Wattpad Boy. {ZIAM}

By DamianDraxler

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❝La vida, muchas veces, resulta ser más complicada de lo que las historias narran. Por eso, algunas personas... More

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Epílogo.
ACLARACIONES Y AGRADECIMIENTOS
"THE KINGDOM."

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By DamianDraxler

Liam se encontraba justo ante mis ojos. Vestía todo de negro, como si fuera un agente secreto en una misión encubierta (vale, debía dejar las películas de acción o comenzarían a perturbar mi mente como en este momento). Los converse, jeans ajustados, remera apretada y resaltando sus músculos; añadiendo, para finalizar su toque matón, la maldita chamarra de cuero.

¡¿Quién carajos se dejaba la chaqueta puesta con el calor que hacía?! Rodé los ojos, lo que hacía este tipo para mantener su pinta de hombre imponente y dominante.

— ¿No tienes algo mejor que hacer, Liam?

Las palabras salieron de mi boca sin siquiera pensarlas primero, triturando cada letra entre mis dientes. No era como si estuviera buscando algún tema de conversación con ese sujeto, no, en lo absoluto; simplemente deseaba encontrar la manera para que se largara de mi vista.

— En realidad, sí — contestó éste, moviendo su cuerpo hasta que consiguió acercarse a la barra. Unos segundos después, se giró de vuelta, con cuatro botellas de diferentes alcoholes sostenidas con agilidad entre sus brazos. — Pero siempre es un placer molestarte, bonbon torréfié.

Las últimas palabras del castaño se deslizaron suavemente por mis oídos, agua entre mis dedos, y no supe diferenciar si el arrastrar la oración se debía a su ebriedad o porque el idioma -identificado previamente como francés- así lo requería.

Hice una mueca de disgusto, ¿Liam se creía que con un par de palabras bonitas en un idioma extranjero e increíblemente seductor olvidaría todo lo que hizo? No, señor, yo no era tan fácil. Además, sabía que su estado pacifico se debía sólo a los quien-sabe-dios cuántos vasos ingeridos con líquidos desconocidos.

— ¡Payne! — Gritó algún sujeto entre la multitud. — ¿Qué esperas para traer tu gordo trasero hasta acá? Comienzo a recuperar el conocimiento.

Liam puso los ojos en blanco, pero no respondió a esa orden. En realidad, su mirada seguía clavada en mí, perforándome. Muy en el fondo quería retorcerme, incluso cortar de golpe la conexión; pero no dejaría que me fastidiara de nuevo. ¡No era un marginado! Liam debía aprender eso. Jamás sería su entretenimiento.

— ¿Se te perdió algo? — Gruñí por fin. Él negó, encogiéndose de hombros.

— ¿Quieres venir a jugar?

Parpadeé, confundido. ¿Podía leerme la mente? «Oh sí, Liam, fóllame duro. Vamos, destrózame el culo» pensé inmediatamente, creyendo que aquello causaría alguna impresión en el ajeno de poder saber lo que pasaba en mi cabeza. Pero Liam seguía tan serio como siempre, y yo quise darme una patada en el trasero por cavilar semejante barbaridad.

— ¿Qué te hace pensar que yo quiero estar cerca de ti?

Él sonrió, o eso pareció, apenas una comisura de sus labios alzada en el nacimiento de una nueva sonrisa burlona. Pero el gesto desapareció, y la expresión de come-mierda reemplazó éste; añadiendo, además, que parecía un tanto aburrido con la conversación.

— Me olvidaba que eres muy marica como para estar con los hombres, ¿verdad?

Creí que me salía humo por las orejas, joder. ¡No dejaría que me pisoteara con tanta facilidad! Sabía que no debía caer ante sus provocaciones o lo lamentaría mucho en un futuro, pero el idiota se estaba pavoneando en mi cara, insultándome cada que nos encontrábamos como si tuviera todo el derecho del mundo. Debía callarle ese hocico de perra que tenía.

Me giré sobre mis talones sin decir nada, esperando no haberme visto tan diva como lo fui en mi mente, y caminé hasta donde escuché el llamado hacia Liam. Por supuesto, éste me siguió. Percibía cada uno de sus pesados pasos detrás de mí a pesar de la estruendosa música.

— Hey, hey, ¡miren quién está aquí! El mejor amigo del rizado acompañado del asesino del equipo — exclamó un muchacho, pasando un brazo por mis hombros y dejando escapar lo que sea que estaba fumando en mi rostro. — ¿Por qué no habías venido antes, dulzura? Seguramente aquí nos hubiésemos divertido mucho contigo.

No sabía si debía interpretar sus palabras con doble sentido, pero quise dejarlo pasar principalmente porque el tipo estaba drogado como la mierda, y no me apetecía defenderme de un desconocido que solamente insinuaba querer acostarse conmigo. No era una puta, vamos aclarando, pero recibir comentarios así de vez en cuando elevaban de cierta forma mi autoestima.

