terminar su trabajo en ese baño, saboreando a aquella desconocida que sabía tan bien.

Eso de ir de flor en flor disfrutando del sexo no tenía muy claro de dónde le venía, posiblemente de ningún lado. En su época de instituto sí que estuvo con alguna que otra chica, pero cuando esas relaciones acababan rompiéndose por cualquier estúpida razón decidió no atarse hasta que su cuerpo y mente no lo necesitase. Además, así se estaba muy bien: sin complicaciones y sin dramas.

Se limpió un poco bajo la mirada pícara de aquella chica, que subía su pantalón satisfecha. Lo de limpiarse solo era por no recibir a su hermana oliendo a sexo, no iba a ser de su agrado posiblemente, pero no se pudo resistir cuando se encontró a tal mujer.

-¿De verdad no puedo devolverte el favor? -habló abrazándola desde atrás y lamiendo su cuello.

-No sabes lo que me apetece, de verdad, pero tengo que irme.

-Y no eres de las que das tu número, ¿verdad? -rio.

-No, pero voy a rezar por volver a verte -se dio la vuelta para mirarla de frente y hablar en un susurro-. Estás deliciosa -y la besó en los labios en profundidad.

Se despidió de la chica y salió corriendo hacia las vías del tren, viéndolo partir nada más llegó.

-Veo que sigues llegando tarde a los sitios -escuchó detrás de ella, y se giró para ver a su hermana con dos grandes maletas y sus gafas de pasta negras sobre su nariz.

-Te prometo que llevo aquí media hora esperando -dijo, yendo hacia a ella y abrazándola con fuerza.

Alexandra rio entre dientes cuando su hermana la alzó, haciéndola volar por los aires, como si fuese una niña pequeña y no una chica de veintiún años.

-Deja de hacer tanto jaleo, anda -le reclamó, y cuando Alexa la puso en el suelo ambas sonrieron felices.

-De jaleo nada, que te he echado mucho de menos, bebé.

-Alexa... no me llames así -le dijo intentando sonar ofendida, pero en secreto adoraba que su hermana la llamara así.

-Mírate, qué blanca estás, por favor... ¿es que no hay nunca sol allí o qué?

-Pues la verdad es que no demasiado -rio-. Tú estás super morenita, qué envidia.

-Tres días tomando el sol antes de que acabe el buen tiempo y me coges el color seguro –ofreció antes de mirarla con ojos de cachorro abandonado-. Aún no entiendo porque quisiste irte allí en lugar de quedarte aquí conmigo.

-No empieces, que ya estoy aquí -Alexa sonrió y volvió a abrazarla con fuerza.

La gente siempre le preguntaba si no era extraño ver tu reflejo delante de ti cada vez que miraba a su hermana, pero la cosa era que, aunque pudieran parecerse físicamente: los mismos pómulos prominentes, los mismos ojos verdes, la misma nariz pequeña, los mismos labios gruesos; Alexa siempre había sentido que no eran tan iguales en ciertos gestos.

Eso sí, la gente siempre veía divertido que se riesen de forma idéntica y a la vez con las mismas bromas.

-Así que ahora llevas lentillas... -le preguntó cuando su hermana volvió a separarse de ella.

-Por supuesto, alguien tan guay como yo no podía seguir llevando gafas. Tengo una reputación que cuidar en el campus ¿sabes?

Alexandra puso los ojos en blanco y Alexa sonrió aún más. Había extrañado demasiado eso de su hermana. De hecho lo había extrañado todo.

La vio entrecerrando los ojos.

-Entonces, ¿en dónde estabas antes de venir a recibirme?

Alexa apretó los labios mientras sus ojos brillaban divertidos y se rascaba la parte de atrás de la cabeza. Su hermana sonrió a medias.

-¿En serio, Alex?

-Oye, que no lo tenía planeado, simplemente... pasó.

Alexandra meneó la cabeza mientras le daba una de las maletas a su hermana para que la ayudara.

-Nunca vas a cambiar –rio, y Alexa le dio con la cadera en un costado.

En realidad, siempre había admirado esa facilidad que tenía su hermana de ir con una y con otra, siempre le había idolatrado en ese sentido. No es que ella no pudiera hacerlo, era una amante del cuerpo femenino al igual que Alexa, y había tenido sus ligues, pero nada comparado con el historial de su gemela. Y ahora que estaba en modo de: "nada de relaciones serias"; pensaba aprender un poco de Alexa y simplemente disfrutar de la vida.

