La Otra Familia

By LiliaSolisRamirez

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Boruto lo supo ese dia, al parecer si había heredado algo bueno de la familia Hyuga. Debía agradecerle a tio... More

.Aquí y allá.
.Vivir o respirar.
.Lágrimas y espejos.
.Un granito de arena.
¡Hola papi!
Juntos.
Corazones lastimados.
Cambiando todo.
.Tormentas.
.Remando.
Perspectivas
Cara a Cara
.Muerte.
.Cristal.
Del pasado al futuro. Guías.
.Últimos pasos.
¿Celos o cariño fraternal?

.La nueva familia.

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By LiliaSolisRamirez



Naruto no sabía cómo moverse con libertad, la habitación era similar a la de aquella vez pero el ambiente era más pesado ahora. Himawari y Boruto se sentaron en la cama individual y miraban a ambos padres, sus movimientos repetitivos indicaban su nerviosismo. Hinata se sentó en el pequeño sofá y sacó su kit de maquillaje.

Era una fina línea enrojecida y ligeramente hinchada, empezó con una base en crema y luego pasó al polvo compacto, poco a poco, la herida iba camuflándose con su tono de piel. Naruto se mordió la lengua y viendo hacia sus hijos por unos segundos, se puso frente a ella.

-Hinata... -la chica solo alzó la vista sin expresión alguna. –Yo... quiero... agradecerte. Gracias por cuidar a Menma.

-... si.

¡¿Si?! ¡¿Qué significaba "si"?! Naruto dejó salir el aire por sus fosas nasales y empezó a pujar mientras analizaba la situación.

-Bueno... de cualquier modo, gracias. Yo... quisiera que... me explicaras qué haces aquí.

-Se lo dije a Bolt. –contestó mientras seguía frotando la esponja con polvo de maquillaje en su mejilla.

-¿Pero qué significa "terminar" con esto? –preguntó el menor, asustado.

-Lo que signifique no es de su incumbencia, es entre Sasuke y yo.

-¡Lo que sea de incumbencia de Sasuke, es mía también! –sus cejas se juntaron mientras interrumpía su plática con su hijo.

Hinata lo miró con seriedad, ninguna expresión de nuevo. Nada con lo que intuir que pensaba, que sentía.

-Me apetece un baño. Tomaré una ducha. –les avisó mientras se encaminaba a la bañera. Naruto la siguió con la mirada, estaba tan impresionado que su boca se había abierto sin percibirlo.

Una vez que la puerta se cerró y empezó el sonido de la regadera, los tres Uzumaki suspiraron aliviados.

-¡Papá! –le llamó Boruto mientras se bajaba del colchón para encararlo. –El arma. –le recordó en voz baja. Naruto abrió los ojos y miró a su pequeña hija.

-¿La has visto?

-En su maleta, pero solo aquella vez que vinimos de vacaciones. –Boruto hizo una mueca de desagrado, no era posible que su hermana pensara que aquellos días habían sido vacaciones, para él había sido pesadillas. No quería revivir el dolor de pensar que había perdido a su hermano.

-Solo trajo esta bolsa... -murmuró Naruto y sus manos temblaron.

-Ahí está. –completó el menor mientras miraba la bolsa como si fuera una bomba. -¿Pa...?

-¡Llévate a tu hermana, vayan a las piscinas o algo! -le interrumpió.

-¿Qué vas a hacer?

-Nada. Solo quiero... que no estén aquí. –se arrodilló y tomó sus hombros para mirarlo a los ojos. –Te prometo que no va a pasar nada.

-Padre... -era la primera vez que le decía asi, ambos sintieron un escalofrío recorrer su espalda y comunicarse con el otro por medio de los brazos de Naruto.

-Cuida a tus hermanos.

-Parece que te estás despidiendo. –le dijo con los ojos húmedos por las lagrimas.

-¿Qué? ¡No! No, ttebayo. –lo abrazó, sin embargo, con fuerza y por mucho tiempo. –Vayan a jugar, esto es algo que debo solucionar yo.

La pequeña Himawari se levantó y aunque Boruto la había tomado de la mano para llevársela afuera, la niña se detuvo y estiró sus brazos pidiendo, en silencio, que su padre la cargara.

-Mi niña... -besó su frente tersa cumpliendo su petición.

-Papi ¿me perdonas?

-¿Por qué? No has hecho nada malo.

-Si... -dijo avergonzada. –Te dije malo y te pateé.

-¿Patearme? –sus ojos miraron al techo tratando de recordar. -¡Ah! Eso fue hace mucho.

-Pero... ¿me perdonas? –sus manos sostuvieron las mejillas del mayor, no era lo suficientemente grande para entender las proporciones de los problemas que estaban enfrentando, pero la presencia y constante enseñanza de Boruto le estaba abriendo los ojos hacia muchos errores que habían mermado su relación padre e hija. Después de ver a Boruto tan cerca de su padre, la niña había sentido celos por vez primera, ella también quería sentirlo cerca. Poco tiempo le faltó para entender y apreciar la presencia de su padre en sus vidas. –Porque yo te quiero mucho... y...

-Sí, mi amor. –juntó sus frentes mientras sonreía. –Eres mi única princesa, cuídate mucho.

-¡Sí! –le prometió mientras tomaba la mano de Boruto otra vez.

Los vio caminar de la mano mientras se alejaban poco a poco.

Luego, cerró la puerta.

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¡¿Qué demonios quería aquella mujer?!

Una vez que Boruto le platicó todo aquello, Sasuke estaba con los nervios de punta. Mirando hacia el infinito, se levantó decidido, nadie tocaría al idiota del que estaba enamorado. Si quería terminar con esto, por supuesto que terminarían.

-Boruto, cuida a tu hermano. – le dijo mientras se alejaba.

-¡Se... señor Sasuke! –no se animó a seguirle pero su estomago se encogió por los nervios. Miró a su hermana jugando con Menma en la orilla de la piscina.

¿Qué debía hacer? No podía estar tranquilo solamente.

Ese tal tío Itachi podría ayudar ¿no?

Debía buscarlo.

Pero... los niños estaban más contentos caminando a otro lugar. ¿Caminando?

-¡Hey! ¡¿A dónde creen que van, ttebasa?! –corrió y los alcanzó jalándoles de las manos. Estaba con los nervios de punta.

-Vamos a jugar en los columpios.

