Dorkable.| Kim TaeHyung;BTS.

By snowdwarff

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"Kim TaeHyung era una mezcla muy extraña, que consistía en: Un 99% de idiotez y un 1% de adorabilidad. Y... More

u n o.
d o s.
t r e s.
c u a t r o.
c i n c o.
s e i s.
s i e t e.
o c h o.
n u e v e.
d i e z.
o n c e.
d o c e.
t r e c e.
c a t o r c e.
q u i n c e .
d i e c i s é i s.
d i e c i s i e t e.
d i e c i o c h o.

P r ó l o g o.

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By snowdwarff

No podía creerlo, la rabia me llenó y las ganas de asesinarlo fueron demasiado grandes. Si hubiera tenido un cuchillo se lo habría enterrado en la pierna, es que estaba volviéndosele costumbre aparecerse así y mi paciencia se agotaba rápido. ¿No le bastaba molestarme todos los días ? No, claro que no. Quería seguir atormentándome , hasta en mi propia habitación.

Ese espécimen ciertamente extraño me provocaba una ira incontenible, había prometido no volver a entrar sin mi permiso a mi guarida pero ahí estaba. Contuve la respiración y avancé decidida a golpearlo, yo no lo había invitado a entrar a mi cuarto, ni siquiera tuve la opción de decidir si lo quería en mi vida, así que estaba invadiendo MI espacio e iba a tener que largarse.

Inhalé y me preparé para gritarle como lo hacía casi a diario, los vecinos nos odiaban bastante en verdad.

―¡SAL DE AQUÍ!.―Clamé estridente al verlo recostado sobre mi cama con mi brasier de encaje blanco más lindo y femenino sobre su rostro. Sí, han leído bien, sobre su rostro. De hecho, estaba sobre sus ojos. Parecía una mosca, hasta se lo había amarrado a la cabeza para que no se le cayera tan fácilmente.

No se movió, pude ver la sonrisa amplia que esbozó. Siempre disfrutó hacerme enfadar y nunca entendí por qué.

―No, no, no iré a ningún lado. ―Chasqueó la lengua, cruzándose de brazos y relajando su postura. ― Ah, por cierto, he encontrado estos lentes pero no veo muy bien con ellos. ― Murmuró, con esa voz ronca y rasposa que parecía la de un anciano pervertido que te pregunta si quieres un dulce para después arrastrarte a algún lugar oscuro y violarte.

El muy idiota estaba hablando tonterías, como siempre.

Lo escuché reírse como un bobo de su propio chiste y rodé los ojos, ¿No podía reírse como una persona normal? Él tenía una risa que se me hacía totalmente molesta y me imaginaba como se habían achinado sus ojos bajo las copas de mi sostén al hacerlo.

Todo sobre él me enojaba. Estaba segura de que mi rostro había cambiado su color a un rojo furioso, pese a que quería que se largara no iba a hacerlo hasta que le pusiera atención, siempre actuaba como un niño estúpido y mimado. Tragué duro porque estaba haciendo más saliva de lo normal por el enojo y repasé mi cuarto con la mirada, el mueble de mi ropa tenía los cajones mal cerrados, ah , de verdad quería asesinarlo.

―Por supuesto que no ves con ellos, no son lentes, es mi maldito brasier. ― Espeté y caminé hasta la cama para arrebatárselo de la cabeza, fui algo brusca por lo que se quejó y removí mechones de su cabello pero no se movió, solo me miró atento. ―¿Cuántas veces te he dicho que te mantengas alejado de mi habitación? ¡Está prohibido entrar aquí!

No respondió.

Sabía lo que venía, un sermón sobre mi mala actitud, su sonrisa sarcástica y se iría dejándome con una vena marcada en la frente. Esa pelea era típica, solía entrar en mi cuarto sin mi permiso y había empeorado notablemente desde que cumplí los diecisiete. Sin embargo, mantuvo su postura y solo me observó, con una extraña expresión.

Decidí ignorar su silencio y di un par de zancadas hasta llegar a mi closet, abrí el cajón de mi ropa interior y lo eché dentro, para después voltearme con la rabia arremolinando en mi vientre sin mencionar que me ardía la cara porque de verdad, estaba enfadada.