-¿Para qué cambiar si así se está tan bien? -dijo Alexa pasando su brazo por encima de los hombros de su gemela para acercarla a su cuerpo mientras la dos caminaban felices.

-Tienes razón -afirmó Alexandra, y su hermana la miró con extrañeza.

-¿Quién eres y qué has hecho con mi hermana la enamoradiza?

-Se ha quedado en Londres -respondió con un suspiro, y Alexa se detuvo mirándola. Conocía demasiado bien a su gemela.

-Eh, ¿estás bien?

Alexandra aún no se sentía con el valor para hablar del tema, así que solo asintió.

-Simplemente vengo con ganas de hacer de las mías con mi persona favorita en el mundo.

Alexa rió y volvió a pasar el brazo sobre sus hombros.

-¡Las hermanas Woods están de vuelta, bitches! -gritó Alexa con un aullido haciendo reír a la otra chica.

-¿Aún bebés esas infusiones horribles?

-Oye, no te metas con mis tés...

-Mira, creo que eso es lo único que te habría gustado de Inglaterra. Qué pesadilla para conseguir un puto café en condiciones -bufó.

-Venga, te invito a uno, que los de aquí recuerdo que sé que te gustaban.

-Ya me he tomado dos vasos.

-Puta viciosa –le desordenó el pelo mientras las dos reían-. Mejor no más café por hoy si quieres dormir.

-¿Como están mamá y papá?

-Uf... Han vuelto a ir a otra luna de miel -comentó haciendo que su hermana soltase una carcajada por la cara que puso.

-¿Cuál es ya? ¿La décimo tercera?

-Sí, pero eso no ha sido lo peor –cogió aire antes de empezar a contar-. Me quedé sola en casa y, buscando una película para ver, me encontré con algo que ojalá no hubiese visto. Casi me arranco los ojos, pero son demasiado bonitos para desprenderlos de mi cara.

-¿Qué encontraste? -se interesó.

-Un arnés.

-¿Y te asustaste por un arnés? Si tú los usas...-se extrañó.

-Lexa –usó su mote cariñoso-, ¿no te das cuenta de que si nuestro padre es un hombre y tiene ya su miembro incorporado quién lo usó entonces?

-Oh, mierda... -la reacción que no esperaba era que empezase a reírse, sujetándose la barriga y parando de caminar, mientras lágrimas caían de sus ojos.

-No sé por qué te ríes, ¡es traumático!

-Creo que me va a dar algo -siguió de la misma forma, creyendo que se quedaba sin aire de tanto reír.

-¡No te rías! ¡Saber de la sexualidad de tus padres no provoca risa, provoca asco inmenso!

Alexa siguió caminando, molesta, mientras su hermana se recuperaba detrás de ella y llegaba a su altura a los minutos. La estación de trenes estaba cerca de la zona universitaria, así que fue solo un paseo antes de llegar a su destino.

-Bueno, este es nuestro maravilloso campus -habló a su hermana-. Mierda, ¿qué llevas aquí dentro? –protestó por lo que pesaba su maleta- ¿Me traes a alguna inglesa sexy? -alzó sus cejas.

-¡No! Allí son muy sosas, lo pasarías muy mal -rio con su hermana.

-Sí, aquí somos más calientes -justo en ese momento alguien andaba en el otro sentido frente a ellas, una mujer con claros rasgos latinos que acompañaban su piel morena, pasando por el lado de las hermanas y logrando que Alexa se girase descarada para observar mejor su anatomía: estaba para mojar pan-. ¡Vaya piernas!

-¡Alexa! -le dio un golpe en el brazo, tirando de ella para que siguiese andando de frente y dejase de mirar el culo de la mujer que hizo caso omiso de su piropo.

-¿Qué? -se sorprendió- ¿No querías ligar? Esa mujer es una buena candidata para mi hermanita.

-Enséñame dónde voy a dormir, anda, y ya ligamos otro día. Ni siquiera me he fijado en ella.

-Te lo has perdido, me encantaría que me ahogue con esos muslos que tiene.

-Cómo te pasas... –rio Alexandra.

Pasearon por el campus hasta llegar a la zona donde había varias residencias, dirigiéndose a la que iba a ser su "hogar" por dos años. Alexa ya había cogido las llaves de la habitación de su hermana por la mañana, y le había preparado un cartel de bienvenida sobre su cama para hacer más amena su vuelta y para que supiese lo mucho que la había echado de menos.

