a coat in the winter; camren

Od milanolivar

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TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. ¿Qué es capaz de hacer... Více

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Último Capítulo
Epílogo
ACITW EN FÍSICO

Capítulo 52

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Od milanolivar


Camila's POV

La realidad era muy diferente a la de hacía casi seis años. Estaba feliz viendo a Lauren con Lucy en brazos, o simplemente viéndola dormir. Sabiendo que Maia estaba bien con sus abuelos, y que todo estaba bajo control. Que yo estaba descansada y no había ningún riesgo de que me desangrase como en el parto de Maia.

Pero sobre todo porque la tenía a ella obligándome constantemente a comerme todo el plato aunque ya me lo estaba comiendo.

—Ya, Lauren, ya, estoy comiendo, ¿no me ves? —Dije riendo recogiéndome el pelo en un moño con una gomilla que deslizaba por mis dedos.

—Lo sé, me aseguro de que te entren los nutrientes suficientes. Te podrías desmayar después de tanto desgaste físico. —Volví a coger el tenedor de plástico intentando no reírme, negando un poco con la cabeza.

—Lauren, lo único que me ocurre es que me duele y estoy algo cansada. No me voy a morir. Además... —Me metí una cucharada de pasta en la boca alzando las cejas.

—Está bien, está bien. Dejo de exagerar.

Me dejó comer tranquila, por fin, y comenzó a mirar su móvil con el ceño fruncido. No lo había mirado desde ayer así que tendría miles de mensajes, pero por su rostro denoté que había pasado algo grande.

—Camz, Nash está en prisión. ¡Nash está en la cárcel por fin! —Alzó la voz aunque seguía siendo baja, y me llevé una mano a la boca con una gran sonrisa.

—Eso es estupendo. Dios, podré ir a comprar sin miedo.

—Sí, también mi madre me ha mandado fotos de Maia en la piscina con Chris. —Ladeó la cabeza con una sonrisa y me enseñó el móvil. Maia estaba en los brazos de su tío con el pelo recogido y uno de sus bañadores amarillos, sacándole la lengua a la cámara con la nariz arrugada.

—La echo mucho de menos. ¿Cuándo volvemos a casa? —Terminé de comer apartando la bandeja y estiré los brazos para que me diese a Lucy. Al igual que con Maia, no podía estar un segundo separada de mi pequeña.

—Mañana, o eso me dijeron los médicos. —La sostuve entre mis brazos una vez más, observando aquellos grandes ojos grises que se volvieron a cerrar. Cogí uno de sus pequeños piececitos, y lo observé sonriendo un momento, aunque luego fruncí un poco el ceño. Tenía una mancha en el empeine.

—Lauren, ¿puedes llamar al médico? —Ella se acercó tan rápido como me escuchó.

—¿Qué pasa? —No dejé de mirar la mancha, acariciándola un poco por encima.

—Tiene una mancha en el pie. ¿Crees que será malo? —Levanté la mirada hacia ella, que negó lentamente con el ceño fruncido.

—No, yo tengo una exactamente igual. —Lauren se levantó un poco el pantalón y me enseñó el tobillo. —¿Ves?

—Aw... —Hice un puchero mirando a Lucy, dándole un besito en la marca que tenía en su piececito. —Eres igual que mamá.

*

El trayecto a casa de los padres de Lauren se me hizo eterno, lo único que hacía era mirar a Lucy que echaba babas y hacía pompitas, así que mi pasatiempo fue limpiarle la boca con una gasa durante todo el camino. Me dejaba embobada, llevaba puesta una pequeña cinta en el pelo con una florecita encima, además un vestidito azul precioso que Clara le había regalado.

—¿Vas bien? —Lauren cogió la sillita en la que iba Lucy, y yo caminaba poco a poco pero me las apañaba bien para ir a la puerta, aunque con algunas muecas.

—Bueno... La verdad es que duele un poco. —Musité atravesando el jardín.

—Tú siempre quitándole importancia al dolor. —Rio con algo de ironía, llamando al timbre.

Clara abrió la puerta llevándose las manos a la boca al vernos, y es que era un verdadero shock encontrarse con su nueva nieta por primera vez. Llenó la cara de besos a su hija que arrugó la nariz, apretando sus mejillas con fuerza para luego abrazarla. Y a mí no dijo nada, simplemente me abrazó incluso más fuerte que a Lauren, cogiendo mis mejillas para poder mirarme bien.

