Good Girls love Bad Boys

By Ania_16

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Asentí con la cabeza, consiente de que tal vez no vería mi gesto, y como una nena pequeña que asustada corre... More

Cap. 1º: "El Comienzo"
Cap. 2º: "Un giro de 180º"
Cap. 3º : "Un hasta pronto"
Cap. 4º: "Aeropuerto de Londres"
Cap. 5º: "Mi hermanastro"
Cap. 6º: "Mi padre"
Cap. 7º: "La Familia Perfecta."
Cap. 8º : "El mundo de Wayland."
Cap. 9: "Jazmín."
Cap. 10º: "Reencuentros."
Cap. 11º: "Backstage."
Cap. 12º: "Malentendidos."
Cap. 13º: "Aperitivo de media noche."
Cap. 14º:"Mi medicina para la felicidad."
Cap. 15º: "Verde Esmeralda."
Cap. 16º: "El intruso."
Cap. 17º: "La Universidad de Plymouth "
Cap. 18º: "Sorpresa inesperada."
Cap. 19º: "Examen."
Cap. 20º: "Invitaciones."
Cap. 21º: "Introducciones."
Cap. 22º: "Un lugar secreto."
Cap. 23º: "Secretos."
Cap. 24º: "Confesiones."
Cap. 25º: "Mi dilema."
Cap. 26º: "Cambio de planes."
Cap. 28º: "Noche interminable."
Cap. 29º: "A través de la puerta."
Cap. 30º: "Explorando."
Cap. 31º: "Thiago."
Cap. 32º: "William."
Cap. 33º: "El tejado."
Cap. 34º: "Desenmascarando a mi hermanastro."
Cap. 35º: " Peter Pan."
Cap. 36º: "Un secreto a salvo."
Cap. 37º: "El auto."
Cap. 38º: "Un Ángel."
Cap. 39º: "Hora de dormir."
Cap. 40º: "Explicaciones."
Cap. 41º: "Confesiones."
Cap. 42º: "El lado más oscuro"
Cap. 43º: "Sacrificios."
Cap. 44º: "Miedo a la oscuridad."
Cap. 45º: "Pasiones."
Cap. 46º: "Apaga la luz."
Cap. 47º: "Perfecta."
Cap. 48º: "Correspondencia."
Cap. 49º: "La llamada."
Cap. 50º: "Número desconocido."
Cap. 51º: "Roto."
Cap. 52º: "Reencuentros."
Cap. 53º: "Estúpido pero cierto."
Cap. 54º: "Azul turquesa."
Cap. 55º: "Feliz cumpleaños."
Cap. 56º: "Las cosas oscuras."
*Epílogo*
*Agradecimientos*

Cap. 27º: "Café."

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By Ania_16

—¿Kate? —escuché una voz un tanto suave y ronca del otro lado de la línea.

—Am ¿Sí? ¿Quién habla?

Una risa dulce inundó mis oídos.

—¿Tan rápido te olvidaste de mí?

—¿Ethan? —dije de golpe al reconocer su voz, la cual sonaba un tanto distorsionada debido a la mala recepción— No me olvidé de ti —me apresuré a decir— ya voy en camino.

—Perfecto, te espero aquí —podía imaginar en estos momentos una sonrisa pintada en sus labios— Ya te he mandado la dirección por Whats.

—Genial... —dije antes de que me quedara escuchando el "bip" de la llamada concluida.

Mil veces genial ¿Ahora qué iba a hacer? Al parecer la única opción era irme con Alexander y esperar que Ethan no se sintiera raro con la compañía de mi hermanastro, aunque pensándolo bien no era una cita ¿o sí? Y Alexander e Ethan eran amigos, así que no había razón para sentirse rara ¿verdad?

Con toda esa bola de pensamientos atravesando mi cabeza, comencé a descender por las escalerillas rojas de metal y cuando hube tocado la grava del suelo, Alexander me esperaba recargado en su perfecto auto con las llaves del Camaro haciéndolas girar alrededor de sus largos dedos de pianista.

—¿Nos vamos? —dijo comenzando a sonreír.

—Claro —dije acercándome a él y extendiendo mi mano para que depositara las llaves en mi palma.

Alexander hizo ademán de entregármelas, pero antes de que el frío metal rozara mi piel, alejó las llaves y se las metió al bolsillo trasero de sus jeans.

—¿Sabes? Estuve pensando y creo que es mejor idea dejar uno de los autos e irnos los dos juntos —dijo con sencillez.

¿Era broma?

—Pues creo que es evidente que eso de estar pensando no te sienta bien —objeté cruzándome de brazos— porque no le veo sentido a tu propuesta.

—Yo sí, porque he metido todos los instrumentos en el Camaro y apenas si se puede ver algo por el retrovisor —dijo mirándome con atención— No es seguro que manejes así.

—Perfecto —repliqué— entonces préstame este —dije señalando con la barbilla su Cadillac negro.

—Oh, eso jamás, gatita —exclamó negando con la cabeza.

Podía ver un amago de sonrisa en la comisura de sus labios. Maldito.

—Como sea —rodé los ojos y me dirigí a la puerta del copiloto— será como tú quieras, porque no pienso llegar tarde por tu culpa.

La sonrisa de mi hermanastro se acentuó aún más, al punto de parecer el mismísimo gato de Cheshire. Solté un bufido involuntario.

***

En el camino tuve que guiar a Alexander por calles que al parecer él ya conocía a la perfección y que evidentemente yo no, al ser nueva en la ciudad.

