La ruta de escape, no funcion...

By Ambar001HG

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El frío metal de la pistola que se posa en la frente de Adela, le molesta cada vez más, el tiempo se acaba y... More

Advertencia
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo.

Capítulo 14

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By Ambar001HG

—¿Es esté tu nuevo trabajo?, ¿es por eso que me evitas? —le arranca la máscara haciéndola jadear.

—Axel...

—No puedo creer que me hayas podido hacer esto, tu confianza en mí y los cinco años de noviazgo, ¡¿significaron tan poco para que no me digas a la cara que no querías estar conmigo?!

—Lo hice porque no quería perderte.

Axel no pudo evitar soltar una carcajada autocrítica que resuena en aquel frío pasillo, Wanda contrae el rostro, sabe que suena a una excusa barata, pero no lo es.

—Cómo te atreves a...

—¡Me obligó, me chantajeó, no sabía qué hacer! Dijo que te haría daño y subiría el video...

—¿El video?

Wanda se da cuenta de que no puede ocultarlo por más tiempo.

—En mi adolescencia hice un video sexual con su hermano... En esa época de mi vida no sabía lo que hacía. He fracasado tanto en el amor que al conocerte y encontrar la estabilidad que busque por tanto tiempo, temí que si ese video se publicara... terminaríamos.

Cegado por la ira que estalló en su pecho, Axel no puede escucharla. Se da media vuelta, necesita descargar esa rabia.

Al verlo sumergido en sus pensamientos dejándola atrás, Wanda aprieta los dientes dándose cuenta de algo importante.

—¿Y tú?, ¿por qué un oficinista está un domingo por la noche en un bar?, ¿no tenías problemas con tu visión?, ¿dónde están tus lentes?, ¡ja! Por lo visto tú también tienes algo que decirme...

—¡Jefe! —Cayetano se apoya en sus rodillas viendo que alcanzó a Axel, sin embargo, este lo ignora y sigue observando por encima del hombro a la mujer detrás de él.

—¿Abuso de ti?

Wanda desvía la mirada y tarda en responder.

—No.

—Wanda—su voz autoritaria la estremeció e hizo alzar la vista.

En medio de la escasa luz del pasillo, Axel vio sus lágrimas.

—Lo intentó, pero...—acercándose a ella, secó sus lágrimas.

—Axel.

No la dejó hablar más, con un golpe en la nuca la noqueó, ya no podía más, así que cargándola camina hacia Cayetano esté asombrado, mira la escena hasta que Axel le entrega a Wanda, dejándola en sus manos con extremado cuidado.

—Sácala de aquí y si le falta, aunque sea uno de sus cabellos, ya sabes lo que te pasará.

De su chaqueta saca una pistola y con la mirada fija hacia donde seguía el espectáculo interpretado por otra bailarina, camina dando grandes zancadas.

«Me perderé el espectáculo» resopla Cayetano sabiendo que Axel era mano derecha de Evandro por ser un sádico sicario que hace cinco años había controlado ese mal hábito.

—¿Cómo actuará ahora que la cadena que le has puesto se hizo añicos? —mira a la inconsciente Wanda que no se da cuenta del problema tan grande que acaba de desatar.

•••

La escalofriante escena se repite frente a los ojos de Adela una y otra vez, el día de ayer fue bastante abrumador para Adela tras ver a su vecina rodeada de un charco de sangre.

Los médicos dicen que las heridas son graves... Solo toca esperar un milagro, para que esta abriera los ojos.

«Fue por mi culpa» comienza a pensar debajo de la regadera. Su celular no ha dejado de sonar, aún así no se anima a contestar.

Son treinta llamadas perdidas de su papá, sabe qué quería pasar tiempo de calidad con ella. No obstante, a eso, necesita estar sola para poner en orden sus pensamientos.

Ha faltado a la universidad una vez más, el plazo que Evandro le dio se venció.

«¿Se acordará de eso?» al eso ponerse a suponer sacude la cabeza.

Ese hombre debía estar buscándola.

Encima del inodoro visualiza el largo abrigo de Derek, respira profundo tras recordar cómo en uno de los bolsillos encontró un fajo de billetes.

«Me aseguraré de devolverte el favor» piensa en él, pues gracias al dinero que encontró durmió en un hotel, lo único que desea es estar en paz... Volver a su pacífica vida.

El ruido de un golpe hace que su mirada recaiga en la alfombra del baño debido a la vibración que hizo ante una llamada telefónica su celular, el cual cayó.

Es Lily.