—¿Estás bien? ¿Todo bien? —Asentí con una gran sonrisa, bajando la mirada hacia la pequeña Lucy que bostezaba en la sillita.

—Todo bien.

Entramos en casa y se escuchaban voces en el salón, algunas risas, mientras, Clara me ayudaba a avanzar poco a poco, paso a paso hasta aparecer en el salón donde Mike y Taylor hablaban.

—¡Madre mía! ¿¡Ya estás aquí!? —Mike se levantó rápido sonriendo de medio lado, aproximándose hasta nosotras.

Nos abrazó, y a mí se me quedó mirando un momento con una sonrisa antes de envolverme entre sus manos de una forma reconfortante, casi como si fuese Lauren. Luego se agachó sobre la sillita de Lucy y la cogió, aunque la pequeña se resistió un poco al principio haciendo muecas y amenazando con llorar, pero al final acabó abriendo los ojos en los brazos de Mike.

—Wow, es igual que Lauren cuando nació.

Justo cuando estuve frente al sofá, Chris apareció con Maia a su lado. Me senté en el sofá y ella se percató en que era yo, así que comenzó a correr desde el jardín hasta mí.

—¡Mami! —La abracé cuando llegó a mis brazos, notándola incluso más pequeña que cuando me fui y es que para mí seguía siendo aquél bebé de hacía seis años.

—Ay, cielo, te echaba tanto de menos. —Susurré sentándola en mi regazo apretando los labios para contener las lágrimas que iban a salir en poco tiempo. —¿Me has echado de menos? Porque yo me he acordado de ti todos los días. —Comencé a darle besos por la cara algo sonoros, haciéndola reír, justo como Clara hacía con Lauren.

—Te eché mucho.. De menos. —Terminó de decir jugando con mi mano, mirándome luego con una sonrisa.

—¿De verdad? —Maia asintió apretando mis dedos entre sus manitas, justo como hacía cuando simplemente era un bebé, y eso me daba aún más ganas de llorar.

—No llores mami, te quiero. —Se abrazó a mi cuello dándome un beso en la mejilla, pero eso hacía que mis hormonas incluso se revolucionasen más.

—Ven, dame un beso. —Me quité las lágrimas con los dedos y me incliné, dándole un pequeño besito a la pequeña. —Muá.

Lauren se sentó a nuestro lado en el sofá y apoyó la cabeza en mi pecho mirando a Maia, que se echó encima de Lauren abrazando su cabeza, luego le dio un tímido beso en la frente.

—Te quiero Mai. ¿Quieres conocer a tu hermanita? —La pequeña asintió algo recelosa, pero yo la abracé mientras Lauren iba en busca de Lucy.

—Sí. —Asintió sin dejar de acariciar mi mano.

Lauren se sentó de nuevo a nuestro lado con Lucy en brazos y giró su cuerpo hasta quedar frente a Maia que se inclinó para mirar a su hermana pequeña. La observó durante un momento con los labios entreabiertos, y luego me miró a mí algo perpleja.

—¿Estaba en tu tripa?

—Ajá. —Puso un dedo en mi vientre y luego alzó la cabeza para mirar a Lucy en los brazos de Lauren. —¿No le vas a dar un besito? —Maia asintió lentamente, inclinándose para dejar un beso en la cabeza de Lucy, encogiéndose luego en mi regazo.

Recuerdo que cuando nació Sofi yo reaccioné algo distante, porque en principio yo no quería una nueva hermana que me alejase de mis padres. Simplemente me dediqué a mirarla en la distancia, y a ver cómo a mis padres se les caía la baba con Sofi, pero conforme yo la quería. Siempre estaba mirándola, pendiente de que no se llevase nada a la boca y aprendiese andar. Pronto, mi hermana comenzó a reconocerme y a querer estar conmigo todo el día. Pero ahora era diferente, porque Maia miraba a su hermana pequeña curiosa, porque nunca había visto un bebé así de cerca.

* * *

—¿Estás segura de que estás bien? ¿No necesitas nada? —Lauren intentaba quitarse la pulsera de identificación del hospital a tirones, mordiéndose el labio inferior para emplear más fuerza.

—No, cariño, no. —Me acerqué despacio a ella con una mueca y la tomé de la muñeca, cortando la pulsera de plástico blanco. —A veces es mejor maña que fuerza, ¿eh?