-¿Columpios?

-¡Tío Itachi tiene columpios aquí! –le contestó Menma emocionado.

-¡Ven, Bolt! –le invitó Himawari mientras daba saltitos de emoción. El rubio los siguió receloso.

Parecían recién instalados, los colores se veían vivos y con luz propia, Menma y Himawari corrieron a tomar dos lugares de entre tantos. A pesar de que había más niños en el hotel, no parecía que conocieran el lugar.

La risa de ambos relajó un poco a Boruto quien miró a su alrededor. Estaban en un pequeño espacio entre el estacionamiento y el edificio de recepción; a metros alejados de ellos, una pequeña muralla dividía y protegía a los autos de caer al océano por medio de un acantilado, que, a pesar de ser corto, no dejaba de ser un peligro.

-¡Ven, hermano!

-Niños, quédense aquí, ttebasa. Debo buscar a tío Itachi.

-¡Yo voy contigo! –Menma bajó de un salto ágil.

-¡No! Quédense juntos, siempre. –su dedo índice los apuntó. - Tú la cuidas a ella, ella te cuida a ti. Ahorita vengo. –se empezó a alejar lentamente mientras que el par de niños lo miraban confundidos.

/////////////////////////////////////////////////////////////////////

Sus pies descalzos mojaron los mosaicos del piso, su cabello se pegaba a su rostro y cuello mientras lo intentaba secar con una diminuta toalla. Sus ojos cerrados no fueron un impedimento para dirigirse hasta la cama, había tenido que usar la misma ropa pues no llevaba otro equipaje más que su bolso de mano.

Pero esos zapatos le estaban matando, el calor del ambiente hacia que sus pies se hincharan y se sintieran apretados. Ya no quería usarlos.

Cuando abrió los ojos se encontró con Naruto tirando su bolso a la cama, justamente a su lado. Miró hacia atrás pero no los encontró, sabía que estaban seguros pero quiso preguntar igual.

-¿Y mis hijos?

-¿Dónde está? –le ignoró mientras le preguntaba con voz trémula.

-¿Quién?

-¿Dónde... está... el arma? -le preguntó con lentitud luego de sonreír sarcástico y resignado. Había perdido todo interés hace mucho pero ahora hasta el respeto estaba fuera de sus conceptos cuando se trataba de ella. ¡¿Había salvado a su hijo?! ¿Y qué tal si solo era para hacerle daño ella misma?

-¿Arma?

-¡Arma! ¡Pistola! No eres estúpida, Hinata, no actúes como tal.

-Yo no ten... -su negación fue interrumpida por Naruto quien la tumbó en la cama posicionándose encima de ella, su mano, como una pinza, la sostuvo del cuello y empezó a presionar lentamente asustándola por la violencia. –Na... Na...

-No me vas a engañar otra vez. Ya fue suficiente de todo esto.

-... Bas... ta... -sus manos intentaban forzar la muñeca del rubio pero eran sus ojos intensos los que le asustaban más que el agarre. Realmente parecía querer matarla. Las lágrimas aparecieron en un acto de reflejo.

-Dame... el arma...

-No... no... tengo... ah... -el aire estaba siendo escaso, muy escaso.

-No me da miedo nada ya. –le alertó. -Cuando se trata de Sasuke no estoy para juegos. No permitiré que le toques ni un cabello. ¡Me matan primero a mí! –muy en el fondo, estaba dudando. Presionó con más fuerza y se asustó al sentir como los ojos de Hinata se abrían demasiado.

La mano blanca y delgada, con mucha dificultad, por la falta de oxigeno en su cerebro, subió hasta el rostro de Naruto, el rubio estaba decidido a acabar con esto.

-¡Te lo advierto! –le gritó con los ojos llorosos.

Estaba por perder la vista por completo cuando la mano de Naruto la liberó de su sufrimiento. Naruto la soltó y dio varios pasos atrás antes de caer vencido por las emociones, Hinata había acariciado sus labios con tanta ternura que no pudo hacerle daño. La escuchó toser desesperada por recuperar aire, sus manos acariciaban su cuello sobando el músculo herido.

La puerta se abrió de golpe, era Sasuke.

El moreno no tardó en adivinar que había pasado, conociendo a la perfección a Naruto, se arrodilló y acarició su cabeza tratando de sacarlo del letargo en el que había caído preso. La mano del Uzumaki buscó la del Uchiha y se levantó con ayuda de éste.

-Tranquilo. -Una vez más, era el que se encargaba de todo. Se movió hasta llegar frente a Hinata y se inclinó para verla. –Hinata... mírame... -la chica no dejaba de toser. –Hinata. –sus manos la obligaron a mirarle y asi comprobar su salud, sus ojos repasaron la marca enrojecida de su cuello. –Naruto ¿Qué hiciste? –farfulló preocupado.

Naruto estaba haciendo lo posible para no correr asustado, había estado a punto de matarla. Miró su mano como si fuera un completo extraño y con temblor rozó su boca justamente como lo había hecho ella. ¿Qué había sido eso?

"-¿Hinata? –la chica estaba tan roja que parecía exhalar calor como un volcán. Naruto parpadeó confundido, estaba esperando a sus amigos en medio de la plaza desde hace media hora. -¡Qué casualidad, ttebayo! ¿Quieres ir al cine con los chicos? Iremos a ver el ataque de las arañas mutantes. –le preguntó emocionado. –Aunque... no han llegado, ttebayo... que raro...

-Na... Naruto... yo...

-No importa, tú y yo nos la aventamos, ttebayo. No me vas a dejar solito en el cine ¿verdad?

-Yo... no... nunca haría eso... -se apresuró a negar mientras tallaba las palmas de sus manos una contra la otra.

-¿Qué tienes? –dijo sin dejar de sonreír y luego miró su celular para ver la hora. –Demonios, le hubiera dicho mejor a Sasuke, él no me hubiera dejado plantado.

-¡Naruto! –le detuvo al verlo girarse. –Por favor, escúchame.

-Lo hago, solo que hay que comprar los boletos, ttebayo. Ven.

-No...

-¿No?

-Es que... debo decirte algo.

-¿Algo? Bien. –su expresión se tornó seria.

-Yo... te he estado observando... -no podía verlo por más de dos segundos asi que agachaba la mirada. –Desde hace mucho tiempo...

-... ¿Mucho? –eso le dio miedo.

