Il Mio Professore / Gianluca...

By AlesssssEvans18

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"Cuando lo vi entrar por la puerta supe que seria mi perdición, era muy joven como para ser profesor de Histo... More

~Introducción~
Capitulo 1.
Capitulo 2.
Capitulo 3.
Capitulo 4.
Capitulo 5.
Capitulo 6.
Capitulo 7.
Capitulo 8.
Capitulo 9.
PORTADA NUEVA!!!
Capitulo 10.
Capitulo 11.
Capitulo 12.
Capitulo 13.
Capitulo 14.
Capitulo 15.
Capitulo 16.
Capitulo 17.
Capitulo 18.
Capitulo 19.
Capitulo 20.
Capitulo 21.
Capitulo 22.
Capitulo 23.
Capitulo 24.
Capitulo 25.
Capitulo 26.
Capitulo 27.
Capitulo 28.
Capitulo 29.
Capitulo 30.
Capitulo 31.
Capitulo 32.
Capitulo 33.
Capitulo 34.
Capitulo 35.
Capitulo 36.
Capitulo 37.
Capitulo 38.
Capitulo 39.
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capitulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55.
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capitulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capitulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95 (ULTIMO CAPITULO)
Epílogo
Il Volo❗😍

Capítulo 56

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By AlesssssEvans18

Todos mis pensamientos giraban en torno a cómo proteger a Gianluca si no era capaz de controlar esta situación, por mi mente se generaron varios escenarios, cada uno más desalentador que el anterior, vi a Gianluca sin empleo, yo en un claustro, nuestros padres sin sus negocios y Elena se encargó de agregar aquel que no quería ni considerar:  Gianluca en la cárcel por enredarse con una menor de edad.

Elena se fue ayer de mi casa (según ella) dejándome más tranquila, le aseguré que antes de tomar cualquier decisión hablaría con Gianluca, pero la verdad es que no pretendo hacerlo, no tengo el valor. Me aterra la idea de pensar que Gianluca se convenza definitivamente que una colegiala no vale tantos riesgos. Las palabras de Donna los primeros días de clase hacen eco en mi mente: "él podría tener a cualquier mujer con solo chasquear los dedos". De eso no tenía duda, Gianluca era joven, divertido, muy simpático y excesivamente atractivo, y los últimos meses me había demostrado lo maravilloso que era como novio, siempre tenía un detalle conmigo, era dulce, coqueto y cariñoso. ¿Por qué habría de molestarse en correr tantos riesgos por una simplona chica de 17 años?

No pude dormir en toda la noche, las mil probabilidades que atormentaban mi mente no me dejaron pegar ojo en toda la noche.

Vi mi cara en el espejo antes de bajar a desayunar, tenía un aspecto terrible, mis ojos demostraban que no había pasado una buena noche, el frío había hecho su trabajo con mis labios, ásperos, ni el mejor bálsamo podría hacer algo por ellos. Sin lugar a dudas no entendía como Gianluca tomaba tantos riesgos por mí. Sujeto mi cabello en una cola de caballo desaliñado y tomo mis cosas del colegio.

-¿Estás segura de que quieres ir a clases, corazón?– pregunta mi papá sirviéndome el desayuno.

-No quisiera retrasarme en mis actividades – le digo – además ya me siento mejor-.

Mi papá contiene una risita burlona – Pues luces como si no lo estuvieras-.

-Eso es una manera sutil de decir que estoy horrible – acuso.

-Claro que no, grumpy, tu eres muy bonita... solo que hoy se te olvido hacérselo saber a tu cara-.

Le muestro mi lengua jugando. Deseando que los minutos sean eternos para no tener que llegar al colegio. Un nudo en el estómago horrible se forma en mí conforme pasan los segundos. Una parte de mi desea intensamente saltar corriendo de regreso a mi cama e ignorar todo el mundo exterior, aún no sé si tendré el valor suficiente para enfrentar a Alonzo, necesito estar segura de qué es exactamente lo que puede saber antes de dar cualquier paso. La situación es muy delicada, un paso en falso y podría generarle muchos líos a Gianluca.

Maldito mundo complicado.

Intento hacer mi mayor esfuerzo para terminar todo lo que mi padre ha puesto en mi plato, un poco menos de eso y me obligará a quedarme en casa por un día más.

Necesito tanto a Gianluca, sus abrazos, sus palabras que me hacen sentir que no hay nada tan grave que no podamos superar. Lo necesito a él completamente y tristemente no podré tenerle esta mañana más que como mi profesor.