No entendía su actitud, parecía querer molestarme siempre, a toda hora, en todos los lugares pero, a escondidas. Solo yo me daba cuenta de su trato "especial" hacia mi y eso solo aumentaba mi odio hacia su persona.

¿Era tan difícil entender que me gusta tener mi espacio, libre de idiotas, libre de él? Mi habitación siempre ha sido mi refugio, dentro tengo todo lo que necesito, hasta comida escondida en caso de necesitarla. Comida, igual a dulces por cierto.

― Ya te lo he dicho antes, aléjate de mi habitación, ¡Es MI habitación! ¿Acaso tendré que cambiar la cerradura de nuevo? Porque si lo hago, esta vez me aseguraré de que mi mamá no te dé una copia de la llave. ―Apreté los dientes cuando terminé de hablar, mi voz hizo eco en el silencio del segundo piso y él se tensó, frunciendo el ceño cuando mencioné lo de la copia de la llave porque iba a significar tener que mantenerse alejado de mi.

Siempre pensé que en el fondo estaba un poco obsesionado conmigo, pero era perturbador en verdad así que en algún momento decidí ignorarlo. Mala decisión, solo empeoró con los años.

― ¡Tengo derecho a entrar aquí, niña! ―Exclamó y se sentó en la cama para después mirarme entrecerrando los ojos. ¿De qué derecho hablaba? ¡Estábamos en mi casa y en mi habitación! Jadeé incrédula. ― Además, encontré algo que me preocupó... ― Oh no, no otra vez. Entré en pánico al instante en que lo vi meter la mano bajo una de mis almohadas y sacar de ahí lo que había ocultado por meses. ― ¿Desde cuando usas este tipo de lencería, en donde quedo la ropa interior de abuela que solías llevar?.― Alzó una ceja y miró alternadamente al pequeño calzón y luego a mi.

Enrojecí más si podía.

En los últimos dos años, él y yo habíamos tenido nuestras peleas titánicas por esta misma razón. Cuando se emborracha, entra a mi habitación y revisa mis cajones, especialmente el de mi ropa interior. ¿Por qué? No tengo ni la más mínima idea.

Años antes, cuando descubrió el tipo de ropa interior que usaba se burló de mi sin cesar porque en sus palabras, usaba carpas de circo como ropa interior. ¡Usar tangas me asustaba cuando era más pequeña! No fue mi culpa pensar que iba a sufrir algo como calzón chino si me las ponía. Y de todas formas, no tenía por qué saber qué tipo de lencería usaba ni mucho menos tomarla sin mi permiso.

Agitó la mano y alzó las cejas, relamiéndose los labios mientras sus pupilas iban de la prenda a mi cuerpo, sin nada de vergüenza. Maldita sea, sentí mi cara calentarse mucho. Mi amiga Min-Bong me había regalado esa minúscula tanga en navidad y lo oculté porque pensé que jamás iba a usarlo, quedó olvidado en el fondo de ese cajón. El entrometido había hurgado de nuevo allí y mis ganas de darle un par de puñaladas se incrementaron.

― Ahora se honesta conmigo, ¿Ya te la has puesto?.―Ladeó la cabeza, enseñándome su mandíbula y entornó la mirada, viéndome de un modo extraño a la par que remojaba sus labios con la punta de su lengua. Una incómoda sensación recorrió mi columna vertebral. ― Porque si fue así, serías una niña muy, muy mala Jiyoon y mereces un castigo.― Hice puños mis manos y me hice daño con las uñas , pues se enterraban en mis palmas y sin poder evitarlo, di un chillido de indignación por su tono pervertido.

Él contuvo una risa, disfrutando demasiado el momento y cambiando de personalidad en cuestión de segundos pues me dedicó una sonrisa cuadrada, totalmente inocente mientras esperaba mi respuesta.

― Maldito fisgón. ―Murmuré, tenía mucha rabia, era en serio un idiota fisgón e irrespetuoso.

Y tarareó alguna canción que desconocía, comenzando a balancear la tanga entre sus dedos, jugando con el elástico y alzando una ceja que se perdió entre su flequillo largo y castaño, dejando que sus pies descalzos tocaran el piso de mi habitación pero sin levantarse de la cama.

