a coat in the winter; camren

By milanolivar

8.9M 408K 303K

TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. ¿Qué es capaz de hacer... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Último Capítulo
Epílogo
ACITW EN FÍSICO

Capítulo 51

113K 5.5K 4.1K
By milanolivar


Lauren's POV

La habitación de la pequeña Lucy ya estaba totalmente preparada, entre mi padre, Chris y yo habíamos pintado la habitación de lila, un color que Camila adoraba. Montamos la cuna, una cajonera, el cambiador, y entre todos colocamos la ropita de la pequeña en los armarios. Lo único que no cabía era el enorme paquete de pañales que teníamos justo al lado del cambiador.

A Camila le preocupaba un poco cómo reaccionaría Maia ante su nueva hermanita, porque incluso se puso celosa de mí cuando empezamos a salir. Pero a mí no me preocupaba. Yo estaba enamorada de Maia, se me caía la baba al verla al igual que a mis padres.

Maia estaba de pie al lado de Camila que ya casi no se mantenía mucho en pie, pero allí estaba preparándole a la pequeña algo para merendar. Un sándwich de jamón y queso, además de un zumo de arándanos que la pequeña ya estaba disfrutando.

—No te lo bebas todo que luego no te comes el sándwich, ¿eh? —Dije yo mientras enredaba la correa de Dash en mi mano y la metía en uno de los cajones de la entrada.

Cuando Camila fue a darse la vuelta para darle el plato con el sándwich su tripa dio en la cabeza de Maia que dio unos pasos hacia atrás aturdida, mirando a su madre por eso.

—Oh dios mío. —Camila se puso una mano en la boca comenzando a reírse, inclinándose para poner las manos en las mejillas de Maia.

—Tu barriga me ha pegado. —Camila sólo se reía ante las palabras de la pequeña, dándole un apretón algo más fuerte.

—Madre mía... Perdóname cariño, es que no te he visto. —Me acerqué a Maia y la cogí por los costados, alzándola hasta que quedase sentada en la silla de la cocina.

—La barriga de mami está ya muy grande, ¿no crees? —Maia asentía mientras cogía uno de los pequeños triángulos del sándwich dándole un bocado mientras miraba a Camila.

—Sí. Mucho. —Estiró un dedo para señalarla y luego rio poniéndose las manitas en la boca.

—Mira, ven. —Camila extendió la mano para que Maia la cogiese.

Abrí la nevera y cogí una botella de aquél zumo pero con sabor a cerezas, lo tomaba desde que tenía uso de razón. Maia prefería el de arándanos por lo que se veía.

La pequeña se puso de pie justo al lado de su madre, que se levantó la camiseta y posó la manita de Maia sobre su tripa pero no decía nada. Se mordía el dedo índice un poco y miraba a su madre que frunció el ceño.

—Espera un momento. —Le dijo a la pequeña que dirigió la mirada a su tripa, y de repente apartó la mano con rapidez mirando a Camila que soltó una risa. —¿Qué fue eso? —Preguntó Camila sonriendo, y Maia negó mirándola desde abajo. —Era tu hermanita.

Maia se acercó a la tripa y le dio un beso rápido, porque según ella le daba miedo que se saliera de la barriga de mamá por aquél beso. Después simplemente me la llevé en brazos al sofá, y allí me comí la mitad de su sándwich aunque Camila me regañaba porque se lo tenía que comer entero ella, pero no le hicimos caso.

Hice que se bañase, tampoco era muy difícil porque con un simple barco de juguete y un pato de goma Maia podría pasarse horas en la bañera sin rechistar. Después yo hice la cena, pasta con tomate y jamón cocido. Camila se reía de mí porque era todo lo que yo sabía cocinar que no era verdura, y Maia me alentaba a seguir cocinando con su muñeco de Ratatouille.

Cayó rendida en el sofá mientras veía esa película, según me había dicho Camila mis padres la llevaron a su casa a la hora de comer y allí estaba Chris. Se ponía a jugar con ella a lo que fuese y daba pie a que ambos acabasen exhaustos.

Pero más exhausta acabé yo, aunque a la una de la madrugada me desperté. Las escaleras estaban iluminadas y Camila no estaba a mi lado en la cama. Seguro que estaba desvalijando la nevera otra vez, era algo que llevaba haciendo aquellos ocho nueve meses de embarazo. Bajé las escaleras hasta la cocina y allí estaba Camila, de pie con un bote de nutella en la mano y la cuchara en la boca. Al verme ni siquiera se inmutó, sólo suspiró.

—Creo que estoy de parto. —Cerré los ojos y alcé una ceja intentando asimilar aquello.

—Qué.

