Atormentado Deseo © ¡A LA VE...

By Themma

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Completa versión borrador. Un hombre que, años atrás, creyó entregar su corazón y al hacerlo, lo perdió todo... More

- Atormentado deseo -
Prefacio
1. Carácter agrio.
2. Sensaciones contradictorias.
3. Sólo sé destruir.
4. Incalculablemente aniquilador.
5. Apetito
6. Diabólicas llamas.
8. Vivir.
9. Roces sutiles.
10. Fuego lacerante.
11. Contrapeso.
12. Desquiciante.
13. Caída libre.
14. Rosa carmesí.
15. Inexplicable dualidad.
16. Estar enamorada.
17. Silencio aplastante.
18. Tú.
19. Zumbido aplastante.
20. Al ser uno.
21. Peligrosa huella.
22. No lo puedo evitar.
23. Estoy vacío.
24. Palpitaciones.
25. Su camino.
26. Desquebrajando.
27. No hay garantías.
28. Noche profunda
29. El único demonio.

7. Juguemos.

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By Themma

DISCLOSURE - LATCH ft SAM SMITH

Por la mañana Cristóbal decidió permanecer en su habitación trabajando, haciendo algunas llamadas y logró incluso una videollamada con Andrea, cosa que lo alegró bastante, más aún porque pudo ver a Fabiano despierto mientras ella lo mantenía pegado a su regazo. Eran tan dulces, tan perfectos.

Hablaron más de una hora. De esa manera logró que toda lo que en su mente había se diluyera y dejara de tener relevancia, después de todo lo único que realmente le importaba estaba justo frente a sus ojos y lo que sucediera fuera de ello, era insignificante. Aun así, durante la madrugada decidió que si no podía ponerle freno a lo que entre ambos bullía, tendría que hacer algo al respecto. Ya averiguaría qué.

Kristián optó por regresar a algunos sitios que le agradaron. Le compró un detalle a su abuela y también a sus amigos.

Se sentía extraña, pero nada evitaría que disfrutara lo que a su alrededor tenía, jamás se lo permitió, en ese instante tampoco. Si el deseo no disminuía entre ambos tendría que hacer algo al respecto. Ya averiguaría qué.

***

En cuanto subió al auto, horas más tarde, su colonia viajó hasta el centro de sus pulmones arremolinándose en su estómago para de pronto emerger en su piel erizada. Él veía hacia afuera con gesto ausente, parecía incluso que no se había percatado de su presencia.

-Buen día -saludó cortés. Acomodándose en el asiento de piel de forma pausada. Él asintió con la cabeza pero no giró. Torció la boca notando que había amanecido mudo. Debía ser muy difícil vivir de esa manera, sin dejarse fluir, contenido, con ira y rabia manifiesta siempre, desconfiado, juzgando. Sí, de todo eso se había percatado en el tiempo que llevaba laborando a su lado. Era un hombre que no se abría, que no parecía tener la menor intención de hacerlo jamás y sabía un poco de sus razones, sin embargo, la intrigaba y la atraía en demasía, tanto que sin esfuerzo evocaba su cuerpo grande, sobre el suyo.

Su móvil sonó, sin perder tiempo se entregó al trabajo, en ese ámbito se sentía segura y podía olvidar todo sin pensar en nada. Lo cierto era que ansiaba llegar a México, ir a El Centro y de esa manera dejar a un lado verdaderamente lo que en su cuerpo y mente acontecía.

Durante el viaje hablaron lo necesario. Frío profesionalismo fue lo que reinó.

-Mañana, a primera hora, mande a certificar los documentos. Buenas noches, señorita Navarro -subió a un enorme auto negro que ya lo esperaba en el hangar y sin mirarla una sola vez cerró la puerta. La joven pestañeó torciendo los labios. Casi sentía helada su piel, como si un hombre de hielo fuese ese con el que había compartido ardientes momentos. Otro auto apareció, era el suyo, subió después de darle su equipaje al chofer y en silencio observó cómo serpenteaba la enorme ciudad de México. Saludaría a su abuela, dejaría sus cosas y se iría a desfogar, sentía que las piernas, las manos y la cabeza le cosquilleaban, necesitaba dar fuga a lo que la estaba aturdiendo, alternado, incendiando.