-Tú... siempre has sido muy fuerte...

-Gracias. –estaba muy confundido, qué razón tenía todo eso.

-Y... la admiración que tengo por ti, es que... cambió.

-¿Eh? ¿Te ofendí o algo?

-¡No! Tu... tu me gustas mucho, Naruto. Por favor... por favor, acepta compartir tu vida conmigo. –le pidió haciendo una leve reverencia.

¿Eso había sido una declaración? ¡Se lo diría a Sasuke! El muy idiota se tendría que comer sus burlas.

-Niña bonita. –le dio una palmadita en la cabeza y sonrió mostrando su dentadura. -¡Debo irme! Hay algo que tengo que hacer. ¡Cuídate, ttebayo!

-... ¿Naruto?

Y Hinata se quedó de pie, con su corazón palpitando ante una vana declaración de amor. "

Hace unos segundos iba a matarla.

Hace unas semanas quería abandonarla.

Hace unos meses quería olvidarse de ella.

Hace unos años quería morir.

Hace trece años la había usado para ocultar su miedo.

Hace más de quince años la había ignorado constantemente.

Hace más de veinte años la había enamorado sin darse cuenta.

Hinata era una simple mujer que explotó.

-¡Naruto! –le llamó de nuevo Sasuke mientras le ayudaba a Hinata a beber un poco de agua.

-¡¿Si?! –preguntó asustado saliendo de sus pensamientos.

-Hay que llevarla a la enfermería. Su presión está muy baja.

-Sasuke... -su amado, estúpido y complicado Sasuke. Todo hubiera sido tan diferente y sencillo si no hubiera sido un cobarde.

-Estoy bien, no me toques. –le rechazó la chica sin mostrar su rostro.

-Llévala a la enfermería. –le dijo mientras se levantaba del colchón, no iba a soportar malos tratos de todos modos. Al ver que el rubio solo la miraba sin reaccionar, le tocó la frente. -¡Concéntrate!

-Debería estar muerto.

-¡No! Tienes tres hijos. –ahora Sasuke presionaba el cuello de Naruto aunque muy levemente. –Naruto, está bien. Solo fue... es el estrés, eso es todo.

-¡Sasuke! –no podía creer lo débil que era, estaba refugiándose en los brazos de su amado cuando debía ser al revés. –Dios... Sasuke, Sasuke, ya no sé qué estoy haciendo.

Hinata no los miró, se levantó cabizbaja y salió descalza mientras escuchaba al moreno prometerle estar cerca del final. Un final. Eso era lo que ella también necesitaba, todos necesitaban un final pronto.

-¿Dónde está?

-¡Se salió! –ambos bajaron por las escaleras tratando de seguir un rastro.

Caminó hasta llegar a la orilla de una piscina, sería tonto intentarlo cuando había mas de tres chicos salvavidas alertas. Quizá más lejos encontraría algo. Su mirada se perdió cerca del estacionamiento.

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Boruto no había encontrado a Itachi y temiendo por el paradero de sus hermanos se regresó lo más rápido que pudo. Debía confiar en su padre y en su... bueno, el señor Sasuke.

Mientras tanto, los pequeños habían tenido una conversación:

-Bolt se ve asustado.

-¿Para qué querrá a mi tío Itachi? –le preguntó el menor.

-No lo sé.

-Mamá también se veía raro. Todos están muy tensos.

-¿Qué es tensos?

-¿Tu también? Ah... -suspiró. –Bueno es... como... rígidos, nerviosos.

-Ah... ¡Ya se! Es que mi mami tiene una pistola.

-¡¿Una pistola?! Esas cosas matan gente.

-Sí, y papá la quiere tirar para que mi mami no haga eso.

-¡¿Tu mamá quiere matar a la gente?!

-No sé, no, mi mami no es mala, ella dijo que era para sentirse protegida.

-¿De qué? –le preguntó receloso.

-De tu mami, supongo.

-¡Entonces quiere matar a mi mami!

-¿Tú crees? –preguntó alarmada.

-¡Debo decirle a mamá!

-Espera, Bolt dijo que... -su mano le jaló de la camisa.

-¡Debo ir rápido!

-Pero no sabes dónde está.

-Sí pero... -sus ojos se humedecieron por el miedo.

-¡Ya se! Mi papi tiene un teléfono en su auto, llámale a tu mami y dile por teléfono. Yo lo vi en la tele. ¡Ven! –ambos corrieron y saltaron la diminuta barrera que conectaba el área de juegos con el estacionamiento.

No fue tan difícil entrar, Himawari sabía que papá contaba con una llave de repuesto escondida en el chasis del auto.

-¡Wow! –exclamó Menma mientras entraba al auto. -¿Dónde está el teléfono?

-Aquí. –lo levantó enseñándoselo. –Papá dice que no lo usemos para jugar porque es de su trabajo pero creo que igual tiene el teléfono de tu mami ¿no?

-¡Búscalo! –le ordenó asustado. Ambos estaban en los asientos delanteros arrodillados por la emoción.

-No sirve el teléfono. –le presionaba una y otra vez a la tecla de marcar pero no resultaba. –Ha de ser porque está apagado el auto.

-¿Apagado? –preguntó sin estar seguro de aquello. –Creo que le falta saldo.

-¡No! Papá lo usa solo cuando está manejando. –tomó la llave con total seguridad y encendió el auto que en seguida ronroneó. -¿Ves? –lo intentó de nuevo. -¿Ves que no era por eso? –dijo decepcionada y sonrió nerviosa.

-Tonta.

-¡Oye! Al menos estoy dando ideas.

-Yo solo iba a correr a decirles.

-¡Cállate! –lo empujó levemente pero Menma infló las mejillas ofendido.

-¡Cállate tu! –la empujó de vuelta.

-¡Oye! –su mano se recargó en la palanca y el auto comenzó a moverse lentamente hacia atrás. -¡Tonto, no me empujes!

-¡Tu empezaste!

Boruto llegó al área de los columpios pero no los encontró, estaba por correr alarmado pero alcanzó a ver el auto de su padre moverse lentamente hacia atrás. Notando en seguida que estaban sus hermanos dentro, corrió saltando la barrera y moviendo sus pies lo más rápido que podía.

-¡Himawari! ¡Menma!