-Qué tonta eres, Alex -rio leyendo el cartel donde se leía al final: "Prepárate para tener el conejo más activo que nunca".

-Bueno, es una realidad, así que ve haciendo entrenamientos que probablemente este jueves salgamos por ahí.

-Espero que para el jueves se me haya quitado el jet-lag.

-Ya verás que sí -acarició su pelo de forma tierna-. ¿Quieres dormir un poco, Lex? -preguntó preocupada, porque sí que parecía agotada.

-Si no te importa...

-Vale, este es el plan: dejo que duermas y vengo a recogerte para ir a cenar. Si quieres te presento a Luna, mi compañera de habitación, así vas haciendo amigos.

-Me parece genial... -en ese momento entró una chica bajita, con pelo negro y que vestía muy al estilo motero.

-¿Eres Alexandra? -señaló a la de gafas.

-Tenías el cincuenta por ciento de posibilidades de acertar y lo has hecho -alabó Alexa, y la recorrió con la mirada: estaba muy buena-. Debo decir que estoy gratamente sorprendida, pero por las vistas –guiñó un ojo a la chica.

-Oh, Dios... cállate -habló su hermana, acercándose a la chica y quedándose alucinada por su mirada verde-. Sí, soy yo, ¿vas a ser mi compañera de habitación? -ella asintió.

-Soy Octavia -extendió su mano y la estrecharon a la vez.

-Yo soy Alexa -se presentó también la otra, y se acercó para darle un beso en la mejilla.

-Ya sé quién eres -rio mirándola, parecía algo incómoda, probablemente por la invasión de su espacio personal.

-No le hagas caso, tiene las hormonas revolucionadas -intentó llamar su atención la pequeña.

Era muy guapa la tal Octavia, y se moría por conocerla mejor.

Alexa se dio cuenta del interés que parecía tener su hermana, y sonrió de lado dándole un pellizco en el costado.

-Me voy a ir, bebé. Os dejo a solas, ¿vale?

-No me llames así... -se sintió avergonzada.

-Octavia -no hizo caso a su hermana-, esta noche vamos a ir a cenar para celebrar la llegada de mi hermana al campus, ¿te apetece venir? -ofreció-. Ya que parece que vais a compartir cama -dijo a cosa hecha-, quiero decir, habitación –hizo como si rectificara.

Vio las mejillas de las dos teñirse de rojo y se sintió orgullosa con su cometido. Lo suyo era ser directa, y a veces había ayudado a su hermana con algunas chicas, ya que le costaba más encontrar las palabras si quería ligar con ellas.

-Sí, claro, iré -aceptó la invitación.

-Perfecto, sobre las nueve o nueve y media vengo. Tenemos que quitarle el horario de cenar a las seis. Qué mala hora... -rio, e hizo un saludo con la mano- Nos vemos, chicas.

Alexandra lamió sus labios antes de sonreír a la chica cuando se quedaron a solas, recibiendo el mismo gesto de su parte.

X X X

-Siempre el mismo problema -se quejó Clarke, mirando los papeles que tenía en sus manos, sentada en la cama de su habitación.

-Clarke, mi amor, no te preocupes, ya sabes que todos los años hacen lo mismo -habló Bellamy sentándose a su lado y agarrando su mano, al mismo tiempo que observaba lo que había escrito en la matrícula de la rubia.

-Es una mierda no tener dinero -bufó, tirando los papeles sobre su escritorio cuando se levantó.

-Solo tienes que esperar unos meses y comprobar si te dan la beca -habló intentando calmarla-. Ya sabes que puedo ayudarte...

-¡No! Esperaré a cobrar a final de mes para hacer el primer pago. Ya hablaré con la secretaria, pero se me va a ir todo el sueldo en la maldita matrícula.

-Venga, cariño -se levantó y acarició con sus pulgares las mejillas de la chica-. Un nuevo curso empieza, yo creo que deberíamos salir en busca de unos buenos macizorros para las dos -y movió sus hombros sonriendo divertido.

-No hables de ti como si fueses una mujer -rio con su amigo-. Pero sí, igual es lo que necesito, un poco de aire fresco y un buen orgasmo.

-Unas buenas pollas que nos llenen -le lanzó un beso cuando Clarke golpeó su hombro.

-No seas mal hablado, Bell -se carcajeó.

-Vamos, te invito a una cerveza y vamos a cazar -extendió sus brazos para que le viese-. ¿Voy bien?