Siendo bastante honesta, había algo en su persona que me daba miedo. No se trataba solo de su personalidad volátil pues solía ser bastante idiota e infantil, sino de la forma en que me veía cuando bebía y estábamos solos, analizaba cada uno de mis movimientos, terminaba previniendo mis acciones y siempre certero al responder a mis insultos.

Pero se insinuaba de un modo incorrecto y no sabía como responder a eso. Ni siquiera estaba segura de que lo recordase a la mañana siguiente pero yo sí lo hacía y mi desprecio por él solo crecía y crecía.

― ¿No dirás nada en tu defensa entonces? Eres una niña mala. ―Hizo un mohín al llamarme de esa forma, intentando lucir tierno pero en un tono tan fingido que quise rodar los ojos.

¿A dónde quería llegar con todo eso?

― ¿Desde cuándo es un crimen usar tangas? Soy lo suficientemente mayor como para decidir qué mierda usar. Así que con eso claro, ¿Puedes largarte ya?.―Contraataqué, hastiada de aquella charla.

Parpadeó varias veces, al parecer sorprendido por mi energética respuesta pues solía ser más violenta y deslenguada, levantándose de la cama con parsimonia.

¿Iba a rendirse tan fácil?

―Me pregunto qué diría tu mamá si supiera que estás usando esto, quiero decir, míralo, es transparente. ―Parecía realmente disgustado mientras volvía a analizarlo. ―Oh...―Musitó, entonces, como si hubiese hecho un descubrimiento que le perturbó pues su cara se frunció en desagrado. ―¿Acaso estás saliendo con alguien?

Ahí estábamos de nuevo. Esa maldita curiosidad por mi vida amorosa. ¿No entendía que no lo quería cerca y ya? No tenía por qué compartir cosas personales con él.

― Si ella no le importa, ¿Por qué a ti sí?.―Alcé una ceja, esperando que con eso finalmente se fuera. Solía hacer lo mismo todo el tiempo, jugar con mis nervios y mi paciencia pues que sabía que odiaba se entrometiera en mi vida.

― ¿Tiene que haber una razón? No me iré hasta que contestes. ―Fue su turno de alzar una bien formada ceja. ―¿La has usado?

¿Por qué demonios tenía que preguntarme algo así?

― ¿Estás ebrio de nuevo? Escucha tus palabras, por favor, ¿En qué te beneficia saber algo así?.―Entonces apelé a su lado racional que pocas veces salía a la luz.

―Un poco, sí pero sigo consiente. ―Admitió, alzando el calzón nuevamente y haciéndolo rodar entre sus largos dedos y provocándome otro sonrojo porque odiaba que fuera tan minúsculo. ―Tener una respuesta a esa pregunta, me ayudará a saber si debo preocuparme por ti.

Preocuparse por mi...resoplé sonoramente, soltando una carcajada sarcástica de inmediato mientras él mantenía su semblante serio y aquella fachada de chico protector.

― No finjas que lo haces, nunca te importó lo que pudiera hacerme daño antes, ¿Por qué ahora sí?. ―Mis palabras lo hicieron dudar, vi como su pecho se infló pues contuvo su exhalación. Se quedó en blanco e intentó interrumpirme pero continué: ―Deja de actuar, te conozco bien, solo estás haciendo esto para arruinar mi humor y alejar de mi cualquier posibilidad de que sea feliz, pero te informo que ya soy inmune a ti, haz lo que quieras pero sal de aquí.―Terminé de hablar, encogiéndome de hombros y haciendo una mueca de "meh", conocía su posible respuesta, iba a intentar defenderse diciendo que le dolía que dudase de él o algo así.

Pero para mi sorpresa, no dijo nada. Entreabrió los labios pero no emitió sonido, evitando verme a los ojos después. Sus hombros cayeron y cualquier rastro de picardía se esfumó de su rostro, había algo meláncolico en su mirada que me pilló desprevenida cuando alzó la vista.

― ¿Nunca lo vas a olvidar, verdad? ―Murmuró, sonando repentinamente herido.