El grito los sacó de su pelea. Ambos miraron hacia afuera dándose cuenta que el auto se movía, conforme avanzaba tomaba velocidad. El rubio apretó los dientes mientras se esforzaba por alcanzarlos. Atrás estaba la orilla, el acantilado.

-¡Hermano!

La primera en llegar y darse cuenta fue Hinata. Descalza, cruzó todo el camino de su hijo siguiéndole a metros de distancia.

Un bache logró desorbitar a los niños que intentaban acercarse a las llaves sin éxito. Estaban llorando asustados mientras el auto se acercaba a la preocupante barrera diminuta.

Boruto logró acercarse lo suficiente y con mucho esfuerzo se adentró de un salto, su rodilla golpeó el ojo de su hermana haciendo que empezara a llorar con más fuerza.

-¿Hermano?

-¡Ya, tranquilos! –estaba por apagarlo cuando sintió el impacto, no fue tan difícil que el auto se encimara en la barrera gracias a la velocidad. El golpe hizo que Boruto chocara su frente con el volante, por unos segundos no supo que sucedía. Un sonido extraño, como el de motor. Y vibraba demasiado.

-¡Tu pie! –le gritó Menma. El rubio levantó su pie que había estado pisando el acelerador. El auto se apagó cuando le quitó las llaves, los tres suspiraron sabiendo que estaban a salvo, encima de la barrera pero ya no se movían.

No por mucho, claro.

Hinata todavía no llegaba cuando sintieron como se movía el suelo bajo a ellos, el acantilado se desmoronaba lentamente. El auto se movió bruscamente hacia atrás haciendo que Menma se cayera hasta los asientos traseros.

-¡Aahh!

-¿Menma?

-¡Mami! –el auto volvió a agitarse, no había duda, estaba cayendo lentamente hacia el vacío. -¡Papá!

Por supuesto, ellos dos también ya iban guiándose por el camino de Hinata, Sasuke era el más rápido corriendo pero su miedo le impedía moverse libremente tropezando a cada rato.

Boruto miró hacia un costado, estaba lo suficientemente inclinado para ver el mar bajo ellos.

-¡Boruto! –su madre llegó y se asomó por lo poco que quedaba de barrera.

-¡Mamá! –miró a sus hermanos y estiró su mano para acercar a Menma. -¡Ven! Menma, sal, ya.

Hinata no tardó en recibir al pequeño y colocarlo lejos de la orilla para regresar por los otros dos.

-¡Bolt! –gritó Himawari cuando sintió otro temblor, el auto se mecía a merced del viento siendo atrapado únicamente por un enganche de las llantas delanteras.

-Tranquila, tranquila. –intentó calmarla sin presentar su propio miedo.

-¡Menma! –Sasuke le llamó a unos metros, en cuanto lo divisó, el niño corrió hasta su encuentro.

-¡Nos vamos a morir!

-¡No!

-¡Vamos a caer!

-¡No! No... -la acercó a él y la abrazó. –Ya, mamá está aquí y te voy a cuidar, siempre. Ayúdame, -la incitó a levantarse, debía acercarla lo más posible para que Hinata la sostuviera. –tienes que alargar el brazo, alcanza a mamá. –la acercaba lo mas que podía mientras el auto amenazaba por caer.

-¡Himawari! –fue Naruto quien se inclinó lo suficiente para tomarla entre sus brazos, llevándola unos metros alejados.

-¡Boruto! –Hinata quería acercarse más pero su brazo no alcanzaba a rozar siquiera sus dedos. Naruto se levantó para ir por él pero fue tarde, incluso sus rodillas temblaron cuando vio al auto descender por fin hasta el vacio del mar.

No recuerda a quién le llamó realmente, su mano se estiró lo más que pudo pero no sostuvo nada. Su estomago dolió por unos segundos sabiendo que estaba cayendo, el auto chocó varias veces con el terroso acantilado mientras descendía. Cerró los ojos luego de golpearse interminables veces en la cabeza, se cubrió la cabeza mientras lloraba girando sin destino dentro del auto, pudo sentir miles de agujas golpeando sus codos y pies. Incluso alcanzó a escuchar el chapoteo del agua.

Luego de eso, abrió los ojos y encontró a Himawari y a Menma riendo mientras jugaban sobre los columpios, también estaba su padre y el señor Sasuke, su mamá estaba tejiendo y sonriendo cerca de ellos. Se sintió en paz pero cuando quiso acercarse, sus pulmones se contrajeron y sintió como su vista se nublaba, su mano no pudo alcanzarlos y tenía la sensación de ser congelado por partes.

Sabía, estaba muerto. Pero al menos los puso a salvo y eso le llenaba de alivio.

-¡Boruto!

-¡No! ¡Hinata! ¡Naruto!

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-... y entonces la enfermera se sonrió, creo que le gustas... ya sabes que nadie se resiste a los encantos de un Uzumaki... hijo... ya abre los ojos... te extraño.

-¿Naruto? –Sasuke apareció asomándose por la puerta, suspiró al ver al rubio con las ojeras marcadas. –No llores... no querrás que te vea asi.

-¡¿Eh?! –se talló el rostro con su antebrazo para borrar la evidencia de su tristeza, aunque la desesperación seguía impregnada en su cara. –Solo estoy platicándole... ya sabes... la enfermera que quiere coquetear con él.

-Naruto, es una mujer y tu hijo un niño. –le dijo forzando una amarga sonrisa. Ambos se miraron y agacharon la cabeza resignados a seguir esperando. Estaba en coma, recuperándose de las heridas casi mortales. Pero era tan difícil soportar un "esperemos que sucede" de los doctores. Ya lo habían trasladado hasta la ciudad para tener los mejores doctores, por supuesto pagados por la familia Uchiha en compañía de los Uzumaki.

Sasuke no estaba libre del miedo, siendo más frio había enfrentado a los doctores y las esperanzas de vida no habían sido buenas en una primera estancia, sin embargo, Boruto parecía no ceder y ahora sus heridas eran más superficiales que nada. Confiaba en esa fuerza tan característica de los Uzumaki, no tenía nada más donde sostenerse.

Se dio la vuelta cuando notó como sus ojos se inundaban de lágrimas de impotencia, ese niño había logrado impregnarse en su corazón con tanta facilidad.

-Debo ir a... afuera, ya déjalo descansar. –se salió sabiendo que no había podido cubrirlas de su pareja.

