-¿Y ahora qué?- Dijo una joven.
-Salgamos de aquí.- Dijo el mismo rubio de antes, tomando carrera hacia uno de los ventanales con intención de romper el vidrio. Pero no pudo. En lugar de romper el cristal, recibió una fuerte descarga eléctrica acabando en el piso.
-Tal vez la puerta tenga la respuesta.- Dijo el pequeño acercándose a ésta y arrancando un sobre color negro que se encontraba adherido a ella.
- El tiempo es un sujeto muy importante, y algunas oportunidades jamás vuelven a presentarse. Una persona está al principio de un largo pasillo que tiene tres interruptores, al final hay una habitación con la puerta cerrada. Uno de estos tres interruptores enciende la luz de esa habitación, que esta inicialmente apagada. ¿Cómo lo hizo para conocer que interruptor enciende la luz recorriendo una sola vez el trayecto del pasillo? – Leyó.
-¿Cómo se supone que lograremos saber cuál es el interruptor correcto si sólo tenemos una oportunidad de llegar al otro lado del pasillo?- Dijo el hombre.
-Y bueno, uno va hacia allí abre la puerta y después los demás presionan los interruptores. La puerta ya va a estar abierta para entonces. Asique podremos ver cuando la luz se encienda.- Dijo la mujer.
-Perfecto, yo voy.- Dijo uno de los jóvenes más musculosos mientras comenzaba a caminar en dirección al pasillo.
-¡Espera!- Le gritó uno que llevaba lentes, pero era ya tarde. El musculoso había recibido una quemadura en uno de sus brazos, a causa de un láser que protegía el pasillo.
- ¡Demonios!- Dijo éste saliendo del pasillo, sosteniendo su brazo intentando soportar el dolor.
-Supongo que no hay opción. Uno de los tres interruptores debe estar activado antes de atravesar el pasillo... - Volvió a decir el de lentes.- Debemos pensar en algo.
- ¡Lo tengo!- Dije luego de unos minutos de silencio.- Haremos lo siguiente. Primero presionaremos el interruptor superior y esperaremos unos minutos. Luego lo apagaremos y presionaremos el del medio, entonces sí, atravesaré el pasillo. Si al llegar la luz está encendida, sabremos que ese era el indicado. En cambio si la luz está apagada, pero el bombillo está caliente, sabremos que era el primero. Si el bombillo se encuentra frío, la respuesta será del interruptor de abajo.
-Suena lógico.- Respondió él.- Adelante, hagámoslo.
Y así fue, una vez que encendimos el interruptor del medio, con cuidado me desplacé hacia el final del pasillo y abrí la puerta. La luz estaba apagada, por lo que me adentré en el lugar y toqué el bombillo. Estaba frio. Lo que llevaba a que la respuesta era el de abajo. Desde la distancia le comenté a los demás del grupo cual era el interruptor correcto para que lo presionaran. Cuando lo hicieron y la luz se encendió, todos se acercaron rápidamente hacia donde yo estaba.
El cuarto era mucho más reducido y lo único que había en él, eran un par de máquinas. Tres de los del grupo se acercaron a estas y comenzaron a investigar de qué se trataba y para qué servían. Los demás se aseguraron de mantener una cierta distancia.
-Esto debe funcionar,- Murmuró uno de ellos moviendo una de las palancas. Un sonido se escuchó en la habitación donde solíamos estar. Todos voltearon hacia allá. – El campo electromagnético se debe haber desactivado...- Dijo y comenzó a caminar hacia el otro lado.
-Ahora sí podremos romper los vidrios.- Comentó el rubio, mientras caminaba a paso acelerado.
-O, podemos correr los paneles.- Dijo el de lentes mientras caminaba delante del rubio, llegando hacia los paneles y buscando el modo de correrlos.
-¡Esperen!- Les dijo una de las chicas.- Preparen sus armas. Sólo en caso de necesitarlas.- Agregó elevando sus hombros.
Y así lo hicimos, cada cual tomo su arma y se preparó para salir de aquel lugar. En dirección al oscuro bosque que se encontraba frente a nosotros. Con aquellas lejanas luces que se habían convertido ahora en nuestro principal objetivo.
***
La noche yacía sobre nosotros, mientras el frio se colaba por nuestros cuerpos. Si todavía no estaba nevando, pronto comenzaría a hacerlo. Con rapidez nos movíamos en dirección al norte. Nuestro objetivo era claro, aunque nuestra visión no lo fuese. La oscuridad del bosque y la niebla que se desplazaba dentro de él, para nada nos ayudaban. Una que otra vez, alguno se encontró con alguna raíz, o algún desnivel en la tierra, perdiendo el así el equilibrio y acabando en el suelo.
