Gefängnis (ls)

By tellmealiest

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Autor: Isabel Jahee. Adaptación: Si, todos los créditos a la autora. Genero: Drama/ Angustia/ Romance/ Traged... More

Prólogo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13

Capítulo 1

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By tellmealiest

La cara sonriente de Harry aparecía en todos los periódicos del orbe, con distintos títulos, desde el más simple como: Asesino, hasta los más insultantes como: ¿cara de ángel?...no, demonio asesina a su 'mejor amigo'.

La madre de Harry, rompió los periódicos y se levantó limpiándose las lágrimas para ir a ver a su hijo, que hoy sería trasladado a la prisión.

Su esposo, Des, había muerto en un accidente automovilístico hace cinco años y justo cuando Harry y toda la familia parecía haberlo superado, se le venia esta avalancha encima, ella le creía a su bebé, y ¿como no hacerlo?, si con sólo ver sus inocentes ojos podía leer su alma y podía vislumbrar su pureza, era una total injusticia.

— ¡Gemma apresúrate, iremos a ver a tu hermano! – Una niña preciosa bajó las escaleras con los ojos hinchados, su cabello castaño le caía por la espalda, que a diferencia de Harry, el de ella era lacio, de grandes ojos castaños, heredados por su padre, nariz pequeña y labios finos rosa pálido, Gemma apenas tenía ocho años.

— Mamá extraño a Harry, ¡no quiero que se vaya! – Chilló abrazando a su madre

— Tranquila, mi amor, él estará bien – La consoló haciéndose la fuerte, aun que por dentro, estaba totalmente destrozada.

Anne Styles, decidida a ser fuerte por sus hijos, se puso de pie decidida, amarró su pelo castaño en una coleta y salió de su hogar firme.

****

Después de darle su nuevo uniforme, el policía cerro la celda de la comisaría, pronto sería trasladado a su nuevo 'hogar', y sí, debía admitir que estaba muy asustado, todo había dado un giro totalmente inesperado, hace unas cuantas semanas estaba estudiando, saliendo con Zayn...y ahora, un nuevo prisionero.

Zayn...había guardado el único recuerdo que le quedaba de él; la cadena, y en ese mismo instante colgaba de su cuello y misteriosamente se sentía bien, cuando la tocaba, o con tan sólo recordar que la traía puesta, por que sabía que Zayn le estaba cuidando.

Se quitó la ropa para colocarse su nuevo uniforme, éste consistía de un pantalón gris y una camisa de algodón blanca con mangas cortas.

El pantalón le nadaba, lo arrastraba y tenía que sujetárselo para que no cayera, y la camisa parecía bata y le llegaba hasta los muslos.

¿Acaso lo habían hecho a propósito?

O tal vez él era muy pequeño, Zayn siempre se lo decía.

El policía entró y le vio de pies a cabeza, para después reír disimuladamente, reconocía que esa imagen le causo ternura.

Harry, tenía todo su cabello rizado revuelto, con sus ojos vedes muy abiertos y sus mejillas sonrojadas, mientras que con una mano tenia agarrado el pantalón de un costado para evitar que este cayera.

Parecía imposible que esa criatura tan bella fuera un despiadado asesino, pero su trabajo le había enseñado que no podía fiarse de las apariencias.

— No te quedó muy bien – Dijo burlón – No te preocupes, te confeccionarán algunos a tu medida en la prisión.

— ¿A qué prisión iré?, ¿Cómo es? – Preguntó curioso. El policía sabiendo que estaba prohibido hablar con los reos, no pudo resistirse a la voz melodiosa de Harry, y a la inocencia reflejada en cada una de sus facciones

— Una mierda, deberás tener cuidado, hay más escoria de lo normal, pero te acostumbrarás y hasta te divertirás.

— ¿Divertirme? – Preguntó confundido

— Si, cada treinta minutos hay peleas, a los reos les encanta las peleas ¿a ti no?

