La Bruja del Olvido

By SuzukyWong

588K 17.5K 10.3K

La felicidad le ha sonreído a Siri, por fin se ha encontrado con el ansiado amor, sin embargo, pronto tendrá... More

Sinopsis
Detalles de la novela.
Arte de la novela
Frases
Epígrafe.
Capítulo 1: La Bruja del olvido (Parte I)
Capítulo 1: La Bruja del olvido (Parte II)
Capítulo 2: Un nuevo hogar
Capítulo 3: ¿Muerte o esclavitud?(Parte I)
Capítulo 3: ¿Muerte o esclavitud? (Parte II)
Capítulo 4: Canto
Capítulo 5: Un adiós más.
Capítulo 6: Los secretos de la bruja (Parte I)
Capítulo 6: Los secretos de la bruja (Parte II)
Capítulo 8: Confrontación
Capítulo 9: La confesión del odio (Parte I)
Capítulo 9: La confesión del odio (Parte II)
Capítulo 10: Paraíso en el infierno
Capítulo 11: Carrera contra el olvido ( Parte I)
Capítulo 11: Carrera contra el olvido (Parte II)
Capítulo 12: El ocaso de la flor (Parte I)
Capítulo 12: El ocaso de la flor (Parte II)
Capítulo 12: El ocaso de la flor (Parte III)
CAPÍTULO 13: PACTOS POR MALDICIONES (PARTE I)
CAPÍTULO 13: PACTOS POR MALDICIONES (PARTE II)
CAPÍTULO 13: PACTO POR MALDICIONES (PARTE III)
CAPÍTULO 14. Niem: Una plegaria sin respuesta (Parte I)
CAPÍTULO 14. Niem: Una plegaria sin respuesta (Parte II)
Capítulo 15: El favor del viento: Madaom (Parte I)
Capítulo 15: El favor del viento: Madaom (Parte II)
Capítulo 15: El favor del viento: Madaom (Parte III)
Capítulo 15: El favor del viento: Madaom (Parte IV)
Capítulo 16: La última estrella (Parte I)
Capítulo 16: La última estrella - (Parte II)
Capítulo 17: El lamento del viento.
Capítulo 18: La mariposa vs el león (Parte I)
Capítulo 18: La mariposa vs el león (Parte II)
Capítulo 18: La mariposa vs el león (Parte III)
Capítulo 19: La puerta de las almas
Capítulo 20: El sacrificio por la libertad (Parte I)
Capítulo 21: El sacrificio por la libertad (Parte II)
Capítulo 22: Los hijos de Mirthrim (Parte I)
Capítulo 22: Los hijos de Mirthrim (Parte II)
Capítulo 22: Los hijos de Mirthrim (Parte III)
Capítulo 22: Los hijos de Mirthrim (Parte IV)
CAPÍTULO 23: LA PROFECÍA
Capítulo 24: El surgir de un yeudel (Parte I)
Capítulo 24 - El Surgir de un yeudel (Parte II)
Capítulo 25: Eliam, entre el deber y el amor (Parte I)
Capítulo 25: Eliam, entre el deber y el amor (Parte II)
Capítulo 26: El sacrificio de Mirthrim - Parte I
Capítulo 26: El sacrificio de Mirthrim - Parte II
Capítulo 26: El sacrificio de Mirthrim - Parte III
Capítulo 27: El Réquiem de la muerte - PARTE I
Capítulo 27: El Réquiem de la muerte - Parte II
Capítulo 27: El Réquiem de la muerte - Parte III
Capítulo 27: El Réquiem de la muerte - Parte IV
Capítulo 28 - La revelación: Las Creadoras vs la creación - Parte I
Capítulo 28 - La revelación: Las Creadoras vs la creación - Parte II
Capítulo 28- Las Creadoras vs la creación - Parte III
Capitulo 28 - Las Creadoras vs la creación - Parte final
Capitulo 29 - Una despedida en el Okan
Capítulo 30 - El comienzo del fin
Capítulo 31- Conclusión.
Epílogo

Capítulo 7 : La cazadora de calamidades

5.2K 306 271
By SuzukyWong

En voz de Ikamori

"Es imposible huir de la propia naturaleza, es una guerra destinada a perderse, sin embargo, insistimos vanamente en combatir nuestros propios deseos, sean nobles o siniestros"

4 de Abril de 1940: En un paraje de los Andes.