Bailó por más de una hora en aquel lugar, ya no había nadie salvo Paloma que verificaba algo en el ordenador y que estaba acostumbrada a verla hacer eso desde que tenía uso de razón. Algo estaba alterando a Kristián, llevaba más de una hora y media ahí, dando piruetas y dejando salir lo que su mente no le permitía. Con los brazos cruzados la estudió desde una esquina al desocuparse. Lo hacía hermoso, y era una lástima que no pudiera dedicarse a ello.

-Ya casi es media noche, me parece que es suficiente -soltó apagando la música de pronto, a veces era necesario frenarla. Su amiga se detuvo girando sudorosa. Resopló tomando agua de la botella-. ¿Ya me dirás qué te pasa? -Kristián se recargó en un muro dejando salir un suspiro- Tu abuela no es, estuve con ella por la tarde... ¿Qué pasó en ese viaje, Kris? -La trigueña negó encarándola. Era su mejor amiga, no le salía nada bien mentir.

-Me acosté con él -soltó mostrando los dientes. Paloma se irguió abriendo los ojos de par en par comprendiendo de inmediato a quién se refería.

-¡Joder! -y se tapó los labios, paralizándose.

-Sí, sí, ya sé y no digas nada -pasó a su lado tomando su mochila. Su amiga la detuvo por el brazo.

-No, no, no. No puedes soltar eso y después pretender irte. ¡¿Cómo que te metiste con ese hombre?! ¡Estás loca! -Su gesto iba de la diversión, asombro, a la preocupación. Kristián se sentó en una banca cercana negando.

-No pienso, Paloma, simplemente no pienso cuando está a mi lado, cuando me ve... -La otra joven comenzó a dar vueltas por el lugar-. Mi cuerpo actúa y es como si mi cerebro se declarara en huelga, lo juro. Sabes que yo no soy así, y también que suena patético, pero es justo lo que sucede -admitió turbada.

-Andrés te dijo algo que yo comparto; tú no eres de un revolcón, no saldrás bien de esto. Además, es tu trabajo, lo que querías, pensé que te gustaba. Digo, el hombre es un maldito playboy que provoca los pensamientos más ardientes, pero de eso a que pierdas la puta cabeza y te metieras con él... Kris -se sentó a su lado nerviosa-, perderás -murmuró despacio.

-No perderé -zanjó levantados y se colocó la chamarra. Ahora parecía algo molesta-. No sé por qué eso es lo único que he escuchado los último días, ¿qué tal si el que pierde es él? No es el único trabajo en la ciudad, y yo sé lo que hago, me gradué con honores, he trabajado y estudiado mucho, pero además... vivo, Paloma, y no permitiré que nada me hunda.

-¿Qué intentas decir? ¿Qué él no? -deseó saber intrigada.

-Intento decir que no me interesa, qué su vida me importa un carajo.

-¿Es solo deseo? ¡Vamos, Kris! -le dio un leve empujón cuando tomaba también sus cosas para que salieran juntas.

-Eres una metiche -sonrió de pronto dándole un empujón, conocía su tono-. El día que lo tengas en frente sabrás de qué hablo, y sí, es solo deseo, jamás podría sentir algo más por un ser tan amargado, tan frío, tan...

-Ya, ya, ya entendí, el tipo es insoportable pero es guapísimo y sabe lo que hace como para que mi casi hermana esté entrando en un juego de esa clase -terminó con picardía. Kristián negó soltando una carcajada, de nuevo esa palabra.

-No nado en experiencia, pero... ¡Oh, sí! Ese energúmeno sabe lo que hace. -Paloma se abanicó el rostro-. Estás insoportable, ve con tu noviecito que yo mañana tengo que madrugar.

-Y ver a ese espécimen frío pero ardiente -Kristián rodó los ojos-. Ya vete, pero no te salvarás de los detalles -La joven negó riendo.

-Estás loca, yo no te los pido de ti y Andrés -sus autos estaba estacionados uno al lado del otro.

-Porque te aburrirías, somos una pareja normal, Kris -se defendió sacando las llaves de su bolso.

-¿Y por qué crees que lo que hice fue diferente, Palomita? Un hombre y una mujer, nada más -le quitó la alarma al auto y se despidió con la mano.

-Esa no me la trago, ese parece un dios -Escuchó que le gritaba divertida. Rodó los ojos y condujo hasta su casa. Ni él era un maldito dios, ni ella una niña estúpida.

Cuando Cristóbal pasó frente a su escritorio apenas si la miró. Bien, pensó, así sería más sencillo, lo que sucedió allá, moriría allá.

-¿Mandó los documentos? -quiso saber sin despegar los ojos del monitor al quedarse solos.