-Sasuke... -sonrió con tristeza, sintiendo que su corazón se secaba segundo a segundo. –Hiciste llorar a Sasuke... -las lagrimas empezaron a descender mientras se forzaba a sonreír. A sonreírle a un niño con un mes dormido.

-... Lo siento...

Fueron sus palabras antes de abrir los ojos, una luz lo cegó pero no pudo quejarse pues su padre cubrió el ardor con sus besos.

-¡Hijo! Mi niño... -lo sintió llorar con fuerza, gimiendo y riéndose en el proceso, era una extraña mezcla de tristeza y alegría, de miedo y descontrol corporal. Le dolían los mimos que estaba recibiendo pero hace mucho que había estado esperando ese contacto, el mundo de los sueños no era tan satisfactorio como su realidad.

-... Pa... papá... me duele... -su voz era ronca y bajita como si estuviera enfermo de la garganta, su padre se levantó solo un poco y limpió su rostro mientras le regalaba otra sonrisa.

-Lo siento... -su sonrisa se mermó y empezó a llorar de nuevo. –Lo siento tanto... no puedo evitarlo, es que... te... te necesito... y... estabas tan dormido...

-¿Dormido? –su cuerpo pesaba mucho pero logró, con ayuda de su padre, levantar su torso un poco.

-¡Debo avisarle a todos! ¡Y a los doctores! –se fue corriendo emocionado.

-... Dormido... -susurró reflexionando. -¿Cuánto tiempo?

-Lo suficiente para hacernos llorar. –le dijo Sasuke recargado en la puerta, su sonrisa de lado y esa mirada llena de luz hizo que Boruto se sintiera inundado de calor.

-Papá lo está buscando.

-No tiene un objetivo fijo. –caminó lentamente hasta llegar frente a él.

-... Yo... siento mucho haberlos asus... -su voz se consumió cuando sintió el pecho del mayor chocar con su rostro. Las manos delgadas y largas acariciaban su nuca y hombros.

-No vuelvas... jamás... a hacernos esto...

-Señor Sasuke... -todos lloraban últimamente. Sasuke no planeaba soltarlo en un rato, aferraría su cuerpecito frágil entre sus brazos, asegurándole a su corazón de que estaba vivo, que no era un sueño más. Boruto sonrió y sus manos, aun con esa sensación de pesadez, se alzaron para cubrir un poco la espalda del Uchiha.

-Te quiero.

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-Entonces, estamos en la ciudad desde hace semanas.

-¡Sí! Pero ya estas mejorando. ¡Te pondrás muy bien! –el menor observó con ternura como su padre no dejaba de sonreír risueño mientras le acariciaba la mano, el rostro, el cabello, la boca. A veces lo arrullaba y otras veces hasta insistía en ayudarlo a comer. –Dicen los doctores que pronto podremos ir a casa.

-¿Dónde están mis hermanos?

-¿Tus herma...? ¡Ah! Por cierto... te mandan esto. –le entregó un pedazo de papel doblado por la mitad.

-¿Mío? –lo desdobló con cuidado revelando el dibujo.

-Ahora eres su héroe, dicen. –le comentó entre una risilla de orgullo. –Ya quieren verte.

Boruto sonrió sintiendo que la herida de su mejilla se estiraba ardiendo en el proceso su piel. Pero la imagen valía la pena, estaba él retratado con una capa y cargándolos a ambos. Los colores salían del trazo y aparecían varios borrones de lápiz por toda la hoja. Se notaba donde había coloreado Menma, con letras y tratando de respetar el realismo y Himawari, sobrepasando los márgenes y con corazones y flores de diversos colores por doquier. Sus hermanos...

-Y ya casi te dan de alta, están emocionados.

-¿Dónde está mamá?

-Ah, ella... ehm... -miró al suelo no sabiendo como continuar. –Es que... ella quiso ir a unos mandados primero.

-¿Todo un mes?

-¡Estoy buscándola! Se pondrá muy feliz. Ahora descansa... -lo empujó levemente para que recargara su cabeza en la almohada. –Deja voy a buscar algo de comer porque no me quieren dar nada aquí.

Boruto miró su hoja aunque estaba entristecido. Esperaba verla, y otra vez no estaba a su lado. Solo quería verla un momento, había estado soñando con ella muchas veces.

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Sasuke se quedó en el marco de la puerta de su oficina, escuchándolo con atención. Se movía de un lado a otro y a veces golpeaba su escritorio.

-¡Tienen que encontrarla! Carajo... tiene que verlo, tiene que... ella, mi hijo quiere verla ¿de acuerdo? No debe estar lejos.

Una vez que sus heridas se sanaron, Hinata huyó sin dejar rastro alguno. De eso ya pasaban más de tres semanas, Itachi también estaba dando apoyo en su búsqueda pero la chica era buena escondiéndose al parecer.

Eran las nueve de la noche cuando Sasuke apareció en la habitación de Boruto. Se negaba a acostarse hasta hablar con su padre y estaba haciendo pucheros mientras las enfermeras intentaban convencerlo.

-No seas berrinchudo y obedece, debes descansar.

-¡Señor Sasuke! ¡Quiero ver a mi papá! Debo hablar con él.

-Vendrá mas tarde, como a las cuatro de la madrugada. Tú debes descansar. –miró al par de mujeres. –Gracias, yo me encargo.

-Con permiso.

-Quiero saber qué pasó con mamá.

-Bueno... -se sentó en el colchón y empezó a acostar lentamente a Boruto. –En ese caso, no hay necesidad de que hagas berrinches como un bebé, yo te contaré.

-¿Si? –se dejó cobijar y se sonrojó al sentir los dedos de Sasuke entre sus cabellos acariciando una herida escondida.

-Cuando caíste... tu padre corrió junto con tu madre y saltaron al vacio siguiéndote.

-¿Qué?

-¿No te lo dijo tu padre? –su mirada era reservada, tranquila pero había un brillito oculto. –Hinata no pensó en nada más que ir por ti, realmente saltó y tu padre le siguió. Cayeron al océano y todavía descendieron hasta encontrarte.

-¿Mi mamá?

-Ella fue quien se adentró en el auto mientras tu padre detenía el auto para que no se hundiera más.

Boruto no supo que decir, solo miró por la ventana buscando entre las estrellas un recuerdo.

-¿Y no está?

-Supongo que... quiere... -se quedó callado mientras se levantaba. –No, no la conozco del todo. Duerme.

