Cuando habla el corazón (chic...

By Saku_Mayu

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Julian es un chico tímido, sin amigos y algo torpe. Un día después de una cita choca contra otro chico, estro... More

Capitulo 1
Capitulo 2
capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 45
Capitulo 46

Capitulo 44

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By Saku_Mayu

            —¿No está?

            Kei fulminó con la mirada a Rykou que estaba frente a él, a pocos centímetros y se mantenía erguido, con los hombros hacia atrás y muy rígido. No movia ni un músculo.

Oshi, a su lado, era todo lo contrario, se rascaba la cabeza y movía las piernas de un lado a otro, bastante inquieto y con la expresión de quien parece estar distraído con otra cosa, con cualquier otra cosa.

            —No.

            Desde que conocía a Rykou, Kei lo había visto aprender muchas cosas, adiestrarse a su lado e incluso matar por primera vez para protegerlo. Bajó la mirada y la desvió hacia el japonés pelirrojo que parecía estar tratando de alcanzar alguna parte de la cara con la lengua e hizo una mueca que pretendió ser una sonrisa, apartando la cabeza de Oshi. En realidad había visto demasiadas muertes, más de las que cualquiera imaginaria ver nunca y lo había hecho desde niño. La muerte le había rodeado, como un presagio desde el momento que sus padres habían muerto y con ellos una dura y larga procesión de sangre y violencia en donde había dejado de distinguir el bien o el mal, pero se consideraba afortunado de haber conocido a esas pocas personas que estaban a su lado y que todas y cada una de ellas habían matado por él, sin vacilar y que sabía que darían sus vidas por él, un precio que no estaba tan dispuesto a pagar.

            Aunque posiblemente ninguno de ellos lo sabía.

            Poco importaba.

            Las cosas estaban bien tal y como estaban.

            —Estate quieto —gruñó Rykou en un intento por no dar emoción a su voz, sin desviar la mirada hacia Oshi que por algún extraño motivo que Kei no iba a preguntar, estaba tratando de alcanzarse el piel con el brazo sin agacharse.

            Kei suspiró, pasando el peso de una pierna a la otra, notando la tirantez de las heridas que recorrían su cuerpo.

            De entre todas las cosas que había visto aprender a Rykou, aquella era la que más trabajo le había dado. ¿Cuándo había conseguido esa máscara carente de emociones, de pura frialdad? Ya ni siquiera hubiera recordado al amigo que una vez vio en él si no hubiera sido por Oshi, capaz de desquebrajar la sólida roca que tan meticulosamente había forjado para protegerse y para protegerlo a él.

            Y posiblemente Rykou no se daba cuenta de lo que la presencia de Oshi hacia en él.

            O puede que tampoco Oshi lo notara.

            —Es imposible salir de esta casa —insistió, tratando de suavizar la expresión que había dirigido a Rykou—. Seguramente esté perdido deambulando por algún lado, o se haya metido en algún cuarto. Buscadlo.

            Rykou le sostuvo la mirada en silencio, durante unos instantes.

            —No hay forma de salir de la casa —dijo, despacio, a lo que Kei le pareció que titubeaba. Endureció la mirada y apretó el brazo de sillón con fuerza.

            —¿Entonces cuál es el problema?

            Su voz sonó más acerada de lo que había pretendido que sonara, pero aún así comenzaba a sospechar cual iba a ser la respuesta.

            —Julian no está aquí, Kei.

            Kei sintió como las palmas de las manos se marcaban con la forma de los brazos de madera de la silla y guardó silencio unos segundos, los suficientes para que Oshi dejara de moverse y adoptara la misma actitud de rigidez de Rykou.

            Era imposible que Julian hubiera salido solo de una casa como aquella, construida con la idea de que nadie pudiera entrar ni salir a menos que conociera las entradas. Y Julian no se encontraba entre los pocos que disfrutaban de ese privilegio.

Lo que significaba que no lo había hecho solo.

—Es lo que tiene permitir a tus chuchos tanta libertad con la correa. Deberías ponerles collar de castigo y mantenerlos a tu lado, bien formales y tumbados a tus pies. Como buenos chuchos.

