The Secret; Hereje [2] | Damo...

Od KarlaLightwood

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Ahora que Abby ha despertado, se intensificarán sus emociones, pensamientos y más. Todo ha cambiado pa... Viac

The Secret; Hereje [2].
Book Trailer.
Epílogo
01.
Capítulo 02. - Temporada II.
Capítulo 03. - Temporada II.
Capítulo 04. - Temporada II.
Capítulo 05. - Temporada II.
Capítulo 06. - Temporada II.
Capítulo 07. - Temporada II.
Capítulo 08. - Temporada II.
Capítulo 09. - Temporada II.
Capítulo 10. - Temporada II.
Capítulo 11. - Temporada II.
Capítulo 12. - Temporada II.
Capítulo 13. - Temporada II.
Capítulo 14. - Temporada II.
Capítulo 15. - Temporada II.
Capítulo 16. - Temporada II.
¡Extra!
Capítulo 17. - Temporada II.
Capítulo 18. - Temporada II.
Capítulo 19. - Temporada II.
Capítulo 20. - Temporada II.
Capítulo 22. - Temporada II.
Capítulo 23. - Temporada II.
Capítulo 24. - Temporada II.
Capítulo 25. - Temporada II.
Prólogo.
Agradecimientos. ♥

Capítulo 21. - Temporada II.

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Od KarlaLightwood


"7 Brujos".


***Narra Abby***

Miré detrás de mí, la puerta estaba cerrada, pero los vampiros dentro de la casa iban a escuchar si me llegase a ir, sobre todo Damon. Y me iban a detener, pero si eso sucedía... papá iba a morir.

- Hechizamos la casa para que no salga, ven al cementerio. Ahora. Estamos perdiendo la paciencia. –

Tomé un suspiro, y vi el auto de Damon allí. Sé que no puedo conducir en este estado, pero es de vida o muerte.

Me acerqué y utilicé la poca magia que mi cuerpo tenía para hacer que el auto encendiera.

Sonreí cuando el motor arrancó, y subí al auto.

- ¡Está huyendo! – Escuché los gritos de Damon, literalmente. Y vi como abrió la puerta. –

Mierda.

- Con mi auto. – Agregó y entré en desesperación. –

Pero quedé en shock, sin saber qué hacer, y observé que intentó dar un paso fuera de la casa, pero por el hechizo no logró salir.

- ¿Qué sucede? – Preguntó Caroline al tratar de salir, también. –

- Estamos encerrados. – Dijo Davina. Pero cerró los ojos e intentó concentrarse para destruir el hechizo, pero le fue imposible. - ¡Maldición! Esto no lo hizo Abby. –

- Fueron los ancestros. – Acotó mi padre. –

¿Qué esperas, Abbigaíl?

¡Conduce!

Decía mi mente.

Volví mi vista al frente, me subí lo más rápido que pude y aceleré el auto a todo lo que daba.

- ¡Abbigaíl! – Escuché que me llamó mi madre, pero no me importó. Era mi padre el que estaba en peligro, y no iba a discutir eso con ellos. –

...

Bajé del auto una vez que llegué al cementerio. Sí, todo esto parecía algo realmente anormal y sin sentido.

¿Pero qué tiene sentido en Mystic Falls?

Absolutamente nada.

El lugar estaba vacío, para mi mala suerte. Así los ancestros podrían matarme con tranquilidad, mientras que nadie escucharía mis gritos.

Cayó la noche, y estaba oscuro, pero claro que reconocí a los brujos en medio del bosque. Eran los mismos 7 que vi en mi mente como flashes, hoy.

Tenían una fogata, y de tan solo verlos me dio miedo existir.

- Bienvenida una vez más, Abbigaíl. – Dijo un tipo de en medio, pero al sacar la capucha de su cabeza, logré divisar a... Kai. –

- Adelante, toma asiento. – Dijo otro. –

Di unos pasos temblorosos por lo débil y nerviosa que me encontraba, hasta una lápida donde me indicó que me sentara.

- ¿No le harán nada a mi padre, verdad? – Pregunté para estar segura. –

- Toma asiento, por favor. – Ordenó una anciana. –

Negué rotundamente con la cabeza, no sin antes saber lo que les pregunté.

- Abbigaíl, no lo repetiré nuevamente. Siéntate. – Insistió, tenía una voz grave y profunda. –

- Deberías hacerle caso a mi hermanita. – Dijo en tono burlesco, Kai. –

¿Olivia?

Dios.

¿Qué más falta?

Que aparezca Sophie entre los ancestros o la madre de Klaus.

- No estás tan equivocada en lo que piensas, cariño. – Habló una mujer dulce. Quitó la capucha de su cabeza para dejar en evidencia su cabellera dorada. Levantó la cabeza y me dedicó una sonrisa dulce, pero tenía la misma mirada de... Klaus. –

- Por favor, siéntate. – Pidió amablemente. -

Mi corazón se podía oír a kilómetros por lo rápido que palpitaba.

¿Podría ser esto peor?

Solo, cerré los ojos y me senté sobre la lápida que me indicaron.