-Conozco mis funciones, señor Garza -sabía que tan solo debió decir "sí", pero es que notar la indiferencia con que se manejaba, ya resultaba patético. Evitaba su mirada deliberadamente hasta el punto de ser grosero, le respondía a tirabuzón y hablaba de forma ruda. Por mucho que lo sucedido fuera un grandísimo error, tampoco debía comportarse como un patán o chiquillo de diez años, por lo mismo no pudo evitar provocarlo un poco.

Ese jodido aroma llegó a su nariz desde que pasó frente a ella unos minutos atrás. Aquella noche, después de tener relaciones de forma enloquecida, en la oscuridad de su habitación, decidió mandar todos esos pensamientos referentes a su piel, aliento y demás, a un baúl donde los mantuviera bien guardados. No valía la pena que la poca paz que tenía se viera trastocada por esa diablesa de cabello marrón y ojos chispeantes. En otro momento, quizá, ahora... ni hablar. Sin embargo, estaba costando demasiado, esos juegos le parecían ridículos, absolutamente absurdos, no obstante, la deseaba, moría por tenerla nuevamente como ese par de ocasiones. Esa mujer lo hacía sentir fuego, ardiente, calentaba hasta su última hormona y era condenadamente difícil arrancar su imagen arqueándose mientras la provocaba como un animal en celo.

-Puede retirarse, Señorita Navarro -habló con voz pausada-. Quiero todo listo para la junta con Gregorio hoy por la tarde -Kristián apretó los labios asintiendo, ni siquiera la veía. ¿Hasta dónde llevaría esto?

-Bien, así será -y salió sin más. En cuanto la puerta se cerró Cristóbal soltó la tensión acumulada. Se recargó en su mullida silla resoplando. Poco menos de cinco meses para que eso acabara, y ya sentía que no lo lograría. Negó sonriendo levemente al recordar su tono mordaz de hacía unos segundos. Esa chica era dinamita, en más de un sentido, admitió para sí, por lo mismo no debía tenerla cerca.

La semana trascurrió así; ella entraba, dejaba su maldito olor en todo el despacho, hablaba lo necesario, trabajaba como pocas, hábil hasta dejarlo realmente impresionado, para después, en el comedor observarla reír abiertamente, comer con apetito, parecer una joven despreocupada, soñadora, feliz. De todo lo vivido durante el día a su lado, esas eran las partes que más trabajo le costaba presenciar, las que más hacían la deseara. Ella derrochaba alegría y al poner mayor atención a sus movimientos, notó como se relacionaba con todo el personal sin problema. ¡Carajo!

El jueves por la mañana, después de haber cerrado un trato con una pequeña cadena de comida rápida para adquirir algunas franquicias, se sintió extrañamente agotado. Kristián lo mantenía en tensión, esa jodida junta la manejó con un dedo y los imbéciles con los que trataron la observaron como si de un maldito caramelo se tratara, y no podía culparlos, era bellísima de una manera muy natural, pero su seguridad embrutecía, su forma de emplear cada palabra y esa jodida manera de sonreír con complicidad la convertían una mujer irresistible.

¿Estaría sola?, ¿tendría una pareja?, ¿con quién viviría?, ¿estaría interesada en alguien?

Al comprender por dónde iba su mente apretó los puños, rabioso, ¡qué carajos le importaba!, sin embargo, eran preguntas que al ver cómo la contemplaban, comenzaron a emerger como un torrente sin contención. Llegó hasta la cafetería, salió por una puerta trasera a la enorme terraza de ese altísimo edificio para tomar un poco de aire. Observó la ciudad aflojándose un poco el nudo de la corbata. Se estaba consumiendo, lo sabía y era ya ridículo. Pasó varios minutos así, pensando, cavilando, evocando su miserable pasado, las circunstancias por las que ahora se sentía vacío, cubierto de hielo por cada rincón de su ser. Más de dos años y el odio por su proceder, pese a terapias, seguía ahí.

Giró, un poco más despejado, al hacerlo, a través de los enormes cristales, la vio. Compraba algo, un dulce seguramente, eso era lo que solía comer cuando según ella nadie se percataba, tenía algo de infantil que lo mantenía en vilo. De pronto un joven, que no tenía idea de en qué departamento laboraba, se acercó. Ella le dio un abrazo caluroso y luego le tendió lo que acababa de adquirir, no definía muy bien qué era, pero sí cómo el chico sonreía feliz, la cercanía con la cual se manejaban.