Nathan entró a la habitación con una sonrisa lobuna, dirigida principalmente a Oshi. Hacia tiempo que había dejado de tratar de divertirse con Rykou que no exteriorizaba sus emociones ante las provocaciones a las que le sometía.

Lo miró.

Y puede que después de todo ese tiempo fuera aquel hombre quien más lo conocía y a quien más conocía.

Nathan estaba solo. No podía sentir ninguna presencia cerca de él como lo había sentido en otras ocasiones, acechante, vigilándolo.

Kevin...

Apretó con más fuerza las manos en la madera hasta mezclar ese dolor con el que podía sentir por las heridas que le recorrían la espalda y el pecho.

Desde pequeño le habían enseñado a controlar sus emociones al igual que al resto de sus compañeros japoneses, les habían adiestrado en diversas artes letales y les habían dado diversas lecciones para canalizar los sentimientos, la manera de no sentir dolor. Él tan sólo había aprendido a fingir que no sentía dolor. Había aprendido a fingir que no sentía nada. Y en ocasiones hasta se lo había llegado a creer.

No en ese momento.

Y el dolor no era lo que más sentía en ese momento.

—¿Desde cuando no está Kevin contigo?

Nathan se adentró más a la habitación enseñándole los dientes a Oshi, quien parecía estar a punto de saltarle encima y se encogió de hombros al llegar a su altura.

—Pensaba que lo habías puesto para que me vigilara a mí —Y le lanzó una amarga mirada azul—. Si querías que lo hubiera tenido vigilado también, me lo tenías que haber dicho, ya sabes que por ti haría cualquier cosa y más si tiene que ver con tu dulce perro salvaje.

La forma con la que lo había dicho podía significar cualquier cosa, pero Kei lo dejó correr, no estaba de humor para comenzar con algún juego de palabras con su primo. Apretó los dientes y se levantó.

—Igual han salido a comprar algo —dijo Oshi rápidamente, con una sonrisa y asintió efusivamente con la cabeza—. ¡El cepillo de dientes! ¡Eso es! ¿Os podéis imaginar el trauma del pobrecillo Julian cuando habrá visto que no tenía con qué cepillarse los dientes? —Sacudió la cabeza y puso cara de afligido—. Tiene que ser eso...

Kei no podía imaginarse la mirada que lo estaba poniendo en ese momento pero suponía que no podía ser mejor que la que le lanzó Rykou, haciendo que Oshi retrocediera prudentemente.

—¿Y el hilo dental? ¿Tampoco?

Nathan bufó.

—Tus perros son muy curiosos.

—¿Qué posibilidades hay que puedan dejar el país sin que la guardia de Alexander los descubra?

Ni siquiera se trataba de que pudieran dejar el país, ni que llegaran al aeropuerto... si de verdad habían salido de la fortaleza de Viktor que los vieran era cuestión de tiempo, y no sería demasiado. Sí, estaba Kevin con él. Posiblemente había sido su fuerte sentido del control y de supervivencia lo que le había hecho averiguar tan fácilmente las salidas de aquel lugar, pero dudaba que incluso sus habilidades consiguieran ponerlos a salvo. Él ya lo había detenido una vez cuando lo contrataron para matarle y Alexander era mucho más fuerte, sádico y hábil que él. No podía contar con que lo fueran a conseguir.

Ese idiota elegía el peor momento para demostrar nada.

—Sabes que eso sí que es imposible —La mirada que le lanzó  a Nathan era cualquier cosa menos amigable, pero él se limitó a sonreír, devolviéndole la mirada sin problemas—. Sabes que tengo razón.

La tenía.

            —Saldremos a buscarlo.

            Rykou hizo una inclinación de cabeza mientras que Oshi se estiraba los brazos animado.

            —Avisaré al resto.

            Kei asintió y comenzó a caminar hacia la puerta.

            —Si sales ahora cavarás tu propia tumba. ¿Te has vuelto loco, Kei? ¿Por qué no te olvidas de ese gatito?

            Sí, también tenía razón en eso. Los dientes de Kei rechinaron. Pero si él no tenía ninguna oportunidad fuera de allí, Julian mucho menos.

            Y ya no había tiempo.

