Capítulo 77

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Si alguien viniera y me hablara bonito de las bodas se ganaría con seguridad una patada en el trasero de mi parte, porque para mí ésta se ha convertido en una pesadilla. Creo que jamás había extrañado mi hogar como ahora; mi tranquila, segura, sin "cuñados" antipáticos y suegras intimidantes, hogar.

Gianluca y yo tuvimos una despedida un tanto incomoda, ninguno de los dos dijo mucho después de que Piero nos dejara con la realidad estacada en el pecho. Él cumplió con su papel de caballero protector conmigo, me dijo que no me preocupara, que ambos saldríamos adelante como hasta ahora lo hemos hecho. Sin embargo algo en sus ojos me dijo que esta ocasión no sería igual. Quizá que todo ello proviniera de Piero tuvo un mayor impacto en él.

Son alrededor de las 3:00 am y mi papá duerme como un oso en la cama de al lado desde que puso su cabeza sobre la almohada. Yo finjo hacerlo desde más tiempo, pero la verdad es que me limito a contemplar el techo preguntándome si él estará igual que yo, buscando figuras en las sombras del techo.

Dormir ya ni siquiera figura en algo posible. Decido que un paseo quizá ayude. Me escabullo de la habitación y al salir al pasillo dudo un poco sobre qué tan chocante me vea en comparación con todo aquí, no quisiera insistir en ello, pero yo con mi pantalón rosa y sudadera violeta nos vemos fuera de tiempo con todo lo clásico y romántico.

Al llegar a la última planta descubro la terraza, parece más para eventos de día, ahora se encuentra iluminada por luces doradas en faroles, es tan tranquila, como una pequeña burbuja, el aire fresco de la noche choca contra mi piel provocándome un escalofrío, pero es una sensación que disfruto.

Camino, un pie después del otro, observando a lo lejos las luces de la ciudad como si fueran un puño de miles de luciérnagas al fondo.

-¿No puedes dormir? – me vuelvo sobresaltada y descubro a Katherine tras de mí, sentada en un sillon de mimbre que se encuentra junto a una de las mesas de picnic.

-Katherine, perdón, no sabía que este lugar ya estaba ocupado – me disculpo y ella tira de las mangas de su sudadera.

-Creo que es lo suficientemente grande para ambas, ¿no lo crees? – dice sonriente, aunque esa no es la sonrisa que le vi hace apenas una horas, no es la sonrisa que esperarías obtener de una chica que está apunto de vivir el final de cuento perfecto, esa bazofia del felices para siempre.

-Eso creo – me limito a responder intentando producir cualquier excusa coherente para poder retirarme rápido de allí -Pero no sabía que estaría tan fresco aquí fuera – le digo – será mejor que vuelva a mi habitación-.

-No, espera – me indica deteniendo mi brazo al pasar junto a ella – Quiero hablar contigo-.

Genial, justo lo que necesito, un sermón más.

-Toma asiento un momento, por favor – me ordena y no me queda de otra más que obedecer sin protestar.

Creo que ella tampoco sabe cómo empezar a hablar pues se crea un pequeño silencio incomodo entre ambas hasta que finalmente rompe el silencio.

-Piero y yo discutimos – esa confesión me toma un poco por sorpresa y ella lo nota – creo que jamás nos habíamos gritado tan feo. Bueno, quizá un par de veces, pero hacia tanto que no ocurría y... no sé, eso era algo que no esperaba ahora-.

-Fue culpa nuestra, ¿verdad? – intentando que ella implícitamente entienda ese "nosotros" sin más detalle.

-No – dice ella y parece sincera – bueno, discutimos por ustedes, pero no es su culpa que Piero sea tan terco y testarudo-.

-Lo lamento – digo intentado controlar mi vergüenza. Soy la extraña invitada de último minuto y causante de una gran discusión entre ellos a unas horas de su boda. Creo que deberían betarme de las bodas de por vida.

Il Mio Professore / Gianluca Ginoble (Il Volo)Where stories live. Discover now