The Code

Par MakingFangirls

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Annabeth Chase tiene diescisiete años, y es una de las chicas más conocidas en su colegio, a pesar de estar e... Plus

Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos

Veinticuatro

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Par MakingFangirls


Annabeth soltó la plancha del cabello luego de dos horas de luchar con ella. Quería el cabello lacio para la ocasión; gran error. Había olvidado que necesitaba de Piper para poder controlarlo, así que le había tomado el doble del tiempo que solía tomarse cuando ella la ayudaba. 

Eventualmente terminó; ella podía ver desde su ventana a la gente llegando y saludando a sus padres. Su papá, como solía hacerlo desde que ella era una niña, se negó a contratar a alguien para cocinar; él sólo se había lanzado a la tarea de cocinar para treinta personas. Sin embargo, Annabeth estaba tranquila. Su padre sabía cómo mantener las cosas bajo control, y treinta personas eran pocas considerando el historial de fiestas de sus padres. Su madre se ocupaba de mantener a todos entretenidos; saltaba de mesa en mesa creando conversación y haciendo que todos se sintieran bienvenidos. 

Cuando los veía en situaciones como estas, ella podía encontrar el parecido que tenía con ellos. Era increíble cómo convivir un largo tiempo hacía que las personas se parecieran. 

Bajó las escaleras y se unió a la poca gente que llegaba, hasta que sus ojos captaron una cabellera castaña salpicada de gris que era conocida para ella. 

El señor Thomas la saludó con un gesto y ella tuvo la impresión de que iba a acercarse, sin embargo se dirigió hacia la gran parrilla a un lado del jardín, y saludó a su padre.

Annabeth trató de no extrañarse por la situación, si su profesor de álgebra se encontraba aquí es porque o vivía cerca, o era amigo de su padre. Al verlos reír, Annabeth pensó que la segunda opción era la respuesta más acertada. 

Alguien posó sus manos en los ojos de Annabeth. Olía a frutas, tal vez algo ácido como lima o naranja. Sólo conocía a una persona que usara esa fragancia en especial. 

"Piper." Soltó la rubia. Su amiga la soltó, con el ceño fruncido, mas la sonrisa que mostró después evidenciaba el hecho de que no se encontraba enojada. 

"Detesto que adivines tan rápido." Respondió, abrazándola. 

"Usa un perfume menos fuerte, entonces." Entonces, Piper vio a su profesor charlando con el padre de su mejor amiga. Miró a la rubia con confusión, ella se limito a encogerse de hombros. 

"Me gusta lo que has hecho con tu pelo." Dijo, cambiando de tema. Las dos chicas fueron a la mesa, por unas bebidas, y tomaron asiento en una de las mesas más alejadas. 

Las pequeñas decoradas con manteles de flores eran suficientes para que Jason, Percy y James tomaran asiento. Tal vez, si Vania venía, podría sentarse también.

"Ahora, no hemos hablado en un largo tiempo. Tienes que explicarme algunas cosas." Reclamó Piper, tomando un sorbo del jugo de mora, haciendo que sus labios se manchen de un violeta intenso. 

Annabeth sonrió. 

"¿Qué?" Preguntó la morena, apartando el vaso. 

"A falta de labial, jugo de mora." Y le tendió un pequeño espejo que guardaba en su bolsillo; Su espejo de la suerte. Pero esa era otra historia. 

Piper rodó los ojos y se limpió con la manga de la camisa. 

"Es usted toda una dama, señorita McLean." Bromeó Annabeth, adoptando un tono elegante y fingiendo el acento inglés, sin mucho éxito. 

Piper rió y cerró el pequeño espejo, devolviéndolo a su dueña.  

"Estás evitando el tema, Annie. Tenemos que hablar seriamente de todo este asunto James/Percy." 

Annabeth negó con la cabeza. Tenía suficiente de ese tema; cuando era niña se había prometido que nunca sería el estereotipo de adolescente que, cuando se enamora, hace que su mundo gire en torno a eso. No. Quería hablar sobre política, o historia, hasta del libro que pronto publicaría su escritor favorito, pero estaba cansada del tema de James y Percy. 

"Piper, no." Soltó, esperando que ella entendiera. Al ver la expresión de sus ojos, comprendió que lo hizo. 

