No lo sabía en ese momento, tú no me lo quisiste contar apenas sucedió. "No quería darte falsas esperanzas", fue la excusa que utilizaste cuando me enteré.
Estabas recuperando parte de tu memoria. Pues sí, era de esperar que todo sea temporal. Habías recordado mi nombre, el de tus padres, y algún que otro recuerdo con tus amigas en aproximádamente un mes y medio. Ibas a ver al médico en secreto, o al menos eso creías, pues yo mantenía constante contacto con él sólo por ti. Me indignó saber que no me contó lo de los recuerdos, pero entendí el por qué cuando se excusó diciendo que tú lo habías convencido de que no me dijera, que era importantísimo para ti.
Y es que, ¿quién podría resistirse a tu sonrisa cómplice, Amanda?
Bien, pero no estoy escribiendo esto en papel para hablar de cursilerías. Estoy aquí ya que no sé si podré recordar cada detalle y cada suceso que pueda influír en ti a la perfección. Al menos en el lapso de tiempo que te tome recuperarte. Digo, pues sí, espero que algún día leas esto y digas:
"—¡Oye, que Dave era un buen tipo! ¡Sí, ahora entiendo por qué me casé con él!".
O algo por el estilo. Sinceramente, sólo quiero que cuando yo me tome el tiempo de terminar esto (que parece más una novela que la realidad), tú ya hayas terminado todo el proceso de amarme y odiarme hasta llegar a la conclusión de que me adoras. Aunque no sea así.
De todos modos, empiezo a creer que sospechas algo de todas estas cartas "misteriosas". Me preguntaste qué es lo que escribía en esa libreta café y jamás se me ocurrió decirte la verdad, así que te mentí diciéndote que los gastos mensuales. No me creíste.
Creo que le daré todo esto al médico y que él se encargue de todo. Sí, eso haré.