Armándose de valor, haciendo una mueca, recoge el celular y contesta:

—¿Qué quieres? Si me vas a hablar de tu hermano e inventar un montón de excusas déjame decirte que...

—Te diré todo.

Incrédula, Adela sale del baño.

—¿Todo o más mentiras para que vuelva con el infeliz de tu hermano?

—Todos merecemos una segunda oportunidad, déjame reunirme contigo por un momento.

Permanece en silencio hasta escuchar la súplica varias veces y por fin decide escuchar la tan aclamada verdad, esperando que algo bueno salga de todo eso.

•••

Tamborileando los dedos en la mesa del colorido lugar, en donde por todo el local se puede oler el delicioso humeante pan recién horneado.

—¿Y bien?, ¿cuándo empezarás hablar?

Con los ojos hinchados de tanto llorar y no haber dormido con la culpa atormentadora, Lily baja las cejas.

—Adela, por favor perdóname, yo solamente quería cuidarte.

—No he venido a escuchar disculpas vacías, quiero escuchar de que me cuidabas para que pueda entenderte Lily Ana Guzmán Álvarez.

Apretando los labios baja la mirada.

—Hay cosas que no me dijiste, las últimas semanas antes del accidente parecías muy contenta, salías mucho con tu mamá, me dijiste que me contarías todo, pero no pudiste hacerlo lo único que sé es...

—¿Adela? —una chillona voz hace que Adela voltee, viendo a su hermana entrar en el negocio.

Wanda al despertar vio a un hombre durmiendo al lado de ella en una camioneta, este despertó, amenazándolo hizo que le entregara su Chesterfield de oscuro color para cubrir su desnudez.

Cayetano, riendo, aceptó su demanda deseando ver la cara de su jefe cuando no la hallé después de hacer un desastre a causa de ella en ese bar.

Pero Wanda solo vio llamadas perdidas de su padre quien le pedía buscar a su hermana por quien salió preocupada a recorrer todos lados, hasta por fin hallarla, sabía que podía estar en esa cafetería que por años ha sido su favorita.

Viendo a una llorosa Lily frente a su hermana, se le descompone el estómago.

—Sigue hablando Lily.

—¿Acaso Wanda no se va?

—Recién llego, ¿y ya quieres que me vaya? —burlándose, toma asiento junto a las dos.

—Lily, por Wanda no saber caí en las garras del lobo.

Queriendo saber lo que sucede, Wanda intervendría, aun así, se detiene al ver la seriedad de su hermana.

—¿Recuerdas cuando me dijiste que te acordaste de haber caído de un puente al mar?

Adela asiente.

—No sé quién te ayudo, déjame aclarar que estabas huyendo con treinta millones de dólares... Le robaste Adela, le robaste a Evandro Barker.

—¡Treinta millones!, ¡esto debe ser una jodida broma! —se levanta Wanda de su asiento exclamando y llamando la atención de todos, Adela por su parte conmocionada, palidece y reflexiona.

«Treinta millones de dólares».

Ni que se esclavizara trabajando podría buscar semejante cantidad «¿en realidad tenía tanto dinero?» piensa tratando de recordar, ese día en donde huía, solo tiene un vago recuerdo de estar ahogándose en el mar con un montón de papeletas rodeándola, mientras se hundía.

—Es mi culpa, es mi culpa—murmura Lily por lo bajo una y otra vez.

Wanda, que escucha sus lamentos, aprieta los puños tanto que sus nudillos se tornan blancos, sintiendo como algo quema desde su interior, apunta con el dedo a esa mujer.

—¡Cállate de una buena vez!, ¡acepta que Adela no es una niñita a la quien podías prevenir de todo mal! —dando grandes zancadas se acerca a Lily.

—Lo que sucedió fue inevitable, que no pudieras contestar sus llamadas el día del accidente cuando se supone se quedaría contigo, no quiere decir que seas la que ocasionó todo eso, ¡despierta ya y deja de culparte, mejor di todo lo que Adela no recuerda que tú sepas!

—Es tan fácil para ti decirlo, no te importa si sufre al saber todo, ¡fue a mí que antes de quedar en coma me miro a los ojos llorando y diciendo que quería olvidarlo todo!

—No es tu decisión elegir o no lo que le conviene a mi hermana, después del accidente Adela no elige ni lo que comerá sin pedir tu opinión primero ¡la has vuelto inútil, has hecho que sea una marioneta!

—¿Desde cuándo te has llevado bien con ella? Antes del accidente ni siquiera hablaban, debía ir con su madre a todas partes, mientras tú estabas sumergida en todas las discotecas del barrio revolcándote con lo primero que se te apareciera.