—Que creo que estoy de parto. Bueno, no es que lo crea es que... —Se quedó en silencio cerrando los ojos, y vi cómo apretaba la cuchara hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Luego levantó la cabeza hacia mí con una mueca. —Eso era una contracción.

—Vale. —Asentí intentando respirar con normalidad. —Vale.

—No te alarmes, no te pongas nerviosa. —Vino caminando hasta mí poniendo las manos a los lados de mis brazos.

—No me alarmo, no me pongo nerviosa. —Camila asentía despacio y yo asentía con ella.

—Ahora necesito que metas a tu hija y mi maleta en el coche y me lleves al hospital antes de que empiece a morirme, ¿sí? —Tomé una bocanada de aire al escucharla abriendo los ojos de par en par.

—Eso no me ayuda nada. —Dije expulsando el aire que había tomado.

—Lo sé, pero tienes que llevarme al hospital.

Mientras Camila se cambiaba yo cogí las bolsas que tenía preparada y las metí en el maletero del coche, ella ya estaba dentro, pero yo aún tenía que coger a Maia en brazos. Estaba algo desconcertada pero volvió a dormirse sobre mi hombro de camino al coche. Camila había avisado a mis padres, así que sólo tuvimos que llegar a su casa y ya nos estaban esperando.

—Nos vemos en unos días, ¿vale cariño? —Maia asentía somnolienta, dejando que Camila le diese besos por la cara y un último abrazo.

*

La habitación en aquél hospital era bastante grande a decir verdad, eran apenas las tres de la madrugada así que nada más cambiarse y entrar en la cama, Camila siguió durmiendo. Al ver que ella dormía, yo también lo intentaba pero lo hacía a cabezadas.

De repente se despertó apretando las sábanas y yo salté del sillón acercándome a la camilla, pero ella ni siquiera me hacía caso y yo no sabía qué hacer, pero al parecer las contracciones remitieron.

—¿Quieres que haga algo? —Ella negó, incorporándose en la camilla para quedar sentada.

—Es mejor así. —Soltó un suspiro tragando algo de saliva, y abrió los ojos para poder mirarme. —Estás pálida.

—Sí. —Dije con un hilo de voz asintiendo con firmeza a esa afirmación que no iba ni a intentar negar.

—¿La campeona del mundo y balón de oro tiene miedo de un parto que no sufrirá ella? —Me senté al borde de la cama con una débil sonrisa y la cabeza gacha.

—Lo sufrirás tú, es mucho peor. —Camila esbozó media sonrisa que se tornó en un gesto de dolor y un gemido desgarrado, más bien un alarido ahogado. —Vale, cariño, respira conmigo, ¿vale? —Comencé a tomar y expulsar aire tranquilamente cuando sentí un manotazo suyo en mi mano.

—¡CÁLLATE LAUREN! —Se echó hacia atrás con los ojos apretados, creía que había terminado, pero no.

Las contracciones no eran cada diez minutos o veinte como en casa, ni mucho menos, comenzaba a ser entre uno y dos. Intenté calmarla poniendo mi mano en su tripa, pero me dio otro manotazo arañándome en la mano.

—¡NO ME TOQUES LAUREN, JODER! —Aparté la mano tan rápido que me asusté, creía que iba a desmayarme ahí mismo.

Camila se encogía en la cama, intentaba ponerse de pie, se apretaba así misma la tripa, todo ello acompañado de quejidos y a veces gritos de los que yo quería sacarla, pero no podía. Se estaba consumiendo, apretaba el cuello de mi camiseta rompiendo los hilos y ni siquiera había empezado a empujar.

Entonces el doctor entró, y por suerte podían ponerle aquella epidural, creo que lo deseaba yo más que ella. Sufrió mucho con el parto de Maia, y no quería que este fuese igual. Entonces, Camila se calmó y volvió a tumbarse en la cama, mirándome con una sonrisa.

Estaba perpleja mirando a Camila que estiró una mano hacia mí para que fuese con ella, pero a mí las piernas me fallaban hasta para dar los dos pasos que me separaban de ella.

—Mejor ahora. —Dijo ella, pero yo no dije nada porque en ese justo momento el médico volvió a entrar para prepararlo todo.

—Vale, Camila ahora tienes que empujar. Cada vez que veas que esos números suben y escuches mi voz, empuja. ¿Vale? —Camila asintió apoyando los brazos a los lados de la camilla, y no tuve ni siquiera que ofrecerle mi mano porque ella me buscó.

Cuando la miré a los ojos no tenía una pizca de miedo, todo lo tenía yo. Quizás porque a ella ya no le dolía, pero yo seguía con sus gritos en la cabeza intentando calmarme y pensar que Camila estaba bien.