Un zumbido lejano se oyó en el cielo y todo el mundo volteó con intención de ver que era aquello que producía ese ruido. El volumen de aquel zumbido aumentaba con cada segundo que pasaba indicando que, sin importar que fuese aquello, se nos estaba acercando. Unas luces aparecieron a la distancia, entre la neblina. Eran pequeñas. Pero a medida que el sonido aumentaba, también lo hacían las luces. De un lado a otro se movían sin cesar, como si buscasen algo. Como intentaran encontrar algo entre aquella tosca neblina. Y pareció haber encontrado lo que se proponía, cuando las luces se detuvieron sobre nosotros.
-¡Vienen por nosotros!- Grito con regocijo una joven.- De seguro ya acabamos con las pruebas.- Agregó.- ¡Hey!- Comenzó a gritar mientras movía ambos brazos en el aire.
-No creo que lo que intenten hacer sea llevarnos a casa.- Dijo en joven de lentes, mientras observaba como algo, en aquella nave, comenzaba a moverse. Como si de sus alas saliera algo. Nuevas luces se encendieron, pero esta vez rojo era su color. - ¡Oh, no! –Dijo él.- Esto sí que no es nada bueno... - Agregó, como si aquello que estaba presenciando lo hubiese dejado helado.- ¡¡CORRAN!! – Gritó tan fuerte como pudo, para luego comenzar a correr. Todos lo observaron alejarse confundidos. Pero también comenzaron a correr cuando escucharon como si un arma estuviese siendo cargada.
Despavoridos, comenzaron a correr y a perderse entre la neblina. También los seguí. Detrás de nosotros lo que parecían ser impactos de aquel arma, chocaban contra el suelo haciendo que este temblara y que miles de partículas de tierra y plantas saliera volando por los aires. En ese momento me di cuenta, que definitivamente no me gustaría ser interceptado por alguno de aquellos disparos.
Alrededor de unos cinco minutos habían pasado, pero las naves parecían no tener deseo de cesar sus ataques. - ¡POR AQUÍ!- se escuchó un grito a lo lejos y traté de seguir aquella voz. Habían encontrado una especie de hueco en el suelo. Parecía un agujero de Hobbit, de esos que mi abuelo siempre hablaba. De esa historia que él siempre me contaba cuando era pequeño. Todos nos introducimos rápidamente en él. Esperando que de este modo las naves se detuvieran.
Creíamos que todos estábamos a salvo. Que todos habíamos llegado bien a la pequeña cueva. Pero nuestros pensamientos fueron cambiados de manera repentina cuando vimos como uno de los del grupo corría por afuera. Al parecer había visto la cueva desde lejos y había pensado igual que nosotros. Desde la abertura de la cueva, algunos de nosotros gritaban al pobre muchacho para que acelerara su paso. Mientras este, hacia lo posible por llegar. Los zumbidos de las naves jamás cesaban y en este momento, parecían haberse intensificado. Mientras desde un punto cercano a la abertura observaba al joven correr, el tiempo parecía moverse en cámara lenta. Los gritos de desesperación de quienes esperaban de este lado se tornaban ensordecedores, mientras que el rostro de cansancio del que corría se hacía más y más notorio. Descifré en su rostro a su vez un haz de dolor. Entonces traté de examinar su cuerpo con la mirada. Su pie parecía estar herido, y eso hacía que no pudiese moverse tan rápido como deseaba.
-¡Esta herido!- Les grité.- ¡Debemos ayudarlo!- Agregué mientras intentaba salir de la cueva en rescate de aquel joven.
Algunos brazos me detuvieron. Impidiéndome el paso. No dejándome salir. Forcejeé un poco, pero no tuvo sentido.
-¿Estás loco?- Dijo uno de los que estaba sosteniéndome.- Salir de aquí, seria salir a tu muerte.- Continuó.
-Pero él necesita ayuda. Debemos ir por él. Su pie está herido y mientras él esté allí por su cuenta también estará destinado a una muerte segura. – Respondí hablando tan rápido como pude. El tiempo que estábamos perdiendo era crucial. Se observaron entre ellos y luego aflojaron su agarre
-Si eso es lo que deseas, aireado, no seremos nosotros quien lo impidamos.- Dijo otro haciéndose a un lado para que pudiera pasar.
Los observe a ambos detenidamente, y luego me hice paso entre ellos a fin de salir de allí. Pero no alcance a llegar al borde de la cueva, cuando un rayo cayó, desprendiéndose de una de las naves. Impactando directamente sobre aquel joven. Todos los presentes guardaron silencio mientras cubrían sus bocas con asombro. Un grito desgarrador se escuchó de parte de una de las jóvenes. Quien cayó de rodillas al piso, mientras lágrimas caían sin cesar por su rostro. Todos parecían estar en estado de shock, así que decidí ser yo quien me acercara a ella.