- Dime por el amor de Dios que no eres la madre de los Mikaelson. – Murmuré sin dejar de mirar a la mujer rubia. –

Ella sonrió levemente.

Parecía demasiado joven, como si me llevaba por un par de años, y parecía estar demasiada tranquila de que sus hijos estuvieran a punto de morir en manos de ellos mismos, sin mencionar que quieren asesinar a su futuro nieto.

- Morí por culpa de uno de mis hijos, ¿sabías? Me mató como si no valiera nada para él, y yo solo quería protegerlos de lo que se aproximaba. Pero jamás entendieron eso. – Se detuvo un momento, pero luego continuó. – Soy Esther, por cierto, tu madre era igual de hermosa que tú. Eres su mismo reflejo. – Agregó. Ante mi silencio. – Te citamos aquí para hablar, tranquila. –

- Espera... lo que no entiendo es... ¿qué haces acá? ¿no deberías estar enterrada en New Orleans? – Fruncí el ceño. –

- Eso es lo que todos creen, pero es una larga historia para contar, cariño. Estamos aquí para darte una nueva oportunidad, a ti y a tus hijos, pero lejos de esos vampiros. –

Me negué una vez mas.

- No, no haré tratos con ustedes. No quiero que tomen a mis bebés y los críen, muchos menos con... estos. – Miré con asco a los gemelos. – Que han intentado matarme, no solo uno, sino, dos veces. –

Kai me fulminó con la mirada, y vi como la fogata frente a nosotros, creció levemente, y me hice hacia atrás.

- Tranquilo, Kai. – Pidió con voz dulce, aquella mujer. – Cariño, solo queremos un trato que nos convenga a todos. Solo escucha. –

- Bien. – Acepté irritada. Solo quiero irme de este espantoso lugar. –

- Te daremos libertad de criar a tus hijos a tu manera, solo hasta que tengan la madurez necesaria para que luchen por su liderazgo. Lo siento cariño, son reglas del Aquelarre. Y por otro lado, queremos tu magia. ¿Tienes idea del tesoro con el que naciste? Puedes tener el mundo entero si lo deseas, Abbigaíl. –

- ¿Cuál es el precio de todo esto? – Pregunté fría. –

- Solo deberás matar con tu magia a mis hijos... empezando por Klaus. –

¿Y lo dice así como si fuera algo tan "normal" y pasajero?

¿Qué les pasa a estas personas?

No tienen sentimientos ni corazón, con razón, entiendo el por qué Klaus la sacrificó y no tiene remordimiento alguno.

- No. – Me volví a negar. – Ellos me salvaron, no lo haré. –

- Sí, pero también fue Klaus quién ocasionó todo esto, ¿recuerdas? Fue él quién te convirtió en vampiro, fue él quién te quitó tu preciada mortalidad, y tendrás que vivir con eso para siempre. Si nada de eso hubiese pasado, tendrías una vida relativamente en paz, y podrías haber criado a tus hijos junto al amor de tu vida. –

- ¡Eso es mentira! – Me puse de pie. – Me hubiesen buscado igual cuando mis bebés cumplieran los 18 años, solo para cumplir sus estúpidas leyes de brujos sin sentido. – Me exalté. –

Sentí como las náuseas me invadían por décima vez en el día, y tosí sangre. Por lo que me llevé mis manos a mi garganta, como si eso hiciera parar la sangre.

- Te dimos opciones fáciles, pero por lo visto contigo no se puede. – Habló Kai. –

- Quizás debamos hacer una visita exprés a los hermanos Salvatore, a lo mejor ellos puedan convencerte a que la mejor opción es la muerte de mis hijos. – Me desafió Esther. Pero su voz hizo que la sangre saliera otra vez por mi boca. –

Sentía que en cualquier momento me ahogaría y moriría desangrada.

¡Eres una bruja!, Abbigaíl!, la más fuerte del linaje.

La líder, ¡Defiéndete!

Traté de calmarme, y establecer conexión con mi magia, pero mi temperatura iba en aumento, y mi nariz comenzó a sangrar.

¡Vamos, tú puedes!

De repente sentí como mi magia se acoplaba a mis órdenes, como lo hacía antes de quedar embarazada, y las náuseas dejaron de invadirme, haciendo que fuera a ellos que les provocara un gran dolor en sus oídos, haciendo que todos pusieran sus manos sobre sus cabezas.

Cerré los ojos para no perder concentración, pero de la nada desaparecieron, y el fuego se apagó. Dejándome sola y asustada en medio del cementerio.

- ¡Abby! – Escuché una voz detrás de mí. –

- ¡Bonnie! – Murmuré al girarme y verla frente a mí, cuando las lágrimas se amontonaron en mis ojos. – Bonnie. – Repetí, como si no fuera real que ella estuviera ahí. –

- ¿Estás bien? – Preguntó y negué con la cabeza. – Ven aquí. – Me ofreció sus brazos. –

La abracé fuertemente, como si hubiese ido en mi ayuda, y traté de contener mis lágrimas una vez en su hombro, pero fue inútil, lloré como una niña asustada.