Deberé reunir también las fuerzas necesarias para no lanzarme a sus brazos.

Me siento muy nerviosa, mis manos sudan e intento secarlas con el aire que circula mientras me despido de mi papá en el estacionamiento del colegio.

El cielo amenaza con lluvia, son cerca de las 8:00 am y bien podría ser media noche.

Al caminar por los pasillos recibo ciertas miradas curiosas lo que al principio me vuelven paranoica, pero luego recuerdo lo de ayer: Alonzo, el chico que muchas desean; Mi desmayo, es probable que se cotillee que estoy embarazada; Sr. Ginoble,  soy la "suertuda" chica que recibió las atenciones del Sr. Profesor Ardiente.

-Hola Alessa - me saluda una chica por el pasillo - ¿Cómo sigues? Espero que mejor – dice con mucha amabilidad, intento reconocerla, ¿la conozco?, no la había visto antes, no parece ser de mi curso, ni de mi generación, probablemente sea de un grado inferior, ¿cómo es que sabe mi nombre?.

-Sí, he amanecido mucho mejor, lo de ayer no fue más allá que un susto – le respondo amablemente aunque no tengo idea de quién rayos es ella, pero he de reconocer que es hermosa, e infinitamente hermosa a comparación de cómo luzco yo esta mañana.

Tiene un cabello castaño largo, más o menos a la misma altura que lo uso yo, solo que ella lo trae cepillado y suelto, con un lindo prendedor de lado y no en una coleta mal hecha, no es más alta de lo que yo soy y tiene unos ojos radiantes, pero a diferencia de los míos los de ella son de un color verde aceituna.

-Es bueno oír eso – dice ella muy cómoda, como si ya nos conociéramos – Cuídate mucho – antes de que pueda preguntar por su nombre ella se despide haciendo un ademan con su mano y sigue su camino. Me le quedo viendo algo perpleja. No soy de la clase de chica popular a quien todo mundo conoce, pero supongo que he de haber sido el platillo principal de ayer.

-Qué raro – murmuro para mi misma

-¿Qué es raro? – pregunta una voz varonil que al escuchar provoca un cosquilleo feliz en mi estómago y no puedo evitar enmarcar una sonrisa, giro sobre mis talones y le veo tan atractivo como siempre, está usando una camiseta de cuadros por debajo de un cárdigan y jeans oscuros. Sencillo y bello, el punto exacto en el que me vuelve locamente atraída hacia él.

-Una chica... bueno, no la conozco y... - intento explicarle – olvídalo, no es nada-.

- Creí que no vendría al colegio Srta. Russo – dice con su voz de profesor, pero de profesor seductor

-Oh, es que no quería perder mis clases, Sr. Ginoble – le respondo en su mismo juego

-Parece que no ha dormido bien, mejor se hubiese quedado a descansar, estoy seguro de que alguien se pudo haber ofrecido a llevarle los apuntes del día – entiendo perfectamente a quien "alguien" se refiere.

-Vaya, "no he dormido bien", está utilizando la misma técnica de mi padre para decirme que luzco horrible – le digo y Gianluca comienza a reír, parece tan ajeno a los últimos hechos que me muerdo la lengua para no contarle pues no quiero alarmarlo sin estar segura de qué es lo que Alonzo sabe exactamente.

Gianluca mete sus manos en los bolsillos y se inclina ligeramente hacia mí.

-Es imposible que algo tan precioso como tú luzca horrible – susurra ligeramente, me da una sonrisa – Nos vemos en clase Srta. Russo-.

Gianluca se marcha dejándome sonriendo como boba, cosa que corrijo rápidamente, a como están las cosas no es buena idea ser tan obvia. Pero es que ese hombre me hace querer vomitar arcoíris.

Mi primera clase es con Gianluca, he buscado a Alonzo, quería hablar con él antes de que Gianluca, él y yo estuviésemos en la misma habitación. Elena me pone al corriente de las actividades de ayer mientras intento ignorar el hecho de que todos parecen murmurar sobre mí, especialmente Sophie con su sequito.

A quienes, por cierto, les debo el hecho de que corriese el rumor de que estoy embarazada. Maldita cara de ardilla. Lo sorprendente es que la gente crea que es cierto y le agreguen de su imaginación con cosas como que el padre del "hijo que espero" es Alonzo, que lo de ayer fue una discusión con él ya que no quería hacerse responsable.