Clarke lo recorrió con la mirada, sus pantalones pitillos, pegadísimos a sus piernas, de color rosa y esa camiseta de mangas cortas negra, también pegada. Su look habitual.

-Estás divina -se burló.

-Lo sabía. ¿Purpurina en los ojos será demasiado?

-¡Ni se te ocurra! Vamos.

Ambos salieron, Clarke necesitaba despejarse de sus problemas. Todos los años, cuando llegaba su turno de pagar la matrícula de la universidad, le pasaba lo mismo y el percatarse de la falta de dinero le hacía recordar la vida que llevó. Al menos tenía amigos como Bellamy, alegres y que le hacían despejarse de todo e intentar olvidar; ya sea a base de distractores o de alcohol. Ambos eran bienvenidos siempre, y si iban juntos, mejor.

Acababa de salir de unas semanas duras, o más bien, los últimos años fueron los peores de su vida. Creció con sus abuelos, a los cuales adoraba, a su madre no la conoció, y de su padre no escuchó mención alguna. Hacía tres años que su abuelo falleció por una complicación de enfermedad que padecía, y su abuela y ella quedaron destrozadas. Todo iba bien, o eso parecía, pero su mundo se derrumbó cuando su otro pilar empezó a enfermar también: su abuela empezó con la enfermedad de Alzheimer, y tuvo que dar a principios de año una dura decisión y dejarla en una residencia, porque el deseo de su abuela siempre había sido que se formase y terminase su carrera, así que le pidió que la dejase en manos de tercera personas, que iba a estar bien cuidada y no tendría que preocuparse.

Por problemas económicos obvios tuvo que buscar ese primer año de universidad un trabajo, el cual pagaba sus estudios y alojamiento en la facultad, además de la residencia que cuidaba de su abuela, a penas sin dejarle nada para el disfrute personal; pero menos era nada.

Cogió aire cuando su amigo rodeó sus hombros con su brazo, y se miraron dedicándose una sonrisa. Pensaría en el presente e intentaría hacer las cosas bien ese año.

-Vamos a emborracharte, Griffin.

Sí, esa noche lo necesitaba.

X X X

Lexa no esperaba que Alex la llevara a un lugar como aquel. Tenía que aceptar que había subestimado a su hermana, pero era solo porque a la chica no le gustaban ese tipo de lugares; prefería la comida rápida. La verdad era que no sabía cómo es que era tan buena en el futbol comiendo tan mal, y, sobre todo, como era que estaba tan en forma. Bueno, sí que lo sabía, con la cantidad de deporte y sexo que practicaba su gemela era normal que quemara todo lo que comía. Estaba claro que el metabolismo de ambas estaba bendecido, pero Alexandra prefería la comida con más sustento y elaborada, y aquel lugar le encantó. El ambiente era tranquilo y estaban en una terraza, por lo que tenía una vista estupenda de la ciudad mientras estaban al aire libre.

Vio cómo Alex se ponía de pie, con sus pantalones y su americana de cuero. Las dos tenían un estilo parecido, pero no idéntico. Lexa solía usar muchas más bufandas y camisetas anchas, mientras que Alex adoraba sus camisetas ajustadas y sus americanas.

-Eh, atención -anunció la chica haciendo que todos se giraran para mirarla.

Estaban allí sentadas con todos sus amigos, a los que Alexandra estaba conociendo. Su hermana estaba intentando integrarla en su grupo de amigos de inmediato, sin embargo, ella también quería conocer gente por su cuenta. Era verdad que siempre lo habían hecho todo juntas, pero haber estado viviendo sola en Londres le había enseñado muchas cosas, y una de ellas era apreciar su independencia. Adoraba a su hermana, pero las dos eran personas diferentes con gustos y aficiones diferentes, y Alex tendría que respetarlo. Pero verla allí tan sonriente y mirándola con tanto cariño, le hacía pensar que no se había equivocado al decidir regresar. No había ningún lugar en donde quisiera estar en ese momento.

-Como sabéis estamos aquí para celebrar el regreso de mi hermana favorita...

-Soy la única que tienes, bollito...

Luna miró rápidamente a Lexa.

-¿Bollito?

Alex rio señalándola con su copa.

-¿Esto es una venganza porque te he llamado "bebé" delante de tu compañera de habitación? -preguntó señalando a Octavia que parecía divertida.