—¿Cómo crees que se lo ha tomado Maia? —Preguntó en voz baja abrazándome contra ella, dejando un beso tierno sobre mi pelo.

—Bien. —Respondí con seguridad, rodeando su cintura con mis brazos.

—Me preocupa el hecho de que no quisiera cogerla en brazos.

—Quizás es porque tiene cinco años y le da miedo tirar al bebé, ¿no crees? —Apoyé la barbilla en su pecho mirándola de una manera casi acusatoria. Hablaba Lauren Jauregui, campeona del mundo y Balón de Oro 2016 que tenía miedo de coger a su hija en brazos.

—Vale, vale, vale. —Se dio por vencida, ladeando la cabeza con una sonrisa tierna y recelosa. —Tú ganas.

—Siempre gano yo. —Entrecerré los ojos tirando de la camiseta de su pijama hasta besarla como antes lo hacía. Odiaba estar tantos meses sin poder abrazarla como quería, o besarla de esa forma profunda porque si empezábamos no parábamos. —Mmh... —Me separé de ella poniéndole un dedo en el pecho. —No.

—¿Cuándo vamos a follar otra vez Camila? Me estoy MURIENDO. —La aparté con un dedo negando con la cabeza y una sonrisa pícara.

—Dos meses.

*

Eran las tres de la mañana y los llantos de la pequeña Lucy comenzaron a escucharse, pero aún más en la habitación de Maia que dormía justo a su lado. Comenzó a removerse en la cama, hasta que se dio cuenta de que era su hermana menor la que lloraba de una forma tan ruidosa. Pero nadie acudía en su ayuda, si nadie iba a por ella era porque sus mamás estaban durmiendo, y si dormían era porque debían de estar cansadas del viaje que hicieron para traer a su hermana a casa.

Maia bajó de la cama frotándose un ojito con el pelo enmarañado y se asomó a la habitación de Lucy con un puchero. No podía verla en la oscuridad, así que entró acercándose a la cuna con pasos cortos.

—Nooo... —Susurró negando poniéndose las manitas en la boca. —No puedes llorar, vas a despertar a mami y a mamá... —La pequeña hizo un puchero, negando, mirando a la puerta asegurándose de que no las había despertado, y se mordió la punta del dedo índice mirando a su hermana. —No llores Lucy, por fi... —Dijo en voz baja, pero su hermana comenzó a llorar incluso más alto, asustando Maia que hizo un puchero encogiéndose en su sitio.

Entonces vio algo al lado de la cabeza de Lucy, era su chupete. Recordaba que lo llevaba cuando la vio por primera vez y quizás lo echaba de menos. A ella también la ponía triste cuando perdía algo.

Maia estiró la mano por las rejas de la cuna hasta coger el chupete con su manita, y lo colocó en la boca de su hermana, que lo atrapó así dejando de llorar.

Cuando se dio la vuelta, Lauren estaba de pie en el umbral de la puerta con las manos en la cintura y los ojos entrecerrados.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó su madre. Maia negó, temía que le regañase porque según sus amigos del cole le habían dicho los papás se portaban mal con ellos cuando un bebé nacía en casa.

—Nada mami. —Se frotó el ojo con un puchero y luego pasó su manita por la mejilla agachando la cabeza. —Yo no la hice llorar, ella ya lloraba mami yo quería calmarla... —Lauren sonrió, entró en la habitación y cogió a Maia en brazos dándole un beso en la mejilla.

—Lo sé. ¿Quieres dormir con mamá y conmigo? —Lauren caminó por el pasillo mientras Maia asentía frotándose los ojos, recostando su cabecita en el hombro de su madre.

Al llegar a la habitación Camila esperaba a Lauren con un ojo medio abierto, que terminó de abrirse al ver que traía a Maia en brazos.

—¿Qué ocurre? —Lauren sonrió cruzando hacia su lado de la cama sin soltar a la pequeña hasta que pudo tumbarla con comodidad.

—Ha hecho que Lucy deje de llorar.

—No quería que os despertase y lloraba mucho... —Se encogió en la cama mirando a Camila, que la abrazó contra ella fuerte, acariciando su pelo con los dedos.

—Te quiero mucho cariño. —Susurró Camila al oído de su hija que asintió adormilada entre los brazos de su madre.

—Y yo a ti mami.

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