-Solo ignóralas – me dice Elena al ver que la situación comienza a incomodarme – Necesitan regar su veneno o se pueden envenenar a ellas misma con la cantidad que producen - bromea

-Sabes, en realidad son lo que menos me interesan en este momento... - le digo.

Suena la campana y Gianluca entra al aula, es sorprendente como a pesar de los meses las chicas cada día de cada clase con él se arreglan y le siguen regalando esa sonrisita coqueta. Gianluca nos saluda con ese buen humor que le caracteriza y comienza a instalar el cañón y conectarlo a su ordenador, al parecer veremos algunos vídeos, libero cierta tensión cuando los vídeos comienzan a reproducirse y veo que Alonzo no ha llegado. Quizá no venga al colegio hoy.

Sin embargo al final del primer vídeo mientras Gianluca explicaba algo sobre los Bolcheviques en Rusia descubro que efectivamente la suerte no parece estar de mi lado el día de hoy.

Alonzo entra cínicamente tranquilo al aula y todas las miradas se tornan en él. Veo que aunque Gianluca ha llamado a mi bofetada como un "acto sutil" el moretón en la mejilla de Alonzo, justo debajo del ojo indica todo lo contrario.

Los hombros de Gianluca se tensan al verlo entrar, él me dejo muy en claro que no se había molestado conmigo por el incidente de ayer, pero si con Alonzo, y al parecer su coraje no ha pasado.

-Se puede saber qué está haciendo Sr. Mancino – pregunta Gianluca fulminante

-Sentándome – le responde con sarcasmo mientras se deja caer en un asiento en la segunda fila

-Sr. Mancino, no puede entrar sin pedir permiso alguno y aún más cuando llega retrasado, que no se le olvide que soy su profesor-.

-Por eso no debe preocuparse Sr. Ginoble, yo no soy de los que olvidan que usted es nuestro profesor – hay cierta nota acusadora en su tono.

Lo sabe, este idiota lo sabe.

Gianluca le mira confundido, es probable que no logre entender la magnitud de la situación. ¿Por qué no le conté antes? Debí haber previsto algo como esto.

-¿Hablaste con él? – me susurra Elena

Niego con la cabeza – Con ninguno-.

-Alessa.. – se queja Elena y me mira con esos ojos acusadores.

-No pienso tolerar esa actitud Sr. Mancino, salga de mi clase – ordena Gianluca y Alonzo no mueve ni un solo musculo.

-Si usted me saca de clase es probable que el prefecto me de un reporte... - dice Alonzo.

-bueno, quizá se merezca uno – le responde Gianluca amargamente.

-No lo sé Sr. Ginoble, sabe, estoy al borde de una suspensión por 3 días, una más y terminaré en la oficina del director-.

-Eso lo hubiese pensado antes, Sr. Mancino-.

-Bien, tiene razón, además seré positivo, aprovecharé mi viaje a la oficina del director para charlar cierta situación que a mi parecer es enfermiza antes de ser suspendido. – dice Alonzo con desprecio

Ahogo un gemido de alerta, es obvio que Gianluca no logra entender las indirectas y con eso corremos riesgo. Saco mi teléfono rápidamente y escribo un Whatsapp para Gianluca.

"NO! No lo dejes ir con el director, sabe de nosotros."

El teléfono de Gianluca suena, y él lo saca del bolsillo del pantalón, arruga la frente al mirar el teléfono, supongo que leer mi nombre en su pantalla era algo que no esperaba, queda perplejo en una fracción de segundo, ha leído mi mensaje.

Guarda su móvil y respira. En ese momento me desprecio, ¿por qué no se lo conté antes? Hubiese sido mejor que enviárselo en un texto. Ha de estar furioso conmigo.

-De acuerdo Sr. Mancino, seré tolerante en esta ocasión... pero no habrá una segunda – dice Gianluca, noto que sus manos se han formado en puños, Alonzo tiene suerte de que estemos en el colegio porque el moretón que le hice debajo del ojo no sería nada comparado con lo que Gianluca podría hacerle.

-Que bueno que lo haya reconsiderado, Sr. Ginoble – agradece Alonzo en tono petulante.

Todos miran incrédulamente la escena. Este round lo ha ganado él.

Gianluca retoma el hilo de la clase, pero no se relaja y lo entiendo, yo tampoco puedo hacerlo. El reloj parece ir más lento de lo usual creando una sensación de eternidad. Finalmente suena el timbre y todos salen del aula, muchos ignorantes de la situación pero igual parecen haber sentido esa tensión que flotaba en el aire.