Entró rabioso sin ser visto. Bajó hasta su oficina, ahí hizo un par de llamadas y espero... ¡Al infierno! ¡Ahí terminaría pero le importaba un carajo!

Kristián llegó sonriendo a su escritorio.

-Lauro quedó feliz, obviamente sospechó que era tuyo, Blanca -soltó con picardía. La joven le pidió llevase un pequeño pastel que dejó en los refrigeradores de la cafetería a ese chico de forma anónima... Ambos salían desde hacía un mes, ese día era su cumpleaños y su compañera le pidió a Kris, al verla dirigiéndose hacia allá, que se lo diera. El hombre se llevaba bien con ella y quería sorprenderlo, cosa que logró.

-Gracias, Kris... -su semblante preocupado la desconcertó-. El jefe quiere verte, parece muy enojado... ¿Sucedió algo? -Kristián frunció el ceño, la junta había salido más que bien, ahora qué lo tendría de mal humor. Su relación se había mantenido en el límite de la cortesía y de la frialdad también, eso la hacía sentir un tanto extraña. Las chispas entre ambos brotaban sin proponérselo, sin embargo, apeló a toda su madurez y de alguna manera agradeció que las cosas quedaran ahí, en un plano estrictamente profesional.

-No que yo sepa, pero no creo que se necesite mucho para que se ponga así -admitió aligerando el ambiente y haciendo reír a sus dos compañeras. Siempre era así y eso provocaba que todo siempre fuera incluso divertido.

Tomó su tableta y entró sin tocar.

Cristóbal veía una de las pantallas donde La Bolsa de valores proyectaba su estado. Siempre se hallaban encendidas con la información al momento.

Alto, imponente, con sus manos tras su cadera, atento.

-Quería verme -musitó fingiendo serenidad. Ciertamente lucía tenso.

-Tome asiento -ordenó sin girar. La chica asintió y obedeció-. Frente a usted hay un sobre blanco, ábralo -Kristián lo hizo. Una tarjeta se hallaba ahí. Era una dirección escrita con su letra, la colonia no era lejana, pero no comprendió de qué iba. Arrugó la frente, le dio la vuelta intrigada, al ver lo que decía abrió los ojos asombrada. Su corazón se detuvo, así como sus pulmones.

"Juguemos"

-¿Q-qué? -Cristóbal ya la miraba con indolencia.

-¿Hoy, ahí? Ese edificio lo tengo desde adolescente, es pequeño, nada llamativo, lo acabo de remodelar, el ático está ya acondicionado -soltó acercándose esperando alguna reacción. La joven se levantó, azorada. Su cuerpo despertó enseguida, aun así, le pareció insólito.

-¿Es en serio? ¿Quiere que usted y yo...? -El hombre se ubicó frente a ella, sin frenarse ni un poco la tomó por la cintura de un solo movimiento y la pegó a su cuerpo. Kristián dejó salir un respingo al notar su excitación, sus ojos verdes dilatados, clavados en los suyos.

-También lo quieres... -La joven se humedeció los labios sintiéndolos de pronto muy secos, la saliva incluso se había tornado espesa y su enorme pecho emanaba ondas de calor que recibía sin poder evitarlo.

-¿Quiere acostarse conmigo nuevamente? -soltó sin filtro. Odiaba ir por las ramas, más aun con él que nunca sabía lo que en su mente un tanto torcida ocurría. Cristóbal enarcó una ceja, indolente.

-Sexo, yo no me acuesto con nadie, Kristián -Su forma de nombrarla la hipnotizó, de alguna manera lo decía sensual, casi con lujuria impresa en cada letra. La piel se erizó de inmediato.

-Entonces habrá reglas -interpuso deleitándose con su aliento, con su loción, con sus palmas bien aferradas a su cadera, ahora. Ella tampoco planeaba ir más allá, no con alguien tan frío, tan seco emocionalmente, sin embargo, una aventura con ese colosal hombre era algo que la jalaba desde el estómago y que moría por probar, pese al temor que definitivamente sí rondaba por todo su sistema.

-Es un juego, claro que las habrá, las discutiremos ahí -declaró serio.

-Hoy no puedo... -murmuró respirando agitada. La quijada de Cristóbal se tensó.

-Su novio -la desafió mostrando los dientes y mirándola como si Satanás lo hubiera hecho.

