Reappearance.
***Narra Abby***
Emocionada abracé fuerte a Davina, este ha sido el mejor regalo que alguien haya podido darme, el proyectarme al futuro y saber que dentro de todo lo que estoy viviendo, podré cumplir un sueño, el ser madre. Quizás no fue el momento, ni el lugar adecuado, pero estoy feliz, y haré lo imposible por proteger estas vidas que crecen dentro de mí.
...
Días después de mi cumpleaños, he sentido una conexión más fuerte con los bebés, hasta el punto de llegar a pensar que pueden comunicarse conmigo.
Cada vez que me encuentro sola y relajada, cierro los ojos y respiro profundo, para poder sentir a los bebés, a veces resulta, a veces no dejan que nadie los sienta. El embarazo es todo un enigma.
Por otra parte, hemos estado conversando entre todos la posibilidad de volver pronto a Mystic Falls, ya que Klaus no ha dado señales de vida y como quiero mantener mi "vida normal" debemos volver a la universidad con los chicos.
- Tengo miedo de volver... - Le dije a Bonnie & Caroline. –
- Lo sé, amiga. Pero en algún momento debemos hacerlo, tarde o temprano se enterarán de todo. – Me abraza Caro. – Y es preferible que se enteren por ti a que se enteren por otras personas. –
- ... - Suspiré profundo. –
- Caroline tiene razón, Abby. – Hizo una pausa. - Además, sabes que el Aquelarre y las brujas están encima de ti. –
Sí, tienen razón. En poco menos de dos meses se empezará a notar mi embarazo. Conociendo a mi madre, sabrá que algo me pasa y no dejará de interrogarme hasta obtener la respuesta que quiere.
...
- ¡No!... ¡Suéltame! – Salté de la cama traspirando. –
- Shh... Solo fue un mal sueño. – Damon me abraza y me apega a él. -
- Era tan... real. – Sollocé preocupada. –
- Ven, intenta dormir un poco más. – Acaricia mi cabello. –
Me recosté sobre su pecho y poco a poco cerré mis ojos para volver a dormir aunque sean unos minutos más.
No pude dormir más de 2 horas, porque los bebés manifestaban su hambre y no tuve más remedio que levantarme.
Me senté a la orilla de la cama, contemplé a Damon durmiendo con su torso al descubierto y su pelo alborotado. Se ve tan jodidamente sexy.
Sonreí y sin hacer ruido bajé en pijamas a la cocina, para ser más certera, fui directamente al refrigerador en busca de una bolsa de sangre. La bebí con desesperación, realmente tenía sed.
- Madrugaste. – Dijo Stefan, apareciendo con su típica sonrisa. –
- Sí. – Lo miré. – Pasé una mala noche... y ahora los bebés amanecieron con hambre. – Sonreí. –
- Ya veo. –
- ¡Hola, hola familia! – Grita feliz Caroline. - ¡Buenos días, preciosos! – Se agacha para hablarle a mi vientre. - ¿Cuándo empezarán a manifestarse con golpecitos? – Preguntó inocente. –
- Oh, espero que eso no sea en mucho tiempo. – Le respondí. –
En tiempo récord, todos los habitantes de la casona llegaron a la cocina. Misteriosamente todos teníamos hambre en la misma hora, hasta Damon bajó. Pero solo con pantalones negros y sin polera.
Nos encaminamos al comedor. Como siempre no me dejaron cargar nada, me hicieron sentar y observar como la mesa se llenaba de cosas deliciosas.
Bonnie fue a llamar a Davina a su habitación. Creo que al igual que yo ha pasado malas noches, teniendo pesadillas con sus ancestros y con el tema de la cosecha.
Tuvimos un desayuno normal como siempre, conversamos de tonterías, reímos, y más.
- Terminé. – Les dije a todos. Sentí una punzada en el vientre. – Hm... - Me quejé. –
- ¿Te sientes bien? – Pregunta de inmediato Damon, apoyándose en mi brazo. –
- Sí... fue solo una punzada... es normal. – Le dediqué una sonrisa forzada. – Iré a tomar un poco de aire. –
- Te acompaño. – Dijo enseguida. –
- No, no. – Lo tranquilicé. – Estaré bien. Sigan desayunando. – Me levanté de la silla. – Permiso. –
Sentí todas las miradas de preocupación hacia mí. Entiendo que jamás hayan tenido a nadie con un embarazo sobrenatural como el mío, pero deben entender que también necesito mi espacio, y solo necesito un poco de aire fresco, nada más.
Salí sin nada en mano, solo me cambié de ropa por algo cómodo y caminé por el bosque. De día es espectacular deambular por aquí, sentir el olor a naturaleza y escuchar a los pajaritos cantar, es un paraíso.
Caminé lejos de la casona y mis pies se cansan con más rapidez, así que, me senté en un tronco botado para poder descansar un rato, pero como siempre todo lo bueno tiene que terminar, oí las hojas secas del piso sonar, eran pisadas de personas, no de una, sino, de dos. Agudicé más mi oído y escuché a uno de ellos que hacía callar al otro.