-Bollito es su mote cariñoso -explicó Lexa a Luna-. Resulta que Alex ha sido bollera desde que estaba en el vientre de mi madre, y todos lo sabían. Conmigo tuvieron sus dudas, pero ella empezó a usar camisas de cuadros a los dos meses.

Todos carcajearon por el chiste, incluyendo las dos hermanas.

-Si os escuchara reír con los ojos cerrados, no sabría quién es quién -les comentó Anya, y ambas gemelas se miraron.

-Nos lo suelen decir -dijeron al mismo tiempo, y Alex señaló a su hermana.

-Había extrañado eso -Lexa le lanzó un beso-. Como decía... estamos aquí para celebrar el regreso de mi bebé... -Alexandra la fulminó con los ojos-... y quiero que sepáis que después de mí, es la tía más divertida y guapa que conozco. Es inteligente, es estupenda y sobre todo es una buena persona. Así que espero que todos vosotros, panda de inútiles, la tratéis bien, porque si no vais a tener que responder ante mí -levantó la copa de vino tinto-. Por la vuelta de Lex y el regreso de las hermanas Woods -todos brindaron y, a los pocos minutos, la comida estaba sobre la mesa.

Lexa no podía estar más feliz, y miró hacia la ciudad, deseando haber llevado su cámara y poder capturarlo todo.

-Me parece que es un poco sobreprotectora contigo... ¿o es solo cosa mía? -le preguntó Luna con una sonrisa.

Era una chica muy guapa, y Lexa ni siquiera tenía que preguntarle a su hermana si había habido tema entre ellas: con solo saber que eran compañeras de habitación era algo asegurado. A su hermana no se le escapaba una chica guapa de las manos.

-Lo es, y a veces es frustrante -respondió Lexa, llevándose la copa a los labios-, pero otras veces es bastante adorable.

-Lo es -asintió Luna sonriéndole, y le puso la mano sobre el brazo-. El parecido de ambas es asombroso, si no conociera a Alex tan bien... Lo que sí noto es que tú eres más tranquila que ella, más misteriosa... Eso es muy atractivo -Lexa notó como miraba sus labios-. Me encantaría poder conocerte mejor.

-Quita tus manazas de mi hermana, Luna -se escuchó la voz de Alexa, quien pasaba el brazo sobre los hombros de Lexa.

-¿Qué haces? -preguntó algo divertida su gemela.

-Cuidarte de las lobas -le sonrió a Luna.

-Pensé que querías que ligara -levantó una ceja.

-Sí, pero con esta no.

-¡Oye! -se ofendió Luna, pero no se lo tomó demasiado en serio.

Alexa miró al frente, señalando a Octavia con la cabeza.

-Sin embargo, tu compañera de habitación... -Lexa sonrió a medias.

-Deja de avergonzarme delante de ella y quizás pueda hacer algún avance -Alex cogió el rostro de su hermana con fuerza y le dio un beso en la mejilla.

-No lo puedo evitar. Me encanta avergonzarte.

Lexa puso una mueca.

-Ya lo veo ya.

-Tú acabas de revelar mi mote de la infancia a mis amigos, así que estamos en paz -rio-. Eh, Octavia -la chica miró a Alex con un poco de sonrojo-, ¿qué te parece mi hermana? ¿A que es guapa?

-Alex... -se quejó Lexa.

-Sí, lo es -Alex miró a su gemela.

-¿Ves? Cree que eres guapa. Lo cual es normal porque tienes mi cara -dijo orgullosa.

-No le hagas caso -se excusó Lexa con la otra chica-. Cuando toma vino es así...

Octavia sonrió, y Lexa pensó que tenía una sonrisa bastante bonita.

La cena transcurrió de forma muy amena, y Lexa deseó poder dormir bien esa noche, y no estar como un zombie el primer día de clases.

*************

Bueno, aquí está nuestro fic juntas, uniendo fuerzas para un propósito que todavía no tenemos demasiado claro, estamos aún debatiéndonos entre las sensualidades o el drama. 

Este es el capítulo de introducción a los personajes "principales", próximamente saldrán más.

¿Qué os ha parecido las hermanas Alexa y Alexandra? ¿Tenéis ya alguna favorita o es muy pronto? ¿Y Clarke? ¿Y la loca de Bellamy? ¿Lextavia en próximos capítulos? ¿Quién sabe?

Teorías, teorías, queremos escucharlas.

Un saludo sensual de Juno y Ginsey. 

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