La gente expectante deja de comer para ver la escandalosa escena, Wanda estalla y levanta la mano dándole una bofetada a Lily que la hace caer de bruces al suelo.

—¡Golpéame más!, ¡eso no va a borrar la verdad!, ¿y así querías que te contara algo de Adela? Lo único que sabes hacer es usar la violencia cuando una situación difícil se te presenta.

—Hoy amaneciste muy graciosa, así que déjame refrescarte la memoria, ¿acaso no fuiste tú quien creó un teatro con mi hermana y ese hermano tuyo? Haciendo que sean...

—¡No digas ni una palabra más, es por eso que no te soporto! —le lanza una bofetada, si bien eso quería Wanda le sostiene la mano antes de que la golpee.

Llegaron los meseros interviniendo en la reñida pelea, aun así, ambas no ceden, tratan de seguir golpeándose entre sí.

—¡Basta, basta a las dos!, ¿no les da vergüenza hacer esto? —riendo sin ganas, Adela se palmea el rostro—Si no puedo tener una conversación decente con ustedes, no quiero escucharlas, ahora no me sigan quiero estar sola.

Dejando el dinero de las bebidas y llevándose la suya, se apresura a salir. El asunto del dinero sigue agobiándola como para también ver a su hermana y a su amiga pelear.

—Treinta millones ¡joder! —se golpea la frente afuera del establecimiento, quería pensar que el asunto era algo trivial, pero acaba de darse cuenta de que eso no es así.

«El boleto de avión» se detiene al recordar que el vuelo está programado para ese día a las seis de la tarde, ve el reloj de su celular, todavía le quedan cinco horas.

«¿Y si me voy?» la mirada se le oscurece viendo a una lagartija en la calle ser atrapada por un ave.

No, ella no podía dejar que Evandro la encontrara mucho menos, siendo que ahora no recuerda nada de lo que hizo.

¿Por qué no podía recordar? Es lo que le pregunto a su sicólogo cuando esté dedicándole una mirada llena de compasión le afirmo qué hay una alta posibilidad de que estuviera ella misma bloqueando esos dolorosos recuerdos.

•••

Detrás de una de las numerosas columnas de la universidad, Adela se esconde.

«Me he vuelto loca».

Antes de irse ha decidido sacar de su casillero un bloc de notas, cada vez que algo recordaba apuntaba en eso todos los detalles.

Además, es en la universidad que pasaba más tiempo, allí lo dejaba agradeciendo que no estuviera en su casa, la misma que incendió hace unos días.

Sacude la cabeza al recordarlo, de su casa solo quedan escombros.

—¡Por fin se acabó la clase de geografía! La profesora todo me lo preguntaba a mí ¿no te diste cuenta?

Los murmullos detrás de ella hicieron que se escabullera colocando el código de su casillero lo más rápido que pudo.

—Eh... ¿¡Qué es esto!? —con el ceño fruncido se aparta dejando caer los incontables pétalos negros.

Se esparcen por el pasillo y Adela los saca del casillero tratando de encontrar su bloc de notas. Abruptamente, se detiene, notando qué hay un celular pegado mostrándole un video...

De ella saliendo de la cafetería hace una hora.

De bruces cae en el suelo, llevándose las manos a la boca, retrocede alarmada, viendo hacia todas partes.

La está siguiendo, sabe dónde está.

—Sal... ¡Sal de donde estés maldito! —exclama en el pasillo parándose del suelo, en el preciso momento que un grupo de estudiantes salen de sus clases.

—¿Qué le pasa?

—¿Está loca?

—¿De dónde vienen todos esos pétalos de rosa?

No, no se quedaría en esa ciudad en donde la estación de policía más cercana está cerca de la casa que incendió, que se encuentra a una hora de su universidad, en donde la gente es indiferente a los problemas ajenos y dónde está Evandro Barker y ese acosador.

«¿Y si el acosador es Evandro?» considerando tal cosa se echa a correr, ¿cómo puede ese acosador saber dónde ella está? Se detiene de repente, casi provocando que el grupo que venía caminando detrás de ella, chocaran.

Cae al suelo ante ese impacto y al celular se le sale la batería.

—Lo siento, lo siento—con las manos temblorosas recoge su celular, mientras las personas detrás de ella se quejan al tropezarse.

—¡Oye, te falto recoger eso! —una joven señala algo que cayó junto al celular.

Arrugando la nariz, Adela niega.