Había dejado atrás los verdes prados y en su lugar había millas de nieve. Alcé la vista y lo único que tenía frente a mí eran dunas de blancura, acompañadas del silencio. En aquél confín del mundo moraba una Calamidad, silenciosa aguardaba a algún incauto, pero hoy no lo encontraría. Caminé un poco más, jugueteando con la nieve hasta que mis dedos morenos se tornaron azulados. En escazas ocasiones tenía la oportunidad de ir a lugares tan remotos y magníficos. Detuve mi andar para contemplar la majestuosidad del paraje, entre la afonía y la soledad invernal, me sentía tan diminuta y perecedera. Era un punto café en el eterno paisaje invernal.

Me pareció irreal que una calamidad estuviese oculta en un lugar tan aislado. Estos seres nunca se alejaban tanto las urbes, obedeciendo a su instinto buscaban con frenesí a los seres humanos, causando desastres a donde fueran, su único fin era acabar con la humanidad. De ahí su nombre y mi origen: la Cazadora de Calamidades.

Conforme los seres humanos se multiplicaban, las bestias también. Nacían del padecer de la naturaleza. Eran la materialización de la agonía de animales, plantas y todo aquello que había sido ultrajado por el hombre, es decir, todo lo que coexistía con él. Nada estaba a salvo de las manos ambiciosas de la humanidad, y a pesar del evidente daño, no se detenían. No podían ir en contra de su psique: Conquistar y evolucionar, sin importar qué o quién. Así eran, así fui..

Desde hacía más de un milenio me dedicaba a la cacería, sin embargo, después de repetir tanto tiempo la misma labor, comenzaba a sentirme apática y ociosa. Esas emociones me llevaron a cuestionarme si mis actos eran los correctos: ¿Por qué mataba a seres que habían nacido de la crueldad humana? ¿Por qué debía arreglar los desastres de otros? Y en especial, ¿por qué la creadora me había dado esta encomienda? Mis pensamientos iban y venían entre preguntas sin beneficio, pero me bastó la simplicidad de una oración para reafirmar mi convicción: La creadora nunca se equivoca.

Caminé un poco más hasta que un viento suave y cálido acarició mi rostro, era el hálito de la calamidad. Su boca estaba a escasos centímetros de mi cuerpo, retrocedí unos pasos para apreciarle mejor. Era majestuoso. Similar a un bisonte albino, me cuadriplicaba la altura, sin considerar los enormes cuernos que coronaban su cabeza, eran más grandes de lo habitual como los de un venado. Tenía tanto pelaje que apenas podía apreciarle los profundo ojos negros y el hocico. De la enorme boca se asomaba dientes deformes y babeaba constantemente. Me pareció bello, pero no estaba ahí para admirarlo, sino para matarle.

—Sabes a que he venido —dije mientras tomaba con ambas manos el mango de la espada que cargaba en mi espalda—. Podemos hacer esto rápido. No te muevas —agregué y desenvainé el arma con agilidad, esgrimiendo un golpe directo a la bestia, pero antes de que pudiera tocarla una enorme pared de hielo se levantó entre nosotros, era tan dura que el estoque quedó atascado. Traté de liberarlo, pero al tacto la frialdad comenzó a correr sobre el metal congelando mis palmas.

— ¡Ah! —Grité adolorida—. ¡Maldición! ¿Por qué no pueden hacer esto sencillo? —gruñí sobando mis manos. La calamidad me observó en silencio desde el otro lado, cerró y abrió la boca, cual si fuera un pez. El movimiento cesó para dar paso a un sonido grave y senil.