            —Quizá porque Julian no es un gato.

            No se giró para mirar a Nathan, comenzó a planificar la manera de encontrar a Julian y a Kevin y ponerlo a salvo aunque tuviera que arrastrarlo todo el camino hasta el refugio de una correa en el cuello. ¡Maldita sea! Si al menos hubiera imaginado la posibilidad de que Kevin pudiera ayudarle en un momento así...

            Había visto muchas señales. Sabía que Kevin le ayudaría tarde o temprano a alejarse de su lado y había aceptado que si era su decisión, lo dejaría ir, seguro de que cualquier lugar seria mucho más seguro que su lado, pero si lo dejaba ir en ese momento sólo significaría una tortuosa muerte a manos de Alexander.

            Una vez estuvieran todos a salvo pensaría que haría con Kevin.

            Pero no llegó a dar un paso fuera de la habitación. Un sonido de alarma comenzó a retumbar por todo el edificio, un ruido que no era la primera vez que escuchaba. Sólo lo había escuchado una vez más en su vida y en esa ocasión todavía podía haber dicho que era lo más parecido a un niño y hasta eso se lo arrebataron. No necesitó girarse y mirar el rostro de sorpresa de Nathan para corroborar lo que ya temía.

            Era Alexander.

            Al sonido de alarma comenzaron a acompañarle las voces y los gritos y Daiya e Isi no tardaron en aparecer en la habitación, apremiados por la confusión y la sensación de peligro.

            —Imposible.

            Kei cerró un momento los ojos, tomó aire y miró a sus amigos un momento. Ninguno de ellos se movería de allí sin una orden, incluso el rostro de Oshi había adquirido una expresión taciturna.

            Imposible... Sí, era imposible que hubieran dado con aquel lugar; era imposible que Alexander los hubiera encontrado allí después de que Viktor hubiera convertido aquello en una fortaleza; el único lugar seguro al que podían llamar hogar. Era imposible a menos que...

            —Alguien ha delatado nuestra posición.

            ...un traidor.

            Kei miró la puerta, bloqueada por los cuerpos de Daiya e Isi. Los gritos eran cada vez más fuertes y el movimiento de personas comenzaba a verse desde el otro lado.

            Ya no había salida. Viktor les privaba de armas allí dentro y las reunía en una habitación del sótano. Para poder luchar con Alexander necesitaban esas armas y aunque consiguieran llegar hasta ellas los reuniría a todos en una cámara precintada donde serían un plato servido y jugoso para su tío. Bajar a por ellas seria un error y quedarse allí significaría la muerte. Miró a su alrededor. Sólo les quedaba la alternativa de luchar patéticamente con sillas, muebles y aquello que pudieran encontrar... Comenzó a reír.          

            —Tu sentido del humor comienza a ser preocupante, Kei —Nathan se puso delante y lo agarró del brazo. Kei lo miró, apartándose el pelo de la cara y dejando lentamente de reír—. ¿Qué crees que ha sucedido?

            —Alexander está aquí y nosotros tenemos un serio problema.

            Ni siquiera consiguió borrar la diversión de su voz y Nathan arqueó una ceja.

            —Te has vuelto loco.

            —Tal vez.

            —¿No crees que es demasiada coincidencia que tus cachorritos se vayan y que Alexander nos encuentre?

            La expresión de Kei se ensombreció y lanzó a Nathan una dura mirada de advertencia.

            —Kevin no lo hará.

            Puede que Kevin no hubiera permanecido a su lado por amistad o lealtad, pero lo había hecho por algo mucho más fuerte aún. Para proteger a su familia. Kei tenía a su familia. Los había rescatado de los suburbios, buscado un bonito hogar y una gran protección y bienestar. Pero a cambio había pedido sus servicios y aunque fuera a morir en aquel lugar, Kevin no era tan idiota como para suponer que no tendría tiempo de hacer una llamada para dar una única orden que le privaría de sus hermanos para siempre.

            —¿Y qué me dices del gatito? Ese no parece muy resistente.

            Kei sonrió.