—Estas conduciendo demasiado rápido —me quejé, sin poder dejar de mirar el tablero que marcaba los 120 kilómetros.

—Creí que querías llegar a tiempo —me miró con fingida inocencia.

—Sí, a tiempo no muerta.

Alexander soltó una carcajada y sinceramente no pude evitar sonreír por lo menos un poco. Conversar con Alexander era excitante y agotador a la vez, y es que requería de todo mi ingenio, ya que para todo él parecía tener una respuesta.

Después de 20 minutos llegamos a un cafécito bastante acogedor. El lugar era un tanto pequeño, o tal vez esa era la impresión que daba, ya que se encontraba bastante lleno y apena si había lugar para sentarse en los sillones de cuero o en las mesitas de madera, las cuales estaban amontonadas de cualquier forma alrededor de un pequeño escenario en el cual, en esos momentos se encontraba una chica como de mi edad vestida toda de negro y con cabello rosado.

—Creo que ya nos vio —dijo Alexander a mi oído para que lo pudiese escuchar por encima de los chasquidos que servían a modo de aplausos.

Instantáneamente seguí la dirección de su mirada y mis ojos se toparon con los de Ethan, quien estaba sentado en una esquina en una pequeña mesa para dos. Intenté sonreír un poco, pero en ese momento la dirección de sus ojos cambió, probablemente enfocando a mi acompañante.

—Oh, Alex, qué sorpresa —dijo poniéndose de pie para saludarnos.

La verdad es que Ethan sí parecía genuinamente sorprendido. Me sentí mal por él, y más al ver que ya había ordenado por mí. Ethan siguió la dirección de mi mirada.

—Espero que no te moleste, pero tienes que probar este café —me sonrió— dicen que es el mejor de la ciudad.

—Gracias —sonreí.

Sinceramente no sabía qué hacer con mi cuerpo en estos momentos ¿Me sentaba? ¿Me quedaba de pie como ellos? Pero antes de que pudiera decidir nada, Alexander tomó una silla de la mesa de al lado, la cual estaba ocupada por niñas de unos 13 años que se mostraron más que contentas de que Alexander tomara su silla o les dirigiera una simple mirada.

—No se van a quedar ahí parados ¿Verdad? —dijo mientras le daba un sorbo al café que se suponía que era mío.

Ethan me miró fugazmente y se sentó ¿Qué estaría pensando? Quería esconder mi cabeza cuatro metros bajo tierra.

—Oye eso es mío —dije arrebatándole la taza de entre las manos a mi nuevo acompañante.

—De todas formas no está tan bueno —dijo con una mueca.

Y en el momento en que alzó un brazo, una mesera corrió a atenderlo como si su vida dependiera de ello.

—¿Quieres algo de tomar? —preguntó la chica de cabellera platina y mejillas sonrosadas.

—Una cerveza oscura —dijo con una de sus mejores sonrisas.

La chica se sonrojó aún más y desapareció por el atestado pasillo. Sin poder evitarlo rodeé los ojos.

—¿Qué? —preguntó Alexander, estudiándome con atención.

—Nada ¿Es qué no puedes no tomar por lo menos un día? —repliqué.

Ethan rio por lo bajo.

—No le pidas imposibles.

—Además, la cerveza ni siquiera sabe tan bien —proseguí y le di un trago a mi café, el cual, en verdad era toda una maravilla. Podía percibir unas cuantas gotitas de vainilla y cocoa.

—Entonces imagínate el sacrificio que tengo que hacer para tomarme una —sonrió Alexander con una de sus típicas sonrisas de autosuficiencia— No es fácil, uno se tiene que entrenar. Por eso tomo diario.

Mis ojos se abrieron de par en par y casi me atraganto con el café.

—Es broma —dijo Alexander después de soltar una sonora carcajada— ¿Por qué te tomas todo tan en serio?

Lo fulminé con la mirada.

—Contigo es imposible no tomarse en serio ese tipo de comentarios —alegué.

Y antes de que nuestra pequeña discusión se prolongara más de lo debido, Ethan se levantó de su sitio y se remangó la camisa azul cielo que llevaba puesta. Alexander y yo lo miramos sin decir palabra alguna ¿Acaso se había ofendido?

—Ethan, yo... —comencé a decir.

—Es mi turno —dijo dedicándome una media sonrisa.

—¿Vas a recitar poesía? —preguntó Alexander un tanto sorprendido— Creí que no te gustaba compartir eso con nadie...

Ethan se encogió sencillamente de hombros y se dirigió al pequeño escenario donde lo esperaba una chica sentada en un banco de cuero, con un violín en el regazo.

—¿Ethan escribe poemas? —susurré lo suficientemente alto como para que Alexander me escuchase.

—Tiene que hacerlo —dijo dando un trago a su cerveza espumosa, la cual acababan de llevar la mesera.

El suave y dulce sonido del violín comenzó a inundar poco a poco el recinto, haciendo que la multitud fuese guardando silencio, y provocando que todas las miradas se dirigieran al chico de cabello castaño como el caramelo, quien en estos momentos sostenía con manos firmes el micrófono cerca de sus labios.

—Después de todo, Ethan estudia lo mismo que tú —continuó Alexander.

Mi taza de café la cual segundos antes se encontraba sujeta a mis dedos, se rompió en cientos de fragmentos al chocar estruendosamente con el suelo de madera.

***

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