—Me pide que entregue mi vida sin objeción alguna —espetó la bestia dejándome boquiabierta, hacía muchísimo que una calamidad no hablaba. Era la segunda vez en mil años, que veía una con la capacidad de razonar otra cosa que no fuera el instinto de matar.

—Ha hablado... —susurré—. ¡Increíble!

—Siempre ha dado por sentando que somos incapaces de hacerlo... —bufó y un vahó salió de su hocico.

— ¡Estoy maravillada! —dije estupefacta —. Hasta parece sabio... ¡Increíble!

—Me tratan como una bestia porque luzco diferente a ustedes, sin embargo, no por ello soy incapaz de razonar o sentir. Ikamori incluso los seres más torpes poseen emociones y aunque sean incapaces de expresarlos en tu lenguaje, pueden sufrir y reír. El lobo también llora a su hermano caído, el jaguar padece por la selva quemada, el pez también teme a la red y yo a la muerte —interrumpió y se acercó al muro—. Nosotros también podemos sentir...

—Has tenido demasiado tiempo para aprender a hablar... —declaré e hice una pausa recordando mi primer encuentro con uno de esos seres—. Calamidad he visto una infinidad de atardeceres cernirse sobre mi camino y si algo puedo afirmar, es que tarde o temprano todos obedecen a su instinto y el suyo es la devastación.

—No todos obedecemos a nuestro instinto —dijo arrebatándome las palabras—, algunos optamos por negarnos a seguir nuestro rol en la creación... No todos queremos morir y para evadir la muerte, es mejor no dañar a los hijos preferidos de la creadora... No he dañado a nadie Cazadora...

— ¡Miente! —exclamé—. Es imposible renunciar a nuestra propia naturaleza, estamos condenados o bendecidos por ella, todo depende de cuánto nos aceptemos. Y si mi labor en la existencia es extinguir a las calamidades, lo haré sin titubear.

—Pobre criatura... El odio le ha condenado y ansías arrastrarme con él —expresó con condescendencia—. Usted es un ave que vislumbra la puerta de la jaula abierta, mas no se atreve a volar. Retenida por el conformismo y la comodidad que otorga el no cuestionarse sus propias acciones y convicciones. Pobrecilla.

— ¡Calla! —grité iracunda, no aceptaría la lástima de un ser que consideraba inferior a mí—. ¿Cómo osas a tratarme con compasión? He tenido suficiente de este parloteo innecesario.

—No deseo combatir Ikamori, menos aún hacerle daño, ¡No insista niña! —advirtió y aunque su voz sonó más fuerte, aún estaba lleno de piedad. No presté atención a su petición y sujeté de nuevo el arma sin importar que mis manos se congelaran—. ¡No tiene que matarme! —exclamó con una súplica implícita.

Golpeó su pezuña sobre la nieve, hundiéndola hasta tocar la roca, una y otra vez, como si se preparara a embestirme. El sonido hizo eco, multiplicándose en todas direcciones, por un segundo creí que una manada de bisontes llegaría desde cualquier dirección, sin embargo, en su lugar una ráfaga acompañada de nieve me golpeó, pero me mantuve hasta alcanzar mis hombros, las manos me ardían como si estuvieran en contacto directo con el fuego. Levanté la vista intentando ver a la bestia, para sólo encontrarme con mi reflejo y a la bestia a mis espaldas. Fue como una pausa en el tiempo, como ese momento previo a la muerte, me aprecié. El gestó en mi rostro me hizo aligerar mis emociones, había tanto odio en mi mirada, que si hubiese sido posible mis ojos pardos se hubieran tornado negros, tan oscuro como mis emociones. Me sentí angustiada porque aunque no me atreviera admitirlo, el odio dominaba mis actos.

—Me has obligado a esto cazadora —gruñó la calamidad.