¿A qué venía aquella actitud y su pregunta? ¿Alguna vez iba a poder olvidar lo mucho que lloré por su causa? ¡Claro que no! Hastiada de su tono lastimero y de que evitara hablar sobre el tema como siempre, me dirigí con rapidez hacia él para arrebatarle el objeto de la discordia: aquella pequeña pieza de lencería sexy, transparente, que eran literalmente tres pedazos de elástico o algo así.

―¡Dame eso ya, idiota! Había tenido un día perfecto, siempre lo tienes que arruinar. ―Gruñí, lanzándome en su dirección para quitarle la tanga pero se puso de pie en un movimiento ágil y bueno, es muchísimo más alto que yo así que mi misión falló. ―¡Dámelo ya, no tienes por qué meter tus manos en mis cosas, cochino, pervertido, sucio, dámelo, dámelo! . ―Negaba con la cabeza mientras lo alzaba más aún y sonreía divertido al notar que aunque diera muchísimos saltos, no iba a alcanzarlo.

―No, esto será decomisado. ― ¿Decomisado? Frené en seco y lo miré con los ojos muy abiertos. Iba a decirle a mi mamá , ese maldito... ― A no ser que me expliques de dónde salió y si te lo has puesto.

¿Por qué quería saber eso? Era realmente vergonzoso responder a esas incógnitas considerando que él y yo no teníamos tanta confianza. A penas si hablábamos cosas serias, siempre nos metíamos el uno con el otro y nos odiábamos, era una especie de rutina diaria.

―No voy a decirte una mierda, devuélvemelo, sal de aquí y ambos olvidamos que esta conversación pasó. ¿Te parece? ― Le dediqué la sonrisa más inocente que pude pero el negó con la cabeza desordenando su cabello castaño en el proceso y frunció el ceño, repentinamente serio, estaba esperando mi explicación.

―¿No vas a decirme nada, en verdad? Porque ahora mismo puedo ir por tu mamá... ― Lo tomé de la muñeca antes de que avanzara un paso siquiera.

Mamá no era fan de mi mejor amiga, si le llevaba esa prueba iba a vetarla de la casa.

Lo golpeé en el pecho con mi puño levemente y resoplé.

Perdí.

Siempre ganaba las discusiones. Pensándolo bien, él siempre ganaba en todo. Por ejemplo, ganaba el trozo más grande de pastel en los cumpleaños, ganaba los besos de mamá y el cariño de mi hermana, ganaba en nuestras peleas y definitivamente me ganaba al momento de hacer bromas.

Y lo odiaba.

Ganaba, siempre ganaba y yo, terminaba olvidada. Y por eso, definitivamente, odiaba a Kim TaeHyung.

Y si lo odio, ¿Por qué tolero que me moleste entonces? Y , claro, ¿Por qué tolero que se meta a mi habitación borracho y tome mi ropa interior? En este momento, debería decir algo como "es mi mejor amigo" o "estoy enamorada de él" como en todas las novelas y películas que he visto últimamente pero no. Yo no soy la protagonista y él no es mi mejor amigo, ¡Ni siquiera es mi amigo! ¿Quién rayos es y qué rayos hace en mi habitación? Debo decir que yo, soy una simple extra en esa historia.

Para responder a eso debo volver a hace unos seis años, al momento en que conocí al más grande idiota que ha de pisar la tierra, Kim TaeHyung, alias V, ¿Por qué se apoda V? No tengo idea pero suena estúpido y se ve aún más estúpido diciéndolo mientras hace una V con su dedo índice y el del corazón, cree que es cool pero no puedo evitar querer arrancarle un ojo o algo cuando lo hace.

Si, le tengo algo de resentimiento. ¿Cómo no tenérselo? Dios, si me hace la vida a cuadritos y lo peor , ¡Todo el mundo lo ama! Debe tener doble personalidad o simplemente no le caigo bien. La primera vez que lo vi, fue una experiencia bastante traumática para una niña de diez años.

Mi hermana, salió esa tarde a conocer el nuevo vecindario pese a mis suplicas para acompañarla, mamá no me dejó ir con ella porque estaba algo resfriada ese día. Cuando la cena estuvo lista me envió a buscarla, seguí mis instintos y comencé a caminar hasta una colina repleta de verdes pastos a los costados, podía oír risas de niños y algunas exclamaciones a lo lejos. Supuse que estaría allí arriba, caminaba en medio del sendero de tierra con despreocupación.