No me quedo un segundo de más en el aula, quiero hablar con Gianluca, explicarle, pero para eso primero necesito hablar con Alonzo y entender yo misma qué es lo que ocurre.

Nos dirigimos al aula de geografía y la profesora no llegó por lo tanto tenemos el rato libre en el patio. Perfecto.
Busco a Alonzo con la mirada, lo veo caminar hacia un banco apartado de la multitud lo cual me ayuda, no quisiera hablar con él en medio de toda las personas.

-Hey! – le digo pero él no detiene su paso – ¡Alonzo! Puedes parar un segundo-.

Frena de golpe y gira hacia mí. Enarca una ceja y me mira seco.

-Vaya, creí que habías dicho que no volviera a dirigirte la palabra – suelta amargamente

-Necesito hablar contigo-.

-Entonces habla, te escucho – al parecer esto es lo más civilizado que conseguiré con él, solo tengo una oportunidad.

Pero como rayos le hago, no es simplemente como: Alonzo, qué tanto sabes sobre mi relación con el Sr. Ginoble.

-Elena me dijo que te vio salir de mi casa ayer – le explico y él deja salir un bufido

-Esa lengua floja – espeta sobre Elena – Claro, por eso estás hablándome, qué otro motivo tendrías... de seguro mueres por saber qué es lo que yo vi... ¿no?-.

Oírlo hablar así me hace creer que no estoy con Alonzo, este no es el chico coqueto que me ayudaba a mí y a Elena con nuestros libros, que corría para hacer la fila del almuerzo por nosotras y nos reservaba un lugar si llegábamos tarde, este sin lugar a dudas no es el chico que me cubrió con su chaqueta cuando llovía para que no me mojara, este no puede ser Alonzo. Unas inmensas ganas de llorar me acechan pero las contengo, no lloraré por él, no lo merece, ¿cómo es posible que alguien a quien creíste tu amigo pueda cambiar tan rápido en tan poco tiempo? El chico con el que estoy es un completo desconocido. 

-¿Qué sabes? – atrevo en sí a preguntar.

El suelta una risa ácida

-Dime Alessa, ¿cuándo te volviste una pequeña zorra mentirosa?-.

Eso es un golpe al hígado, no creí que podría dolerme tanto oír esas palabras salir de su boca. Lo miro completamente atónita. ¿Quién es él?, ¿Dónde está Alonzo?

-No me mires así – ataja

-No te permito que me hables así-.

-¿Por qué?, ¿No te agrada escuchar la verdad?-.

-No sabes de lo que hablas – le digo intentando contener mi furia.

- Es enfermizo Alessandra, no te da asco... es tu profesor – bufa con desprecio

- Cállate – le ordeno, me está llevando al límite de mi tolerancia

- Y ese tipo, es un enfermo, y además es ilegal, ¿no?... se llama pedofilia. ¿Cuántos años le darían en prisión?... sin lugar a dudas tiene mucho que perder-.

- ¿Qué es lo que quieres? – es obvio que lo sabe y no está dispuesto a olvidar lo que vio, así que estoy dispuesta a negociar con él.

-Vaya, vaya, así que estás dispuesta a protegerlo... supongo que me pedirás que guarde el secreto-.

-¿Lo harás? – le digo entredientes, aunque tengo unas inmensas ganas de tomarlo a patadas no puedo hacerlo, así que no tengo otra opción que suplicar, de tragarme mi orgullo.

Es por Gianluca, Alessa, debes protegerlo, no seas cobarde. Tal vez Alonzo recapacite, tal vez esté dispuesto a ayudarte.

-Con una condición – sabía que no sería fácil.

-¿Cuál?-.

-Aun no lo sé... sigo pensándolo...-.

-Vale, haré lo que me pidas, solo no le cuentes a nadie-.

Alonzo comienza a reír.

-En serio, Alessa, ¿tan dispuesta estás en proteger tu aventura con el profesor?-.

-No es una aventura-.

-Ah, ¿no? – dice burlón

-No, yo lo amo-.

Mis palabras le borran instantáneamente su cínica sonrisa de la cara y sus hombros se tensan.

-No digas estupideces, Alessa, eso no es amor-.

-Tu no lo sabes-.

-¿En serio crees que él te toma enserio? Alessa, tu solo eres su fantasía colegial-.

-Eso no es cierto-.

- Dime, ¿cuántas veces te has revolcado con él?-.

-Eres un idiota... - le digo.