"Annabeth, tienes que hablar de esto. Guardarte todo eso te lastima, ¿Crees que no puedo verlo en tus ojos?" Bajó el tono de su voz. "Cada vez que él pasa de la mano con ella, ¿Crees que no veo tu expresión?" Tomó sus manos. "Con cada beso, cada vez que alguien los menciona... Con cada gesto veo cómo te rompes un poco más. Y no quiero eso para ti."

Annabeth sonrió débilmente.

"Te veo con James, y veo que lo intentas. Joder, ¿Cómo no vas a intentarlo? Es guapo, inteligente... Es todo lo que has deseado desde que te conozco. Lo intentas, pero dudo que lo logres, Anne. Esto no es un acertijo, no es un problema matemático ni una ecuación algebraica; Esto es tu vida. Y es mil veces más complicada que eso." La nariz de Piper se tornó ligeramente roja, lo que pasaba cuando intentaba guardarse algunas lágrimas. 

"Está bien." Respondió en un susurro. "Lo sé."

Piper sonrió. 


Luego de media hora, Jason llegó. Ver cómo los ojos de Piper se iluminaban cuando lo veía la hacía sentir tan bien; Adoraba que su mejor amiga fuera feliz. 

Annabeth trataba de no salirse de la conversación, aunque la verdad es que ser la tercera rueda la hacía sentirse incómoda. 

Quince minutos después, vio a Sally entrar por la puertecilla del jardín con un pastel en las manos. La madre de Annabeth la ayudó con el pequeño pastel azul, la saludó y le agradeció por el gesto. Detrás de ella, Percy entraba con dos pasteles en las manos. Annabeth se esforzaba por no reír; era evidente que le estaba tomando mucho esfuerzo, y un movimiento equivocado podría ocasionar un desastre. 

Sin embargo, logró llegar a la mesa de bocaditos sin ningún problema. Annabeth se dirigía a saludar, lo que no fue necesario, pues Sally se acercó a ella en medio camino. 

"¡Annabeth!" Sally se alegró sinceramente de ver a la chica. La rodeo con los brazos, y ella respondió al fraternal abrazo que la madre de su mejor amigo le ofrecía. Olía a vainilla y a varias cosas dulces que no pudo identificar. El sencillo vestido rojo que llevaba la hacía ver definitivamente más joven e inocente y contrastaba perfectamente con las flores que habían crecido por primavera.

"Te ves hermosa, Sally." Ella le regaló una dulce sonrisa. A la chica se le había dificultado nombrarla por su nombre de pila al inicio, pero luego de algunos meses se había acostumbrado. 

"Gracias. Igualmente, Annie. Espero que te guste lo que preparé para ti y tus padres." Respondió. 

Cada una de sus palabras la hacía sentir tan en calma. Ella realmente esperaba poder desarrollar esa habilidad. 

"¡Mis padres están locos por probarlo! Aman lo que haces, y yo también, lo sabes. Deberías abrir una pastelería." 

Sally sonrió, pero negó con la cabeza. 

"Eso es más difícil de lo que crees, querida Annabeth. Pero ya veremos. Tal vez el destino me tiene preparado algo." 

Annabeth no creía en el destino, pero calló. 

Percy se acercó y abrazó a su amiga fuertemente, como siempre. 

"¡Annaaaaaaaaaaaaaaaabeth!" Susurró, sin embargo se sintió como si gritara para ella. Annabeth sonrió, y Sally los dejó solos. 

"Hey, pensé que traerías a tu novia." Bromeó. O al menos esperó que se escuchara como una broma.

Él negó con la cabeza. 

"¿Parezco el típico chico que va con su novia a todos lados?" Preguntó. 

Annabeth lo miró, alzando las cejas, simulando un sí. 

"¡Oh, vamos!" Percy sonrió y rodeó a Annabeth con un brazo, guiándola hasta la mesa donde se encontraban sus amigos. 

Jason saludó a Percy con un apretón de manos muy masculino, aún cuando Annabeth y Piper los han visto abrazarse varias veces cuando ganan un videojuego. Piper lo saludó con un beso en la mejilla. 

La música se escuchaba suave y el sol abrazaba al cielo, iluminando toda la escena. Annabeth agradeció mentalmente a su madre por evitar que su padre realizara el evento en la noche. Los insectos los estarían matando a todos si hubiese ocurrido como lo quería su padre. 

"¿No tienen hambre?" Preguntó Percy. "Jason, ¿No me debes una pizza?" 