— Dios...no soy partidario de la violencia – Lejos de tranquilizarlo, aquello lo alarmó.

— También hay actividades recreativas, ya sabes fútbol, básquetbol, soccer – El policía, lo analizó, un supuesto asesino diciendo que no era partidario de la violencia...era algo paradójico.

— Hum...nunca fui bueno en los deportes, a mi se me daban más los libros – Sonrió desinteresadamente, haciendo varios estragos en la mente del policía, aquél chico realmente era interesante, era muy buen actor, o un inocente.

— Es mejor darnos prisa tus familiares te están esperando para despedirse – Los ojos esmeraldas de Harry se iluminaron y de inmediato emprendieron la marcha, el policía lo llevó hasta los teléfonos, de donde se comunicaban.

El policía, observo a la hermosa familia y sintió pena por ellos, la pequeña lloraba desconsolada y su madre trataba de calmarla sin éxito mientras Harry trataba de no mostrar más lágrimas.

— Harry cariño, te entregarán tus libros favoritos y otros más que te compre para que no te aburras, también algunas fotos, una Biblia y un rosario, y cualquier cosa, no dudes en pedírmela, ¿está bien corazón?, cada fin de semana vendremos a visitarte – Harry asintió agradecido; quería besarlas, abrazarlas, pero solo se conformó con unir sus palmas a través del cristal.

****

Se había despedido con todo el dolor de su corazón y antes de subir a la patrulla le esposaron, con esos fríos grilletes que lastimaban sus muñecas.

El camino fue largo y por ello se quedo dormido por largo rato, hasta que el salto del auto le hizo despertar sobresaltado, y para darse cuenta que habían llegado. La prisión estaba a las afueras de la ciudad, alrededor era sólo monte, pero un paisaje maravilloso, que sonrió gustoso, se podían observar las montañas verdes y donde se respiraba un aire puro, pero su vista se topó con unas enormes paredes que al final de su estructura estaban a rebosar de alambre de púas.

— Y bien ¿que te parece? – Preguntó un policía rellenito

— Es horrible...— Contestó Harry a secas

— Y eso que no lo has visto desde adentro – Repuso riéndose burlonamente

Al entrar pudo vislumbrar las canchas áridas, dos de básquetbol y una de fútbol, pero estas se encontraban vacías.

— Están comiendo – dijo como si hubiera leído sus pensamientos – Iremos a la dirección y después serás llevado a tu celda – Harry asintió nervioso...dios, nervioso era poco, ¡le estaba temblando todo el cuerpo!

El rizado fue conducido hasta una puerta de madera que no tenia nombre, el policía la abrió y adentro se encontraban otros tres policías, uno era el mas alto de todos, que debía medir como metro ochenta y tres, de bigote, ojos verdes y cabello oscuro, tenia cara de pocos amigos, y tenía en su placa el nombre de Josh, el otro era muy gordito y cara simpática, cabello castaño y ojos del mismo color, que respondía al nombre de Tim.

Y una mujer, pelirroja, de ojos marrones y figura rellenita, y en su placa estaba plasmado el nombre de Marien.

Harry sintió como los tres policías lo inspeccionaban de pies a cabeza, y se removió incomodo.

— ¡Dios santo! A quién se le ocurre traer este niño aquí ¡no sobrevivirá ni una semana! – Exclamó la mujer policía, el comentario, indudablemente asustó al rizado, que sintió palpitar su corazón más de prisa.

— ¿Por qué? – Susurró tímidamente

— ¡Por que! Cómo que por qué...sólo obsérvate niño, todos te querrán coger allá dentro – Harry abrió sus ojos como platos, mientras escalofríos recorrían todo su cuerpo.

— Deja de joder Marien, seguro que el chico se sabe cuidar bien, no por algo es un asesino, ¿no? – Opinó el policía más alto, Josh. Harry, que había soportado mucha presión, al recordar la muerte de Zayn, se le aguaron los ojos y unas lágrimas silenciosas brotaron, incapaz de limpiarse las lágrimas al tener esposadas las manos agachó su cabeza, avergonzado.