- ¿No lo has hecho?, ¿cierto? Bien, reconsidera hacerlo, una vez que consiga lo que quiere la única lastimada serás tú-.

-Él me ama-.

-¿Te ama? – Alonzo comienza a reír como si le hubiese gastado una broma – Siempre te consideré una chica inteligente, no puedo creer que te hayas tragado ese cuento-.

-No tengo necesidad de escuchar esto, solo avísame que es lo que quieres para callarte la boca y te lo conseguiré. – giro para dejarlo, me enferma escucharlo hablar así, me duele y me cabrea a la vez.

-Alessa... – Alonzo me sujeta del brazo – él solo juega contigo, abre los ojos... no te ama-.

-¿Y tú qué sabes de amar? – le digo y libero mi brazo de su mano para alejarme de él. Por un segundo pude volver a ver a ese Alonzo que yo conocía, pero no, ese chico ahora es un bastardo, un maldito bastardo que solía ser mi amigo

                                                                             ***

-Me cuesta creer todo esto – expresa Elena con cierto tono gris respecto a lo que le he contado de Alonzo.

-Crees que miento – le digo a la defensiva.

-No Alessa, tranquila...-.

Exhalo, no debo cabrearme con ella – Lo siento... el problema no es contigo-.

-Descuida, sé que no lo haces con intención-.

-Solo quiero que este día termine, me siento tan... cansada – puedo sentir ese picor en la nariz que predice llanto.

-Oh, Alessa - musita Elena y me abraza para darme animo – No puedes cargar con esto tu sola, deberías contarle a él-.

-No quiero causarle problemas-.

-No creo que él te considere un problema, son una pareja y no puedes excluirlo de cosas como esta-.

Puede que Elena tenga razón, logra ser muy sabia en ciertas ocasiones, pero el hecho es que no quiero verlo en este momento, me pedirá explicaciones, o peor, ha de estar furioso por lo de no haberle anticipado lo de Alonzo, es probable que él tampoco desee verme por el momento. Literalmente, solo deseo que el día acabe para poder ir a casa. Es de esos días en que te sientes mal y que todo parece tornarse peor, es caótico en tu cabeza, como un zumbido que no te permite un momento en paz y entre más deseas que acabe te tortura la sensación de que el tiempo se detiene, y todo va más lento.

Fueron horas eternas y por primera vez agradecí que hubiesen tantos deberes en clases porque eso hizo que todos nos distrajéramos de la tensión que existía y a mi me ayudaba a no pensar, me pregunto si mi papá hace esto siempre, si cada vez que se satura de trabajo es porque en el fondo le sirve para no pensar tanto en ella. Quizá olvidé que yo también solía hacer esto, mantenerme ocupada para no tener tiempo de estar triste, supongo que no lo había olvidado, simplemente que ya no recordaba cómo se sentía. Es como si fueses miserable, y luego feliz, y nuevamente comenzaras a sentirte miserable, pero está ocasión era aún más triste pues extrañabas la sensación de ser feliz.

Mi concentración me hizo terminar todos los ejercicios de matemáticas del día y unos extras media hora antes del horario de salida. El Sr. Astori me ha "incentivado" dejándome salir temprano, puesto que es probable que a la mayoría le tome 15 minutos extras después del horario de salida cumplir mínimo con los ejercicios del día y dejarme ir es un intento por motivarlos a apresurarse, es probable que me esté ganando el título de friki o de ñoña, pero la verdad es que no estoy ni cerca de entender matemáticas, no me gustan, son como las vitaminas que te obligan a tomar cuando eres pequeño, las odias, pero no tienes otra opción más que consumirlas. Sin embargo hoy estoy agradecida con ellas, y con el Sr. Astori quien no termina de agradarme mucho pues siento que él a veces piensa que soy una niñita irreverente que no le tiene el respeto que se merece, sin embargo yo le doy el respeto que se merece, ni más, ni menos. Pero como decía, hoy estoy agradecida con él, sinceramente, que me dejase salir antes me ayuda evitar a Alonzo de quien he tenido suficiente por un día, también me ayuda a evitar que Gianluca me vea, no me siento preparada para ello, mucho menos si está molesto conmigo, claro que ha de estarlo, le he causado muchos líos últimamente, seguro que he terminado de convencerlo de que una colegiala no vale riesgos tan altos.

Jamás me perdonaría que él terminase mal por culpa mía, simplemente no sería capaz de soportarlo. Pero también me pregunto si sería capaz de soportar mi vida sin él.