Honestamente , iba imaginándome que subía una montaña y es que la estúpida colina lo parecía, era empinada y ahí ocurrió el desastre. Primero, el ruido algo estruendoso que sonaba como un tren que va a toda velocidad , luego el grito del chico, algo de dolor y por último, rodé colina abajo, literalmente.

No solo rodé, un maldito carro de supermercado me aplastó cuando por fin dejé de caer.

Si soy sincera, no recuerdo bien quién me sacó de ahí abajo o cómo lo hizo pero cuando reaccioné estaba sentada en la acera, llena de magullones, cortes y dolía mucho. Lloré, chillé y seguí chillando mientras un chico de piel tostada y cejas gruesas estaba de cuclillas frente a mí, mirándome con el ceño fruncido mientras seguía llorando.

¿Adivinaron ya quién es? Sí, TaeHyung. El pervertido, ebrio, fisgón.

―Yah, si serás tonta niña, ¿Cómo se te ocurre ir en medio del sendero, sin hablar ni nada? ¡Ni siquiera te vi, así que no pienses que porque estés llorando me disculparé! No, no lo haré, no me disculparé contigo. Tú tuviste la culpa. ― Hipé al oírlo hablarme de ese modo tan rudo, ni siquiera podía hablar, sentía mi cabeza doler demasiado. Y como por arte de magia, mi hermana apareció pálida y desesperada al verme tan destruida viniendo colina abajo.

Un grupo de chicos la seguía, supuse que eran amigos del maleducado niño pero no pude enfocarme en nada más que llorar.

―Q-quiero ir-irme a casa. ― Sollocé, no veía nada, tenía la vista nublada por las lágrimas.

―Dios, Jiyoon, perdóname. ― Susurró mi hermana, acariciándome las mejillas. ― Estás sangrando mucho, tengo que llevarte con mamá. ―Ella había comenzado a llorar también y creo que alguno de los chicos que estaban a nuestro alrededor también, parecía el más pequeño de todos ellos.

― ¿Se va a morir? ―Preguntó una voz chillona y lloré más fuerte porque tenía mucho miedo.

― Claro que no, no digas eso Jimin. ―Le reclamó Minnie, dando toquecitos a mi cabeza, tratando de consolarme. ―Estarás bien...―Prometió, con suavidad. ―Tranquila, respira hermanita. ― El tenerla conmigo me calmó un poco así que dejé de llorar, estaba mirándome con los ojos vidriosos y tenía sangre en su falda blanca pues limpiaba mi rodilla con cuidado. - No debí dejar que te lastimaras, lo lamento tanto... ―Hizo un puchero, dejando caer varias gruesas lágrimas de culpa.

MinHa es mi hermana mayor, siempre ha sido la mejor en eso. Está ahí, para mí siempre que lo necesito. Y en ese momento agradecí que fuera cariñosa conmigo, creí que tenía algunos huesos rotos e iba a morir. Sí, era una niña exagerada.

―Fue mi culpa, no la vi cuando me lancé en el carrito. ― El chico que me había regañado y aplastado estaba mirando a mi hermana con los ojos muy abiertos y parecía arrepentido, hizo un pequeño puchero que lo hizo ver inocente. ― Lo lamento mucho. ― Fruncí el ceño al oír aquello. ¿Acaso tenia doble personalidad? ¡Acababa de decir que no se disculparía!. ―Realmente me siento muy mal, las...las acompañaré, ven. ― Me dijo y antes de que pudiera rechistar me tomó por la cintura y me alzó, pegándome a su delgado cuerpo.

― Me despediré de los chicos, vengo en un momento. ―Avisó MinHa.

No dije nada, el castaño que me atropelló ya me caía mal. Prácticamente había sido otro con mi hermana, a mi me trató con algo de hastío y con ella hizo hasta un puchero.

―Pobre pequeñita. ― Oí que decía alguno de esos chicos, ni siquiera los miré, solo quería a mi mamá. Mi hermana se despidió de sus nuevos amigos mientras el chico que también tenía raspones me miraba de reojo y yo lo ignoré mientras sorbía por la nariz.

