- Sí, claro. Está bien. - empecé a sentirme nerviosa.
- ¿Puedes anotarme tu dirección aqui? - me tendió su telefono con una entrada de texto para una nota.
- Claro - tomé el telefono y escribí nerviosa mi dirección. Guardé la nota y se lo regresé.
- Muy bien, - vio el teléfono. - te llevo mañana mis papeles para todo esto. - terminó su frapuchino.
- Bien. - me levanté de mi asiento con mi vaso en mano y fui hacia el bote - ¿Quieres que tire tu vaso? - le pregunté señalando el objeto.
- Si quieres, yo voy a tirar ambos - se levantó y tomó mi vaso y el suyo.
- Oh, gracias. - le dije y fue al bote.
Lo vi regresar y me senté al mismo tiempo que él lo hacía.
- ¿A qué horas puedo encontrarte en tu casa mañana?
- A eso de las diez de la mañana, ya estoy despierta.
- Muy bien, me verás en tu casa a las diez y media. - se levantó - ¿te parece si damos una vuelta? - asentí y me levanté.
- Sólo déjame pagar y te alcanzo en la puerta ¿vale?
- No - se puso delante de mi - yo pagaré, te alcanzo en la puerta - llegó a la caja antes de que yo lo hiciera.
Me parece un acto muy caballeroso que se haya ofrecido a pagar, pero planeaba hacerlo yo. Al fin y al cabo, yo lo invité.
Me dirigí a la puerta y me puse a un lado de ésta.
Martijn se me acercó con una mueca rara con aire juguetón y una pequeña bolsa del lugar.
- No me dejaron pagar, al contrario, me dieron un panquecito de chocolate - con que eso contenía la bolsa - y me dijeron que todo era por cuenta de la casa. - se rió suavemente - no creo que sea buena estrategia de ventas.
- Ni yo. - sonreí.
- ¿Nos vamos? - me abrió la puerta. Podía sentir la mirada y los murmuros de algunas personas en nosotros. Tal vez, la caballerosidad en un hombre es tan escaza, que les resulta extraño ver a un chico siéndolo.
- Claro - salí con Martijn detrás.
Creo que esta salida está saliendo muy bien.
Ya afuera, nos dimos cuenta de que ya era de noche. Cuando entramos a la cafetería, aún era tarde. Habían varias personas caminando a nuestro alrededor contemplando el bello centro de la ciudad y su nuevo alumbrado. Varios edificios tenían luces en sus bases y balcones, haciéndolos ver muy lindos.
Martijn y yo veíamos todos estos edficios mientras nos comíamos el panquecito de chocolate.
Comenzamos a caminar al parecer, "sin rumbo" pero yo iba en dirección a mi Cobra.
- ¿Tienes algún coche? - me preguntó Martijn.
- Sip, tengo un guapo Mustang Cobra blanco. - dije orgullosa de mi blanquito. - Y ¿tú?
- Tengo un guapo Seat Ibiza negro. Es todo una guapura. - dijo también orgulloso de su Ibiza. - ¿tienes el tuyo por aquí? - me dijo mientras volteaba a verme.
- No, pero vamos en dirección a él. - dije medio burlona.
- Ja, ¿en serio?
- Si - vi a lo lejos mi Cobrita, como diez autos más adelante - es más, desde aquí puedo verle.
- ¿Dónde? ¡quiero verlo! - dijo entusiasmado.
- Mira - dejé de caminar - ven aquí, párate donde estoy yo.
Se acercó y me hice a un lado para que pudiera ver mi Cobra. Le dí indicaciones. Diez autos delante de él, un auto blanco con spoiler* del mismo color.
- ¿Dónde? ¡no lo veo! - dijo moviéndose.
- Ash, ven aquí - me paré de puntas y lo tomé del cuello acercándolo un poco a mi, donde yo veía mi auto. Las piernas empezaban a temblarme por lo cerca que estaba de mi. - Cuenta diez autos desde este - señalé uno rojo que estaba a un lado nuestro - y el blanco con spoiler que ves allá - señalé mi Cobra.
- ¡Oh! Creo que ya lo vi ¿Qué tal si vamos por él? quiero verlo mejor de cerca. - me rodeó con su brazo por encima de mis hombros. Seguí temblando.
- ¡Claro! Será el mejor Mustang Cobra que verás en años - presumí.
Seguimos caminando y él aún tenía su brazo sobre mis hombros llevándome a su lado.
- ¿Desde cuándo tienes tu auto? - me preguntó.
- Me lo regalaron cuando me gradué de la prepa, hace unos cinco o seis años, desde entonces, lo tengo a mi lado. - pausé un momento - Y tú, ¿desde cuándo tienes el tuyo?
- A mi tambien me lo regalaron cuando salí de la prepa, hace como cuatro o cinco años.
Seguimos caminando hasta llegar a mi Mustang Cobra. Estando a su lado, Martijn quitó su brazo de mis hombros.
- Bien, aqui está mi Cobra. - le dije sacando mis llaves y abriendo la puerta del conductor mientras él veía el auto dando vueltas a su alrededor.
- Su carrocería es bonita - pasó la mano por el cofre - ¿Puedo encenderlo? - dijo acercándose al puesto del conductor.
- Claro - le tendí las llaves. Las tomó y se subió justo como lo haría un niño al saber que lo llevarán al zoológico.
Dejó la puerta abierta y yo fui a sentarme al escalón de un local que estaba enfrente.
Me sentía emocionada de ver a Martijn en mi auto, ¡¡EN MI AUTO!!
- ¿Puedo manejarlo? - volteó a verme con el auto aún apagado.