Me asusté y me puse de pies, con la mirada intenté buscar de donde provenían los sonidos, pero ya era demasiado tarde. Las dos personas ya están frente de mí.
- Tanto tiempo, Abby. – Me dedica una sonrisa forzada el pelinegro. –
- ¿Cómo te has sentido? Nos enteramos de la noticia y quisimos venir a visitarte. – La chica se acercaba cada vez más a mí. – ¡Seremos tíos! – Se dirigió al chico. –
- ¡¿Qué hacen aquí?! – Pregunté con evidente molestia. – Deberían irse, no es bien visto que los gemelos exiliados estén en New Orleans.
- Oh, vamos... no me digas que estás enojada. Eso le hace mal a los bebés. – Se cruzó de brazos la chica. – Tenemos méritos. Vinimos desde tan lejos a por ti. ¿no merecemos un abrazo familiar? –
- No sean hipócritas. – Los fulminé con la mirada. –
- Esto... aburre. – Susurró el chico. – Adelante Olivia, toda tuya. – Le ordenó. La rubia puso sus manos frente a ella y todas las hojas secas comenzaron a volar con el feroz viento que provocó. -
Empezó a pronunciar palabras en latín que comenzaban a debilitarme. Ya es suficiente que vengan a dañarnos. Me defendí como pude, cerré los ojos susurrando hechizos para poder protegerme y alejarla de mí, pero es imposible. ¿Por qué ahora me gana en poder?
- No te resistas, preciosa. – Abrí los ojos para observar a Kai quién sonreía con maldad. – Es inútil que intentes hacer algo en ese estado. Los bebés consumen todo tu poder, incluyendo tu magia. –
Mierda, ¿cómo pude olvidar ese pequeño-gran detalle? Sin importar lo que me dijeran seguí, y seguiría hasta las últimas consecuencias. Olvidé el bendito anillo que me regalaron para mi protección contra brujos, maldición. Sé que ahora no vienen solo por mí, sino, que quieren tomar a los bebés y hacer exactamente lo que han hecho con ellos y el Aquelarre. Destruir, solo para eso sirven, incluso fueron capaces de asesinar a su propio padre con tal de quedar como líderes, pero no ocurrió eso. En castigo, a Kai lo habían mandado a una prisión de otra dimensión, pero Olivia se las rebuscó para sacarlo de ahí.
Pronuncié con más fuerza el hechizo, pero era en vano. Comenzaba cada vez a debilitarme más, a tal punto que mi nariz comenzaba a sangrar. Esto no había pasado en mucho tiempo. Detuve el hechizo e intenté sacar la sangre que corría, pero comencé a ver todo difuso, tan débil me encontraba que caí al suelo. Intenté ponerme de pies, pero era inútil. Kai & Olivia se acercaban a mí, solo podía ver de su torso hacia abajo. Rendida bajé la mirada, pero cuando intentaron tomarme por los brazos algo pasó.
Se alejaron sin entender lo que pasaba y se miraron entre ellos, intenté reponerme y averiguar qué estaba pasando. Otra vez más intentaron acercarse a mí, pero no pudieron.
- ¡Es por ellos! – Grita furiosa la rubia. – Esos malditos niños no nos dejan acercarnos más. – Golpeo un árbol con el puño. –
Kai se quedó pensando un momento y sonrió al tener un plan. Ahora fue solo él quién se acercó a mí, los bebés no lo rechazaron y empezó a succionar mi magia, grité por el dolor que eso me provocaba.
- Ahora, tómala. – le ordenó Kai a su hermana. –
Siento que las manos de la rubia pueden tocarme, me levantan para llevarme con ellos, pero una ráfaga de viento se cruza entre nosotros, haciendo que pelinegro salga eyectado lejos de mí. Los bebés nuevamente expulsan a Olivia y ésta se aleja mirando a todos lados desconcertada.
Volví a caer al suelo, más débil que antes. Volvimos a sentir esa brisa, y ahora fue Olivia quién desapareció de mi vista. Cada vez veía más difuso, que comencé a sentir náuseas. Pensé que me desmayaría, pero antes de que mi cabeza tocara el suelo, alguien toma de mí.
Intento verle la cara, pero no logro distinguir, solo se ve a contra luz una cabellera dorada, es un hombre.
- No me gusta que se metan con los niños. – Dijo de repente mientras me tenía en brazos. –
No distinguí la voz, pero al saber que los bebés estaban bien, mis brazos cayeron al aire, me desmayé.
Después de eso, no supe de nada más. Al intentar recomponerme, abrí lentamente los ojos, pero al observar frente de mí, solo se veía un foco que iluminaba a poca luz. Miré para todos lados focalizando la vista y solo vi paredes oscuras, y una chica cruzada de brazos con ondas en su cabello. Quise sentarme pero aún estoy débil, y volví a escuchar la misma voz.
- Estarán bien. – Se acercó a la luz, y vi una sonrisa. Esa sonrisa, me parece familiar... Al saber quién era, abrí los ojos como plato. –
- Tú... - Susurré sin fuerzas. -
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