Jason negó con la cabeza. 

"¿Por qué le debes una pizza?"  

Percy sonrió. 

"Una apuesta tonta. Oh, pero aún no se ha acabado, así que no le debo nada." Respondió. 

Percy jugó con el adorno de flores que se encontraba en el centro de la mesa. Sacó una margarita y se la dio a Annabeth, con una sonrisa. 

Annabeth la colocó en su cabello. 

"Me gusta lo que hiciste con tu cabello. Aunque realmente prefiero tu cabello en ondas." Soltó en voz baja el chico, por lo que Annabeth fue la única que lo escuchó. 

"¿Estamos siendo sinceros? Pues... El amarillo no es tu color, Perseus." Dijo Annabeth, con una sonrisa amenazando salir. 

Percy la miró, indignado. 

"Yo también opino que el amarillo no es tu color, hermano." Se entrometió Jason. 

"Bueno, para ser justos, no creo que seas rubio natural, Grace." Se defendió Percy. 

Piper rodó los ojos y tomó un sorbo de jugo de mora. Ya era su tercer vaso y sus labios eran realmente rojos. 

Annabeth sorprendió a Jason viéndolos un par de veces. 

Jason negó con la cabeza, y una de las canciones favoritas de Annabeth empezó a sonar. Piper y él salieron a la pista, donde algunas parejas ya se encontraban bailando al ritmo de las notas del piano.

"¿Bailamos?" Percy le ofreció su mano. 

"No sabes bailar esto." Respondió Annabeth. 

"Lo intentaré. Espero que no te preocupe pasar vergüenza." Annabeth tomó su mano y se dirigió con él a la pista de baile. 

Percy colocó las manos en su cintura, lo que hizo que Annabeth se pusiera nerviosa, sin embargo trató no de tensarse para que él no se diera cuenta. Ella colocó sus manos en su nuca, donde su cabello recién cortado raspaba las puntas de sus dedos. Cuando subió un poco más sintió su suave cabello recibiendo sus manos. 

Él era ligeramente más alto que ella, lo que la hacía sentir muy cómoda. 

Muy pocas veces la pisó, y ella tenía que aceptarlo, lo intentó y no le fue tan mal. Colocó su cabeza en su pecho, y pudo sentir los latidos de su corazón. Olía a jabón y chocolate, por cargar los pasteles de su madre. 

Al terminar la canción, hizo una reverencia, como solían hacerse hace muchos años, cuando las parejas terminaban de bailar. A Annabeth le pareció realmente tierno, y causó una sonrisa en ella. 

Los cuatro volvieron a su mesa, para encontrar a James sentado, esperándolos. 

Él sonrió y se levantó para saludar a Annabeth; plantó un suave beso en sus labios, y a los demás los saludó con un apretón de manos, a excepción de Piper, a quien saludó con un beso en la mejilla. 

"Siento haber llegado tarde, Annie. Cosas de la Universidad." 

Ella asintió y se sentó a su lado; Él empezó a narrar cómo un profesor que impartía cultura griega había regado café encima del proyector, retrasando la clase. En vez de cancelarla, obligó a los estudiantes a quedarse hasta que éste fuera reparado o sustituido por uno nuevo, lo que llevó varias horas.

Annabeth no sabía cómo responder a eso, así que sonrió. Piper continuó la conversación, contando la historia de cómo, una vez, la profesora teatro hizo que todos realizaran el ejercicio de confianza, y para poner el ejemplo, ella lo hizo con Jason, sin embargo Jason no la atrapó y terminó siendo suspendido.

"¡No fue a propósito!" Exclamó el acusado, entre risas. 

Luego, Percy contó cómo Grover, su mejor amigo, y él habían defendido a una chica de Nancy, que era conocida como "el demonio rojo". La chica terminó tirada en la pequeña fuente del colegio, y los dos terminaron castigados. Hubiesen sido suspendidos también si la chica a la cual defendieron, Silena, no hubiese intercedido por ellos con el director. 

A Annabeth no le había sucedido nunca nada interesante, así que se mantuvo callada mientras sus amigos contaban sus historias. 

Y así se fue la tarde, entre palabras y risas entre los cinco chicos. 




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Capítulo dedicado a: LivingAmongBooksDushinkaMora y a Vickulichy por el apoyo brindado a mis compañeros y a mi en el concurso <3

¡Gracias a todos!


-N.

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