///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

Una lágrima cayó y manchó una esquina del papel. Le regaló un beso lento, tembloroso y lleno de culpa. Luego, dejó la hoja sobre su pecho y se levantó presurosa.

Casi como un espasmo de dolor, el frio golpeó su pecho haciendo que abriera los ojos, se levantó y encontró aquella cartita. Aun con esa escasa luz, Boruto la abrió en seguida.

Mi niño querido.

Lo escuchaba hablándote y me quemaba el alma. Te veo dormido y me duele el pecho.

No fui lo suficiente madre para ti y buscaste el cariño en alguien más. Sé que él es buena persona, sé que te cuidará con fiereza como a un hijo.

No soy suficiente.

No puedo seguir ocasionando problemas asi. Todo estuvo ocasionado por mis emociones sin control. Tu padre daría la vida por ti y solo por eso merece ser feliz. Asi que debo alejarme.

Me has demostrado ser más valiente y noble que nadie. Sé que cuidaras a tu hermana.

Por favor, dile que la amo y que siempre voy a recordarla. Buscaré mi propio camino pero siempre, siempre estarás en mis pensamientos y enloqueceré cada noche que presienta tu dolor. Lamento tanto, no puedo expresar con palabras como me duele, quiero verte feliz y solo con ellos podrás.

Con todo mi amor, tu mamá.

Está bien si ya no quieres decirme asi.

Yo seguiré soñándote.

-Ma... ¡¿Mamá?! –sin miedo, se quitó los tubos que le inyectaban vitaminas y antibióticos, debía ser rápido. Sin detenerse, descalzo y con dolor en todos sus músculos, el pequeño niño de doce años bajó por los pasillos sin alertar a las enfermeras que cansadas vigilaban otros lados. Sus ojos se llenaban de lágrimas de impotencia. El temor de perder lo querido.

Había decidido alejarse. Luego de ver a Sasuke abrazándole mientras lloraba conmovido por el alivio. No debía interferir en algo que jamás fue suyo. En su pecho, un constante latir le gritaba que eran sus hijos, que debía cuidarlos pero estar ahí solo era un daño continuo para su niño. Las puertas de cristal se abrieron de par en par automáticamente, eran las cuatro cuarenta de la madrugada, solo había un taxi esperando en la penumbra.

-¡Mamá!

Los tacones resonaron en el asfalto acercándose a la puerta del taxi.

-Buenas noches.

-¿Señorita Hyuga?

-Sí, soy yo. –abrió la puerta mientras adentraba su pequeña maleta.

-¡Mamá!

Su voz la alcanzó antes incluso de adentrarse al auto, se quedó mirando al suelo, esperando que fuera una ilusión.

-¡Mamá! ¡Mamá! –la puerta de cristal se abrió logrando que el grito se expandiera e hiciera que la mujer se girara incrédula. -¡Mami! –sus pies tropezaron.

-¡Boruto! –la maleta cayó al suelo y sus pantimedias se rompieron al caer de rodillas evitando que su hijo se golpeara. –Boruto... tú... debes estar...

-¡Mamá! –sus brazos, aun cubiertos por vendas, se enrollaron en el cuello delgado de su madre. –No puedes irte, no puedes dejarme asi.

-Bo... Boruto... -su labio tembló mientras lo subía en sus piernas en un intento involuntario de protegerlo. –Yo... solo quiero verte feliz.

-¡Entonces no te vayas! –le gritó cubriendo su rostro en el pecho de su madre. Estaba tan adolorido. –Eres mi mamá... tu eres mi mamá. Nadie puede suplantar a una mamá. No puedes dejarme asi...

-Te amo, hijo y... yo... no fui justa...

-¡No necesito que seas justa! Te quiero asi... asi... ya basta mamá, solo... detengamos esto.

-... Hijo... mi hijo... -sus brazos lo apretujaron con cariño y se dejó envolver en el amor que podía recibir con total confianza de pertenecerle. Había estado tan cegada...

/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

-¡¿Dónde está mi hijo?!

-Estamos... estamos buscándolo, es que... no sabemos cómo...

-¡Se supone que están aquí para cuidarlo!

-Naruto, ya basta, asi no lo vamos a encontrar. –le interrumpió Sasuke abrazándolo ligeramente para distraerlo.

-Sasuke... mi... mi niño...

-Ya, lo hallaremos, tiene que estar cerca. –le tranquilizó un poco.

-¡Oh por Dios! –Una enfermera los cruzó sin respeto para llegar hasta Boruto.

-¡Bolt! –Naruto la rebasó pero sus pasos disminuyeron hasta desaparecer al percatarse de la situación.

Hinata lo traía cargando entre sus brazos, claro, con mucho esfuerzo, pero decidida a soportar eso y más. Sus rodillas estaban raspadas y estaba descalza, sus zapatos los llevaba Boruto.

-Hijo...

-Perdón, tenía que detenerla, papá. –le explicó mientras dejaba que lo cargara para llevarlo a la camilla y volverle a conectar los tubos. –Papá... no la regañes ya... -se notaba agotado.

-... No... -le prometió dulcemente.

Afuera, Hinata miró a Sasuke fijamente.

Sasuke le correspondió la mirada.

-Se que...

-No te atrevas a abandonar a un hijo nunca. –le entregó la carta hecha pedazos. –Nadie puede suplantar a una madre. –la chica tomó los pedacitos de papel entre sus manos.

-Tu hubieras...

-No. Jamás. –ambos se miraron por un largo rato. -Pero igual no me agradas. –su cabello se agitó cuando se giró molesto.

-Sasuke... tú fuiste el primero ¿verdad?

-No.

-¿No? –sus ojos recorrieron su espalda.

-Soy el único, Hinata.

La chica alzó las cejas y sonrió lentamente, que raro... ya no dolía. Sin embargo, se retiró la última lágrima antes de que Naruto saliera y la mirará expectante.

-Mi hijo ¿está bien? ¿Está herido?

-No... solo está agotado... -sus ojos azules se desviaron hacia Sasuke quien estaba sacando un paquete de galletas de una máquina expendedora.

-¿Qué? Se me antojaron. –se alzó de hombros.

El rubio sonrió mientras negaba con la cabeza.

-Voy a estar afuera, -le avisó para luego regresar la vista con Hinata –es hora de hablar.