El viento rugió a unísono de mi alarido, justo cuando sus cuernos atravesaban mi carne hasta salir por el otro extremo de mi cuerpo, levantándome igual que a una pequeña muñeca de trapo. El dolor recorrió cada fibra de mi cuerpo, haciéndome gritar hasta que la garganta se desgarró, me agite como un pequeño gusano en la punta de una aguja, intentando zafarme sin lograrlo. La fuerza se escapó junto con el carmín que salía a borbotones por mi cuerpo, cubriendo el pelaje blanco del bisonte. Respiré agitada, aterrada de la intensidad de mi agonía. El animal movía la cabeza con tanta brutalidad, que todo a nuestro alrededor quedó cubierto de la ligera llovizna rojiza, hasta que en un severo movimiento me aventó por el aire e impacté contra el muro de cristal, quebrándolo a la par de mis costillas. Apenas pude gemir, la voz no me dio.

—Me has obligado a esto... —dijo el bisonte—. Cazadora no vuelva a cruzarse en mi sendero, que no vivirá —advirtió y se dio la vuelta dispuesto a abandonarme.

Me quedé ahí, ahogándome con mi sangre en la extensa llanura blanca. Mi cabello se arremolinaba sobre mi cara, impidiéndome ver con claridad la dirección en la que caminaba la bestia colorida con mi sangre, le miré hasta que desapareció de mi vista. Permanecí tendida y agonizante, esperando que mi cuerpo se recuperase, agradecí por ser un yeudel errante, de lo contrario hubiese muerto.

—Has... lastimado... a... alguien —musité entre sangre. Extendí mi mano hasta tomar la espada. Escuche como los huesos de mi torso tronaban, reacomodándose, resultaba tan doloroso como cuando se habían roto—. Soy Ikamori, la cazadora de calamidades —dije con el orgullo herido—. ¡No crea que me ha ganado! ¡Maldito! —grité e intenté reincorporarme, pero caí al suelo en más de una ocasión—. ¡No lo permitiré! ¡No huirá! —Exclamé con todas mis fuerzas y logré ponerme de pie—. Suplico a la tierra por su auxilio —recé sujetando la espada con ambas manos—, ruego me lleven hasta donde él se encuentra, imploro con respeto y solemnidad me abran una puerta: En nombre de la creadora, ¡Que así sea! —conjuré y clavé la espada en la tierra.

El suelo resplandeció en una mezcla de dorados, y como cuando Moisés abrió los mares, así también se abrió la tierra bajo mis pies, tragándome por completo, haciéndome parte de ella. Me hice polvo y me moví dentro de su flujo hasta llegar a él. En cuanto lo vi, salí disparada como una montaña que emerge del choque de las placas. Fui liberada tras un estruendoso ruido y conformé mi cuerpo emergía abandonaba esa forma arenosa que poseía, regresándome mis rasgos humanos. La calamidad no tuvo tiempo siquiera de bufar, aparecí justo debajo de él, empuñando la espada hasta hundirla en su cuerpo y atravesarlo por completo, de la misma forma en que él había vejado el mío. Empero, él no viviría y yo sí. Soltó un alarido de dolor, que se agravaba conformé lo atravesaba. Lo atravesé por completo y caí del otro lado, dando vueltas sobre la nieve, cubierta de un líquido verdoso y con aroma a hierbas. El bisonte se tambaleó y cayó.

—Ika...mo...ri —balbuceó —. Ha cometido un error... —agregó, quiso levantarse sobre sus patas delanteras, pero estas solo temblaron para dejarlo caer de forma violenta sobre la nieve, que ahora se cubría de su sangre verdosa.

— ¿Equivocarme? —Pregunté a sus cenizas—. Puedo equivocarme, pero la Creadora jamás y ella me ha enviado a eliminarles.

Levanté la espada dispuesta a clavarla sobre su corazón, cuando una calina se arremolinó entre ambos, impidiéndome ver al bisonte.

— ¡Es suficiente Ikamori! —dijo una voz proveniente de la neblina grisácea. Reconocí la voz.