Los policías se voltearon a ver entre sí, sin entender.

— Bien, Tim necesito algunos uniformes a su medida, no puede traer siempre mecate amarrado al pantalón, y la camisa parece bata de dormir, tráele los que eran de David, era casi de su misma complexión – Ordenó Marien, Tim asintió y salió.

— Bien, Josh quédate, los demás pueden salir, vamos a revisar al chico – Los otros asintieron y obedecieron, Harry supuso que Marien debía ser la jefa. – Bien, preciosura acércate – Harry levantó el rostro confundido.

– ¿Revisarme? – preguntó con cierto temor.

— Pues claro, tenemos que revisarte el cuerpo, desnúdate por favor – Respondió naturalmente, la pequeña boca de Harry se abrió de impresión

— ¿Desnudarme? – Repitió aún sin creérselo

— A que mierda...es que eres autista o que, deja de repetir y haz lo que te dice – El rizado lo miró asustado y asintió tímidamente.

— Iré por los sobres a la oficina, puedes ir quitándole las esposas, no tardo –Marien salió de la oficina dejándoles a solas.

— Bueno, te vas acercar o que...no muerdo – Farfulló molesto, Harry se sobresaltó y avanzo rápidamente, pero, justo en medio camino ocurrió algo que hizo que su rostro se coloreara fuertemente

La correa que sostenía el pantalón se soltó y éste resbaló hasta dar al suelo, la camisa apenas le tapaba sus partes íntimas y sintiendo la penetrante mirada del ojiverde recorrer su expuesto cuerpo, se quedó estático por cortos segundos, nervioso y torpe. Josh lo observó con interés, recorrió las delgadas y cremosas piernas hasta donde la camisa le permitía ver. Harry, ya muy avergonzado, decidió moverse para ir tras la mampara, pero sólo consiguió trastabillar y caer de nalgas. Emitió un gemido de dolor; la caída había sido dolorosa, y su mano se había rasgado levemente. El pequeño rizado cayó en una posición muy comprometedora que mantenía muy ocupado al policía para poder ayudarlo.

Con las manos esposadas en su espalda baja, las apoyó sobre el suelo, mientras sus piernas estaban flexionadas y separadas, sólo protegido por sus calzoncillos, Harry inmediatamente bajó las piernas, escondiendo el rostro entre su cabello castaño. Más avergonzado que nunca.

— ¿Por qué no te compras un babero Josh? – Marien rompió el silencio ayudando a un avergonzado Harry a ponerse de pie y acomodarle el pantalón, el policía que estaba más rojo que un tomate y no sabía donde meterse sólo atinaba a balbucear. – Seguro que llevaba años en el suelo y tu parado sin ayudarle – Marien, disfrutaba de los gestos de Josh, ya que no era común verlo tonteando.

— Creo que mejor lo revisas tu sola – Finalizó el alto policía saliendo inmediatamente de allí. Marien sonrió a medias.

— Bien, niño, Te revisare la boca, el recto y checaré tus ropas para asegurarme que no haya nada dentro ¿ok? – Harry casi se desmaya, pero al ver que no tenia otra opción, se dejó hacer y al cabo de cinco minutos, ya estaba listo. Tim llegó con un uniforme, se lo probó y le quedó exactamente a su medida.

— Chico, tendrás que darme tu cadena – Le informó la policía, Harry la apretó contra su mano fuertemente y negó.

— No por favor, no es nada malo, puede checarla, pero no me la quite – Le rogó angustiado.

— Son las reglas niño, puede causarte problemas allá abajo.

— No, yo la cuidaré bien, por favor, por favor – Sus ojos volvieron aguarse y Marien cedió.

— Luego no vayas a llorar por que te la hayan robado – Harry sonrió enérgicamente y negó con su cabecita.