Al llegar a casa mi papá no está, no es que me sorprenda, es solo que en el fondo deseaba llegar a casa y sentirme reconfortada, pero he conseguido el efecto contrario, ver mi casa tan vacía, silenciosa, inmensa para mí sola me consume. No es como cuando estoy aquí con Gianluca, en esas ocasiones mi casa parecía otra, tan cálida, alegre, un hogar, pero creo que ese efecto era el que Gianluca causaba, me hacía sentir en un hogar, creo que podríamos estar debajo de un puente y yo estaría muy feliz por estar a su lado, compartiendo las hojas del diario para protegernos del frío. Pensar en Gian y lo feliz que me hace sentir solo consigue que mi tristeza empeore, ¿por qué Alonzo tenía que ser así?, ¿Por qué simplemente no pudo hacer lo mismo que Elena o Don Alec?, Si se suponía que era mi amigo, ¿por qué no me apoyaba ahora que más necesitaba de su comprensión? Sabía que no encontraría respuestas en ese momento, estaba demasiado fatigada de pensar.

Al llegar a mi cuarto me deshago de mi uniforme del colegio y uso algo de ropa cómoda, me tumbo en mi cama y saco mis libros, hacer los deberes me ayudara a pensar en algo más. Decido empezar con lengua, un pequeño análisis del contexto de producción de un libro de mi preferencia, entonces supe con cuál quería trabajar. Me estiré a la mesita de la lámpara y en el cajón, bajo unos papeles y bisutería que casi no suelo usar estaba el libro que Gianluca me regaló el segundo día de clases, ya no lo he leído, últimamente no he leído mucho, por lo regular mis tiempos libre se han ido entre el colegio y Gianluca.

Me coloco los auriculares, subo a mi música lo más alto que puedo y retomo el libro, por curiosidad, en la parte donde me quedé la última vez que lo leí antes de que comience a copiar en mi hoja la información para mi análisis

"Se durmieron de cansancio. La guardiana entró con el desayuno a las cinco, en medio de la algazara de los gallos, y ambos despertaron asustados. Se les paró la vida. La vigilante puso el desayuno en la mesa, hizo una inspección de rutina con el farol, y salió sin ver a Cayetano en la cama. «Lucifer es un Bicho», se burló él cuando recobró el aire. «También a mí me ha vuelto invisible». Sierva María tuvo que refinar su astucia para que la vigilante no volviera a entrar en la celda aquel día..."

Conforme avanzo en mi lectura siento como mis ojos se cierran poco a poco, como si algo en mi se fuese desconectando gradualmente. Me siento cansada, había pasado una noche terrible, básicamente en vela, y el día en el colegio había sido bastante agotador, no lucho contra mí misma, apoyo mi pecho en la cama, y mi rostro sobre el libro, cierro los ojos, siento como la música se filtra por mis oídos y como el aire entra y sale suavemente de mis pulmones, la sensación de tranquilidad llega a mí lentamente.

Entonces en un segundo de pánico me siento asaltada por la presión de un cuerpo presionando sobre el mío. Abro los ojos y me muevo bruscamente intentado liberarme, pero solo consigo liberarme de mis auriculares, es cuando escucho su risa y mi cuerpo se relaja ante ese sonido familiar.

-¡Gianluca! – me quejo aliviada – ¿Cómo entraste?-.

-Estaba la puerta sin llave-.

-Me asustaste-.

-Así tendrás la conciencia, preciosa – se burla con dulzura, da un beso a mi cuello, gira y me libera de la presión de su cuerpo acurrucándose a un lado mío, luce tan relajado, por qué no está enojado conmigo, estará siendo condescendiente. Gianluca deja descansar uno de sus brazos en mi cintura. No puedo más, para cuando lo noto ya estoy llorando, las gotas gordas resbalan por mi cara y mi respiración se vuelve un sollozo.

Muy maduro de tu parte Alessandra, anda, luce como una cría miedosa. Me reprendo a mí misma.

-Alessa, amore, ¿Por qué estás llorando? – me pregunta Gianluca pasmado – te hice daño, no era mi intención, a veces olvido lo frágil que puede ser tu cuer...

-No Gianluca – dejo escapar entre sollozos – No eres tu

-Entonces qué te ocurre,amore  – me pregunta dulcemente lo cual me hace más sensible. Él es tan maravilloso.