— ¡Zoran! —exclamé con el corazón acelerado. Dejé caer el arma y le busqué desesperada entre la bruma—. ¿Dónde está? No puedo verle

—En el viento... Me ha permitido alojarme en él... No hay muchos seres por aquí que me dejen morar en sus cuerpos —Conformé hablaba la neblina iba reduciéndose hasta tomar la forma similar a un cuerpo humano, sin facciones o ropa, solo era una silueta.

— ¡Oh! —expresé con desánimo, esperaba que a estas alturas hubiese recuperado su cuerpo, quería tocarle.

— ¡Tranquilícese! —Murmuró a la calamidad, que jadeaba al borde la muerte—. No le hará más daño.

—Es tarde Zoran, es tarde... Sabía que... un día llegaría a mí... —murmuró con dificultad—. Fue errado pensar que podría perdonarme... ¿A dónde iré?... Espero rencarnar en un ser más amado por la Creadora... Espe...—Su voz se apagó por completo, igual que su existencia. Zoran aguardo de cuclillas junto a él, mientras se convertía en polvo y hojas secas.

—Que la Creadora te conceda tu petición Bizon y rezaré porque encuentres un alma más piadosa en tu paso y no a una mujer de razones necias y corazón de piedra —concluyó y sentí como todo en mi interior se tambaleaba. Hacía un siglo desde nuestro último encuentro y aún podía afectarme tanto sus palabras, ¿por qué seguía amando a quien se regocijaba en rechazarme? No comprendía, porque seguía arrojándome a las garras del desamor.

—Intentó matarme —dije con serenidad—. Además soy la Cazadora de calamidades, ¿qué esperaba que hiciera? —cuestioné y envainé la espada.

—Perdonarlo... ¿Por qué siempre tiene que matarlos? Él apeló a tu piedad y raciocinio.

—Mi razón y corazón me indican que debo seguir con la misión que la Creadora me dio. Algunos honramos su voluntad. No como usted, que con tantos privilegios te atreves a pedirme que vaya contra su perfecto mandato.

—Nadie es perfecto Ikamori —interrumpió. Escucharlo pronunciar mi nombre me hizo acelerar el corazón. Ése absurdo entusiasmo me asqueó, odiaba ser tan débil antes los gestos más mínimos de atención que él me propiciaba. —. Vida impuso reglas creyendo que eran las adecuadas, pero el tiempo ha pasado y hemos cambiado, también deberían hacerlo las normas y nuestras encomiendas, ¿no crees?

—Si ella no ha hablado, me mantendré firme en su mandato.

—Quizás no lo hace porque nos ha olvidado. Hace tanto que dejé de escucharla, es como una niña que se ha aburrido de jugar con nosotros y se ha marchado a buscar nuevos juguetes... Tal vez nos ha dejado por nuestra cuenta. Vida siempre ha sido así, dejando el cauce de la existencia fluir.

—¡Calla! —grité—. La Creadora nunca nos abandonaría.

—¿Por qué estás tan segura? Apenas llevas un milenio como inmortal, yo la conozco mucho antes que toda la civilización existiese. Vida no es perfecta...

—¡He dicho que es suficiente! —bramé y desenvainé con premura la espada arrojándosela. El cuerpo brumoso se deformó y la neblina se extendió en todas direcciones.

—Carece de voluntad para afrontar la verdad que se le presenta. Usted prefiere obedecer instrucciones que cuestionar a su instructor. Es una avecilla que nunca volará, a pesar de ser libre. Y por eso no puedo amarle, no puedo querer a una mujer tan conformista...

Su voz resonó a todo mí alrededor, ensordeciendo mis oídos y matando mi corazón. Me sujeté con una mano el pecho, aferrándome a mi cuerpo, implorándome por no llorar. No dejaría que él volviese a verme como en aquella noche de verano. Tan deshecha, suplicando su cariño.