-Mi vida -manifestó alzando una ceja, jamás se dejaría dominar, y eso debía dejarlo claro desde ya-. Mañana -aceptó sin más.

No tenía una jodida idea de lo que estaba haciendo, pero al diablo, ese hombre la estaba incendiando cada noche y ya no podía esconderlo, no con él tan cerca, con sus labios duros a un par de centímetros. Parecía una criatura proveniente del infierno y tan tentador como el que más. No, no podía contenerse, no quería. No tenía idea de lo que el destino tenía preparado para ella, pero desde hacía mucho tiempo decidió que tomaría lo que la vida le diera mientras no hiriera a nadie, eso no perjudicaría a un tercero simplemente porque para ambos no existían.

El hombre asintió con dureza.

-Bien, mañana tendrá aquí la llave -la apretó un poco más con una mano, con la otra aferró su cuello y lamió con lujuria sin cerrar los párpados la comisura de su boca-. Hasta ese momento, deje de provocarme -zanjó con advertencia. Kristián sonrió negando levemente, de verdad solo él se entendía, pero le importaba poco.

-Hasta ese momento, usted deje de acercarse -mordisqueó osadamente uno de sus labios y se alejó-. Así que... ¿Necesita algo más? -su sangre viajaba vertiginosa por todo su cuerpo. Era como estar justo en la punta de un juego mecánico que estaba a punto de caer libremente. La adrenalina se arremolinaba en su estómago y la expectación crecía tanto como el deseo fiero de volver a tenerlo dentro de ella, de forma urgida, fiera, sin control. No tenía idea de qué le ocurría con él, pero no pensaba con coherencia, con cordura.

-Puede retirarse -musitó su jefe mirándola de arriba abajo con abierta lujuria, desnudando con sus duros ojos verdes ese cuerpo que ya conocía y moría por volver a probar, a torturar, a adentrarse.

Al salir las mejillas las sintió calientes, y las piernas le temblaban. ¡Dios, qué había hecho!

-¿Todo bien, Kris? -ambas la observaban expectantes. Ella asintió sin poder articular palabra, solo sonrió y se sentó en su escritorio. Una energía peculiar circulaba por sus piernas, por su vientre, por sus manos. Cerró los ojos un segundo, podía escuchar a su corazón andar más rápido de lo normal. Debía relajarse. ¿Realmente quería entrar en algo como eso? ¿Podría con lo que implicaba? No tenía idea, pero de solo pensarlo hacía combustión y a lo mejor si la necesidad que evidentemente ambos sentían, se saciaba, pronto pasaría esa faceta y podría continuar con su vida y planes.

Durante la reunión poco se miraron, así como lo que quedó de la tarde, sin embargo, más conscientes que antes de su ansiedad, cuando su ojos chocaban algo ardía en el interior de ambos y millones de mensajes cargados de seducción emanaban.

Kristián llegó a El Centro hecha un manojo de nervios, desesperada por dejar salir de una vez todo eso que no encontraba escape. El ensayo estuvo fuerte, no les dio tregua, además la presentación al Concurso de Arte y Cultura que el gobierno montaba cada año, se acercaba y debían dar lo mejor pues incluso algunos directores de academias asistían para otorgar becas o simplemente ganar un premio que consistía en donaciones mayores para el lugar. Solían quedar en los primeros sitios y en dos ocasiones en primero, incluso ya la habían ofrecido a ella trabajo y patrocinadores por si deseaba dedicarse de lleno a ello. Negando sin remedio, lograba que los chicos fueran los que salieran beneficiados de aquellas propuestas. Negociadora por excelencia, conseguía regularmente lo que se proponía, pese a no poder dedicarse a lo que realmente la apasionaba.

-Casi rompen la duela -soltó Andrés al verla tomar agua después de que los chicos salieran de ahí. Eran las once.

-No exageres -musitó quitándose el sudor con una toalla.

-Paloma me contó todo... -Kristián entornó los ojos torciendo los labios, se lo imaginaba-. No te daré un sermón, es tu vida, pero piensa muy bien lo que harás. Esa clase de cosas rara vez terminan bien para alguien que no es experto en esos juegos -La joven respiró hondo.

-Por algo se empieza -musitó despacio. Andrés negó riendo al tiempo que se acomodaba la cabellera oscura con una mano. Kristián era indomable, de mente inquieta y no solía limitarse.

-Tú no eres así...

-Lo deseo, eso es todo, eso no me convierte en una cualquiera, si es lo que tratas de decir -replicó seria.