— Bien te llevaré a tu celda, estuve viendo las celdas disponibles y elegí la más conveniente para ti, la más segura, es la numero 167, el hombre con el que compartirás la celda es respetable en la prisión, y te respetará a ti también. Las reglas son, no buscar pelea, no faltarle el respeto a los guardias de seguridad, entre otras; están pegadas en los dormitorios. El desayuno se sirve a las nueve, la comida a las tres y la cena a las ocho, puedes inscribirte el los clubes de deportes, ahí te darán los respectivos horarios, las visitas son sábados y domingos de dos de la tarde a las cinco, en tu cama están los artículos de higiene como pasta de dientes, cepillo, toallas, uniformes, entre otros, así como las cosas que tú familia te ha enviado. ¿Alguna pregunta? – Harry negó, todo estaba más que claro.

— Ahora, mis recomendaciones son las siguientes: trata de estar siempre con la multitud, y frecuenta los lugares abiertos y donde haya guardias, trata de tener algún amigo para que siempre te acompañe y si hay algún problema nos lo haces saber a alguno de nosotros, ¿está bien? — Harry no pudo evitar sentir miedo, ¡dioses!, ponían aquel lugar como el mismo infierno. – De ahora en adelante serás en prisionero M56981, no lo olvides – Le entregó su identificación y llegaron a unas enormes rejas, Marien introdujo un código de seguridad y está se abrió.

— ¿Listo, Styles? – Respiró fuertemente en un par de ocasiones y aún temblando asintió.

Marien empujó la puerta de seguridad qué daba acceso a las celdas y Harry pudo contemplar el lugar.

Era un largo pasillo que no parecía tener fin, bastante ancho donde se encontraban las celdas, una frente a otra y como si esto no fuera suficiente había dos largas escaleras de metal, una en cada extremo, éstas conducían al segundo piso, donde había aún más celdas. Cada una consistía de una litera, un pequeño lavamanos, una mesa de plástico y largas tablas empotradas a la pared, tipo librero.

Su corazón se encogió al saber que la mayor parte de su existencia la perdería allí, encerrado y solitario, sin ver crecer a su hermana y envejecer a su madre, sin poder cuidar de ellas, pagando por un crimen que no cometió y lamentándose la muerte de Zayn.

Tan sólo de pensar en aquél fúnebre futuro le volvía loco y no sabría si podía ser capaz de soportarlo.

— ¿Es que dios se ha apiadado de nosotros y nos ha mandado a éste ángel para gozar? – Aquello terminó por sacarlo de sus ensimismamientos mientras las penetrantes miradas de los presos se clavaban como agujas en su cuerpo.

Harry enrojeció de inmediato al escuchar palabras vulgares ir y venir, dirigidas a su persona, y decidió bajar la mirada al observar que los reos hacían gestos demasiado obscenos para sus ojos, algunos tan claros como el agua y otros que no alcanzaba a entender pero tampoco le interesaba saber su significado.

— Nunca me he cogido a un castaño tan bonito, ¿quieres sentirla, zorrita? – Gritó uno quién sabe de donde, Harry sólo quería correr lejos de allí, en su vida se había sentido tan ofendido.

¡A callar el hocico, cerdos, vuelvan a sus tareas y dejen de joder! – Rugió Marien, seguida por las estridentes risas.

— ¿Joder?... ¡Jodida la que le pondré al bonito! – Gimió un hombre de color apretándose su sexo, el rizado lo pudo observar de reojo y otra sacudida de miedo azotó su cuerpo.

— Tranquilo...— Le susurró la pelirroja – Sabes...tienes mucha fuerza para aparentar tanta delicadeza – Marien señalo su brazo con la mirada, Harry, lo había estado presionando por largo rato, apenado, le soltó de inmediato.

Tuvo que soportar la humillación por algunos segundos más hasta que llegaron casi al final del pasillo, la celda número 167, ésta a diferencia de las demás parecía más ordenada, y estaba repleta de libros y fotografías pegadas a la pared.

Harry pensó que le gustase o no, aquella celda sería su guarida y único testigo de su amargo sufrimiento.

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