- ¡Claro! Pero, ¿a dónde piensas llevarlo? - dije levantándome mientras rodeaba el auto para subirme en el asiento del copiloto.
- ¿Qué tal si nos vamos a donde mi Ibiza? - cerró la puerta de su lado y volteó a verme. - Asi vemos que tal anda esta guapurita - pasó la mano por el tablero y la dejó en la palanca de velocidades.
- No es mala idea. - respondí. - ¡Vamos!
Me miró a los ojos y sonrió. Podía ver el brillo que se hacía presente en sus ya brillantes y lindos ojos.
Quitó la mano de la palanca y la llevó a las llaves, encendiendo el Cobra. Al escuchar primer rugido del motor, Martijn sonrió plácidamente.
- ¡Madre mía! ¡Qué guapo suena! - me miró - No es de mis autos favoritos, pero debo reconocer que de verdad es muy guapo. - dijo acariciando el volante.
- Lo sé, es mi adoración - dije un tanto sonrojada y con la emoción escondida en mi tono de voz tímido. - pero prefiero aún asi los Mustang Shelby.
- Entiendo pprque es tu adoración- volvió a mirarme mientras sonreía. - bueno, movámonos.
Salió del lugar donde estábamos aparcados y aceleró por la repentina calle vacía hasta llegar a 80 km/h.
Podía sentir la adrenalina en el ambiente. La velocidad a la que íbamos era muy emocionante, pero caí en la cuenta de que esta velocidad no era permitida en las calles del centro, por lo que le pedí a Martijn que bajara la velocidad, y asi lo hizo hasta los 45 km/h.
Subimos algunas calles, nos detuvimos en algunos semáforos cuando finalmente, llegamos a donde estaba aparcado el bonito Seat Ibiza negro de Martijn. Como dije antes, las calles se vaciaron repentinamente siendo apenas las diez de la noche, por lo que había muchos lugares de aparcamiento. Martijn aparcó detras de su Ibiza. Apagó el Cobra y ambos nos bajamos de él.
- Bien, aqui tenemos mi Ibizita(*) - dijo Martijn sacando las llaves de su auto y devolviéndome las mías.
Yo me sentía muy emocionada porque tenía la posibilidad de manejar un Ibiza, uno de los autos que adoraba cuando estaba en la secundaria.
Me acerqué y pasé la mano por el cofre como había hecho él con mi Cobra.
- Su carrocería es guapísima. ¿puedo escuchar el motor? - me acerqué a Martijn.
- Claro, nena. - me dió las llaves - Espera, ¿puedo decirte nena?
- Claro. - por dentro fangirleaba como gorda fan que soy. ¡AHORA ME DICE NENAAAA!
Me acerqué al puesto del conductor del Ibiza y Martijn me abrió la puerta. Adoro a este Martijn caballeroso.
Él se subió en el puesto del copiloto.
Acaricié el volante mientras seguía fangirleando por una cosa que me pasó por la mente repentinamente: estoy sentada en el auto de Martijn. Eso significa que él lo ha usado muchas veces. 😏👌
Puse las llaves en el contacto, me giré a ver a un Martijn sonriente que con la mirada me pedía encender el auto, lo encendí.
El auto no rugió como lo hizo el Cobra, pero se escuchaba muy bien y eso provocó una sonrisa amplia en mis labios.
- ¡Hey! ¿qué te parece si cambiamos de autos sólo por esta noche? - me dijo Martijn tomando mi mano derecha que se encontraba en el volante. Sentí más que mariposas, era algo increíble.
Vi nuestras manos juntas y luego lo vi a él.
- No es mala idea - le dije sonriendo. - irás mañana a mi casa ¿no?
- Si - quitó nuestras manos del volante y las puso en la palanca - te entregaré tu guapo Cobra y tú me entregarás mi Ibizita, mañana.
- Muy bien - vi mi reloj de mano que se encontraba en la mano izquierda. Eran las once de la noche. - ¿te gustaría, bajarte de mi Ibiza temporal? - le dije quitando la mano y poniéndola de nuevo sobre la de él.
- Claro que si, sólo te pido las llaves del guapo Cobrita que está atrás - quitó la mano y señaló el Cobra.
Metí mi mano en el bolsillo de mi gabardina, saqué las llaves y las sacudí delante de su cara.
Las tomó pero antes de soltarlas, las acerqué a mi persona.
- Quiero advertirte, que si le haces algo a mi adorado Cobra, no irás a Dubái, compañerito. - él asintió y solté las llaves. - muy bien - sacudí juguetonamente su cabello.
- Está bien, confio en que no le harás nada a mi Ibiza, nena. - me miró a los ojos y nos quedamos así por unos segundos - bueno nena, nos vemos mañana - se despidió de mi, besando mi mejilla. - hasta mañana. - salió del auto.
Apagué el auto y por el retrovisor, vi que Martijn encendió el Cobra, retrocedió y avanzó pasando por un lado del Ibiza. Cuando pasó por la ventana del conductor, me saludó mientras él seguía avanzando. Lo vi hasta que se perdió en la oscuridad de las calles del centro.
Me recargué en el asiento y suspiré varias veces tal y como lo había hecho en la cafetería.
Me tomé la mejilla donde Martijn me había besado y cerré los ojos. Estuve un rato asi, hasta que me dí cuenta de que ya era demasiado tarde. Encendí el auto y emprendí el camino hasta mi casa.
Este es uno de los mejores dias de toda mi lifeeee <3
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En la multimedia del capítulo pasado, está el Mustang Cobra de Tessa y en este está el Seat Ibiza de Martijn. ¿a poco no son unas chuladas estos carritos? <3
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