- Está todo bien, estoy aquí. Todo va a estar bien, te lo prometo. –

...

Bonnie me había llevado a su casa, porque no quería estar sola, ni mucho menos quería volver en estos momentos a la mansión. Sabiendo que me llevaría un gran sermón por todos.

Además, los ancestros podrían aparecer y torturarme en cualquier momento.

De todos modos, ya estaba más tranquila, mientras que Bonnie trataba de ayudarme.

- ¿Quieres comer algo, al menos? – Preguntó ante mi negación a todo. –

- No, gracias. – Murmuré acariciando mi vientre. –

No quería comer, porque si comía podrían volver las náuseas. Y tampoco quería hablar con Bonnie, porque ella sabía lo que estaba pasando, y de ser así, llamaría a Damon o a mis padres, preocupándolos más y tal vez me encerrarían con algún tipo de hechizo para que no vuelva a escapar.

- Allí está. – Escuché una voz familiar detrás de la puerta. Me asomé y miré por la ventana para ver quién era. – Caroline... -

Sentí un nudo en la garganta cuando golpearon la puerta, pero le dediqué una mirada cómplice a Bonnie, y supe que era el momento de afrontar la realidad.

En cuanto se acercó para tomar la manilla y abrir la puerta, respiró profundo.

- Abby, ¿Estás bien? – Caminó directamente hacia mí y me abrazó. –

- Estoy bien. – Dije, y no sé de donde saqué una sonrisa. –

Bonnie se quedó mirando la escena desde el marco de la puerta, que dejó abierta, pero fuera de la casa se escuchaban más voces familiares.

- No encuentro mi auto en ningún lado. – La voz de Damon al frente mío, hizo que casi me retorciera en mi lugar, por haber desaparecido así como así, en un momento de desesperación. –

- Damon. – Escuché que lo regañó Stefan. – No es momento para tu auto. –

Vi a mamá entrar a la casa... ¿de dónde diablos aparecen todos?

- Abby, hija. ¿Qué pasó? – La voz de mi madre terminó con desmoronarme. –

Corrió a abrazarme como lo hizo primeramente mi mejor amiga. Pero mis ojos se detuvieron al ver a Damon bajo el marco de la puerta, quién me miraba fijamente, esperando a que diera una respuesta, con evidente molestia.

- Bon bon, una amiga no oculta a tu novia sin que nadie sepa. –

Bonnie solo se limitó a sonreír levemente.

- ¿Podrías decirnos dónde la encontraste? – Preguntó mi madre a la morena. –

Asintió.

- Estaba en el cementerio, sola, llorando, así que la traje para que se calmara y no se preocuparan más por ella. – Respondió mi amiga. –

Damon asintió levemente, y se acercó poco a poco, con su sonrisa torcida y alborotando su cabello.

Respiró profundo y besó de mi frente, y como respuesta no hice más que sonreír embobada por el hombre que tengo a mi lado. Pero mamá, corta el romanticismo.

- Abbigaíl, ¿qué fue lo que pasó? Tu padre debe estar preocupado. – Insistió mi madre. –

- Bien, les diré... pero, quiero que todos estén reunidos para cuando lo haga, porque no pienso recordar este día nunca más. –

De inmediato partimos todos, rumbo a la mansión, para reencontrarnos con mi padre y los demás.

Al bajar del auto, Damon corrió a ayudarme para no tropezar, con lo distraída que ando, todo puede pasar.

Abrí la puerta principal, y me encontré de frente con mi padre, que tenía una mano en su boca, en señal de preocupación. Creo que jamás lo había visto en ese estado, tan asustado y preocupado.

- ¡Abby! Gracias al cielo ya estás aquí. – Corrió para abrazarme y a acurrucarme en su pecho. Pero se alejó y cambió el tono de voz. – Debes explicarme qué fue eso, jovencita. –

Asentí.

- ... Y después del encuentro, tomé fuerzas de donde no habían y les devolví el hechizo, haciendo que desaparecieran sin explicación. – Les conté lo que había pasado, menos la parte del "plan" que tienen de que mate a los Mikaelson, cuando ni siquiera los hemos rescatado. –

- Deberías tener más precaución y contar con nosotros. – Añadió Davina. – No puede ser que ellos causen todo esto, es un asco. – Frunció el ceño enojada. –

Kol bajó la escalera, con un vaso de bourbon en su mano derecha, y se plantó al lado de Damon para hablar.

- Tengo un plan. Sé cómo salvar a Klaus, Elijah, Rebekah y al aparecido recientemente Finn. – Anunció con voz firme y potente. –

- Somos todos oídos. – Dijo en tono burlón, Damon. –

...

Luego de que nos explicara qué podíamos hacer para rescatar a sus hermanos, decidí que era momento de descansar.

Necesito un instante para mí.

Estaba cansada mentalmente, y tan asustada, que solo cerré todas las puertas de la mansión, me di un relajante baño y me puse la pijama para luego tirarme en la cama de Damon y llorar hasta quedarme dormida.

Damon sabía perfectamente que para eso había pedido subir antes, mientras él haría guardia con Stefan.

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