Sí, TaeHyung me atropelló con un carro de supermercado y me dejó algunas cicatrices en las piernas. Por suerte, no fueron lesiones graves pero pudieron serlo. Los moretones no desaparecieron hasta un mes después del accidente y en ese mes, aprovecho de meterse en mi casa con la excusa de sentirse mal por lo que pasó. Era mentira claro, solo quería ver a mi hermana y mis padres lo amaron.

Conmigo no era frío, sino más bien sarcástico y hasta burlesco. Con MinHa y mis padres, todo lo contrario, hasta su tono de voz con ella era distinto, dulce, atento. Así, se volvieron mejores amigos. Y por eso, prácticamente vive en mi casa y tengo que tolerar sus estupideces.

―¿Por qué te importa si lo he usado o no?. ―Inquirí, cruzándome de brazos. Siempre creí que se tomaba demasiadas atribuciones. Yo tengo mi propio círculo de amistad, ajeno al de mi hermana. ―Te recuerdo que soy una adulta, puedo hacer lo que quiera.

Estábamos de pie, a poca distancia el uno del otro. Su cabello lacio y brillante, cubrió un poco sus ojos.

―Me importa, no voy a dejar que nadie juegue contigo. ― Susurró y luego clavó su mirada en mí. Sus ojos eran grandes, inquisitivos, expresivos. No me gustaba que me sobreprotegiera, considerando nuestro pasado en común era casi contradictorio.

―Ya crecí, TaeHyung, no necesito que me cuides, puedo vivir bien sin tí.

A veces era muy ruda con él pero no hay forma de que me escuche si no lo trato algo mal. Bajé mi guardia, no quería pelear con él, solo necesitaba dormir. Eran casi las dos de la mañana y acababa de llegar de una mini reunión en casa de Min-Bong, bebí un poco pero estaba totalmente sobria en ese momento y solo quería dejar de ver su cara por unas horas.

TaeHyung miró la tanga y se acercó con la vista fija en mi busto, entrecerrando los ojos, ¿Qué rayos le pasaba? Me encogí un poco, la forma en que se relamió el labio superior me hizo ponerme muy rara, incómoda.

― Oye Jiyoon, ¿En qué momento te crecieron tanto los pechos? ― Preguntó como si nada y se me desencajó la mandíbula, cubrí mis partes privadas y creí que se me derretiría la cabeza en cualquier momento.

Siempre tuvo una forma extraña de hablar conmigo, de insinuarse y muchas veces pensé que tal vez me coqueteaba. Aún así, prefería pensar que era un cerdo y que simplemente le gustaba molestarme porque era más cómodo ignorarlo que lidiar con lo que aquello podía implicar.

―¡LARGO DE AQUÍ, AHORA!.― Chillé, roja, de la ira y de la vergüenza. Él, se echó a reír y aplaudía como una foca feliz por mi reacción.

― ¡Deberías haber visto tu cara! .―Se carcajeó, limpiando lagrimas de risa de su mejilla. ―Traquila, no hay nada que ver ahí. ―Y fue suficiente,di un gruñido de frustración y lo golpeé en el brazo, ¡Idiota, era un idiota! Se quejó y se masajeo el lugar golpeado, sin dejar de reír. Lo odiaba, tanto.

― ¡MINHA, DILE QUE SE VAYA DE MI HABITACIÓN! ―Grité a todo lo que me dieron los pulmones, mi hermana debía estar abajo, preparando algo para comer porque ellos solían tener maratones de películas los jueves, el aperitivo jamás podía faltar.

―¡V, ven aquí!.― Oí que gritaba desde el primer piso.

Basto que la oyera para que se pusiera serio y me mirara con los ojos entrecerrados, estaba examinándome con curiosidad y algo de resentimiento. La verdad, yo también sentía curiosidad por él, ¿Qué clase de tonterías pasaban por su rara cabeza? ¿Por qué me trataba diferente que a mi hermana, por qué se ponía coqueto y pervertido cuando estábamos solos, por qué siempre me molestaba?

―Cuando te pongo nerviosa siempre recurres a MinHa.―Sonrió de lado como si eso probase algo y yo bufé.

Pero tenía razón, era mi carta de salvación, si alguien podía hacer que se comportase bien era ella.

