No podía creer que mi mejor amigo Max fuese capaz de salir con un chico a pesar de tener a su alrededor a muchas jovencitas deseosas de salir con él.
Yo no tenía justificación de enojarme con las chicas cuando merodeaban alrededor de Max, porque ellas eran chicas, por eso podían salir con chicos, pero de todas maneras no me agradaban sus coqueterías.Desde el principio no me pareció justo que ellas me arrebatasen el tiempo de Max,por eso fue difícil acostumbrarme a la enamoradita de turno de mi amigo. A pesar de aquello, me fui acostumbrado poco a poco a las saliditas de Max con sus noviecitas. Todo estaba yendo bien, o al menos para su tranquilidad, hasta que me dijo que iba a empezar a salir con Ángel, un hombre. Esa fue una noticia muy chocante para mí.
Mi desconcierto empezó cuando escuché decir a las chicas de mi salón que habían visto a dos chicos besándose en un parque cerca de nuestro colegio. Las chicas dijeron que aquellos jóvenes eran muy apuestos, y que sin dudar uno de ellos era mi mejor amigo Max. Otra chica mencionó que el otro joven se llamaba Ángel, un alumno que destacaba en su colegio por sus brillantes calificaciones.
Max era muy apuesto, eso nadie lo dudaba. Él podía tener en la escuela a cualquier chica: La más bonita, la más aplicada, la más loca, la más inocente, la más popular; y las tuvo cuando estas se le pusieron en bandeja de plata al declarársele. Consideré que algo estaba pasando con mi amigo. Quizá él no se sentía satisfecho con ellas, por eso debió sentir que su lista se veía incompleta si no tenía apuntado en ella el nombre de un chico. Ese nombre fue el de Ángel, alguien que no había existido para mí hasta ese entonces.
Ángel no tenía ningún parecido con las ex novias de Max, quienes siempre fueron tan alborotadas, tan preocupadas por el maquillaje, tan desesperadas por llamar su atención, tan esmeradas por subirse las vastas de sus faldas para mostrarle las piernas a Max.
Ángel. Si hubiera sido una chica, de seguro hubiese sido de esas aplicadas, de esas que se hacen respetar ante cualquier chico, de esas orgullosas...aunque no, él no se mostró nada orgulloso cuando se le declaró a Max en un parque...más que declarar, besar a mi amigo en un lugar público donde no pensó que podría iniciar habladurías a sus espaldas
Ángel solo era un chico que atraía por su personalidad, porque era de esos que trasmiten confianza y respeto cuando hablan. A simple vista se notaba que era aplicado, inteligente, tan sabiondo, tan ratón de biblioteca, tan amado por sus profesores por ser el más inteligente de su clase y del grado. Si se trataba de bastas de los uniformes femeninos, pues él no se las subía, porque Ángel tenía su uniforme en su sitio: muy limpio y ordenado.
Eran tan opuestos. Max siempre fue libre, sin ataduras; en cambio Ángel siempre se mostró atado por sus deberes y por lo que la gente esperaba de él. Las ataduras nunca fueron parte de las características de Max, por eso aquello que empezó a surgir entre ellos no iba a ser algo duradero. Lo sabía, lo esperaba.
Yo veía a Ángel como a una de las tantas chicas de Max, como una novia tonta, muy enamorada, ilusionada y esperanzada de ser la única princesa de Max. Las novias de mi amigo no duraban mucho en aquel puesto de Reina que Max les concedía cuando les permitía estar a su lado. Lo único que me quedaba era imaginar que Ángel no iba a ser nadie especial, que iba a ser una Reina pasajera, como todas aquellas Reinas sin su Rey Max, que pronto pasaría a ser solo un recuerdo para un pronto olvido.
Ángel no iba a ser nadie especial, solo un error, porque los chicos no podían tener como pareja a otro chico. Ángel solo podía ser otro ex, nada más.
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