Con cuidado me acerqué y arrodillé junto a ella. –Está bien.- le dije mientras colocaba mi brazo sobre sus hombros. – Es solo una realidad virtual, no hay de qué preocuparse.- Agregué, mientras la abrazaba, con intensión de consolarla.
-Lo sé,- dijo ella entre lágrimas. – pero no siempre será así. Ellos nos están preparando para la guerra, Thomas. Y déjame decirte que esto, ESTO...- Dijo ella mientras señalaba a su alrededor.- esto no es nada comparado con la guerra. NADA.- Continuó mientras lágrimas de deslizaban por su rostro. Y la ira de acumulaba en sus ojos.
Lo que dijo me hizo pensar. Pensar y recapacitar acerca de lo que estábamos haciendo. Y no me sentí para nada bien con ello. Pensar que la culpa en parte era mía, no me ayudaba. Y el hecho de que mi padre fuese quien estaba al mando del otro bando solamente hacía que mi estómago diera vueltas.
-Ya no quiero. Ya no quiero seguir con esto.- Dijo la joven poniéndose de pie. -¿Por qué no lo hacen acabar? ¿Por qué no nos sacan de aquí? ¿Qué es lo que quieren? – Comenzó a gritar mientras desarmaba lo que era su traje.
- Julia, por favor no. – Le dijo un joven. Pero ella no escuchó.
-Él está bien, sólo hay que terminar con esto.- Dijo otro.
-No.- Dijo ella. Y todo se volvió negro después de eso. Unas letras rojas aparecieron en nuestras caretas.
-Grupo azul, la etapa de realidad virtual ha finalizado. Al cabo de quince segundos podrán volver a la normalidad. Contando...quince... catorce...- Dijo una voz lejana.
Al cabo de esos quince segundos abrimos los ojos, encontrándonos sentados en las sillas de la sala original. La joven que había llorado, rápidamente se puso de pie y fue a abrazar a quien supuestamente el rayo había asesinado.
-Creo que estoy algo enfermo.- Dijo el de lentes tomando una bolsa de papel y dejando todo su espíritu en ella.
-Qué desagradable.- Dijo una de las jóvenes.
Nos pusimos de pie y en una fila abandonamos el cuarto cuando la puerta se abrió. Afuera estaban Casey y Ethan, esperando. Parados de la forma en que siempre solían hacerlo. Sus rostros eran severos. Nos observaban uno por uno, mientras salíamos. Sus miradas tan frías como un témpano. Sus miradas se fijaron en Julia, quien caminaba algo avergonzada con su mirada en el suelo. Al otro joven, quien iba detrás de ella, se lo veía apenado.
***
Esperé a que ella saliera, recargado sobre la pared a un lado de la puerta. Estuve en esa posición durante unos diez minutos, hasta que la puerta se abrió. Concentrada en la pantalla de lo que llevaba en sus manos, ni siquiera notó que me encontraba allí. Al verla pasar por mi lado comencé a seguirla.
-¿Qué están haciendo?- Dije en tono increpante. Ella levantó la vista, girando su rostro para enfrentarme.
-Preparándolos.- Respondió simplemente, en aquel tono que utilizaba cuando era 'la fría Militum'.
-No los puedes enviar.- Le dije ablandando mi tono de voz.- No están listos para la guerra todavía.- Le dije.
-Nadie nunca está listo para una guerra.- Dijo ella en el mismo tono de antes.
-En la guerra no hay ganadores... - Dije
-Lo sé. Pero aún hay gente que piensa lo contrario. Y quedarme quieta, sin hacer nada, mientras el otro hace lo que quiere con mi gente no es parte de mi plan.- Dijo ella.
-¿Qué hay de malo con ustedes? – Pregunté incrédulo.- Creí que estaba del lado correcto pero ahora...
-¿Ahora qué?- Dijo ella deteniéndose en seco y volteando brutalmente hacia mí, y por primera vez vi sus ojos arder. Su respiración se había agitado, y yo me había quedado helado.
-Las puertas están abiertas si quieres irte, Thomas. Nadie te detiene.- Dijo ella relajando su tono de voz. Dió media vuelta comenzando a caminar.- Y si esto te deja más tranquilo, ni tu amiga, ni su hermano están capacitados para ser soldados. Por lo tanto no estarán allí.- Dijo para luego seguir su camino, dejándome allí. Helado, en el medio de aquel gran pasillo con gente yendo y viniendo.