-Jamás diría algo tan machista, me conoces -la encaró estudiándola-, pero no dejar el corazón en cada cosa que haces, Tián, no es lo tuyo. Tú vives, vives con intensidad, no quiero que te lastimen.

-No será la primera vez -refutó cruzándose de brazos-, y además, un hombre así ni en sueños podría pensarlo para algo más...

-Porque jamás te vería como algo más... -Se acercó un tanto irritada, adoraba a sus amigos y sabía que deseaban protegerla, ella misma sabía que debía hacerlo, pero su cuerpo no pensaba igual y era dificilísimo luchar contra ambos.

-¿Y qué te hace pensar que yo quiero algo más de lo que él quiere? -negó con su dedo índice-. Él me desea, yo lo deseo, no hay absolutamente nada más. Recuerda el asunto de la equidad, ya no estamos en el siglo diecinueve.

-Sabes que no es por ahí, te quiero y me importa tu bienestar. Solo cuídate -le suplicó al verla alejarse. Ya un imbécil le había roto el corazón cuando más vulnerable se encontraba, partirle la cara no bastó, no con lo bajo y cobarde que fue.

-Lo haré, Andrés, no te preocupes -y desapareció dejándolo ahí, agobiado. Kristián estaba adentrándose en un terreno desconocido, solo esperaba que esa asombrosa inteligencia que portaba, la ayudase a no salir herida, de nuevo.

Inmersa en sus pensamientos durmió poco, no era raro, pero en esa ocasión no era su recurrente exceso de energía, sino lo que sucedería al día siguiente. Temía por su trabajo, pero tampoco por eso iba a dejarse manejar. Por otro lado, la intriga de eso que le ofrecía podía más con ella que su conciencia, que esas campanas de alerta que resonaban una y otra vez advirtiéndole el peligro inminente. Si entraba en ello... qué sucedería después, de verdad podría separar el corazón de su cuerpo, no tenía idea, pero ese hombre lo pensaba casi todo el tiempo, y no diciéndole dulces palabras, sino brindándole un placer que jamás creyó se pudiera experimentar, un derroche de pasión que era inimaginable. Bufó torciendo la boca. En qué líos se metía.

Por la mañana todo transcurrió como solía, con la variante de que al quedar solos él le tendió una sencilla llave que llevaba colgada el número del apartamento y una tarjeta plástica.

-El sitio es algo... pequeño, escondido, pero te mandaré la ubicación. Deja tu auto en el estacionamiento subterráneo, hay dos lugares. Con eso -y señaló lo que le dio-, tendrás acceso y en el elevador te llevará justo al piso siete, donde está el estudio, es la única puerta -ella asintió seria, observándola detenidamente.

Cristóbal apretó los puños, sabía que lo que estaba por hacer, que lo que proponía era bajo, no debía, no tenía derecho, sin embargo, ella no lucía atemorizada, tampoco insultada. Lo deseaba, tanto como él, ambos buscaban saciar eso que circulaba cuando se tenían cerca, y en su caso, cuando no, también. No podía ofrecer más, jamás, a nadie, así que idear todo aquello fue la única salida que encontró para que las cosas fluyeran de una maldita vez entre los dos. Ese ático era ideal, nadie los vería, seguro, y tenía lo indispensable para poder dar fuga a lo que en su interior bullía. Pero toda esa resolución cayó al verla así, reflexiva, con aquel objeto en su mano. A lo mejor no debió intentar llevar las cosas por esos rumbos, no con alguien que claramente no estaba acostumbrada ese tipo de situaciones.

-Si no está segura, no tiene que hacerlo... Ya le dije que su trabajo no peligra, no soy tan bajo -La chica elevó sus ojos avellana. Una singular corriente lo sacudió. Torció la boca ladeando la cabeza levemente.

-Ahí estaré -y se levantó sin decir más. El hombre la observó frotándose la frente. ¿Por qué la deseaba de esa jodida manera? Desde adolescente no había experimentado esa marea de ansiedad por alguien y juró que no volvería a ocurrir, se equivocó, esa chica,si no se cuidaba, lo manejaría con un solo dedo, así que era mejor someter las sensaciones y darles fuga de una maldita vez para no estar vulnerable ante el deseo.

*** :o ¡Jugarán! Bueno, veamos qué sucede en ese ático :D Gracias por sus votos, comentarios (que por falta de Internet no pude leer todos, pero en eso estoy -.- ) por recomendarme. Miles de besos y feliz día <3

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