—Agárrame fuerte, ¿vale? —Solté una risa al escuchar sus palabras, dándole un beso en el dorso de la mano. —Y no te rías de mí.

—Estaré aquí. —Dije simplemente.

La siguiente hora fue algo que se quedaría grabado en mi mente toda mi vida. Cada vez que el médico alzaba la voz Camila empujaba más fuerte y sus dedos se apretaban entre mis manos hasta volverse pálidos, y sus quejidos ahora eran del esfuerzo. Aparté el pelo que caía sobre su cara y se pegaba a su frente, con cada empuje que daba los músculos de todo su cuerpo se tensaban y, agotada, descansaba unos segundos con la respiración agitada, hasta que el médico no dijo que empujase.

—Está aquí, Camila, puedes descansar.

Nuestra pequeña Lucy nació un 27 de marzo a las cinco de la mañana. Pesó dos kilos quinientos gramos, era diminuta cuando la pusieron en el pecho de Camila nada más nacer. Nació llorando, casi gritando hasta que Camila la abrazó, y es que biológicamente era mía, pero había pasado nueve meses en la tripa de su madre. Era suya.

Volvió con un pijama morado y el rostro algo menos hinchado que antes, y la pusieron en los brazos de Camila. Sinceramente en ese momento quería arrodillarme y llorar delante de ellas, pero simplemente lloraba con una sonrisa frente a la cama.

—¿Puedo cogerla? —Pregunté sentándome en la cama frente a Camila, y ella sonrió arrugando un poco la nariz.

—Es tu hija, Lauren.

Cuando la tuve entre mis brazos, sintiendo el calor de su cuerpo, sus manitas moviéndose muy lentamente y un débil bostezo sabía la sensación que Camila me describió meses antes. Haría lo que fuese por cuidarla, porque para empezar no tuve ninguna duda sobre cómo coger a Lucy cuando la tuve en brazos. Todo era natural.

Camila's POV

Ver a Lauren con nuestra hija en brazos era la imagen con la que había soñado durante mucho tiempo. Jugaba con los dedos de la pequeña y la miró no sé durante cuánto tiempo. La miramos. No hacía nada pero a la vez cada movimiento de la pequeña nos provocaba una lágrima. Quería descansar, sí, quería acostarme y dormir un poco, pero a la vez no podía dejar de mirar a Lucy.

—Voy a llamar a mis padres, ¿vale? —Susurró dejándome a Lucy en brazos, que se removió con el ceño algo fruncido.

—Está bien... Oye, si esto no te sienta mal... ¿Puedes decirles que no vengan hoy? Estoy realmente cansada. —Apreté los ojos al sentir el beso de Lauren en mi frente.

—Por supuesto. —Sentenció saliendo de la habitación.

Se me había olvidado aquella sensación de tener algo tan pequeño y frágil entre mis brazos, algo que querías proteger con tu vida porque era lo que más te importaba. Sus mejillas, sus ojos cerrados, sus labios diminutos y el pelo negro que denotaban ser de Lauren; no podía sentirme más feliz por aquello.

—Hey Lucy... Soy mami. —Dije con voz dulce, acariciando su mejilla con la yema de mi dedo haciéndola sonreír. —¿Sabes? Tienes que conocer a tu hermana.

Lauren abrió la puerta con cuidado, guardándose el móvil en el bolsillo con una débil sonrisa. Se acercó a la cama sentándose en el sillón con una leve sonrisa.

—Nadie vendrá hoy. Mientras, deberías dormir. —Acarició mi mejilla con un suave pellizco al final. —Estaré aquí cuando despiertes.

—Vale... Quédate con ella. —La alcé un poco para que Lauren pudiese sostenerla en brazos, con una sonrisa.

—Muy bien... Estás aquí pequeña. —Besó su frente mientras la mecía, y esa fue la última imagen que tuve de ella antes de caer rendida.


Continue Reading

You'll Also Like

9.4M 331K 51
Camila es doctora en un hospital de Los Ángeles. Su vida se basa en ir al hospital, cuidar de su hermana Sofi y pasar tiempo con Ally y Dinah, hasta...
15.1K 404 16
Púes lo qué dice el titulo. otra cosa es qué no abra ni yaoi ni yuri, y si alguien tiene un problema con eso, qué me diga lugar y hora y nos agarramo...
633K 34.3K 31
No te haré daño, ¿Sabes por que?, porque te amo, y si amas a una persona no puedes hacerle daño. -Lauren. Iniciada: 11 de Mayo, 2015. Terminada: 24 d...
1M 67.2K 64
Era 1651 y la joven Lauren sólo buscaba su libertad, sin saber que encontrará a alguien que la hará prisionera. AU: Alternative Universe •Portada hec...