—No me conoce Zoran, sí, quizás obedezca ciegamente a la Creadora, pero lo hago convencida en que es lo correcto. Hace más de cien años comprendí que no sería capaz de amarme y si no lo hizo en aquél tiempo, no estoy esperanzada en que hoy sea distinto. No le necesito, me es suficiente servir a la Creadora.

—Es curioso, porque yo le necesito, aunque lo correcto sería decir que necesito su fuerza, ¿Aun puedes abrir puertas? —preguntó, mientras mi alma se turbaba a cada palaba.

—Sí, a diferencia suya mis poderes se han fortalecido.

—Necesito de tu fuerza para liberar el alma de un hombre. Solo tú puedes abrir la puerta a su alma...

—Tengo prohibido abrir puertas al alma. Los humanos son muy débiles y en el proceso pueden desfallecer, Vida me ordenó que no lo hiciera más.

—Lo sé, por ello requiero que estés dispuesta a romper las reglas Ikamori. Gael y Siri nos necesitan.

— ¿Gael? ¿Siri? El yoruba y la bruja... ¿Qué te hace pensar que te ayudaré? —cuestioné molesta al escuchar sus nombres

—Ikamori, cuando cuestiones las instrucciones y tengas la verdad frente a ti, sabrás que ayudarme podría liberarte a ti también. Si tan fuerte es tu convicción no temerás afrontar la realidad. Busca a la Creadora y cuando tengas el panorama tan claro como yo, estaré ahí.

Su voz sonó distante, alejándose en la inmensidad. La niebla se disipó dejando a la vista la montaña de arena y hierbas. Un rayo de sol alcanzó para alumbrar algo que brilló entre las hojas, llamando mi atención, me acerqué y lo tomé entre manos. Era un relicario, en su interior había la foto de una joven y un nombre: Herminia R.

—Lo habrá dejado Zoran, ¿qué significa esto? —pregunté sin obtener respuestas. Estaba sola, pero en esta ocasión no aprecié la belleza del lugar, por el contrario me sentí tan confundida y esperanzada, en que una vez más podría encontrarme con él: Mi Zoran, no importaba que me odiara, me bastaba saber que estaba bien, que aún recordaba mi nombre. 

¡Hola! ¡Hola! Llegué un tanto atrasada con la actualización por cuestiones personales. Espero el capítulo sea de su agrado, introduzco un personaje nuevo, por favor, dejenme su opinión si les gustó o no. La verdad a mi me gustó mucho.

Ikamori es una yeudel errante al igual que Siri. Sus habilidades son otras, cazar calamidades, que son bestias nacidas de la destrucción del medio ambiente, como consecuencia ellos quieren acabar con la humanidad. Ikamori tiene la misión de retenerlos, es como una guardiana.

Les agradezco sus lecturas, el tiempo y abrirle su imaginación a esta historia. Únanse al grupo de la novela: Los cuentos de Sú.

Con cariño, hasta el próximo capítulo.

Buzón de quejas, sugerencias o comentarios, ¡Aquí!

Redes sociales:

Grupo de la novela en fb: Los cuentos de Su.

https://www.facebook.com/groups/691706507658287/

Instagram: Suzy R. Wong (@suzyresendiZ)

FB personal: Suky Wong.

Pagina de FB: La Bruja del Olvido y el cuervo.

https://www.facebook.com/search/top/?q=la%20bruja%20del%20olvido%20y%20el%20cuervo

Continue Reading

You'll Also Like

20.2K 2.9K 37
toda mi clase y yo fuimos transportados a todo un mundo de fantasía lleno de magia y poderes, todo para vencer al Rey demonio. ¿¡Porqué debo pelear p...
114K 15.7K 61
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
73.7K 8.6K 42
"No todas las notas son de amor ni todos los escritores unos románticos enamorados" - 12/5/2017-- #332 en Historia Corta 21/5/2017-- #215 en Hist...
5.3K 1.4K 40
⚠ || ¿Qué harías si el mundo estuviera a punto de llegar a su final? || ⚠ El anuncio interrumpe la vida diaria de las personas. Aparece en teléfonos...