            —Te equivocas. Julian no es débil —Entrecerró los ojos—. Él no es como tú ni como yo. Es capaz de soportar cualquier cosa con tal de que otros no salgan heridos. Jamás hablará de este lugar, ni aunque tenga que dar su vida por ello. De eso estoy seguro.

            Y eso era otro de los motivos por los que se sentía tan inquieto. Necesitaba salir de allí, buscarlo, pero a esas alturas eso era algo imposible.

            Una explosión en algún punto de la casa hizo que el suelo se moviera. Yami apareció y asomó la cabeza con la respiración agitada.

            —Han entrado en la casa. Viktor está organizándose para sellar las plantas de abajo. Kei, ¿Qué hacemos?

            Kei miró más allá del pasillo.

            —¿Hay alguna arma en esta casa?

            Nathan negó lentamente con la cabeza.

            —En el sótano.

            —Es imposible llegar hasta allí.

            —Viktor ya da esa zona por perdida.

            Y todas sus vidas también si solo podían encerrarse y lanzar jarrones. Aún así asintió con la cabeza, sin apartar la mirada de Nathan un momento.

            —Busca a Julian —Sólo desvió un momento la cabeza hacia Rykou que se irguió aún más y lo miró entre una mezcla de espanto y rencor—. Hay una manera de salir, ¿verdad? —Ignoró la expresión de Rykou y se dirigió a Nathan, que sonrió burlón.

            —Planta baja, todo recto por el comedor y bajo la trampilla que está tapiada al fondo del armario.

            —¿Entonces podemos evacuar el edificio?

            Isi pareció esperanzado, pero ni Kei ni Nathan se dieron prisa en responder, y cuando Nathan habló, lo hizo con una sonrisa sardónica.

            —Por ahí no puede salir nadie. Ve a verlo y lo entenderás.

            —¿Qué?

            —Rykou.

            —No iré.

            Kei lo miró y el japonés levantó la cabeza orgullosamente. Morir a su lado, ¿eh? Kei suspiró. A veces había cosas más importantes que la vida.

            —Es una orden —Y tal y como estaban las cosas la última que daría y Rykou lo sabía—. Encuéntralo y protégelo. Llévalo al aeropuerto y mételo en un avión de regreso a casa.

            La mandíbula de Rykou estaba tan tensa que parecía que la sangre no debía de estar circulándole bien.

            —¿Y qué pasa con Kevin?

            Kei suspiró.

            —Devuélveselo a su familia. Isi, acompáñalo, encárgate de que consigue salir del edificio.

            —No...

            —¡Ahora!

            Los dos le miraron sin moverse, tensos, reprimiendo mal las emociones y Rykou se movió con rigidez, dándose la vuelta para marcharse, sin mirar a Oshi.

            —Y no regreses.

            —Eso sí que no obedeceré, Kei.

            Y salieron en silencio.

            —Te has vuelto un sentimental, Kei.

            Kei levantó la mirada hasta los ojos de Nathan y los volvió a bajar para mirar la daga que le mostraba por encima del pecho.

            —Pensaba que estaban prohibidas las armas.

            —Sólo es un juguete. Tómalo.

            —¿Qué quieres que haga con algo tan pequeño?

            Le habían adiestrado a manejar una espada, pero nunca le vio una gran utilidad en una situación así a algo tan pequeño. Ni siquiera se la veía a una espada contra una pistola. Aunque en ese momento hubiera agradecido tener con él la espada familiar de los Kazahara.

            —Llegado el momento, úsala para matarme.

            Kei sintió una punzada y le lanzó una agria mirada a Nathan, ladeando la cabeza.

            —No, quédatela —dijo con aspereza—, y llegado el momento, úsala tú para matarme a mí.

            La muerte era un regalo antes de caer otra vez en manos de Alexander. Y lo sería posiblemente peor para Nathan. No cogió la daga, pero cuando salió de la habitación, uniéndose a los hombres de su tío y comenzando a dar ordenes, preguntándose si Julian conseguiría volver a casa, supo que antes de que Nathan cayera en manos de Alexander otra vez, le atravesaría el corazón con el puñal.

            No sobrevivirían, y en realidad era lo mejor.