Sus pasos ya no resonaban, estaba descalza.

Esa madrugada, Naruto la llevó hasta unas jardineras en las que recibió un detalle, su suéter le cubrió la espalda. Al principio fue difícil, ninguno de los dos se miraba por un buen rato, luego, Naruto dejó que sus brazos se rozaran como un llamado a la confianza. Sasuke cuidaba el sueño de Boruto pero podía verlos por la ventana, Naruto se removía incomodo de vez en cuando mientras que Hinata asentía y se cubría el pecho.

-Es el único.

-Siento... que... oye, la culpa siempre fue mía...

-Sí, lo fue. Tú jugaste conmigo sin tener en cuenta que realmente me gustabas. –el rubio miró para otro lado, la culpa pesaba. –Pero la que decidió seguir hundiéndose fui yo.

-No te cuidé como debía.

-No podíamos cuidarnos como debíamos, no nos pertenecemos, Naruto. –ambos guardaron silencio.

El hombre miró su mano cerca de la de ella.

-¿Sabes? La boda fue espectacularmente genial. ¿La recuerdas? –le preguntó con una sonrisa en un intento de sanarse.

Hinata lo miró confundida luego se rio despacito.

-Sin mencionar tú forma de bailar cuando estabas ebrio.

-¡Ouh! No esperaba que recordaras eso... -se rascó la nuca. –Pero el vals lo hice bien ¿no?

-Sí. Si... fue lo mejor de todo... -su sonrisa disminuyó mientras veía sus pies descalzos.

-Eres muy bonita con zapatos y tenis, -continuó con energías renovadas -no necesitas usar tacones siempre. Tu belleza esta en tu carita... -le miró de reojo haciéndola sonrojar levemente. –Sin mencionar tu cuerpecillo... -sus manos se movieron frente a él de manera ondeante simulando la figura de Hinata. –Créeme, ya lo conozco.

La chica solo ocultó su sonrisa.

-Naruto... ¿me odias? –le preguntó seria.

-... No... la verdad es que... tendría que odiarme a mí también. –le sonrió mientras se tomaban de la mano. –Me da gusto conversar con la Hinata con la que me casé.

-No me voy a rendir. Quiero ser una buena mamá.

-Lo eres. Solo... hay que... sanar algunas heridas que les hicimos. ¡Trabajemos juntos en eso, ttebayo! –le propuso emocionado poniéndose frente a ella. La Hyuga lo miró por unos segundos antes de poner su mano en el hombro del rubio e impulsarse para darle un beso en los labios.

-Ya le llamé a Karin.

-¿Karin? –estaba sorprendido por lo anterior.

-Te daré el divorcio. Ambos nos lo merecemos y necesitamos.

-Karin...

-Sí, aquel día, cuando Boruto y yo dormimos en la cama, esa hoja se le cayó de su pantalón y la leí. Quitando, por favor, el hecho de que estaba molesta, también lo pensé mucho. ¿Por qué no me lo habías propuesto desde antes?

-Bueno...

-No te quitaré tu empresa. Es tuya y de mis hijos. Además... ahora, con el nuevo bebé, no debes tener más problemas.

-¿Nuevo bebé?

-¿No sabias?

-¿saber qué?

-Sasuke... Sasuke está esperando un hijo. –le dijo incrédula.

-¡¿Qué?! –su mano se aferró a su estomago. -¡Voy a... voy a ser papá! –gritó emocionado. Hinata agachó la cabeza, había hecho lo mismo con Boruto y Himawari... independientemente de la situación, ni Sasuke ni ella eran dueños de esa sonrisa de ilusión. Era de sus hijos.

-Naruto... debo irme.

-¡No! Boruto quiere...

-Solo voy a casa. Debo cambiarme. –le sonrió y abrazó con fuerza. –Espero que... algún día... podamos vernos sin que nuestros ojos huyan después de un rato. Gracias.

El rubio asintió confundido y sorprendido, luego, la vio subirse a un taxi.

Se quedó de pie, mirando el trafico de autos pasar de un lado a otro a esas primeras horas de la mañana. Sus ojos azules comenzaron a brillar y se dejó caer hasta el suelo con una sonrisa boba.

¿Qué era todo eso?

Libertad.

//////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

-¿Pero regresará verdad?

-Lo hará, deja de molestar, Boruto, duérmete.

-¡Ya es de día, ttebasa!

-Igual debes descansar.

La puerta fue azotada contra la pared mostrando a un rubio exhalando con dificultada mientras lo veía con ojos de ilusión.

-¡Voy a ser papá!

-¿Hasta ahora te das cuenta, papá?

-Ya eres papá. –le corrigió Sasuke sin inmutarse.

-Wow, dijimos mucho la palabra papá. –observó el rubio divertido mientras veía como el mayor se acercaba hasta Sasuke y se detenía a unos pasos. Sonrió cuando Sasuke lo hizo mientras su mano se dirigía directamente a su estomago reforzando la noticia.

-¡Oh! ¡Sasuke, te amo! –lo levantó abrazándolo y dando vueltas lleno de emoción. –Te amo, te amo con toda mi alma. –le confesó juntando sus frentes.

-Y yo a ti. Mi idiota futuro esposo.

El niño abrió la boca al verlos asi de cursis, dándose besitos de oso y luego pasándose saliva. Carraspeó varias veces pero no parecían poner atención por lo que estiró su mano hasta encontrar el control remoto y encendió la televisión para tratar de ignorarlos.

///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

Himawari miraba a ambos padres mientras dejaba que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Boruto la tomó de los hombros.

-Niña, vamos, esto es lo mejor, mira, ambos al fin se sonríen.

-Pero no quiero dejar de ver a mamá ni a papá.

-No lo harán. –se acercó Naruto después de firmar las hojas. –No importa con quien decidan quedarse, el otro los verá muy, muy seguido.

-Después de todo, ambos somos sus padres. –Hinata estaba dando todo de sí para verse fuerte aunque la derrota seguía calando.

-¡Yo quiero irme con mamá! –no tardó en decidir Himawari, todos estos días había estado llorando y siendo consolada únicamente por Menma, pues estaban en casa de Itachi para que Sasuke pudiera moverse libremente acompañando a Naruto. La mujer la abrazó y la elevó del suelo, ahora solo llevaba unos pantalones de mezclilla y unas zapatillas deportivas.