-Perdóname, perdóname, no te culparé si decides alejarte de mí... - me siento ridícula por no lograr contener mi llanto pero lo he hecho todo el día, llegué a mi limite

- ¿Alejarme de ti? – exclama sorprendido – Pero cómo se te ha metido tal idea en mente-.

-No valgo tantos riesgos, Gian... no soportaría verte metido en menudos líos por mi culpa-.

-Alessa, no me digas que todo esto es por lo que ocurrió con Alonzo... - dice con cierto fastidio su nombre.

-Ha dicho que podrían meterte a prisión por estar conmigo, yo no quiero que algo malo te pase...-.

- Lo único malo que puede pasarme es no tenerte, Alessa, creí que tenías claro eso, que yo quiero estar a tu lado siempre que tú me lo permitas-.

-¿Por qué lo harías? – mi pregunta es hasta por demás estúpida pero no la he podido contener.

-¿Cómo que por qué? – dice algo dolido – Alessa, porque te amo. Pensé que ya no dudabas de mi amor-.

Me sentí culpable, no me gustaba hacerlo sentir que yo no confiaba en él, o que tenía dudas de su amor, menos cuando él ha sido un novio excelente, atento, detallista y protector sin que yo lo pidiese.

-Yo también te amo – digo disfrutando el sabor de esas palabras en mi boca – Es solo que no lo entiendo... ¿cómo alguien perfecto como tu puede estar dispuesto a correr tantos riesgos por alguien como yo?-.

Gianluca comienza a reír y me levanta la mandíbula con dos de sus dedos para que lo mire directo a los ojos.

-Preciosa, yo no soy perfecto, ni cerca de ello – me dice dulcemente – De hecho tengo muchos defectos-.

- Me gustan tus defectos – Gianluca sonríe y con su dedo pulgar limpia unas lágrimas de mi cara – Eso te hace más real, me gusta que seas real... me encantas, es por eso que necesito protegerte-.

- ¿Quieres que me aleje de ti?-.

No, realmente no quiero, no sabría qué hacer si no pudiese abrazarlo, probar de sus labios, escuchar su voz hablándome con dulzura. La idea de no tenerlo me estruja el corazón.

-¿No crees que sería lo mejor para ti? – le respondo con una pregunta

-Lo mejor para mi es tenerte, todo lo demás suena horrible-.

El corazón me da un vuelvo y vibra de alegría, concebir la idea de que a Gianluca le atormenta tanto como a mí el hecho de separarnos me llena de orgullo y un  amor intenso hacia él que es casi eléctrico.

-Podrías conocer a chicas mejores que yo... que no te causaran tantos líos-.

- Es probable – dice – Pero yo ya estoy enamorado de esta chica, dime entonces, ¿qué hago con eso?-.

Siento como unas lágrimas se resbalan nuevamente por mi mejilla pero este es un llanto diferente, es una cálida sensación de alegría.

Lo abrazo, lo abrazo porque amo tenerle, porque solo él puede conseguir que mi mente caótica encuentre la calma, pego mi rostro en su pecho, sintiendo la frecuencia de su respiración y su embriagante aroma varonil.

-Amarme – respondo engrandecida por la sensación del momento y permanecemos abrazados así, por un momento, disfrutando uno del otro.

- ¿Por qué no me contaste tus sospechas con Alonzo? – pregunta Gianluca. Mi tema menos favorito del día, pero no puedo evadirlo para siempre, sin embargo quizá al hablarlo con Gianluca pueda sentirme mejor.

-Quería hablar yo primero con él, ver si estaba dispuesto a guardar el secreto-.

Gianluca contiene una risita – y déjame adivinar, no lo hará de buena gente, ¿cierto?-.

-No, de hecho no fue nada lindo hablar con él, me parece otro... me ha insinuado que podrías ir a prisión por estar conmigo, porque soy menor de edad y que solo soy una aventura colegial para ti... - le suelto sintiendo lo ácido de esas probabilidades en mi boca.

-Ese hijo de puta – bufa Gianluca y me quedo boquiabierta escucharlo

-Sr. Ginoble, no debería utilizar esa clase de lenguaje para expresarse de uno de sus alumnos – le digo en una falsa reprimenda.

-Bueno Srta. Russo – dice siguiendo mi juego - Tampoco debería enamorarme de una alumna así que creo que he defraudado al sistema educativo de este país-.

Ambos reímos.

-En fin, logre negociar con él, quedó en avisarme que sería lo que pediría por su silencio y yo quede en proporcionárselo-.

El rostro de Gianluca oscurece

-¿Y que te pedirá?-.

