Cabello rubio, más bien diría yo, oxigenado. Sí, oxigenado, o como suelen llamar a las chicas cuando estas se pintan los cabellos con químicos que los malogran: oxigenadas, pequeñas y usualmente torpes. Así eran ellas, las chicas con quienes salía Max, mi mejor amigo.
Laura no fue la excepción, ya que era igual a todas, no había diferencia. Ella era pequeña, pero muy bien desarrollada. Max prefería las caderas anchas en lugar de las finas figuras de las chicas, que a mi parecer, eran las más lindas.
Todos los días, desde que empezó a salir con Max, Laura lo esperaba fielmente afuera del colegio. Creo que cada día comenzó a subirse medio centímetro la falda para intentar lucir más sexy. Ella quería llamar la atención de mi amigo, quería ser la única en sus pensamientos, por eso le mostraba sus piernas desnudas con la intensión de embelesarlo como a muchos chicos que la miraban. Quizá a muchos chicos les gustaba lo coqueta que era, pero yo solo pensaba que se veía ridícula, y más cuando jugaba con su cabello pintado como si fueran naturales. Su maquillaje también era exagerado. Ella resaltaba el rubor de sus mejillas y el color de sus labios con colores fuertes.
Después de la salida, cuando apenas nos alejábamos de la puerta del colegio, Laura saltaba encima de Max de inmediato. Se notaba que estaba desesperada por hacerles entender a todas las chicas que Max, el chico de ojos azules, era su novio. Algunas de las ex enamoradas de Max que estudiaban en el colegio la miraban celosa. Las chispas eran inminentes en el lugar. Seguramente, imaginé, era porque se decía que Laura se había entrometido en la última relación de Max.
Para ella salir con Max era como estar en la cúspide. No era por exagerar, pero Max siempre fue asediado en la época escolar, y tener a ese chico asediado era estar en la mira de todas como la más popular.
Pero Laura me desagradó más entre todas las enamoradas de Max en la época de la secundaria, porque era muy pegajosa, viscosa y rosada como un chicle. No sé cómo podía soportar morder por tanto tiempo los labios de Max. Parecía que tenía un postgrado en esa actividad. Esa chica no tenía nada de santa.
No pude ignorarla por más que lo intenté. Odiaba cada cosa que esa chica hacía, pero era la enamorada de Max, mi mejor amigo, así que evitaba comentarios para no tener problemas.
"Sigue luciéndote al lado de Max todo lo que gustes y puedas, porque es muy seguro que pronto serás una de las tantas chicas que mirará celosa a la siguiente novia de Max. Abrázalo, bésalo, pégate a él como un chicle porque muy pronto te dejará sin sabor y se aburrirá de ti. En poco tiempo Max desenvolverá un nuevo chicle con un sabor diferente"
Laura no fue la primera enamorada de Max. Mi amigo tuvo muchas chicas que no volvía a mencionar. Laura era otro nombre más que Max no recordaría, porque iba a ser una de las de tantas chicas que no pudo enamorarlo. Laura podía continuar con su estrategia torpe de intentar enamorarlo con besos y abrazos, pero no lo lograría, porque esas tácticas fueron las mismas que todas emplearon.
Laura, Ana, Daniela... fueron tantos nombres que a Max no le importaba recordar, porque él no le pertenecía a ninguna chica. Esas creídas sonrisas de las señoritas que fantaseaban a su lado en sus breves momentos de ensueño se esfumaban rápidamente. Al final yo era el único que se quedaba a su lado hasta que Max ponía su mira en otra señorita rubia artificial.
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