-Entonces, te veré los fines de semana ¿verdad? –le preguntó el rubio.

-Sí, papi. –le dijo en un puchero mientras lo abrazaba también a él.

Después, miraron a Boruto.

Sasuke también estaba ahí, Menma lo miraba interesado en su decisión aunque siendo abrazado por su madre.

-Si quieres, puedes venir con nosotros ttebayo. –le dijo Naruto tratando de darle confianza. –Serás el hermano mayor, estoy seguro que Menma y el pequeño estarían felices de tenerte cerca siempre.

-¡Sí! –secundó Menma bajándose y corriendo a abrazarlo. –Y viviremos juntos y jugaremos siempre, siempre. –Boruto dejaba que lo moviera a su antojo mientras le sonreía dulcemente.

-Ya, Menma... -Sasuke, después de todo, no era tonto. Tranquilizando a su hijo, miró a Boruto y sonrió de lado antes de tocar su cabeza con extremo cariño. –No sucederá nada malo. Anda, dile a Naruto.

Boruto sonrió agradecido antes de mirar a sus padres.

-Papá... hace un tiempo eras el peor para mi, ttebasa.

-Gracias. –le dijo sarcástico.

-Te amo. Y... siento que... quiero recuperar cada segundo que perdí contigo al estar tan alejados.

-¡Bien! En ese caso...

-Me iré con mamá.

-¿Qué? –eso le había dolido un poco. La sonrisa del menor lo hizo dudar de hablar o no.

-Menma te tiene a ti. Pero... Himawari y mamá me necesitan. Quiero estar con ellas y cuidarlas, papá. –le dijo decidido. –Yo también... yo también quiero ser un hombre como tú.

No podía estar más orgulloso de su hijo.

-En ese caso, los veré muy pronto.

-¡Claro que sí! O si no, yo mismo te buscaré hasta el fin del mundo ttebasa. –los puños chocaron antes de que el mayor lo tomara entre sus brazos para despedirse, aunque fuera solo por unos días.

-Bien, bien... el acta está firmada, los fines de semana es la visita, son diez mil dólares. –les interrumpió Karin sellando los papeles.

-¡¿Qué?! –gritó Naruto.

-Eso es lo que cobro normalmente.

-¡Pero eres mi prima, ttebayo! ¡Exijo un descuento!

-¡Yo no le doy descuentos a nadie!

-Naruto, ya págale.

-No voy a pagarle, ttebayo. Ven mañana a mi oficina, y esto lo vamos a solucionar tú y yo. –le amenazó mientras los dirigía a la salida a todos. -¡Todavía que te contrato a ti!

Un último abrazo antes de subir al taxi.

-¿Vendrás a verme, verdad? –le preguntó Menma tomando sus manos.

-Siempre. No puedo vivir sin ti.

-Si puedes, lo hacías antes. –le contestó con desconfianza.

-Pero antes no te conocía. Digamos que... -sus ojos azules miraron a Sasuke y a Naruto. –eres mi droga.

-¿Sabes que son las drogas? –se burló.

-¡Oye! –iba a reclamar pero el niño se le colgó del cuello mientras pujaba para no llorar. -Te voy a extrañar.

-Nos veremos este viernes.

-Igual te voy a extrañar.

-Y yo a ti, mi niño hermoso. –le prometió mientras lo abrazaba con fuerza. –Cuídate mucho, espero tu llamada ¿eh?

-¡Sí! –se dejó besar en la nariz antes de besarle en la mejilla.

Cuando el auto empezó a avanzar, pudieron ver a Himawari agitando su mano en forma de despedida. Naruto tomó mucho aire antes de dejarlo salir en un suspiro de alivio.

-Esto... es... nuevo...

-Supongo que jamás imaginamos llegar tan lejos. –le dijo Sasuke perdido en sus propios pensamientos.

Menma también suspiró sabiéndose libre.

Libertad.

Era maravilloso poder decir papá frente a todos.

Era maravilloso poder mirarlo y perderse en sus ojos azules sin que nadie sospechara de nada.

Era maravilloso poder besarle sin sentir que estaba traicionando a alguien más.

-Vayamos a casa, Sasuke. –le invitó con la mano estirada, el moreno sonrió ampliamente antes de aceptar el agarre. -¡Ven aquí, mi niño grandote! –con la otra mano sostuvo el cuerpecito de su hijo. –Oye, Menma... adivina, ttebayo... -le dijo mientras los tres caminaban hacia el auto.

-¿Qué?

-Me voy a quedar a dormir.

-¿Si? –preguntó entre risas. -¿Cuántos días?

-¡Para siempre!

-¡¿Escuchaste mami?!

-Sí, ambos escuchamos. –dijo mientras se sostenía el estomago apenas perceptiblemente abultado.

-¿Sabes que te amo, ttebayo?

-Sí, y yo a ti.

-Te amo... con todo el corazón, con todo el corazón, aun sin bendición...

-¡Naruto, no empieces a cantar!

//////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

-¡Bien, bien! Aquí vamos...

-¡No espérense, me falta uno! –su dedo apuntaba a cada niño. -¡Ah! Me falta el primero.

-Aquí estoy, papá.

-¡Naruto! ¡¿Cuántos hijos más piensas tener?! –se burlaba Kiba mientras trataba de ponerse la crema bloqueadora en su espalda sin ayuda de nadie.

-¡Tu cállate, idiota!

-Ya, asi nunca podrá sacar la foto. –les gritó Ino mientras acariciaba la espalda de su novio Sai.

Boruto se sentó en el filo de una jardinera a la izquierda de su padre, Himawari se puso a sus pies presumiendo su nuevo salvavidas redondo. Menma tardó un poco pero al final pudo subirse a la misma jardinera colocándose del lado derecho mientras saboreaba su paleta. Y el menor, si, su pequeño Charasuke de apenas cuatro meses de nacido estaba siendo cargado por su fuerte papi.

-Digan "pene".

-¡Sai!

-¡Pene!

-¡Menma!

Bien...

Dios, esto es tan difícil.

Fin.

¡Oh por Dios! Muchas gracias por apoyarme al cien por ciento en este proyecto. Lo amé y estoy orgullosa, espero que ustedes también lo quieran como yo. Muchas gracias, de verdad, por haberla recomendado, los votos, los comentarios que me sacaron más de una carcajada a veces. Gracias. Gracias. Gracias.

GRACIAS.

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