— Deja de joder, estúpido Charlie, y comencemos el juego de una buena vez.

Liam quitó al sujeto (Charlie) de mi agarre y lo empujó a unos considerables metros de distancia. Alcé una ceja en su dirección, pero el castaño no me estaba observando. Sacudí la cabeza, repitiendo mentalmente que no me había defendido, y que sólo estaba asqueado de una homosexual escena enfrente de sus ojos.

— Y bien — soltó una chica, haciendo gestos con sus manos para que el grupo de unos cinco o seis tipos, contando conmigo, se acomodaran alrededor de una mesa. — El juego es sencillo, como todas las veces. Yo nunca, nunca — señaló los vasos de plástico que estaban colocados por todas partes, mientras Charlie y otros chicos los llenaban hasta el tope de las botellas. —Se trata de que cada uno va a decir una oración, por ejemplo, yo nunca, nunca he follado en público — se escucharon unas cuantas risas y grititos, provocando que la anfitriona rodara los ojos. Supuse que ya estaba acostumbrada a estas cosas.

— Quienes sí lo hayan hecho, deben beber de su vaso. Los que no, pues no beben — continuó, sonriendo a todos los presentes. — Las primeras cuatro personas que caigan muertas de alcohol, pierden. Los dos sobrevivientes en vez de seguir tomando, deberán quitarse la ropa... El más sobrio y vestido, gana; el otro, deberá cumplir un reto que el victorioso le ponga — al terminar la explicación, se escucharon bastantes gritos, a pesar de que no éramos tantas personas las presentes.

— ¡Que comience el juego! — Gritó un pelirrojo, seguido de todos los presentes cogiendo uno de los vasos, así que, supuse, también tomé uno. — Yo nunca, nunca he cogido con una profesora.

***

Treinta minutos de juego habían pasado y tres chicos ya se encontraban medio doblados sobre sí mismos, vomitando todo lo ingerido.

Apenas había bebido dos o tres vasos, encontrándome lo suficientemente estable y aburrido como para continuar. Este juego me había hecho darme cuenta de las muchas cosas que aún no hacía, y era un tanto deprimente no tener experiencias tan eufóricas como los otros; pero por lo menos no me veía como idiota borracho.

En la competencia sólo quedábamos Charlie, Liam y yo. Aunque dudaba mucho que el primero continuara aguantando y, aunque Liam había bebido casi o más que todos los presentes, seguía estando lo suficientemente cuerdo como para mantenerse en sus dos pies y bostezar con fastidio.

Yo nunca, nunca he vomitado sobre Zayn Malik.

Enarqué una ceja en dirección a Charlie, sin saber exactamente lo que significó eso... hasta que le sentí regresando toda su vida en mi camisa, para luego caer desmayado a mi costado. Hice una terrible mueca de asco, estando acostumbrado al repulsivo vomito gracias a mis hermanas menores, pero, de todas formas, era lo más repugnante de toda mi puta vida.

Una carcajada llamó mi atención, provocando que mis ojos se enfocaran en Liam quien estaba zafado de la risa; sujetándose el estómago. Al parecer, no estaba tan en sus cinco sentidos como creía. Cogí un vaso de plástico y se lo lancé, por instinto, a la cara; pero aun así siguió burlándose terriblemente de mi desgracia.

Suspiré, no valía de nada enojarme a estas alturas. Enganchando los dedos en el borde de mi camiseta, saqué ésta de un tirón y la lancé sobre el apestoso bulto de un Charlie a medio morir. Afortunadamente, la sustancia no traspasó la tela, por lo que mi piel estaba libre de sus porquerías.

— Bien, Liam, creo que sólo quedamos tú y yo... — Al alzar la mirada, noté que los ojos del castaño estaban clavados sobre mi cuerpo. Me sonrojé furiosamente, aunque quise evitarlo, y esperaba que no se diera cuenta de mi nerviosismo. Tomando nuevamente un recipiente de plástico, lo extendí en su dirección al mismo tiempo que murmuraba. — Yo nunca, nunca he sido un idiota psicópata.

Eso pareció sacarlo de su trance, ya que lanzó una mirada extraña en mi dirección antes de tomar su brebaje de golpe, sonriendo cual maniático al bajarlo. Después, fue su turno.

Yo nunca, nunca me he sentido sexualmente atraído hacia un hombre.

Hijo de la mierda.

Gruñí, ingiriendo el líquido tan de golpe que incluso el mundo me dio vueltas unos segundos. De manera impresionante, todo se centró cuando noté que Liam enarcaba una ceja, y posteriormente bebía el líquido restante en su vaso.


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