-No lo sé, te he dicho que él ha quedado en decirme-.

-Alessa, prométeme una cosa – dice Gianluca completamente serio – No dejarás extorsionarte por él, cuando te avise que es lo que quiere ,quiero que me lo comuniques al instante, promételo, preciosa, promete que no correrás riesgos por mí-.

Hasta este punto no había considerado probabilidades en las exigencias de Alonzo, pero estaba segura de una cosa, no me importaría que fuera, yo lo me las arreglaría con tal de mantener a salvo a Gianluca.

-Pero si él..-.

-No Alessandra - dice severo – No importa con que te amenace, no debes dejar que te extorsione... Pues si le funciona una vez lo hará cuantas veces le plazca, y si tu corres peligro por mi harás que me odie-.

- Yo solo quiero protegerte-.

- Yo estaré a salvo siempre que tú me ames, a lo demás podemos encontrar una solución, pero no a que dejes de amarme...-.

-No lo haré – digo para mí, para él, es un pensamiento en voz alta.

-Bien, entonces, promételo...- lo olvidaba, estaba tratando con Gianluca Ginoble, el no quedaría tranquilo hasta que no se lo prometiera.

-yo Alessandra Russo prometo en pleno uso de mis facultades mentales o las que permanecen en buen funcionamiento – digo en tono de juramente y a Gianluca le causa gracia y ríe – prometo a usted, Gianluca Ginoble, mi muy apuesto novio – él se engrandece con mi halago – no dejarme manipular por el maldito hijo de... eso, que ahora intenta sacar provecho de lo más hermoso que he tenido en años, que eres tú-.

Gianluca me sonríe ampliamente, satisfecho con mis palabras.

-¿Qué te parece si lo sellamos con uno o dos besitos? – dice con su tono seductor al que no puedo resistirme y él lo sabe.

-No porque no te has afeitado – le digo jugando y conteniendo mis ganas de probar de sus labios que me seducen cada vez que los veo

-¿Por qué? No te encanta sentir las cosquillas que te produce mi vello facial – dice algo retador

-Sabes que no, me dan muchas cosquillas-.

-Bueno, entonces creo que eso lo vuelve más tentador-.

Gianluca se abalanza sobre mí y yo salgo de un brinco de la cama, se lo que hará, frotara su mentón en mi cuello y mis mejillas, esa sensación es algo que me hace llegar al borde de orinarme de la risa. Gianluca lo sabe.

-No te atrevas – lo amenazo pero mi risa me hace sonar menos severa.

-10 segundos para que corras – advierte

-No seas así-.

- 6... 5 - de acuerdo, este sujeto habla en serio, salgo corriendo de la habitación y comienzo a bajar por las escaleras.

-Sé que estás cerca, huelo tu miedo – dice él entre risas y me ve bajar por las escaleras.

En una fracción de segundo ya estoy en la sala y Gianluca está cazándome, justo frente a mí. Me inclino a la derecha, él lo hace, a la izquierda, él también.

Intento correr pero él me sujeta de la cintura y me inmoviliza

-Así que intentado huir de mi vello facial, Srta Russo-.

-Sr. Ginoble, por favor, no – suplico entre risas que me hacen sentir que no estoy en la misma casa en la que entre hace un par de horas, así es como quería que se sintiera, cálida y alegre, he descubierto que el ingrediente secreto es una pizca muy grande de Gianluca.

-Lo siento amor, pero me encanta el sonido de tu risa así que no habrá nada que me detenga-.

Hago puchero y pestañeo dramáticamente.

-Oh, no Alessa, la carita no funcionara esta vez-.

-Siempre funciona – reclamo

-No esta vez – dice y acerca su mentón lentamente al mío.

- Y si ofrezco unos besos-.

- Tentador, pero también los obtendré – dice muy seguro de sí

-No, Sr. Ginoble, compórtese – le regaño entre risas pero este no se detiene y comienza a frotar su barbilla en mi mejilla y mi mentón y mi cuello logrando que me doble de la risa.

-No, no quiero, ya para – le digo riendo

-No lo haré – amenaza juguetón...

-No, no, no, ya no – suplico.

Todo ocurre tan rápido, en un momento Gianluca me hacía cosquillas con su barbilla y en el otro estaba en el suelo, parpadeo rápidamente, Alonzo está de pie, le ha embestido tan inesperadamente que Gianluca aún permanece atónito en el suelo, y yo de pie congelada por el momento.

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