—Si, eso se cayó con el celular

—¡Yo estaba buscando uno de esos en internet!, ¿dónde lo conseguiste? —contento grita un joven acomodándose los lentes para comprobar que eso era lo que quería.

—¿A qué se refiere? —tragando con fuerza, Adela lo mira con los ojos muy abiertos.

—Habló del rastreador GPS, como se me pierde mucho el celular quería conseguir uno, ¿me lo puede vender?

—¿Rastreador?

—Sí.

Dejándolo con la palabra en la boca, emprende la huida, lo sabía, sabía que no era normal que ese hombre la encontrara en todos los lados.

«Fue ese día... El día que entró a mi cuarto» sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal, no deja de correr, le enferma la sola idea de permanecer un segundo más en ese lugar propensa a toparse con quien no quería.

Tentada a lanzar su celular en más de una ocasión lo mira, tratando de calmarse e irse de esa ciudad lo antes posible.

—¡Cuidado!

Aturdida mediante el grito, sube la cabeza entrecerrando los ojos por los fuertes rayos del sol.

—Es cierto que el mundo es pequeño, es bueno volver a verla.

Sin poder ver bien su cara por el sol, baja la cabeza.

—Lo siento, estoy un poco apresurada.

—Qué lástima, como soy nuevo aquí pensé que al ver a alguien familiar me iría mejor.

—¿Alguien familiar?

—¿Ya me has olvidado?

Colocando su mano en la frente de Adela le hace sombra para que pueda verlo.

—¡Oh! Eres el vampiro.

Le provoca una breve carcajada ante el recuerdo de ese día en el hotel que ella le hizo semejante comparación.

—Lo siento mucho, pero no puedo quedarme para ayudarle.

Es ahí cuando aquel hombre se da cuenta de que Adela parecía a punto de llorar, deja de reír y desvía la mirada.

—Lamentó interrumpirla en este momento.

Sin despedirse sale enseguida al recordar ese fatídico día en donde en el hotel, su celular, trajeron y en este había una foto de ella durmiendo en ese local.

—¡Taxi! —llama montándose con el primero que se detuvo frente a ella.

—Al aeropuerto ¡rápido!

•••

Lanzado un bufido sigue mirando la pantalla que indica el flujo de los vuelos, intercambio su celular por una gorra, unas gafas de sol y unos cuantos billetes que solo le servirían para comer una semana.

La decisión ha sido difícil y con cada segundo que se queda en ese lugar, más se pone a pensar en su padre y hermana.

Sí, está desesperada, se marchará por un tiempo. Tiene buena memoria, por eso memorizo algunos de sus contactos telefónicos y repite los nuevos en su cabeza como si se tratara de una canción.

—... Pasajeros por favor pasar al pasillo B—sobresaltada se da cuenta de que acaban de mencionar su vuelo.

No lleva maleta, algunos la miran con sospecha, no obstante, a eso en ese aeropuerto no hay muchas personas y los vuelos son escasos, si perdía su vuelo no tiene de donde para comprar otro boleto.

Grandes zancadas, escucha, proviniendo del pasillo de abordaje, mira detrás de ella y deja escapar un suspiro de alivio.

«Lo siento, Wanda».

«Lo siento papá».

Aborda el avión y toma asiento, recostando la cabeza, sonríe nerviosa.

—Estimados pasajeros, lamentó decirles qué hay un pequeño retraso. Mantengan la calma, en breve despegaremos.

La gente comienza a quejarse, Adela por su parte se acomoda, no le importaba esperar unos minutos más.

Todos abordó, se callan, el bullicio cesa de repente. Adela dirige su mirada a la puerta de abordaje, en donde entra un hombre.

Vestido con ropas ostentosas de gala, se pasa una mano por el cabello bien peinado mostrando sus dedos repletos de anillos de oro.

«No».

«No puede estar pasando».

Con los ojos abiertos a más no poder, Adela deja de respirar viendo al sonriente Evandro anunciar:

—Lamentó la intromisión, pero mi señora se ha equivocado de vuelo.

Nadie tiene el valor de hablar, quizás afuera de ese pueblito considerado inexistente en el mapa debido a la alta tasa de criminalidad, la gente considera a Evandro Barker un exitoso empresario, aunque ahí, en esa ciudad, todos reconocen el emblema de sus anillos, característicos de su poderosa mafia.

Se inclina hacia el oído de Adela, sin dejar de mostrar su maliciosa sonrisa y susurra:

—Sal ahora a menos que no quieras que te arrastre... Adela Smith, se te acabó el plazo.

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