            Llegaron fácilmente al acceso de la segunda planta. La mayoría de las personas se habían reunido allí y estaban bloqueando el resto de entradas. La distribución de la casa y los largos y simétricos corredores no facilitaban los movimientos a los intrusos. Todo había sido diseñado a la espera de que algo así sucediera. Kei desvió la cabeza para buscar a Viktor entre ellos, solemne, impertérrito, dando órdenes y estudiando en planos la situación. Kei se acercó a él para echar un vistazo a los planos.

            Era la primera vez que veía esos papeles con los dibujos del diseño y admiró sorprendido la manera que se distribuía el edificio.

            Viktor había creado una fortaleza Y no una simbólica como hasta ahora lo había interpretado; sino que se encontraba en un lugar preparado para ser asediado.

            —wow —murmuró Oshi a su espalda—. Y yo que pensaba que era imposible viajar en el tiempo y regresar a la edad media.

            Kei resopló.

            No. Ese lugar no había sido hecho para poder ser sitiado.

            Pero eso no solucionaba el hecho de que no tuvieran armas. ¿Cómo planeaba luchar su tío? ¿Lanzar piedras gigantes con catapultas? ¿O pensaba usar aceite hirviendo? Kei miró a la pared de enfrente y entrecerró los ojos, lanzando una furibunda mirada a Oshi que se la devolvió confuso. Genial... Se estaba dejando llevar.

            Kei volvió a mirar a su tío. Seguía con el cuello inclinado, con la mirada fija en los planos. La preocupación en sus ojos y el brillo de sudor en su frente reflejaba la impotencia de una situación que no se había esperado. Suspiró. Si tan sólo ese hombre no hubiera sido tan maniático con el tema de estar armado en ese lugar...

            Kei apartó la mirada y la paseó por las líneas que marcaban las distribuciones del edificio hasta hallar la cavidad que representaba la cámara del sótano.

            Sólo quedaba una alternativa y era alcanzar ese lugar y buscar la manera de hacer llegar a los demás las armas que se guardaban allí. Era eso o explotar todas las plantas bajas y con ellas derrumbar el edificio. Con ellos dentro, por supuesto.

            Kei siguió observando las hojas, escuchando a medias las conversaciones de su tío, sintiendo las presencias de Oshi y Nathan cerca de él, ambos increíblemente silenciosos y se llevó una mano a la cara, pensativo.

            Había algo que no encajaba.

            Sólo podían haber encontrado aquel lugar si alguien los había indicado donde estaba. No lo discutía, pero, ¿Por qué parecía que se movían con torpeza, como si no supieran por donde seguir? Si alguien les indicado como encontrarlos y cómo entrar también les tenía que haber indicado cómo moverse. Kei miró a su tío y luego otra vez los planos. Incluso aunque estos hubieran sido confidenciales y no hubiera sido fácil acceder a ellos, quien los había traicionado les habría preparado un mapa de los pasillos principales junto a las estancias de acceso más próximas.

            Aquello no tenía sentido.

            Kei fijó la vista en la trampilla que se dibujaba en el plano, al otro lado de la estancia donde se encontraban y se movió sigilosamente hacia el otro lado de la escalera. Dobló la esquina y se movió hacia la derecha del vestíbulo, notando cómo algo afilado le cortaba dolorosamente la piel del cuello. Giró un momento la cabeza, sobresaltado, sorprendido de no haber notado la presencia de alguien hasta ese momento, y abrió mucho los ojos.

            —¡Tú!

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Capitulo 44 :) No dire nada sobre él, dejaré que me deis vuestra opinión, jeje y como siempre muchas gracias por leer y por los comentarios, tanto aquí como en facebook, blog o email ^_^ También para los que me habeis preguntado, el libro que autoeditare estara listo en breve (en cuanto me registre, que no he tenido tiempo ni de eso con el capitulo), sólo estar pendientes del blog o facebook ^^ Al final el capitulo (por lo que dije en facebook) lo he cambiado un poco antes de subirlo XDD es que habia una parte que no me gustaba nada y no me quedaba tranquila, asi no es un gran capitulo, pero al menos lo tacharé como pasable, jeje.

 Actualizaciones y demas en facebook y blog  (los links estan en el perfil) ^^

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