―Es que eres un cerdo y me asustas. ― Dije con falsa simpatía, sonriéndole de forma mecánica. En realidad, me ponía algo nerviosa el modo en que miraba, la forma en que parecía necesitar que le pusiera atención... La pubertad fue generosa con él pero seguía siendo un idiota, así que cualquier cualidad era eclipsada por su fea personalidad.

―Solo me preocupo por ti, niña mala. ― Se acercó a mí, demasiado. Creí que iba a vomitar ahí mismo porque mi cuerpo rechazaba su cercanía y me besó la mejilla sonoramente dejándome muda. Eso no fue lo peor, al alejarse de mi, acarició su labio inferior con su pulgar sin dejar de mirarme a los ojos, emitiendo un suave sonido similar a un gemido de gusto. Demonios. Odiaba cuando se comportaba así, mi corazón se aceleró sin que pudiera evitarlo. ―No me desprecies así, recuerda que eres la hermana pequeñita de Minnie y me preocupo por ti. ―Continuó, en voz baja, intentando justificar su irracional cuestionario sobre chicos y ropa interior.

Arrugué el rostro, harta de él.

―Ah, claro, pequeñito será tu pen... ― Me picó el costado dejando mi insulto a la mitad y me quejé, sabe perfectamente que detesto que me toque ahí pero aún así lo hizo. ― No me toques, Taehyung. ―Resoplé, retrocediendo, mi hombro rozó la puerta del closet y él avanzó un paso, su mirada revoloteando sobre mi rostro y luego a mis hombros desnudos pues mi vestido era strapless, de pronto me sentí expuesta y pequeña pese a que nuestra diferencia de estatura no era demasiada. ―¿Por qué te acercas tanto? ―Mi voz tembló ligeramente y odié evidenciar que mi cuerpo reaccionaba con histeria a su presencia.

―Wooops. ―Alargó la "o", en un tono cantarín. ―Supongo que aprendiste la lección, no insultes a Taehyung junior. ―Me di una cachetada mental, tenía que dejar de darle temas de conversación.

― Si, como sea, el tamaño de tu cosa me da igual, ¿Te vas ya?

―¿Cómo puede darte igual? ¿Quieres que te de una pista de cuanto mide mi-

― ¡Noo! ―Chillé, cubriendo mi rostro con mis manos. ― Por favor, vete. ―Gimoteé, fingiendo que comenzaba a llorar y en verdad tenía ganas de hacerlo.

― Está bien. ―Su tono cambió a uno dulce, abrí una rendija entre mis dedos y lo vi sonriendo angelicalmente otra vez, con un brillo en su mirada. ¿Cómo podía cambiar de actitud así de rápido siempre? Me agotaba. ―Ah, y que te quede claro, nada de lencería sexy en esta casa. ― Murmuró sin alejarse de mí aún. No respondí pero si oí sus pisadas dirigiéndose hasta la salida de mi habitación y se fue , dando un portazo.

Por fin sola.

Un momento. Miré el piso y la cama, pero no, no estaba. ¡No, imposible! Se había llevado la fea tanga. ¿Para qué querría algo así? Ideas muy extrañas se me venían a la cabeza pero como siempre, las ignoré, lanzándome a la cama, exhausta.

Oí las risas de TaeHyung y MinHa en el pasillo, iban a tener su sesión de Netfilx-sexual esa noche. Porque bueno... me faltó agregar un detalle. Kim TaeHyung, desde hacia más de un año era el...estúpido novio de mi hermana.

>> Próximamente.

N/A:

AVISO: estoy editando la historia***

Hola, hice mejoras/cambios al prólogo y continuaré con eso en los siguientes capítulos a raíz de la negatividad que recibe esta historia.

Por favor, sean respetuosas si continuarán con la lectura.

Me debatí mucho sobre qué decisión tomar respecto a Dorkable porque iba a eliminarla, pero ahora estoy editando la historia y de paso ayudo a todas esas lectoras que deben releer todo para seguir el hilo de la trama (me ausenté más de un año porque la historia no me llamaba y las criticas solo empeoraron mi crisis) y bueno, eso probablemente cambie algunas cosas, eso, besitos lectoras >-<

Advertencias para las nuevas lectoras; actualizaciones lentas y mucha confusión para su corazón <3.

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